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Chest Of Memories por Cliosan9

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Notas del fanfic:

**Bueno, ya sabemos como va esto, los derechos de autor no me pertenecen, sinó a Fujimaki troll- sensei.

 

Juego del amigo secreto del grupo KnB rol: Tseje
Mami Tseje, fue una suerte que me tocaras tu, porque a mi tambien me gusta mucho el KagaKuro, aunque no he escrito nada de ellos así que no estoy muy segura que tal salió, espero que te guste y sino... piña ps (?) no mentira. Lo hice con amor tratando de respetar las especificaciones. 

 

 

La casa normalmente no era ruidosa, pero este fin de semana se salía de proporciones. Los adultos corrían de un lado a otro tratando de abastecerse, ante el hambre voraz de los niños y de los otros invitados. A sabiendas de aquella actividad de fin de semana, se había limpiado la casa con paciencia y esmero, incluyendo los lugares que no serían accesibles a los niños, como por ejemplo el ático y el sótano.

Un niño corría de un lado a otro, jugando a la atrapada con sus amigos, hasta que sin mirar el camino en frente tropezó con un bulto cayendo de cara al piso. Los demás niños no tardaron en alcanzarlo y reírse de él. Tratando de mantener su orgullo intacto, aguantándose las lágrimas por el golpe, alegó el causante de su caída al bulto en el piso, que no era otro que un baúl antiguo. Enchapado en madera tallada y con broches de metal, se trataba de un cofre bastante antiguo, tal vez de uno más antiguo que sus padres. Los niños maravillados por lo bonito en los detalles, por la promesa de oro y joyas, o simplemente por la curiosidad, intentaron abrir el cofre. Sólo intentaron. Necesitaban una llave.

Se miraron entre ellos, como tratando de preguntar con los ojos si alguno tenía una llave. No importaba cual, pero alguna podía hacerle, la curiosidad iba aumentando en cada momento. El mayor de ellos por un año, recordó un programa policiaco que veía con su padre por las tardes. En aquel tipo de programas siempre mostraban que los ladrones entraban sin llaves, sino solo con una serie de cuchillos y punzas de metal. Todos desestimaron la idea. Los gemelos quienes eran los más brillantes, enumeraron una por una las razones por las cuales era peligroso y un esfuerzo fútil. En primer lugar, nadie dejaba nada punzo cortante al alcance de los niños. Fue cuando el segundo mayor de ellos apareció con un atizador, el cual usaban en la chimenea y se proponía a abrir el cofre a la fuerza. El atizador al ser grueso solo cabía en el arco del candado y lo usaron de palanca. El ruido fue suficiente como para alertar a un adulto.

-¿Qué están haciendo? – Pregunta un joven de cabellos celestes y ojos del mismo color. Algunos gritaron, otro quiso esconder el atizador, los gemelos huyeron.

-Ah… pues… ¿Nada?

-Si nada señora, digo señor…

-Y entonces ¿Qué hacen con el cofre de Kagami?

-Yo no quería – empezó a lloriquear uno de los niños, mostrando el atizador que había escondido detrás de él – Ellos querían abrir el baúl y me hicieron traer esta cosa.

-Eres un soplón Mura-chan – le reprendió uno de los gemelos.

-¿Quieren abrir el baúl? – Todos asintieron con rostro triste - ¿Y si le digo a Kagami para que lo abra? En realidad yo también tengo curiosidad

El rostro de todos se iluminó. Si Kuroko-san no sabía que había dentro de esa caja, ¿Significaba que guardaba un gran secreto? ¿Si habría piedras preciosas? Esta era la línea de pensamientos de todos los niños, e incluso de aquel pelirrojo que había tropezado con el baúl, pero el mayor de ellos sólo quería abrirlo para divertirse con todos, no tenía ninguna esperanza de encontrar algo fantástico en un traste tan viejo.

Y tal como lo habían anticipado, cuando Kagami abrió el baúl después de haber estado reacio a hacerlo y después de que cada invitado le insistiera dando como excusas la ilusión de los niños por abrirlo. Estaba más que consiente que la curiosidad de los invitados también era un factor importante para tanta insistencia y por sobretodo la mirada inquisitiva de su pareja, que sabía muy bien que su mutismo era una mezcla entre molestia por no querer decirle nada sobre ese baúl desde antes, cuando lo encontraron limpiando y también por los niños.

