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IRIDISCENTE / KaiSoo por Lesly

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Notas del capitulo:

Ojalá que les guste C:

Levantó pausadamente los párpados, escuchando el melifluo canto de las aves fuera de su ventana. Habría deseado despertar con ese dulce sonido, pero en cambio lo hizo al percibir el férreo ruido que produjo un tosco camión al aparcar justo frente a la puerta de su casa, seguido de una avalancha de voces hablando en un volumen alto de aquí para allá, entrando y saliendo. No muchos minutos después se activó la alarma de su teléfono, timbrando bajo la almohada. JongIn sacó el celular entre murmullos y muecas ácidas; eran ya las 7:00am, hora de levantarse para ir a la secundaria.

 

Le costó trabajo dejar la cama, pero luego de algunas respiraciones profundas finalmente lo logró. Entró al baño para tomar una refrescante ducha y al salir se vistió con el nuevo uniforme que su madre le había comprado. Emoción era lo último que sentía, de hecho si estuviera en sus manos decidir, optaría definitivamente por quedarse en cama hasta medio día y después levantarse a comer y jugar. Lo único que subía un poco sus ánimos era saber que, pese a los pocos días que habían transcurrido desde que empezó su primer año de secundaria, ya había hecho algunos amigos.

 

Ya listo, bajó sin energía las escaleras en forma de caracol. Unas risas resonaban desde la cocina, JongIn se dirigió ahí, encontrándose como supuso con su madre, tíos y un pequeño chico con la cabeza gacha; asumió que se trataba de KyungSoo. Los adultos lanzaban preguntas al muchacho mientras él solamente asentía en silencio, sin dedicarles una mirada. A JongIn le pareció extraño, jamás había estado tan cerca de una persona autista como en ese momento. No conocía nada acerca del comportamiento que tenían o de las cosas que pasaban por su mente, pero más allá de sentir curiosidad, deseaba quedarse en la ignorancia. Por un instante unas terribles ganas de reírse le surcaron, sin embargo mantuvo la compostura para evitar cualquier problema. Antes de sentarse frente al plato que había sido puesto para él, se acercó a su tía y le besó una mejilla por la espalda.

 

—Buenos días —saludó, pero al notar que llegaba, la mujer lo miró sorprendida y alegre antes de pararse y darle un fuerte abrazo.

 

—Hace tanto tiempo no te veía, estás demasiado grande —apuntó con orgullo. JongIn le sonrió y fue a saludar al hombre.

 

—Hola.

 

—¿Qué tal JongIn, cómo has estado? ¿Te va bien en la escuela?—JongIn se mordió los labios, recibir tantas preguntas no le gustaba ni un poco, sentía que se le estaba arrebatando tiempo preciado que podía ocupar en otras cosas, como desayunar, por ejemplo. Aun así, recordando lo que había dicho su madre la tarde anterior, mostró la sonrisa más sincera que logró poner y decidió tratar a todo el que le hablara con deferencia.

 

—Me ha ido muy bien los últimos años, ¿cómo han estado ustedes? —preguntó por mera cordialidad. El hombre, MinWoo, se levantó y luego de responder un «perfectamente», empujó su espalda sin usar demasiada fuerza y le hizo rodear la mesa, dejándolo frente al chico cuya mirada no se despegaba de su plato de cereal—. Queremos presentarte a alguien. Él es KyungSoo, nuestro hijo.

 

Una lluvia de miradas aterrizó en su rostro, todos estaban vigilando su reacción con una sonrisa, la de su madre parecía una de temor y advertencia al mismo tiempo. JongIn fingió no darse cuenta de la repentina atención que había ganado y sonrió un poco hacia KyungSoo.

 

—Hola, Kyungsoo. Soy JongIn —pronunció esmerándose en ocultar la incomodidad que comenzaba a sentir, sin embargo no obtuvo respuesta; KyungSoo permanecía mirando un punto fijo entre las hojuelas de maíz nadando en leche.

 

—No te preocupes, JongIn —dijo su tía, acercándose y pasando un brazo por sus hombros—. Sólo necesitas ganar su confianza, al principio es tímido con todos—. Explicó. Él no dijo nada, pero pensó en que no se cansaría ganándose algo que no deseaba. Para JongIn resultaba más fácil si KyungSoo lo ignoraba completamente, de esa manera ninguno interferiría en la vida del otro.

 

Luego de eso fue capaz de sentarse y comer la deliciosa tarta integral que su madre le había preparado.

 

El tiempo que tardó en comer lo pasó escuchando la charla que habían seguido los adultos, aunque sin prestar mucha atención. En algún momento estuvo seguro de haber escuchado su nombre. Levantó la cabeza, y efectivamente, todos lo miraban con ojos alegres, todos excepto KyungSoo, quien había terminado de comer y ahora miraba algún libro que no logró distinguir.

 

—¿Qué pasa? —cuestionó con miedo, cuando su madre sonrió con más amplitud se arrepintió de preguntar.

