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Venganza o Tentación. por NeferetteRoju

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Notas del fanfic:

Mi primer fanfic dedicado a una de mis parejas favoritas, Minos x Albafica, espero les guste, disfrutenlo.

Los personajes pertenecen a Shiori Teshirogi y Masami Kurumada.

Minos de Griffon se encontraba en el inframundo en el templo de Hades del cual estaba recibiendo órdenes para salir en una de esas eventuales misiones para vigilar los movimientos de la diosa Atenea y de su ejército guerrero, esto se realiza para obtener información de las acciones de la diosa y así tomar ventajas y oportunidades para un nuevo contrataque, los espectros suelen vagar sutilmente cumpliendo solo con su obligación sin tener confrontaciones directas con sus enemigos. –Su majestad, perdone que proteste pero por qué alguien de mi rango tiene que hacer una misión como esta, dijo Minos. –Sabes que solo se trata de vigilarlos y obtener alguna información que pueda ser importante, ustedes son los que tienen mejor control de su energía diabólica por lo que no tendrás problemas para ocultarte y moverte con facilidad en la tierra contestaba Pandora –no reproches Minos, solo es una pequeña orden que puedes cumplir en un abrir y cerrar de ojos,  además…  –Además ¿qué? preguntaba Minos –Probablemente no haya algún motivo por el cual alertarse, si es así consentiré que te gastes tu tiempo como te plazca         – ¿eh? enserio puedo hacer lo que me venga en gana –Por supuesto pero obviamente no te involucraras con nada que esté cerca del santuario, al fin y al cabo hay más seres despreciables en la tierra por los que nadie se preocupará, y por mi parte te concederé algunas habilidades, tómalo como un obsequio del señor Hades,  podrás borrar la memoria en alguien y también podrás copiar la imagen. –Bueno, ten por seguro que no te seguiré, no me importa lo que hagas solo no causes problemas así que comienza a laborar. Explicó Pandora. –Si su majestad.

La diosa Atenea había concedido regresar a la vida a sus valientes guerreros y entre ellos estaba el caballero que organizó el primer ataque arriesgando su propia vida. Albafica quien aunque se llevara la victoria también sucumbió, si, el ingenioso Albafica, el más hermoso de los 88 guerreros. Albafica reposaba en el templo de Piscis pues ya que se había terminado la guerra santa podía disfrutar de su jardín y de sus rosas que eran la única compañía que tenía. Su cuerpo no se había recuperado completamente por lo cual aún no conseguía su poder nuevamente, solo realizaba tareas domésticas, en ocasiones cuando bajaba al pueblo podía cruzar palabras con Dohko y con Shion ya que estos eran sus compañeros más cercanos, pero aun así seguía evitando acercase a la gente, la mayor parte del tiempo permanecía solo.

Una mañana Fica se levantó más temprano de lo normal, necesitaba comprar cosas en el pueblo y entre más temprano habría menos personas en las calles, así que se alistó y partió sin más. Albafica se sentía contento cuando caminaba por las calles, se sentía libre y de momento olvidaba sus limitantes.

***

El Juez del Inframundo ya se encontraba en la tierra desde antes del amanecer y rondaba cerca del santuario, Minos era invisible a los ojos de los primeros aldeanos en salir de casa, después de observar el santuario por un par de horas no notó algo relevante, solo pudo sentir que los guerreros y su diosa se concentraban en reconstruir los templos, realmente Minos percibía estabilidad en el santuario y sus alrededores por lo que su labor había sido completada, sin embargo recordó el permiso que la señora Pandora le había otorgado así que se puso a pensar en lo que podría hacer cuando de pronto sintió una punzada que recorrió todo su cuerpo haciéndolo poner en alerta, volteó inmediatamente para divisar a quien emana ese cosmos que se le hacía tan familiar cuando caminando entre los puestos vio a esa persona, la que fue capaz de matarle, también pudo percibir el olor a rosas, no había duda, Albafica de Piscis estaba con vida; en ese momento Minos tuvo un deseo incontrolable de venganza, hacerlo una de sus marionetas incluso tal vez la más preciada, pero se preguntó por qué no había percibido su cosmos desde que este estuviera en el santuario, pero luego de seguirle el paso discretamente observó que aún estaba débil, seguramente aun no recuperaba su poder ya que después de todo le habían acabado de resucitar, sin embargo, esta situación impresionó a Minos ya que ahora que Piscis se encontraba tan vulnerable no solo le vinieron las ganas de vengarse, ahora ya sabía con qué divertirse, quería acorralarlo, torturarlo pero también sentía otra inquietud que le había nacido desde el día que combatió con él: su belleza…, debía poseerlo a cualquier costo.

