He salido del circo debido a la marea de personas que salían al terminar la función. Si por mí fuera, me quedaría ahí. He mirado al chico hasta que las circunstancias me lo han permitido. Sé que no es Paul, pero aun así me he sorprendido mucho.
En casa, no he logrado dormir. Pienso en muchas cosas, en Paul, en mi magia, en el trapecista saltando de un lado a otro y en la sensación de encogimiento que sentía cada que saltaba. Hace años que no siento algo así.
.- ¿se encuentra bien?- mi vecina pregunta cuando salgo en la mañana, seguro que no tengo un buen aspecto después de no haber dormido.
.- estoy bien, gracias por preguntar.- continuo caminando, no sé a dónde voy, pero necesito salir.Camino sin rumbo, sin detenerme. No quiero agobiarme con eso, pero es imposible no hacerlo, incluso para alguien como yo.
Nunca en todos mis años de vida he aprendido algo como lo que está pasando, que una persona sea idéntica a otra que murió hace mucho tiempo, no entiendo lo que está pasando. No sé si acercarme o no, si debo dejar las cosas como están. Además, debo tener muy claro que ese chico no es Paul. No puede ser Paul.
Ha anochecido ya, y de nuevo estoy en ese circo. Muchas personas han ido, y no me extraña, pues es toda una novedad que un circo de este tipo venga a parís. Esta vez, voy a un lugar más apropiado, a lo más alto de los asientos. De nuevo, la voz del maestro de ceremonias interrumpe las conversaciones y el show comienza. Esta vez, hay diferentes presentaciones a las de ayer. Hoy no hay payasos, ni felinos. En cambio, hay un show de tiro al blanco, bailes, y el camino de la cuerda floja. Los actos son tan estéticos, que a pesar de estar esperando otra cosa, no puedo evitar prestarles atención. Cuando la chica que se bambolea en lo alto de la cuerda cae, un gemido colectivo escapa del público, pero ella no llega al suelo. De nuevo, los trapecistas han llegado arriba sin que nadie los notara, y uno de ellos ha saltado para sujetarla. Comprendo entonces que es parte del espectáculo, pues la chica se ha integrado a las acrobacias en los columpios.
Y ahí está de nuevo, con un gesto de concentración que se ve gracioso en su rostro. No le presta atención al público, pues mira fijamente a sus compañeros. Yo me pierdo en la visión de su cabello agitándose de un lado a otro, en los movimientos suaves de su cuerpo al saltar. Cuando menos espero, el show ya ha terminado. Con un sentimiento de pesadez, me levanto cuando veo que ya no hay nadie en el escenario y las personas ya están en las salidas.
Al siguiente día, vuelvo ahí, y al siguiente. Cada día hay un orden y un show distinto. Cada día veo a ese chico saltar de un lado a otro. Siento que podría quedarme así por siempre, solo observándolo volar. Cada que termina, me siento decepcionado. Ha pasado casi una semana desde que voy todas las noches al circo, y todas las noches le veo, pero hoy pasa algo extraño. El tiempo del show casi ha terminado, y no hay rastro de los trapecistas. La función termina sin que ellos salgan a escena, y yo estoy completamente desilusionado. Por la mañana decido ir a hacer algo de magia, pues he notado que últimamente no he salido a hacer mis presentaciones.
Ya es algo tarde, y yo sigo ahí, haciendo magia en la calle. Hoy decidí no ir al circo. He logrado reunir a un pequeño grupo de personas a mí alrededor. No hay muchas personas en las calles el día de hoy.
.- ah, es increíble.- escucho la voz de alguien frente a mí. Levanto la vista del mazo de cartas que manejo, y casi le dejo caer. Él está ahí, frente a mí, con un suéter gris, y sonriendo. El parecido con Paul es realmente increíble. Sus ojos verdes me miran emocionados, expectantes. Yo he olvidado lo que hacía. El cabello de este chico es más corto, también tiene una estatura menor, y sus ojos son más verdes. Al final logro hacer el truco que intentaba. Le veo aplaudir, feliz. Paul casi nunca sonreía, mucho menos de esa forma.
Hago una reverencia y las personas se dispersan. El permanece ahí unos momentos, mirando con curiosidad. Yo también deseo observarle detenidamente. Tomo una hoja en blanco, arrugándola en mi puño, veo por su expresión que está atento a lo que hago. Cubro el papel con ambas manos, y con solo pensarlo, ya está.
.- extiende tu mano.- le digo. El obedece inmediatamente. Cuando yo abro las mías, un pequeño dragón de papel está en lugar del arrugado papel de antes. Sus ojos brillan, emocionados. Yo levanto mi mano hasta mi cara, y soplo, haciendo que el papel vuele hasta su mano. Un pequeño truco que uso con poca frecuencia.
.- que genial…- él se inclina y deja unas monedas en el sombrero que me permanece en el suelo, sosteniendo con cuidado el papel.
.- es para ti.- le digo, cuando extiende su mano para devolverlo.
