Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

JongKey : “솔로부대 IV – Día Negro IV” por MyFirstKissFanFic

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Nueva entrega anual de la serie de One(w)shots "Día Negro".

 

-          En serio, Minho, no me apetece esta mierda.

Trataba de llamar la atención de mi amigo, mientras era arrastrado al interior de aquel lugar que estaba tan oscuro que apenas podía ver lo que tenía delante.

Pasamos por delante de la barra, serpenteando entre las mesas abarrotadas, hasta llegar a la fila junto delante del escenario.

-          Aquí.- Minho se sentó y llamó a una de las camareras.

-          ¿Tan cerca? Minho, esto es ridículo, odio ver este tipo de shows, me parecen denigrantes. Y aún encima en primera fila, aquí viendo todo como en un primer plano bochornoso…

-          ¡Cállate! Hace una hora te estabas quejando de que no ibas a celebrar el Día Negro con Kibum y ahora que salgo contigo, así me lo agradeces.

-          No me menciones a ese imbécil.

-          Creí que era tu mejor amigo.

-          Los mejores amigos no hacen planes por su cuenta sin contar contigo.

-          A lo mejor es que eres un aburrido y no quiere estar contigo porque le amargas. A decir verdad, empiezo a entenderle un poco.

-          ¿Es que te ha dicho eso?

-          ¿Desde cuándo Kibum y yo somos amigos?

-          Yo qué sé…

-          Aunque si me das permiso, yo…

-          Ni se te ocurra ponerle la mano encima, cerdo inmundo. O te la corto.

-          ¿La mano o la polla?

-          ¡Ambas!

Minho sabía que si había algo sagrado para mi, eso era mi “angelito” Kibum. Aunque también tenía claro que el adjetivo no se le ajustaba en absoluto, por más que me empeñara en defenderle.

Kibum siempre había sido independiente y autosuficiente, mientras yo era incapaz hasta de ir al supermercado si no tenía alguien que me sujetara la lista de la compra. Por eso fue tan sorprendente que nos hiciéramos amigos, más aún que nos fuéramos a vivir juntos (lo cual a Minho siempre le había parecido una pésima idea) pero yo necesitaba fervientemente a alguien que me mantuviera en calma. Y por increíble que pareciera, Kibum lo conseguía. Aunque no siempre era así. De hecho, esa noche era una de las excepciones.

-          Entonces… ¿Kibum sale con alguien?

-          ¿Eh? – Estuve a punto de derramarme la cerveza por encima.

-          Digo, si hoy no está con nosotros, imagino que es porque encontró algo mejor.

-          Quién sabe, ya sabes que nunca me cuenta nada.

-          ¿Cómo puede ser que no sepas nada de la vida de la persona con quien compartes piso? Es tan raro.

-          Ya conoces a Kibum. Todo le parece una intromisión en su intimidad. No le pregunto y así no se irrita. ¿Alguna vez le has visto cabreado de verdad?

-          Creo que no, pero conociéndole como le conozco, creo que no me gustaría.

-          Créeme que no te gustaría.- Me reí, dejándome caer en el respaldo de su butaca-. Entonces… ¿esto de qué va? – Miré al escenario, curioso-. ¿Un montón de chicas desnudas con purpurina en los pezones nos ponen cachondos?

-          Básicamente.

-          Espeluznante.

-          O tal vez no.

-          En serio, no sé por qué me has traído.

-          Quizá la purpurina en los pezones sea interesante.

-          Estás loco.- Pedí un par de bebidas más y crucé los brazos, esperando a que se las trajeran-. Tú y tus depravaciones no son mi estilo, ya lo sabes.

-          No son depravaciones. Son fantasías. O en mi caso, un estilo de vida.

-          Un estilo de vida enfermo, diría yo.

-          No tienes ni idea de lo enfermo que es.- Minho sonrió al ver acercarse a nuestro camarero.

-          Señor Choi, de nuevo por aquí.- Un chico apenas vestido con un pantalón de cuero y un simple rosario colgando del cuello se acercó con nuestras bebidas.

-          Hola precioso.- Le ayudó a colocar las bebidas en nuestra mesa-. ¿Hoy tienes show?

-          Hoy no.- Pegó la bandeja vacía a su pecho, como ocultando su desnudez, algo ridículo puesto que todo el mundo en el local le había visto entrar.

