Todos los días cogía el mismo autobús. Era aburrido y monótono, pero para un universitario de 19 años, era lo normal. Subía, daba el ticket, andaba en el pasillo hasta el final y se sentaba en el asiento del final a la derecha. Era el asiento que nadie quería, el que siempre estaba libre. Luego enchufaba su ipod y escuchaba la música hasta su casa. Así pasó el primer año de universidad,y así esperaba pasar los tres años que le quedaban. Suerte que se equivocó.
El primer día de su segundo año, cogió el mismo autobús. Pagó el mismo ticket que en primero y se dirigió al final a la derecha y se sorprendió. Esta vez el asiento no estaba vacío. Un chico de pelo negro desordenado estaba sentado en él.
El universitario se sorprendió. Estaba completamente dormido y eran las cinco de la tarde. ¿Qué clase de chico tiene tanto sueño como para dormirse a las cinco de la tarde? Se sentó a su lado y dejó el tiempo pasar, ya que hasta el final no era su estación.
Llegó hasta el final y el chico seguía dormido, así que decidió despertarle tocando levemente su hombro. No se esperó que el chico abriera sus ojos y comenzara a repetir casi desesperado una y otra vez 'perdón' mientras temblaba. El universitario no supo qué hacer, hasta que fue el conductor quien habló.
— No tienes porqué disculparte, sólo salid ya los dos de aquí. — Ordenó con cara de pocos amigos y los dos asintieron, saliendo rápidamente. Cuando el autobús se fue, se quedaron los dos en silencio.
— Siento haberte asustado. — Se disculpó el chico y al momento el otro chico asintió aún un poco nervioso. Luego, por primera vez miró el chaleco del estudiante. Era de su misma universidad y no pudo evitar sonreír. — ¡Ey! ¡Eres de la misma universidad como yo! ¿Qué estudias? — Preguntó curioso.
— Bellas artes... — Murmuró.— Es mi primer día. —
— Ya decía yo que no te había visto. Yo voy a segundo de empresariales con beca de deportes. — Comentó, riendo animadamente. Era un mal estudiante.— ¡Me llamo Natsu Dragneel! ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó con una sonrisa. El otro chico se sorprendió de la pregunta pero después sonrió.
— Gray... Gray Fullbuster. —
— Es un placer conocerte, Gray. —
La monotonía cambió. Dónde antes había un asiento vació ahora iba con Gray. Dónde antes había música, ahora habían conversaciones. Pero normalmente iban en silencio. Haciéndose compañía mutua. No necesitaban palabras, simplemente el silencio. A Natsu le gustaba la nueva monotonía. Un día estaban volviendo juntos de nuevo en silencio cuando el móvil del menor sonó.
— Dígame... — Comenzó torpemente a hablar. El estudiante de pelo rosa se sorprendió, porque su móvil era bastante antiguo, tendría que tener más de diez años. — Las... Las tiendas ya están cerradas, no puedo comprar eso para hacer la cena... — Se quejó, aunque inaudiblemente.— Está bien... Haré lo que pueda...— Susurró y justo después se despidió. Natsu se extrañó, porque el chico se levantó cuando aún faltaban cuatro paradas. — Hoy bajo aquí. Nos vemos, Natsu. — Se despidió con una sonrisa. Natsu no pudo evitar asustarse. La sonrisa que el chico le había dado era la misma que le dio el primer día, cuando se puso tan nervioso.
Al día siguiente, el chico llegó con el labio partido, asustando al estudiante más mayor. Gray sólo colocó una mano en su hombro, intentando tranquilizarle.
— Estoy bien, sólo ha sido un accidente sin importancia. —
Desde aquel día, los accidentes sin importancia se repitieron en el chico. Algunos días sus mejillas, otra sus brazos u otras sus piernas. Fuera como fuere, siempre llegaba magullado. Natsu quería preguntarle qué le sucedía, pero Gray siempre le sonreía, argumentando que prefería hablar de otras cosas. Y el estudiante no podía obligarle a contarle nada. Después de todo, sólo eran compañeros de autobús.
Pero un día cuando ya el verano se acercaba, todo se puso peor. Aquel día, el estudiante de bellas artes llegó directamente sin poder andar apenas. Apenas pudo sentarse y su cabeza cayó sobre el hombro de su amigo de autobús.
— Gray...—
— No digas nada, por favor. Sólo... Quédate así. — Y aquel viaje, fue en completo silencio. Un silencio aterrador para Natsu, un silencio confortable para Gray. Aquel fue el último silencio que hubo entre ellos. La última vez que Gray entró en aquel autobús, junto a su amigo de universidad. La última vez que ocupó el lugar que Natsu había estado ocupando durante todo el primer curso.
Porque cuando él vio a Gray apoyado sobre el hombro de Natsu, el accidente sin importancia de todos los días se convirtió en un accidente fatal.
El primer día de tercer año, Natsu Dragneel cogió el mismo autobús que de costumbre, a la misma hora. Pagó el ticket de siempre y se dirigió a su asiento habitual. Esta vez no había nadie ocupando su asiento. Se sentó y volvió a colocar sus cascos con la música.
Porque desde aquel día que le dijeron que su compañero de autobús había sido asesinado por su propia pareja, había odiado los silencios.
Realmente, odiaba la monotonía.