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No lo imagines, hazlo por chibibeast

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Notas del fanfic:

Lo resubo porque AY lo había mandado a otra sección.

Habían terminado de ensayar hacia 5 minutos, Kai les hablaba con la vista puesta en las hojas que sostenía donde leía algunas indicaciones que deberían seguir, pues, el manager se las dio; al no levantar la vista no sedaba cuenta de que los otros cuatro hacían de todo menos prestarle atención, él seguía leyendo y explicando algunos puntos hasta que escuchó un ruido que lo hizo voltear a los demás.


Ahí fue cuando notó que no le prestaban ni pico de atención, el ruido que había escuchado fue un grito de Aoi, nada masculino cabe mencionar, los cuatro se encontraban sentados en los sofás dispuestos, el pelinegro y Reita al parecer mantenían un tipo de riña en voz baja, se empujaban, daban manotazos y jalaban del cabello, un alboroto de lo más infantil, su espalda se tensó; Uruha estaba metido en su mundo, lo normal, pero fijándose bien, la cabeza del castaño se inclinaba lentamente hacia su izquierda cayendo sobre el hombro del que tenía al lado, el vocal, estaba dormido, elevó una de sus cejas; Ruki… ¿Qué demonios hacía Ruki? No lo entendía, pero tenía cara de psicópata salido de una cárcel de máxima seguridad rodeada de franco tiradores y parecía planear su próximo asesinato viendo al piso, empuñó sus manos, eso le dio miedo y retrocedió un par de pasos.


Suspiró tratando de tranquilizarse, pero los gritos de Aoi y Reita aumentaron su volumen, Uruha había empezado a roncar y Ruki estaba riendo como maníaco con su grave que se escuchaba tétrica, al parecer nadie más que él lo notaba ni el castaño que tenía su cabeza sobre el hombro del vocal que se sacudía se inmutaba, sentía su rostro empezar a enrojecer de la furia porque sus compañeros de banda lo ignoraron; guardó los papeles dentro de su bolso al igual que sus pertenencias.


─ ¡Cállense! ¡Escuchen lo que les digo, maldita sea! ─ con tremendo grito logró captar la atención de los chico, Uruha casi cae al piso por el sobresalto, inhaló y exhaló tratando de destensarse ─ Los quiero aquí mañana a las 8:30 am, sin retrasos ni excusas tontas, 8:30 sin falta. ─ les dio una última mirada furiosa y salió de la sala.


Arribó al departamento que compartía con su pareja desde hace un año aproximadamente, al no ver a nadie por los alrededores de la sala de estar, se dirigió a su habitación pero antes de entrar escuchó el rasgueo de una guitarra provenir de la habitación que tenían asignada para sus instrumentos, fue allí; abrió la puerta y se encontró con la espalda de un pelinegro que tenía una guitarra en su regazo, su pareja había vuelto de su gira de 1 mes duración por algunas ciudades de Japón.


Se quedó escuchando la suave y calmada voz junto a las notas de las cuerdas, una pequeña sonrisa se plantó en sus labios, no reconocía la canción y supuso que sería nueva, pero…


Sayonara baka na hito,


anata ga itsumo de-tochuu


furikaetteta youna onna ni


mattemiseru wa.


Anata ni wa zutto taisetsuna


dareka ga ite, watashi ni wa


mochiron anata shika inakute.


Sabishikute, sabishikute, itoshikute.


(moshi ima watashi ga anata


sashite nyu-su ni detara sashizume


aijin a-san tte toko desu ka)


Sayonara baka na ito…


 


La conocía perfectamente, aún se preguntaba cómo fue posible que Miyavi compusiera tal canción, tenía claro que le gustaba jugar con los sonidos mezclándolos con otros y crear nuevos. La letra de Baka na hito la entendía y sabía por qué fue escrita, pero el uso de instrumentos y la melodía que formaban juntos era algo que tal vez nunca comprendería, al igual que muchas otras composiciones de su repertorio.