.- gracias.- me dice, y se da la vuelta, marchándose. Yo quiero detenerle, decirle algo más, pero sé que si lo hago ahora, lo asustare. Él no es Paul, debo recordarme. Aun así, me siento más feliz de lo que me he sentido en mucho tiempo, tanto que a decir verdad no recuerdo la última vez que me sentí así. Por primera vez mi casa se siente menos sola, la comida más buena.
He amanecido de buen humor, de muy buen humor a decir verdad. Pasare la mañana limpiando, pues recién noto que hay demasiada suciedad en la casa. No uso magia para limpiarla, pues prefiero entretenerme en algo hasta la tarde. Cuando termino, hay tres bolsas de basura acumuladas, y ahora mis sofás son visibles, mi ropa en su lugar, y no hay nada sucio en el lavaplatos. Vaya, creo que he descuidado un poco este lugar. Tomo mis cosas y salgo, iré a mi lugar favorito para hacer magia.
El lugar es un malecón, junto al rio. Me gusta por el paisaje y porque me relaja demasiado estar viendo solo a las personas caminar. Las personas que van por ahí son más relajadas, por lo que se detienen más tiempo para ver lo que hago. Hoy solo necesito pliegos de papel y marcadores. Los dibujos que “cobran vida” siempre les gustan a todos. Hago casi dos horas de diversos trucos, y me han dejado una buena propina, así que también puedo pagarme una buena comida aunque ya haya pasado la hora. Estoy muy lejos del circo, pero si voy caminando llegare justo a la hora de la función.
Cuando llego, tengo que hacer fila para adquirir mi entrada. Faltan unos minutos, pues me he demorado más de lo que esperaba. Mi lugar favorito ya está ocupado, así que busco otro. A penas me siento y la función comienza. Para mi sorpresa los trapecistas inician el espectáculo. Las rutinas tampoco son las mismas, en los días que he ido, siempre es diferente. Eso no impide que me sienta decepcionado, pues no sé qué hare en lo que resta de la función. Tal vez sea mejor irme y volver mañana. Me quedo unos actos más, y al final me levanto. El pasillo que lleva a la salida está vacío. Camino por el, cabizbajo.
.- ah, tu… eres el de ayer.- levanto la vista cuando noto que se refieren a mí. Y si no pongo una expresión de completa sorpresa es porque tengo mucho control. Ahí está el, mirándome. Se ha puesto unos pants. Cuando le veo, el luce incomodo, como si no hubiera sido su intención decirlo en voz alta.
.- sí, yo soy el de ayer.- le digo, sonriendo. Él sonríe tímidamente.- tienes buena memoria.-
.- es difícil olvidarte... aunque suene raro si lo digo así.- se refiere a mi apariencia. Muchos me lo han dicho, pues mi cabello es pelirrojo, rizado y lo llevo largo, así que los rizos me llegan a la barbilla. Mis ojos son color miel, y junto a mi piel clara y mi estatura, dan un aspecto poco usual a mi persona.
.- ¿Qué haces aquí? Digo, el escenario y la función…-
.- ah, ya no me necesitan, así que salimos a despedir a los asistentes.- espera ¿Qué? ¿En serio? no puede ser que sea tan distraído como para no haberlo notado. La primera vez si vi que algunos payasos andaban por ahí, pero no pensé que también los demás. Eso de cambiar de lugar y salir por otro lado tiene sus ventajas.
.- entiendo. Ha sido realmente sorprendente lo que hiciste.- le digo.
.- también lo tuyo. Tu magia, es fascinante. Yo solo salto.-
.- de seguro es más difícil de lo que dices.- su voz también es diferente. Yo no puedo evitar mirarle fijamente, grabando cada detalle de su rostro.
.- ¿ya se iba?-
.- ah… bueno, no precisamente.-
.- ¿le estoy quitando tiempo?-
.- no, para nada.-
.- menos mal ¿le ha gustado la función?-
.- No tienes idea de cuánto.- oh, sí. Estoy coqueteando con él.
.- eso es bueno.-
.- ¡Kalet!- alguien grita de una de las carpas alrededor de la principal.
.- ¡ya voy!- grita el chico. Kalet…- lo siento. Mi nombre es Kalet, como lo pudo escuchar.-
.- si, lo hice.-
.- tengo que ayudar en algunas otras cosas…- me dice, volteando a ver las carpas.
.- entiendo, descuida.- doy la vuelta para marcharme, pero me detengo.- ah, lo olvido.- él también se detiene.- mi nombre es Merle Deville.- le digo, inclinándome y cuando me enderezo, extendiendo mi mano para saludar, extiendo una rosa color azul. Kalet la toma, dudoso, aunque en sus ojos también brilla la emoción.
.- ¿es…? ¿Una rosa? ¿Sabes que no soy una chica?- me pregunta.
.- créeme, lo se.- le guiño un ojo y entonces si me marcho, o no seré capaz de hacerlo después.
