Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Somos Hermosos por jotaceh

[Reviews - 151]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola todos!!

Espero que se encuentren muy bien....

Primero que todo, me quiero disculpar con ustedes, por no haber actualizado en tanto tiempo... En realidad he estado muy ocupado y no había tenido tiempo para sentarme a escribir... Espero que puedan perdonarme....

 

Bueno... quizás ya saben a qué se refiere este capítulo... Lo inevitable ha llegado y bueno... es un adiós.

CAPITULO XV: Adiós.

Es como si me hubieran arrancado el corazón y lo hubieran depositado en una jaula lejana, apartada de todo contacto con el sol, frío e inhóspito, allí donde ya no podré recuperarlo. David se encuentra en peligro, asechado por los pensamientos insanos de una desquiciada, que no le dejará vivir en paz aquel amor que ha nacido en su alma joven. ¿Cómo puedo protegerle si ni siquiera me dejan verle? Por más que insisto, que grito y pataleo frente a los policías de aquel Centro de Menores, nunca me permiten visitarle, sin importarles lo mucho que le quiero, que para mí siempre será un hijo. La desesperación de sentirme amarrado de manos, sin poder ayudarle, es la peor de las sensaciones.

Por mi mente transcurren millares de situaciones, todas terminando en desastre, en un mar de lágrimas de quien no debería pagar por mis errores, por la animadversión que Margarita ha creado hacia mí. Es tanta la agonía, que muy pocas veces pienso en la traición de Leandro. ¿Para qué? Es estúpido, una guerra estéril, si jamás me quiso, ya da igual entonces lo que haya hecho conmigo, solo seguía las instrucciones de su esposa. Lo que si me causa curiosidad, es si al escapar con Noah lo hizo queriéndolo o simplemente son amigos. ¿Sigue amando a la desquiciada esa? ¿O finalmente sucumbió ante las bondades de otro hombre? ¿De mi primo? Intento no darle importancia, no recordar el rostro del petizo y es que eso significaría seguir alimentando un amor que jamás existió.

Lo único bueno de todo este tiempo, es que mi papito se está recuperando poco a poco, y no solo en relación a su cuerpo, sino que también anímicamente. Es extraño que lo piense así, pero nunca le había visto tan feliz, aun cuando ahora está postrado en una silla de ruedas y su esposa está internada en un centro de rehabilitación. ¿Cómo puede ser eso posible? La razón da igual, lo importante es que nunca me había sentido tan unido a él, jamás había experimentado ser amado por mi padre.

Esta mañana ha sido tranquila, acompañé a don Carlos al hospital y ahora me dedico a cocinar. Es difícil hacer algo con tan pocas verduras y mucho menos sin carne, pero supongo que adhiriendo algo de amor, además de agua, podré crear una rica sopa. –Creo que alguien busca allá afuera…- Escucho de pronto la voz de mi padre, quien indaga un poco a través de las cortinas. ¿Quién nos vendrá a visitar hoy? Es extraño, porque nunca nadie viene, especialmente dentro de la semana. ¿Se le habrán quedado las llaves a Andrés? No creo, si fuese así, Puchi no le estaría ladrando tan decididamente. Dejo la olla en el fuego para poder atender a quien quiera que sea. –Buenos días…- Digo mientras doy vuelta la llave en la cerradura de la reja, solo que tras levantar la mirada, puedo darme cuenta de quienes se tratan. –Hola primo, adivina… volvemos a vivir con ustedes. ¿No es una buena idea?- Dice alegremente Noah, como si fuese de lo más normal que quiera mudarse a nuestra casa, después de abandonarnos y acompañado por quien tanto sufrimiento nos ha causado.

Me quedo pasmado, omitiendo que está el de cabellera azul, mirando detenidamente a Leandro, ese que ni siquiera tiene la osadía de levantar la vista del suelo. ¿Cómo? ¿Cómo tienen el descaro de regresar después de todo lo que hicieron? Las palabras de Margarita rondan por mi cabeza, atormentándome con sus verdades. Él nunca me quiso, fingió todo ese tiempo, dijo que me amaba desde mucho antes, que me espiaba desde su casa y que así se terminó prendando por mí. Todas las palabras que me dirigió eran mentiras, los besos fueron actuados y el calor, un simple espejismo. En este momento debo parece un imbécil, aún más de lo normal, contemplando al petizo, revelando que todavía sigo amándolo.

