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Llueve por girlutena

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Obito caminó por los largos pasillos de aquella fría mansión, sin importarle que el sonido de las suelas de sus getas que chocaban contra el mármol se escuchara como ecos por todo el lugar. Suavemente arregló uno de sus cortos y azabaches mechones que se encontraban sobre su frente y observó con calma y angustia una gran pintura, que yacía colgada en una de las paredes al fondo de un vacío pasillo.


Llevó delicadamente las puntas de sus dedos hasta palpar la rasposa y empolvada tela, sintiendo el áspero relieve del óleo ya seco.


Era la única imagen donde se podía observar a toda la familia Uchiha, donde se encontraba la única mujer, matriarca de aquella familia; una familia que poco a poco se había convertido en unos peones.


Observó el rostro sereno y níveo de aquella mujer, sus cabellos largos y azabaches caían como una cascada, dejando que se notase un brillo azulado, en sus delgados brazos cargaba un pequeño bulto, que apenas dejaba mostrar unos mechones azabaches.


No pudo evitar sentir un dolor en su corazón al ver la pequeña pero hermosa sonrisa que se encontraba plasmada en el rostro del primogénito. Él no podía negar que Itachi era demasiado guapo siendo apenas un niño y luego estaba el rostro, sin emociones, del patriarca.


Soltó un lastimero gemido, sintiendo como sus ojos empezaban a arder, mientras se llevaba sus pequeñas manos hacía su plano vientre, acariciándolo sobre las finas telas de su yukata.


Levantó lentamente su mirada hacía una pequeña ventana y una dolorosa mueca se plasmó en sus labios al ver como un pequeño cuervo negro se posaba sobre el alfeizar, abriendo sus esplendorosas y brillantes as alas negras, dejando que las pequeñas gotas de la lluvia le bañaran casi en gloria, mientras que el viento soplaba frío y fuerte, removiendo todo a su alrededor.


Cerró fuertemente sus ojos al escuchar como un fuerte trueno caía no muy lejos del enorme jardín, dejando que un fuerte relámpago iluminara toda la estancia y casi pudo jurar que los deliciosos tomates de su pequeño cuñado se inundarían con aquella lluvia.


Bajó lentamente los escalones, acariciando con sutileza la madera de la baranda y sintió un gran dolor en su pecho al escuchar los sollozos del pequeño doncel. Cerró con amargura sus cuencas negras al sentir rencor hacía su esposo y suegro por vender y abandonar a uno de ellos.


Caminó con un poco más de prisa hacía la sala, intentando no chocar con algunos de los muebles, se mordió el labio inferior al decidir por no prender ninguna lamparilla, no quería llamar la atención de nadie, ni tampoco que su esposo se acercarse a ellos.


-¡Oh mi pequeño niño! –No pudo evitar gemir de dolor al ver como Sasuke se había acurrucado en una esquina del mueble de dos plazas, ocultando su acongojado rostro entre sus rodillas, mientras que con su pequeña mano apretaba con fuerza su camisón y parte de la piel de su pecho.


El más pequeño se dejó abrazar por los delgados, pero reconfortantes brazos de Obito, sintiendo como su cuerpo se estremecía al sentir la palma del mayor sobre su espalda.


A Obito no le importó esperar por varios minutos a que el pequeño se calmase y besó con ternura sus mojados cabellos, mientras secaba sus mejillas aún empañadas por las lágrimas, se levantó despacio, llevando al doncel con él hacía la cocina, donde le sentó en un pequeño banquillo, mientras él se encargaba de preparar una manzanilla.


-Él... Él ha cambiado mucho. –Obito mordió su labio inferior y cerró fuertemente sus ojos, al saber que el menor hablaba de Itachi. Sasuke escondió su rostro en el pecho del doncel y aspiró aquel suave aroma a manzanilla y canela, un aroma que le hacía recordar a su madre fallecida.


-Sasu, mírame. –Obito acunó el rostro del menor entre sus manos y limpió suavemente sus mejillas mojadas. –Tienes que ser fuerte, yo intentaré ayudarte.


-Aunque no se pueda hacer nada. –El mayor mordió el interior de su mejilla, sintiéndose impotente por no poder ayudar al menor. –No quiero separarme de ti, Obito.


