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Letters por Jesica Black

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Capitulo 15
Dégel

 

 

                Durante esos dos meses que pasaron antes de tener a su cuarto hijo, Jean Wyvern había llevado una vida tranquila y cómoda en la casa de los Antares. Alexander ayudaba bastante a que el menor comenzara a comer mejor y pueda dar a su vez el alimento a su hijo Eloy y además, se quedara con Gael, el más pequeño, quien era una copia exacta de Jean. Camus había pedido asistencia psicológica para su hermano, alegando que: “Con dieciséis años ya había sufrido múltiples abusos físicos y psíquicos” y no sólo eso, tenía cuatro hijos de los cuales dos ya no vivían con él y los otros dos son hijos de diferentes padres, uno que vive en el mundo de las drogas y el otro, que aunque Jean decía que Lean era el progenitor, dentro de si sabía que no lo era.
Esa misma tarde, ya completamente rehabilitado luego de pasar al menos un mes desde que nació el pequeñito, el chico de cabello largo ya había recuperado su figura deseable, dado que se encontraba muy delgado. Kardia se realizaba los estudios de rutina por su insuficiencia cardiaca y Camus junto a Milo habían decidido salir a pasear con Logan y Eloy, dejando a mamá e hijo menor solos en la casa. Aprovechó entonces a limpiar un poco el piso, como estaba en “su hogar” llevaba solamente unos shorts cortos de tela color celestes y una playera blanca que le cubría completamente el mismo y solo parecía tener puesta la playera. Dado al calor, andaba descalzo por la casa mientras trapeaba los muebles, escuchaba música en el estéreo y de vez en cuando chequeaba que su hijo estuviera durmiendo.

–Aaaah, ya está –murmuró apartándose de la vitrina–. ¿Ves? Quedó radiante ¿no, Gael? –Observa al pequeño de cabellera castaña y ojos azules–. Cierto que no puedes hablar. En momentos así extraño a Eloy jejeje habla hasta por los codos –alza al niño y lo levanta al aire–. ¡Mira, mira estás volando Gi! –Dio una vuelta en su propio eje, cosa que lo hizo marearse un poco–. Aagh, dios….creo que debo dejar de hacer esto.

 

                Jean aun era un niño y tenía acciones muy infantiles debido a su inocencia, que había vuelto hacía muy poco tiempo con el nacimiento del pequeño. El timbre sonó y sus ojos fueron directamente hacia allí, depositó al bebé en la cuna y frunció el ceño.

–¿Quién será? –Observa a su hijo–. Yo no espero a nadie, ¿y tú? –sonrió al sentirse un completo idiota y rio bajito.

                Se acercó lentamente hacia la puerta, calentándose las manos en su ropa que habían quedado notoriamente frías. Tomó el pomo y lo giró para luego observar a un muchacho allí parado, era realmente atractivo, cosa que deslumbró a Jean, pero no dio un paso en falso ¿quién sería? ¿Un testigo de jehová? No, a esas horas era poco probable, pero su fachada altruista y su cabello largo y prolijamente atado le hicieron parecer una persona de iglesia. Mientras Jean se debatía en sus pensamientos, Unity frunció el ceño al no ver a Camus del otro lado, según recordaba ese muchacho era el mismo que su primo tenía en su casa, y pareciera que lo había dejado “en libertad” por así decirlo y ahora lo encontraba allí. No tenía el vientre hinchado, por lo cual había dado a luz hacía pocos días. Sonrió e hizo un gesto de caballerosidad que sonrojó al joven.

–Buenos días, mi nombre es Unity y quería saber si se encuentra Camus Diamond –preguntó cordial.

–Ehm, no, no se encuentra ahora, fue a la plaza con su hijo y su marido –habló, se sentía algo extraño e incomodo–. ¿Por qué motivo lo busca?

–Oh, no, es para ofrecerle un trabajo –le mira de arriba hacia abajo y eso no pasó desapercibido para el muchacho que se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja del nerviosismo–. ¿Puedo pasar a esperarlo?

–¿Hm? Claro….pase –le hizo entrar–. Lamento como está todo, pero intentaba limpiar un poco –toma los juguetes que había en el suelo y se había olvidado levantar, Unity observa la casa, todo era tal cual lo recordaba la última vez que estuvo allí.

