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Virgo y Leo por J Aioria

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertencen son propiedad del maestro Masami Kurumada

Lentamente me levanto del suelo, y salgo de aquel baño, deseando que el León dorado no este, y para mi sorpresa no lo está, me dirijo a una de las dos camas individuales y me siento sobre una de ellas, observo un pedazo de papel que reposa encima de una mesa, lo tomo y leo su contenido.

 

Saldré a dar un paseo para conocer la ciudad.

Atte.: Aioria

 

Me siento aliviado ante el aviso de Aioria, coloco aquel papel en su lugar y observo detenidamente la habitación que supongo yo, compartiré con él. La habitación es algo amplia más de lo que se necesita para dos personas, el piso es de madera y las paredes son de un color café claro, la habitación cuenta con dos camas, una televisión, un pequeño sofá y un balcón que da vista a una parte de la ciudad.

 

Sin más me levanto de mi lugar y decido dar una vuelta por el lugar, salgo del hotel, comienzo a buscar la famosa plaza; verdaderamente me siento confudido  porque mejor no me asignaron a Shura en vez de Aioria, aunque no esta nada mal pasar un poco de tiempo con el leonino; con un poco de dificultad llego a la plaza de Cibeles, para iniciar la investigación de los documentos que desea el patriarca

 

Según el patriarca la plaza de Cibeles, antiguamente servía como un tipo de "refugio", para los espectros de Hades, y para lo único que me ha enviado a esta misión es para investigar, no entiendo el por qué yo necesitaba de un compañero para algo simple.

 

Al haber realizado mi labor comienzo la busqueda del camino que me llevara al hotel donde me hospedo.

 

Finalmente llego al hotel, tras haber hecho mi recorrido por los alrededores. Subo a mi habitación decidido a descansar, y si es posible tratar de meditar por la mañana.

 

Desde hace algún tiempo, no puedo dormir, pues el León dorado es aquel que se roba mi sueño; miro mi mano y brevemente recuerdo cuando Aioria tomo mi mano en el aeropuerto, e indeseablemente me sonrojo sin duda alguna es algo que atesorare.

 

~No, no Shaka tu no debes aceptar el sentimiento del amor, no debes~ escucho nuevamente el hablar de mi razón y no del corazón.

 

Aproximadamente era la una de la mañana cuando escucho el abrir de la puerta y este me despierta, de a poco abro mis ojos y observo en la oscuridad la figura de Aioria.

 

Repentinamente escucho el sonido del celular del León, y este asustado por el sonido sale de la habitación. Al parecer aquel que le ha llamado es Milo; transcurrieron al menos unos 15 minutos, y su conversación con Milo había finalizado.

 

El León entro silenciosamente a la habitación, ante mi atenta vista; no podía negarlo simplemente me gusta Aioria, para mi es el único ser que más he llegado a querer, sin embargo, aún no puedo aceptar del todo mis sentimientos por él.

 

Antes de seguir con su andar a su cama Aioria para en seco y mira directamente hacia donde estoy yo, trato de calmarme debido a que me he puesto nervioso y pienso que me ha descubierto observándolo.

 

-Shaka...- susurra el de leo acercándose a mí.

 

No doy respuesta y cierro mis ojos aparentando que duermo. Siento su respiración cerca de mi, y puedo pensar a ciencia cierta que me está observando, repentinamente siento como sus labios se posan sobre mis mejillas, y estas se tiñen de un leve color carmín, abro mis ojos y lentamente murmuro...

 

-Aioria- el de leo al escucharme pega un brinco del susto y cae al suelo.

 

-Pe...pensé que estabas dormido- dice aún en el suelo y con cara de asombro.

 

-Estaba- me levanto y enciendo la luz -¿estás bien?- pregunto extendiéndole mi mano para que se paré.

 

-Si- se reincorpora y evita el contacto con mi mirada.

 

-¿Qué es lo que estabas haciendo?- le pregunto buscando alguna reacción de ¿amor?.

 

-Yo...etto- comenzaba a titubear -verás yo...-.

 

-Tranquilo, no me des explicaciones, solo no lo vuelvas a hacer- susurro de manera fría, pero interiormente sabía que aquello me había gustado.

 

Sin más por aquella madrugada, ambos nos dispusimos a dormir, ese mismo día pero en la mañana, él no me dirigió la palabra ni yo a él, pues entre ambos se hizo un ambiente incómodo.

 

Los siguientes dos días se me hicieron eternos, puesto que aún se conserva esa incomodidad, pero lo curioso es que durante el día yo no estaba y en la noche si y Aioria durante la noche no estaba y en el día si. Aunque claro me ayudo un poco para encontrar esos documentos que el patriarca quería, sin embargo después de eso se desaparecía, admito que el León me preocupa por ese extraño comportamiento, pero, ¿qué podía hacer yo?,  no soy nadie como para decirle algo respecto a su comportamiento.

 

 

 

Notas finales:

Una pequeña aclaracion, conforme vayan pasando los capitulos voy a ir agregando las advertencias.

Gracias por leer.

 

 


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