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Notas del fanfic:

uvu no sé

Notas del capitulo:

>3< 

 Akashi observaba una vez más su prisión, era cálida y sin duda cómoda. Los grilletes en sus pies no le lastimaban. Frente al chico había una especie de ventana, ahí podía ver todo lo que su otro yo veía o hacía, podía escuchar todo y sin embargo, jamás hacer nada. Era como un espectador más en la película de su vida, donde todos lentamente se iban alejando.


¿Ser absoluto? Sin duda su otro yo, al que Akashi siempre llamaba ‘Sei’ era bueno en eso, siempre hacía que lo imposible se volviera posible y todo en favor de protegerlo, de proteger a ambos. Y aun así ¿a qué precio?  Akashi sabía que esto no era culpa de su otro yo, él era amable y muy dulce, esto era en su mayoría culpa de su padre, que en vez de haberles apoyado cuando su madre había muerto… solo hizo que todo fuera peor y peor.


“Es el deber de un Akashi” resonaba en su mente una y otra vez cual mantra, cual maldición.


«Sei lo hace porque me ama… me lo ha dicho una y otra vez y aun así, ¿por qué no me escucha cuando le digo que es incorrecto?» pensaba el Akashi original, mientras observaba la ventana. Podía verlo todo ahí y era doloroso, apuñalaba su pobre corazón, sin embargo, por más que gritara o suplicara… era totalmente inútil, el otro jamás le dejaría libre, no le permitiría volver, no hasta que el tiempo indicado llegara para que las cosas dieran la vuelta.


—Sei, quiero hablar contigo —pidió Akashi, las lágrimas se derramaban suavemente, y una a una caían en su dulce y adornada prisión. Ese era su precio, aquello era lo que debía pagar a cambio de lo que Sei había hecho por él. Ese fatídico día que cambiaron lugares de forma casi permanente, Sei le había dicho, a solo unos segundos


“No dejaré que te vuelvan a lastimar”, y aunque lo decía con buena intención… tampoco había hecho lo correcto encerrándole ahí y negándole la libertad de cambiar. Aunque ¿de verdad deseaba cambiar de lugar?


Akashi tenía que admitirlo, tenía mucho miedo, extrañaba a su madre y temía a las consecuencias, temía tener que enfrentarse con las miradas llenas de rencor y odio hacia él, o de temor y dolor,  ¿Cómo arreglarlo? ¿Cómo reparar el daño ya hecho?


Se mantuvo sordo y ciego.


Pudo haber hecho algo por Aomine… pero no lo hizo.


Pudo haberle sonreído a Midorima… pero no lo hizo.


Pudo haber animado a Ryota… pero no lo hizo.


Pudo haber consolado a Kuroko… pero no lo hizo.


Pudo haber hablado con Atsushi… pero no lo hizo.


Hay tantas cosas que pudo haber hecho por todos, por cada uno de sus amigos y también, por Nijimura, persona a la cual siempre quiso y respetó y sin embargo, jamás le trató de frente, jamás habló con él más de lo necesario, y antes de darse cuenta lo perdió, lo dejó ir.


Y todo, cual espejo cuarteado, fue saliendo de su rumbo.


Aún tenía miedo, pero Akashi que comprendió que… era mejor tarde que nunca, mientras siguiera vivo aún estaba a tiempo de darle solución a todo, aun podía hacer las cosas bien y buscar un ‘final feliz’ o por lo menos, reparar aquello que rompió.


—Dime Akashi, ¿Qué necesitas? ¿Te sientes solo? —Sei apareció, con sus ojos dorados brillando. Se acercó y abrazó a Akashi, este se dejó acunar en sus brazos, y siguió llorando con tan solo pensar que… además de Sei, nadie jamás le abrazaría de ese modo, porque frente a todos siempre estaría el Akashi fuerte, ese que todo lo puede, el que no siente nada y es un loco que solo piensa en victoria. Nadie jamás lograría ver a través de él, lo sabía bien.


—Quiero volver…—pidió, con labios titubeantes.