 

—Les decía a tus tíos que tú puedes quedarte con KyungSoo mientras nosotros vamos a ver una casa en venta cerca de aquí —Abrió los ojos con desmesuro; no pensaba aceptar cargar sobre sus hombros responsabilidades de otros.

 

—Yo debo ir a la escuela —repuso para salvarse.

 

—Sólo es por hoy, no pasa nada si faltas un día —insistió la mujer.

 

—Por favor, JongIn. Te prometo que no tardaremos, además KyungSoo sabe cuidarse bien, solamente te pido que le hagas compañía —suplicó su tía con tanta cordialidad que comenzaba a convencerlo, pero seguía dudando.

 

—¿Por qué no lo llevan con ustedes? —sugirió—. Hasta les puede dar su opinión sobre la casa.

 

—Lo llevaríamos, pero se aburre con demasiada facilidad si no está pintando, dibujando o alguna de esas cosas —respondió. Juntó sus palmas frente a la barbilla y puso ojos brillantes—. Por favor.

 

—Está bien —aceptó tras soltar un largo suspiro.

 

—JunMin, tu hijo es encantador.

 

Más tarde los adultos se marcharon y él se quedó a solas con KyungSoo. Al principio no fue un gran problema; en realidad estuvo bastante bien. KyungSoo había acomodado meticulosamente un montón de cuadernos, lápices de colores y otras cosas sobre la mesa del comedor, para después sentarse con la espalda recta mientras sus dedos movían con rapidez y certeza un lápiz verde, luego uno rojo. En tanto hacía eso, JongIn se hallaba jugando con la consola, pero poco después de aburrió y entonces el martirio comenzó.

 

Cuando apagó el televisor, se dirigió a donde estaba KyungSoo y le observó con curiosidad no más de quince segundos. A la distancia de la que le miraba, por encima de sus hombros el dibujo que estaba haciendo lucía como una mancha ilegible de colores mezclados sin orden ni sentido, pensó que KyungSoo era más deficiente de lo que había imaginado, pero al acercarse un poco más presenció un bonito paisaje plasmado en la hoja blanca. Al parecer se trataba de un bosque verde tapizado de coloridas flores aquí y allá, en casi cada rincón. Hasta arriba se pintaba un cielo de azules degradados bajo nubes sin coloración. Era fantástico, y además había sido creado en poco menos de una hora. KyungSoo dibujaba mejor de lo que una vez soñó que lo haría él mismo, y ni siquiera era tan malo. Tal vez luego le pediría consejos.

 

Por su parte KyungSoo parecía no notar que se encontraba parado a sus espaldas, o al menos lo aparentaba perfectamente. JongIn se había aburrido de observar, por lo que intentó iniciar una conversación.

 

—¿Te gusta dibujar? —Esperaba al menos una afirmación de cabeza o un murmullo bajo, si era optimista, pero no pasó nada. KyungSoo parecía una estatua en la silla, sin emitir un solo movimiento exceptuando el de su mano y el de su reparación que casi no se percibía—. A mí antes me gustaba hacerlo, pero como no soy tan bueno lo dejé. En realidad ya pasaron más de nueve años desde que lo abandoné —intentó de nuevo, ganando los mismos resultados; nada.

 

—Mi nombre es JongIn, ya te lo había dicho, ¿no? —La falta de reacción de KyungSoo le estaba frustrando, tenía ganas de gritarle a la cara, pero debía calmarse y entenderlo. Antes de que pudiera sulfurarse de verdad, decidió volver a sus juegos de vídeo.

 

Desde el sofá podía observar la espalda erguida de KyungSoo si giraba un poco la cabeza, cosa que hacía cada cinco minutos con el fin de asegurarse de que estuviera bien, como había prometido.

 

Ya iba la quinta partida perdida. Molesto, se levantó y regresó al área del comedor. KyungSoo estaba tal y como cuando se había ido, pero ahora trabajaba en otro dibujo. Se arrimó un poco más cerca para ver qué era lo que trazaba. Otro paisaje, pero ahora era un campo de girasoles abriéndose bajo un dulce sol anaranjado.

 

—¿Cuántos dibujos has hecho hasta ahora? —Quiso intentar una vez más. En esta ocasión noto cómo los dedos de la mano izquierda de KyungSoo se enrollaban sobre el vidrio de la mesa, luego los aflojó. No era demasiado pero al menos ya no tenía la sensación de estar hablándole a un robot, o a un muro.

 

Había sido suficiente por el momento; no quería seguir molestando a KyungSoo, de modo que se marchó a su habitación a escuchar música. Mientras la fuerte voz de Jared Leto emergía de los audífonos, JongIn observó su entorno. Todo lucía carente de color y estilo, cada rincón insípido y frío. Las pareces eran por completo de un blanco crudo y ningún adorno las decoraba; ni siquiera tenía fotos o algún otro ornamento. Recordaba que cuando era pequeño amaba los muñecos de peluche y el color azul, su habitación se resumía en eso; pero sobre todo adoraba los barcos. Tenía decenas de ellos en diferentes presentaciones; los había de madera oscilando de un hilo clavado al techo; en imágenes plasmadas en almohadas, cojines y colchas; o en pinturas y dibujos mal hechos, pero creados con toda la ilusión. Su padre era quien le ayudaba con todo eso, pero al marcharse, JongIn decidió que ya no era más un niño inmaduro y todos esos objetos correspondían a uno. Desde entonces perdió su identidad, y ahora le costaba bastante tener una.