Miyavi, envuelto en su euforia, volteó hacia la puerta llevándose un susto de muerte al ver a su novio de pie en el marco de la puerta con una mueca confusión en su rostro, la guitarra casi se le cae y haciendo malabares logró atraparla; Kai rió al ver la reacción del pelinegro.


─ Bienvenido a casa, Takamasa. ─ se acercó al pelinegro y se sentó a su lado en ese alargado sofá sin respaldo.


─ Estoy en casa, Yutaka. ─ ambos con sus características sonrisas.


─ ¿Hace cuánto volviste? Pudiste llamarme para venir antes. ─


─ Regresé hace media hora, aproximadamente. No quería interrumpirte, además te vería cuando llegaras y aquí estás. ─ dejó el instrumento a un lado y envolvió al castaño en un abrazo asfixiante, típico de él, Kai le respondió con la misma efusividad.


─ Pero pude haber cocinado algo. ─ se separaron un poco.


─ No hay problema, traje algo para cenar. Supuse que vendrías cansado por pasar el día con ese cuarteto de niños revoltosos… aquí tendrás que soportarme a mí. ─ dijo lo último con voz seductora, dio una lamida en la mejilla del castaño y sonrió traviesamente.


Sus rostros comenzar a acercarse demasiado y Kai cerró sus ojos pensando que le besaría, pero no fue así. El castaño abrió ligeramente los ojos, apenas podía ver bien a Miyavi por lo cerca que estaban.


─ Te extrañé. ─ susurró acariciando su espalda con cuidado, subiendo lentamente por sus costados ─ Mi Kai-chuu~, te extrañé demasiado. ─ hizo un pucherito.


Observó la sonrisa de Kai crecer en sus labios y este enseguida le besó, rodeando su cuello con los brazos, atrayéndolo todo lo que pudo. Notó la ansiedad con que su lengua se movía y le pareció un beso realmente delicioso, era tan maravilloso sentir la calidez y suavidad de esos labios; cada beso le sabía igual o mejor que el primero que habían compartido, cada beso regalado por el otro era especial para ambos.


Miyavi estaba tan feliz que nada le importaba, porque Kai estaba entre sus brazos, continuó besándolo con cariño y dedicación deteniéndose leves instantes para mirarlo a los ojos, susurrarle de nuevo cuánto lo había extrañado y amaba, acariciarle el cabello castaño antes de volver a atacar sus carnosos y atrayentes labios. Lo abrazó con cuidado, acarició sus brazos que no se apartaban de su cuello y sus manos no soltaban su cabello y lo enredaba entre sus dedos; se deslizó una mano a su cara, acariciándola lentamente, bajando por su cuello, su pecho, sus costados llegando a su cintura y colando sus dedos bajo la camiseta gris y negro que el castaño portaba.


Kai ahogó un ligero suspiro entre sus bocas al sentir aquellos dedos traviesos sobre su piel desnuda, arqueó su espalda hacía atrás al sentirlos fríos, aun así el tacto le agradaba, hacía que cortos escalofríos aparecieran donde el otro tocaba; las manos de Miyavi no eran ansiosas sino delicadas, regalaba suaves caricias, no había nada más que la satisfacción de sentir la piel ajena. Kai sentía deseo en los toques del pelinegro, pero no había prisa ni desenfreno, le gustaba y desesperaba a la vez porque su parte pervertida (que sólo salía en momentos como este) rogaba por algo más, fue demasiado tiempo sin tenerse el uno al otro.


La excitación era palpable, lo notaba en la rigidez de sus músculos, en el titilar de su labio inferior cada vez que tocaba una parte diferente de su cuerpo, era como si se estuviera conteniendo y él no quería eso, él quería que lo tomara en ese instante.


Miyavi separó sus bocas lentamente, como no queriendo hacerlo, obligando al castaño a abrir los ojos para ver qué sucedía. Vio en los ojos oscuros del otro cómo se deleitaba con su cuerpo y poco a poco subía su camisa sin perder detalle de cada tramo de piel que se mostraba, dejó que le quitara esa molesta prenda.