—No puedes, no lo harás —Sei le abrazó con fuerza y besó su frente.


—Sabes que no podrá ser así para siempre, no puedes protegerme por la eternidad, y yo no puedo permitirte sufrirlo todo, yo no puedo permitir que tú cargues con todo el dolor…


Solíamos cambiar lugares y turnarnos, solíamos compartir tanto la felicidad como el dolor, ¿Cuándo decidiste que tú te encargarías de todo? Debes confiar en mí, ya no soy el mismo de antes…ya no permitiré que cargues con todo.


—Akashi, mamá ya no está y ellos te olvidaron ¿Qué harás entonces? ¿Qué haré yo, si tú vuelves a llorar? No dejaré que sufras, no de nuevo.


Akashi sonrió. Sei besó sus mejillas y secó sus lágrimas. Aquel era el único lugar donde ambos podían convivir, donde ambos podían verse, tocarse, entenderse y hablarse. Podían escuchar la voz del otro y mirarse cuanto quisieran. Afuera solo había un Akashi, solo uno podía hablar y actuar, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué su otro yo había tomado conciencia, voz y voto? ¿Por qué no era solo él? Había muchas respuestas, pero solo pocas podrían explicar solo una parte de aquel complejo resultado.


 De la soledad, del dolor, de la necesidad… apareció Sei.


—Tengo que hacerlo, no puedes ser solo tú el que lleve todo… Sei.


—No he cumplido aún… yo…


—Sabes Sei… puedo asegurarte que me amo a mí y te amo a ti, somos unos ¿lo entiendes, verdad? Tu dolor es el mío, mi pesar es el tuyo, son nuestras lagrimas…quiero que sea como antes, esta vez no tendré miedo y no seré egoísta como para dejarlo todo en tus hombros…


—Me olvidarás —dijo Sei, triste, mirando al suelo. Sabía que si Akashi volvía seguro pondría todo como antes y… eventualmente lo olvidaría, quedando solo en algún rincón de su corazón. Temía a ese frio.


—¿Me crees capaz de algo tan cruel? —Respondió Akashi, con una sonrisa—. No podría olvidarte…de hecho, quiero pedirte una cosa.


Akashi tomó el rostro de Sei, se acercó y besó su frente.


—Quiero que, me quites esta cadena y que me permitas volver a salir —Akashi tomó las manos de su otro yo y las apretó con fuerza—. Volvamos a ser uno, y así, gozaremos del mundo, juntos, ¿Qué me dices?


—¿Tanto así me odias? ¿Ya no quieres que esté yo aquí, verdad? —Sei observó a Akashi con mucho terror y preocupación. Sin embargo, este negó y lo abrazó.


—Nosotros somos uno, y quiero que, estemos juntos, totalmente.


—¿Uno?... ¿de verdad?... ¿nosotros? —¿en verdad? ¿Es posible?, Se cuestionaba Sei, mientras abrazaba con mayor fuerza al ser que más amó.


—Claro, así las cosas siempre debieron ser…


Quiero ver a Murasakibara y comprarle tantos helados como pueda.


Quiero ver a Midorima para estrechar su mano.


Quiero ver a Kise y felicitarlo.


Quiero ver a Daiki y jugar una vez más.


Quiero ver a Tetsuya y disculparme.


Quiero verlos a todos, saludarlos de frente, disculparme y cambiar mi vida. Quiero destrozar las cadenas que mi padre colocó en mi cuello, y… deseo, vivir acorde al deseo de mamá: feliz.


Es tiempo de volver, es tiempo de que las cosas cambien. Volvamos, Sei.


—Volvamos juntos, Akashi.


Volvamos juntos... aun podemos cambiar, aun podemos sonreír, aun podemos gozar de la vida, aún... aún seguimos vivos.


Sei y Akashi se besaron, unieron sus labios y algo más, restaurando el lazo que alguna vez existió. Las cadenas de destrozaron y la jaula se desapareció. Y ambos Akashi, volvieron a ser uno. Akashi Seijuuro, el joven que, todos esperaban volver a ver.


 

Notas finales:

:) 


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