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Llueve por girlutena

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Notas del capitulo:

Bueno... creo que es el capitulo más largo que e escrito (?)

espero que les guste ;)!

Besos!!!

El olor a arena mojada había empezado a cubrir con fuerza la resplandeciente ciudad, el viento se azotaba con fuerza contra los árboles y las ventanas, mientras que a lo lejos se podía escuchar como la lluvia caía con fuerza, dejando que los relámpagos estallaran en el oscuro cielo, creando una tenebrosa atmósfera.


Sientes como tu cuerpo cae pesado contra el suave colchón de aquella cama, sientes el aroma a flores y lavanda, un aroma y caricias algo desconocidos para tus sentidos, pero entierras aquellos pensamientos y te das tiempo para besar el cuerpo níveo y perlado de aquella persona, con tus ojos cerrados sientes como su largo cabello cae sobre tu pecho desnudo.


Y te imaginas aquellos mechones azabaches cayendo contra tu pecho, intentas ver los hermoso y brillantes ojos de aquel doncel, con el que sueñas todas las noches, pero sólo vez unas gemas perladas, que brillan con lujuria y maldad.


Sientes como esos largos y fríos dedos se aferran con fuerza sobre tus hombros, enterrando sus largas uñas en la piel de tus omóplatos, y tu pecho se agita con fuerza, tu corazón galopea, y gritas el nombre de aquel doncel que ya ocupa tu corazón, mientras sientes como llegas el éxtasis.


Pero por alguna razón, no te sientes lleno, no te sientes satisfecho, intentas abrir tus ojos, al sentir como el cuerpo contrario cae sobre el tuyo, pasas tus manos por la cintura de aquella persona. La escuchaste gemir, y decir tu nombre, pero tu mente estaba tan cansada, que no te diste el tiempo de abrir tus ojos y ver una realidad que no deseabas.


 


El suave sonido de un teléfono volvió escucharse por quinta vez, y tú, aún con el sueño a flor de piel, intentas abrir tus ojos, pero tan solo levantas tu brazo hasta palpar el pequeño aparato que brilla en la pantalla el nombre de tu padre.


Sin ganas de contestar, dejas el aparato en la pequeña mesita, mientras que sientes como alguien se aferra con fuerza a tu cuerpo desnudo, tu pecho empieza a picar, al sentirse incómodo con los largos cabellos de aquel extraño, intentas quitarlo, pero escuchas como suelta un leve gemido.


Abres tus ojos con extrema rapidez, y te das cuenta que la oscuridad se ha apoderado de aquella extraña habitación, el frío empieza a ocupar tu cuerpo, al sentir como aquellos dedos acarician tu pecho; tu labio inferior tiembla, al darte cuenta de los largos cabellos azabaches, de aquella piel nívea y desnuda.


Tus ojos azules siguen con miedo, el camino de aquel cuerpo desnudo, hasta llegar a la piel de los glúteos, y no eres tonto para saber que aquella mujer se encontraba desnuda bajo la sábana, tu cuerpo tiembla y como si todo aquello quemara te levantas de la cama, sin importarte mostrar tu desnudes.


-¿Amor, ya te vas? –Naruto observó como Hinata le mostraba una sonrisa, cansada, pero satisfecha. Tú tan solo te volviste a sentir sucio.


Giraste tu mirada al notar como las sábanas empezaban a resbalar por el cuerpo voluptuoso de la mujer, intentaste que tus manos dejaran de temblar, mientras te colocaste el pantalón, y sin importarte abrochar correctamente la camisa, tomaste tu celular, y saliste tan rápido de aquella casa.


La lluvia seguía cayendo con demasiada fuerza, pero no te importó mojarte, te detuviste lentamente fuera de aquel lugar, dándote cuenta que no eran más de las cuatro de la mañana, tus ojos azules se fijaron en ningún punto fijo, mientras empezabas a sentir como la bilis empezaba a acumularse en tu estómago.


Sentiste como los músculos de tu cuello empezaban a tensarse, mientras que el nudo en tu pecho se volvía más amargo.


Golpeaste con fuerza el timón y soltaste un doloroso gemido, al no poder respirar correctamente. Cerraste con fuerza tus ojos, mientras que lentamente intentaste calmar tu respiración al ver como el nombre de tu padre volvía a brillar en la pantalla de tu celular.