Con el dolor de su alma sacó la llave la cual la tenía colgando de su cuello y pidió que solo vieran el contenido de lejos que había sacado la caja afuera sólo porque había decidido hacerle un mantenimiento (barnizado y demás) a la vieja madera. Dentro del baúl había una cosa que todos reconocieron inmediatamente, el uniforme de Seirin. Al retirar aquellas prendas, dentro se vislumbraba una caja de lata, papeles, chucherías y un pequeño libro.

Los niños quedaron algo decepcionados, ya que mientras el tío Kagami se empeñaba en mantener cerrada la caja, más ideas se hacían con respecto a su contenido. Pero se les pasó rápido cuando el niño con el mismo color pelirrojo oscuro como su padre, llamó a los demás para jugar en la consola de Play Station nueva que le habían dado en su cumpleaños.

Pasaron una tarde amena, juntos a sus amigos, aunque algunos no hubiesen podido venir por su atareada agenda. Después que los invitados se fueran y el niño de la casa se durmiera, Kuroko no pudo evitar preguntar.

-¿Por qué guardas esas cosas en aquel baúl? Más aún ¿Por qué no me las enseñaste antes?

-Ahh… no es como si quisiese ocultártelas, es sólo que me dio vergüenza mostrártelas de nuevo.

-¿A qué te refieres?

-¿No las reconociste? – preguntó el tigre nervioso. Se rascó la nuca ansiosamente antes de agregar – Te mostraré

Se acercaron al baúl y al sacar la cajita de metal, la abrió en frente de su pareja, la cual quedó con los ojos bien abiertos. Kuroko boqueó unos momentos y miró a Kagami.

-Esto es… - dijo señalando el interior de la lata.

-Sí, si es. Toma - le extendió el cuaderno. Tenía lomo de cuero y se veía bastante gastado, sus hojas amarillentas y puntas dobladas corroboraban esa suposición.

-Pff

-No te rías

-Lo siento, pero ¿Acaso eras niña?

-Tsk. Lo guardaré.

-¡No! Quiero leerlo.

*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º

Querido Diario? Es así como se debe comenzar? Bueno, ese no es el asunto, sólo necesito escribir todo lo que me ha sucedido esta última semana o siento que explotaré. Si mi yo del futuro está leyendo esto ahora mismo, por favor ignora todas las faltas de ortografía. Tal vez mejore y el japonés no se me haga jodidamente difícil. God Dammit! Donde iba? Oh si… la semana que ha cambiado toda mi vida.

Comenzó desde la vez en que Furihata empezaba a comportarse extraño. Aquella vez no sabía a qué se debía y no sé si agradecerlo para estas alturas o maldecirlo por todos los problemas que me metí. Pero la cara de cachorro triste había alertado a todos los chicos del equipo. Kawahara y Fukuda tampoco sabían el por qué, así que los senpais se reunieron para hablar con él, cada uno por separado. No quiso decir nada, sólo daba excusas y decía que era algo sin importancia y pasajero, pero aquella preocupación le quitaba la sonrisa característica que siempre traía, afectaba en sus notas y por sobretodo en la práctica. Kuroko me demostró su preocupación por el castaño, quien había sido un buen amigo todo este tiempo. Fue allí cuando una molestia empezó a surgir en mí. O tal vez ya estaba desde antes, pero por todos los ajetreos de la WC no me di cuenta. Aquel pequeño cosquilleo, al cual no le tomé importancia.

Impulsado por las palabras de mi sombra, me encaminé a hablar con Furihata. Lo cité cerca al parque para poder jugar un 1 a 1 y ayudarlo con sus encestadas, que siendo deportistas, no debían de fallar ni estando bajo presión o con problemas personales. En realidad el básquet sirve como escape a aquellos problemas, así que para mí todo estaba perfectamente equilibrado. Ni bien llegó empezamos a practicar. No sé cuánto tiempo pasó, pero ya empezaba a oscurecerse. Así que descansamos a un lado de la cancha. Estaba a punto de dar mi discurso preparado cuando fue el quien me interrumpió.

-Kagami ¿alguna vez te has enamorado? – me atoré con mi saliva.

-¿Qué? – Dije tosiendo aún un poco - ¿Por qué tan de repente?

