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Do you want some tea? / KaiSoo drabble por Lesly

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Do you want some tea?

En primavera, el resabio que JongIn dejaba en él se asemejaba al de un té negro sin pizca de azúcar. Siempre se unía a sus paseos por los jardínes del vecindario sin haber sido invitado. Tal parecía que no podía permanecer ni un segundo lejos de él, pues cada día buscaba el modo de seguirlo como su leal sombra.

Lo que le causaba tantas molestias no era el hecho de tenerle cerca, más bien, la carambola se sentimientos y sensaciones que ésto implicaba. Odiaba tener que actuar como si su sola presencia no le afectara al punto de querer lanzarse a besarle, debía fingir tranquilidad; y aun si era inconsciente de ello, también él buscaba estar cerca de JongIn.

Aquellos paseos bajo un dulce sol primaveral, se resumían en mejillas teñidas de un rojo vivaz, caminares torpes, silencios provocativos y flores arrancadas sin minuciosidad para ser dejadas en las manos de KyungSoo, quien al aceptarlas amenazaba con tirarlas a la basura una vez que llegase a casa, pero la realidad era que las conservaba junto a la ventana hasta que se marchitaran y sólo quedase polvo desmoronado en el alféizar.
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Sería una vil mentira decir que no se sentía agradecido cuando, henchido por una energía tan típica en él, JongIn lo arrastraba hasta su piscina para refrescarlo en los calurosos días de verano. Por lo general, JongIn prefería quedarse sentado a la orilla mientras le observaba a él nadar y zambullirse en el agua, ya que según él, no podía arruinar su bronceado perfecto.

Era un secreto bien oculto, pero a KyungSoo le gustaba admirar el pecho moderadamente tonificado del menor bañado por el dorado sol. A veces, cuando creía ser bastante evidente, se las arreglaba para salpicar a JongIn, de tal manera que quedara completamente bañado y ya no encontrara excusas para entrar con él a la piscina.

Podían gastar tardes extensas en compañía del otro. Jugando, bebiendo algo con hielo o simplemente conversando, pero sin importar cuántas horas transcurrían, para ellos parecían minutos cortos.

Por esa y más razones, en verano JongIn se sentía como un té helado de limón.
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La llegada del otoño vino acompañada de momentos dolorosos y lágrimas abundantes. Había muerto Zuki, el gato con el cual KyungSoo compartió casi doce años de su vida. Lo cierto era que se hallaba devastado.

Aquellos acontecimientos también le abrieron los ojos para percatarse de ciertas cosas. Por ejemplo, que nunca se había sentido tan afortunado de tener a JongIn a su lado. El menor sabía a la perfección cómo debía tratarlo; entendía que no necesitaba a alguien que lo hiciera reír ni que tratase de consolarlo con frases clichés. Pero tampoco deseaba estar solo, y JongIn nunca lo abandonó; estaba a su lado en todo momento, limitándose a rozar su espalda y escuchar su llanto sin juzgarlo.

Solían ver por la ventana las horas correr en el exterior; con una taza de humeante té de canela calentando sus manos y el galopeo de sus alocados corazones, producto de la cercanía entre sus dos cuerpos rígidos.

El otoño se despidió sin antes dejar nuevas sorpresas; como los nervios previos a las confesiones y la emoción del primer beso compartido.

Los abrazos para entonces ya no eran tan incómodos, aunque seguían percibiendo las cosquillas en el estómago cada vez que el contacto se efectuaba. El hombro de JongIn era su lugar predilecto para descansar la cabeza. Amaba sentir en cada inhalación la dulce fragancia del shampoo impregnada a la suave cabellera del menor.
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Cuando las primeras nevadas espolvorearon sobre las calles y JongIn advirtió a KyungSoo que se abrigara antes de su cita, él no hizo caso y terminó por pescar un resfriado. Aunque JongIn lo protegió con su propio suéter, ya era demasiado tarde y pronto se hallaba estornudando con la nariz colorada.

Pensó que JongIn se reiría en su cara y orgulloso, le diría algo como «es lo que ganas por no escucharme». Sin embargo se equivocó. En cambio, JongIn no se alejó de su lado ni un solo instante.

Durante las noches, antes de arroparlo bien en su cama, JongIn le hacía beber una taza tibia de té de limón con miel que él mismo preparaba y luego comprobaba su temperatura corporal. Si resultaba tener fiebre, se mantenía junto a él el resto de la noche, poniendo trapos húmedos en su frente y cambiándolos al cabo de cinco minutos hasta que la temperatura se normalizara.

Al despertar, KyungSoo se encontraba con una oscuridad absoluta inundando por completo la habitación, pero cuando su vista se adaptaba, vislumbraba el rostro pacífico del menor dormir a la orilla de la cama y el resto de su cuerpo exhausto tendido en la alfombra. Luego de deslizar los dedos con suavidad entre su cabello sedoso, se levantaba y con dificultad lo subía a la cama. En esas noches no existía mejor almohada que el pecho de JongIn.

Antes de dormir, recordaba los muchos «eres tan molesto», sustituidos por un «gracias por cuidarme» que salió de su boca y sabía que JongIn había escuchado por cómo sonreía con los ojos cerrados mientras lo estrujaba con cariño.

Así es como las mañanas enredado en frías telas, fueron reemplazadas por noches enteras bajo cálidas mantas, brazos protectores aferrándose y palabras susurradas al oído con perfecta elocuencia. Los amaneceres transitaban entre laxos murmullos y besos en la cara, además de los «cinco minutos más, por favor», que terminaban extendiéndose, de JongIn.

A esas alturas KyungSoo estaba convencido de que lo que existía entre los dos era amor, y ya no sólo el sentimiento tímido e inseguro de dos jóvenes adultos.

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D


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