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El ladrón de recuerdos por TabiiiTa

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Notas del fanfic:

Advertencias: mis dote de escritora están oxidadas, lean bajo su propio riesgo.

Esta fanfic surgió luego de leer la triologia “The Giver”, los libros a pesar de no ser de mis favoritos, me dejaron esta idea de transmitir recuerdos rondando en la cabeza y puff salió esto. La verdad es que este fanfic llevaba muuuchos meses guardado en mis borradores pero solo hace poco pude comenzar a escribirlo de verdad. 

Notas del capitulo:

Ya estoy escribiendo la segunda parte y espero que de verdad sean solo dos y no se extienda más jajaja, esas cosas son difíciles de controlar. Espero tenerlo listo pronto, pero no creo que vaya a subirlo hasta la proxima semana.

 

Por aquellos días, la sensación de desolación ronda en el ambiente. Las personas están más desanimadas que nunca. Los días se vuelven sombríos y los recuerdos están impregnados de congoja y dolor. Lo que significa más trabajo para los receptores, quienes están encargados de deshacerse del dolor que angustia a los habitantes de su comunidad. Por una sociedad sentimentalmente saludable. Para su mala suerte Jinki es una de esas desafortunadas personas.

Un Receptor de recuerdos.

Tener «el don», como lo llaman los superiores, es todo un honor. Los receptores son tratados con el máximo respeto, ya que gracias a ellos las personas son capaces de llevar vidas felices y libres de dolor. Sin embargo, a pesar de que Jinki preferiría no poseer aquel título, no puede hacer nada más que cumplir con su deber. No hay posibilidades de poder negarse a ejercer su rol al menos que esté dispuesto a recibir el castigo correspondiente y hasta entonces ningún receptor ha sido lo suficientemente valiente para como averiguar de qué se trata la condena.

Además de él, existen cuatro Receptores. Jinki tiene una relación estrecha con cada uno de ellos, especialmente con el menor de nombre Taemin. Suele reunirse muy seguido con el pequeño, quien despierta un sentido de protección en él y lo ayuda en todo lo que puede.

Jinki fue el primero en tener el honor de ser un receptor, por ende fue quien lo pasó más mal. Ya que lo peor de conservar los recuerdos no es el dolor, sino la soledad que entraña. Los recuerdos hay que compartirlos para que sean más llevaderos y Jinki no tuvo con quien hacerlo. Al ser el primero, se encontraba solo siendo enterrado en un enorme tormento que no le pertenecía.

Taemin le recuerda sus primeros días como Receptor. Aquellos días marcados por la desolación y soledad; en aquel entonces se había sentido tan perdido y dolido, pero sin nadie que pudiera guiarlo tuvo que lidiar con el dolor por su cuenta. Y fue difícil.

Fue solitario.

Doloroso.

Y triste.

No obstante, de alguna manera Jinki pudo seguir viviendo hasta que llegaron los otros.

Entre los cinco receptores se hizo mucho más llevadero cargar con el peso de los recuerdos una vez que pudo compartirlos. Aunque la desolación pasada quedó acumulada en su corazón, dejándole una permanente sensación de soledad y vacío.

Es por ello que trata de ser un apoyo para Taemin, el pequeño es el receptor más joven de la historia y Jinki no cree que estuviera preparado para ejecutar su rol. En realidad, no cree que nadie lo esté. Pero el consejo es implacable cuando aplica las leyes.

 

A pesar de que gracias a su título no tiene la necesidad de trabajar, Jinki tiene un trabajo de medio tiempo en una guardería –necesita desesperadamente la distracción. Le gusta pasar tiempo con los pequeños, pero es otra la razón que lo impulsó a trabajar allí.

Jinki tiene un pequeño secreto, uno que se había encargado de guardar muy bien.

Las reglas de la comunidad le impiden tomar los recuerdos que no le son cedidos voluntariamente, pero eso no impide que Jinki tomé unos cuantos sin permiso y es allí en donde se ve involucrado su contacto con los niños. Es de ellos de quien roba memorias.

Toma los recuerdos más insignificantes para no afectar su alma, puesto que un alma esta echa de recuerdos y Jinki no quiere que resulten lastimados, simplemente necesita de aquellas memorias para poder vivir – para poder sobrevivir. Se limita a tomar recuerdos que la mayoría de los niños no tardaría en olvidar: una tarde en el parque, un beso de mamá, una canción de cuna, un helado de postre. Y deja un vacío imperceptible en su memoria que fácilmente será llenado otra vez.