 

Cuando se dio cuenta ya eran las dos de la tarde y los adultos habían llegado a tiempo para preparar la comida. El delicioso aroma a tomates y condimentos subía hasta su recámara y su estómago rugía.

 

Escuchó que le llamaban para comer, así que dejando los audífonos a un lado pero guardando su teléfono en el bolso de su pantalón, bajó.

 

Los platos ya estaban servidos, JongIn se sentó en la silla junto a KyungSoo porque era la única disponible. No sabía si había sido su imaginación, pero podría jurar que vio a KyungSoo observarle por el rabillo del ojo. Lo más probable es que lo fuera debido a que desde su llegada, no había mirado a nadie directo a los ojos, ni siquiera a sus padres.

 

Apenas comenzó a comer cuando su tía, muy sonriente se dirigió a él.

 

—¿Hablaron en nuestra ausencia?

 

JongIn meneó la cabeza y luego tragó. —Intenté hablar con KyungSoo, pero creo que tiene miedo de mí o eso me da a entender.

 

—Ten paciencia —pidió con voz maternal, acariciando el liso cabello de su hijo—. La verdad es que no habla con cualquiera, incluso con nosotros habla poco, pero si logras llegar a conocerle mejor y el a ti, ten por seguro que se abrirá, por más poco que sea.

 

JongIn optó por no decir lo que creía. Él no quería conocer a KyungSoo a profundidad ni que KyungSoo lo conociera a él. Si había insistido en conversar fue únicamente porque en ese momento se hallaba aburrido. Aún creía que mientras más lejos permanecieran el uno del otro sería mejor.

 

A la llegada de la noche decidieron ver una película mientras cenaban. Su madre se había negado a aceptar ayuda para preparar el estofado, por lo que ella se hallaba en la cocina, entretanto los demás elegían cuál película ver. JongIn se vio obligado a acudir a su llamado cuando escuchó que gritaba su nombre.

 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó tomado una manzana y mordiéndola. JunMin lo miró reprobatoriamente.

 

—Te he dicho que debes lavarla antes de comer, te vas a enfermar —advirtió—. Pero tú sabes lo que haces. Quería decirte que KyungSoo dormirá contigo.

 

A JongIn por poco se le caía la manzana de entre las manos cuando la escuchó. Se tragó con dificultad el trozo aún entero que tenía en la boca y la miró lleno de desconcierto y confusión, si no se controlaba comenzaría a escupir palabras de las que luego se arrepentiría.

 

—¿Por qué? —Fue lo único que se le ocurrió decir. Tenía demasiada frustración y no sabía cómo sacarla, estaba a segundos de comezar una rabieta.

 

—Porque sólo tenemos una habitación de invitados, la cual ocuparán tus tíos y no pienso hacer que KyungSoo duerma en el sofá, por eso. Pero tú sí puedes dormir ahí —decretó.

 

JongIn tomó todo el aire posible, respirando profundamente, luego prosiguió a soltarlo todo junto. Una mirada de su madre le recordó la amenaza de castigo.

 

—Ya está la comida, cenas y te vas a tu habitación a preparar todo.

 

Él fue quien acabó primero; su madre le ordenó lavar lo que había ensuciado antes de que fuera a organizar lo necesario para la comodidad de KyungSoo. Ya en su recámara sacó del closet un par de sábanas y otro de cobijas, a continuación las extendió sobre la alfombra, creando una no muy uniforme cama improvisada, y entonces echó sobre ella una almohada que tomó de su propia cama.

 

JunMin se asomó por la puerta y observó lo que había hecho.

 

—No pensarás dejar que KyungSoo duerma ahí, ¿o sí?

 

—Pues en realidad sí pensaba hacerlo, pero tú no lo permitirás, ¿o sí? —respondió sarcásticamente.

 

—Tienes razón, no. Tu cama es lo suficientemente grande para que quepan los dos.

 

—Olvídalo.

 

—Pues entonces tú decides. Iré a decirle a KyungSoo que ya puede subir, se está cayendo de sueño.

 

—No me importa —murmuró JongIn tirándose en la cama que principalmente había sido hecha para KyungSoo.

 

—¿Te dormirás con esa ropa? Será incómodo —mencionó su madre al borde de la salida.

 

—Para mí no lo es.

 

Ante la actitud inmadura de su hijo, JunMin solamente pudo suspirar e ignorarlo.

 

—Sé amable con él —recordó antes de marcharse.

Notas finales:

Espero sus reviews UuU 


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