–No hay problema, es una casa muy hermosa –murmuró adentrándose, miró al niño dentro de la cuna y frunció el ceño, luego continuó avanzando hasta llegar al sillón–. ¿Puedo sentarme?

–Claro, ehm… ¿gusta algo de tomar? –preguntó, Unity le mira intensamente y afirma–. ¿Jugo, café o té?

–Té estará bien –concluye, el joven hace una reverencia y corre hacia la cocina para poner el agua a calentar mientras los ojos afilados de Unity observan todo, de repente su celular comienza a sonar y mira el mensaje nuevo–. Y dime ¿cómo te llamas? –preguntó mientras escribía en el móvil.

–Jean –comentó desde la cocina, Unity gira la cabeza y estira su cuerpo para ver al chico de espalda y sacarle una foto sin que éste se diera cuenta.

–Es un lindo nombre….

–Es Juan en francés –lo comentó con desagrado, el mayor comienza a reírse por aquello.

–Yo creo que es hermoso, yo me llamo Unity –se acomoda mejor en el sillón y relame sus labios para luego enviar el texto con la foto–. Significa unidad….es algo aburrido.

–Yo creo que es muy interesante –tomó la tetera y la colocó en la bandeja para luego llevarla hasta el living, se agachó en la mesa ratona y depositó la misma allí para comenzar a servir el té–. Espero no esté muy caliente.

–No, tranquilo –murmuró, Jean le extendió la taza y Unity la toma, pero antes también acaricia la mano del muchacho–. Lo siento, tu piel se ve muy suave, ¿usas alguna crema?

–¿Hm? –El joven se volvió tan rojo en su piel como el cabello, se sentía ligeramente avergonzado por toda la atención que recibía, era la primera vez que un hombre lo trataba tan bien–. Gra-gracias…y no…no uso –bajó la mirada y comenzó a tomar del té.

–Dime ¿trabajas como modelo? –preguntó, nuevamente el celular sonó y bufó, lo sacó, tecleando nuevamente con una sonrisa.

–Hm, no….–dijo a regañadientes, no quiso hablar demasiado, no podía siquiera levantar la vista de lo abochornado que estaba.

–Creo que serías muy bello para la publicidad….–envió un segundo mensaje y apagó su celular para luego guardarlo, tomó otro sorbo y dejó la taza en la mesita–. Tu cabello –le toma un mechón y lo huele mientras se desliza para quedar agachado junto a él–. ¿Alguna vez pensaste en teñírtelo de verde?

–¿Verde? –Preguntó y le miró extrañado–-. Hm, no….no sé si es un color que vaya con mi aspecto.

–¿Alguna vez has pensado en ponerte lentillas violeta? –Se acercó lentamente, Jean negó con la cabeza, Unity volvió a sentarse porque percibía que estaba asustando al chico–. Lo siento, suelo ver el futuro en la gente.

–No, está bien –tomó todo su cabello y lo colocó a un lado, frente a su hombro derecho, y comenzó a peinarlo–. Nadie me había dicho cosas bonitas.

–¿En serio? ¿Nunca? –se sorprendió–. Me sorprende eso, lamento decírtelo.

–No, está bien….–sonrió para sus adentros.

–Pero, debo admitir que me sorprendió más una cosa –Jean levanta la mirada–. Me permitiste entrar a la casa aun sabiendo que soy un extraño….

–¿Hm?

–Nunca has pensado que probablemente sea una mala persona y podría….matarte o…. ¿violarte? –el menor le mira, pestañea un par de veces hasta que la cara seria de Unity comenzó a deformarse para reír–. Jajajajajajaja, tu cara es muy cómica.

–¿Era…una…broma? Jejejeje….–rio, aunque estaba algo nervioso con la última frase que le había dicho antes de echarse a reír.

–Jajajaja es muy gracioso –mientras Jean miraba hacia abajo, algo ruborizado, la mirada de Unity volvió a ser turbia, estaba esperando el momento preciso para atacar.

–Debo admitir que me tomó por sorpresa –sonrió levemente–. Pero, si realmente usted fuera una mala persona, yo sería muy malo confiando en la gente.