─ Cada vez estás más sexy. ─murmuró más para él mismo que para el castaño, mordió su labio inferior al ver la imagen frente a él.


Kai estaba seguro de lo que pasaba por la mente de Miyavi.


─ No lo imagines, hazlo. ─ dijo con la mirada levemente inclinada y un poco avergonzado, pero en verdad quería que le hiciera lo que pensaba.


─ Ha pasado mucho tiempo desde la última vez, no quiero lastimarte. ─ respondió el pelinegro.


─ No me lastimarás. ─ sintió su voz quebrarse, Miyavi estaba algo confundido, arrugó el ceño y estaba a punto de contestar pero Kai se adelantó ─ Porque en este tiempo yo… yo me tocaba pensando en ti. ─ se sonrojó hasta las orejas.


Miyavi esbozó una sonrisa incrédula, casi ríe incapaz de creer lo que estaba escuchando.


─ Oh, pequeño travieso. No debiste tocarte sin mi permiso. ─ murmuró fingiendo molestia, acariciando el abdomen desnudo del castaño con la yema de sus dedos, manteniendo una distancia mínima entre ambos ─ Una vez que vaya más allá de las caricias, no me detendré, por más que lo pidas, no lo haré. ─


─ Da igual. No es como si yo quisiera que te detuvieras. ─


─ ¿Seguro? ─


Por toda respuesta, Kai se acercó con intenciones de iniciar un nuevo ósculo, pero Miyavi lo detuvo poniendo dos dedos sobre lo labios contrarios.


─ Yutaka. ─ llamó, a punto de perder el poco autocontrol que le quedaba al sentir los besos dejados por su cuello como resultado de haber evitado los labios del castaño ─ Me estoy conteniendo… ─ informó, pretendiendo abstenerse de volver a pasear sus manos por el cuerpo del otro ─ Como sigas así perderé el control y no seré gentil…─


─ ¿Gentil? ─ preguntó, se retiró un poco para mirarlo con una ceja alzada, en la cara de Miyavi no había ningún indicio de deseo, salvo por sus mejillas sonrosadas, pero fijándose bien pudo ver cómo este se esforzaba por ocultar la evidencia entre sus piernas con poco éxito. Kai sonrió con disimulo y volvió a rodear el cuello del pelinegro ─ ¿Quién dice que quiero que seas gentil? Quiero que me tomes, pero no seas bestia. ─ esta vez no le costó mucho que Miyavi le besara y al llevar él el control, el beso fue más fogoso.


─ Yutaka… si sigues así… ─ murmuró con la respiración agitada por la sensación del contacto y pasión de los besos ─ No habrá vuelta atrás… aunque ruegues. ─


─ Quiero sentirte, Takamasa. ─ esbozó una sonrisa al decirlo, notó cómo Miyavi perdió el control y se dejaba llevar, unieron sus bocas de manera urgente mientras acariciaban cuanto podían.


El pelinegro dejó sus labios para bajar al cuello depositando mordidas y lamidas hasta llegar a la clavícula, donde mordió con suavidad haciendo que Kai diera un apenas audible un gemido; bajó al pecho para atrapar en boca y humedecer uno de los botones cafecitos y estimular el otro entre sus dedos, después de unos momentos continuó bajando, dejando un camino de saliva en el abdomen semi marcado de su pareja y hundió su lengua en el ombligo durante un par de segundos, satisfecho de escuchar un gemido audible de sorpresa, advirtió cómo su entrepierna pulsaba por aquel sonido que se le antojó lujurioso.


 Levantó las caderas del castaño y se aferró con fuerza a los glúteos que se antojaban tan apetecibles, lo alzó entre sus brazos, obligando a Kai a abrazarse a él con brazos y piernas como un koala para no caer; lo llevó a la habitación entre besos y tropezones. Kai se quejó al golpear su espalda contra una de las paredes antes de llegar a la habitación, Miyavi se disculpó al darse cuenta que había lastimado a Kai, se detuvo unos momentos para recuperar el control de sí mismo; el castaño ignoró la disculpa y volvió a besarlo con intención de reanudar lo que hacían.


