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IRIDISCENTE / KaiSoo por Lesly

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Notas del capitulo:

Aquí está, nos leemos en las notas finales :D 


El muro blanco antes vacío, era ahora una pared personalizada. Todavía no abundaban los recuerdos colgados en ella, pero ya se percibían un par de fotos y dos dibujos más; uno de los dibujos había sido elaborado por JongIn, comparado con los otros dos de KyungSoo lucía tan simple que al principio dudó en colocarlo, pero al final lo hizo por petición suya.

Durante las últimas semanas la situación de la familia estuvo mejor que nunca. KyungSoo habló con sus padres y los perdonó; eso a JongIn no le sorprendió, pues ya había sido testigo de la bondad del menor. En la escuela le iba mejor, después de obtener una calificación completa con el proyecto de química, él y sus amigos se volvieron un poco más responsables con sus deberes. A JongIn le alegraba la amistad que KyungSoo había formado con Tao y BaekHyun, en especial con este último, y a pesar de que no había abandonado por completo su timidez, pasaban muchos buenos momentos los cuatro juntos.

Sin embargo hubo un acontecimiento que se talló con más fuerza que cualquier otro: la llegada de un nuevo miembro a la familia.

A pesar de haberlo aceptado ya, a KyungSoo se le notaba un poco contrariado al principio. MinWoo y SunMin hacían incluso lo imposible por pasar tiempo con él, pero también debían ausentarse cada tanto debido a los trámites de la adopción.

Conocieron por primera vez a GeumMi una tarde de jueves del mes de junio. Era una niña de seis años con la energía característica de los niños de su edad. Tenía el cabello negro cortado hasta los hombros, un rostro brillante de un tono amarillento y ojos pequeños. La primera interacción que tuvo con KyungSoo fue un poco cómica, empezando porque la voz chillona de la niña no cesaba de resonar con estridencia en la sala haciéndole preguntas, y KyungSoo ni siquiera se atrevía a mirarla.

GeumMi tenía una actitud tan explosiva que JongIn sintió una ola de pena cuando tuvo que bajar la mirada para ver a la niña sentada en su silla de ruedas. Debajo de su largo vestido azul floreado se perdían sus piernas; incompletas, supuso. Hasta pudo imaginarla corriendo detrás de él y de KyungSoo, gritando con su voz demandante que la esperasen.

Pocos días después supo que había nacido sin aquellas dos extremidades. Al parecer su madre biológica no supo que estaba embarazada sino hasta los cinco meses de gestación, por lo que no tuvo los debidos cuidados. SunMin mencionó que la madre había querido venderla cuando dio a luz, pero por su estado ninguna familia estuvo interesada y terminó abandonándola.

Jamás se había tomando un solo minuto para pensar en todo lo que habían estado obligados a pasar los niños en aquella situación, pero ahora que conocía el duro pasado de KyungSoo y GeumMi, se sentía afortunado por la vida que había tenido desde el momento en el que nació, y además agradecía que ellos dos se hubiesen cruzado con unas personas tan buenas como lo eran sus tíos.

A la familia le tomó poco tiempo acostumbrarse a la nueva extrovertida presencia, pero para KyungSoo, siendo todo lo contrario a ella, significó un arduo trabajo. La primera frase que dijo a su hermana adoptiva fue, «No sabes dibujar». GeumMi había insistido en unirse a ellos una tarde mientras dibujaban en su habitación. KyungSoo se debatía entre prestarle sus lápices de colores o no, pero ella le prometió cuidarlos y él le creyó. A JongIn le causó gracia la expresión que KyungSoo puso cuando ella les mostró lo que había hecho, y sabía que lo que dijo no lo hizo con malicia, pues el dibujo en verdad era malo.

A partir de entonces su relación se desarrolló a buen ritmo; ella adoraba a KyungSoo, y JongIn sabía que él la quería, porque a esas alturas le era mucho más fácil leer a KyungSoo con sólo mirar sus expresiones. En ocaciones el par de hermanos discutía; lo hacían por razones tontas y sin sentido, empezando porque a GeumMi no le gustaba que la llamasen por su nombre, prefería que todos le dijeran "gatito", pero KyungSoo siempre lo olvidaba. Él también había recibido reproches por lo mismo, ya estaba acostumbrado a escuchar los típicos «¡No me llamo GeumMi, es gatito!».

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Cuando llegó julio, las suaves lloviznas que caían a finales del mes de junio fueron sustituidas torrenciales lluvias azotando la ciudad.

