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Somos Hermosos por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos :) Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén realizando!!!!

 

Saben? me encuentro muy nervios hoy :( mañana entro a trabajar y bueno... TENGO MIEDO!!!!! tirito entero y no sé... y si todo me sale mal? si mi jefe me odia y me trata mal? si mis compañeros se burlan de mi??? D: Lo siento por demostrarme tan débil, pero es que realmente estoy pasando un momento de mi vida que no sé qué quiero... Solo espero que lo que haga me lleve a la felicidad...

 

Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo, espero que les guste!!! :)

 

pd: en relación a lo que les comenté... quizás ahora esté muy ocupado, porque además seguiré estudiando, así es que no sé si pueda actualizar todas las semanas... haré todo lo posible por hacerlo, no se preocupen... no dejaré inconclusa la historia. SOlo que quiero que me comprendan si es que me tardo en alguna ocasión!!!

CAPITULO X: El feo tiene novio

Abrí los ojos y me encontré con el rostro ruborizado de Leandro, mirándome sorprendido, como si nunca se hubiera imaginado que hiciese tal hazaña. ¡Qué me deje de mirar! ¡Qué me deja de mirar! Estoy muy avergonzado, jamás me he atrevido a besar a nadie, si apenas he dado uno antes de esta ocasión y ahora realmente me siento estúpido, como un niño que tras hacer una pataleta, se percata que todos a su alrededor le vigilan. No, no puedo seguir en este lugar, así es que decido correr lo más rápido posible con tal de dejar a atrás al petizo, necesitaré mucho tiempo para que él olvide lo ocurrido.

La luz del sol invade ya todo el pueblo al lado del mar, mientras camino por las calles avejentadas del villorrio. Todavía no ha abierto ningún negocio, por lo que no he podido comprar algo para comer y mi estómago de gordo me reclama enfadado. Desganado y con la sola intención de evadir para siempre a Leandro, sigo mi rumbo sin saber adónde terminaré y es que ahora que lo pienso, no sé dónde estoy. ¿Dónde se encuentra el hostal? ¿La playa? Ya ni siquiera puedo ver el mar de lo lejos que estoy. Claro, ahora me doy cuenta lo beneficioso que es tener un celular, podría llamar a Andrés para que me diga cómo regresar, solo que no tengo uno de esos aparatos y ahora me desespero, ¿y si me quedo por siempre en este lugar? Nunca más veré a mis papitos, ni a Carlota, ni a Puchi con su hocico chueco. –Disculpe, ¿me podría decir cómo llegar al hostal de la señora Clemencia?- Consulto a una anciana que justamente salía de su hogar. -¿Clemencia? La única residencia que conozco con ese nombre está en el pueblo vecino… ¿Se vino caminando desde allá? Si ya casi está llegando a los cerros…- Primero pensé que era una broma de la mujer, solo que al ver la seriedad en su rostro, me percaté que tenía razón, que había caminado largos kilómetros sin siquiera saberlo. Para que luego digan que los gordos no hacemos ejercicios.

Como me lo indicó la viejecita, caminé directamente por la carretera, en menos de dos horas estaría de regreso donde me alojaba. Fue un verdadero suplicio hacerlo, ahora que estaba consciente del esfuerzo que debía hacer, parecía que todo me costaba el doble. Ok, no puedo esconderme de Leandro para siempre, más que mal vivimos bajo el mismo techo, así es que debo ser sincero y decirle que… que… ¿Qué tendría que decirle? ¿Por qué lo besé? ¿En realidad me enamoré de él? Cuando Alberto se confesó, yo sentí un júbilo enorme y le besé por lo feliz que estaba, luego nos fuimos a dar un paseo en unicornio por Paris, fue tan hermoso cuando decidimos comer las patas de la torre Eiffel, porque por si no lo sabían son de queso… Claro, en mis sueños, porque todo eso lo inventé, digo… es estúpido pensar que los franceses domestican unicornios. Eso es más bien inglés.

Bien, aunque me cueste, debo recordar que mi primer amor fue simplemente invento de mi mente desolada y que la única persona que me ha hecho sentir realmente enamorado, ha sido Leandro. Él ya se ha confesado, ¿por qué debo estar tan nervioso? Quizás este sea el primer paso para una relación, esa que siempre he soñado, el hombre con quien envejeceré como ha sido la historia de mis papitos. Sí, ese es el deseo que debo guardar. Aunque no sé por qué me siento como si le fuera infiel a Alberto, no puedo sacármelo de la cabeza, aun cuando sé que es todo una farsa. Son muchos años de engaño propio, supongo que me costará eliminar aquella costumbre tan arraigada.

