Flash Back:
Cuando Ritsu tenía 8 años era sumamente curioso y había pocas cosas que lo asustaran; una de ellas era ver a su padre enojado, él siempre había sido muy estricto y algo frio cuando convivía con su único hijo y heredero, pero Ritsu sabía que lo quería, estaba seguro era por eso que trataba siempre de ser un niño bueno y no hacer enojar a su padre, sin embargo también estaba su incontrolable curiosidad que aunque era un rasgo común en un niño de su edad en el pequeño castaño siempre fue un poco más fuerte, es por eso que la noche en que conoció a Takano-san a pesar del ligero miedo que sintió, se animó a hablar con él y hacerse su amigo, el mayor despertaba mucho su curiosidad aunque no sabía porque.
Sin embargo había otro misterio que en ese momento llamaba más aún su atención, ¿Qué había en el despacho privado de su padre?
Explorar era una de sus actividades favoritas, y era por eso ya conocía casi cada rincón de la mansión Onodera o al menos los lugares que le interesaban; excepto uno: el único lugar prohibido, el despacho privado de su padre nadie más que él podía entrar ahí, ni siquiera los empleados podían hacerlo para limpiar, un día una chica nueva lo intento y eso significo su despido, Ritsu sabía que de ser descubierto en su pequeña travesura había problemas y muchos (aunque no imaginaba su magnitud real), su padre llegaba a casa a las 6 de la tarde y eran casi las 4…
Tenía un plan; no estaba seguro de que funcionara y muy en su interior esperaba que no lo hiciera: El despacho siempre se encontraba cerrado bajo llave y solo había dos formas de ingresar en el, la llave que siempre llevaba consigo Hiroto y la llave maestra que habría todas las habitaciones de la casa en caso de alguna emergencia, (se suponía que nadie además de sus padres conocían su existencia, así como que se encontraba oculta dentro de uno de los cajones de su madre), no sabía si en realidad esa llave también habría esa puerta pero…debía intentarlo.
Tan silenciosamente como pudo, despacio abrió la puerta de la recamara de sus padres, tal y como esperaba su madre se hallaba ahí como de costumbre a esa hora del día rezando. Sayaka estaba tan concentrada que no se percató de que su pequeño hijo entro al cuarto y que igual de silencioso cerró la puerta y se ocultó debajo de la cama.
-padre nuestro… -a el castaño no le gustaba para nada mirar a su mama ahí, arrodillada con esa expresión tan afligida pidiendo perdón frente al enorme cristo que pendía crucificado de una de las paredes de la recamara, de hecho lo detestaba ¿Por qué pedía perdón?, para el pequeño no existía persona en el mundo más buena que su madre, además siempre era lo mismo, ¿qué cosa tan mala había hecho?
Habían pasado cerca de 20 minutos que para el castaño fueron una eternidad y Sayaka seguía en la misma posición y no parecía tener intenciones irse, suspiro dispuesto a darse por vencido cuando alguien toco la puerta.
-Señora Onodera, llego Miyagi-san -indico una de las chicas
-llévalo a la sala de estar, enseguida me reúno con el -después de obtener la respuesta de la chica, Sayaka termino su oración y se persigno antes de irse, son la misma expresión en el rostro que tanto detestaba Ritsu
Espero un par de minutos después de que su madre se fue para salir de su escondite, seguía sumamente nervioso pero aun así se acercó cautelosamente al ropero, sabia el lugar exacto en el que su padre guardaba esa llave solo tenía que sacarla, pero se sentía observado por el Cristo que pendía de la pared, esa imagen lo asustaba no entendía como es que las personas buscaban refugio en esa imagen que para él solo refleja el dolor y lo crueles que podían ser las personas. Suspiro tratando de convencerse a sí mismo de que solo era una imagen sin vida que no podría hacerle nada o delatarlo; aun así durante todo el tiempo desde que tomo la llave hasta que salió del cuarto su mirada verde permaneció fija en el hombre crucificado, una vez fuera corrió tan rápido como pudo con el corazón latiéndole rápidamente.
