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Somos Hermosos por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos :)

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo!!! Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo :P

Saben? ayer mi sobrino abrió una perilla de la cocina y comenzó a salir gas, como no tengo muy buen olfato, no me di cuenta.... tuvo que llegar mi papá para darse cuenta... justo en el momento en que ya me estaba quedando dormido... no me gusta alarmarme e.e pero quizás estuve a punto de morir D: o por lo menos terminar con un fuerte dolor de cabeza D: de todos modos... me dio miedo!!!!!! Eso..... mi consejo... No vivan con niños pequeños e.e botenlos... son asesinos en potencia... mi sobrino también me cortó con un cuchillo cuando tenía tres años D: D: haganme caso e.e

 

A leer!!!!

CAPITULO IV: Tengo sueño.

Me tapo los ojos con las manos, por sobre todo no quiero ver a Leandro desnudo. Si desea adentrarse en el sexo homosexual, debería ir con alguien más experimentado, no conmigo que ni siquiera sé cómo se colocan los preservativos. Estaba esperando lo peor, cuando escucho una fuerte carcajada. -¿En serio creíste que quería intimar contigo tan fácilmente? ¿Quién crees que soy?- Me dice mientras comienza a vestirse, mofándose de mi ingenuidad. ¿Qué quién es? Pues eso mismo me pregunto, porque solo sé que es mi vecino y de ahí hacia atrás, no sé nada más. Ahora resulta que mi mamita cree que es mi pareja y por ello, le ha facilitado vivir con nosotros. ¡Si es un completo desconocido! ¿Por qué este sujeto hace que me enoje tan rápidamente? Usualmente soy una persona serena.

Al entrar nuevamente a casa, nos encontramos con mi papito, quien acaba de llegar a casa. -¿Así es que eres el amante de un hombre casado? ¿Acaso no te da vergüenza romper una familia? Y además tienes el descaro de traerlo a vivir bajo nuestro techo… esto es el colmo.- Grita enfurecido el hombre de mostacho, y creo que tiene razones para hacerlo. ¿Qué debería responder? Si ni siquiera lo he traído hasta aquí, todo ha sido culpa de mi madre, ella tomó la decisión sin siquiera consultar. –Yo le dije lo mismo, cariño… en realidad no es honrado estar con alguien comprometido, mucho menos que tiene tres hijos… ¿pero qué iba a hacer? El pobre se ha enamorado, ¿eso es un pecado?... Además piénsalo mejor, así él estará con alguien que le proteja y cuide cuando nosotros ya no estemos… Ya no tenemos que sufrir al imaginar el futuro de nuestro retoño.- Intercede de la nada la esposa de mi padre, quien siempre tiene alguna palabra para convencer a su marido. ¿Eso quiere decir que me dejarán como el culpable  a mí? ¿En realidad ella no recuerda que fue su decisión traer a Leandro a casa? Me muero de la indignación al contemplar la escena. Muy mamá mía será, pero esta vez se ha pasado un poco con el trago.

-No, en realidad aquí ha habido un malentendido. Lo que sucede es que me he dado cuenta que soy homosexual y por ello he dejado a mi esposa, no creo que se merezca seguir engañada… para ser sincero, esa bruja no se merece ni siquiera que la miren, es una completa zorra… Pero lo que importa, es que no tengo una relación con Alejandro, ni nada por el estilo… Solo somos amigos. Yo trabajo en la construcción, y gano lo suficiente como para seguir manteniendo a mis hijos y aportar en esta casa… Les pido encarecidamente que me acepten, de lo contrario debería dormir en la calle.- Habla de pronto Leandro con un tono de voz distinto, más maduro y serio. Me deja sorprendido su sinceridad, pensé que se colgaría de las fantasías de mi mamita. Lentamente veo como las facciones de mi padre se relajan y ve de mejor manera la estadía de aquel sujeto. Respiro aliviado al darme cuenta que toda la mentira se ha revelado, y es que lo último que deseo es enfadar a mi papito, hacerle pasar un mal momento no me lo perdonaría.

Finalmente, debido a que siempre hace falta dinero en la casa, el dueño de hogar decidió aceptar al vecino. Ya somos cinco, contando con Andrés y Leandro, pareciera que nuestra familia vuelve a ser numerosa. -¿Pero mi hijo no te gusta ni siquiera un poquito? Si es porque está gordo, comienzo a esconderle la comida ahora mismo… ¿No le podrías dar una oportunidad? Si desde lejos no parece tan feo y si le cierras la boca, hasta parece normal…- Le suplica mi mamita al nuevo hospedado. ¿Cuál es su afición por buscarme un novio ahora? ¿Por qué siempre ha creído que necesito a alguien que me cuide? Puede ser que mi cerebro no funciona como el del resto, sin embargo, eso no significa que no pueda velar por mi propio bienestar.

