Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Just for you. por luky_luze

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Hola gente bonita y pervertida de Amor Yaoi ÓvvÓ

Aquí, cumpliendo con mi cometido :3

No hay mucho que explicar, solo que como ya sabemos nuestro baka Taiga y hermoso Tetsu no nos pertenece, sino a sensei drogas locas Fujimaki -w-

Canción de donde salio este SongFic: Solo para ti, del grupo Camilia.

Notas del capitulo:

 

No tengo nada que decir, solo que espero les guste este ENORME fic, y no les sea tan tedioso la lectura uwu.

Demos inicio a este hermoso día de nuestro tigre con estomago sin fondo xD!

¡Feliz cumple Taiga! >3<

Una tenue luz podía filtrarse de entre las cortinas de la habitación. Sabía que… era demasiado tarde por la cantidad de pajaritos que cantaban en esa mañana, tenía una presentación importante, y esa dependía más de la mitad de su calificación final. Si no llegaba a tiempo, esos años de estudio y dedicación se irían a la basura. Algo que no podía permitir.

Entonces…

¿Por qué estaba esposado en la cama, solo con la mitad de su cuerpo cubierto por una fina y delgada sábana blanca y con los ojos vendados? Esos juegos, ya no eran de su agrado ni de su preferencia.

-…Ah…-

Un provocador gemido salió de sus labios. No tenía tiempo para jugar… pero al parecer su pareja no lo entendía. Nunca lo entendería y se lamentaba por eso.

-Ba-basta, t-tengo que ir a la universidad- exclamo, sujetando la cadena de las dos esposas con sus manos, aun cuando eso significaba lastimarse un poco las muñecas –po-por favor… ah, no… para… ah, Tai- arqueo la espalda por aquella corriente de placer. Dios, si continuaba así terminaría por, por…

Una risita divertida y provocativa salió de los labios contrarios, erizándole los cabellos al chico que estaba esposado a la cama –tus labios dicen que me detenga- una cabellera roja sobresalía debajo de la sabana que cubría el cuerpo del chico, le encantaban ese tipo de juegos –pero… tu y yo sabemos que tu cuerpo y mente dictan otra cosa- con perversión y lujuria sus labios tomaron la virilidad despierta del otro chico, mientras sus manos obligaban a abrir las piernas de su pareja para que no impidiera su diversión –relájate, siempre terminas disfrutando de mis juegos- alego, su lengua jugaba con el glande del chico, torturándole, amaba sus mejillas sonrojadas, sus ojos vendados con aquel pedazo de tela negra, y los pequeños gemidos de placer que salían de sus labios rojos y húmedos.

-Taiga…- gimió el chico, tratando de zafarse de su agarre –de-detente por fa-favor- aquellos ojos rojos tal fuego ardiendo le veían con intensidad y sadismo, podía sentir esa mirada en su cuerpo, sentía que le quemaba el alma tan solo con verlo. Simplemente no podían escapar de esa mirada y eso lo frustraba, se encontraba sometido, percatándose de como su cuerpo era manipulado al gusto del otro –ah…ah- más gemidos salieron de sus labios cuando su pene se vio envuelto por la húmeda cavidad bucal del otro, masturbándole para que su castigo fuera memorable.

Dominación y sumisión.

Dos palabras que describían perfectamente aquel escenario.

Lamia aquel miembro como si de una paleta se tratara, aplicaba de vez en cuando un poco de fuerza en la base para que el de ojos celestes pidiera clemencia, terminara con su tortura. ¿Dónde quedaría su reputación como dominante si le dejaba en paz?

No… tenía que dejarle claro que había cometido una falta grave. Le había desobedecido una orden directa, y por dios que lo castigaría tantas veces hasta que entendiera que…

A la cabeza del Clan Kagami no se le objeta nada. Mucho menos tratándose de su pareja.

¿Qué era tan difícil entender eso?

-Tai-Taiga, qui-quiero verte- pidió el peli celeste, llamando la atención de Kagami.

-Mmm, no- respondió el peli rojo, lamiendo lascivamente el lóbulo de la oreja de su pareja –claramente te dije que regresaras a casa tan luego salieras de la universidad, desobedeciste una orden directa Kuroko- ronroneo, mientras mordía sin ser brusco el cuello blanco y fino del peli celeste, encargándose de dejarle una notoria marca roja en esa zona –tendré que recordarte que a la cabeza del Clan Kagami todo el mundo le obedece, eso incluye a su pareja, lo sabes- agrego, descendiendo sus labios por el pecho del peli celeste hasta llegar a los botones rosas del menor. Lamio sus labios con hambre, ese chico puso su mundo de cabeza, pero no por eso iba a permitir que hiciera lo que quisiera.

Era uno de los jefes de la Yakuza más importantes de Japón, no podía permitir ese comportamiento tan liberal, mucho menos cuando su cabeza estaba en peligro, lo que menos quería era que involucraran a Kuroko en asuntos que a el –aun- no le corresponden lidiar.

-Pe-pero- trato de objetar el peli celeste –ah, ah… n-no hice nada malo ah, Taiga no me mu…erdas- se estremeció al sentir los dientes del otro mordiendo de líberamente uno de sus pezones –su-suéltame por favor, quiero to-tocarte-

-Está bien, está bien, te dejare libre pero aun no te quitare la venda- acepto, quitando con cuidado las esposas de las muñecas del menor, sus miembros rozaron entre sí, logrando provocar en ambos que una corriente eléctrica recorriera su cuerpo, Taiga fue el primero en recuperarse de aquella reacción, así que una vez el peli celeste enredo sus brazos alrededor de su cuello, se encargó de masturbar ambos miembros, logrando estremecer más a su pareja.