–¿Hm? –sonrió de costado.

–Sí, porque…he confiado en gente que me ha traicionado y se ha aprovechado de mí, es la primera vez que alguien me trata tan gentilmente como us-…–no terminó, dado que el timbre sonó–. Oh, disculpe, debo ir a atender.

–No te preocupes.

 

                Jean se levantó y caminó hasta la puerta, seguido muy de cerca por Unity, pero éste no se percató de la presencia del peligris hasta que abrió la puerta y un hombre le colocó un paño en la boca. Saltó directamente hacia atrás para chocar con el cuerpo del hombre mayor, que le miraba esta vez de una manera más furiosa, le agarró fuerte del pecho mientras Jean intentaba gritar, pero dado al cloroformo que le fue suministrado vía oral/olfativa, lentamente quedó adormecido.

 

–Cariño, realmente eres malo confiando en la gente –susurró una vez lo tuvo en sus brazos, miró al bebé dentro de la cuna–. Vámonos –dijo sacando a Jean en brazos y dejando la puerta abierta de par en par.

 

Mensajes.

A Kardia Antares.

“Mira con quien estoy, Kardia.

Img002.jpg”

 

A Unity Blueice

“Eres un hijo de puta, te voy a sacar todo los intestinos si le tocas un pelo”

 

A Kardia Antares.

“Perdiste”

 

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                Dégel viajaba en un gastado auto junto a su hijo y Lauréense, además que Mary Ann los acompañaba como siempre a todos lados. Luego de la amenaza que había recibido vía teléfono no había podido dormir, ¡no podía ser! Pensó por un momento que huir de Athenas era simplemente dejar todo enterrado, que Unity se olvidara completamente de él, pero no fue así, ahora tenía que lidiar con muchísimos más problemas. Su hijo dormía en su regazo y al mirarlo, se daba cuenta que el pequeño mantenía los rasgos de su padre, sobre todo la forma y color de sus ojos, y los mechones de cabello que le caían elegantemente sobre la cara mientras dormía.

–¿Aun falta mucho? –preguntó ansioso, el rubio suspiró mientras relojeaba hacia atrás para ver si el pequeño estaba dormido.

–Dégel, no hemos salido siquiera de Francia –indicó–. Aun nos falta atravesar toda Italia, Eslovenia, Croacia y….

–Sé el mapa de Europa, querido –explicó–. Me fui al culo del mundo para escapar de Kardia, lo sé, no tienes que recordármelo –el muchacho sonríe.

–¿Y por qué lo hiciste? –Preguntó la anciana, el de ojos amatista le mira–. Digo, un muchacho tan joven y bonito, con una criatura tan pequeñita, ¿por qué haría todo este recorrido hasta Francia?

–Ay abuela, a veces es necesario huir un poco de la realidad.

–¿Es necesario? –Cuestionó la anciana–. En mis ochenta años, nunca he pensado en huir, y eso que he criado, estando viuda, siete hijos varones en un mono ambiente.

–Lo sé, lo sé, todo es difícil –gruñó mientras acomodaba mejor al pequeño en sus brazos, el cual dormía como tronco.

–No es eso lo que quiere decirte la abuela Mary, Dégel –habló el muchacho–. Yo también la he tenido difícil y tú lo sabes, la abuela me acogió como nadie, no podría estar en mejores manos.

–Caíste del cielo, hijo mío –sonrió la mujer, Dégel le devolvió la sonrisa–. Y eso que pensaba que serías un buen partido para mi nieto.

–¡Abuela! –Lauréense se sonrojó ante los chicos de la anciana, el peliverde no hizo más que reír en voz baja mientras le acariciaba la espalda a su niño–. Aun así, Dégel no ha podido olvidar a ese muchacho, el heleno.

–Oh, sí, sí….dijiste que era muy apuesto….

–Hm, sí, algo así –buscó entre las imágenes que le había enviado Krest la última vez que se había hablado y que sacó cuando el muchacho estaba realizándose los exámenes de rutina en el hospital–. Mire señora Mary Ann, él es Kardia.

