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Venganza o Tentación. por NeferetteRoju

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El espectro de Griffon ejercía su labor en la primera prisión del inframundo,  tenía demasiados pendientes y aunque los resolvía rápidamente llegaba un momento en el que se sentía ansioso, quería tener tiempo libre para des estresarse, lo peor es que no podía admitir que su concentración estaba aún en aquella persona, trataba de no pensar en él pero era imposible pues a Minos le faltaba zacearse de algo, y ese algo indudablemente era Albafica, “¿eso era lo que quería?, yo no… no pude matarlo como soñé alguna vez” –diablos, “¿Tanto me gusta que no fui capaz de cumplir con mi venganza?”,  “ahora lo único que me importa es tenerte y estrecharte en mis brazos; ya no sé si quiero hacerte daño o si solo quiero poseerte, jamás había experimentado esta sensación, ¿de verdad será esto el amor del que tanto hablan los terrestres?, pero, porqué tengo mi interés en la persona equivocada, mi enemigo, hermoso… si, pero demasiado obstinado, él jamás me aceptaría.” Reflexionaba el juez echándose hacia atrás en su respectivo trono. En ese momento Lune, su subordinado en la primera prisión, aparecía en esta entregando los papeles faltantes por revisar, al verlo, Minos se alegró pues justo lo volvería a necesitar como suplente.      –Lune, que bien que estés aquí, volveré a salir así que necesito una vez más de tu servicio, ya sabes lo que se hace, lo dejo todo en tus manos –Disculpe señor Minos, porque ha tenido que ir estos días a la tierra, ¿acaso hay alguna falta al tratado? –No en lo absoluto, solo es simple prevención, sabes, es difícil acostumbrarse a confiar en las antiguas ratas enemigas –Y olvidarse de ellas también… susurró Lune – ¿Qué?  No logré escucharte –Oh nada mi señor, no se preocupe yo me encargaré de todo –Claro que lo harás, bueno, hasta pronto, dijo retirándose de la sala.

***       

Cuando Minos pudo pisar la tierra de nuevo, se sintió con deseos de explorar eso que tanto le ponía ansioso, se sentía tan curioso y emocionado, no iría a matar, ni a luchar, él quería abrirse a un juego más sencillo pero arduamente morboso, en verdad quería saber qué se sentía estar con Albafica de Piscis, esa misteriosa y deslumbrante rosa salvaje; bueno, al menos decir morbo es una forma de encubrir los raros sentimientos que Minos estaba experimentando, los cuales no entendía pero estaban muy presentes.  “Ya quiero estar junto a ti y ver ese lado tierno que ocultas”.

En cuanto se encontró en Rodorio, Minos optó nuevamente la forma canina y se dirigió hacia el santuario lo más rápido posible, pero en el trayecto se percató del olor a rosas de su marioneta en el pueblo. Albafica caminaba muy pasivamente, un tanto pensativo, llevaba algunos alimentos que había comprado, también portaba algunas vendas que se alcanzaban a ver bajo su camisa cubriendo su torso, otras cuantas en sus muñecas y brazos; estaba cerca del boscaje alrededor de la villa, se encontraba un poco adolorido por lo que iba muy lento; Minos, al verlo corrió hacia él sin pensarlo y al llegar con este se le interpuso en el camino restregándosele en la piernas.               – ¿Dónde te habías metido?, estaba preocupado por ti,  dijo Albafica quien con un poco de dificultad se sentó junto a un árbol y acariciándole la cabeza comenzó a hablarle –Me alegra haberte encontrado, a veces siento que eres el único en quien puedo confiar; sabes, me hace feliz que estés en buen estado, ¿No has pasado hambre? ¿No has sido maltratado?, Supongo que siendo un perro tan lindo te han acogido en otros lugares ¿cierto?, ah, suspira desalentado –En algunos la belleza que poseemos no nos hace obtener esa misma respuesta por parte de los otros, los ciega y no pueden ver más allá de tu forma externa- decía con una mirada triste –pero eso ya no importa, de todas formas mi deber no me permite profundizar con las personas pero sí protegerlas y eso es un consuelo para mí, además, te tengo a ti, tú me has demostrado que no temes por el hecho de estar a mi lado, en ese momento abrazó al can –te aprecio, amigo… le confesó con una deslumbrante y sincera sonrisa,  Minos al escuchar las palabras y al verle se quedó en shock, pues la increíble dulzura y tranquilidad que transmitía el caballero con aquel gesto despertó en él un sentimiento de felicidad, en verdad disfrutaba contemplar ese rayo de luz que emergía del bello rostro del pisciano por encima de toda esa melancolía que lo caracteriza, por primera vez obtuvo la docilidad de un ser sin necesidad de castigarle y ser extremadamente autoritario, lo que le parecía interesante queriendo seguir el desarrollo de la situación. Al final de cuentas, a Minos le gustaba esa docilidad aunque estuviera obteniéndolo de un modo distinto. Después de darse cuenta de eso sintió las suaves manos del dorado recorrer su cabellera blanca, sus celestes ojos se posaban fijamente en él, eran intensos pero podía ver claramente la tristeza de su alma, podía ver que estaba destinado a la soledad, “¿acaso siento compasión?… qué ridiculez”, se dijo mientras acercaba el hocico a su compañero olfateándolo con delicadeza para después lamer suavemente su mejilla, “no, lo estoy deseando, quiero tenerlo para mí, esta vez cesar el sufrimiento será la forma de apoderarme de su alma, aunque solo sea por una vez”, Albafica entrecerró sus ojos mientras sentía las lamidas de su amigo pero pronto se sintió avergonzado por el placer que le daba la compañía de este así que se levantó para retirarse            –Vamos, dijo con una leve sonrisa la cual seguía cautivando al juez de la primera prisión quien estaba realmente ansioso por llegar al templo.