Para aquellos niños esos recuerdos no significan nada, pero para Jinki lo son todo. Esos inofensivos recuerdos robados evitaban que su alma se marchite y gracias a ellos aún mantiene su sonrisa. Esa sonrisa que a pesar de todo el dolor contenido todavía se mantiene amable y cálida.

 

 

 

Jinki se refugia en las cuatro paredes del pequeño edificio lo más rápido que puede, el frío afuera es aterrador y honestamente quiere terminar con sus tareas diarias lo antes posible para regresar a casa. No le gusta la sensación que provoca estar dentro del cuartel, el edificio es tan sombrío como la tarea que ejecuta allí.

Luego de registrar su llegada en la recepción, entra a su despacho y se dispone a esperar a la primera persona con la que tiene cita. No tiene que esperar demasiado, cinco minutos más tarde alguien golpea la puerta y luego ve una cabellera de un color inusual asomarse.

- Disculpa… ¿esta es la oficina del receptor? –  Jinki apenas puede verle la cara pero claramente hay vacilación en los ojos claros del muchacho.

- Sí, adelante. – Luego de su confirmación el alivio inunda el rostro del desconocido y entra a la sala. Entonces Jinki puede tener una vista completa de su visitante, esta vez se trata de un muchacho algo bajo, de cuerpo delgado pero bien formado; su cabello es de un tono platino (Jinki duda que sea natural) y le llega hasta los ojo, tiene una mandíbula afilada y una nariz algo grande pero se ajusta perfectamente a su cara.

- Bienvenido – Jinki le envía una de sus mejores sonrisas, porque este chico en particular parece demasiado desorientado y joven en comparación a los anteriores y a Jinki le nace ser amable con él.

- Gracias. ¿Supongo que tú eres el receptor? Te ves joven. – El platinado se encamina hasta él y se sienta en el sillón de enfrente.

- ¿Esperabas a algún aciano en mi lugar? – Jinki dice lo primero que viene a su mente, recordando fugazmente el cabello gris de todos los sabios que forman parte del concejo.

- Algo así – El chico sonríe avergonzado mientras toca su nuca con nerviosismo – Mi nombre es Jonghyun ¿y el tuyo?

- No necesitas saberlo. Vamos a terminar pronto. – Jinki no quiere ser descortés pero siempre ha preferido mantener la distancia con sus visitantes.

- Pero planeaba quedarme un buen rato, todo esto de la trasmisión de recuerdos me parece interesante. ¿Además de recibirlos puedes transmitirlos? – El joven se ve muy emocionado con el tema, y parece que tiene todo un cuestionario llena de preguntas como esa en su mente.

- Hay veces en que los comparto con los otros receptores. – Jinki recuerda todas esas veces en donde el dolor fue tan incontenible que tuvo que pedir la ayuda de los otros. – Pero no– Jinki no puede terminar su explicación,  

- Dame uno a mí – este chico, Jonghyun, lo mira entusiasmado con la idea, pero él sólo puede observarlo de vuelta con perplejidad, sin comprender su afán.

- ¿Qué dijiste…?

- Quiero que me des un recuerdo – Jinki parpadea repetidas veces, aun sin comprender. ¿Acaso este chico está burlándose de él? No puede interpretar la sonrisa del otro. Así que decide irse por lo racional y explicarle las cosas.

- Se supone que funciona al revés. Lo sabes ¿no? Estás aquí para deshacerte de un recuerdo tuyo, no para que yo te de los míos.

- Pero no tengo ningún recuerdo que quiera borrar – Jonghyun parece bastante seguro y su respuesta desorienta a Jinki por unos cuantos segundos hasta qué su curiosidad se hace cargo.

- ¿Entonces por qué estás aquí?

- No quería desperdiciar la oportunidad de conocer a un Receptor. Ya sabes, es bastante difícil agendar una cita.

Jinki frota el puente de su nariz con frustración. Todo en aquel hombre le desconcierta, esa curiosidad pide ser saciada pero no será él quien lo haga. Prefiere simplemente seguir su papel.

- Debe haber algo que quieras olvidar, un recuerdo doloroso que te moleste.

- Lo hay. – Jinki se siente aliviado, aunque una pizca de decepción se hace presente también, finalmente podrá hacer su trabajo y terminar con este extraño encuentro.