¿Dos horas? Claro que no, terminaron siendo tres y cuando llego por mi fin al hostal, me encuentro con un desorden inmenso. -¿Dónde te habías metido? Nos tenemos que ir ya…- Me dice Andrés al encontrarme frente a aquella residencia de madera. Están las maletas afuera, al igual que el rubio y el petizo, solamente esperándome para que nos retiremos. -¿Y Ángela? ¿Dónde está?- Pregunto al percatarme de su ausencia. Aquí ha sucedido algo, eso lo huelo a lo lejos, me están ocultando un suceso importante. –Te agradezco todo lo que has hecho por mí, lo mucho que te esforzaste por convencerla a darme una nueva oportunidad, solo que a veces el corazón se manda solo y yo… me he enamorado finalmente de Patricia, es con ella con quien quiero estar…- Andrés se acerca para depositar su brazo en mi hombre, bajando la intensidad de su voz me revela el secreto de su corazón. Tal parece que eso se lo ha confesado a la castaña y por eso se ha retirado. Bueno, si él es feliz, yo también. Finalmente nos vamos, y durante todo el viaje siento cómo Leandro me observa, descaradamente y sin inmutarse, como si se burlara de mi huida furtiva. Intento en todo momento ocultarme en conversaciones con el rubio, para no tener que tocar ese tema tan delicado con quien besé. ¿Entonces estoy enamorado o no? Y si Alberto… no, no. Estoy loco.

Llegamos en la noche a casa, luego de un fin de semana lleno de emociones, y saliva. Como es costumbre, tuve que salir a la calle a buscar a mi madre, quien estaba completamente ebria tirada bajo un árbol de una plaza cercana, que en realidad es un sitio baldío con dos árboles secos. –Orlando y Pilar tienen razón… No soy más que desperdicio, ¿Cómo no van a sentir vergüenza de mí?... Tú también te avergüenzas de mi ¿verdad? Solo soy una vieja inútil y borracha…- Balbucea cuando intento levantarla, sintiendo su ropa impregnada en alcohol y también… orina. –No mamita, yo no siento eso por usted… Siempre la voy a amar, y estar a su lado, ¿ya?- Trato de consolarla a la vez que la levanto, intentando que camine por su cuenta. Si supiera lo mucho que me daña al decir algo así. Jamás sería capaz de lo que han hecho mis hermanos, moriría al saber que el débil corazón de doña Carmen vuelve a romperse gracias a uno de sus hijos. –No te quedes solo… el peor regalo que me podrías hacer es quedarte a nuestro lado para siempre. Haz tu vida y sé feliz, con eso me convertirás en la madre más dichosa del mundo… ¿Entendiste Janito?- Toma mi rostro con sus manos frías, buscando controlar su boca que se ha perdido gracias al licor. Dicen por ahí que los borrachos y los niños dicen siempre la verdad, si fuese así, mi madre acaba de revelarme su más anhelado deseo. ¿Será esta la respuesta a mis inquietudes?

Me quedo gran parte de la noche pensando en lo que mi mamita ha dicho. ¿Seré feliz al aceptar a Leandro? ¿Y con eso lograré alegrarla? Cierro mis ojos para buscar en mi interior aquel sentimiento que invade cada célula de mi cuerpo cada vez que me encuentro cerca del petizo, ese nerviosismo mezclado con ansias, el anhelo de poder verle una vez más. ¿Acaso no es lo mismo que sentía con Alberto? Aun cuando él sea una mentira, es lo más cercano a amar que he experimentado y si así me siento al estar cerca del ex esposo de Margarita, significa entonces que la conclusión a la cual he llegado en la playa, es cierta. Le amo y no hay nada que nos obligue a ocultarlo. Me levanto de la cama para ir donde mi amado, donde aquel que se ha atrevido a realizar la más grandiosa hazaña: quererme.