-Lo siento, ha sido una pregunta estúpida.

-No, para nada. ¿Te has enamorado? ¿Por eso estás así? – Aunque puedo ser denso muchas veces, no me fue difícil relacionar su actitud de días pasados con esa pregunta tan fuera de lugar.

-Creo que sí.

-Uhh – me rasque la nuca. No tenía idea como continuar. – No me he enamorado, pero conozco a alguien quien sí y no deja de hablar de eso todo el tiempo. Cosas como que se siente nervioso cuando le ve o que las benditas mariposas son más bien como una revolución de monos. Algo así.

-Me pasa lo mismo. No puedo dejar de pensar en esa persona. No importa la situación me siento nervioso cuando estoy a su lado y mi corazón parece que va a salirse. Quiero tocarle. Quiero poder hacerle reír siempre. Creo que podría hacer cualquier cosa por ÉL.

-¿ÉL? – Al parecer Furihata había estado intencionalmente ocultando el género de esa persona hasta el último.

-Ahhh y-yo e-este… – parecía que el alma se le iba a escapar de la boca.

-Tranquilo, no tengo problemas con eso.

-Ah sí, tú has vivido en América después de todo. – No podía decirle que no era tanto por haber vivido fuera, sino porque mi propio hermano estaba enamorado de otro chico y era el ejemplo que le había dado hace un rato – Entonces ¿nunca te ha gustado un chico?

-¿Qué? ¡No! ¿Por qué?

-Yo pensé que Kuroko y tu.... eran novios.

Allí aquella incomodidad en el pecho que había nacido antes, se hizo más grande. Sentí como mi corazón palpitaba con una ligera taquicardia. Lo negué obviamente y Furi  más relajado, sin darle vueltas al asunto, se fue a casa. Después de eso los pensamientos de porqué pensaba que Kuroko y yo teníamos esa clase de relación fueron viniendo a mi mente. ¿Sería por nuestras salidas a comer al Magi? ¿Por qué éramos un buen combo en la cancha? ¿Por qué el venía todos los fines de semana a mi casa? O porque le hacía un bento  de vez en cuando.

El día siguiente fue un infierno. Por algún motivo no podía mirar a Kuroko a los ojos, ni tampoco dirigirle mucho la mirada, no había hecho nada malo pero mi cuerpo me traicionaba, cuando él no estaba mirando me quedaba observándolo, no pensaba en nada específico, a veces solo me preguntaba de porqué su piel era tan blanca, si era suave al tacto. Me sacudí esos pensamientos, después de todo era un chico, ¡UN CHICO! Lo peor que no era la primera vez que lo pensaba, en ocasiones me descubría a mí mismo pareciéndome tal vez un poco lindo. Volvimos por aquel día a nuestra rutina normal, con el calor del verano haciendo mella en nuestros cuerpos después del entrenamiento.

Aquella noche tuve un episodio de insomnio, al igual que mi cabeza no dejaba en dar vueltas a un partido emocionante, ahora no podía dejar en pensar en el agua que Kuroko se hechó encima al finalizar la práctica. Nos habíamos demorado más de la cuenta así que bañarnos cuando la noche era fresca, sólo nos traería un resfriado. Nos mojamos la cabeza y cuando voltee a darle mi toalla a la sombra, vi como las finas gotas caían como rocío sobre su piel y más que nunca agradecí que todavía tuviese fuerza de voluntad para abstenerme de tocarlo. Allí de nuevo estaba aquella incomodidad se iba haciendo más grande cada vez y al día siguiente fue peor.

Ahhhh, hasta a mí me da pena decirlo de esta manera, pero tener una erección matutina por haber soñado cosas sucias con tu mejor amigo no era para sentirme orgulloso. Me metí a la ducha, sentía que mi cuerpo quemaba y ni el agua fría lograba calmarme, así que tuve que desfogarme de una vez. No había manera de distraerme para pensar en una chica, la que me saluda amablemente en las mañanas, la compañera de largos cabellos quien me prestó su tarea una vez, todas y cada una sirven, pero mis pensamientos se desvían a Kuroko. ¿Gemiría como lo hizo en mi sueño? ¿Me llamaría por mi nombre? ¿Sus expresiones serían más impresionantes? ¿Su tacto sería más placentero? Entre rememorando e imaginando nuevas imágenes con él fui capaz de venirme.