–¡Oh, que bombón Griego! –El nieto miró de reojo a la señora que no podía con su cara, el muchacho le resultaba atractivo–. ¡Tonto! –Le da una cachetada en el brazo a Dégel–. ¿Por qué dejaste a ese galán?

–¡Abuela! –criticó el rubio.

–Aaaaah, no es que lo dejara porque quisiese hacerlo, fue una dura elección.

–Nunca nos has contado sobre ti, Dégel, eres muy reservado, pero me gustaría saber ¿cómo terminaste teniendo un hijo con un tipo como Kardia y por qué se separaron? –cuestionó el menor. La señora se acomoda más en el asiento y lo observa, esperando.

–Pues….

–No me vas a decir lo que todo el mundo dice ¿verdad? –Esta vez la anciana tomó la voz cantante–. No era él, sino yo…

–En parte es verdad –al ver como ambos fruncían el ceño, aclaró–. ¡No, no! Es verdad lo que les estoy diciendo. Técnicamente me fui para no herirlo más.

–¿Cómo es eso? –preguntó Lauréense.

–Había un hombre…

–Vaya, tienes un imán para ellos…

–¡Abuela, déjalo explayarse! –Interrumpió el más joven–. Continúa, Dégel.

–Bueno, cuando yo era más chico tenía una mejor amiga llamada Seraphina, ella tenía un sobre protector hermano llamado Unity y los tres éramos muy amigos. Ella me inculcó el amor a la literatura y sobre todo a un autor, tal vez no lo conozcan, pero allá en Grecia es muy popular: Kardia Antares.

–Hmmm, Kardia Antares, creo que me suena –habló la señora mayor–. Pero continúa, hijo.

–Bueno, Kardia era el amor de la vida de mi amiga, pero un día ella enfermó muy mal y su último deseo es que logre ser el editor de Kardia Antares –suspiró pesadamente–. Con mucho esfuerzo y estudio, logré hacerlo, ¡pero cometí un terrible error!

–¿Cuál, chéri?

–Me enamoré…..

–Pero hijo, eso no es un error –explicó la anciana mujer–. Eso es hermoso….

–¡Pero me enamoré del…..escritor a quien mi amiga amaba! Por alguna razón, su hermano loco terminó de enloquecer, y estaba completamente detrás de mí, no me dejaba vivir, pensé que aceptando ser su esposo alivianaría las cosas, pero ¡no! Fue peor, le dispararon a Kardia y estoy seguro que fue él –aprieta la mano fuertemente–. Cuando me estuve por casar, me di cuenta que no le amaba y preferí huir antes que enfrentarlo.

–¿Y Kardia? –preguntó Lauréense.

–Allí quedó, pensé que hacía lo mejor, alejarme de él era protegerlo ¡mira solamente lo que pasó por estar con Kardia unos minutos! Una catástrofe, sino fuera por ese niño rubio y el otro castaño (*) seguramente hubiera muerto por mi culpa –abrazó más a su hijo.

–Pero chéri….tienes un hijo de él, no puedes huir para siempre….

–Lo sé…..–suspiró–. Aun queda un largo camino por recorrer, espero que a Unity no se le ocurra hacer más locuras….

 

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                Durante el trayecto, Unity hablaba por teléfono con una de las mucamas que lo atendía en su enorme y lujosa mansión, dado que Jean se encontraba dormido encima de él,  lo mantenía agarrado y aunque el muchacho despertara luego de la dosis que le habían suministrado de cloroformo, no podría escapar debido al agarre del mayor que no dejaba de verle e imaginárselo completamente diferente.

 

–Necesito esa ropa ya, Marin –susurró con ira–. ¡No, dije YA! –gruñó–. Y la tinte de cabello verde, tengo una muñeca que decorar…..será igual a Dégel….mientras el real viene a mí, tendré una muñeca para entretenerme y hacerle sufrir todo lo que no pude con él….

–Señor….–habló un hombre musculado que se encontraba con él en el asiento trasero–.  Encontraron las lentillas del tono que desea.

–Perfecto, cómpralas, que me la envíen cuanto antes….–volvió a su teléfono–. Prepara todo, mi muñeca quiere estar lista hoy a la noche –cuelga y le toma del rostro dormido para besarle–. Así me gusta Dégel, quiero que no tengas voluntad en lo absoluto….