-Uh, Ta-Taiga me vengo, detente- amaba ver como su cuerpo se estremecía y retorcía de placer, pero amaba más cuando aquellos gemidos y jadeos chocaban en su oreja, ese chico le dominaba a su gusto.

-Córrete, no importa- contesto, besando de nuevo el cuello de su pareja, siguiendo con su barbilla, sus mejillas, hasta que termino en los labios ajenos, le beso con posesividad, ansiedad, pero con un infinito amor hacia su persona, aun sin dejar de masturbar a ambos. Los segundos pasaron y ahora lo que se escuchaba en aquella habitación eran gemidos y gruñidos de la pareja, no paso mucho tiempo cuando los dos habían acabado mezclando su sudor junto con sus esencias, y con uno que otro beso robado por el mayor.

-Te-tengo que ir a la universidad- exclamo cansado el peli celeste, tumbándose en la cama, con el cuerpo del mayor sobre el suyo –n-no puedo faltar-, agrego, al percatarse de las intenciones del mayor reflejaba en esos momentos.

-Tu no iras a ningún lado, Tetsuya- demando, poniéndose encima del peli celeste, viéndole con seriedad y autoridad –te quedas aquí hasta que yo lo diga- ordeno, besando con ansiedad el cuello blanco mientras posicionaba su miembro en la entrada del menor, estremeciéndole en el acto.

-S-si no asisto, re-reprobare el trimestre y… ¡agh!- ahogo un gemido al sentir como su pareja se abría paso dentro suyo –n-no vas a prepararme- logro articular, ruborizándose por sus palabras.

-Ya estas lo suficiente excitado Kuroko, no creo que sea necesario- respondió, entrando con suavidad en la cavidad del peli celeste, escuchando perfectamente un jadeo que trato de callar a toda costa mordiendo sus labios –no lo hagas, no deprimas lo que no puedes ocultar- pidió, besando las mejillas pálidas y el mentón del chico, para después robar un beso de aquellos labios rojos. Entrando de una sola embestida en su interior.

-Du-duele- susurro cohibido el peli celeste, abrazando al mayor por la espada, rasguñándole al ser víctima de una segunda embestida, pero está más profunda y sin vacilaciones, llegando un poco más afondo –n-no te muevas- ahogo otro gemido placentero, podía sentir la humedad de sus lágrimas sobre aquel pedazo de tela.

El sadomasoquismo nunca iba a ser lo suyo.

-Terminaras por acostumbrarte- alego el peli rojo, tomando con firmeza las piernas blancas del peli celeste, abriendo más su compas para tener mayor accesibilidad de su cuerpo. De manera lenta y certera una serie de embestidas arremetían contra el cuerpo de Kuroko. Esa lentitud y estrechez comenzaba a alterar a Kagami, pero no podía desahogarse con su pareja, por más bruto e insensible que sea, prometió que nunca lastimaría a Tetsuya, no importara lo que pasara.

Aun si eso significaba dar su vida por la del peli celeste.

Iba a cuidarlo y atesorarlo pasara lo que pasara con él.

-Kaga… Tai… me… yo… ah, ah- incoherencias salían de los labios del menor, lo que significaba que estaba acostumbrándose a su brusquedad –n-no tan fuerte- pidió, la tela que hasta hace unos segundos cubrían sus ojos celestes se fue deslizando hasta llagar a su cuello. Ahora que no tenía nada que tapara su mirada pudo ver el ceño fruncido del peli rojo cada que su miembro entraba y salía de si, se estremeció un poco al tener la mirada imponente e intimidante conectando con la suya, quería escapar de aquellos ojos rojos que ardían como si del mismo infierno se tratara, pero a la vez no porque sabía que si lo hacía nunca podría encontrarse de nuevo con su pareja.

-Tetsuya…- gruño el peli rojo, embistiendo con mayor fuerza las caderas del peli celeste, viendo como un hilito de saliva se deslizaban de los labios de su pareja, seguía estando tan apretado como la noche anterior –e-estas apretado- jadeo, cargando un poco el cuerpo del menor, sus labios mordían sin piedad alguna los botones rosas del peli celeste, que apenas lograba mantenerse consiente.

-Ma-más rápido Taiga- gimió, enredando sus dedos en las hebras rojizas del tigre, abrazándole con fervor cuando una de esas envestidas toco su punto sensible –a-ahí, d-da ahí otra vez- ordeno, sus orbes celestes reflejaban lujuria mezcladas con otros tantos sentimientos y emociones, principalmente amor.

-Y decías que no querías hacerlo- se burló el mayor, besando con delicadeza los labios ajenos, los cuales unos segundos después le correspondieron de igual forma –te has vuelto demasiado lascivo desde que nos conocimos- agrego, lamiendo con gula el cuello blanco del menor.

-¿D-de quien crees que es la culpa?- reclamo el menor, siendo cargado por el peli rojo, apoyándose sobre sus hombros para que no pudiera desmayarse –y-yo no era así, Taiga-

-Lo sé- respondió, acariciando la espalda del peli celeste –y me enorgullezco de ser yo el que te volviera así- siguió, tirando un poco de las hebras celeste para que pudiese ver el rostro sonrojado del menor –te amo-

-Yo también te amo, Taiga- respondió, aferrándose con mayor fuerza al peli rojo, comenzaba a sentir un pequeño cosquilleo de bajo de su vientre y las embestidas desenfrenadas del mayor que arremetía contra él no lo ayudaban en nada, lo que significaba que pronto terminaría –m-me vengo- susurro el su oído, logrando erizarle los vellos de la nuca al peli rojo, dios, no terminaba por acostumbrarse a la sensual voz que podía salir de aquellos labios cada vez que terminaban de hacer el amor.