No pude verle la cara todo el día.

Estaba completamente consciente de él todo el tiempo. Inclusive pude ser capaz de adivinar cuando se había quedado dormido en medio de la clase, porque escuché su respiración más profunda y relajada. No me había dicho nada del porque lo andaba evitando, pero no era como si pudiese hacer mucho. Cada vez que lo miraba aparecía como un halo rosa alrededor suyo y aquella incomodidad en mi pecho crecía con desmesura.

Al día siguiente fue casi igual, desperté después de haber tenido un sueño no apto para menores de edad, aunque yo mismo no cumplo los 18, saludé y traté de comportarme como usualmente lo hacía. Esta vez traté de ser menos reacio a evitarlo, porque sabía que se daría cuenta. Kuroko no tenía un seudo ojo del emperador por nada, apuesto que me leyó desde el principio o tal vez al principio no sabía exactamente qué era lo que me hacía ponerme tan nervioso pero lo sospechaba. En parte que me conozca tan bien me encanta. Me gusta cuando puede adivinar lo que me gustaría hacer, que aunque compartamos una pasión nuestros gustos en común son reducidos, aun así se las ingenia para darme alguna sorpresa, con algún festival de “coma todo lo que quiera” entre otras.

Nos sentamos en la azotea a comer el refrigerio. Le pasé un bento que había hecho en la mañana. Había despertado a causa del sueño muy temprano y a falta de cosas que me distrajeran, me puse a cocinar. Kuroko me vio un poco extrañado, más no pronunció palabra a excepción de un “Gracias Kagami-kun”

Cuando comía realmente no pensaba en nada, solo que no me llenaba lo suficiente, pero ese descanso en particular mi mente recurría continuamente al “Que tal si”. Qué tal si, no hubiese estudiado en Seirin, tal vez hubiese conocido a Kuroko pero sería mi enemigo a vencer. Qué tal si, no hubiésemos podido vencer a Aomine, ¿Aún Kuroko tendría esa mirada de tristeza y desasosiego? Qué tal si, él no me hubiese alentado a amistarme con mi hermano, tal vez aun ahora seguiría culpándome y culpándolo. Qué tal si, no hubiésemos ganado la Winter Cup, ¿hubiésemos podido tener la paz que disfrutamos ahora? Sabiendo que no pudimos salvar a su ex capitán. Qué tal si…

-KAGAMI-KUN

-¿Eh? ¿Qué?

-Estoy llamándote hace un rato, la entrenadora dijo que hoy saldríamos más temprano de las prácticas

-¿Dijo eso?

-Sí, lo dijo, fue antes de que empezara a aventar cosas. – Le miré sin entender que es lo que quería – Me dijiste que tenías problemas con japonés, si tienes tiempo hoy puedo ayudarte.

Mentiría si dijese que en ese momento no sentí nada. Me quedé en blanco durante unos momentos, entre pensando en que responder porque no podía pensar en otra cosa que invitarlo a mi casa y para tal caso estaríamos los dos solos. Sólo con Kuroko.

-Si no tienes tiempo está bien.

-¡No! Digo sí. Osea, hoy tengo tiempo.

-Bien – dijo con una sonrisita, tan sutil que nadie la tomaría en cuenta. Nadie, excepto yo.

-Supongo que tendré que recompensarte… ¿Un batido de vainilla?

-Tres, durante lo que dure la semana.

-Antes era más barato.

-Antes no sabía cuan Bakagami eras.

-¡Hey!

Terminaron las clases de manera tranquila. Pero antes de ir a las prácticas nos topamos con uno de los Milagros. Aquella incomodidad en mi pecho apareció de nuevo, pero esta vez se sentía dolorosa y abrasiva, cosa que hizo irritarme. No pude decir nada, inmediatamente Kuroko me mandó a adelantarme al gimnasio.

-Sólo será un rato, Bakagami.