-Sé que serán muy felices… Hacen bonita pareja…- Escucho un susurro en la oscuridad, un sonido desconocido llega a mis oídos y me sorprendo cuando decido voltear. No puedo dar crédito a lo que acaba de ocurrir. –Esa… ¿esa es tu voz? ¿David? ¿Has hablado?- Digo atónito y es que el chico que no ha dicho palabra alguna en todo este tiempo, por fin se ha atrevido a regalarme el bello cántico de su boca. Aunque está oscuro, le veo sentado sobre su cama, un tanto apenado al percatarse lo que acaba de hacer. –Bueno, es que has estado toda la noche hablando sobre Leandro y creo que tu madre tiene razón… Si tú eres feliz, todos quienes te queremos también lo seremos…- ¿A sí? ¿Entonces no estaba pensando? ¿Lo dije todo? Antes de marcharme, abrazo al pequeño. Ha dicho que me quiere y eso alegra mi corazón como nada más puede lograrlo. –Ahora duerme, que mañana tienes tu primer día de colegio…- Le doy un beso de buenas noches en la frente, para luego arroparle. Debe descansar para poder estudiar correctamente.

Entro a la habitación que comparten el rubio y el petizo. ¿Será que tendré que llamarle de otra forma desde ahora? En fin, camino sigilosamente hasta llegar a la cama de aquel con quien deseo platicar. Le zamarreo un poco para que despierte. -¿Qué mierda quieres? ¿No ves que tengo sueño?- Responde groseramente, como nunca antes me había hablado. –Yo solo quería…- Balbuceo, solo que no aguanto la tristeza y decido marcharme. ¿Se ha enojado conmigo? ¿Ya no me quiere? –Lo siento… lo siento… pensé que eras Andrés. Nunca te trataría así… ¿qué pasó? ¿Necesitas algo?- Un brazo me jala tras salir del cuarto. Leandro ha aparecido en ropa interior, ha corrido para encontrarme y es que todo ha sido una confusión.

Intento armarme de valor para decirle que le quiero, solo que el vello en su pecho me desconcentra. Ahora que lo veo mejor, como hace tanta fuerza física en la construcción de edificios, ha logrado endurecer su cuerpo. ¡Madre mía! Se ve tan sexy solo con bóxer. Es pequeño, pero bastante bien formado. No, no Alejandro, no puedes ser tan pervertido en un momento tan importante. Ahora entiendo por qué los hombres heterosexuales se quedan mirando fijamente los senos de las mujeres, y es que no puedo dejar de observar la entrepierna de este hombre. ¡Yo no soy así! ¿Qué me sucede?

-¿Me tienes que decir algo? ¿O sólo querías verme con poca ropa?- Pregunta un tanto divertido producto de mi reacción. –Sí… o sea, no… no quería verte así… bueno, no es que seas feo… todo lo contrario, para mi tú… es que… pero no soy pervertido, te lo prometo… lo que ocurre, es que…- Me coloco tan nervioso que hablo como mi mamita luego de una botella de vino. No sé cómo construir una frase lógica, una que exprese eso que siento por él. -¿Quieres ser mi novio?- Pregunta de pronto, colocando su rostro serio e impresionándome por lo repentino de la propuesta. Ahora sí que me meo y es que es un sueño hecho realidad, el que un hombre quiera entablar una relación conmigo, con este ser tan feo y estúpido, es todo un milagro. –Obvio que sí, porque… te amo…- Digo sin pensar, solo dejándome llevar por la fuerza potente que invade mi cuerpo.

Mi amado me besa apasionadamente, reconfortándome en sus brazos, acariciándome con el calor de su pecho, ese que palpita incesantemente. Nunca antes había sido tan feliz, jamás en mi vida había experimentado tanta dicha, tanta que estoy a punto de explotar. Solo quiero reír, saltar por doquier y gritarle al mundo entero que amo a Leandro, que somos la pareja más hermosa y que estaremos por siempre juntos. Por fin yo, sí yo, el barrendero que apenas sabe leer, tiene un novio, alguien que le quiere libremente. Si nuestro amor terminara ahora, en este momento, no me importaría, porque este beso me haría recordarle por siempre.

Nuestros labios se separan y justo en ese momento, sentimos los brazos alegres de David y Andrés, quienes han visto todo lo sucedido, escondidos detrás  de las puertas de sus cuartos. –Muchas felicidades, sabemos que ambos serán muy felices juntos…- Nos dicen a la vez que se unen a nuestro abrazo, tal como si fuesen nuestros hijos. Observo a Leandro, no pudiendo creer que nos amemos y que seamos novios, dichoso de haberle conocido, lamentando el haberle rechazado en tantas ocasiones. Realmente esta noche no podré dormir, mi mente divagará en tantas direcciones distintas, que me será imposible conciliar el sueño.

