Todos; Lloyd, Jayn, Kai, Cole y Zane estaban tras un astuto ladrón que al parecer había robado una de las más preciadas joyas del museo de Ninjago, y el dueño de tan magnífico museo lleno de historia, que por cierto ya habían visitado dos veces, y ninguna con recuerdos totalmente agradables para ellos, les había llamado para que capturarán al escurridizo ladrón. El muy capullo corría como si de una maratón se tratase. Era más rápido que el mismísimo Flash.
—¡Se escapa, maldita sea!— gritó Cole, más para él mismo que para los demás.
—Tranquilo— dijo Kai, colocándose a su lado—, lo atraparemos.
Cole sonrió, y Kai también.
No pregunten el por qué, pero aquello le causo una sensación extraña, por no decir "desagradable", en Lloyd, que se encontraba hasta atrás, junto con Jayn. Frunció el ceño, o eso creyó, porque podía sentir como arrugaba su cara. ¿Qué carajos le pasaba?
—¡Hey, Lloyd! ¿Estás bien?— le preguntó Jayn—, te ves molesto.
Relajo su rostro, embozando una sonrisa ligera hacía el ninja del rayo.
—No es nada— mintió—, sólo me molesta un poco que ese ladrón nos lleve por mucho la delantera.
—No pasa nada— replicó Kai, mirandolo por encima de su hombro, con una sonrisa—, muchas veces es así. No es la primera vez.
Lloyd asintió, porque es a lo único que atinó hacer. Estaba embobado con la sonrisa del castaño. Y... joder, ya, en serio, ¿qué ocurría con todo esto?
—¡Ha dado la vuelta en ese callejón!— gritó Zane, adelantándose a los otros cuatro, para dar vuelta en la mencionada callejuela. Los demás le siguieron de cerca.
Cuando al fin habían dado la vuelta, vieron a Zane de pie, mirando de un lado a otro. Pararon en seco.
—¿Pasa algo, Zane?— preguntó Jayn.
—No sé en donde se ha metido ese ladrón.
—¡Oh, genial!— dijo Cole— Lo hemos perdido.
—Ya lo encontraremos— dijo Lloyd—, por el momento deberíamos ir con el dueño del museo a informarle sobre esto, ¿no?
Todos asintieron, pero cuando iban a salir del callejón, Zane los volvió a parar.
—Un momento...
—¿Y ahora qué?— preguntó Cole, con el ceño fruncido.
—Hay alguien en este callejón— respondió, en voz baja.
—Oh, ¿el ladrón?— ahora hablo Jayn, con el mismo tono de voz.
—No, es otra persona.
Los cinco dieron media vuelta hacia la plena oscuridad de aquel pasillo de ladrillos, maloliente y sucio.
Algo se movía entre las sombras, todos entrecerraron los ojos, para ver mejor.
Un gato salió de entre las bolsas de basura, maullando.
—¿Un gato? ¿Para eso tanto suspenso?— dijo Cole, haciendo ademán con sus manos.
—¡Hya!— gritó alguien.
Una niña había salido disparada de entre las bolsas negras de basura. Llevaba un disfráz de bruja, que la hacía lucir extremadamente adorable.
Había caído de cara al suelo, por lo tanto su rostro se manchó y su nariz se volvió roja, como si tuviera un resfriado. Se sobó la cabeza, una vez que se puso de pie.
—¿Qué haces aquí, niña?— le preguntó Zane, con voz amable.
La niña los miró de uno a uno, y al final sonrió.
—Hola— dijo, su voz era un tanto chillona, pero soportable—. Nada en particular. Paseando.
—¿Paseando? ¿Tú sola a las 10 de la noche en un callejón? Já— dijo Cole, en tono divertido.
La niña lo miró, furiosa.
—Jo, qué pesado. ¿Ya nadie puede salir a la hora que se le antoje? ¿Es delito?
Ahora fue Cole que miró a la niña furioso, y ésta estaba divertida.
—¿Y tus padres?— le preguntó Kai.
—Seguramente dormidos o viendo películas. Cualquiera de las dos.
—Pues menudos padres...— repusó Jayn—, ¿no estarán preocupados por ti?
—Lo dudo. Ellos me dejaron salir después de todo.
—Excelente forma de educar— masculló Cole.
—Una pregunta, ¿ustedes perseguían a un tipo vestido de negro?— preguntó la niña, colocando una mano sobre sus caderas aún inexistentes.
—¡Así es!— dijo Lloyd—, ¿sabes dónde está?
—Se fue, se veían bastante feliz, debo decir. Tenía sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ahhhh!— gritó Cole, rascando su cabeza desesperadamente.
—Oígan, oígan. ¿Tienen algún deseo que pedir?
—¿Huh?— dijeron, en unísono. ¿Deseo? ¿De qué habla la niña?
—Soy una bruja— explicó, con aire orgulloso—, puedo hacer lo que sea.
Se echaron a reír.
La niñita los miró indignada.
—¡Es verdad!— replicó— ¡Se los mostraré!
—¿Ah, sí...?— jadeó Cole, secandose las lágrima de sus ojos. Había reído en exceso.
—¡Lo prometo, ya lo verán!
Acto seguido, se echo a correr hacía la calle, donde estaba iluminado por las lamparas, justo en la dirección en la que se había ido aquel gato.
Todos, cansado y entre risitas reprimidas, primero fueron a explicar lo sucedido al dueño del museo, omitiendo a la niña "bruja". Su rostró mostró una profunda tristeza, pero Lloyd le prometió que atraparían al culpable.
Después de eso, regresaron al barco, donde cenaron, pues tenían hambre, un rico estofado que había preparado Nya. Le contaron a ésta y al Sensei Wu su encuentro con aquella niñata, y ambos se rieron tal y como lo hicieron ellos cinco.
Al final se fueron a dormir, ya que el día no habría podido estar más atareado.
Lloyd aún se preguntaba por qué había sentido aquella punsada o el trace que sufrió. Pero los dejo de lado, como cosas sin importancia, porque lo eran y se dispuso a dormir. Lo necesitaría para atrapar a ese ladrón tan hábil.