-Igual yo- respondió el peli rojo, afirmando con más fuerza la cintura del menor, no quería acabar sino hasta que llenara completamente al peli celeste, asegurándose de que la descendencia del Clan Kagami estuviera asegurada –recuerda tu promesa Tetsuya-

-Y-yo no prometí nada Taiga- reprendió el menor, avergonzándose por lo que el otro le hizo jurar anoche –no, no me siento listo aun- siguió, bajando la mirada apenado.

-Lo estás, eres fuerte y… estas a poco de graduarte de la universidad- respondió, viendo fijamente al menor.

-Pero no lo hare si seguimos haciendo esto y más en días que tengo algo importante en la universidad- agrego Kuroko.

-¿Sabes? Puedo comprar todos los títulos que yo quiera, ventajas de ser de la yakuza supongo- alego, viendo con una sonrisa divertida al peli celeste.

-Pero yo no mmm… ah- gimió al sentir la esencia caliente del mayor llenándole con fuerza, con aquello corriendo de entre sus muslos fue como el también llego al orgasmo, corriéndose entre sus vientres, a veces el mayor podía ser tan brusco en la intimidad

–Ta-Taiga- jadeo.

-El heredero del Clan Kagami está asegurado- afirmo el mayor, saliendo lentamente de la cavidad ajena, ayudando al peli celesta a acostarse de nuevo en la cama, seguido de el para después cubrir a ambos con las sabanas del lecho –en tres meses será la boda, ¿has pensado donde quieres que sea nuestra luna de miel?- pregunto, acariciando los cabellos húmedos de Kuroko

-Quiero que se en la isla donde me llevaste la primera vez que estuvimos solos, como pareja- contesto, viendo ilusionado al mayor.

-Le diré a Midorima que comience con los preparativos entonces- agrego, besando la nuca del peli celeste –lo que digas y mandes, se hará- siguió, mordiendo sin ser brusco la parte trasera del cuello del menor.

-Entonces… déjame graduarme por mis propios méritos sin que mi novio o sus amigos se metan-

-Pero…- trato de objetar.

-Por favor…- pidió el menor, viendo esperanzado al mayor –sé que si hago esto, Taiga-kun se sentirá orgulloso de mi como yo lo estoy de el- siguió, levemente sonrojado.

-Pero… yo ya estoy orgulloso de ti, Tetsuya- alego, tomando el rostro del menor que seguía sonrojado –lo estoy desde el momento en que llegaste a mi vida- siguió, viendo con amor aquellos ojos celestes -¿lo recuerdas?- pregunto, abrazando con posesividad al peli celeste.

Kuroko iba a responder cuando el timbre de su celular indicando llamada entrante le interrumpió –Taiga… déjame ir a contestar- pidió, pero en vez de lograr que le soltara, el mayor le abrazo con mayor fuerza, importándole poco el dolor que le producía en sus caderas al tener sus manos aferradas a su cintura.

-Creí haberte dicho que tu no saldrías a ningún lado, cuando digo a ninguno, es ninguno Tetsuya- alego el mayor, claramente enojado por aquel idiota que se atrevió a interrumpir aquel momento intimo con su pareja.

-¿Y si se trata de algún trabajo importante? Por favor Taiga, déjame ir a ver quién es- el peli celeste se giró para ver los ojos rojos del mayor, acariciando sus mejillas –al menos… sino pude ir a la universidad hoy, déjame hacer mi trabajo- agrego, besando el cuello del mayor para que le dejara ir a ver de quien se trataba.

-Está bien, si lo pones de ese modo- se rindió al final, soltando la cintura del menor aun enojado y frustrado. Tetsuya al fin se levantó de la cama, caminando con un poco de dificultad por el dolor no tan intenso de sus caderas, andar de un lado al otro por la habitación, desnudo y siendo observado fijamente por su pareja se le había vuelto tan normal que ya le era un hábito no cubrirse cuando terminaban de hacer el amor –pon el altavoz, quiero escuchar la voz del imbécil antes de que aparezca en la bahía de Tokio- ordeno, levantándose un poco de su lugar aun sin apartar la mirada del peli celeste.

-¿Qué ocurre Aomine-kun?- pregunto el peli celeste con teléfono en mano, mientras se colocaba la camisa de Kagami sobre su cuerpo.

-Más te vale que sea importante Ahomine- se quejó el peli rojo, una vez el peli celeste había regresado a la cama junto a su lado.

-No molestes Bakagami- alego el moreno del otro lado de la línea -…Tetsu, ¿estas ocupado?-

-Lo estaba- alego enojado Kagami, con cierto toque de ironía en su voz.

-No, no lo estoy Aomine-kun- contesto el de ojos color cielo, pidiendo con la mirada a Kagami que guardara silencio y que no peleara con el moreno -¿se les ofrece algo?- pregunto, esperando una respuesta del otro lado de la línea.

-Es un trabajo sencillo en realidad- contesto Aomine, exhalando un poco cansando y molesto por aquella situación –se trata de un par de Norcoreanos corruptos que están de “visita” en Tokio- siguió, soltando el humo del cigarro que tenía en la boca –los hemos estado estudiando estos días, y tal parece que su seguridad es mínima. Queramos o no, ese par son un estorbo para el clan ¿si entiendes?- explico, esperando que el peli celeste agregara algo.