-Ahomine…

-Kagami-kun por favor…

Me fui completamente irritado dando trompicones con la gente y con las cosas. Aún era temprano, normalmente los senpais demoraban más en aparecer a las prácticas, el tercer año era más exigente y aunque sabían esto de antemano, no iban a dejar por nada el básquet. En los vestidores me encontré con Furihata. El muchacho se veía pálido, sentado en una de las bancas, mirando al piso como si allí estuviese la verdad del universo. Traté de preguntar que le pasaba, pero él no había reparado en mi presencia, o eso pensé. Cuando decidí ignorarlo durante un tiempo, al menos el tiempo en que me demore cambiarme él de golpe soltó.

-Me le voy a confesar hoy.

-Espera ¿Qué? ¿A la persona que te gusta? – ahora que lo pongo en retrospectiva, la pregunta fue atorrante. Más Furi solo se limitó a asentir con la cabeza. – Supongo, que bien por ti.

-Estoy hecho un lío Kagami. N-no sé qué decir o hacer. ¿Qué tal si cree que me burlo de él? O tal vez me mira con desprecio y no me quiera volver a hablar. Ahhhggg – Vi como el pequeño castaño se revolvía sus propios cabellos con violencia.

-Si es así, ¿no es mejor no decirle nada? – No sé qué estaba pensando para decir eso. Tal vez era mi propia inseguridad hablando. Lo que me respondió Furi, fue lo que me impulsó y me seguiría impulsando.

-Yo sé muy bien quien soy. Reconozco que soy un cobarde y prefiero las cosas fáciles como el resto de las personas. Pero hay cosas que nunca son fáciles y necesitas quemarte antes de conseguirlas, como por ejemplo el Basquet, si no sigo practicando nunca seré bueno. Y también si lo quiero a mi lado y no soy capaz de dar el primer paso, no puedo decir que estoy realmente enamorado. Me conozco o creía hacerlo, porque cuando estoy con él me corroen los celos con las personas que se lleva bien, descubrí mi lado posesivo, mi lado cursi y mi lado perverso. Por eso mismo descubrí que si no le digo nada y él se va con alguien más, me arrepentiré por el resto de mis días.

Después de la confesión de Furi tuve unas ganas extrañas de llorar. Y sin pensarlo empecé a hablar.

-Yo, yo creo que también estoy enamorado.

-De Kuroko ¿no es así? – Lo miré confundido, su tono de voz era completamente seguro – No te lo dije antes, pero no creí que estuvieran saliendo porque pasaban todo el tiempo juntos. O bueno, por eso también. Sino porque a veces se miran como si no hubiese nadie más en el mundo. Lo tratas de manera dulce y delicada, a diferencia de todos nosotros. El infinito cariño que le tienes es más que obvio para los demás. ¿Vas a seguir negándolo?

-¡Furi! Si no regreso, dile a la entrenadora que estoy enfermo.

No escuché su respuesta, pero no era necesario, él me cubriría. Salí corriendo al lugar donde había dejado a Kuroko con Aomine. Pero ninguno de los dos no estaba allí. Ya había recorrido el camino de ida al gimnasio, empecé a desesperarme. Lo llamé al celular pero no contestó. Salí corriendo, con humor de perros y con ansias asesinas, hasta que lo vi sentado en los columpios de un parque infantil. Me acerqué a él y en su rostro pude ver lágrimas. Entré en pánico y rebusqué mis bolsillos en busca de un pañuelo. Estaba tan metido en sus pensamientos que se sorprendió al verme parado frente a él tratando de secar sus lágrimas.

-Kagami-kun… - logró susurrar con la voz entrecortada.

-¿Qué te hizo ese idiota? – dije tratando de que mi voz no sonara tan molesta.

-No me hizo nada.

-¿Y entonces por qué lloras?

-De alivio, tal vez

Intenté preguntar de nuevo, esperé por una respuesta, más él no dijo nada. Cogí sus cosas y las mías, pasamos por el Magi por un batido de vainilla y nos fuimos a mi casa. Sabía que no quería que su madre lo vea en esas condiciones, así que él aceptó mi excusa de que teníamos un trato con respecto a las clases de japonés. Preparé la cena, con un poco de su ayuda. Omu Raizu era la mejor opción para comer en la noche, no sería tan pesado y era fácil de preparar, al cabo de un rato se le veía empeñoso en cortar los ingredientes y hacer la tortilla. Mientras comimos intenté no hacer ningún comentario a excepción de quejarme acerca del japonés, funcionó por un momento pero de nuevo la cena se volvió silenciosa.