-No… ustedes nunca más volverán a pisar mi casa. No después de todo lo que nos hicieron…- Escucho nuevamente la voz de mi padre, sin embargo, esta vez el tono es diferente. Grita enfadado, decidido a impedir que aquellos dos se entrometan en nuestras vidas. –Se lo suplicamos, por favor… estamos desesperados…- Las manos cálidas de Noah invaden las mías de pronto, asustándome y sacándome de mis divagaciones. Le veo arrodillado, mirándome con devoción, como si fuera el único en este mundo capaz de ayudarle. Mi corazón sucumbe ante su mirada, ante aquella demostración de dolor, de desesperanza. Si no soy yo ¿quién más podría socorrerlos? Mi boca está a punto de afirmar, cuando soy interrumpido una vez más por don Carlos. –No le creas Janito, ese es muy buen actor… Probablemente ya se han gastado todo el dinero y ahora no tienen más para sus vicios…- Pronuncia sin un poco de cuidado, no importándole lo que pueda provocar en quien es parte también de su familia. La casa es de mi papito, antes le he desobedecido, solo que ahora dudo mucho que sea posible evadirlo. –Lo siento…- Digo bajito, sin poder siquiera mirar a aquellos dos a los ojos, me da mucha pena saber que no puedo cooperarles, mas no puedo hacer nada. Intento cerrar la reja para así zanjar el asunto, solo que de la nada, sin previo aviso, me encuentro esta vez atrapado entre las manos de Leandro.

Sus dedos duros debido a los callos, quemados debido a tantas horas debajo del sol, aprietan firmemente los míos, temblando tan solo al saber que le tengo tan cerca. Arrodillándose tal cual como hizo su acompañante, intenta pedirme ayuda. –Sé que no nos merecemos nada que venga de ti, que nos aprovechamos de tu bondad, de tu pureza… Sé que te hemos hecho daño, que nos burlamos de ti aun cuando solo querías nuestro bien. Créeme que estoy completamente avergonzado y sumamente arrepentido por mis errores, solo que… no tenemos a nadie más a quien acudir… Puedes creerlo o no, pero la verdadera razón por la cual nos fuimos de tu casa, fue por las amenazas de Margarita. Ella quería que siguiéramos dañándote, que ambos iniciáramos una relación verdadera para sacarte en cara nuestro supuesto amor… Solo que no pude más, ya te había hecho sufrir demasiado y todo sería mucho más cruel… Sí, soy causante de la tragedia ocurrida con don Carlos… Fingí al enamorarte, al ser el hombre que lograra entrar a tu corazón. Seguí las órdenes de mi esposa, pero… ¿Cómo seguir perjudicándote después de darme cuenta lo bueno que eres?... Sé que no merezco tu perdón, ni mucho menos tu confianza, solo que ahora eres el único que puede protegernos. Margarita quiere encontrarnos para hacernos pagar por nuestra traición… Si no estuviéramos tan desesperados, no te pediríamos ayuda…- No sé si soy muy estúpido o crédulo, solo que el brillo en sus ojos me vuelve a engatusar y creo en cada una de sus palabras. En realidad se ve desesperado, además ¿cómo podría tener la osadía de enfrentarme luego de todo lo sucedido? Debe estar desesperado verdaderamente.

Finalmente intercedo ante mi papito para que ambos puedan quedarse a alojar. Algunos pueden decirme tarado, pero prefiero creer en la gente en vez de desconfiar. En esta vida se debe aprender a dejar de lado el orgullo y ayudar a quienes te rodean sin importar cuan enemigo haya podido ser en el pasado. Los humanos estamos hechos para vivir juntos, no podemos alejarnos por rencillas sin sentido. Don Carlos observa desagradado cómo su sobrino y aquel hombre que propició su accidente, ahora se instalan en la habitación que antes pertenecía a Andrés. Espero que el rubio no se enoje el tener que volver a dormir en mi cuarto, ya que prefiero que esos dos hombres habiten la misma pieza, antes de ser yo quien los acompañe. Sinceramente, no es que les guarde rencor, tampoco es que les quiera abrazar y dar besitos, solo que mantengo mi distancia, supongo que algo he aprendido. Debo ser gentil, aunque también es bueno tomar un poco de distancia. Ser sumamente bueno, te puede llevar a la maldad sin darte cuenta.