-Sí, comprendo- respondió el peli celeste serio, siendo visto analíticamente por el mayor –ya sabes el procedimiento Aomine-kun- siguió, viendo a los ojos rojos de su pareja –quiero el dinero en la cuenta de siempre y encárguense del resto ustedes- agrego.

-Recibidas un mensaje en 15 minutos con toda la información que debes saber Tetsu- contesto el moreno.

-Está bien-

-Okey, te veo después Tetsu- siguió –otra cosa, dile a Bakagami que deje de ser tan ruidoso, ladra más que un perro en celo-

-Tienes agallas para hablarle así a tu jefe, Daiki- alego, enojado con su subordinado.

-¿Crees que me importa?- con aquello último, el moreno colgó dejando la habitación con un pequeño silencio.

-Tengo que irme- esta vez no era una opción, era una orden. Se levantó de nueva cuenta de la cama, pero esta vez se dirigió a la ducha, cinco minutos después salió con una toalla en su cintura y otra en su cabello, después del fondo del armario que compartía con el peli rojo saco de su estuche dos armas de distinto calibre, una de calibre 37 y la segunda era de calibre 18, termino por colarle el silenciador respectivo a cada arma, mientras esperaba el mensaje de Aomine.

-¿No vas a llevarte la automática?- pregunto aun en la cama Kagami.

-Soy asesino profesional Taiga, no un asaltante de bancos o tanques militares. Entre mayor discreción tenga, menor posibilidad de ser capturado tengo- contesto el peli celeste, viendo por la mira el alcance que tenía.

El peli rojo se frustro más de lo que ya estaba –eso no era lo que quería escuchar Tetsuya- reclamo.

-Lo siento- se disculpó el peli celeste –pero ya oíste a Aomine-kun, la seguridad de esos dos norcoreanos es mínima, no tengo que hacer un gran revuelo para terminar con la vida de aquellos que atenten con la seguridad e integridad del Clan- agrego, viendo al peli rojo.

-Estoy pensando en despedir a los incompetentes que tengo por empleados- acoto enojado el mayor –si su seguridad es como dicen, ellos mismos pueden eliminarlos, no tienen por qué meterte a ti en eso-

-Lo hicieras o no, es mi trabajo de todos modos-

-¿Sabes? Estas colmando mi poca paciencia, Tetsu-

-Es tu culpa por contratarme en primer lugar- alego el peli celeste, besándole con cariño una de las mejillas al mayor -…si no te gusta, puedes despedirme, de todas maneras haya fuera tengo más clientes que solicitan mis servicios-

-Y todavía te burlas de mi- el peli celeste alzo los hombros –no puedo despedirte, por más que quisiera. Terminaste siendo mi pareja, y aun así me cobras por tu trabajo-

-Bueno… ser entrenado en Rusia, y trabajar para ti tiene sus desventajas- volvió a besarle, pero esta vez un poco cerca de sus labios –no te enojes, sabes que el dinero que tengo es en caso de emergencias, además, no quiero que mi hijo dependa del dinero de su padre-

-En todo caso, ese dinero es suyo- murmuro el peli rojo, atrayendo por la cintura a Kuroko, obligándole a que soltara la toalla que cubría su cuerpo, hasta tener a disposición de sus labios y el cuello del peli celeste –te quiero aquí en dos horas, aun no terminamos con lo que empezamos-

-¿Sabes? Tengo dos armas en ambas manos, no estás en condiciones de exigirme algo Taiga. No sigo órdenes de nadie, mucho menos cuando se trata de mi trabajo y de cómo hacerlo-

-En dos horas si no está tu trasero en este departamento, iré por ti hasta donde estas y matare a todo el mundo hasta llegar a ti, sean inocentes o coreanos ¿te quedo claro?- mordió con fuerza el cuello del peli celeste, hasta hacerle sangrar un poco.

-E-esta bi-bien- respondió con algo de dificultad –a-a cambio quiero la cena lista, y una malteada de vainilla-

-Me parece justo- beso por última vez con desesperación los labios ajenos, hasta que decidió dejar libre al peli celeste.

Orgulloso de él, si, lo estaba. ¿Qué si le asustaba perderle? No… Tetsuya era un asesino profesional, es más probable que el termine asesinado a todos antes de que le toquen un cabello, era un chico que a pesar de tener que asesinar gente para sobrevivir, estudiaba para ser algo mejor y no estar estancando.

Esas fueron sus palabras cuando se conocieron hace ya algunos años, cuando apenas Kuroko era un estudiante de preparatoria. Si, las cosas cambian, para bien o para mal, siempre lo hacían.

Prueba de ello era el chico que tenía frente suyo, el cual cubría su cuerpo solo con una sudadera y un pantalón de mezclilla. Tenía que pasar desapercibido, no era como si su habilidad especial de aparecerse donde quiera no le hiciera la tarea más fácil. No podía correr ningún riesgo, no cuando estaba a meses de casarse.