Se besaban como locos desesperados, el castaño gimió en una mezcla de queja y placer, excitado por el dominio de Miyavi, comenzaron un movimiento con sus caderas que hacía rozar sus entrepiernas, estaban extasiados por sentir como sus erecciones dentro de sus pantalones se endurecían cada vez más, palpitando ansiosas.


Habían perdido la noción del tiempo y espacio, Kai deshizo la unión de sus bocas y en un agitado susurro pidió entrar a la habitación, Miyavi asintió en respuesta, separó el cuerpo del castaño de la pared y sosteniéndolo con fuerza aun abrazado, abrió la puerta e ingresaron; al llegar a la cama que ambos compartían desde hace unos meses, el pelinegro recostó al castaño y este al no soltarlo hizo que ambos cayeran sobre la cama.  El pelinegro gruñó al sentir la cremallera de su pantalón apretar su erección, Kai soltó una de sus manos del cuello del otro para guiarla sensualmente hacia ese lugar para desabrochar el botón y bajar el cierre, ambos llevaron su vista a donde se adivinaba la forma del miembro de Miyavi bajo esa ropa interior con estampado de animalitos chibis.


Kai le besó en los labios de manera breve una vez más y le acarició el pecho sobre la camisa que aun tría puesta, imprimiendo algo de fuerza lo empujó a un lado haciendo que Miyavi cayera acostado a su lado, se levantó y aprovechó a posicionarse sobre las caderas del pelinegro con cada pierna a un costado, sonrió satisfecho al notar como el labio inferior del otro temblaba ante el roce del pantalón y su erección casi expuesta; humedeció sus labios y se inclinó para unirse de nuevo en un ósculo donde esta vez sus lenguas participaron, enredándose entre sí, saboreándose y recorriendo el interior de la cavidad bucal del contrario.


Con dificultad y ayuda de ambos lograron sacarse los pantalones, soltaron un gemido al sentir sus erecciones tocarse por sobre la ropa interior, Kai quitó la camisa de Miyavi y, al igual que con los pantalones, la lanzó a cualquier lugar de la habitación; el pelinegro metió una de sus manos en la ropa interior oscura del castaño y sacó el miembro, empezó a masturbarlo, Kai queriendo que ambos disfrutaran también sacó el miembro del otro, se masturbaban mutuamente con movimientos acelerados, rozando su erección con la otra, movían sus caderas buscando más rapidez.  


Antes de que alguno acabara soltaron sus miembros dando un leve quejido de inconformidad, Miyavi llevó sus manos al trasero del castaño, metiéndolas en el bóxer color negro y acariciando las suaves nalgas, hizo que el otro elevara las caderas para así quitar el bóxer y acariciar las piernas en el camino, Kai también quitó el bóxer del otro que tuvo el mismo destino de las otras prendas; una vez sin nada que les impidiera sentirse por completo, comenzaron a fingir embestidas, rozando sus penes sin tocarlos con sus manos.


En un rápido movimiento, Miyavi invirtió las posiciones, dejando a Kai debajo de su cuerpo y él posicionado entre las firmes piernas, aprisionó a Kai contra el colchón imponiéndole su propio peso, demostrando su dominio; regaló suaves y tiernas caricias al cuerpo bajo el suyo, haciendo que suspiros y gemidos salieran de boca del otro, centró su atención en las piernas, alzó los muslos para repartir besos y ligeros mordiscos dejando algunas marcas de sus dientes, eso sólo hacía gemir más ansioso al castaño. Admiraban la desnudez frente a sus ojos, se deseaban como no habían deseado antes a nada, pero lo más importante era que se amaban como no habían amado a nadie más; Miyavi se recostó sobre el cuerpo de Kai, sus pechos se tocaban, cerraron sus ojos al sentir sus alientos entremezclarse, atraparon sus labios en tiernos y profundos besos, sus manos viajaban por toda extensión de piel que estuviera a su alcance, gemían al roce de sus miembros.