Luego de una hora, Fica ya había comprado varias cosas cuidadosamente por lo que no duraba mucho en contacto con los vendedores, sin embargo, desde hace unos instantes tenía la sensación de que le observaban, el pisciano miró a su alrededor pero no pudo notar nada extraño, solo era la sensación. Siguió caminando pero no hacia el santuario sino hacia el boscaje que se encontraba a las orillas del pueblo pues sintió la necesidad de ir a tomar aire y distraerse con la naturaleza. Cuando Minos vio como Albafica se perdía entre los árboles pensó que era su oportunidad pero, no le agradaba mucho la idea de torturarlo en un lugar ajeno, de verdad que Minos quería conocer el templo de Piscis y hacerle de todo en su propio hogar, aquello se le hacía más excitante, incluso no le importaba si por ello comenzaba una nueva revuelta, “que vean como domó a esa rosa salvaje” pensó. Minos sabía que tendría que llegar al templo del pisciano de manera que no descubrieran que es un juez del inframundo, en ese momento recordó los poderes que Pandora le había otorgado y creyó que era conveniente disfrazar su imagen; justamente pasaba trotando un gran perro Alaska de pelaje largo al lado de un niño, “excelente, seguro no sospecharían de un simple perro” pensó, así que  se escabulló hasta donde comenzaba el boscaje y tomó la forma de aquel enorme can con pelaje largo solo que de un color blanco total, era brillante y fornido, aquel cuerpo lo hacía ver imponente, hábil, y sobre todo muy leal, justo lo que necesita un animal para enrolar a un humano que posteriormente lo adoptaría. Minos siguió sigilosamente el exquisito olor de Albafica apresurando el paso para encontrarlo lo antes posible; cuando por fin lo topó sentado recargado en un frondoso árbol con sus ojos cerrados  como si durmiera profundamente se le acercó con sutileza e inmediatamente lo olfateó, más tarde lamería sus mejillas blancas intentando despertarle de una buena vez y precisamente al dar el segundo lengüetazo Albafica reaccionó y se incorporó rápidamente, estaba sorprendido de aquel nuevo amigo o mejor dicho el único que ha tenido tan cerca, sin embargo, su veneno podría dañar incluso al perro, por lo que no podría llevarlo al santuario, pero, Albafica miró fijamente a los ojos del can, sentía una extraña atracción que le impedía dejarlo abandonado. –Lo siento pero temo que no puedes ir conmigo, dijo Albafica gentilmente mientras acariciaba la cabeza del can. Al escuchar sus palabras Minos no podía tragar la pureza de Albafica aunque eso lo provocaba más así que cuando vio al caballero a punto de partir no dudó en ponerse en frente de forma juguetona como todo un lindo perrito, luego se paró en sus patas traseras consiguiendo recargarse en el pecho de piscis, vaya que era enorme y pesado pero este solo volvió a sonreír causando más  emoción en Minos quien en correspondencia volvía a olfatearlo  de manera cariñosa, piscis continuó sonriendo cuando tomó al can de las orejas como gesto de caricia acercando su nariz al hocico del perro, de esta manera Minos pudo observar la pureza en los ojos de Albafica, eran deslumbrantes y su sonrisa expresaba plena felicidad la cual imaginó que no era muy común en la vida de este, “que belleza” se decía el juez, “será exquisito robar su pureza y hasta su dignidad” planeaba cuando comenzó a lamer su rostro nuevamente pero cada vez más insistente, Fica no dejo de acariciarle hasta que sujetó mejor la cara y lo vio más amorosamente; cuando vio sus ojos sintió una energía conocida pero por alguna razón comenzaba a sentirse cálida, esta situación le daba mucho entusiasmo, tener por fin un compañero en su propio hogar, un amigo al que no le importa sus condiciones y que preferirá estar a su lado aunque muera, eso era un sueño hecho realidad.

***

Albafica iba de regreso al santuario en compañía de su amigo que lo seguía felizmente y que en ciertos tramos del camino se ponía muy juguetón, el caballero también era muy pleno al poder cuidar del animal sabiendo que puede envenenarlo con sus fluidos, pero algo en el can le alejaba de esa preocupación, era como si estuviese dispuesto a todo sin importar morir, por eso piscis no dudó más en llevarlo a casa, sin embargo trataría de ser discreto ante los demás para evitar cuestionamientos tontos y posibles molestias por la mascota. Ya era de tarde mientras se apresuraban a cruzar los templos pasando desapercibidos hasta que lograron llegar a Piscis algo agotados, Fica se dirigiría a sus aposentos para tomar un baño y después cenar. –Deberás permanecer aquí en el pasillo principal, de verdad me gustaría dejar que entres al jardín pero lamentablemente lo que aguarda en él te haría mucho daño-  explicó.