-Deja de preocuparte, se lo que hago. Llevo años asiéndolo- aseguro el peli celeste, terminando de guardar sus dos armas principales dentro de su sudadera, un par de navajas de defensa personal ocultas entre los bolsillos traseros de su pantalón y otro par de navajas abanico dentro de sus tenis –además, si las cosas se ponen feas llevo el celular, aunque hasta ahora no he tenido la necesidad de usarlo. Aomine-kun estará al pendiente si algo sale mal, por algo lo sigues conservando-

-Ya lo sé- alego el yakuza –dile a Ahomine que si algo te pasa, me las cobrare con él y lo que más quiere y que no estoy jugando- el peli celeste asintió, besando su frente –en cuanto te vuelvas mi esposo, despídete de tu trabajo, tus días como asesino se acaban en cuanto firmes el acta de matrimonio. No voy a arriesgar a la matriarca del Clan Kagami y la persona que asegura la descendencia del mismo-

-Me voy, no olvides lo que acordamos- se despidió Kuroko ignorando eso último, molestando al mayor que sabía que nunca iba a obedecer esa orden. Matar ya era una cualidad de Kuroko que nadie podía quitarle, mucho menos su prometido.

Salió de la habitación principal mientras se ponía su intercomunicador de tras de su oreja, esperando indicaciones del moreno.

“Cuídate” a comparación suya, Kuroko era un chiquillo, no podía fiarse tan fácil de él, solo con 23 años y todo lo que ha tenido que pasar. Le preocupaba su seguridad y esa terquedad que se cargaba el muchacho. Jamás pensó que terminaría por arrepentirse en contratarle en primer lugar, no podía arriesgarlo más de lo que ya lo exponía simplemente con tenerle como pareja.

Un yakuza y un asesino.

Una combinación singular y sin precedentes. Era obvio que en cuento supieran lo de su matrimonio, más de uno iría por Tetsuya, algo que no permitiría, costara lo que costara.

“Tengo que hacer algo con esa terquedad suya, enserio” pensó para sus adentros, saliendo de la habitación principal únicamente con una bata cubriendo su cuerpo, suspiro… no podía estar con la guardia baja, no podía permitir que alguien lastimara a Kuroko, reconocía las cualidades del menor y admite que cuando se conocieron le dio miedo en algún momento, pero…

Era la persona que amaba, era su prometido y en unos cuantos meses sería el segundo al mando del Clan Kagami, además de que en su interior, estaba completamente seguro de que se formaba su primer hijo.

Lo encerraría de ser necesario, pero de que Tetsuya dejaba de andar por las calles asesinando a sus enemigos, lo dejaba.

-¡Maldición! Aomine dijo que no era del otro mundo esta reunión- se quejó, pateando una lata de refresco mientras caminaba por aquel callejón oscuro, sin intención alguna de la luna por iluminar su camino –Tks, esos malnacidos, ya me las cobrare después- hizo presión con su mano a la herida que tenía en el antebrazo izquierdo, una maldita bala perdida había rozado su cuerpo.

“Voy a matarlos” pensó, buscando alguna calle segura para llamar al moreno, estaba cansado, enojado y no tenía el tiempo del mundo para desperdiciarlo rondando por las calles de los suburbios más bajos y de mala muerte de Tokio.

Una tormenta se avecinaba, los relámpagos y truenos se lo confirmaba, con mayor razón no podía seguir jugando a las escondidillas, tenía que actuar rápido antes de que esos italianos acabaran con él y su clan. No estaba para juegos, tenía que salir de ahí lo más pronto posible. Camino y camino, con la intención de perderse y mezclarse entre la gente, no quería una persecución innecesaria.

“Tengo que apurarme, ya no tengo balas” eso era lo peor que pudo pasarle. Quedarse sin municiones.

Cuando vio que ya estaba lo suficiente lejos de lo que había pasado en aquella bodega, fue como pudo respirar tranquilo, pero aun dolía su herida en el brazo, tuvo que pasar por varias calles con tal de que le perdieran la vista esos infelices, no podía correr o armar un alboroto cuando estaba completamente desprotegido. Hasta que, después de varios minuto llego a lo que su parecer era un parque abandonado y sin iluminación alguna.

Entonces lo vio.

Un chico de complexión delgada, de piel blanca como la leche y con unos llamativos ojos celestes, tan limpios y relucientes como el cielo en primavera, sentado en una banca del fondo del parque, sosteniendo una sombrilla de color negro con la mano izquierda mientras con la derecha sostenía un libro de literatura japonesa.

“Un ángel” o ilusión, quien sabe, a veces se odiaba por ser tan maldito curioso, en especial cuando eran momentos importantes o cuando su vida dependía de mantenerse en ese instante oculto. Con sigilo se fue acercando hasta donde estaba el chico de ojos celestes y cabello de igual color, al parecer aún no se percataba de su presencia, ni siquiera cuando estaba ya sentando a un lado suyo.

Iba a abrir la boca cuando el chico le gano –sostén mi libro unos minutos por favor. No permitas que le caiga agua, sino te las veras conmigo- advirtió el chico, levantándose de su lugar, entregándole en la mano la sombrilla a Kagami el cual no supo cómo interpretar eso, si como una amenaza o sugerencia. Aquello le molesto mucho, ¿Quién se creía ese mocoso?

-Oye…- le llamo, el chico se giró para verle -¿sabes si quiera con quien estás hablando?- pregunto, nadie en su sano juicio no sabía de su existencia, es más… lo conocían por ser el dueño de una “empresa publicitaria reconocida en Japón” ¿Qué onda con el muchacho?