-          Mejor, todo para mi.- Minho agarró el rosario que colgaba del cuello del chico y le obligó a agacharse lo suficiente para que su oreja quedara a la altura de su boca. Le susurró algo que no pude escuchar y el chico sonrió bastante emocionado, asintiendo. Después de eso, se marchó de allí.

-          ¿Qué ha sido eso?

-          ¿El qué? – Cogió su copa sin ni siquiera mirarme.

-          ¿Qué le has dicho?

-          Nada.

-          No te creo.

-          Que esperaré a que termine su turno para llevarle a casa.

-          Puto Choi…

Las pocas luces que apenas iluminaban las mesas desde el techo se apagaron y acto seguido una voz en off se escuchó :

-          Damas y caballeros, con ustedes, el pecado mortal que les conducirá directos al infierno. ¿Quién será la víctima esta noche? Mantengan sus mentes y sus manos alejadas del increíble… Almighty Key.

Yo parpadeaba nervioso, intentando entender lo que estaba pasando, pero Minho parecía muy tranquilo, con una sonrisa de oreja a oreja y gritando al unísono con la mayoría del público.

-          Esto se va a poner bueno.- Me dijo, mientras aplaudía mirando al escenario.

En fin, ya que estaba ahí, qué otra opción me quedaba que la de animarme un poco. Tal vez fuera a pasar el Día Negro solo, pero al menos vería un buen trozo de carne. Y en primera fila.

Entonces él apareció. Y todo lo que había dentro de mi hasta ese momento simplemente se esfumó. Incluso mi capacidad de tragar saliva. Aquel chico delgado y vestido de negro, con el pelo teñido de un rosa fucsia extremadamente brillante, yacía tumbado sobre lo que parecía un trono de piedra, muy de estilo medieval, con una de sus piernas ligeramente flexionadas. Llevaba, por lo que podía ver desde ahí, unos pantalones negros muy ajustados y con muchas rasgaduras. Una chaqueta negra sin nada debajo, o eso me pareció hasta que se puso en pie. Justo antes de hacerlo, alargó la mano hacia arriba y pude apreciar que llevaba algo en la mano, que cuando mis ojos se acostumbraron a la falta de luz identificaron como una fusta de cuero. Creo que en ese momento perdí la noción espacio-temporal y ya sólo podía fijarme en él. Deslizó la fusta por su pecho justo un instante después de haberla pasado por sus labios, donde su boca jugueteó con ella y su lengua la impregnó con su saliva. Antes si quiera de que abandonara aquel trono extraño yo ya estaba prácticamente hipnotizado.

Pero entonces se levantó y caminó al centro del escenario, lento, seguro, y con unos andares sinuosos que delineaban sus preciosas curvas a la perfección. Cuando se abrió la chaqueta pude ver que llevaba unos raros accesorios de cuero atravesados en su pecho y en parte de su abdomen, dejando a la vista unos pequeños pezones semirosados y su ombligo.

-          Delicioso.- No me di cuenta de que lo había dicho en voz alta hasta que Minho me golpeó en un hombro.

-          ¿Te dije que era una buena idea venir o no? ¿Eh? ¿Te lo dije?

-          Me lo dijiste.

Apenas balbuceaba como un viejo senil porque mis capacidades motrices estaban seriamente inutilizadas ante el espectáculo.

El chico con el cabello rosa se movía agitando sus caderas sin compasión, y a pesar de los gritos que me rodeaban yo sólo podía intentar ver algún trozo de piel perfecta entre todos esos trozos de tela deshecha. Quería piel. Pero no sólo quería verla. Quería tocarla. Dios, quería tenerla entre mis manos.

La voz en off volvió a decir algo pero fui incapaz de entenderlo. ¿Mencioné algo acerca de mi estado de lobotimización? No lo recuerdo…

Unas cuantas chicas salieron y se restregaron escandalosamente contra su cuerpo. Algunas llevaban purpurina roja en los pezones y vi que Minho levantaba su copa y gritaba “¡Salud!” muy emocionado. Pero yo sólo quería golpearlas y amputarles las manos por osarse a tocar a aquella preciosidad. Pero eso no fue nada comparado con lo que vino después. Cuatro chicos apenas vestidos con unos tangas y unas botas bailoteaban a su alrededor con la intención de tocarle, pero él les amenazaba con la fusta y apenas pudieron acercarse.