~*~

Nos levantamos temprano para tomar juntos el desayuno, aunque nos bañamos por separado. El muy lujurioso me ha pedido en variadas ocasiones que nos duchemos al mismo tiempo. Yo todavía no quiero conocer su pepino, no me siento preparado para perder le virginidad, ¿dolerá mucho? Prefiero dejar esa posibilidad para nuestro aniversario, ¿Leandro podrá resistirse todo un año? ¿Yo lo lograré? Lo veremos en el camino.

Mis padres no saben que somos novios, así es que debemos llamarnos “mi amor” muy bajito cada vez que nos despedimos, darnos besos detrás de las paredes y tomarnos las manos debajo de la mesa mientras comemos. Debo reconocer que es excitante, como si fuese una misión ultra secreta. ¿Saben lo que ocurrió el otro día? Estábamos solos en la casa y decidimos tomar una siesta en su cama, nos abrazamos tiernamente, reposé mi cabeza en su pecho y me quedé dormido escuchando el encantador palpitar de su corazón. Al rato desperté y me percaté que no había sido el primero, ya que el pepino de mi novio estaba levantado de antes, aun cuando su dueño roncaba como lavadora vieja. Ok, yo también soy hombre y despierto así a veces, solo que nunca le había visto la erección a nadie más. Debo reconocer que dudé un momento, el de conservar mi virginidad por un año entero. –Podrías ayudarme a dormirlo de nuevo… Quizás con un besito de buenas noches, podrías…- El muy pervertido se dio cuenta que le estaba viendo la verga erecta y me ofreció que yo… yo… le hiciera una felación. Le golpeé fuertemente en el pecho y luego me fui. ¿Quién cree que soy? ¿Un prostituto? ¿Ah? Pues no, si Margarita le hacía esas cochinadas, pues yo no… porque no sé cómo se hacen. ¿Hay que usar los dientes?

Llevamos una semana como novios y han sido los siete días más felices de mi existencia. ¿Ya saben qué más hemos hecho? La otra noche fuimos a un bar a una cita de parejas, fuimos acompañados de Andrés y Patricia. Fue sumamente divertido, yo nunca antes había ido a un lugar así y todo era nuevo. Fue hermoso, aunque había mucho humo de cigarrillos… y habían muchos ebrios… y el baño estaba muy sucio… y encontré un condón usado en el lavamanos… y un mesero me dijo tarado… y Leandro le golpeó… y Andrés también… y Patricia también… y todos pelearon… y yo lloré… y me encontré un billete en el suelo… y fui feliz… y luego triste porque estaban todos sangrando… Bueno, en realidad tampoco fue una noche muy buena que digamos.

Eso sí, me sirvió para hacer las paces con el verdadero amor de mi niño. –Yo solo quiero su felicidad y antes pensé que eso lo lograría al lado de Ángela. Me equivoqué, lo siento mucho… Espero que puedas disculparme.- Fueron las palabras que le dije a Patricia mientras limpiaba sus heridas, al igual como tuve que hacerlo con los otros dos chicos. La muchacha simplemente sonrío y me dijo que nunca me había guardado rencor, que ambos buscamos la felicidad del rubio y que eso explica muchas acciones. –Yo le haré feliz, no descansaré hasta lograrlo… No te preocupes…- Fueron las últimas palabras que me dijo antes de marcharse esa noche. Estoy seguro que así será.

Cuando llegó el turno de Andrés para curar sus heridas, él seguía sumamente ebrio y así me habló, me dijo muchas cosas que escondía, aunque la última, esa fue la herida más grande que tuvo que soportar. –Yo, cuando era María… quedé embarazada, en esos intentos por ser una mujer de verdad, mantuve relaciones con un amigo y así, quedé encinta. Me arrepentí irremediablemente, y es que soy hombre, no puedo tener hijos… sentía que todo lo que ocurría en mi cuerpo era una tortura. No aguantaba más… Desesperado realicé lo primero que vino a mi cabeza, la solución que arreglaría todo mi padecimiento… Puede que me consideres un ser asqueroso por haber terminado con la vida de un inocente, y me lo merezco… no sabes cuánto asco he sentido de mí mismo por cometer tamaño acto.- Dijo sin esconderme ya nada, liberándose de un peso que le aquejaba durante tanto tiempo. –Todos cometemos errores, lo importante es sanar esa herida y seguir adelante… No hay nada que puedas hacer al respecto ¿o sí? Seguir mortificándote como lo has hecho no cambiará el pasado. Creo que es el tiempo para perdonarte, para asumir lo que has hecho y seguir adelante sabiendo que eres consciente de tus actos, que has errado, pero que te has podido recuperar…. Si te cuesta, si crees que no puedes con ello, siempre podrás contar conmigo. Pensé que eso ya lo sabías…- Acaricié su cabello corto, como a un pequeño cachorro indefenso. Si dejásemos de amar a todo aquel que ha errado, no podríamos querernos ni a nosotros mismos. Todos nos hemos equivocado, y aunque haya sido algo importante, es necesario que aprendamos a seguir adelante, asumir las responsabilidades y reconocer que no podemos volver a caer en ello.