- Entonces, prosigamos. – Estira sus manos con las palmas hacia arriba, esperando que Jonghyun lo siga.

- No he dicho que quiera deshacerme de él.

- Pero… – Jinki retira sus manos aturdido – si es doloroso… y puedo hacer que lo olvides ¿por qué no querrías…? – Le parece algo demasiado complicado para entender.

- Simplemente no quiero. Tengo una buena cantidad de recuerdos dolorosos ¿sabes? Pero quiero conservarlos todos porque son una parte de mí y definen quien soy. Ya te dije que no vine aquí a deshacerme de mis recuerdos.

El cerebro de Jinki hace cortocircuito entonces. Por primera vez se permite mirar fijamente los ojos de su visitante y se sorprende al encontrar satisfacción en ellos. Aquel hombre es el único al que ha visto hablar de dolor sin quebrarse. Aquel hombre que despertó su curiosidad desde que asomó su cabeza por la puerta es el único quien ha entrado con una sonrisa en el rostro, y el único que no le ha pedido que cargue con su dolor. Jinki no sabe cómo reaccionar ante esto.

- ¿Qué pasaría con mis recuerdos si te los transmitiera?

- Se quedan conmigo, por supuesto – Jinki responde por inercia. Recién entonces la sonrisa de Jonghyun desaparece y a Jinki no le agrada la preocupación que baña su rostro.

- ¿De verdad? ¿Así que conservas los recuerdos de otras personas y todo son dolorosos? ¿Cómo puedes–

Jinki siente un apretón en su pecho. La carga de su deber es algo que le costó demasiado asumir como para discutirlo con un desconocido. Lo interrumpe antes de que vaya más lejos, pero se asegura de borrar todo rastro de emoción en su rostro antes de responder, tratando de lucir indiferente como siempre.

- Es mi deber. Y ahora mismo lo estás entorpeciendo. Si no necesitas de mí, podrías marcharte. Hay más personas que necesitan verme.

Se pone de pie con la clara intención de guiarlo fuera de la habitación, pero Jonghyun sujeta su brazo para detenerlo.

- ¡Espera!

Jinki se queda mirando el agarre del otro sobre su brazo. Siente un cosquilleo extraño allí, pero lo ignora. ¿Cómo podía sentir la calidez del tacto de Jonghyun incluso a través de su ropa? Es imposible. La conmoción debe estar afectando su cerebro.

- Hay uno. Quiero pasarte uno. – El mismo Jonghyun lo saca de sus pensamientos, con su obstinada petición.

Luego de lo que parecen minutos, baja su mirada para encontrar al chico platinado mirándolo con un par de ojos de cachorro abandonado que Jinki jura nadie podría ignorar, mucho menos él. Traga nervioso. Hay algo en este chico que le impide actuar con normalidad, hay algo Jonghyun que hace que su alma se sacuda. Libera un corto suspiro y se libera de la mano ajena, derrotado. No encuentra ninguna razón para negarse a su petición. Vuelve a sentarse y estira sus manos con la palma hacia arriba.

-Toma mis manos – Le indica, mientras mira a Jonghyun expectante.

Jonghyun parece confuso por un par de segundos hasta que comprende que Jinki ha aceptado su petición. Aunque no sabe cómo es todo el proceso, está seguro de que el receptor no ofrecería un apretón de manos así sin más, así que obedientemente estira sus propias y tomas las de Jinki ansioso por experimentar todo el proceso por sí mismo.

- Piensa en aquel recuerdo que quieras eliminar y concéntrate en él – Indica Jinki sujetando las manos del otro con firmeza. Le da unos minutos para que se enfoque antes de continuar – ¿Lo tienes?

- Sí – Hay una pequeña sonrisa en sus labios cuando responde, Jinki se remueve incomodo por lo que provoca aquel gesto en su interior. Cierra los ojos, toma unas cuantas respiraciones largas y entonces comienza.

Al principio solo ve un azul opaco, poco a poco las imágenes le llegan en oleadas que golpean su mente sin ser interpretadas; con un poco de esfuerzo de su parte, el azul se transforma en un cielo lluvioso y se encuentra avanzando por la vía a toda velocidad. Siente las gotas de lluvia azotar cada parte expuesta de su piel, podría ser un día de otoño porque no siente nada de frío o tal vez todo se debe a la adrenalina producida por la velocidad a la que va.