-¿Acaso importa?- pregunto el peli celeste, viéndole fijamente, aquella mirada le estremeció. Hace unos segundos aquellos ojos mostraban un lindo brillo pero ahora mostraban frialdad y seriedad –haz lo que te digo a no ser de que quieras una bala en el trasero- ordeno, en ese momento la tormenta comenzó, la lluvia caía con agresividad. Pudo ver gracias a la luz de un rayo que el chico hablaba enserio. Se quedó en shock cuando el peli celeste saco de lo que antes era una sombrilla común y corriente para él una katana masamune, impidiendo así que Kagami –y su preciado libro- no se mojasen por la lluvia con el resto de la sombrilla negra.

-¡¿Pero qué…?!- se calló cuando la mano mojada del peli celeste le cubrió la boca, era demasiado suave.

-Enserio, comienza a molestarme esa explosividad tuya- alego el peli celeste –guarda silencio ¿quieres?- agrego, separando su mano de la boca del peli rojo que aún no terminaba de asimilar lo que acababa de pasar. Pasaron unos minutos en los que ambos, Kagami y Kuroko no dijeron algo más. Le parecía extraño todo esto al peli rojo ¡¿Quién demonios en su sano y justo juicio llevaba consigo una sombrilla que se convierte en katana?! Bueno… no es como si él y sus subordinados no llevaran algo para protegerse, pero eran ARMAS no objetos pulso cortantes, mucho menos una KATANA, con el tiempo tenías que aprender a ser discreto y a no llamar la atención de las personas.

-Shhh, no digas nada- susurro el peli celeste, apuntando con la katana un punto indefinido. El peli rojo, curioso de saber qué es lo que tanto señalaba el otro, busco con la mirada aquello, se sorprendió un poco al ver varios puntos rojos en aquel callejón oscuro, pero no eran cualquier puntos rojos, no. Esos eran de armas de alto alcance, maldita sea, bajo la guardia de nuevo –te sugiero que si las cosas se ponen feas y una bala llega hasta aquí, pon la sombrilla como escudo, se lo que digo. No te muevas hasta que yo te lo diga- agrego, en ese momento otro rayo ilumino la oscuridad de la noche, mostrándole por fin a Kagami que, como mínimo habían 20 hombres apuntándoles a ambos, odiaba tanto quedarse sin municiones.

-Les agradezco que hayan llegado hasta aquí, pero… no tengo tiempo para lidiar con ustedes ahora- comento el peli celeste, acercándose a paso lentos hasta donde estaban aquellos hombres.

-Tks, danos a Kagami Taiga- ordeno el que pareció para el peli celeste el líder de esos hombres –vamos niño, no tenemos toda la noche- agrego, el peli rojo no comprendía nada de aquella situación.

Una risita malvada salió de los labios de Kuroko –yo no soy ningún niño, en unos meses ingresare a la universidad- agrego, corriendo hasta donde estaba aquel hombre, golpeando con el mango de la katana (tsuka) la cara del otro, logrando dejarlo noqueado -¿alguien tiene algo que agregar al respecto?- pregunto, tirando al suelo al hombre, mirando siniestramente a los demás sujetos que tenía frente suyo.

Antes de que Kagami pudiera decir algo en su defensa u opinar respecto a lo que acababa de pasar, vio con los ojos bien abiertos como aquel ángel que había visto desde el principio comenzaba a repartir golpes a cada uno de esos hombres, aun sin quitar la parte que cubría el sable (saya).

A su parecer se estaba conteniendo, podía ver los movimientos precisos de aquel chico, incluso pensó en interferir, no quería que aquel niño saliera lastimado por su culpa pero al ver la seriedad que marcaban sus facciones su rostro, y los golpes con los que dejaba inconsciente a cada hombre que disparaba a diestra y siniestra al peli celeste, decidió que no era buena idea, no podía hacer mucho con un brazo lesionado y sin municiones, además de que estaba un poco falto de practica en cuanto a karate se trataba.

Kuroko le quito una de sus armas a uno de sus hombros y ahora con movimientos sincronizados golpeaba a los demás con el arma y la katana aun sin desvainar, esquivando las balas que querían herirle considerablemente. Cansado de esa situación, decidió dejar de moverse para ahora apuntar a cada uno de esos hombres con el arma que tenía, disparando de una sola bala para al menos derribarlos y dejaran de molestarle un rato.

-Uno, dos, tres… disparo- apunto a la rodilla de uno, logrando derribarlo –uno, dos, tres… golpe- derribo a otro golpeándole en la cabeza y después en la nuca, dejándolo inconsciente –uno, dos, tres… golpe en el estómago, ten cuidado pueden atacarte por la espalda- de nuevo con una de sus rodillas tiro a otro hombre, golpeándole con la katana, de un movimiento rápido dejo inconsciente a otro al golpearlo en la cara con la palma de su mano, después golpeando con el codo su estómago, y al final con un golpe en la espalda –dos, tres… rompe sus rodillas- a otro lo tiro con un golpe en el estómago, y con la katana y el arma que tenía en las mano rompió sus rodillas al clavárselas de un solo tajo.

Pasaron unos minutos hasta que al final el combate había terminado. El peli celeste que en ese momento estaba vestido con una chamarra azul y unos jeans azules termino empapado, pues la pelea fue así además de que la lluvia no había parado de llover. Una vez se cercioro de que había dejado fuera de combate a todos esos hombres, fue como se dirigió hacia Kagami el cual aún estaba sorprendido por lo que sus ojos habían visto. ¿Debía sentir miedo? No…

-Vámonos, la policía no tarda en llegar- murmuro el peli celeste, tomando la mano del peli rojo el cual se dejó hacer aun con la sombrilla abierta y el libro del chico en la otra. No sabía con exactitud que sentir al respecto, por un lado estaba impresionado. No era normal que un chico de preparatoria se moviera de tal forma, como tampoco lo era que de buenas a primera ese mismo chico saliera en su defensa ¿en dónde demonios se había metido?