 

                No tardó mucho en llegar y dejar a Jean en un sillón de peluquería, en el cual le lavaron el cabello y se lo tiñeron a verde. Unity por mientras aprovechó todo ese tiempo para vestirse elegantemente y aparentar algo que no era, un príncipe. Se miró en el espejo preparado para recibir a su Dégel, sabía que pronto el verdadero estaría allí, pero necesitaba más víctimas, observó entonces el aparador la mirada fría de Krest que siempre aparecía detrás de las fotos que tenía con Dégel, ese sería su próxima víctima y seguramente vendría solo luego que Kardia se enterase que Jean había sido raptado en lugar de Camus.
Bajó nuevamente hacia el living donde ya se encontraba Jean vestido, aun dormido, pero su cabellera verde le llegaba hasta las caderas. Le tomó, al ser liviano podía hacer lo que quisiera con su cuerpo y lentamente lo acercó como un monigote hacia un espejo, donde sus ojos se abrieron lentamente para verse reflejado.

–Mírate, eres idéntico a él….–la mirada del menor se horrorizó al notar que había cambiado en su vestimenta y también en su color de cabello–. Te vez tan perfecto.

–E-estás loco….–susurró, Unity le da la vuelta y le toma del rostro.

–No, no estoy loco mi querido niño….–susurró–. Tú me servirás para mis propósitos mientras el estúpido de Dégel vuelve a mis brazos, pero no estarás solo, pronto habrá más muñecas para mi colección.

–¿Qué harás conmigo? –Preguntó entre sollozos–. No quiero sufrir más…

–Tranquilo….tranquilo –levantó con su dedo llevándose con él la mirada del muchacho–. No soy tan malo como para hacer que sufras nuevamente, te trataré como un rey mi querido niño, te haré querer ser mi esclavo por siempre….

–¿Y cuando vuelva Dégel?

–Ahí es otra cosa, haré pagar al maldito por todo lo que nos hizo a mi hermana y a mi…mancilló la memoria de mi dulce Seraphina.

 

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–De acuerdo –la voz de Krest se escuchó luego de cerrar la puerta del cuarto donde dormía Zaphiri y caminar hacia donde estaba Aeneas, desde hacía varios días el hombre había permanecido junto a su hijo para brindarle todo el amor y apoyo que un padre debe darle y regresó hacía poco al lado del más pequeño y su esposo–. Sé que prometí que no te preguntaría sobre esto, y créeme, he intentado, pero ya no puedo más.

–No sé de que hablas, Krest –habló el mayor, mientras miraba a su pareja.

–Hemos estado juntos más de quince años y durante ese tiempo miles de cosas han pasado, yo no soy idiota….–se sienta en el sillón, no junto a Aeneas como era común, sino en frente–. He sido paciente contigo, me he fumado tu matrimonio, pero creo que mi silencio llegó a su fin y debo preguntarte más sobre Coeur.

–¿Hm? ¿Por qué ahora esa curiosidad? Tu lo conociste –murmuró mientras se hacía el desentendido.

–¡Lo vi una sola vez! Y huyó de mi, quiero saber qué tan especial era para ti que aun hoy, viendo la cara de ese chico Camus se te movieron cosas….–Krest últimamente no se sentía atractivo, el sexo con Aeneas había descendido al igual que el acercamiento de él hacia su pequeño hijo, ahora estaban por fin solos, Dégel ya no estaba con ellos y la casa se encontraba en silencio cuando el pequeño Zaph dormía.

–Sabes que me duele recordarlo, porque al fin y al cabo no recuerdo su sonrisa, sino su triste mirada en el cajón –cierra los ojos–. Pero si quieres escucharlo, tú no eres menos importante que él.

–¡Ese es el maldito problema, Aeneas! –Golpeó la mesa–. Uno no puede competir con los muertos, ellos son perfectos y sin errores, en cambio los seres humanos que aun seguimos aquí somos susceptibles al error y vulnerables.

–Hmmm… ¿qué quieres saber? –preguntó y le miró por primera vez en mucho tiempo a los ojos.