Lo malo de todo el asunto, es que ahora somos tres personas durmiendo en mi cuarto, tres chicos extraños que deben decidir quién duerme en el suelo. –Insisto, yo he llegado hoy y no tengo problema en ocupar el saco de dormir… En serio, tú puedes ocupar la otra cama.- Discute el petizo a la hora de acostarse y es que le he propuesto pernoctar en mi catre. –Yo soy el menor, puedo perfectamente soportar la incomodidad del suelo… No se preocupen.- Hace su aparición Andrés, quien como ahora parece más hombre, busca desarrollar su caballerosidad. –Claro que no, no puedo permitir que una mujer duerma de esa forma… usted señorita quédese en su lecho a comodidad…- Le responde galantemente Leandro, como si quisiera coquetearle, cuando se supone que es homosexual… Porque lo es, ¿verdad? ¿O será bisexual? ¿O tan solo es amable? ¿O es un estúpido heterosexual curioso?

Observo la ofuscación en el rostro de Andrés y es que le molesta en demasía el ser tratado como en sus días de María. Aquella rabia se cuela entre mis venas y no tengo otra opción que golpear en la cabeza con mi almohada al hombre de boca floja. -¿Qué no te das cuenta que es un muchacho? ¿Acaso solo por tener senos le convierte en dama? Él está atrapado en el cuerpo de una mujer, nada más que eso… ¿Entendido? ¿O quieres otro golpe para refrescar la sesera?- Le enfrento con decisión. No sé qué tiene este chiquitito, que me dan tantas ganas de golpearle y maltratarle. ¿Será así cómo se sienten los matones de colegio?

Finalmente es el rubio el que duerme en el suelo, y es que como bien ha dicho, es el menor. A la hora de intentar dormir, me arrepiento profundamente el apoyar a aquel sujeto. ¿Les ha explotado una bomba a su lado? Pues así se siente cada respiración de aquel enano, cada ronquido que su pequeño cuerpo produce. Está bien, quizás no sea el único y yo pueda hacer aquellos sonidos también, solo que él le gana a cualquiera, parece una locomotora a carbón. ¡Quiero dormir! ¡Por favor! -¿Oye? ¿Estás despierto?- Escucho en medio de la oscuridad de la noche. Resulta ser Andrés, quien tal parece tampoco ha podido conciliar el sueño. Conversamos un par de minutos intentando buscar una solución a aquel problema. –El dormir bien debe ser un derecho universal… este hombre nos está torturando. La única solución que veo es matarle… tú lo inmovilizas, mientras yo utilizo un cuchillo, ¿vale?- Es la conclusión a la cual llega el vendedor, y cuando veo la hora en el reloj, entiendo su frustración. Las tres de la madrugada y mis ojitos no han podido descansar ni siquiera un poco. ¿La sangre no es tan fea no? Lentamente empiezo a ver cada vez más atractiva la idea del asesinato.

Un dolor en la cabeza logra despertarme. Los primeros momentos me cuesta abrir los párpados y situarme en aquel lugar. Finalmente siento los rayos matutinos tocar mi piel, los mismos que ingresan a través de una pequeña ventana. Siento un calor conocido, uno muy grato que hace mucho no sentía. -¿Qué haces aquí? ¿No crees que estás demasiado viejo para dormir con tus padres? Ya tienes treinta…- Es el regaño que recibo de mi papito, el mismo que me observa enfadado a morir. ¿Cómo ocurrió esto? Trato de hacer memoria y me acuerdo que desesperado por no poder descansar, destruido tras un día de trabajo, desesperado por un poco de sueño, sin siquiera pensarlo bien, tomé mis cobijitas y me dirigí hasta la habitación de mis papitos. Ahora despierto en medio de los dos, con la cara babeada como es costumbre y adolorido por el coscorrón que me dio mi padre. –No le pegues al niño… es el único que nos queda y podemos regalonearlo siempre. ¿Te acuerdas que cuando tenías pesadillas de pequeño siempre venías a dormir a nuestra cama?- Me sonríe mi mamita a la vez que acaricia mi cabello, siempre ha sido tan tierna conmigo, aunque jamás le había sentido el olor de su boca tras despertar. ¡Eso parece un bar! El alcohol se cuela hasta por sus poros.