-Abra la boquita… ¿está rico?- Es lo que dice alegremente Noah, mientras le da comer a Leandro. ¿Por qué hace eso? ¿No ve que el sujeto es lo suficientemente maduro como para alimentarse solo?  Lo peor es que el petizo se deja, como si en todo este tiempo en el que han estado juntos, haya sido amaestrado perfectamente. Aunque todo haya sido una farsa, tal parece que realmente se ha creado el amor entre estos dos. Me quedo embobado mirándolos, demostrándose un amor puro, uno que no es de mentiras ni de ficción, lo único que he conocido en esta lastimera vida.

Mientras ellos se miman mutuamente, mi papito no puede si quiera comer, y es está asqueado con aquel repentino romance. Le conozco, y aquella expresión en su rostro significa que se le ha cerrado el estómago, gracias a lo empalagosos que son sus compañeros de mesa. –Después le voy a lavar el cabello y nos vamos a ir a dormir juntitos, ¿le parece mi vida?- Sigue diciendo mi primo, como si aquel que tuviera  a su lado fuera un bebé. Leandro responde un tanto apenado y es que se da cuenta que nos causa mucha curiosidad aquella cercanía tan extraña entre ambos.

Luego de acabar la cena, me dirijo hasta la cocina para fregar la losa, cuando de la nada aparece aquel que alguna vez fue el esposo de mi enemiga. Se ofrece a ayudarme con los quehaceres y yo no atino a nada más que aceptar. Los primeros minutos lo pasamos en silencio. Supongo que él está apenado por haber regresado a mi hogar, sabiendo que en un principio no sería bien recibido. Mientras que yo me siento cohibido, intento olvidar que alguna vez besé sus labios y acaricié su piel. Nunca me quiso y no lo hará jamás, de todos modos no puedo sacármelo de la cabeza. ¿Cómo podría olvidar el sentimiento que creo en mí tan prontamente? No, aunque me cueste reconocerlo, sigo enamorado de Leandro y el tenerle tan cerca, me perturba.

-Margarita siempre me dominó, desde que éramos novios en el colegio. Fue mi primer amor y quise conservar la ilusión de nuestra juventud. Nos casamos y tuvimos tres hijos, solo que jamás me amó como yo a ella… Creo que nunca pudo encariñarse con nadie, ni siquiera con aquellos que salieron de sus entrañas. Pareciera que solo tiene ojos para su padre, que era el único cariño que merecía su interés y por ello, se deshizo de todo lo que no le servía. Nosotros como familia, nunca le importamos… No solo regresé a este barrio por desesperación, para que nos puedas proteger, sino que también por estar cerca de mis hijos. Me arrepiento profundamente el abandonarlos, deben estar sufriendo en manos de esa desgraciada…- Escucho mientras el petizo seca los platos que yo anteriormente fregué. Debo suponer que quiere comenzar desde cero, contándome todo aquello que no se atrevió a revelar la primera vez que llegó a esta casa. –Me sentí aliviado cuando me contó la verdad de la relación con su padre, por fin confiaba en mí… solo que no lo hacía por ello, sino que para obligarme a introducirme en sus planes. Me contó que te detestaba, que hace mucho se había enterado que eras cercano a don Jacinto y que por ello, tras haber logrado lo que ella siempre quiso, decidió que tenía que eliminarte… Bueno, tú ya sabes… todos en este barrio saben que eres homosexual y así fue como se le ocurrió que tenía que enamorarte, que jugar con tus sentimientos como supuestamente lo habías hecho con los suyos, era la mejor manera de hacerte sufrir. Accedí cobardemente, no eras importante para mí, mientras que Margarita sí… por lo que no me importó jugar con tu amor…- Se detiene un momento, como si la garganta se le atrofiara y no pudiera producir ningún sonido más. La vergüenza debe estar consumiéndolo.