–¿Qué pasó ese día hace trece años? En el desfile de modas que me acompañaste –tiró, Aeneas abrió sus ojos.

–Fue unos meses antes de su suicidio –se cubre el rostro–. Me hubiera gustado poder detenerlo, pero simplemente no se podía, su dolor era tanto al igual que la carga emocional.

–No quiero drama, quiero que me cuentes de que hablaste –estiró la mano–. Cuando lo vi, supe de su inmenso corazón, Aeneas, créeme, por más que me cuentes todo lo que han hecho cuando yo no existía en tu vida, mis celos no podrán odiarle….pues sé que dentro de todo era un gran hombre.

–Gracias.

–Cuéntame, por favor.

 

                Hace al menos catorce años antes, Aeneas recién comenzaba a salir con Krest, luego de un tajante rompimiento con su ex amante Coeur, a quien le tenía un gran aprecio, pero debido al casamiento y nacimiento de los hijos de Diamond, las cosas se hicieron insostenibles entre ellos, además, Aeneas había puesto sus ojos en un jovencito de nacionalidad francesa, quien le recordaba inmensamente a Coeur, pero sus personalidades eran completamente diferentes. Mientras Krest era decidido, enfrentaba con pasos firmes lo que creía correcto y con el tiempo fue afianzando sus deseos y yendo tras sus objetivos. Coeur era bastante temeroso, muy depresivo y con una terrible cólera en sus ojos, no había día desde que se separaron, que Aeneas no lo haya visto lagrimear y suponía que aun no se había recuperado del terrible desenlace de su único hijo, aquel pequeño que murió en su vientre y aun le sentía allí a pesar de los años.
Esa tarde, Aeneas ayudaba a Krest a cambiarse de ropa mientras pasaba por el escenario.

–¿Cómo me veo? –preguntó acomodando la ropa, Aeneas le observa, era el ser más bello que jamás hubiera conocido.

–Radiante, Krest Verseau –el muchacho ensanchó su sonrisa de un millón de dólares y tomó el rostro de su amado para besarle, hacía muy poco tiempo ambos habían debutado sexualmente entre ellos, y era a sabiendas que tenían mucha piel en la cama.

–Bien, iré a dar lo mejor de mí –murmuró y se dio la vuelta para salir a escena.

 

                Prácticamente Aeneas ni había notado que Coeur Diamond trabajaba allí. Coeur no era modelo, sino que trabajaba como programador de eventos a la par de los diseñadores que exhibían allí sus prendas. Se había quedado en la puerta observando en penumbras toda la escena hasta que vio desaparecer a Krest. Da un paso hacia delante, tal vez dando misterio, pero inmediatamente algo le alertó, un ruido que hizo a Aeneas darse la vuelta y ver no solamente al pelirrojo de cabello hasta la cintura, sino a un pequeño niño prácticamente igual a éste, enredándose en una boa de color azul.

–¡Papi miraa! –dijo el pequeño que no debía tener más de tres años, Aeneas sonríe ante esto para luego observar a quien había sido por años el dueño de sus deseos más fuertes.

–No sabías que estabas aquí –habló el rubio y se agachó para estar a la altura del pequeño–. Hola pequeño, ¿cómo te llamas?

–¿Yo? –el niño se sonrojó tanto que su cara era del mismo color que su cabello, se ocultó detrás de su padre y susurró–. Ca…Camus.

–¿Cómo? –preguntó sin oír.

–Camus –habló esta vez Coeur y se agachó para estar a la altura del pequeño–. Camus, oye, ¿por qué no vas a comer algo del bufet? Vi que hay salchichas miniaturas.

–¡Siii! –se quita la boa dejándola en el suelo y sale corriendo.

–Tu hijo es muy vivaracho –sonrió el hombre–. Yo también estoy con los míos, bueno, solamente con el menor, Milo. Kardia tiene 19 y ya no le gusta esta clase de eventos, en cambio a Milo aun puedo arrastrarlo hasta aquí –se le acerca–. ¿Cómo estás?

–Bien, supongo…–intenta desviar la mirada pero Aeneas lo sigue con ella–. Deja de mirarme así.