Al distanciar sus bocas, sus lenguas seguían enredadas y un hilo de saliva los unía, el pelinegro estiró uno de sus brazos y tomó un frasquito de lubricante dejado descuidadamente sobre la mesita de noche al lado de la cama, vertió un poco en sus dedos, lo cerró y dejó cerca de una de las almohadas, dio un piquito sobre los labios del otro y dirigió su mano a la parte baja del castaño, tanteó hasta encontrar ese pequeño y estrecho agujero que recibió ansioso en su interior uno de sus dedos haciendo que se formara una mueca de incomodidad en el rostro de Kai. Unos segundos después ingresó un segundo dígito para dilatar esa zona, los movía en forma de tijera o en círculos, veía el rostro sonrojado del castaño con ojos entrecerrados debido al placer que estaba sintiendo y mordía su labio inferior para descargarse un poco, de vez en cuando dejaba salir un gemido combinado con su nombre, al introducir el tercer dígito el castaño cerró fuertemente sus ojos como muestra de que le había dolido, movió los tres dedos de adentro hacia afuera y besó la frente ligeramente perlada de sudor en un intento por tranquilizarlo.


Kai se relajó, rodeó la cadera de Miyavi con sus piernas y se dejó hacer sin protestar, el pelinegro sabía lo que hacía y le encantaba esa cara de concentración que ponía cuando lo preparaba; sintió los dedos de su pareja retirarse de su interior, se quejó por eso.


─ Calma, vamos a lo mejor. ─ Miyavi le sonrió con coquetería y él respondió de igual manera.


─ Hazlo, Takamasa. ─ pasó sus brazos por el cuello del pelinegro y dio una mordida al labio.


Miyavi perfiló su pene al agujero que palpitaba por la ansiedad de recibirlo, se introdujo lentamente hasta estar dentro por completo, Kai presionaba entre sus dientes la piel del hombro del que estaba sobre él, dio un suspiro de alivio al sentirlo detenerse; inició un suave vaivén, el castaño podía sentir toda la extensión de su pareja moverse dentro suyo, sentía los relieves que marcaban esa extensión, cómo se abría paso y su interior se amoldaba; el pelinegro sentía como esas estrechas paredes ejercían una fuerte presión sobre su miembro que lo hacía delirar, era delicioso estar dentro de ese castaño con sonrisa de ángel, con un antebrazo se apoyaba en el colchón y se agarraba de la sábana, la otra mano mantenía alzada la cadera de Kai y le ayudaba a profundizar las embestidas.


Repartía piquitos siguiendo la línea de la barbilla, sus cuerpos enredados, las embestidas habían aumentado de velocidad, eran fieras y sus gemidos también aumentaron el volumen, demostraban que tan placentero era ese acto; placer, gozo, entrega absoluta, gemidos, jadeos por parte de ambos, súplicas por más, querían que ese momento no acabara jamás. Todo giraba en torno a Kai y Miyavi, sólo ellos dos.


Hacían el amor de manera que ambos se entregan por completo, dedicándose frases dulces al oído, diciéndose cuánto se amaban.


De repente los embistes cesaron, sus cuerpos deshicieron la unión. El castaño abrió los ojos algo aturdido, se dio cuenta que estaba boca abajo, con el pecho pegado a la cama y con las cadera alzadas siendo fuertemente sostenidas por el pelinegro posicionado detrás de él, que se había adentrado nuevamente sin ningún cuidado o consideración, con penetraciones profundas y certeras; sentía al pelinegro golpear con precisión en su próstata mientras él trababa de mantener la consciencia que parecía perdería en cualquier instante; se aferraba a las sábanas buscando sostenerse de algo y el cálido aliento de Miyavi chocaba contra su nuca.


─ ¡Takamasa! ─ sollozó Kai, casi sin voz, notaba sus piernas temblar ─ Más… más… sí… ─ impulsaba sus caderas al compás de los embistes incesantes, percibió un beso en el centro de su espalda a la vez que escuchaba una traviesa risilla ahogada en gruñidos, giró su cabeza lo más que la posición le permitía para ver a su pareja de reojo, vio el rostro enrojecido y sudado, advirtió que pronto llegaría al clímax; sólo bastaron unas cuantas embestidas fuertes y profundas dirigidas directamente a su próstata para hacer que el inevitable e inminente orgasmo llegara, sin que su miembro haya sido estimulado por las manos del pelinegro ni por las propias, manchando las sábanas.