 


-¿¡Estás feliz? –Itachi alejó el libro de su bruna mirada para observar, con el ceño fruncido, a su esposo, quien había entrado a la habitación echando chispas por aquella hermosa y furibunda mirada.


-No entiendo lo que me estás hablando. –Obito acarició con fuerza sus cuencas, intentando alejar aquel dolor que empezaba a sucumbir en su cabeza. –Ven, duerme un poco.


Obito sintió como la bilis empezaba a subir por su garganta, llevó rápidamente su mano para cubrir su boca y corrió tan rápido como pudo hasta encerrarse en el baño. Finas lágrimas surcaban su níveo rostro, mientras a lo lejos escuchaba como su esposo golpeaba con fuerza la puerta, gritando su nombre.


Mojó su rostro con el agua fría y observó su rostro abatido y cansado en el espejo, mordió su labio inferior, mientras llevaba su mano hasta su plano vientre, cerró lentamente sus ojos y dejó que su esposo entraba al baño.


-¿Estás bien? –El varón abrazó fuertemente el menudo cuerpo de su esposo, sintiendo como el doncel temblaba entre sus fuertes brazos. -¿Obito qué está pasando?


El mayor frunció su ceño al sentir como su esposo colocaba sus pequeñas manos sobre su pecho, alejándolo de él, sintió un dolor en su pecho al ver como una pequeña lágrima se resbalaba por la tersa mejilla de su esposo.


-¿Cómo puedes permitir que tu padre venda a tu hermano?


-Obito, pensé que ya se había aclarado ese tema.


-¿¡Aclarado!? –El menor se alejó con rapidez, dejando que el pequeño mueble fuera un muro de contención entre su esposo y él. -¡Has vendido a tu hermano y no te importa!


-¡Maldición, Obito! –El cuerpo del doncel se estremeció al escuchar el fuerte golpe que dio Itachi contra la pared. -¡Me importa, pero no puedo pedir más dinero a tu familia!


-No me importa dártelo, Itachi. –La voz del menor se volvió más suave, pero a la vez temblorosa. –Eres mi esposo, te lo daría todo, si me lo pidieras.


Obito acunó el rostro del mayor entre sus manos, intentando que este mirase todo el amor que le profesaba, sin importarle que sus lágrimas se derramaran por sus mejillas.


-No puedo, Obito.


-Solo deja tu orgullo de lado, tu hermano te necesita. –El varón cerró lentamente sus ojos, soltando un suave suspiro, besó suavemente las manos de su esposo, mientras lo abrazaba fuertemente, dejando que el menor llorara en su pecho.


 


Obito había arreglado los cabellos del menor, mientras que Sasuke se observaba en un espejo largo y de cuerpo entero, observando su larga y blanca yukata, sintiendo una gran molestia al sentir como la faja apretaba su pecho.


La boda se había hecho después de dos días del compromiso arreglado, fue una pequeña y silenciosa ceremonia, junto con una, mucha más pequeña cena, sintió como su cuerpo se estremecía cuando sus brunos ojos habían caído sobre el cuerpo de su -suegro- y su labio no pudo evitar temblar al observar el gran cuerpo de su -futuro- esposo de pie, al costado del pequeño altar.


Naruto yacía de pie, con su rostro estoico de emociones, observando el tembloroso cuerpo de aquel doncel, frunció fuertemente su ceño, perdiendo la paciencia al ver como Sasuke caminaba cada vez más lento hacía él.


El menor no había dicho ni una palabra, a parte de las del <si, acepto> para luego recibir un beso tan frío por parte de su esposo, frunció levemente su ceño al sentir como Naruto envolvía su delgado brazo en aquella tosca mano.


Claro que no se esperaba que aquel varón lo tomara por los brazos y le besara o al menos que sus abrazos le reconfortaran, pero no recibió más que un frio abrazo.


Tan solo recibió una mirada por parte de su padre, un pequeño abrazo por parte de Itachi y se sintió desolado cuando los delgados brazos de Obito le abandonaron, sus lágrimas bajaron por sus mejillas, sin importarle que el suave maquillaje se le corriera.