Durante el camino Minos no le quitó los ojos de encima a Albafica, observaba como el viento acariciaba su rostro y alborotaba su sedoso cabello celeste, también hacía que su olor a rosas se esparciera y llegara hasta él, admiraba el brillo de unos ojos que no eran arrogantes como siempre se habían mostrado, la sencillez del caballero producía paz al corazón del juez sensación que nunca había experimentado, “se siente bien estar a tu lado…”. Por otro lado, Albafica sentía un alivio en el vacío de su alma, el simple hecho de tener a alguien tan cerca le daba felicidad, se sentía tranquilo y sin preocupaciones tanto que el recuerdo de lo sucedido hace dos días ya no le provocaba ese intenso rencor.

***

Llegaron al templo de piscis justo antes del anochecer, Fica guardó las cosas que había comprado. –Supongo que no te gusta quedarte en un solo lugar ¿cierto?, por mi parte no hay problema si deseas irte por unos días, le decía al can. – Debes ser cuidadoso no quiero que te suceda algo, sabes, me siento más seguro contigo, agregó Albafica mirando con dulzura a Minos. El Minos de siempre  hubiera reído y hubiera sentido más excitación por romper las ilusiones del caballero, pero algo extraordinario pasaba con la personalidad del griffon; coincidió con el sentimiento de Albafica, estaba listo para brindarle la protección que merecía tan perfecto ser el cual necesitaba ser tratado con delicadeza, estaba preparado para dotarlo del amor que él conocía, pero, ¿será demasiado intentar conocer el amor verdadero junto a este ser divino?, pertenecemos a mundos distintos, originalmente fuimos enemigos, por naturaleza debemos seguir rutas totalmente diferentes, es muy complicado… y también muy doloroso….

Albafica creyó conveniente tomar un baño pues necesitaba limpiar sus heridas además de que quería relajarse –Tomaré un baño, le dijo al can. Minos recordó la vez que observó bañar al pisciano, nuevamente la situación le permitía husmear por la puerta entre abierta, y ahí estaba, asomando su hocico para contemplar semejante escena: un Albafica que desnuda su torso y toma una cinta para sujetar su cabello, pero Minos alcanza a notar algunos moretones y heridas hechas por sus hilos cósmicos, la radiante piel manchada con golpes, creyó que seguramente eran dolorosos; no le gustaba ver a su rosa maltratada… debía consolarle, debía sanar sus heridas, debía… amarle. Luego de meditar sus sentimientos, Minos se dio cuenta de que era el momento adecuado para seducir a Fica, al principio sus intenciones buscaban dañarlo, pero ahora ya no tenía más apetito por aquello, más bien tenía curiosidad de experimentar una nueva faceta de él mismo, pues ya no eran totalmente enemigos después de todo.