Más tarde Albafica se preparaba para tomar su baño, cuando llenó la bañera se dispuso a desvestirse pero piscis tuvo la sensación de que le observaban nuevamente solo que recordó que tenía un nuevo huésped y pensó que seguro se trataba de él así que continuó sin problema. Por otro lado Minos se encontraba sentado tras la puerta del cuarto de baño la cual estaba ligeramente entreabierta, solo su rostro se asomaba ligeramente como una sombra pudiendo deleitarse con la vista frente a él de manera silenciosa como si hiciera algo prohibido, vaya que esto le excitaba pues le surgían ocurrencias como el pasarse, acorralarlo y mordisquear todo su cuerpo ya que después de todo ahora era un perro, tal vez podría morder su cuello y descuartizarlo a pesar del riesgo por su sangre envenenada pero como moría por probar esa sangre que dicen es mortal para cualquier sujeto, “no me intimidas Albafica de Piscis” pensaba cuando volvió su atención total hacia dentro del cuarto, sus ojos se agrandaron al contemplar la imagen que yacía frente a el: Albafica se sacaba sus ropas con delicadeza, lentamente mostraba su tersa piel blanca, cuando solo había descubierto su torso tomó una cinta para recoger su cabello celeste sosteniéndolo en un moño semi despeinado, este detalle le hacía ver aún más delicado y hermoso que sus mismísimas rosas haciendo que Minos comenzara a jadear y salivar sin darse cuenta, no podía apartar sus ojos de ese magnífico cuerpo que Albafica estaba por descubrir completamente, cuando así fue, Minos se incorporó y escabulló su cabeza para ver mejor mientras su cola se movía desmesuradamente.

 Ya por fin en el agua Fica abría unos frascos que contenían esencias de diversas flores hechas por él, vertió un poco en sus dedos y comenzó a frotarla sobre sus brazos y hombros, más tarde seguiría en su torso y su pecho, el cuarto estaba repleto de fragancia exquisita que emanaba del cuerpo del pisciano la cual Minos aspiraba con placer, ahora se sentía más atraído que nunca por el caballero pues nunca pensó encontrar algo tan hermoso en la tierra, ahora no solo lo deseaba, sino que estar cerca de Albafica lo tranquilizaba y de alguna manera lo hacía sentir pleno como si el tuviera todo lo que había buscado tanto en el inframundo como en la tierra, jamás había sentido atracción más allá de poseerlos y tomarlos como propiedad “¿qué me está pasando?” se dijo, “por qué me siento tan bien acompañándole, ahora solo soy un perro, tal vez por eso Albafica no mostró su lado reacio y orgulloso tan típico de él, en el fondo es  encantador además de generoso, pues me ha dejado quedar en su templo pensando que solo soy un animal desamparado”, Minos negaba con la cabeza “¡demonios! Qué estoy diciendo” Se supone que debería estar rompiéndole los huesos y lo único que hice fue darle caricias como una mascota”, Minos estaba un poco confundido, todos en el inframundo lo respetaban y admiraban por su fuerza y porque imponía miedo a los espectros de rango inferior, nunca había dado amor y nunca lo había recibido, siempre creyó no necesitarlo, es más, no creía en él porque no sabía qué era, pero hoy, hoy cambió algo sin darse cuenta, había sido tratado con amabilidad y respeto solo por el simple hecho de ser alguien, “acaso… ¿esto es lo que Atenea y sus caballeros defienden con tanto esmero?, tal vez tenga  algún sentido su esfuerzo, pero… entonces por qué él sufre tanto…, ¡cierto!, él no puede estar cerca de las personas, pero entonces… la vida en la tierra no es tan justa como para defenderla con sus vidas, jajá son tan ingenuos, si no son capaces de practicar el amor que tanto defienden entonces solo deberían ser egoístas sin sentir remordimiento; ja y lo más gracioso es que existen personas como esta que pierden su tiempo defendiendo a los humanos de los que nunca obtendrá amor, de qué te sirve mi hermosa marioneta, tu belleza se desperdicia cuando podría ser aclamada por mí, mi amor…”