Ahora se encontraba ahí, en medio de una inmensa habitación a oscuras, dejando que la suave luz de la luna alumbraran parte de aquella fría habitación, su pequeño cuerpo sentado en medio de la cama tamaño matrimonial, apretó sus manos contra la fina tela de su yukata blanca, cuando escuchó que la puerta del baño se abría.


-Si vas a darte un baño, que sea rápido.


Con su cuerpo pequeño y menudo, caminó temblando pero con pasos rápidos por el costado del varón, sin siquiera mirarle a los ojos, Naruto soltó un suspiro cansado al oír la puerta del baño cerrarse con brusquedad, tomó la toalla blanca que había colocado en su cuello y la paso por sus cabellos rubios, mientras se fijaba en la luna, tan grande y brillante, de un color tan pálido, como la misma piel de aquel bello y pequeño doncel.


 


Naruto se acostó sobre el cobertor, sin importarle que sus cabellos humedecieran la suave tela, cerró lentamente sus ojos, escuchando el sonido del agua cayendo sobre el cuerpo desnudo y blanquecino del doncel, intentó no imaginar a cada gota recorriendo su menudo cuerpecito.


Él sabía tener sexo, era un experto, era considerado todo un semental en ello, podía jactarse por haberse acostado con casi toda la población femenina y con muchos donceles en casi sus veinticinco años, sabía que aquel doncel era virgen o aquello le había jurado su padre.


Suspiró hastiado y se puso rápidamente de pie para dar unos fuertes golpes en la puerta del baño.


-¡Si no sales inmediatamente de ahí! ¡Te juro que entrare y te sacare a la fuerza!


Pensó que con aquello el doncel iba a salir de la ducha, esperó lo necesario, diez segundo y abrió la puerta con un fuerte golpe, sin importarle encontrar al doncel desnudo, pensó que aquella iba a hacer una buena imagen para deleitarse, pero sintió como su sangre se helaba al encontrar al menor tirado dentro de la tina.


Sus cabellos azabaches flotando sobre el agua con espuma, que emanaba un dulce y embriagante aroma a flores, su rostro blanquecino, se encontraba ahora de un suave azul y sus labios empezaban a tornarse de un suave violeta.


-¡Maldición! –Lo tomó con brusquedad de los hombros para agitarlo, lo sacudió con fuerza contra el aire, pero el moreno seguía sin abrir sus triste ojos brunos y por primera vez su respiración empezó a agitarse. -¡Iruka!


Solo bastó un fuerte grito para que un doncel mayor con los cabellos castaños se acercara rápidamente a su lado.


-¿Qué ha pasado? –El doncel mayor cubrió con una toalla el blanquecino y arrugado cuerpo del moreno, dejando que el rubio lo colocara sobre la cama.


-No lo sé, se ha ido a bañar y no salía. –El mayor no pudo evitar darse cuenta de la respiración agitada que empezaba a tener su joven patrón. –No sé lo que le ha pasado.


-Llamaré al médico. –Cuando el doncel abandonó la habitación, sus añiles y fríos ojos cayeron sobre el cuerpo del menor, frunció ligeramente su ceño al observar como el rostro del pequeño empezaba a cambiar de color.


-Vaya noche de bodas. –El rubio se sentó al costado del cuerpo inerte del doncel, mientras desordenaba sus cabellos rubios, aún húmedos, entre sus manos, intentando calmar la cólera que empezaba a acumularse en sus venas.


Se puso de pie para colocarse un chándal plomo y terminó por colocarle la parte de arriba de su pijama al menor, secó con suavidad sus cabellos azabaches, para impedir que siguiera mojando las sábanas.


Lo miró desde una distancia próxima para observarle detalladamente, tan tranquilo, sin el ceño fruncido, sin la tristeza que aquellos hermosos ojos emanaban, parecía como si el menor durmiese más próximo a la muerte; negó fuertemente.


No lo amaba, pero tampoco deseaba que muriera; soltando una maldición, salió de la habitación al escuchar el sonido del timbre traspasar el silencio de la habitación. Dejó que el médico ingresara a la habitación y rápidamente él la abandonó.


 


-Su padre me ha dicho que sufre del corazón. –Naruto yacía sentado en un pequeño mueble, cerca de la escalera, mientras que había ocultado su rostro entre las palmas de sus manos.