Aunque tengo ojeras de mapache, salgo temprano de casa para ir a hacer un trámite. Es de vital importancia que llegue temprano y hable con aquel doctor, debo dejar en claro que mi Andrés necesita operarse rápidamente para ser como siempre ha deseado. Además debo llegar a la tarde a trabajar al centro comercial, si asisto nuevamente atrasado es posible que doña Petronila me despida. Llego al paradero y le consulto a una estudiante cómo llegar hasta la oficina de aquel médico. Jamás en mi vida he viajado hasta aquel lugar de la ciudad, allí donde los ricos viven y las empresas tienen sus oficinas. Solo conozco el lado pobre, donde vivimos los barrenderos y las sirvientas. Bueno, también acá están las prostitutas, pero ellas están en todas partes ¿no?

Tres autobuses y el metro, eso es lo que tuve que tomar para lograr llegar hasta aquel lugar. Todos se sorprendieron de mis reacciones mientras iba en el bus, porque tenía mi cabeza pegada a la ventana viendo cada uno de esos enormes rascacielos. ¡Cuántos pisos! Ni siquiera podría verlos todos de lo altos que son. –Qué campesino es aquel sujeto… Debe ser un retardado de esos… Que pobre viste, debe ser un callejero…- Escucho de pronto de aquellos rubios que están en la máquina. ¿Cuándo me trasladé a Rusia? ¿Por qué hay tanta gente pálida? Veo mi piel y parezco como si me hubiera quemado en el horno, yo soy el bizcocho de chocolate y ellos los de vainilla. ¿Será que mientras más blanco eres más dinero tienes? Si es así, estoy destinado a ser pobre, con lo moreno que soy.

Camino por aquel mundo extraño, donde no veo grafitis en las paredes ni mucho menos papeles regados por el suelo. Aunque tengo mucho sueño, no puedo cerrar los ojos, todo a mi alrededor es novedoso, extraño y diferente a cómo es el lugar donde moro. Llego a la dirección donde se supone que atiende el único doctor en el país que realiza las reasignaciones de sexo. Veo una mampara de vidrio y supongo que son de esas que se abren al acercarse a ellas, como las que hay al ingresar al centro comercial. Camino normalmente, feliz por llegar solito al edificio donde debía ir, cuando de pronto siento mi piel pegada al vidrio. ¡Madre mía! Mi nariz se siente delicada luego del impacto. ¿Por qué no funciona esta puerta? Si tienen tanto dinero ¿por qué no la arreglan? -¿Señor? ¿Quiere ingresar? Resulta que no cualquiera puede hacerlo, debe tener una tarjeta magnética o una autorización… ¿la posee?- Se acerca un guardia a hablarme, quien me mira de pies a cabeza, como si creyera que vengo a robar. –Quiero ver al doctor Eguiguren, ¿cómo puedo hablar con él?- Pregunto decididamente, a lo que el uniformado me responde que tengo que agendar una hora con su secretaria, a la cual debo llamar al número que me menciona. Lo dice tan rápidamente que no puedo recordarlo. ¿Comenzaba con cuatro? ¿O son omega?

Dos horas de viaje para que un estirado me dijera que no podía verlo, realmente me sentí perdido, ¿ahora cómo voy a ayudar a Andrés? Debe existir una fuerza celestial, una que puedes llamar de distintas formas, pero de que existe, existe, y es que cuando me retiraba me encuentro frente al doctor con quien quería platicar. Le reconocí gracias a las fotografías que vi de él en el cibercafé. -¿Usted desea tener una cita conmigo? ¿Debo adivinar? Ha sentido toda su vida que en realidad es una mujer, que su cuerpo no es el que quiere poseer y por eso quiere que le opere… ¿Estoy en lo correcto?- Me dice el hombre más alto que he visto en mi vida, es como uno de esos payasos en zancos. Pálido como la gordura de la vaca y rubio como la orina, tal como todos los ricos que he visto por estos barrios. –No… yo no me siento así… creo… Vengo a pedirle que opere a mi amigo, él tiene senos y vagina, pero no le gustan… o sea… en él no, en las otras chicas sí… ¿me entiende?- Respondo sinceramente y ni siquiera debo esperar un segundo para tener su resolución. –No- Es todo lo que obtengo y luego, el doctor se marcha como si nada hubiese sucedido.