Era domingo, y como un hábito que adoptaron, la familia se reunió a comer. La lluvia caía espesa fuera, salpicando las ventanas. Mientras las hermanas preparaban la comida y MinWoo se hallaba aún trabajando, los tres menores se aburrían frente al televisor. GeumMi tardó poco en caer dormida sobre el sofá. JongIn observó con atención a KyungSoo levantarse para cubrir el cuerpo de la menor con una pequeña cobija, hecho que le enterneció.

—¿Quieres hacer algo? —preguntó con la cabeza echada hacia atrás. KyungSoo volvió a su lugar junto a él y le miró.

—¿Qué cosa?

—Espérame aquí, no tardo —tras decir eso, JongIn se paró del sillón y subió las escaleras corriendo. Un minuto después bajó con las manos ocupadas por hojas de papel en varios colores y plumones negros. En lugar de acercarse a donde estaba KyungSoo, fue hacia la mesa del comedor y dejó todo extendido ahí—. Kyungsoo, ven.

KyungSoo llegó, interrogándolo con la mirada.

—Toma tus colores favoritos y escribe en ellas tus deseos más importantes —pidió JongIn. Se sentó en un extremo de la mesa y señaló el extremo contrario—. Si quieres puedes sentarte ahí, desde aquí no podré ver lo que escribes.

KyungSoo no dijo nada, obedeció y se acomodó en la silla que daba frente a JongIn. Por algunos segundos sólo observó al mayor escribir sin parar; escribía en una hoja tras otra, y él no llevaba ni una sola. Comenzó a escribir cuando JongIn le dio una mirada alentadora. En realidad anotaba cualquier cosa sin importancia que cruzara su mente. Todo lo que deseaba ya lo tenía con él.

—Terminé, ¿ahora qué hago? —preguntó KyungSoo, observando las hojas de JongIn. Logró contar al menos seis, y él sólo había escrito en dos.

—Ahora conviértelas en un barco, ¿sabes hacerlo?

KyungSoo le sonrió presuntuoso.

—Apuesto a que mis barcos serán mejores que los tuyos.

—Apuesto a que sí —respondió sonriendo de vuelta.

Las hojas fueron dobladas en dos, luego en más partes y formas hasta que obtuvieron un pequeño barco de cada una. JongIn miró en dirección a la ventada con las cortinas corridas por donde se veía la lluvia.

—Sigue la mejor parte.

—¿Qué haremos?

—¿Trajiste chamarra? —preguntó JongIn, KyungSoo respondió que no—. Bueno, vamos al cuarto, yo te presto una.

Sin pedir más explicaciones, KyungSoo lo acompañó arriba. Todas las chamarras de JongIn eran demasiado grandes para él, por lo que no se preocuparon mucho en buscar y le entregó una al azar. Él también se abrigó, después de haberse subido la cremallera, se acercó a KyungSoo y le colocó en la cabeza el gorro que colgaba sobre la espalda. KyungSoo se sonrojó con ese pequeño acercamiento, le pareció raro que mientras más tiempo pasaba con JongIn más nervioso se sentía, y no al revés, como se suponía que debía ser.

A continuación bajaron y cargaron sus manos con los barcos de colores que habían hecho. JongIn explicó que fuera de su casa se creaba un pequeño río cada vez que llovía tan fuerte debido a la leve inclinación del suelo, y sería ahí donde sus barcos emprenderían la navegación.

Salieron de la casa sin avisar. Como no tenían un paraguas, las gotas les salpicaban contra las ropas y el rostro, y el agua no tardó mucho en penetrar sus zapatos. Debajo de ellos el piso pintado de rojo se encontraba completamente mojado. KyungSoo se rodeó a sí mismo con los brazos, temblando con levedad; JongIn observó aquéllo y se acercó a él para echarle uno de sus brazos por los hombros. Pensó que podría ser demasiado para el menor, que tal vez se sentiría incómodo, pero si era sincero, lo que menos deseaba era retirarse.

—Debemos dejarlos en el agua ya, o se empaparan y empezaran a deshacerse —dijo JongIn cerca de su oído. Cada vez que se acercaba tanto a él, el aroma dulce que desprendía se metía en su nariz y se quedaba gravado en su mente.

—Ajá —Se acercaron a la orilla, JongIn sostenía con una sola mano todos sus barcos con deseos escritos en el interior, con la otra rodeó la muñeca de KyungSoo.

