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Tu recuerdo. por jenharuto

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Notas del fanfic:

Referente a los primeros juegos de pokemon.

Pokemon no me pertenece, es propiedad de Satoshi Tajiri. 

Me disculpo de antemano por los posibles errores ortográficos y de narración.

 

 


 


—¡Pidgeot, acabalo con remolino! —Gritó demandante el líder de gimnasio, mientras que con su dedo índice señalaba al pobre pokemon al otro lado del campo de batalla, el cual apenas y lograba ponerse de pie, cuando el nombrado utilizó sus poderosas alas para crear un remolino de viento y darle un ataque directo que inmediatamente lo dejó tumbado inconsciente en el rocoso terreno y con los ojos en espiral.


— ¡Heracross ya no puede continuar, y como al entrenador desafiante no le queda ningún otro pokemon, la victoria es para el líder del gimnasio! —Declaró el árbitro señalando con una bandera verde el lado izquierdo del campo de batalla, en donde se encontraba el susodicho líder con una sonrisa arrogante plasmada en su rostro.


—Lo hiciste bien Heracross, ahora descansa…—murmuró el jovencito al otro lado del campo, regresando al pokemon a su poke ball. Suspiró abatido y con la cabeza baja—. He perdido…—mordió su labio interior evitando dejar salir las amargas lágrimas de impotencia.


—Chico—alzó la cabeza en respuesta a la voz que lo llamaba—. Me hiciste sudar—dijo el muchacho frente a él, extendiéndole la mano.


El jovencito frotó sus ojos con su antebrazo y le correspondió el apretón de manos.


—Gracias…—agudizó sonriendo con tristeza—. Eres muy fuerte—retiró su mano y posó su mirada al piso—. Apuesto que nadie puede vencerte...


—Te equivocas—dijo de repente el líder con profunda seriedad—. Hubo alguien que lo hizo—sonrió con una pizca de melancolía. Realizó una pequeña reverencia y luego se giró dándole la espalda al jovencito para después marcharse del campo de batalla.


(…)


Sostenía entre sus manos una fotografía, la cual estaba un tanto arrugada, pero que aún se podía apreciar. Su mirada azul se posó sobre la imagen de un chico pelinegro que apenas y tenía un rostro expresivo. Aquel individuo, molesto, pacifico, insoportable, perseverante, luchador y con la capacidad para nunca rendirse; le sacó, de lo más recóndito de su alma, un pesado suspiro.


—Rojo… ¿Dónde estás…? —Susurró atrayendo la fotografía hacia sí, frotándola sobre su pecho y alzando la cabeza, mirando hacia el cielo. El cielo sobre su cabeza poseía colores oscuros y apesadumbrados, una brillante luna y estrellas que tiritaban  constantemente. La noche fría, tranquila y silenciosa de alguna manera le recordaba al chico que nombraba con tanto pesar. Volvió a suspirar y se sentó al borde del barranco donde inconscientemente había llegado, después de caminar sumido en sus reflexiones. Pudo divisar el hermoso panorama frente suyo; la ciudad verde, lugar donde llevó a cabo su segunda batalla contra su eterno rival. Cerró los parpados, dejándose abrazar por los fríos vientos que surcaban su rostro, oyendo los pequeños pero audibles gruñidos de pokemon desde la hierba alta, sintiendo como si aquella persona dueña de sus pensamientos estuviese ahí, junto a él, sonriendo de esa forma tan apacible como sólo él podía; silenciosamente agradable y reconfortante.


—…—frunció la boca y apretó la fotografía, que aún mantenía sobre el pecho. De sus labios nuevamente dejó salir el doloroso sentimiento de soledad; soledad que se había apoderado de él desde que el chico pelinegro lo venció. En un principio se sintió frustrado, todos los esfuerzos que llevó acabo para convertirse en el campeón; en el mejor, habían sido hechos a un lado por ese muchacho. Nunca lograría olvidar el rostro que el nuevo campeón poseía aquel día; tan alegre, tan jovial, tan lleno de ambición. Pero no sólo fue eso. No sólo fue la derrota la que lo ensombreció, sino la sensación de que ya no sería como antes, de que ya nada sería como antes. 


— ¿Por…qué…?—Abrió los parpados y de la comisura de ambos ojos surgieron dos gotas saladas, portadoras de su tristeza; deslizándose por sus mejillas—. ¿Por qué…?—Repitió mordiéndose el labio inferior y llevándose una mano a su cara. Retiró las traicioneras lágrimas y por enésima vez, suspiró.