Miyavi al percibir tal compresión a su miembro, cerró los ojos y arqueó levemente la espalda hacia atrás con los labios entreabiertos y la cabeza inclinada hacia arriba con mejillas sonrojadas en un rictus de absoluto éxtasis.


El castaño se quejó al sentir cuando el pelinegro se deslizaba fuera de su cavidad, aunque esta vez sí tuvo cuidado igual le dolió, al ya estar fuera, Miyavi se acostó a su lado, Kai descendió sus caderas cuidadosamente quejándose por lo bajo hasta quedar totalmente recostado; respiraban agitadamente tratando de recuperar el aliento perdido.


Kai sonreía increíblemente feliz y radiante mientras Miyavi besaba su mandíbula hasta aproximarse a sus labios, el castaño sintió la esencia de su pareja manar* de su interior.


─ Takamasa. ─ lo llamó en un suave susurro debilitado, recibiendo un lento beso en los labios como respuesta ─ Me fascinó. ─ se acercó al otro hasta dejar su cabeza descansando en el hombro.


El pelinegro sonrió ampliamente.


─ No te imaginas cómo me siento cuando me dices eso. Me hace sentir bien el complacerte, Yutaka. ─ apartó los cabellos húmedos que cubrían el hermoso rostro de su pareja y dio un beso en su frente.


Se apegaron más y se acurrucaron, Miyavi cubrió sus figuras con las sábanas hasta sus cinturas.


─ ¿Te cuento algo? ─


─ Dime. ─


─ Durante la gira estuve pensando mucho en ti y escribí una canción, ¿te gustaría escuchar una estrofa? ─ miraban fijamente a sus ojos.


El castaño asintió en respuesta.


Comenzaré diciendo “Te quiero”


Aunque actuemos fuertemente,


Entonces nuestro amor abrazara nuestras manos de amor.


Cariño, estar enamorado, amor correspondido…


Y de nuevo,


El amor nace una vez más.


Comenzaré diciendo “Te quiero”


Aunque nos podamos dañar


Entonces nuestro amor abrazaría las palmas de nuestras manos de amor.


 


Conmovido y el corazón palpitándole velozmente, Kai elevó su cabeza para darle un gentil y amoroso beso a Miyavi, el último de esa noche.


─ Te amo. ─ dijeron al unísono y cerraron sus ojos dispuestos a dormir.


 


*************************************


 


Al día siguiente, en la sala de ensayos de The GazettE…


Cuatro de los cinco integrantes de la banda se encontraban sentados en dos sofás dispuestos en la sala, Ruki y Uruha en uno, Aoi y Reita en otro; estaban preocupados, no era normal, nada de lo que pasaba era normal.


¿Qué no era normal? Eran las 9 am.


¿Qué no era normal? Eran las 9 am y el ensayo debió haber comenzado hace media hora.


¿Qué no era normal? Eran las 9 am, el ensayo debió haber comenzado hace media hora y el líder aun no llegaba.


¿Qué no era normal? Eran las 9 am, el ensayo debió haber comenzado hace media hora, el líder aún no llegaba y Ruki le metía mano a Uruha… Ah, no, esperen. Es normal que Ruki le meta a cualquiera de los cuatro.            


Kai aún no llegaba y eso les preocupaba, ya que el líder era el más puntual y responsable de los cinco. ¿Qué pudo haber pasado para que tarde? Era la pregunta que rondaba la cabeza de los cuatro Gazettos.


─ Tal vez se perdió. Olvida sus cosas en cualquier parte, no me sorprendería que llamara diciendo que olvidó el camino a la compañía. ─ dijo Aoi con ojos entrecerrados y reprimiendo la risa.