Inclinaron sus cuerpos hacia la franja de agua un poco sucia corriendo en dirección izquierda con sus ondulaciones y sus chapoteos provocados por el agua cayendo del cielo. JongIn fue el primero en dejar uno de sus barcos, siendo seguido por KyungSoo. El segundo barco que dejó en el agua no resistió y cayó de lado, pero la corriente siguió arrastrándolo hasta llevarlo fuera de su vista. Al final a JongIn le quedaron dos barcos. A uno lo estranguló bajo su puño y lo arrojó al aire, lejos de ellos. El otro lo dejó tal y como estaba, un poco mojado pero en buen estado. Notó que KyungSoo se preguntaba porqué había hecho eso, pero no quería hablar del tema.

—Hay que entrar —dijo irguiéndose. KyungSoo se mantenía en cuclillas.

—Quiero quedarme un poco más —respondió sin despegar los ojos del agua.

—Está bien, voy a entrar —avisó antes de abrir la puerta con su llave, cuando entró no cerró la puerta por completo.

KyungSoo se sintió surcado por una ligera decepción. Habría querido que JongIn se quedase a acompañarlo un poco más. Iba a entrar, no tenía caso quedarse ahí si estaba solo, pero cuando comenzó a pararse dejó de sentir el agua caer en su cabeza y hombros. Elevó la mirada para ver qué era lo que la había bloqueado. Sobre su cabeza flotaba un paraguas azul. Pronto fue rodeado por el mismo brazo que había descansado en sus hombros minutos atrás. Al principio reaccionó con un sobresalto, pero al ver que JongIn se paraba junto a él trató de sonreír.

—¿No sientes frío?

—Un poco —respondió el menor.

De la bolsa de la chamarra sacó una bufanda negra y delgada. La alisó y envolvió con ella el cuello medio descubierto de KyungSoo.

—Gracias —murmuró.

—No podemos estar mucho más tiempo aquí, puedes enfermarte.

—Tú también.

—Tienes razón, mejor entremos —rió JongIn.

—Espera un poco.

A mitad de su conversación la puerta se abrió, por ella se asomó JunMin.

—No estén aquí mojándose, entren que ya está lista la comida —les avisó. JongIn le dejó el paraguas a KyungSoo y caminó a la puerta.

—Ya vamos.

Cuando la madre regresó al interior, JongIn se volvió de frente a KyungSoo. El menor no lo miraba directo a la cara, pero estaba sonriendo. Era una de esas sonrisas que le hacía sentir serenidad, pero al mismo tiempo le causaba la sensación de tener un torbellino de emociones destruyendo su interior.

—Entremos a comer.

—Sí.

Al entrar, SunMin los amonestó con la mirada, pero sonrió cuando notó la evidente alegría en el rostro de su hijo.

—Ya es tarde, así que apresúrense a comer para que vayan a ducharse y cambiarse de ropa cuando terminen.

MinWoo llegó a tiempo para comer todos juntos. Como les dijo SunMin, al terminar de comer subieron a ducharse, primero KyungSoo y después JongIn. Cada uno tenía su propio pijama, pues un día antes decidieron que KyungSoo se quedaría a dormir.

Abajo los esperaban con tazas de chocolate caliente sobre la mesa de centro de la sala. En la televisión se transmitía alguna película que a nadie interesaba, pues se mantenían ocupados con su charla familiar.

Debido al corto espacio que quedaba entre GeumMi y el brazo del sillón, JongIn y KyungSoo tuvieron que sentarse demasiado juntos.

—Me estás aplastando —protestó GeumMin molesta, empujando a JongIn, lo que ocasionó que él y KyungSoo terminaran aun más apretados uno contra el otro.

—Perdón, Geu... gatito —se corrigió antes de terminar. La sola mirada dura de la niña ya le daba demasiado miedo como para recibir sus gritos.

JunMin puso un cobertor sobre sus piernas para que así estuviesen más cómodos, y lo cierto es que JongIn sentía el ambiente bastante agradable, en especial por KyungSoo dormido contra él. Poco después la cabeza del menor cayó en su hombro. Trató de ignorar las sensaciones que le provocaba la respiración espesa de KyungSoo cerca de su cuello.

No sabía definir con exactitud sus sentimientos por KyungSoo, pero estaba seguro de que no era algo que se sintiera por un primo o cualquier otro miembro de la familia, ni siquiera por un amigo.

 

Notas finales:

Sé que no es obligatorio comentar, pero agradezco muchísimo a quienes lo hacen. Siempre que las leo me pongo feliz y no se me borra la sonrisa. Así que una vez más, gracias por leer esta historia, sé que no es la gran cosa pero le he tomado mucho cariño. UuU

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