Todo ha sido bello últimamente, el día de hoy lo he disfrutado mucho trabajando y es que al estar enamorado, hasta los retos de doña Petronila suenan a balada. Ahora camino hasta mi casa para preparar la cena y comer todos en familia, viendo los bellos ojos de mi amado, tomando su mano debajo de la mesa y sintiéndome la persona más dichosa de la tierra. Al abrir la puerta de la casa, me encuentro con una sorpresa, con un cabello extraño, una voz tierna y las risas de todos a su alrededor. –En serio, cuando fui a ese pueblo, una señora creyó que estaba endemoniado por el color de mi cabello, por eso llamó al sacerdote del lugar para que me exorcizara… tuve que correr como desquiciado para que esos dos no me hicieron esos ritos raros…- Es lo primero que escucho, antes que tanto mis padres, Andrés, David y hasta Leandro, comenzaran a reír descontroladamente debido al relato.

-Janito, mira… acaba de llegar tu primo Noah. ¿Te acuerdas de él? Es el hijo de mi hermana Sara… Ustedes jugaban cuando pequeños…- Mi mamita me comenta lo que ocurre en casa, al verme en el dintel de la puerta un tanto sorprendido. Así es que el chico de piel acanelada, brillante cabello azul, un tanto más pequeño que yo, de grandes ojos marrones y sonrisa fácil, es el mismo con quien mis hermanos jugaban en nuestra infancia, porque claro, a mí me dejaban de lado. Si mal no recuerdo, él tiene cinco años menos, por lo que debe estar bordeando los veinticinco actualmente. Como si fuese un pariente que quiere mucho, Noah corre para abrazarme y decirme que me echaba de menos. ¿Seguro? Si cuando era infante nunca me dirigió la palabra. Este sí que está raro, quizás el tinte en su cabeza le ha hecho olvidar lo mal que me trataba. –Un gusto en verte de nuevo…- Tuve que mentir por cortesía.

Cenamos juntos, escuchando las vivencias de mi primo. El chico terminó la escuela y decidió abandonar a los tíos, para recorrer el mundo como siempre soñó. Ha trabajado en los más diversos oficios, ha conocido muchos lugares, como las montañas, los mares, los lagos, los valles y los pueblos que nos nombra a cada rato. Yo ni sabía de la existencia de aquellas partes. Quedo boquiabierto al percatarme de lo emocionante que es su vida en comparación con la mía. -¿En serio no les molesta que me quede un par de semanas con ustedes? Es que estoy planificando irme por fin a Asia y debo trabajar para ahorrar el dinero del avión… y como en la ciudad pagan más, me vine para acá…- Comenta al finalizar la comida y es que claro, no lo hemos visto en más de quince años y ahora regresa solo para pedirnos un favor. Típico de las familias grandes. Mis papitos aceptan alojarle, más que mal, han dejado que viva con nosotros personas que no son nuestros parientes, con mayor razón aceptan a Noah.

Al final se arregla una nueva cama en el cuarto de Andrés y Leandro. -¿En serio me quedaré con ese guapo? Aunque es mayor que yo, se ve bastante excitante… ¿Sabes si tiene novia o novio? Porque me gustaría sudar a su lado... Sabes a lo que me refiero ¿no?- Son las palabras que me dirige mi primo antes de irse a dormir. ¿Qué? ¿Qué acaba de decir? ¿Qué le interesa Leandro? Claro que sí, no se puede estar refiriendo a Andrés, él solo tiene veinte. ¿Cómo se le ocurre fijarse en mi novio? Él es mío y nadie sudará a su lado más que yo… No suelo ser mala persona ni tratar descortésmente a nadie, solo que este mono de cabellera azul realmente me está ofuscando. Que ni se le ocurra seducir a mi hombre, que soy capaz de tomar un cuchillo y… y…. cortarle una uña, eso… Estoy descontrolado. No se metan conmigo. 

Notas finales:

Nos leemos!!! :)

Cuidense mucho y no se salten ninguna comida!!!


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