–Lo siento, no tengo otra forma… ¡Milo, deja eso! –gritó desde donde estaban al ver al pequeño que se metía una gran cantidad de comida en la boca para impresionar al pequeño pelirrojo que le miraba sorprendido.

–Creo que lo mejor es irnos, debes estar ocupado….–mira a Camus–. Hijo, ve con tu madre  ¿quieres?

–¿Hm? Si….–susurra el pequeño–. Adiós –sonríe al rubio quien le mueve la mano y también se va hacia otro sector.

–Espera, viniste aquí para algo ¿no? –Aeneas le toma la mano–. Te he visto muy triste y no puedo simplemente quedarme con los brazos cruzados.

–No pasa nada…en serio –intenta apartarse–. Suéltame por favor –susurró.

–Coeur, antes éramos buenos amigos ¿por qué me ocultas cosas?

–Porque…..hay momentos y momentos –observa para otro lado, casi nunca le miraba mientras hablaba–. Yo…no puedo aceptarlo.

–¿Qué cosa?

–¡Esto! Verte tan feliz con alguien, y yo me siento tan infeliz….si no fuera por Camus y los gemelos probablemente me……–le observa, por un instante no habla, mira los ojos celestes del hombre y lagrimea–. No pude jamás olvidarlo.

–¿A quién?

–Él siempre me habla….

–Coeur, me estas volviendo loco ¿qué ocurre? ¿Por qué lloras? –A pesar que no se notaba herido, las lágrimas fluían en el rostro del pelirrojo, lo que sorprendió a Aeneas–. ¿Coeur?

–Él siempre está ahí y siempre me habla, mi cabeza da vueltas y siempre está ahí mirándome.

–¿Quién? –le toma de los hombros.

–Nuestro bebé….–murmuró, Aeneas se queda pasmado ante esto–. Él me pide que me mate, para aliviar su alma de lo mala madre que he sido por no cuidarlo –susurró bajito, el silencio se hizo incómodo y eterno hasta que una voz se notó.

–¿Quién eres? –Krest se encontraba parado allí, mirando fuertemente al pelirrojo que se separa de Aeneas–. ¡Respóndeme!

–Krest, tranquilo –intenta calmar la situación, pero los ojos de Coeur estaban desencajados, tal así que termina huyendo de allí.

–¡REGRESA! –Gritó, pero inmediatamente es detenido por Aeneas–. ¿Aeneas?

–No lo hagas.

–Pero ¿quién es? ¿Por qué lo tenías agarrado así? –los celos no lo dejaban en paz, Aeneas en ese momento no le dijo nada y esperaría catorce largos años en poder expresar lo que había pasado esa tarde.

 

–Luego de eso, unos meses después se envenenaría y terminaría con su vida –le toma las manos a Krest.

–¿Estaba loco? –preguntó sorprendido–. Eso que su hijo le decía que se mate.

–A diferencia de mi, Coeur jamás pudo recuperarse de la muerte de nuestro hijo –se tira el cabello hacia atrás–. Es verdad que me costó mucho empatizar con Kardia cuando era un niño, y hasta el día que se fue de casa lo sentía ajeno a mí, pero los niños fueron la respuesta, en cambio, él sólo era padre de Camus, los gemelos aun no se sabe de quién eran hijos, él sabía que su mujer tenía un amante y no le importaba, estaba atrapado en su propio mundo.

–Que horrible.

–Es verdad….imagínate perder a Zaphiri en el vientre, debe ser terrible para cualquier ser humano –Krest afirma.

–Lamento no haber podido en ese momento ser más indulgente con él, debió llevarse una mala impresión mía.

–Ahora estas ayudando a sus hijo, a Camus, Jean y Alex….debes sentirte digno ahora –le besa las manos, Krest sonríe.

 

Continuará

Notas finales:

(*) Está hablando de Shaka y Aioria.

Tal vez se preguntan xq Jean es TAN PASIVO cuando lo secuestran, bueno, la respuesta es que: es un chico muy traumado, imaginense ser violado por Radamanthys, tener gemelos, que te obligen a venderlos y a prostituirte, tomar drogas, luego volver a una vida medianamente normal y ser secuestrado nuevamente por un lunático, ese chico está mal del marote.

¡Saludos!


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