A primera vista no parecía un lugar particularmente interesante, por el contrario el despacho parecía sumamente aburrido no tenía una gran variedad de muebles: solo el escritorio que el castaño ya esperaba encontrar y tres sillas, era un poco decepcionante y entonces se percató de que las paredes estaban casi totalmente cubiertas por libreros todos eran volúmenes de gran tamaño y muchos de ellos parecían ser viejos, a Ritsu le encantaba leer así que tomo uno de esos libros pero al abrirlo se dio cuenta de que estaba escrito en una lengua que él no conocía, lo mismo paso con muchos de los libros y varios de ellos estaban escritos en lenguas diferentes, no pudo leer ninguno ya que no conocía ninguna de esas lenguas, pero había una palabra que se repetía insistentemente en cada uno de los libros que abrió ‘’Sorath’’, reviso los demás libreros, aunque de forma superficial: llego a la conclusión de que dos estaban completamente dedicado a ese tema, Sorath; Después reviso los cajones del escritorio, tampoco parecía haber nada interesante, excepto ¿no era ese el anillo de su padre?, era sumamente extraño pues su padre casi siempre lo llevaba puesto lo observo con cuidado y vio que tenía algo grabado…Sorath…esta vez al pronunciarlo, una sensación rara recorrió su cuerpo, no sabía cómo definirla pero era parecida a lo que sintió la primera vez que vio a Takano, su curiosidad aumento le parecía sumamente extraño ver esa palabra una y otra vez, después abrió el libro que se encontraba sobre el escritorio como lo esperaba tampoco pudo leerlo pero la diferencia de los demás este tenía algunas hojas dentro que parecían ser la traducción de algunos párrafos:
‘’…por eso el pacto con un demonio no es imposible de romper aunque si difícil, primero debe conocerse el verdadero nombre de…’’
Había perdido toda noción del tiempo desde que estaba en el cuarto de sus adres, así que en ningún momento se detuvo a pensar en la hora y en que su padre podía llegar en cualquier momento, por eso no tenía idea de que ya eran más de las 6:00 y solo salto asustado cuando la voz furiosa de su padre lo atravesó quedándose dentro de su cabeza…
-¿Qué demonios haces aquí Ritsu? -estaba furioso, su mirada verde gemela a la de su hijo, ardía en ira y Ritsu estaba asustado, su padre lo tomo con demasiada brusquedad del brazo y lo saco de ahí
Lo regaño severamente como nunca lo había hecho, y por primera vez su madre no había abogado por el cómo normalmente hacía, por el contrario también estaba molesta, aunque en realidad se hallaba sumamente nerviosa, preocupada de que su pequeño hubiera descubierto un gran secreto, ¿pero cuál?, en el despacho no había nada mas que libris, ¿o no?...Sorath…
Fin del Flash Back
Hacía mucho que no pensaba en eso, de hecho no lo hizo desde el día en que paso; pero ahora parado frente a la puerta del despacho lo recuerdo llegaron a el de golpe y en segundos volvió a vivir ese día, e igual que entonces suspiro e introdujo la llave a la cerradura, la giro y nada, sonrió con cierta ironía tal y como esperaba esa llave ya no habría la puerta, muy probablemente la única que podía hacerlo estaría siempre en poder de su padre, bien ya encontraría la forma de entrar, por el momento podría investigar en otros lugares.