¿Qué? ¿Cómo puede darle tan poca importancia a la felicidad de mi Andrés? Decidido a no rendirme, corro hasta alcanzarle y me arrodillo ante él, le suplico a sus pies que le dé una oportunidad a mi bebé, él necesita esa operación más que nadie. –Resulta que no es solo él, hay muchas otras personas que buscan lo mismo… Aunque, ¿qué estás dispuesto a hacer por la operación de tu amigo?- Me responde intrigado, esperando ansioso mis palabras. –Cualquier cosa…- Digo de inmediato y es que por la felicidad de quienes amo, soy capaz de todo.

~*~

Llego a mi casa muerto, ha sido el día en que más he trabajado en mi vida. Sin embargo todo lo vale y al ingresar a casa, sonrío como suelo hacerlo siempre. Me encuentro con mi madre tratando de esconder la botella de vino que estaba tomando. Obviamente noté que la escondió detrás del florero. Mi papito está sentado a la mesa, esperando a que llegara para que sirviera la cena, mientras Leandro y Andrés ven la televisión. –Les traigo una buena y una mala noticia, ¿cuál quieren escuchar primero?- Les digo tras cerrar la puerta. Todos me observan un tanto sorprendidos. -¿Por qué llegas tan tarde? Tengo hambre y todavía no he comido nada…- Es todo lo que don Carlos dice, ofuscado porque todavía no he cocinado. Usualmente llego antes que el cielo se oscurezca, pero hoy he arribado cuando las estrellas ya están titilando. –Entonces digo la mala primero… Resulta que han cambiado los horarios en el trabajo y por eso ahora deberé trabajar dos turnos todos los días, ya saben… a los pobres siempre nos explotan… La buena es que…- Me detengo un poco para ver la expectación de todos. –El doctor Eguiguren aceptó operar a Andrés… En tres meses más entrarás a quirófano.- Sonrío ante la estupefacción de mi bebé, realmente no lo puede creer y cuando se da cuenta que es verdad, corre para abrazarme, con tanta fuerza que apenas puedo respirar.

En la cena todo es felicidad y es que la emoción en el corazón de Andrés se propaga a todos quienes ahí estamos. –Este mundo va de mal en peor, ¿qué es eso que las mujeres se transformen en hombres?- Murmura mi papito mientras toma la sopa que le preparé. Es todo lo que dice al respecto y eso significa que algo de la alegría se le ha contagiado, de lo contrario hubiera dicho todo un discurso acerca de lo buenos que eran sus tiempos, cuando los homosexuales se hacían sacerdotes y las lesbianas monjas, cuando las mujeres escondían su lívido y los hombres las compartían con las prostitutas. Ya saben, antes había más moral que ahora y todos eran más felices. En fin, soy dichoso tan solo al ver los ojitos de mi bebé brillando cuales estrellas. Por ti hago esto cariño, te deseo lo mejor de este mundo.

Tenía tanto sueño, que no me importaron los ronquidos de Leandro y me dormí tan solo al poner la cabeza en la almohada. Lo malo es que tuve que levantarme a las cuatro de la mañana. Nunca antes había colocado el despertador tan temprano. Desde ahora tendré que trabajar el doble, solo espero que el doctor cumpla con su palabra y opere a Andrés, con eso doy por pagado todo sacrificio que haga.

Voy en el autobús, solo debido a lo temprano que es, apoyo mi cabeza en la ventana y contemplo las luces de los faroles, las estrellas brillando a los lejos y unos cuantos perros jugando con la basura. No hay ni siquiera una alma caminando por allí, solo somos el conductor y yo. Llego al centro comercial y me dirijo hasta la entrada de trabajadores, la que se encuentra por un costado. -¿Janito? ¿Qué haces por aquí tan temprano? ¿No te toca turno de tarde?- Me encuentro de pronto con Jacinto. Me habla un rato, tan solo que no le escucho, solo me lo imagino como una suave almohada, en la cual poder dormir. ¡Tengo sueño!

De pronto entiendo lo que mi amigo quiere decirme y caigo en cuenta de que estoy equivocado. –Se me había olvidado, no tengo que venir aquí, sino que a la consulta del doctor… Hoy estoy más tonto que de costumbre…- Le respondo al anciano, quien no entiende nada de lo que digo. –Resulta que tengo un amigo que tiene que operarse, pero hay muchas personas antes que él en espera… por lo que convencí al médico para que lo operara en tres meses, con tal de trabajar para él todo ese tiempo, de forma gratuita… limpiando su despacho…- Le respondo finalmente, diciendo las mismas palabras que el señor Eguiguren me dijo. Claro que estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de ver feliz a Andrés, por eso inventé que me habían cambiado el horario de los turnos. ¿Qué más iba a hacer? Hay gente que espera cinco años para realizarse la cirugía, eso es demasiado.  -¿Estás seguro de lo que haces? Trabajarás demasiado y no hay cuerpo que resista tanta presión…- Me dice Jacinto un tanto apenado, preocupado por mi salud. –No te preocupes, soy más fuerte de lo que parece…- Sonrío para convencerle y luego me marcho, no puedo llegar tarde a aquella consulta.