 Mientras tanto el caballero de piscis tomaba los frascos que contenían las esencias que acostumbraba a aplicar en su cuerpo, pero antes, untó una mezcla que ayudaría a sanar más rápido sus cicatrices, el juez observaba atentamente como las manos de Fica hacían movimientos lentos en su piel, sus dedos masajeaban cuidadosamente sus heridas. Al mismo tiempo Albafica se sintió observado pero asoció la situación nuevamente con el can que seguramente estaba tras la puerta, el recordar a su amigo le trajo a la mente la ocasión pasada en el que se dejó llevar por instintos desconocidos, estaba desconcertado, no sabía si aceptar su disfrute u optar por evitar totalmente esa situación, “es una sensación muy extraña, es como si nos hubiéramos conectado aquella vez y yo cediera a tu juego” pensó mientras se recargaba en la bañera y cerraba sus ojos; en ese momento el can entró a la habitación y se acercó lentamente al caballero pudiendo percibir el delicioso olor que emanaba, Albafica supo que estaba ahí, muy cerca, pero se mantuvo en su posición esperando sentir las caricias que su mascota sabía brindarle; fue en ese momento que Minos decidió volver a su forma original llevando solo una vestimenta negra sin sapuri, se agachó para tocar sus albinos hombros con sutileza, se inclinó hacia él para tomar su mentón y atraerlo hacia el primer beso. Luego del pequeño contacto Albafica abrió sus ojos  y en ese instante Minos sujeto firmemente su rostro para evitar que Fica reaccionara agresivo, y así sujetando su cabeza logró que Fica mirara fijamente a los ojos de Minos, su mirada era sincera y clara, no habría más rodeos entre ellos, los ojos de Albafica estaban sorprendidos y su corazón latía fuertemente pues jamás se percató de la presencia del juez. –Cómo es que estás aquí. –Estuve aquí desde el principio, desde que mostraste tu verdadero ser. Fue entonces cuando Albafica comprendió que el can que se había acercado a él era el espectro de Griffon.  –Suéltame, no necesito la compañía de un enemigo. – ¿A no? Pues evidentemente disfrutabas de ella el día en que nos encontramos         – ¡¿Qué?! Minos tomó sus muñecas con una mano, y con la otra presionó fuertemente su mentón  –No te hagas el arrogante conmigo, cede de una buena vez… Albafica, sé que deseas que te ame, protestó cuando jaló a Albafica para implantarle nuevamente un profundo y apasionado beso.

Minos continuaba sujetando su rostro mientras conocía el interior de su boca. Fica batallaba mucho para poner resistencia, cuando en un momento se quedó sin reacción, esto lo aprovechó el juez ya que al tranquilizarse pudo dejar de presionar con tanta fuerza al caballero, sin embargo no apartó sus labios ni un segundo de los de Albafica, al contrario, se aferraron más pues se movía como queriendo succionar toda su sangre, poco después Minos ya tenía a su lengua entrelazándose con la de Fica. Por otro lado, Albafica tenía un conflicto con sus pensamientos y sus emociones, simplemente quería desaparecer, cómo es que cayó en los brazos de su enemigo, y lo peor es que ya estaba cediendo, su cuerpo no obedecía a la razón pues por una parte quería seguir hasta el final. Al separarse por la falta de aire, Minos miraba con ternura al caballero, pero este permanecía en shock, sin decir nada; de esta manera el juez se incorporó para después inclinarse y tomar a su rosa de las piernas sacándolo de la bañera y dirigiéndose hacia los aposentos de piscis.

El juez veía como el líquido recorría la blanca piel adornándola con destellos cristalinos, Fica seguía sin hablar, ya no se defendía y solo parecía resignado, lo único que hizo fue mirar nuevamente los ojos de Minos mientras lo llevaba a su habitación, su mirada le daba una sensación de confianza, se empezaba a sentir reconfortado aunque le costara admitirlo pues no estaba seguro de querer que sus instintos sobrepasaran su conciencia…