-Tu… tu brazo- murmuro Kagami, percatándose de que el antebrazo del peli celeste comenzaba a sangrar, al parecer no se había percatado de ese detalle.

-No importa, pasa todo el tiempo- contesto el peli celeste, aun sin dejar de caminar y sin soltar la mano del mayor.

-¡Claro que importa, idiota!- reprocho molesto Kagami, obligando al chico a detenerse, ahora la lluvia comenzaba a parar de caer –tks demonios, se más cuidadoso contigo ¿quieres?- agrego, guardando el libro del chico en su saco mientras, después cerro la dichosa sombrilla y se puso a buscar de entre sus cosas algún pañuelo, lo encontró, obligo al chico a quitarse la chaqueta mojada, subió la manga de la playera y después sin delicadeza alguna amarro el pañuelo en la herida del peli celeste, aplicando un poco de fuerza para que parara de sangrar –listo, ahora vámonos-

-¿Y tú?- señalo el peli celeste el brazo del peli rojo.

-No importa, soy mayor que tú y mi cuerpo ha resistido cosas peores, un niño como tú no pude andar así por las calles hasta que al final termine por desangrarse- respondió el peli rojo. Ahora que lo pensaba ¿Por qué demonios había hecho eso? Él nunca lo ha hecho ese tipo de actos de caridad, mucho menos a sus hombres.

-Es la primera vez que alguien hace algo así por mí- murmuro el peli celeste, viendo su brazo con el pañuelo del otro –gracias…-

Aquel detalle le pareció tierno al mayor, dios… si el chico no estuviera loco ya se le hubiera lanzado encima –cof, si claro, no importa- agrego, desviando la mirada.

-Muchas gracias Kagami-kun- hizo una pequeña reverencia al peli rojo –aunque, no era necesario ese detalle-

-Eso no es…- hasta ese momento algo hizo clic en su cabeza –ahora que sabes mi nombre, tengo que saber el tuyo niño- apunto al peli celeste, el cual ahora sus ojos reflejaban un lindo e intenso brillo en sus orbes celestes, dios… nada que ver con el chico que acaba de conocer minutos atrás.

-Kuroko Tetsuya, 17 años, asesino profesional, estudiante de tercer grado en la Preparatoria Seirin ¿quieres saber otra cosa, Bakagami?- aquella voz hizo que empezara a arder la sangre, enserio, seguía preguntándose porque no lo eliminaba de una vez.

-¿Deberás quieres que crea que este niño es un asesino profesional Ahomine?- le encaro el peli rojo.

-Te recuerdo que te salvo el trasero, Bakagami- alego el moreno, aproximándose a los otros dos.

-Por favor, no digan nada sobre mi doble vida, lo que menos necesito ahora es que mis enemigos sepan donde estudio- pidió el peli celeste, amarrando la katana en su cintura –fui entrenado en una sección privada de Rusia, desventajas de que tu madre haya nacido ahí, salí de ahí cuando tenía 12 años, fui criado para independizarme de todo ser humano, entrenado para asesinar aquellos que no merecen vivir o que simplemente los demás desean que desaparezca de la faz de la tierra. Me mantengo bajo el anonimato hasta que sea necesario aparecer de nuevo- agrego, viendo seriamente a los otros dos.

“Ahora entiendo la katana y el hecho de que sabía moverse bien” pensó el peli rojo, viendo de arriba abajo al peli celeste.

-Quiero mi dinero, Aomine-kun- pidió el Kuroko, viendo fijamente al moreno.

-¿Perdón?- pregunto Kagami.

-El dinero está ya en tu cuenta bancaria si es eso lo que te preocupaba Tetsu- el peli celeste asintió, era la hora de regresar a casa.

-Fue un placer hacer negocios contigo Kagami-kun, Aomine-kun- con eso último se fue caminando por un callejón oscuro, aún tenía otras cosas que hacer y prepararse para sus exámenes semestrales.

Una vez el peli celeste salió del campo de visión de ambos hombres, fue el peli rojo el que rompió el silencio.

-Vas a decirme de dónde demonios conoces a ese mocoso y no te estoy dando una opción, Aomine ¿le pagas a ese niño con MI dinero? ¿Para qué?- exigió respuestas y no se iba a ir sino las tenía.

-En primera vamos a tu departamento, antes de que mueras aquí y me maten por traidor- agrego el moreno, llevándose a arrastras al peli rojo –y en segunda yo no lo conocí, el me conoció por casualidad. Admítelo, si él no hubiera estado ahí hubieras muerto-

-¿Lo viste?- el moreno asintió.

-Solo lo contrate para esta noche, sabía que algo planeaban esos italianos de mierda, la seguridad de nosotros no era lo suficiente para protegerte, lo sabias por tal motivo saliste de ahí, además, sabias que si algo salía mal nos encontraríamos después. Contaba con el hecho de que irían a buscarte en algún lugar cerca de la bodega, no me equivoque y fue ahí cuando conociste a Tetsu. Aunque… esperaba otra cosa-

-¿Otra cosa? Habla claro Aomine-

-Espere verlo asesinando a esos idiotas, parece ser que se contuvo, no está en su naturaleza dejar testigos-

-Hablas de ese niño como si fuera una máquina para matar. Tiene 17 años-

-¿Tengo que recordarte a que edad tomaste el control del Clan? Tenías 15 años cuando tomaste el lugar que te corresponde, y tuviste 16 cuando asesinaste a alguien por primera vez. Ahora imagínate la vida de Tetsu, él ha vivido de esa manera, está en su naturaleza y sangre. La primera vez que hable con el me recorrió un escalofrió en la espalda, sus palabras aunque simples fueron significativas “Siempre que me contraten, tengan por hecho de que terminare el trabajo, así sea lo último que haga” aun si eso significa acabar con su vida-

-Parece más doncel que asesino- acoto Kagami, comprendiendo las palabras del moreno.