-¿Te han vendido un doncel enfermo? –El varón no pudo contestar ya que el médico bajaba las escaleras con una mirada llena de advertencia para con el rubio.


-Pude estabilizar a su esposo.


-¿Qué le ha pasado?


-Ha sido el estrés, su corazón está demasiado débil para sufrir demasiados altercados. Dele esto cada 4 horas, junto con una manzanilla y por una semana nada de comidas sólidas. –Naruto acompaño al médico hasta la puerta principal. –Vendré a verlo dentro de cuatro días, pero si pasa algo, por más pequeño que sea, no dude en llamarme.


-¿Tú padre cree que es capaz de darte un niño con ese corazón?


Naruto fijó su fría mirada sobre el cuerpo del doncel, quien rápidamente se arrepintió por haber dicho aquello, más tan solo el rubio negó lentamente y subió las escaleras.


-Iruka, prepara una jarra con manzanilla y súbela a la habitación.


 


El aire empezaba a hacerse más frio y pesado al respirar, dejando que las nubes ocultaran a la luna, lentamente abrió sus ojos, sintiéndose frío, pero a la vez se sentía tan cómodo, se sentó suavemente sobre el mullido colchón, encontrando al varón durmiendo a un lado de él.


Lentamente se puso de pie, sintiéndose demasiado mareado, sin importarle que la cabeza le  diera vueltas pudo llegar hasta la baranda del balcón, sintiendo el fuerte golpe helado del vendaval y soltó un gemido al sentir una fuerte punzada en su corazón.


Se negó a llorar, se negó a sufrir, suavemente llevó sus manos para palpar su vientre vacío y plano, pensando que muy pronto llevaría a una pequeña vida dentro de él y que le obligarían a abandonar.


-El médico ha dado indicaciones muy claras. Vuelve a la cama. –Sasuke tragó duro la saliva al escuchar la voz tan gruesa y fría, carentes de emociones y sentimientos del varón, acarició levemente sus labios resecos con su lengua, dándose valor para verle a la cara.


-Gracias.


-No debes dármelas, si mueres tendría que casarme de nuevo.


-Eso debería aliviarte. –Naruto arrugó su ceño al escuchar el suave murmullo del moreno, pero no dijo nada más, se dio la vuelta ingresando a la habitación, esperando a que el doncel le siguiera con pasos lentos e inseguros, para cerrar la puerta de vidrio detrás de él.


-Toma esto. –El menor tomó la manzanilla con las gotas amargas que sabía que eran su propia medicina. –Ahora duerme.


 


No sabía por cuanto tiempo había dormido, pero se sentía tan casando, lentamente abrió sus ojos, entrecerrándolos rápidamente al sentir el suave ardor de la luz sobre sus párpados, suspiró aliviado al encontrarse solo en aquella cama gigantesca, lentamente se llevó su mano a su pecho, sobándose al sentir un suave pinchazo.


Se puso de pie lentamente, para buscar sus ropas en las maletas que aún seguía en la esquina de la habitación, se vistió con un pantalón de lino negro y una camisa un poco angosta para su pequeño cuerpo, peinó sus cabellos, dejándolos sueltos y bajó hasta la primera planta, encontrándose con algunos sirvientes quienes le saludaron respetuosamente.


-Disculpe ¿Cuál es su nombre?


-Mi lord, usted no debería importarle mi nombre. –Sasuke frunció ligeramente su ceño al observar como el pequeño cuerpo de aquel doncel se estremecía, al tan solo hablarle.


-Entonces ¿Cómo debería llamarte?


-No deberías llamarlo. Cualquier problema que haya, debería comunicármelo a mí. –El moreno se quedó de pie, para mirar al doncel mayor que se había acercado sin hacer mucho ruido, observando sus hermosos ojos negros, sin ningún rastro de preocupación. –Mi nombre es Iruka y he cuidado del joven Naruto desde que tenía cinco años.


Sasuke no pudo decir nada, ya que fue empujado por las frías manos del doncel hasta el gran y vacío comedor, otro doncel le sirvió una papilla de manzana junto con un poco de manzanilla y él no puedo fruncir su nariz al percibir el aroma.