-¿¡Donde mierda estás!? –La fuerte y molesta voz de tu padre retumbó en tu tímpano. Frunciste ligeramente tu ceño, sabias que tu padre estaba en un viaje de negocios, y que era casi imposible que imaginara donde te encontrarás.


-Yo.... Estaba en una reunión.


-Naruto. –El rubio sintió un escalofríos recorrer su columna vertebral al escuchar la voz molesta de su padre. –Han internado a Sasuke.


 


Manejó tan rápido como pudo, las luces de los faroles pasaban con rapidez sobre las ventanas del auto, casi no te importó que el olor a caucho quemado se intensificara, y tampoco te detuviste al escuchar los claxon como fuertes zumbidos.


Dejaste el auto fuera de la clínica, sin importarte haberlo dejado en zona restringida, sin escuchar los gritos de las enfermeras; tus pulmones empezaron a quemar por la falta de aire, pero seguiste corriendo lo más rápido que tus piernas te daban por los largos pasillos.


Lentamente fuiste deteniéndote al escuchar el fuerte y desesperado llanto de Menma, que se podía escuchar por el largo pasillo, tu corazón latió con fuerza al ver como las lágrimas se derraban por las finas mejillas de su hijo; intentaste respirar correctamente al darte cuenta que toda la familia se encontraba ahí.


Obito, intentando calmar el llanto del bebé con suaves susurros, mientras que Itachi daba círculos, impaciente, en el mismo lugar; le viste dar un fuerte golpe en la pared. Observó el rostro compungido de Fugaku y tembló al recibir la mirada molesta de su padre.


No lo vio llegar, pero tu espalda chocó con fuerza contra el suelo, y al darte cuenta, un agudo dolor en su cabeza empezó a invadirlo, sintió como el sabor metálico de su sangre caía por su boca, y gimió con fuerza al sentir la fuerte patada de Itachi en su estómago.


-¡Tan importante era revolcarte con esa zorra! –Intentaste llenar sus pulmones de aire, pero tan solo soltaste un gemido lleno de dolor, necesitabas ponerte de pie y enfrentar a todos ellos. –¡Mi hermano está a dentro y a ti ni te entereza!


Con la respiración entrecortada, viste como Obito se acercaba hasta apoyar su mano sobre el hombro del varón e intentar calmarlo; deseaste que Menma te dedicase una mirada, y te sentiste miserable al ver como el bebé le rehuía la mirada.


-Te atreves a venir oliendo a perfume barato. –Fugaku te miraba con aquella mirada fija, y se podía notar su molestia, viste como apretaba sus manos, pero el mayor tan solo se alejó, para ser abrazado por un joven doncel. –No tuviste la descendía de darte siquiera una ducha.


No levantaste tu rostro avergonzado, apretaste tus manos hasta volverlos puños, y te sentiste miserable.


-Nunca te alejaste de ella, ¿Verdad? –Minato se acercó lentamente, y él gruñó por lo bajo al sentir como su padre le tomaba sin delicadeza para levantarlo del suelo, y alejarse de aquel lugar. –Pensé que se estaban llevando bien.


-Yo...


-¿Aquella era la reunión que tenías todas las noches? –El menor tan solo mantenía su rostro fijo en el suelo de mármol. -¿Por ella, dejabas a Sasuke en casa con tu hijo? ¡Maldición, Naruto!


-¡Yo nunca quise casarme! –Alzaste tu mirada, deseando tener las fuerzas de enfrentar a su padre.  Pero cada vez tus palabras fueron volviéndose más suaves y angustiadas. –Tú lo impusiste. Yo nunca...


-No tienes que decir más. –La gruesa y molesta voz de Fugaku se escuchó a tu espalda, se sintió estúpido y miserable al sentir como su pecho dolía. –Dentro de unos días serás libre de irte a revolcar con cualquier zorra.


-¡No hable así de ella! –Fugaku tan solo le mostró una sonrisa de autosuficiencia, le viste guardar sus manos en los bolsillos de su saco. Pero Naruto tan solo sintió como, él mismo, humillaba a su esposo.


-No dejaré que dañes a mi hijo, nunca más.


Fugaku se marchó, con la frente en alto y el ceño fuertemente fruncido, manteniendo aquella apariencia de indiferencia, pero tan solo el más cercano sabía que por dentro, el corazón de aquel hombre se estaba rompiendo.


-¿Ni dirás nada? – Observaste como tu padre se alejaba de ti, abandonándote, dejando que tu alma se hundiera por tu propia culpa. Minato se detuvo suavemente, pero no tuvo las ganas de voltear y observar a su hijo.


-¿Para qué? –La voz del rubio mayor se escuchaba suave y acompasada. Sin fuerzas de seguir discutiendo. –Destruiste un matrimonio, tu matrimonio, y yo ya no puedo hacer más.


 


Obito se encontraba en la cafetería, intentando calmar el llanto del pequeño niño, sus pequeñas manitos se encontraban fuertemente aferradas a su abrigo, mientras que su pequeño rostro se mantenía oculto en su pecho.


Su pequeño cuerpecito temblaba levemente, y las manos del mayor se encontraban frías, pero se aferraban con fuerza en el cuerpecito del pequeño, pero tu pecho había empezado a doler con fuerza, pero no deseabas ser un problema para nadie.


Observaste como la mirada del menor se encontraba vacía y fría, hipando de vez en cuando, soltando en silencio sus pequeñas lágrimas, besaste suavemente los cabellos del pequeño niño, sintiendo como el aire frio envolvía tu cuerpo.


-¿Cómo se encuentra? –El cuerpo de Obito tembló levemente al escuchar aquella voz ronca y parsimoniosa, una voz que nunca pensó volver a escuchar.


Lentamente fuiste alzando tu rostro y observaste esas gemas azabaches, esos cabellos desordenados y plateados. Tu labio inferior tembló levemente al darte cuenta que aquel hombre se había convertido en un hombre alto y hermoso, pero no pudiste evitar recordar aquel pasado.


-Él está en UCI. –Ya habías agachado tu mirada, regresándola al pequeño, quien se había removido incómodo; y tú también te removiste levemente al sentir como el mayor se sentaba al frente de él. –Deberías aconsejar a tu amigo.


-Yo quería... –La voz de Kakashi le sonó tan lejana, con un tono de arrepentimiento, pero cerraste con fuerza tus ojos con fuerza, no querías escuchar nada, ya habías enterrado aquel doloroso pasado, y no querías saber nada más.


-Obito. –La suave y varonil voz de Itachi le sonó tan salvadora, casi como una balsa en mitad del océano desolado. Escuchó cómo se acercaba, hasta depositar un suave beso sobre sus cabellos, y Kakashi pudo darse cuenta como las mejillas del doncel se teñían de un suave carmín. –Buenas noches, Uchiha Itachi.


-Hatake Kakashi. Mucho gusto. –El doncel observó como la mirada de su esposo cambió hasta mostrarse fría, para con el contrario. Mordió ligeramente su labio inferior al darte cuenta que su esposo sabía de quien se trataba.


 


-Así que es él. –Kakashi ya se había ido, con la excusa de buscar a Naruto, e Itachi se había sentado en la otra silla vacía. –Aunque intente negarlo, no puedo olvidar el hecho de que estuviste enamorado de aquella persona. –La voz de Itachi había empezado a sonar tan suave y pausada; mientras que su bruna mirada se fijaba en el desolado paisaje del hospital.


Aquella voz estaba generando en el doncel una fuerte desolación y miedo, tu labio inferior tembló levemente, y te aferraste al cuerpo de Menma. –Fue tu primer amor, y muy posiblemente el único.


Obito tan solo había mantenido su azabache mirada sobre el rostro dormido de Menma, intentando retener sus lágrimas ante aquellas palabras.


-¡No! –Menma se removió ligeramente, pero no abrió sus ojitos, Itachi regresó su mirada al doncel, observándole intentar retener su leve temblor. –Yo... Es verdad... Fue el primer varón del que me enamoré. ¡Pero! ... Si no te hubiese conocido, tal vez nunca más hubiese sabido lo que era amar y ser correspondido.


Itachi no pudo evitar sonreír como un bobo; los hermosos ojos de Obito se encontraban brillando, y sus tersas y níveas mejillas se habían sonrojado con fuerza, y él no pudo desaprovechar para darle un beso.


-Te amo, Obito.


-Yo también te amo, Itachi-baka.


 


 


Tu mente empezaba a jugar con tus sentimientos, y emociones, deseaste buscar aquellas hermosas gemas azules, pero tan solo podías ver como aquel cuerpo te daba la espalda, mientras que era abrazado por una mujer de cuerpo despampanante.


No deseabas observar aquella escena, tu corazón dolía, mientras que tu alma tan solo se hundía cada vez más. Lentamente fuiste abriendo tus ojos, pero soltaste un suave gruñido al sentir la luz golpear contra tus adoloridos parpados.


Quisiste removerte, deseabas alzar tus brazos, pero al principio sentiste como tus músculos se encontraban entumecidos. Suaves murmullos llegaban como ecos hasta tus delicados oídos, anhelaba tener a su pequeño Menma en brazos y que le llene de calor.


Su respiración era lenta y pausada, y ya no sentía el dolor punzante que había sentido al comienzo.


Frunciste ligeramente tu veo al sentir el fuerte aroma a desinfectantes y narcóticos; la fuerte luz blanca cayó sobre tus párpados y tú solo soltaste un lastimoso gemido.


Abriste lentamente tus ojos y pudiste ver el rostro de tu padre, sonriéndote con cariño, intentó sonreírle, para que no se preocupara, pero era tarde; el mayor se encontraba derramando finas lágrimas, mientras que sus dedos acariciaban con suavidad tus mejillas.


-Pa... ¡Papi! –Menma, quien yacía en los brazos de Obito, empezó a sacudirse hasta que el doncel lo colocó suavemente sobre el pecho de su papi.


El más pequeño apoyó su cabecita sobre el pecho del doncel y soltando suaves hipidos, mientras intentaba quedarse calmado al sentir la suave respiración de su papi.


-Me alegra que hayas despertado, Sasuke. –Nadie se había dado cuenta cuando la puerta se  abrió, dando paso a la rubia. –Hemos encontrado un donante.


-¿Cuándo? –Su garganta dolió, y él soltó un leve gruñido al sentirla reseca, le sonrió suavemente a su hermano, quien le había acercado un vaso con agua.


-La operación será dentro de cuatro días. Así que lo mejor sería que te quedaras acá. –Después de que la rubia revisará su expediente, y sus signos vitales, le sonrió suavemente y se salió de la habitación


 


Naruto tan solo había permanecido sentado en las sillas metálicas, incómodas, pero no le importaba tener su columna encorvada, solo deseaba tener a Sasuke entre sus brazos, deseaba ocultar su rostro en el pecho del menor, pero tan solo te sentiste sucio.


Ocultó su rostro entre las palmas de sus manos y soltó un gemido lleno de frustración, deseaba regresar todo a la normalidad, tener la sonrisa del doncel solo para él.


-Ya despertó. –Kakashi se sentó a su lado, pero se abstuvo a palmearle la espalda, cerró sus ojos intentando descansar de aquel día.


Naruto soltó un bufido al escuchar el sonido de su celular, y frunció fuertemente su ceño al ver el nombre de la mujer, en la pantalla de su celular. Con el ceño fruncido, colgó el aparato y regresó a su posición original, esperando que su amigo no le preguntara por la llamada.


Kakashi soltó un ligero suspiro, observando cada precisó detalle de su mejor amigo su mirada quedó clavada en las blancas paredes de aquel hospital, intentando que las imágenes de Obito no se le aparecieran en sus frustrados recuerdos.


 


El día en que Naruto ingresó por primera vez a ver al doncel, en aquella habitación de hospital, ya habían pasado dos días, y su corazón de agitó con fuerza al verlo tan delicado y decaído. Su rostro se encontraba más pálido de lo normal, sus ojeras se encontraban más marcadas, y la ropa de hospital dejaban que los huesos de sus hombros se notarán a través de la delgada capa de piel.


La suave luz del atardecer ingresaba por aquella gran ventana, dejando ver el hermoso paisaje que tenía el hospital. Sasuke se encontraba sentado en un cómodo mueble, observando el paisaje, sus cabellos azabaches se encontraban opacos, al igual que el reflejo de sus ojos.


-Mi padre te dará los papeles de divorcio. –La voz del menor sonó suave, pero rasposa, y el labio inferior del mayor, tembló ligeramente.  ¿Con qué intensiones iba a refutarle? ¿Con qué derecho iba a hablar con el menor? –No deseo nada de ti.


Y después de aquello, sin que él se atreviera a decirle algo, al día siguiente. Sasuke fue operado.


 


Todos se encontraban en la sala de espera, y como si Menma lo intuyera, había llorado hasta conseguir que lo llevarán al hospital.


La operación duró seis horas y todos, con las emociones a flor de piel, soltaron júbilos al escuchar que el menor había salido exitoso de la operación, y que tan solo necesitaba rehabilitación y mucho reposo.


Naruto se quedó en el largo y silenciosos pasillo, observando cómo el patriarca de la familia Uchiha se alejaba con su familia hasta la habitación del doncel.


-Sabes. –Kakashi apoyó suavemente su mano sobre el hombro de su socio. Había odiado saber su actitud ante el Uchiha menor, pero tan solo deseaba que entrara en razón. –Yo no me di cuenta que había una sola persona que había dado todo por verme feliz. Y cuando menos me di cuenta, le hice sufrir, ahora él está feliz y con un hijo en camino. Yo no puedo hacer nada más que alegrarme por su felicidad.


El rubio intentó respirar suavemente, sintiendo la presión creciendo en su pecho.


-Sasuke es demasiado joven, pero sabe que desea una familia. –Naruto intentó asentir. -¿Tú deseas lo mismo?


Después de aquello él no pudo responder a nada, Kakashi se había marchado del hospital con pasos lentos y pausados, pero con la mirada en alto. Él deseaba hacer lo mismo, pero sus pies no se movían del lugar.


 


Fueron los cinco meses más pesados que Naruto pudo haber pasado, hiendo a trabajar, mientras que pasaba todas las tardes fuera de la habitación del doncel, y luego, después que terminaba la hora de visita, regresaba a su casa, a dormir.


Ya se había memorizado su propia rutina, los números de aquella habitación se habían plasmado en su cerebro, y el olor a desinfectante, ya era algo de todos los días. Él no se quejaba, pero podía observar en la mirada de su padre, preocupación, pero él nunca dijo nada y en su interior se lo agradecía.


Cada día se  sentía cada vez más desolado, los papeles del divorcio habían llegado pocos días después, pero él tan solo los guardó en el cajón de su despacho. Menma no había querido regresar con él, y aunque lo hubiese obligado, el pequeño varoncito hubiera empezado a llorar con fuerza.


Su casa, y lo que alguna vez pudo llamar hogar, ahora se encontraba en completa oscuridad, el silencio albergaba cada una de las habitaciones en común, pero él tan solo se detenía en la sala. Donde podía imaginar a Sasuke, leyéndole un pequeño cuento a su hermoso hijo, la suave voz del doncel se repetía una y otra vez en su cerebro y el olor a wiski se podía sentir en todo el ambiente.


Desde aquel día no había visto, ni deseado encontrarse con la pelinegra, sabía que Hinata había ido hasta el edificio con la intención de entrar a su oficina, varias veces, pero los guardias de seguridad nunca le permitieron la visita.


 


El invierno cada vez iba desapareciendo, dejando que las pequeñas flores empezaran a renacer, el suave silbido de los pequeños aves se podían escuchar tan de cerca, mientras que los niños ya podían salir a jugar sin miedo a resfriarse.


Las tardes se habían vuelto cálidas, y hermosas, dejando que los colores de atardecer se impregnarán en el cielo.


Naruto caminaba lentamente por los largos pasillo del hospital, ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón, y dejando que sus pies recorrieran por sí solos aquel lugar.


El lugar se encontraba algo vacío, pero las enfermeras recorrían los pasillos, ingresando a ver a los pacientes, algunos de ellos le dedicaban unas sonrisas coquetas al varón, pero él tan solo observaba el brillante suelo del pasillo.


 


-¿Estás seguro? –Sasuke le sonrió al pequeño Menma, quien descansaba en su regazo, y alzó su mirada hacia la de Obito. –Sabes lo que Fugaku-san e Itachi opinan.


-Lo sé, pero por Menma deseo terminar esto bien. ¿No? –Obito sonrió suavemente, y aunque él también estaba en contra, no podían hacer mucho ante las palabras del menor.


Había pasado un tiempo desde que la joven pareja no se había visto, Naruto tan solo podía ver a Menma en el hospital, ya que el pequeño varoncito aún le guardaba rencor a su padre, y se negaba a pasar tiempo a solas con el mayor.


Obito sonrió suavemente al ver como el niño se ponía de pie sobre las piernas de Sasuke, mientras que intentaba atrapar uno de sus mechones azabaches, el pequeño niño soltó una divertida risa y sus mejillas se sonrojaron al sentir los labios de su papi recorriendo su rostro.


Obito salió de la habitación y aquella escena ya se le había hecho tan natural, observar como Naruto estaba encorvado en aquella silla de metal, tan incomoda a simple vista, ocultando su rostro entre sus manos.


Todos sabían que Itachi, por ser el mejor abogado de casi todo Japón, le había podido quitar la custodia de Menma, tal vez temporal, dejando a Naruto con un día de visita.


-Él desea verte. –Rápidamente, Naruto, alzó su mirada, pensando que había escuchado mal. –Pero le vuelves a hacer daño, y verás de lo que soy capaz, Namikase.


 


Menma frunció su ceño al ver como su rubio padre ingresaba a la habitación, sin importarle el estado miserable del rubio, pasó sus bracitos por el cuello del doncel y soltó unos suaves berridos al sentir como su papi se ponía de pie.


-Esto es tuyo. –Sasuke había dado unos cortos pasos, mientras que había dejado que el varón se acercase tan solo unos cortos centímetros.


Naruto vio como Sasuke le entregaba el pequeño anillo de bodas, un anillo que no había pasado ni dos meses en la mano del doncel.


-No, yo... –Naruto alzó su mirada, intentado regresar el pequeño anillo, pero el moreno tan solo mantenía sus ojos sobre el cuerpecito de Menma, cubriendo su rostro con sus mechones.


-Tómalo, será mejor que se lo entregues a la persona a quien ames.


-Sasuke, yo… -Su voz sonó rápida y desesperada al ver como el menor le daba la espalda.


-No te sientas mal. –Sasuke volvió a sentarse en el cómodo mueble, arrullando a su hijo, quien empezaba a removerse incómodo. –Lo intentaste.


La opresión en su pecho empezaba a crecer, dejando que sus pulmones quemaran por la falta de aire; Naruto observó como el suave reflejo del atardecer caía sobre el cuerpo de su familia, una familia que él ya había perdido.


Su azulina mirada cayó en el pequeño cuerpo de Sasuke, y no pudo evitar sentirse feliz al ver notar que el menor había ganado un peso ideal, y la piel de su joven rostro se encontraba más suave y rosada, su hermosa mirada ya había ganado el brillo que parecía haber perdido, pero aun así la sonrisa del doncel se veía opaca.


Naruto no pudo más y salió de aquella habitación, sintiéndose asfixiado, pero sin ver las lágrimas que el pequeño Menma intentaba limpiar de las mejillas de su papi.


 


Después de aquella visita, Naruto no regresó más, y aunque Sasuke intentaba negarlo, e intentaba mantenerse calmado y feliz, muy en el fondo sabía, que deseaba, que Naruto se encontrase afuera, esperando por él, que en cualquier momento entrase por la puerta y lo rodeara con sus fuertes brazos.


 


-¿Listo para regresar? –La suave voz de su padre le hizo espabilar, y soltando un suave y ligero suspiro alejó su mirada de la ventana, donde se podía observar como las hermosas nubes de diferentes formas y tamaños empezaban a ocultar al astro solar, y sonrió suavemente al ver como su padre se acercaba a él, sonriéndole.


No pudo evitar comparar a su padre, con el antiguo hombre, de rictus opaco, aquel hombre que una vez pensó que le había abandonado; ahora su padre estaba ahí, de pie, a su lado, sonriéndole y tomando su mano. Un pequeño y confortable calorcillo se sumió  en su pacho, y se sintió complacido al sentir como los fuertes brazos de aquel varón le abrazaban protectoramente.


Su mirada cayó sobre el doncel que se encontraba un poco nervioso, e incómodo detrás de su padre, y también le sonrió.


Aquel era Shisui Uchiha, y por lo que tenía entendido era el mejor amigo de su hermano; al principio le había parecido algo extraño de ver a su padre enamorado de un joven de la misma edad que su hermano mayor, pero no podía hacer nada, su padre lo amaba, y se podía ver en los ojos oscuros del doncel que también estaba dispuesto a entrar en sus vidas.


-Me gustaría ver la decoración que tanto habla Obito, Shisui-san. –El doncel sonrió, un poco más relajado al oír la suave voz de Sasuke y se acercó a la camilla, donde dejó que el menor tomará su mano y con la otra la de Fugaku.


-Oto-San, me alegra mucho que hayas encontrado la felicidad.


-Mi niño. –Shisui no pudo evitar que sus mejillas se tiñeron de un suave carmín, al observar como Fugaku sonreía suavemente. –Mi felicidad está competa contigo a mi lado.


 


Cuando Sasuke llegó por primera vez a su antigua hogar, nada de lo que veía se le hacía reconocible; los pisos de tatami se encontraba relucientes, mientras que los caros adornos que decoraban la entrada, ahora eran reemplazados por hermosas fotografías.


Él se quedó en la pequeña entrada de su hogar, mientras que su  padre e Itachi subían sus cosas a su antigua habitación, mientras que Shisui y Obito se habían desaparecido en la cocina.


-¿Vamos a ver tu cuarto, bebé? –Menma alzó sus bracitos y los agitó con fuerza, sonriendo al estar en los brazos de su papi.


El pequeño Menma había apoyado su cabecita sobre el pecho del doncel, sintiéndose calmado al sentir el suave golpeteo de su corazón. Sasuke subió lentamente las escaleras, caminando por el largo pasillo hasta la habitación que sería de su hijo. Según tenía entendido nadie había ingresado a la habitación del más pequeño, tan solo Shisui se había encargado de la hermosa decoración, o aquello le había dicho Obito.


Y cuando lo hizo, su cuerpo tembló de pies a cabeza, al ver la decoración infantil que se plasmaba en las blancas paredes, los dinosaurios dibujados de forma infantil se habían plasmado en las blancas paredes; los altos estantes empotrados en las paredes se encontraban llenos de juguetes y cuentos para niños, al fondo se veía una pequeña cama, la que sería del pequeño Menma cuando creciera, y en una esquina, el hermoso mueble de madera tallada a mano, donde se encontraban las pertenencias personales del varoncito.


El pequeño niño agitó sus bracitos, espabilando al doncel, y dio unos cortos pasos hasta acercarse al centro de la habitación; sus dedos recorrieron las varas de acero forjado y pintado de plata, el suave y blanco dosel de seda se encontraba recogido, mientras que se dejaba ver el hermoso juego de muñequitos colgados.


Las pequeñas manos de su hijo, intentaron jalar el suave dosel, y río divertido al ver el tierno puchero del menor al no poder alcanzarlo. Colocó al pequeño sobre la cuna, y sonrió suavemente al ver como su hijo empezaba a caminar con dificultad sobre el colchón.


-¿Te gusta? –El pequeño alzó sus bracitos y río divertido, pero luego hizo un puchero, dejando que su papi lo volviera a cargar. –Pero si eres un bebé muy mandón.


Lo tomó en brazos, sonriéndole suavemente, pero su cuerpo se detuvo al observar la hermosa silla mecedora de madera, muy cerca de la ventana, Sasuke se acercó lentamente, hasta sentarse en ella.


Cerró lentamente sus ojos, sintiendo como el suave sol del atardecer entraba por la ventana, mientras que el suave viento soplaba con suavidad, soplando ligeramente los mechones de los azabaches.


-¿Te gusta la habitación?


-Me encanta. –Shisui sonrió suavemente y caminó hasta sentarse en un pequeño mueble, cerca de la ventana. –Muchas gracias, Shisui. Gracias por entrar a nuestras vidas


Cuando Fugaku llegó, no pudo ingresar a la habitación, se había quedado en el umbral de la puerta observando cómo su joven esposo y su hermoso hijo, mantenían una amena y tranquila charla, mientras que su pequeño nieto se mantenía con sus ojitos cerrados.


-Padre. –La voz de su hijo mayor le hizo regresar a la realidad, y frunció ligeramente su ceño al oír la voz de Obito en el primer nivel. –Es Namikase.


-Había olvidado que hoy era el día de su visita. 

Notas finales:

¿Y?????

espero sus comentarios...y alguna sugerencia de que cómo desean que acabe Hinata (?)

Muchas gracias por seguir leyendo

Besos!!!!


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