─ No lo creo. Yutaka no es tan despistado. ─ silencio ─ Pensándolo bien, mejor lo llamo y le pregunto. ─ Ruki se levantó del asiento y se acercó a uno de los espejos adheridos a una de las paredes, sacó su celular y marcó el número de Kai, se acomodó su gorrito negro y algunos mechones de cabello tras su oreja.


─ Qué desconfianza la que le tienen al líder. ─ negaba Reita con la cabeza ─ Seguro hoy no quiere vernos por todas las estupideces que hicimos ayer. ─ haciendo una mueca de disgusto ─ ¿Recuerdan su rostro? Parecía un toro de esos de cartoon* sacando humo por la nariz y rostro rojo de la furia. ─


─ Dice que ya viene en camino a la sala, no me explicó mucho, sólo me dijo que el despertador se averió y que estaba entrando a la compañía. ─ Ruki regresó a su asiento y les dijo el comunicado.


─ A mí no me convence. Se olvidó del camino y no quiere decirlo. ─ dijo el pelinegro guitarrista en tono de burla.


─ Para mí que está molesto, así que prepárense para encontrar sus cosas en la basura.* ─ el rubio se levantó a resguardar sus pertenecías en un lugar seguro, donde el líder no pudiera encontrarlas.


─ Que eres exagerado, Akira. ─ el pelirrojo rodó los ojos.


─ Para mí que se encamó con Miyavi, durmieron hasta tarde, no se pudo levantar bien de tan…”ya saben” y que eso del despertador es mentira. ─ dio su opinión Uruha, que hasta ese momento habló.


Procesaron lo que el castaño guitarrista dijo y le encontraron lógica, por tan loco que suene, Kai no es irresponsable pero Miyavi es una gran distracción… para cualquiera y su líder no es la excepción, menos siendo la persona que ama.


El abrir de la puerta interrumpió el silencio que se había formado luego de la respuesta de Uruha, vieron a Kai entrar apurado a la sala, se disculpaba por el retraso, pero ellos no prestaban atención a sus palabras sino que buscaban cualquier marca en su cuerpo que revelara la noche de pasión que había tenido y lo encontraron: una pequeña marca en su quijada, que pasaría desapercibida para cualquiera, excepto para esos cuatro pares de ojos expertos en encontrar evidencia inculpadora hacia su líder.


─ ¡Ajá! ─ ese grito emitido por cuatro voces varios tonos más graves que la Kai, hicieron que este diera un sobresalto debido a la sorpresa y susto que le causó ─ ¡Te atrapamos, Líder cochinon! ─


─ ¿Qué? ¿A qué se refieren? ¡Yo no he hecho nada! ─ decía nervioso viendo de izquierda a derecha.


─ ¡Kai! ¡Mayonesa de mi pan! Olvidé despedirme ti como se debe. ─ Miyavi entró como Pedro por su casa a la sala de los Gazettos, gritando; se aproximó a Kai, tomó su rostro entre sus manos, le plantó un beso apasionado y dominante con lengua incluida, se alejó dando una mordida a los carnosos labios del castaño y luego una lamida ─ Nos vemos luego, mi Kai-chuu~ ─ le dio un azote en el trasero que resonó por toda la sala y le guiñó un ojo ─ ¡Hola y adiós chicos! ─ salió a como entró y se escuchó el golpe de la puerta al ser cerrada bruscamente.


Un nuevo silencio se formó, tres bocas tan abiertas que seguro cuando las cerraran sus quijadas dolerían, un rostro sumamente rojo tanto por la vergüenza como porque le gustó y cinco pares de ojos que no despegaban la vista de la puerta por donde había salido el “Guitarrista Samurái”.


─ Me sorprende que aun puedas mantenerte de pie y caminar. ─


Estallaron en risas, menos el líder quien estaba más sonrojado (si es que era posible).

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Feo, horrible, espantoso, horroroso, una ofensa al MiyaKai? (?)

Para mí que Miyavi en sus tiempos locos avergonzaba a cualquiera U¬¬

Canciones usadas traducidas al español:

1era Baka na hito

2da Aishiteru kara hajimeyou

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