-El doctor ha dicho, nada de sólidos y el joven Namikase ha sido muy claro en especificarlo.


Sasuke se sumió en comer en silencio, dejando que el mayor desapareciera del comedor, cuando acabó se puso de pie y sin avisar salió de aquella casa que empezaba a deprimirle y a asfixiarle, sonrió suavemente al sentir los suaves rayos del sol sobre su rostro, calentando ligeramente su cuerpo.


Empezó a caminar sin darse cuenta del camino que tomaba, los árboles empezaron a crecer, acumulándose entre ellos, haciendo el camino más angosto que antes, pero sus pies no se detuvieron, sonrió abiertamente al encontrar un hermoso claro, las grades y altas montañas cubiertas por un manto verde.


Quiso correr y sentirse nuevamente libre y estaba a punto de lograrlo, pero una gruesa y tosca mano sobre su hombro le hizo detenerse bruscamente, sintiendo un fuerte dolor impregnarse en sus débiles huesos.


-¿¡Eres tonto o qué te pasa!? –Sintió como su cabeza empezaba a darle vueltas, sin entender muy bien las palabras de aquel hombre. -¡Si no te importa tu vida para nada, debería cobrarme lo de la otra noche!


No pudo evitar sentir un fuerte escalofríos al ver como los ojos azules del varón se iban poniendo de un rojo brillante, quiso gritar al sentir aquellas manos desabotonando con brusquedad su camisa blanca, desabotonando con demasiada fuerza el botón de su pantalón, quiso resistirse, pero la fuerte mano del varón sobre sus muñecas tan solo empezaban a dañarle.


 


Siempre había odiado ser un doncel, un doncel débil y enfermo, insertó sus uñas en la piel de aquel hombre, mientras que su cuerpo empezaba a removerse con fuerza, intentando liberarse.


Quiso llorar al sentir aquella mano tomando su miembro flácido, tocándolo, mordió con fuerza su labio inferior al sentir como los labios del mayor, tan fríos, empezaban a marcar su nívea piel, intentó colocar sus manos sobre los hombros del varón, intentó alejarlo, agitó con fuerza sus delgadas piernas, quería huir, pero el rubio lo colocó sobre la hierba, mientras que ya lo había desnudado.


Naruto sacó de sus pantalones su miembro erguido y sin ninguna preparación, penetró al menor, Sasuke empuñó sus manos sobre la hierba verde, dejando que sus lágrimas le bañaran su rostro, al sentirse invadido, las fuertes estocadas que empezaba a sentir.


Pero no gritó, nunca gritó; más de sus labios brotaban un hilo de sangre.


Su cuerpo se estremeció con fuerza al sentir como su interior ardía y quemaba al sentir el espeso semen del varón ingresando en él. Cubrió su rostro entre sus brazos, dejando que sus lágrimas cayeran sobre la hierba verde, cerró sus ojos, no quería ver nada, no quería sentir nada.


Apretó sus labios sintiendo como su corazón enfermo empezaba a palpitar con fuerza, llevándose cada suspiro.


 


Naruto abrió a la par sus ojos y tragó duro al ver el cuerpo del doncel, desnudo debajo de él, se separó rápidamente, sintiendo como un balde de agua fría caía sobre su cuerpo, sintió un gran nuedo en su estómago al observar la entrada del menor que derramaba su semen con manchas de sangre, su pequeño y frágil cuerpo cubiertas por las marcas de sus manos, por marcas de sus labios.


Quiso sentirse un poco aliviado al no ver los ojos llorosos del menor, quiso, intentó sentirse mejor, colocó su mejor rostro de indiferencia y tiró sobre el cuerpo desnudo del doncel su saco, ocultando aquellas marcas que él mismo había hecho, pero el menor no se cubrió, el menor no se movió, tan solo se quedó ahí, tumbado, dejando que las lágrimas salieran de sus orbes oscuras.


El varón quiso tomarlo entre sus brazos, pero el menor empezó a temblar cuando él tan solo lo intentó, no dijo nada tan solo se fue de aquel lugar, sin siquiera voltear a ver a su esposo.