¿Han escuchado los llamados de las nubes? Ellas siempre te dicen: Ven a dormir con nosotras. ¿No las han atendido? Pues yo las he oído todo el día. Perro que veo me lo he imaginado como una peluda y cálida almohada. Ni hablar de los gorditos que pasan por mi lado, se ven tan agradables como un suave puf. -¿Qué estás haciendo? ¿Acaso no sabes trabajar?- Me reta doña Petronila al darse cuenta que he vertido la cera en el agua y ahora todo el suelo que he trapeado ha quedado relucientemente rojo. -¿Qué te sucede?- Me grita enfurecida la larguirucha, estoy seguro que pronto saldrán rayos de su cabeza. –Lo que pasa es que… mi mamita el otro día tomó el alcohol del baño y no era para tomar, sino que para las heridas… y luego… el burro se montó encima de mi prima Lucila en el campo, como tiene las orejas tan grandes y el hocico tan salido, creo que la confundió con una burra… Ahora lo más extraño es que todos sus hijos salieron orejones y peludos, ¿serán hijos del burro?- Respondo posando mi cabeza en el palo del trapeador, cerrándose mis ojos a cada rato. Luego me doy cuenta que mi jefa se va del lugar, enfadada a morir debido a mi estado. Tengo tanto sueño que ni sé qué digo.

El sol ya se ha escondido cuando regreso a casa, hubiera llegado más temprano, solo que me dormí en el autobús y llegué hasta un lugar donde las vacas estaban pastando. Ni idea cómo se llamaba el lugar, solo sé que un caballero muy gentil me llevó hasta el paradero de la locomoción. Llego a la calle de mi casa y cuando estoy a punto de arribar, veo a Leandro caminar en mi dirección. No entiendo nada, de pronto coloca sus  manos sobre mis hombros, aunque le cuesta porque es petizo, y me observa detenidamente a los ojos. –Lo siento mucho, todo es mi culpa… te prometo que hablaré con ella para que deje de molestarte… Te juro que estoy muy arrepentido, lo último que quiero es hacerle daño a alguien tan bueno como tú…- Habla acongojado, con la garganta tomada, a punto de llorar debido a la conmoción. Usualmente me dan ganas de pegarle, sin embargo, ahora solo quiero ayudarle, abrazarle para que no llore. ¡Odio que el resto esté triste!

No entiendo muy bien a qué se refiere, hasta que ingreso a la casa y Andrés me abraza, diciéndome que debo ser fuerte. En realidad esto comienza a preocuparme, ¿qué ha sucedido aquí? Tiene que ser algo muy grave, porque todos están apenados y lamentando mi situación. -¡Hay que matar a esa zorra! Primero envenena a los pobres perros, después querrá hacerlo con nosotros… Propongo que vayamos a la casa de Margarita para quemarla viva, ¿quién me acompaña?-Grita mi mamita como líder de pandilla, tomando los fósforos de la cocina y un palo de escoba. ¿Qué acaba de decir? ¿Qué sucedió con mis angelitos? Corro desesperado hasta el patio, eso debe ser una alucinación de la mujer debido al alcohol.

Lo primero que veo es a mi papito echando tierra sobre un hoyo. El hombre con mostacho me observa un momento, para luego seguir en la labor de enterrar a todas mis bellas criaturas. Mis piernas se debilitan a tal punto que caigo rendido al suelo. ¿Por qué le hicieron eso a seres inocentes? Mis perritos no le hacían daño a nadie. No puedo aguantarme y lloro sin control, ellos eran como mis hijos, parte de mi familia, los que me lamian el rostro cada vez que me sentía triste. Ellos me comprendían y escuchaban, ellos no me juzgaban ni se reían de mi estupidez. Ahora una mujer despechada, una que cree que le he quitado el marido, viene y me los quita sin compasión. Hubiese preferido mil veces que me envenenara a mí, antes que a mis angelitos. Lloro porque nadie tiene el derecho de dañar a las criaturas más puras de este mundo. 

Notas finales:

Nos leemos!!!! cuidense mucho y recuerden que los amo <3


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