No digo nada, solo dejo que el silencio nos invada. Terminamos de lavar la vajilla, suponía que su relato quedaría en eso, cuando antes de retirarme soy detenido por sus brazos. Sin esperarlo, me abraza de una manera que antes no conocí, como un amigo, alguien que te estima mas no te ama. El contacto dura poco, sé que no me quiere confundir, aun cuando hace que mi corazón galope tan rápidamente como la primera vez que me besó. –Te quiero… quizás no de la forma en que te lo hice creer, pero sí como si fueras mi propio hermano. Hace muchos años que alguien no se preocupa tanto por mí… Eres la persona más especial que he conocido en mi vida y por eso me duele mucho el haberte hecho sufrir tanto. Sé que no lo merezco, sin embargo, me gustaría ser tu amigo… pertenecer a tu vida y pagarte con creces todo lo que has hecho por mí…- Termina de hablar, mirándome fijamente a los ojos. El brillo en ellos no me puede mentir, alguien no puede jugar tan cruelmente de esa manera. No, ahora sí está siendo sincero.  –No te guardo rencor… Creo que no lo podría hacer contigo…- Respondo secamente, sin poder elaborar más palabras.

-Tengo una duda…- Mi boca se mueve a voluntad propia, impidiendo que el petizo abandone la cocina. Desesperado le detengo, inconscientemente quiero ocupar esta ocasión para deshacerme de todas mis inquietudes. -¿Cómo entró Noah en todo este plan? ¿Por qué Margarita quería que ambos tuvieran una relación?- Saco a flote todo lo que venía guardando en mi interior. La curiosidad me ha ganado y ahora solo necesito respuestas. –Fue ella quien le pagó para que ingresara en esta casa. Buscó por todos lados a un pariente tuyo que cumpliera con las características que ella buscaba y cuando lo logró, lo metió a la fuerza en tu hogar… Desde un principio estaba escrito que quería sacarte celos, solo faltaba el actor, y ahí apareció Noah. Supongo que a él le sucedió lo mismo que a mí y tras conocerte mejor, fue incapaz de dañarte más. Aunque parece un poco frívolo, en realidad él es alguien muy cálido y ha aprendido a quererte… Es irónico ¿no crees? Margarita quería que nosotros actuáramos ser amantes, y finalmente… pues, nosotros… somos pareja…- Y aunque era obvio tras verles comer, el ratificar tan tajantemente su relación, produce cierto dolor en mi pecho. Es legal, ellos se han enamorado. Intento contener mi frustración, siempre es festejable el amor, aun cuando sea a costa del tuyo propio.

Mi primer amor fue una invención de mi mentalidad enferma, de mis sueños fantásticos, de una juventud que nunca llegó a aflorar. Alberto solo fue un espejismo, un montón de situaciones imaginadas y de sentimientos que solo podía elaborar en mis delirios. Ahora, cuando pensé que por fin había encontrado quien podía enamorarse verdaderamente de mí, resulta que todo fue un ardid de una mujer descontrolada. Leandro fingió amarme. ¿Qué es peor? ¿Mi propio engaño o el maquinado por terceros?

En la cena, tanto Andrés como Patricia, no pueden dejar de ver al petizo. No comprenden cómo está sentado nuevamente en nuestra mesa, cuando creían que ya jamás volverían a verle. -¿Y cuándo se dieron cuenta que estaban enamorados?- Rompe el silencio la novia del rubio, intentando entender aquel romance que a todos nos ha sorprendido. –Para serte sincero… en un principio este hombre no me gustaba, solo le seducía porque Margarita me pagaba muy bien. Luego de arrepentirnos, nos fugamos juntos y en todo este tiempo de fugitivos, entre problemas y sustos, creo que nació inocentemente el amor. Una noche, en un hotel de mala muerte, entré sin querer al baño, cuando Leandro se estaba duchando y bueno… Me gustó tanto lo que tenía entre las piernas, que creo que me abalancé contra su cuerpo, me quité el pantalón y le obligué a que me follara… sin lubricante ni nada, como dos animales salvajes… Tuvimos jornadas enteras de sexo, toneladas de semen y de sudor… Y bueno, creo que después de eso, nos enamoramos…- Escuchamos boquiabiertos, impresionados con la naturalidad con la que el chico de cabello azul cuenta sus intimidades. Rayos, ahora no podré sacarme de la cabeza aquellas imágenes.