Le echa un vistazo a sus pies, preguntándose cómo puede ir tan rápido con un cuerpo que se siente tan pequeño, sólo entonces ve la bicicleta que ha estado montando todo ese tiempo. Mientras más nítido se vuelve aquel recuerdo, más emociones experimenta. Siente la adrenalina latiendo en su sangre, siente sus labios curvados en una sonrisa que hace doler sus mejillas, siente un golpeteo en el pecho que inunda todo su ser con una alocada sensación de felicidad.

Entonces mira a ambos lados, no ve a nadie, pero tras él se escucha los gritos de algunos niños y cuando se voltea a verlos su corazón late aún más rápido. No sabe cómo sus piernas cortas pueden pedalear tan rápido, pero le va ganando a todos, incluso a niños más grandes que él. Al volver su vista al frente puede ver a otro pequeño grupo de niños amontonados alrededor de una niña que sostiene el cartel de meta. En siete segundos llega junto a ellos, salta de su bicicleta como por arte de magia y todos corren a abrazarlo mientras celebran dando saltos y moviendo sus brazos emocionados, sin importarles la lluvia que los empapa.

La niña del cartel lo arroja al suelo y corre hacia ella. “¡Lo logré Noona!”, grita mientras la abraza. Su pecho reboza con alegría, solo puede ver la enorme sonrisa de su hermana antes de que todo comience a difuminarse como un dibujo salpicado en agua.

Al momento siguiente sus manos siguen siendo sostenidas por el dueño del recuerdo mientras sus ojos permanecen cerrados.

Jinki abre la boca para decir algo, pero nada sale. Su corazón golpea contra su pecho insistentemente, un rastro de alegría se extiende por él y le está costando trabajo controlarlo. No se suponía que pasara eso. No se suponía que sintiera ese indescriptible regocijo en su ser mientras cumplía con su deber. Se suponía que recibiría un recuerdo triste, desgarrador, que lo tendría acongojado por unos largos minutos talvez día, pero no, aquel chico, Jonghyun, le envió un recuerdo de su felicidad.

Abre los ojos lentamente, sintiéndose mareado. Ve a Jonghyun hacer lo mismo frente a él, se da cuenta de que siguen sosteniendo sus manos pero no atina a soltarlas. De alguna manera se las arregla para hablar, pero sigue conmocionado.

-  ¿Qué fue eso...? – El otro chico lo mira con una sonrisa traviesa.

- Mi primera carrera en bicicleta. Es un recuerdo muy importante para mí así que debes cuidarlo ¿de acuerdo? Sólo– Jinki lo interrumpe molesto, de pronto una rabia que ni siquiera sabía podía contener empieza a brotar de él. Suelta las manos del otro de golpe, como si quemaran.

- ¿Qué demonios crees que haces? –Por impulso se pone de pie y le da su mejor mirada de disgusto al chico todavía sentado – ¿Es divertido para ti venir y jugar conmigo de esta manera? ¿No tienes mejores cosas que hacer?

Jonghyun parece aturdido, no tarda en ponerse de pie también, pero no entiende el enfado del Receptor. Eleva sus manos en señal de paz e intenta explicarse.

- Hey, tranquilo. No era mi intención hacerte enojar, lo siento. Sólo quería… pensé que te haría sentir bien recibir algo diferente a los recuerdos de siempre…No creo que sea humano dejarte cargar con todos ellos a ti solo… solo quería ayudar...

A pesar evidente nerviosismo de Jonghyun, no ablanda su expresión, sigue en posición de ataque mirándolo con enfado y con las manos apretadas en puños a sus costados. ¿Por qué este chico querría hacer eso? ¿Sólo por la bondad de su corazón? A Jinki le es imposible creerle, las otras opciones parecen mucho más probables: de seguro vino a jugar, a hacerle perder su tiempo, a burlarse de él o peor aún… quizás sabe su secreto.

Presa del pánico, el Receptor, comienza a empujarlo hacia la salida.

-  Vete de aquí.

- Espera hablemos primero – Jonghyun intenta frenarlo, pero Jinki es más fuerte y sigue empujándolo hasta que lo lleva cerca de la entrada.

- Simplemente déjame solo – No sabe cómo consigue abrir la puerta, pero con un último empujón lo echa de la habitación – Y no te atrevas a volver aquí de lo contrario te delataré ante el consejo.