Estaba tan contento de que no hubieran conseguido su propósito que ni siquiera fui consciente de lo cerca que le tenía hasta que pasó la fusta entre sus piernas, la lamió de nuevo y la acercó a mi cara. Entonces me arrepentí de estar sentado tan cerca. Me quedé inmóvil. Nunca había experimentado una situación como aquella y no sabía exactamente qué era lo que esperaba de mi.

Dijo algo pero no pude escucharle, sólo miraba aquel objeto negro apuntándome, casi retándome, cegado por un foco rojo que me impedía verle la cara. Entonces la gente empezó a corear algo que tardé en traducir como “lámelo” y miré a Minho, desconcertado.

-          Lámelo.- Su voz fuerte era algo capaz de oir incluso en esas circunstancias.

Pude haber pensado en que aquello era algo antihigiénico (después de todo, no conocía a aquel chico ni sabía en dónde podía haber metido aquello –aunque tenía una ligera idea-) o en decirle que no quería entrar en ese tipo de juegos porque no me iban las fantasías de sumisión y derivados… pero cuando los flecos de cuero rozaron mis labios actué como un autómata sin capacidad de raciocinio. Saqué la lengua y lamí la fusta despacio, mientras escuchaba aplausos detrás de mi.

Lo siguiente que sentí fue que era agarrado por debajo de los brazos y un par de tipos enormes me subieron al escenario y me llevaron hasta el trono sin que fuera capaz ni de rozar el suelo. Me sentaron allí me ataron las manos en los reposabrazos. Estaba tan alucinado que no protesté. No sabía qué estaba pasando, pero no me importaba. Le tenía delante de mi, bailando, caminando como una pantera hacia mi, anulando mi voluntad con el movimiento de sus delicadas caderas.

Cuando llegó a donde yo estaba, se deshizo de su chaqueta. Muchos gritos ensordecedores eclipsaron la música, incluso mis taquicardias. Dejé de sentir que mis pantalones estaban a punto de reventar en el mismo momento en el que sus labios acariciaron mi oreja.

-          Hola Jjong.

Se alejó un poco, lo suficiente como para dejarme ver su rostro, maquillado en exceso con pintura negra alrededor de sus ojos y un labial rojo cereza brillante que se mostraba demasiado apetitoso.

Entonces sonrió. Y en sus traviesos oyuelos pude identificar aquella sonrisa angelical. Disfrazada de cuero.

-          ¿Ki… Kibum…?

No respondió ni tampoco hizo falta que lo hiciera. Subió una pierna al trono y acercó su rostro al mío. Deslizó su fusta de un lado a otro de mi cuello hasta que decidió que no era suficiente. Arrancó los botones de mi camisa al abrirla en un movimiento brusco y certero. La fusta se deslizó por mi pecho desnudo segundos antes que su lengua, repartiendo restos de su labial por todos lados. Creí que no podría soportarlo más.

Pero entonces continuó su baile desesperante. Su cintura se movía justo enfrente de mis ojos, mientras su pierna continuaba entre las mías. Luché por intentar soltarme pero fui incapaz, aquellos tipos me habían atado con demasiada profesionalidad.

-          ¿Qué pasa? – Susurró en mi oído, electrizándome-. ¿Es que quieres tocarme, Jjong?

Se giró y puso su trasero en mi campo de visión.

Mierda, sí, me moría por tocarle.

Fue agachándose poco a poco, moviéndose insinuante hasta alcanzar el suelo con las manos, mientras su culo se me ofrecía en primera plana.

“Esto no puede estar pasando” era lo único que podía pensar con más o menos claridad. Mi amigo, mi compañero de piso, ese chico incapaz de cambiarse de ropa en la misma habitación que yo porque se moría de vergüenza, el que me regañaba por dormir desnudo en verano, asegurando que era del todo inapropiado… el chico que siempre llevaba trajes de diseñador y lo contrario le parecía simple y vulgar… se estaba acariciando las nalgas sobre esos pantalones hechos jirones justo delante de mis ojos.

-          ¡Joder!

No quise que sonara tan desesperado ni autoritario, pero sonó. Sonó tan fuerte que incluso el ruido a nuestro alrededor parecía un hilo musical.

Kibum dejó de bailar y se giró hacia mi de nuevo. Abrió mis piernas y se sentó en medio, descansando su espalda en mi pecho.

-          Quieres tocarme o morirte, ¿no es cierto, Jjong?

Deslizó la fusta, una vez más, por su pecho, hasta su entrepierna, donde jugueteó un poco con los flecos de cuero.