Ya dentro de la habitación, Minos depositó a Albafica sobre las sedosas sábanas que cubrían la cama, sin embargo aún no había respuesta por parte de Fica, pues dirigió su mirada a la nada pretendiendo no sentir por un largo momento. Minos, al ver su resistencia nula, se colocó ágilmente sobre el esbelto cuerpo, le quitó la cinta del cabello dejando su pelo libre, examinó cada una de sus partes y seguido de esta acción el juez comenzó a acariciarlo con lentitud y gentileza, sus labios asechaban el cuello que después estaría siendo devorado, luego bajarían hasta el pecho donde degustaría entusiasmadamente esas tetillas rosadas y duras, algunos mordisqueos que lograrían arrancar el primer gemido de Albafica. –Ah… sus ojos volvieron a perderse en el techo de la habitación mientras su rostro se tornaba sonrojado, pues esas lamidas no eran para nada de ignorar; las manos del espectro bajaron a los bien formados muslos para recorrerlos repetidamente mientras continuaba degustando el pecho de piscis, Minos pudo percibir los fuertes latidos del caballero alegrándose porque pronto  haría reaccionar a su marioneta. El espectro se acercó al vientre del caballero, entonces depositó suaves besos en el pubis, Fica solo entrecerró sus ojos y aplicó fuerza en sus labios para no dejar salir ni un sonido, sin embargo su esfuerzo no duraría, pues Minos tomó aquella virginal parte para acariciarla, su mano la envolvía y masajeaba lentamente pero luego, los labios del juez depositaron un beso delicado como cuando una madre besa la frente de su hijo logrando estremecer a Albafica quien soltó otro tímido gemido, pero aun así siguió con el rostro ido, Minos lo observaba y comenzaba a frustrarse con la respuesta de piscis, por lo que se puso lateralmente volteando el rostro del pisciano que sostenía del cabello  –¡Qué demonios te pasa Albafica! No disfrutas, no reclamas y ni siquiera te defiendes, dime, ¿Al menos sabes que estoy tratando de hacerte?- lo soltó –ah, no me sorprendería… reclamó sarcásticamente al incorporarse sobre la cama y con una mano en la frente prosiguió        – ¿No puedo creer que te resistas tanto si en verdad lo deseas –Y qué sabes tú de lo que yo quiero, contestó Albafica aun mirando a la nada, Minos volteó a verlo algo furioso y desesperado cuando acercó su rostro al de Fica –Acaso no te das cuenta que yo ya he roto mí orgullo, ¡quiero amarte! ¡Hoy! ¡Ahora mismo! No me importa tu veneno y demás mierda que tenga tu sangre, yo quiero tu cuerpo, tu sonrisa,  tu cariño… el que no muestras por miedo a dañar a los otros; yo sé que quieres ser amado y lo sé porque lo leo en tus ojos, porque solo cuando confías en alguien vuelve el brillo a ellos y resplandecen como el sol de este mundo, tú me has revelado  todo hoy que volvimos a encontrarnos ¿Lo recuerdas? Albafica estaba pensativo como reprochándose aquellas verdades, tenía algunas lágrimas en sus ojos, pues era cierto, justo le había confesado su afecto a el can al no saber que se trataba de Minos.  –Albafica, no pretendo seguirte por siempre porque sé que las circunstancias externas no nos lo permiten, además sé que tú tampoco lucharías porque me quedara a tu lado, pero al menos esta noche quiero liberarme de mi papel como espectro y mostrarte mis intenciones.  En ese instante acarició la mejilla de Fica con su mano lentamente.      –Albafica no me importa que tu cuerpo y tu sangre sean letales, y sé que a ti tampoco te importa lo que pase conmigo por eso lo único que quiero es hacerte el amor… le susurró cuando de repente Albafica volteó hacia Minos mostrando las señales cristalinas de sus ojos –Eres hermoso… se atrevió a declarar el juez sabiendo cuanto detesta Albafica que se le llame de ese modo, este se incorporó un poco como si fuera a hacer una protesta pero el griffon colocando su índice en los labios de piscis le dijo: –Es cierto que tu piel puede incitar a las fantasías más apasionantes, que tus labios sedientos roban deseos y desatan la locura de quien pueda probarlos, que la pureza de tu cuerpo implora por el fuego de las caricias para que mate la soledad de sus rincones, que la imagen de tus ojos resplandecientes penetran en el fondo del alma siendo esta la causa de una inmensa  alegría, pero, lo más valioso es saber que tus palabras sabias como sinceras y tu gratitud  hagan que tu corazón rebose de felicidad convirtiéndote en un ser perfecto y hermoso solo por el simple hecho de existir, Albafica… Estas palabras sorprendieron en demasía al caballero quien inmediatamente bajo su mirada como reflexionando al respecto, era una verdad, aunque para Minos, al haber sido el único en descubrirla probablemente no era algo que él pudiera considerar valioso, pero suponía que para Albafica y sus semejantes sí, por ello le hizo saber que su belleza se convierte en una virtud cuando sus pensamientos y emociones  están en sintonía con ella.

A Minos le costaba creer que podía enunciar algo tan bello para alguien, “desde cuando tengo pensamientos buenos y sublimes” reflexionaba al perder su mirada en las sábanas.

***


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