 


Empezó a dar demasiadas vueltas dentro de la sala, cuando el sol empezaba a ocultarse, Iruka se había quedado de pie en el umbral de la sala, observando como el rubio soltaba maldiciones, no pudo comer nada del almuerzo, terminó por concentrarse en los papeles que le había mandado su padre hace poco.


Sus mirada azul se fijó sobre el cielo oscuro, donde se sorprendió al ver que no había salido aquella luna que tanto había alumbrado la oscuridad.


Se puso de pie rápidamente, pero se quedó cerca de la puerta de su despacho, al escuchar como la puerta principal se abría y se cerraba suavemente, apoyó su frente sobre la madera de la puerta, escuchando los suaves y temblorosos pasos del menor.


Cuando salió pudo ver como Iruka se encontraba de pie en el primer escalón de la escalera, fijando su mirada sobre el cuerpo del doncel que había desaparecido hace poco en el pasillo.


-¿¡Qué le has hecho!? –El rubio abrió levemente sus ojos al escuchar la voz molesta del doncel, él nunca le había gritado. -¡Has abusado de él!


-¡Él se lo buscó! ¡Se fue de la casa sin avisar a nadie!


El rubio agachó levemente su rostro, soltando fuertes improperios para subir con pasos rápidos a la habitación, siguiendo los pasos del menor.


-Será mejor que le dejes dormir solo. –Naruto se detuvo a mitad de la escalera y volteo a ver al doncel. –No creo que se sienta mejor si te ve y aún menos si llegas a reclamarle que ha llegado tarde. Ve al cuarto de a lado, yo le llevaré unos ungüentos.


El doncel se alejó con dirección a la cocina, dejándole carcomerse por sí solo la cabeza y golpeó fuertemente la baranda del pasillo al oír los suaves sollozos del menor.


-No ganaras nada llorando. –El cuerpo del menor empezó a temblar al escuchar otra voz dentro del baño. –Tranquilo, ven te ayudare a salir. –Pero Sasuke no acepto la mano del mayor, con sus manos temblorosas tomó lentamente la toalla blanca para secar su desnudo y golpeado cuerpo.


Siguió con pasos lentos y temblorosos al doncel, acostándose lentamente en la cama, y sin soltar ningún quejido abrió las piernas, pero no pudo evitar arrugar su ceño al sentir un terrible ardor sobre su entrada.


-Esto puede arder un poco, pero te ayudará a cicatrizar rápido. –El mayor no pudo evitar sentir pena por el menor al escucharle soltar un leve sollozo, pero no hizo ni dijo nada, más termino de secarlo, de peinarle sus cabellos, de cubrir sus heridas y las marcas, le vistió con una de sus delgados y suaves camisones y lo dejó cubierto por las gruesas mantas.


 


-¿Cómo está? –Naruto se puso de pie, cuando vio al mayor ingresar a la habitación, pero se detuvo abruptamente al ver demasiada seriedad en sus ojos oscuros.


-¿Qué fue lo que te paso, Naruto? no pensé que sus heridas fueran tan graves, pero; ¡maldición! ¡Has abusado del pobre chico! ¿Has visto las marcas? –El rubio se mordió levemente el labio, sintiéndose molesto que el mayor le reclamara. –Sé que los donceles no tenemos muchos derechos, pero no merecemos que alguien nos trate de este modo. –El mayor se acercó hasta la puerta, dejando al rubio.


La noche pasó demasiado lenta para su gusto, cuando abrió sus ojos apenas e iba amaneciendo, se puso de pie para observar como las esponjosas nubes seguían opacando al hermoso cielo, dejando que las pequeñas gotas cayeran suavemente por la ventana de su despacho.


Negó lentamente mientras se daba fuerzas para ingresar a la habitación a recoger algo de ropa para luego esconderse en su trabajo.


Tomó una ropa limpia y no pudo evitar acercarse hasta la cama, para observar el delicado rostro del moreno, sintió un fuerte golpe en su pecho, mientras se mordía el labio al ver como una marca morada yacía en el largo de su cuello níveo y  negó rápidamente para salir de aquella habitación, sintiendo como empezaba a quedarse sin aire.

Notas finales:

Pues... ¿y qué les pareció? waaaa 

espero que les guste (:


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