-          Dios, Kibum, ¿qué coño está pasando?

-          ¿Tú qué crees?

Me miró desde su posición, arqueando un poco su cuerpo hasta subir un poco su trasero y colocarlo justo encima de mi entrepierna. Podría haberle penetrado incluso con dos pantalones de por medio. Así de cachondo estaba.

-          Quiero tocarte.

Sabía que era lo que él quería oir, pero si quería llegar a hacerlo, iba a tener que ceder.

-          No lo harás. Al menos no esta noche.

-          ¿Por qué? – Jadeé, frustrado.

-          Porque hoy eres mi esclavo.

Sus labios devoraron los míos con una desesperación tan brutal que durante unos momentos dudé acerca de su verdadera identidad. Mi amigo, mi casi hermano, el chico que había crecido a mi lado desde la guardería… ese chico al que había aconsejado en multitud de ocasiones con sus problemas amorosos… el mismo que me había aconsejado a mi cada vez que desechaba a cualquier persona que no estuviera a mi altura… estaba demostrándome de un modo que jamás pude imaginar (por muchas fantasías absurdas que pudiera llegar a tener) que siempre había estado ahí para mi. Quizá esperando la oportunidad de hacerme sufrir. De hacerme suplicar.

-          Por favor…

Suplicar era un verbo que no había utilizado nunca. Hasta esa noche.

-          Por favor, ¿qué?

-          Déjame tocarte.

Se levantó del trono y se movió a un lado, acariciando mi brazo con la fusta. A continuación bajó la cabeza hasta llegar a mis dedos, y acercó sus labios a ellos, de modo que por fin tuve un contacto real con su piel. Sus labios jugosos y pintados besaron y chuparon mis dedos, que abusaron de la confianza para rozar aquella hermosa textura, logrando con eso que toda la pintura se esparciera alrededor de su boca.

Aún sin desatarme, se incorporó de nuevo y se desabrochó los pantalones, dejando a la vista su palpitante miembro, oculto al público porque estaba de espaldas a ellos, cosa que tampoco me importó lo más mínimo en ese momento. Lo acercó a mis dedos ansiosos, que rápidamente lo encerraron entre ellos, y un gemido salió. Pero no de su garganta, sino de la mía. Un gemido de placer al haber conseguido alcanzar un trozo de piel que ansiaba tan esquizofrénicamente.

Kibum movió ligeramente sus caderas un par de veces para facilitar las caricias y mi mano se aferró con fuerza a su pene un segundo antes de que un dolor agudo la detuviera. Abrí los ojos y vi cómo sonreía triunfante, tras haberme golpeado con la fusta.

-          Si quieres tocarme, vas a tener que aguantar el dolor.

No sé si fue en ese momento cuando me volví loco o cuando decidí ponerme totalmente a su merced porque era incapaz de hacer otra cosa, pero ni siquiera respondí. Solo apreté más e inicié un nuevo movimiento justo antes de recibir un nuevo golpe, esa vez todavía más fuerte que el anterior.

Le miré con odio, pero en realidad ni siquiera sentía eso. Volví a mover mi mano de nuevo y un nuevo golpe llegó. Otro. Otro. Otro más. Muchos más. Tantos, que incluso dejé de sentirlos. Mi mano adormecida continuaba moviéndose alrededor de aquel trozo de carne que ya resbalaba entre mis dedos ante el inminente orgasmo. Apenas un par de golpes más y su cuerpo se derrumbó sobre mi, aplastándome, y las luces se apagaron.

No pasó más de un minuto y su cuerpo ligero ya no estaba sobre mi. Los focos de iluminaron y una nueva ronda de aplausos y vítores me devolvieron a la realidad punzante del dolor de mi mano. Sangraba. Y mi sangre se mezclaba con los restos del esperma de Kibum, convirtiéndolo todo en una masa rosácea como su brillante pelo.

-          Damas y caballeros, directamente desde el infierno, devolviendo la vida a los simples mortales, el increíble Almighty Key.

Kibum no volvió al escenario. Lo único que quedaba de él era  la fusta de cuero, olvidada entre mis piernas, la sangre, goteando el suelo, lentamente, y Minho, aplaudiendo enérgicamente  y silbando, emocionado :

-          ¡Feliz Día Negro, capullo!

FIN

Notas finales:

¡Únete a la comunidad!

https://www.facebook.com/pages/My-First-Kiss-FanFics/301570919870417


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).