Ese día despertó con una sola idea en la mente: Declararse por fin al idiota de Naruto, ese niño inconsciente e impetuoso del que estaba enamorado desde hace tiempo, aquel ser extraño y vivaz que había puesto su mundo de cabeza, su mundo perfecto y tranquilo, lejos del ruido, ahora invadido por aquella gran presencia que irradiaba el rubio, el primer amor de toda su vida y muy probablemente el último, aunque el muy idiota aún no lo supiera, pero de eso se encargaría ese día, había tomado una determinación y no se echaría hacia atrás
—Ahora sí, mi plan no puede fallar —pensó emocionado, había pasado toda la mañana ideando un gran plan, se desharía de Sakura en primer término, escabulléndose para poder ir al lago sin ser visto, mientras Naruto iría ahí, con engaños, una nota con la promesa escrita de que encontraría un enorme lote de ramen cerca del lago debía de estarle llegando en esos momentos a la puerta de su casa. Sasuke rió con ganas— Es cuestión de tiempo.
Tal como lo planeó, se pudo deshacer de Sakura e ir al lago sin ser visto por absolutamente nadie; tal como lo planeó, Naruto recibió a la puerta de su hogar la ansiada nota con aquella promesa falsa; y tal como lo planeó, el rubio se presentó donde era citado, sin embargo no llegó solo, con él media aldea lo acompañaba, todos tan hambrientos como lo estaba él de los labios de Naruto
—Tonto ¿Qué hiciste? —dijo irritado, había olvidado el gran corazón de Naruto, debió haber supuesto que no iría solo, que compartiría el suculento manjar con todos los aldeanos, así era de generoso el tonto de Naruto. Sasuke sonrió, incapaz de enojarse con él—. Tendré que usar el plan B —sonrió otra vez, comenzaría con el dichoso plan secundario—
Después de descubrir el fraude del ramen, todos los aldeanos estaban muy decepcionados, incluso algunos estaban enojados con Naruto, a pesar que él también fue timado, eso puso al rubio muy triste, nunca le había sucedido algo así. Más tarde decidió salir a caminar, despejar sus ideas.
Sasuke lo esperaba en la aldea, siguiendo sus movimientos sin que él apenas lo notara, lo abordaría cuando estuviera desprevenido y lo raptaría, sin que el rubio supiera que se trataba de él, no quería estar en medio de la sociedad cuando por fin pudiera declararse, lo escondería como mejor sabe hacer un ninja con sus habilidades y luego prepararía todo, una romántica cena a las velas, le quitaría las vendas de los ojos y listo, se declararía en medio de la velada, el plan perfecto
—Esta vez no puede salir mal —pensó emocionado, sin rastro de duda alguna, esa noche se declararía al molesto de Naruto, el infantil de Naruto, el obstinado de Naruto, su querido y hermoso Naruto— A la obra —dio ánimos a su persona y decidió atacarlo, el rubio se encontraba desprevenido, mirando una mariposa sobre una roca encima de una choza, ni siquiera Sasuke sabía qué diablos estaba haciendo allá arriba, se había distraído entre sus cavilaciones—
— ¡Sasuke! —escuchó a lo lejos el eco de la voz de Sakura, no había advertido su presencia y le tomó desprevenido, antes de saber como llegó ella hasta él, levantó la mirada y Naruto se había bajado de la choza—
—Sakura, suéltame —protestó incómodo, no odiaba a la chica, pero en esos momentos estaba invadiendo su precioso espacio personal, y peor aún, haciéndolo quitarle la vista de encima a Naruto, quien extrañamente no había corrido a su vez para ir al encuentro de ella, simplemente había desaparecido—
—Tenía muchas ganas de verte —respondió con voz chillona, mientras su Yo interno se lamentaba no estarlo raptando en esos momentos—
—Sakura, déjame tranquilo —la miró con ojos fríos y ella retrocedió por mero instinto—
—Perdóname Sasuke —lamentó y se fue, él suspiró ¿es que nunca se libraría de su acoso? En esos momentos solo tenía ojos e interés por Naruto, por nadie más—.
Hacía las siete de la tarde, cuando el sol comenzó a desaparecer Sasuke bajó sus ánimos pero no su determinación, ya no tenía plan C, pero tenía esperanza que algo se le ocurriera, porque si no se confesaba ese día, quizás no lo haría nunca, se sintió abatido pero no derrotado
—No me daré por vencido —enfiló los ánimos y sonrió ampliamente, pero apenas dio un paso al frente sintió que el suelo bajo sus pies se movía, cayó sin remedio al suelo, medio inconsciente y medio aturdido, vio una silueta ensombrecida debido al sol a su espalda y por instantes creyó ver a su hermano en aquella sombra, tembló de pies a cabeza con un odio y a la vez un terror profundo, pero no pudo moverse— Itachi… —susurró antes de caer en la inconsciencia y cuando todo se volvió negro a su alrededor creyó que había llegado el fin de sus tiempos—