Jinki ignora la mirada suplicante de Jonghyun. Prefiere ignorar la chispa de preocupación que deja entrever en sus ojos y cierra la puerta de golpe, antes de arrepentirse. El miedo tiene su pulso acelerado, sus apresurados latidos son lo único que puede escuchar. Apoya su frente contra la puerta cerrada. Cierra los ojos y aprieta los puños otra vez, intentando calmarse. No había manera de que él supiera ¿cierto?

 

 

 

 

La idea de ser delatado lo atormenta un buen par de semanas luego de aquel incidente, pero mientras pasa el tiempo y no recibe ninguna carta de citación termina concluyendo que fue solo su paranoia. Se olvida rápidamente del asunto, pero el chico de ojos de cachorro sigue dando vueltas en su cabeza de vez en cuando. Se siente un poco culpable por haberlo amenazado, pero ni siquiera fue una amenaza real, si se atrevía a delatarlo quién tendría más problemas sería el mismo. El consejo siempre puede encontrar alguna manera de culparlo a él, no le tenían mucho aprecio desde aquella vez en que pidió revocar el título de Taemin como Receptor.

De cualquier manera, Jinki puede fácilmente suprimir sus recuerdos de aquel hombre curioso, pero el recuerdo recibido ronda por su mente con mucha más frecuencia de la que quiere aceptar. Surge como una inyección de felicidad en el momento menos esperado: cuando va camino al cuartel, cuando termina de recibir un recuerdo especialmente triste, cuando intenta espaciar en sus propios pensamientos e incluso cuando está a punto de dormir.

Jinki no sabe porque ese pequeño recuerdo parece ser tan poderoso en comparación a los otros que obtiene de manera ilícita. Llega a creer que se debe al hecho de ser un recuerdo valioso para su dueño o tal vez porque le fue entregado de manera voluntaria. De cualquier manera, aquel recuerdo siempre lo acompaña con una alocada sensación de bienestar y a diferencia de muchos otros lo guarda con gusto.

 

 

 

El trabajo en la guardería es exigente. Jinki tiene que distribuir su atención en cada pequeño a su cargo y eso consume mucha energía, pero de alguna manera es gratificante –y no sólo por su pequeño secreto. Cuando llega a casa después de un largo día no tiene tiempo de pensar en nada antes de caer rendido ante Morfeo. Y eso ya es una gigantesca carga menos.

Jinki recuerda aquellos primeros años de noches en vela, la sobre carga de memorias ajenas rondaba su mente salvajemente haciéndole sentir un dolor tan poderoso que podía sentirse como propio. A pesar de que ahora tenía un mayor control sobre ellos, no faltaban los días en que despertaba gritando por alguna pesadilla que anteriormente acechaba a otra persona.

La guardería es pequeña, solo hay tres clases y cada una tiene tan solo a 15 niños al cuidado de 3 encargados. Jinki está a cargo de la clase B, en donde están los niños de 4 años –a su parecer los más revoltosos. Kibum y Ji Eun son sus compañeros y se dividen bien el trabajo. Ji Eun es buena entreteniéndolos, Kibum es bueno controlándolos y Jinki es bueno haciéndolos dormir.

Jinki aprovecha la hora de la siesta para salir al jardín y distraerse, lo niños se duermen fácilmente con un buen cuento dejándole un rato libre, Ji Eun y Kibum los vigilan mientras dejan a Jinki hacer lo que desee; aunque no saben que es un Receptor, por algún motivo que desconoce, siempre lo han consentido mucho.

Jinki está sentado en el suelo, puesto que los banquillos no soportan su peso de adulto, tiene las piernas estiradas y apoya su peso en las manos. Está observando las esponjosas nubes en el cielo, recordando la lluvia del día anterior, hasta que una voz interrumpe su momento a solas.

- Nos encontramos de nuevo –  dice una voz a su costado.

Jinki gira su rostro tomado completamente por sorpresa. Se encuentra con un chico en cuclillas, encandilado con el sol solo distingue una silueta, pero un mal presentimiento lo invade cuando intenta ver su rostro... esa voz la ha escuchado antes.  Se incorpora y friega sus ojos. Cuando los vuelve a abrir ve la amplia sonrisa del chico con ojos de cachorro frente a él.

- ¡Tú! ¡¿Qué haces aquí?! – La sonrisa de Jonghyun sólo se hace más grande al igual que el desconcierto de Jinki. – ¿Eres… un psicópata?

- Primero que todo, vengo en son de paz. Segundo estoy aquí por mi sobrino. Y tercero, no, no soy un psicópata es totalmente una coincidencia verte aquí. