Sasuke tuvo que calmar al pequeño Menma cuando sintió como éste empezaba a removerse inquieto entre sus brazos, tuvo que susurrarle bajito dulces palabras para que el pequeño se calmara, pero el varoncito gimió bajito al sentir como su papi se ponía de pie.
Sasuke frunció ligeramente al oír unas voces en la primera planta, el pequeño niño cerró sus ojitos al sentir como su tío Itachi acariciaba con suavidad sus cabellos.
-Nii-san ¿Qué está pasando? –Itachi no pudo decirle nada a su hermanito, pero el par de brunas miradas se fijaron en la escalera, cuando escucharon como su padre subía lentamente. -¿Oto-san?
Fugaku se acercó a sus dos hijos, observando como su nieto intentaba esconderse entre los delgados brazos del doncel, acarició los cabellos color ébano, esperando que el pequeño se calmara, y sonrió bajito cuando los delgados brazos de Shisui se aferraron a su cintura.
-Hoy es el turno de Namikase para estar con su hijo. –El pequeño niño se agitó entre los brazos de su papi, negando fervientemente mientras ocultaba su afligido rostro en la curvatura de su cuello.
Cuando Sasuke bajó las escaleras pudo observar que el varón mantenía la espalda encorvada; sintió como su corazón empezaba a bombardear fuertemente, pero dándose fuerzas, caminó despacio y con la espalda recta, escuchando como su pequeño gruñía por debajo. Sonrió suavemente y acarició la pequeña espalda de su hijo, mientras que se sentaba en el mueble, al frente del rubio.
No le pasó de ser percibido como los músculos de aquel gran cuerpo se tensaban, le vio temblar y morder su labio, pero el moreno tan solo pudo sentirse completamente calmado, esperando a que el mayor levantara su rostro.
Y cuando lo hizo, Sasuke pudo darse cuenta de que aquel rostro, que él lo recordaba tan imperturbable, ahora se encontraba cansado, con unas ojeras fuertemente marcadas, y los hermosos ojos azules, con los que tanto había añorado y soñado, ahora estaban nublados, escondidos detrás de una capa de tristeza y cansancio.
El mayor le dedicó una pequeña sonrisa, y él doncel tan solo sintió un leve estremecimiento al notar aquella triste y abatida sonrisa.
-Itachi y mi padre me comentaron que hoy es tu turno de cuidar de Menma. –Intentó cuidar sus palabras y el tono de su voz. Había agachado su mirada para observar al menor, esperando que Naruto dejara de penetrarlo con aquella extraña mirada.
-Sí. –Naruto soltó un silencioso y abatido suspiro, al observar como su hijo escondía su infantil rostro en el pecho del doncel. –Pero hasta ahora no he podido sacarlo de casa.
Sasuke acarició los cabellos del varoncito y sonrió despacio, mientras que besaba sus cabellos.
-Ve con tu padre, bebé. –El pequeño niño gimió fuertemente y apretó sus pequeñas manitas contra la camisa de su papi, negando fervientemente.
-He hecho las cosas mal. –Sasuke mordió ligeramente su labio inferior, sintiendo como su corazón se apretujaba fuertemente contra su pecho, aún no estaba preparado para escuchar aquellas palabras. –Y no sabes cuánto me arrepiento, todos los días, desde que despierto hasta que cierro los ojos.
Sasuke escuchó como la voz de Naruto se había vuelto opaca y triste, aquella mirada que tanto le había gustado, ahora tan solo se cubria por una capa de soledad. No podía evitar sentir pena, sentir nostalgia, y se odiaba al desear que el varón le mostrase una pequeña pero sincera sonrisa; como aquellas que le mostraba cuando llegaba de trabajar y le encontraba jugando con el pequeño Menma.
Pasó ligeramente la punta de su lengua por sus labios, sintiéndolos resecos, sentía como el calor había aumentado en el interior de su cuerpo, deseaba sentir los fuertes brazos de Naruto alrededor de su cuerpo. Agachó su bruna mirada para observar como el pequeño se había mantenido sereno entre sus brazos. Y luego alzó su rostro xuando escuchó los suaves pasos de Obito llegar hasta él.
-Lamento la demora. –Naruto observó el vientre levemente abultado del doncel, y recordó a su amigo Kakashi, como el varón había intentado, también, perderse en trabajo con tal de no recordar aquellos sucesos. -¿Están listos?