-No lo parece, lo es. Nació siendo doncel pero en su sangre tiene más testosterona que tú, yo y los demás juntos. Créeme- agrego el moreno –no me lo imagino casado o que tenga intenciones de tener hijos-

-¿Cuánto cobra?- se había desviado del tema.

-Depende de lo que quieras que haga. No te van a gustar que otros servicios ofrezca, créeme-

-Quiero que trabaje para nosotros, así que más te vale que vayas diciendo que potencial tiene-

Si… fue así como lo conoció. Y sin saberlo, se había enamorado de él.

Ahora, varios años después lo tenía por pareja, pero… ¿podría hacer algo con las habilidades del peli celeste? No podía, tenía un deber con el menor. Iba a protegerlo de todo, incluso si eso significaba irse de Japón con tal de que sus enemigos nunca lo encontraran, ya había perdido a su padre por la misma situación, no podía perder también a la persona que amaba.

Por primera vez en su vida sentía miedo. Miedo de no ser capaz de proteger y cuidar lo que quería. Miedo de ser inferior a lo que los demás esperan. Miedo de perder a Kuroko en alguna situación peligrosa.

Odiaba sentirse como un gatito perdido y desamparado.

-Estoy en casa, Taiga- salió de la cocina para recibir al peli celeste, al parecer no le fue tan mal después de todo.

-¿Cómo estuvo? ¿Pusieron resistencia?- vio entrar a Kuroko por la puerta y fue a abrazarlo. No quería que volviera a salir.

-En realidad no, fue demasiado rápido en mi opinión- contesto, dejándose abrazar por el otro –creo que tus reuniones y tus movimientos son incluso más difíciles que mi trabajo. Tarde más en infiltrarme a la embajada coreana que en ejecutarlos- agrego, sin inmutarse un poco.

-Cuando hablas así, me das miedo Kuroko- acoto el peli rojo.

-A mí me das miedo cuando torturas a alguien para que te diga lo que quieras saber, al menos yo tengo la consideración de que su muerte sea simple y sin sufrimientos-

-Sabes perfectamente que no me refiero a eso, Tetsuya- reclamo el mayor.

-Sabias que el mundo de dónde venimos no son tan diferentes como crees. Ambos asesinamos y condenamos nuestras almas por cumplir con un deber y hacer creer a las personas que la vida no siempre es un paraíso y que el infierno puede hacerse realidad-

-Espero que con la boda y el embarazo esas ideas tuyas desaparezcan- agrego el peli rojo, acariciando la mejilla lastimada del peli celeste, con tanta adrenalina en el cuerpo era posible que no se hubiera percatado de aquella cortada.

-Lo siento, a veces se me olvida salir de mi trance- se disculpó el menor, ahora abrazándose con mayor fuerza al mayor –te quiero Taiga-

-Yo también te quiero Tetsu, vamos a cenar, necesitas energías para lo que te voy a hacer más tarde- agrego, llevando a la cocina al peli celeste. Este simplemente se dejó hacer, no quería pensar en nada más y solo quería pasar el mayor tiempo posible junto al tigre.

-Tu trabajo será asesinar a Kagami Taiga, su gente te contratara para protegerle, el no sospechara nada de esto. Me encargare de que tengas el tiempo suficiente para hacer el trabajo. Si tienes éxito, tu paga se incrementara 10 veces más de lo acordado-

-Entiendo- salió de la habitación, perdiéndose un poco en sus pensamientos. Seria sencillo hacerlo, después de todo, no era el primer yakuza que eliminaba del camino de quien lo contrataba.

El trabajo era sencillo, fácil además de que le daría diez veces de lo que se había acordado. Solo tenía que cumplir con el trabajo y después de eso podría retirarse de andar condenando a gente por un largo tiempo.

Salió de aquel edificio mentalizándose para cumplir con lo encomendado, pero…

No contaba con que se enamoraría de aquel tigre, de su objetivo.

“Siempre que me contraten, tengan por hecho de que terminare con el trabajo, así sea lo último que haga”

Esa frase ahora le parecía tan lejana y vacía. No podía asesinar a su pareja, no cuando estaban a pocos meses de contraer matrimonio, no cuando estaban por tener un hijo.

No cuando Taiga le ofreció una segunda oportunidad trabajando con él, convirtiéndole en el segundo al mando del Clan Kagami. Le pertenecía su alma y lealtad a él, no solo como yakuza, sino como amante.

Su vida era suya como la de Kagami de él.

“Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de mis actos, protegeré a Taiga así mi vida se vaya en eso, no voy a traicionarlo, no permitiré que lastimen a mi familia”

Si lo que querían era jugar con el diablo, deberían tener cuidado.

Se les puede aparecer.

Notas finales:

Bueno, espero les haya gustado porque a mi me encanto!!

Gracias por leer y pasarse por aquí, se les agradece y quiere por eso nwn

Nos estamos viendo luego Mina!

Se va 

Luky n3n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).