Sin querer, me quedo pasmado mirando a Leandro, intentando descubrir cómo aquel cuerpo pequeño puede tener tantas relaciones sexuales seguidas. ¿En serio todo ese relato es verdadero? De pronto el hombre levanta la mirada y se percata que le contemplo sin siquiera pestañear. El rubor en sus mejillas aparece de inmediato, avergonzado tras los relatos que su pareja sin tapujos revela. –Lo siento… se me que ha quitado el apetito…- Dice mi papito antes de colocar las manos en las ruedas de su silla para retirarse a su cuarto. Para ser sincero, nadie en la mesa sigue comiendo tras los relatos que mi primo ha contado tan detalladamente. ¿Qué es eso del sesenta y nueve? ¿No era solo un número?

~*~

Luego de dejar a mi papito en el hospital, me dirijo hasta el Centro de Menores, para intentar ver a mi niño. Sé que no tendré una respuesta satisfactoria, solo que no me daré por vencido, aunque sea por cansancio, lograré que aquellos policías me dejen verle. Cuando entro, todo es un caos. Veo gente vestida de blanco correr de un lado hacia otro, mientras que algunos periodistas buscan respuestas. Los policías son incapaces de imponer el orden y todo parece un desastre. -¿Qué ha sucedido?- Intento preguntar a quienes transitan por ahí, solo que nadie se detiene a responderme. -¿Qué pasa?- Pregunto nuevamente, solo que pareciera que me he convertido en invisible. Camino entre la multitud alocada, sintiendo un peso en mi corazón, una sensación de inquietud que muy pocas veces he experimentado.

A lo lejos diviso a uno de los uniformados a quienes siempre pregunto sobre la posibilidad de visitar a David. Camino hasta encontrarle, aun cuando me cuesta unos cuantos empujones de aquella gente desesperada. –Disculpe… ¿Podría usted…?- Mas no puedo seguir con mi pregunta, me detengo en seco al ver la reacción de sus ojos al verme. Aquel brillo doloroso, aquel espejismo de pena termina por derrotarme. Me observa tal como muchos lo han hecho con anterioridad, apenados al darse cuenta de cómo soy, de lo desdichada que ha de ser mi vida. Aquel acongojo en mi pecho termina por aclararse. –No… Dígame que no…- Susurro al percatarme que Margarita finalmente ha actuado. Lo único que recibo como respuesta, es una palmada en mi hombro, lamentando lo que acaba de ocurrir.

La bulla desaparece, la gente corriendo a mí alrededor también, mágicamente quedo solo en este plano, sintiendo cómo mi respiración se agita y mis ojos se nublan. El piso tiembla fuertemente, intentando desequilibrarme. Dentro de la nada, encuentro algo, una camilla que se abre paso entre un mar de inciertos. La veo transitar lentamente, penosa como si sintiera la desdicha de mi alma. Camino a ella como si fuese el santo grial, el tesoro prometido. El amor de mi David ha sucumbido ante la maldad de una mujer insana, la pasión de un pequeño se ha visto truncada. ¿Cómo podré sanarle ahora? Mi pobre niño debe estar completamente destruido.

Quiero conocer su rostro… Es todo lo que mi mente produce. Necesito ver las facciones de aquel muchacho que robó el corazón de mi hijo. Aunque no debería interferir con los paramédicos, me armo de valor para levantar la sábana que cubre el cuerpo de aquel fallecido. Mis manos tocan la tela helada y sin medir en consecuencias, la halo con fuerza. Siento por un segundo que el mundo se detiene, que una eternidad transcurre en ese contacto. Finalmente la funda se desliza y quedo frente a aquellas facciones serenas, esa piel tersa, aquella boca dulce. No, no era el amor de mi pequeño quien se encontraba debajo de ese tejido…Sino que él mismo. El mundo se me viene encima, caigo estrepitosamente al suelo y desfallezco al saber que mi David está ahí, inerte y sin vida. Mi niño ha muerto, mi niño se ha ido y me ha dejado en la más dolorosa de las agonías. ¿Y ahora que voy a hacer sin ti? ¿Cómo se supone que debo seguir si has decidido marcharte? 

Notas finales:

Hasta pronto!!

Cuidense mucho!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).