-Yo… mi mejor amigo era Aomine-kun – comenzó. Sentí que por un momento la respiración se me fue y lo dejé continuar. – Compartimos muchos momentos juntos, disfrutaba mucho su compañía y le admiraba, pero todo empezó a desmoronarse. Después…

No sabía que decir, tenía un nudo en la garganta atravesado como un trozo de carne mal masticado, pero era más incómodo y por sobretodo doloroso. Vi como las expresiones de Kuroko se desbordaban, su rostro mostraba tantas cosas, pena, cólera tal vez, felicidad.

-Yo, pensé que era mi culpa –  dijo retomando el sonido de su voz, aun quebrada por partes a causa de las lágrimas. – Pensé que todo lo que paso aquella vez, era en parte mi culpa, por no haberlo ayudado más, por no haberme dado cuenta y los “hubiera” me estuvieron matando por dentro. Él se acercó hoy para pedirme disculpas y para decirme que se ha enamorado de alguien, que era feliz y fue como sentir que me quitaban un gran peso de encima, lamento haberte preocupado.

-No tienes por qué pedirme disculpas… Kuroko tu… -  había algo que aún me incomodaba, sabía por qué y si me respondía con lo que no quisiese escuchar probablemente me hubiese puesto a llorar o a rabiar contra todo, pero aún deseaba saber - ¿Te gusta Aomine?

-No – dijo con  una voz suave, recuperando su expresión habitual. Aunque ahora que lo pienso, fue un gran alivio que lo tomara con calma –  Aomine-kun es mi gran amigo y ex luz, sólo eso y espero que sea feliz. Gracias Kagami-kun por todo.

No pude hacer más que sonreírle, me sentí mal porque mis actos hasta ese momento tenían motivos ocultos y en lo único que estuve pensando, aparte de golpear a Aomine, fue que quería besarlo y reconfortarlo. No le dije nada, abordarlo en este momento con mis sentimientos no era justo, para ninguno de los dos.

Kuroko se quedó a dormir, no sin antes avisar a sus padres, le preparé un futón como todas las veces que se quedaba en mi casa, nos dimos las buenas noches pero realmente nunca pude cerrar los ojos, mucho menos cuando él pensó que estaba dormido y se pasó a mi cama, para abrazarse a mi espalda. Si estás leyendo esto después de mucho tiempo te pregunto ¿Aun recuerdas como se escuchaba nuestro corazón? ¿Aún se sigue escuchando así?

Después de eso nos hicimos más apegados aún, si eso era posible. El viernes, antes que el día acabe, fui llamado por Fukuda hacia el jardín detrás del gimnasio. Allí vi parada a una chica de cabello negro, a la cual reconocí como la que me saluda en las mañanas. Se notaba nerviosa y algo sonrojada, me tomó un tiempo atar cabos y darme cuenta que era lo que quería. Obviamente planeaba rechazarla inmediatamente, pero era descortés cortarle y no dejar que hablara, después de todo planeaba estar en su situación. Antes que ella pudiese exponer sus sentimientos apareció él detrás de ella. La chica saltó por el susto y él pareció decirle algo, no pude escuchar, estaban a cierta distancia mía y tal vez nunca lo sepa, es más no quiero preguntar, solo sé que la chica desapareció corriendo y Kuroko  me jaló de la solapa del uniforme para besarme antes de que pudiera ordenar mis pensamientos o los pocos que tenía se fueron volando.

-Kagami-kun yo… - intentó excusarse, probablemente porque creía que lo rechazaría, así que antes que siga hablando lo besé de nueva cuenta y callé cualquier objeción.

Sus labios eran dulces y suaves, ningún sueño o fantasía se comparaba con la realidad, aquella sensación de extrema felicidad ralentizaba mis movimientos y a partir de allí lo recuerdo en cámara lenta. Sus labios moviéndose contra los míos, nuestros dientes chocando por nuestra inexperiencia, mi lengua rozando tímidamente la suya. No importa lo que pase, en un futuro, nunca me dejes olvidar esa sensación.

Después de separarnos del beso para poder tomar aire, atropelladamente tratamos de explicar nuestros motivos. Por el pánico empecé a hablar en inglés unas partes, pero la parte principal estoy seguro que la dije en japonés, o él no se hubiese sonrojado tan lindamente.