-Ritsu, que gusto verte, no has ido a la iglesia últimamente
-también me alegra verlo Miyagi-san -giro su rostro para responder el saludo, a diferencia de su madre a él no le gustaba llamarlo ‘’padre’’, o ‘’sacerdote’’, pues no creía que esa fuera la verdadera vocación del hombre frente a él, que a sus 35 años se veía aún más joven de lo que era en realidad, además de su alegre y juguetona personalidad era muy atractivo o al menos eso era lo que la mayoría de las mujeres que asistían a misa decían cuando él todavía asistía -es cierto, ya no he ido a la iglesia y no lo hare mas -desvió su mirada de la del mayor
-oh, ¿alguien ha perdido la fe? -más que una pregunta era una broma
-¿fe?, nada de eso simplemente he decidido ya no perder más mi tiempo -el tono en su voz y la expresión en el rostro del castaño hicieron que Miyagi se diera cuenta de que no estaba jugando, nunca lo había visto tan serio lo conocía desde pequeño y casi siempre tenía una sonrisa grabada en el rostro nunca esa oscuridad que atravesaba su mirada, parecía a punto de llorar
-¿de que estas…?
-¿Cuántas personas han implorado con fe a lo largo del tiempo?, ¿Cuántas de ellas han sido ignoradas?, sumergiéndose en el dolor y la desesperanza y a él no parece importarle, vea el mundo a su alrededor Miyagi-san, ¿cree que a Dios realmente le interesa? -rio con amargura -solo decidí ya no perder mi tiempo con alguien a que está claro no le importo y le aconsejo hacer lo mismo, desde hace años que consagró su vida a Dios, ¿no es cierto?, ¿alguna vez ha visto un milagro, realmente cree en ellos? -el sacerdote permaneció en silencio meditando las palabras del menor -espero verlo de nuevo Miyagi-san -partió sin agregar nada más dejando al pelinegro demasiado pensativo.
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-Hola, parece que buscas algo, ¿puedo ayudarte?
-Hola -le regalo a Amadeo la sonrisa más hermosa que el castaño había visto nunca, a sus ojos era tan sincera y tan inocente, la misma sonrisa que había corrompido a cientos de almas antes que él, un gesto tan estudiado y fríamente fabricado que no hizo sospechar en lo más mínimo al ángel, quien lo único que sintió era un calor naciente en su pecho algo…completamente nuevo -creo que si puedes hacer algo por mí.
Shouta le sonrió de manera coqueta, un gesto completamente lascivo oculto bajo la máscara de la inocencia; en solo unos instantes ese Ángel logro llamar por completo su atención, era sumamente hermoso y el deseo se hizo presente, ¿ya que estaba ahí porque no divertirse?, después de todo hacia mucho que ninguno de sus amantes lograba complacerlo.
-lo que sea, me encantaría ayudarte -tomo las manos del más bajo entre las suyas y Kisa sintió algo que nunca antes había experimentado, la vergüenza tiño sus mejillas de rojo dándole un aspecto aún más adorable, ahora Amadeo estaba seguro de estar ante la presencia más hermosa de la tierra y por su parte Shouta estaba cada vez más confundido ¿acaso él se había sonrojado?, un demonio de la lujuria mucho mayor y con aun más experiencia que el Ángel había sido intimidado solo con una amable sonrisa y el calor reconfortante con el que sostenía sus manos?
Tal vez la idea de jugar con él no era del todo buena, pues no debía olvidar que no estaba ahí solo para divertirse, tenía una misión y de fallar en ella seria severamente castigado y tratándose de Akira, el castigo seria por demás doloroso podía incluso destruirlo si consideraba que se equivocó en solo un detalle. Iba a olvidar su plan inicial y deshacerse del Ángel cuando noto una extraña fragancia en el aroma: la inocencia pura mezclada con la esencia del infierno, dirigió por instinto su atención al lugar del cual provenía el aroma y entonces logro divisarlo: un chico castaño de escasos 17 años, bastante lindo caminaba despreocupadamente dirigiendo sus pasos a la biblioteca hasta que sus miradas se conectaron, el verde de sus ojos aun poseía la mirada de un niño.
-es el… -Amadeo no se dio cuenta de que lo dijo en voz alta y tampoco se percató de la mirada sorprendida que le dirigió Kisa, tal vez si podría jugar un poco con aquel bello Ángel pues al parecer su objetivo era el mismo…