Rojo…


Lo extrañaba.


Desde que el pelinegro había desaparecido ya hace tres años, después de haber vencido al prepotente líder del equipo Rocket y su organización, no supo nada más de él. No importaba las veces que regresaba a su pueblo, con la vaga excusa de visitar a su abuelo y hermana en el que, iba a la casa del chico, pero sólo se encontraba con la amable sonrisa de la madre de éste. Resignándose, regresaba a ciudad verde y continuaba con su vida.


Hace unos pocos días, un jovencito de gran convicción y fuerza de voluntad, le había retado a un combate, jactándose que poseía casi todas las medallas de la región y diciéndole que ganaría la batalla. Esa actitud desafiante era la idéntica imagen del pelinegro, cosa que lo hizo sonreír con fraternidad, pero que no le impidió hacerle comer su propio polvo.


Luego de ganarle y verle exhausto, arrodillado y abrazando recelosamente su poke ball, sintió un Dèjà vu. Le recordó la primera batalla que había tenido con Rojo, la única vez que le venció.


—Quiero verte…—susurró al aire, arrugando mucho más el papel en su mano—. Quiero verte—pronunció nuevamente, formándosele un amargo sabor y un nudo en la garganta—. ¡Quiero verte, maldita sea!


Las palabras dramáticas salían sin control alguno.


Si tan sólo le hubiera confesado sus sentimientos, si tan sólo le hubiera revelado que no solamente lo había hecho caer a sus pies en la lucha, que… ¿De todas formas eso iba a cambiar algo?


Lo sabía. Aquel chico sólo amaba a los pokemon, sólo vivía por los pokemon, incluso si se le confesaba no lo detendría, y saberlo era terriblemente desolador. Destrozador.


—Una vez más…quiero verte una vez más…


Al fin se rindió y dejó que el agua salada fluyera de sus ojos. Ya no le importaba ser vulnerable y pedirles a las únicas testigos de su patética demostración; la luna y las estrellas, el ver otra vez al chico. Una vez más…


El viento sopló fuertemente, haciéndolo temblar. Se tranquilizó e incorporó con cuidado, girándose sobre sus talones. Inútil. Negó con la cabeza, guardando meticulosamente la fotografía en su bolsillo, disponiéndose a regresar al gimnasio, seguramente estarían todos preocupados.


Caminó por el pasto y finalmente llegó al camino. Giró su cabeza para por última vez apreciar el panorama frente suyo.


En el firmamento nocturno, pudo divisar una pareja de butterfree volar en círculos; jugueteando, demostrando su amor inmaculado y dejando rastros de brillantes pintitas.


Sintió como algo dentro de él se oprimía, obligándole a botar el aire que involuntariamente estaba reteniendo.


Negó, reprendiéndose por dejarse influenciar por tales demostraciones.


Volvió a girar su cabeza, mientras que una voz; la que probablemente era su conciencia, le repetía tormentosamente un: ‘Quiero verlo’.


El insistente gélido viento, nuevamente lo cubrió. Mas, no sintió frío. En aquel vendaval, percibió algo diferente.


Una última brisa besó sus labios y palpó sus mejillas, trasmitiéndole una sensación.


—…—tocó con las yemas de sus dedos sus labios, que a pesar del fuerte clima, se hallaron cálidos.


Notando algo que nadie más haría, embozó una puramente media sonrisa y recobrando su objetivo, se marchó.


Sí, de algún modo, aquella noche era como aquel chico del chaleco rojizo, tan fría, callada y tranquila como sólo él era, que con un simple gesto, una mirada o una casi expresiva sonrisa, un roce, una exclamación, un Sí o un No, le demostraban, hacia sí, solamente hacia sí, toda su predilección y que a pesar que no lo tenía físicamente a su lado, sabia, que mientras lo mantuviera en sus recuerdos, de seguro, lo sentiría, al menos un poco, silenciosamente, un poco.


 


 

Notas finales:

¡Hola! No soy nueva escribiendo fanfic’s pero si lo soy en este fandom, así que si narré algo poco entendible lo lamento mucho, recién me estoy incursionando en estos tipos de géneros, por lo que es comprensible que no lo haya hecho tan bien que digamos. Me gustaría que dejaran sus opiniones, criticas, pero conste que constructivas, ya que soy puramente sensible XD.


PD: ¡Amo a Rojo!


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