TE QUIERO

Le agradecí a los cielos, si existe algún Dios allí porque me correspondió. Y pues aquel 08 de agosto nos convertimos oficialmente en novios. Supongo que no es necesario mencionar que Fukuda me había seguido, no sin antes avisarle al Kawahara, quien le dijo a Kiyoshi quien le dijo a Hyuga… bueno sabes cómo fue eso, pandemonio total. Todos se enteraron de que formalizamos nuestra relación, al parecer no solo Furihata tenía la idea de que salía con Kuroko desde mucho antes. Debo decir que gracias a ese Chihuahua entrometido fue que toda la GoM terminó enterándose, lo que resultó en una serie de amenazas variadas por parte de esos locos. Nunca hubiese adivinado que de quien se había enamorado era nada más ni nada menos que Akashi Seijurou y es más sorprendente que fue correspondido, no sé si sentirme feliz o mal por Furihata . Aún ahora tengo escalofríos cuando recuerdo esas tijeras.

Y es aquí donde concluye todo, me pregunto qué es lo que pasará de aquí en adelante, si seré yo el que leerá este fragmento de memoria, porque de algo estoy seguro, no importa lo que suceda, no quiero olvidarlo.

12 de Agosto – Kagami Taiga

*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º

Kuroko terminó de leer el diario y lo dejó a un costado, se incorporó para mirar cada una de las cosas guardadas dentro de ese baúl. Todos y cada uno de los objetos eran chucherías efectivamente, entre binchas, un globo desinflado, plumas, un peluche etc. Pero todas tenían un significado oculto. Su primera cita, su salida al campo, la vez en que se reconciliaron después de una pelea. Ese baúl no albergaba sólo las memorias de Kagami, sino las suyas conjuntas, además de todas las fotos impresas que había.  Su relación de pareja estaba metida en un baúl y por sobre todo lo que estaba metido dentro de aquella cajita de metal. Un pañuelo y una foto enmicada de ellos en la Winter Cup. Era una foto que alguien había tomado al azar, ya que ellos no estaban exactamente al medio, pero se podía apreciar bien sus rostros y cómo ellos hablaban de algo en particular mirándose a los ojos con infinito aprecio.

-Taiga esto de cuando…

-Es una foto que encontré hace muchos años cuando ganamos la Winter Cup, lo chicos se empeñaron en tomar fotografías de todo y entre todas encontré esa.

-Esto significa que es de antes de que nosotros.

-Si al parecer yo ya estaba enamorado de ti desde aquella vez – sonríe, mientras ve aquel sonrojo en su pareja que había desaparecido hace unos años por la rutina y el trabajo.

-Ha pasado mucho tiempo.

-Lo sé.

-Ahora soy un viejo con mal carácter y para nada lindo.

-Lo sé. Eres un vinagrillo a veces y cuando te molestas conmigo subes a la cama a Nigou. Pero aún te amo.

-¿Lo recuerdas aun ahora? – Kagami lo miró confundido, intentando descifrar a que se refería – ¿Recuerdas aún cómo latía tu corazón aquella vez?

-Lo recuerdo – Kagami cogió la mano de su esposo y la puso sobre su pecho – Siempre.

Para Kuroko sólo Kagami podía hacer una declaración como esa, con unas cuantas palabras podía hacerle bajar todas sus defensas y de un soplo convertirlo en nada. Kuroko se acercó a su esposo, desde hace 10 años y lo abrazó para luego darle un beso, uno de esos que están cargados del más puro amor.

-Te amo

-Lo sé

Los dos rieron juntos. Acomodaron las cosas dentro del baúl, fueron a dar un último vistazo a su hijo quien aún dormía plácidamente en su cama. En algún otro momento irían a arreglar aquel viejo cofre de madera, ya que desde ahora no solo contendría las memorias de una pareja, sino el de toda una familia.

 

FIN 

Notas finales:

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Espero que les haya gustado, y que tal les pareció mi primer intento de KagaKuro :'v no es mi fuerte, pero son lindos a morir estos dos. 


Para los que esperan mi otro fic, lo siento mucho *se inclina a 90 grados* tuve unos percanses y Mami Tseje también me lo estuvo recordando. Lo recompensaré lo más pronto posible. 


Muchas gracias por leer hasta aqui.


Clio ::off::


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