Hace doscientos años, había querido a Paul. Le había conquistado por mucho tiempo, y cuando pensaba que las cosas estaban bien, Paul se había suicidado. Sé que muchas personas le dijeron lo que yo era, y lo que yo pretendía con él. Para esas personas yo era una aberración, tanto peor porque me gustan los chicos. Durante los dos siglos siguientes la humanidad olvido, así que yo pase a ser solo un mito, solo un charlatán que se gana la vida en trucos baratos. Eso no me importo. Tal vez fue lo mejor si eso me permite ahora salir a las calles como si nada.
Los encuentros que he tenido con Kalet me han hecho pensar mucho en el pasado, en algo que yo no había querido pensar. Paul y Kalet se parecen mucho físicamente. El cabello, los ojos, la cara… no estoy seguro de lo que significa eso ¿acaso será algún descendiente lejano de su familia? ¿Paul tenia hermanos? ¿Primos? No lo sé, y es probable que nunca lo sepa, lo que es más, ni siquiera es importante. Si hay algo que la magia no puede hacer, es revivir a los muertos, eso al menos, los humanos lo recuerdan, pues no he visto ningún mago en sus programas o películas que lo haga, así que eso tampoco puede ser.
Estuve confundido los dos últimos días, sí, pero los dos encuentros con Kalet también sirvieron para darme cuenta de que él no es Paul. Paul no va a volver, y yo debo salir del abismo donde caí también. Además ¿acaso las personas no salen con otras que se parecen a sus ex? Esto vendría siendo lo mismo ¿No? Aunque hayan pasado ya dos siglos.
Porque me he decidido, voy a intentarlo, voy a conquistar a Kalet.
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.- ¡Kalet! ¿Qué haces?-
.- nada, ya voy.-
.- ¿Qué es eso?-
.- nada.- no intento ocultar la rosa que me han dado. No estoy muy seguro de que debo pensar al respecto. Mi compañera me ve fijamente.- ¿Qué pasa?-
.- estas rojo ¿tienes fiebre? Durante el show estabas bien.-
.- estoy bien, Alyssa.- Alyssa es una de las chicas que salta conmigo en los trapecios. Siempre me ha parecido una muñeca, con sus ojos azules y su cabello negro intenso, el maquillaje solo intensifica esa sensación. Hemos hecho eso desde pequeños, así que nos conocemos bien.
.- Morgan quiere hablarte.-
.- iré enseguida.-
.- Kalet… es muy bonita.- me señala la rosa antes de darse vuelta. Mi nombre es Kalet Dumont, trabajo en el circo desde que tengo nueve años. Actualmente tengo veintitrés. Morgan es quien dirige el circo, y me recogió de la calle literalmente, pues en aquel tiempo viví en la calle junto con un montón de niños más, no recuerdo como llegue ahí ni quien me cuido de bebe. Desde que recuerdo, buscaba comida de la basura, robaba a las personas y me metía en un montón de problemas con la policía. Morgan me ofreció todo cuando me atrapo robándole, yo solo hui. A los días me saco de un gran problema con la policía, y desde entonces se hace cargo de mí. Es la persona que yo más estimo.
Aunque en ese tiempo no tenía el circo, no me importo cuando me dijo lo que quería. Las personas en este lugar son muy agradables, todos somos una gran familia y no me disgusta para nada la vida que llevo, el circo es mi hogar ahora. Me gusta mucho la sensación de estar cayendo al vacío, el viento chocando contra mi mientras me suelto y salto, justo antes de que alguien me atrape o yo mismo me sostenga. Mientras este en el aire, siento que nada más puede pasar, que el mundo se detiene unos momentos. Solo el hecho de que otras personas dependen de mi es que no me quedo en mi pequeño mundo. Dependemos de que la otra persona te sostenga, confiamos todo a la otra persona y la otra persona confía en nosotros. Si no lo hiciéramos, el show no sería igual.
Mientras me dirijo a la carpa de Morgan, observo la rosa que me acaba de dar ese sujeto. Las flores no me gustan mucho, pero el origen y el color poco usual de esa rosa me hacen sonreír. No tiene espinas, y en cambio, tiene una nota. Curioso, no lo note la primera vez que la vi. La desdoblo solo para leer el nombre de él, Merle Deville. Su nombre es raro, y él lo es mucho más. Es alto, delgado y su cabello rizado esta impecablemente peinado. Eso en si no es extraño para mí, pues vivo en un circo y he visto de todo. Lo que me inquieta es su sonrisa y sus ojos, la forma en que me mira, como si viera más allá de mí con sus ojos, sus ojos que no expresan lo que dice, sus ojos que se ven vacíos a pesar de que sonríe, como si ha sufrido mucho.
Voy a mi carpa antes de ir a otro lado, pues no quiero cargar con la rosa por todo el circo. La termino dejando junto al dragón de papel que me dio ayer.
Si, Merle Deville es extraño, pero yo no soy quien para juzgarle, pues yo mismo tengo algunas cosas de las cuales no hablo a menudo. Si Merle Deville es extraño, yo también lo soy.