-Como Menma no quiere salir, pensé que sería buena idea que los acompañemos. –Naruto no pudo evitar sentirse ansioso y estúpido al ver la hermosa sonrisa que Sasuke le dedicaba al pequeño infante; pero tan solo asintió despacio sabiendo que ninguno de los Uchiha deseaba dejar solo a Sasuke, no si él estaba a su lado.
Las risas de los pequeños niños llegaban como suaves y dulces cascadas, se podía observar como los hermosos colores en el cielo iban cambiando de tonalidad, mientras que el viento soplaba tan suave, dejando remover sutilmente los cabellos de las personas.
Las frondosas copas de los altos árboles permitían que las personas se sentasen debajo de ellos, esperando y calmando los latidos de sus corazones; Naruto podía observar como su pequeño hijo jugaba con una sonaja, haciéndola sonara tan ensordecedoramente. El pequeño había colocado su espalda sobre la manta blanca y alzó sus cortas extremidades riendo fuertemente al sentir las suaves cosquillas que su padre le daba en su barriguita.
Sasuke apoyó su espalda sobre el grueso tronco y cerró suavemente sus ojos, dejando que el suave viento con aroma a cerezos le refrescara sus pensamientos; mordió ligeramente su labio inferior al recordar como aquella mujer había irrumpido en su vida. ¿O había sido él, el que había irrumpido en la vida del varón?
No pudo evitar sentirse triste y frustrado al imaginar que Naruto preferiría mil veces su vida anterior. Abrió lentamente sus ojos y su nuevo corazón golpeó contra su pecho, al ver como Menma reía divertido ante las caricias que su rubio padre le dedicaba.
-¿La has vuelto a ver? –Y claro, no pudo mantenerse callado.
Necesitaba saberlo, necesitaba saber antes de poder dejar que sus sentimientos siguieran consumiendo sus pensamientos y martirizando su vida.
Vio como las manos de Naruto se detuvieron lentamente sobre la barriguita de Menma, pero lo tomó suavemente entre sus brazos, cuando el pequeño empezó a hacer suaves berridos. Giró su bruna mirada, intentando no sentirse frustrado. Él no tenía ningún derecho en exigirle nada, en preguntarle nada.
-No, desde aquel día. –Las palabras de Naruto se escucharon molestas, pero ninguno levantaba su mirada.
-Está bien. –Naruto frunció ligeramente su ceño al escuchar la voz del doncel. –Está bien si tú quieres seguir con ella, está bien.
- ¡No! ¡No está bien! –Sasuke se estremeció al oír aquel grito, y Menma empezó a soltar suaves berridos al notar los brazos tensos de su padre, pero Naruto lo calmó rápidamente. –No está bien, Sasuke. –Yo lo hice mal. –El doncel pudo darse cuenta que a pesar que Menma se había calmado, Naruto seguía teniendo tensos sus hombros, el suave viento removía ligeramente sus cabellos, pero Naruto no alzó su mirada. –Yo voy a intentar recuperarlos.
Se sintió estúpido al sentir como el calor empezaba a crecer en su cuerpo, se sintió feliz al saber que Naruto intentaría regresar con ellos, lentamente empezó a esbozar una pequeña sonrisa y dejó que su cabeza cayera suavemente sobre el hombro del rubio, sintiéndose cómodo con aquel pequeño contacto.
Obito llevó sus pequeñas manos hasta su vientre hinchado, y sonrió complacido al sentir como su pequeño bebé empezaba a hacerse notar, con pequeños y suaves pataditas. Observó como Sasuke y Naruto empezaban a hablar con cierta normalidad, y a pesar de que había jurado, junto con el resto de los Uchiha, hacerla la vida imposible al Namikase, estaba feliz que su pequeño amigo y cuñado, estuviese feliz al tener a aquel varón cerca.
Sintió como una presencia se sentaba a su lado, y dejó que su cabeza cayera sobre el hombro de su esposo, y rio bajito al sentir como aquellos dedos se colaban por debajo de su camisa.
-No me gusta que mi hermanito esté cerca de él. –La voz de Itachi sonaba molesta, pero Obito llevó su mano hasta la mejilla del mayor, para plantarle un demandante beso.
-Sabes, me siento celoso. –Obito frunció ligeramente su ceño, haciendo un tierno puchero con sus labios. –Yo también quiero un poco de tu atención.
Itachi rió divertido, pero no tardó en abrazar más fuerte aquel cuerpo, y escondió su rostro en la curvatura de su cuello, percibiendo el dulce aroma a almendras, sintiendo como su corazón galopaba con fuerza y lleno de emoción, al tenerlo a su lado y entre sus brazos.