Albafica terminó su baño y regreso a sus aposentos para vestirse; cuando Minos lo vio dirigirse hacia la puerta retrocedió varios pasos y pudo observar la desnudez de su por ahora amo cuando se introducía en su dormitorio situación que no quiso desperdiciar por nada del inframundo; entró como si fuese su propia habitación y pronto se subió a la cama para colocarse justo detrás de Albafica, este se extrañó por la acción del can tratando de adivinar lo que quería –deberías esperar a que termine de vestirme si es que deseas jugar- le dijo el peli celeste, “o vaya que lo deseo mi hermosura” pensaba Minos así que no tardó en pegar su gran lomo con la espalda de Fica, luego frotaba su cabeza en el brazo derecho de este extrañándolo aún más, después buscaría olfatear su desnudo torso haciendo que se sonrojara un poco, Fica no había experimentado sensaciones así las cuales parecían muy agradables y cálidas, no podría rechazarlas, ahora se volvía débil ante estas aunque solo provinieran de su mascota, de esta manera solo cerró sus ojos y se dejó llevar por las acciones de su perro, Minos ya se encontraba lamiendo desde el rostro hasta el pecho saboreándolo todo, volvió al cuello y dio pequeños mordiscos sacándole un tímido gemido a Albafica, esto lo estremeció e hizo que saliera del confort “pero que… cómo puedo estar haciendo esto, soy repulsivo” se decía avergonzado cuando una pata se colocó en su pecho tumbándolo en la cama, el can se puso sobre él y volvió a darle semejantes lamidas en el cuello  para luego bajar por su pecho hasta alcanzar su vientre –ah, soltaba el peli celeste; Albafica no encontraba el sentido de la situación, cómo es que un animal tenía nociones sobre el placer, ¿acaso podía entender tales actos?; cada caricia por parte del can le volvían vulnerable y lo dejaba a total merced del que poco a poco se iba convirtiendo en una bestia sedienta de placer y venganza. Albafica ya recostado a lo largo de la cama sentía que perdía la conciencia al transcurrir cada segundo desde que le devoraban, su inexperiencia salía a flote y estaba avergonzado por no poder negarse, las sensaciones eran increíblemente irresistibles y bien sabía que no experimentaría esto con nadie más siendo este pensamiento el que correspondía a sus instintos pues ahora él era como un perro a punto de aparease, quería sentirse libre de pecar si así se consideraba tal acto pero sin el remordimiento de haber dañado a una persona, tal vez en el fondo estaba agradecido por encontrar a un amigo cariñoso al cual seguramente le daba igual lo que le pasase después de probar el cuerpo de Albafica; y ciertamente a Minos le valía un bledo el veneno de su marioneta, sus deseos comenzaban a tomar forma y no declinaría.

 Pequeños hilos de sangre sobresaltaban del pecho de la rosa pues Minos no podía evitar usar todo el hocico, disfrutaba al darle pequeñísimos mordiscos – ¿estarás bien? preguntó tímidamente el caballero. El can no dejaba de succionar sus tetillas y la poca sangre que tenía cerca pero al escuchar esta interrogante se preguntó si de verdad Fica estaba preocupado, si no quería perder al único amigo que tenía ahora; Minos pausó por un momento sin evitar posar sus ojos púrpuras en los celestes de Albafica; se tornó pensativo en ese pequeño instante, qué estaba sintiendo, ¿compasión?, pero es que mirar ese rostro tan benévolo sonrojarse, era muy agradable, jamás lo había experimentado; pero, en aquel momento unas manos cálidas se posaron en la cara del animal trayendo a Minos de vuelta a la realidad, estaba sorprendido por la belleza eminente que tenía en frente pero, algo le decía que no debía lastimarlo, al menos debía dejarle con vida, y aunque le tuviera rencor sabía que Albafica al poseer tal belleza merecía todo más que ningún otro ser humano, “¿ahora le coloco en un pedestal? qué me pasa”… Minos volvió a la escena y acercó su cara a la de Fica plantándole un beso, Fica no supo cómo responder pero sabía que era maravillosa la sensación a pesar de que se la propiciara un animal, prácticamente quedó petrificado y cerró los ojos pues no le quedó más que dejarse hacer a la voluntad de Minos y sí, el can no dejaba de saborear su cuerpo, a veces mordía adornando su piel con brotes de mínimas heridas rojas. Más tarde se dispuso a propiciar placer a esa zona sagrada del virginal Albafica, comenzaba a dar pequeñas lamidas y sutiles besos pero se dio cuenta de que el bello pisciano luchaba contra sus emociones pues aunque no mostraba resistencia sabía que estaba totalmente confundido y que en el fondo sentía miedo; Minos al observar esto dejo sus estimulaciones y se acurrucó a lado de Albafica, este, al sentir el calor de su mascota pudo entreabrir sus ojos y viendo de reojo que su amigo se disponía a descansar no pudo evitar sentirse reconfortado, creía sentirse protegido y eso es algo que siempre había buscado.

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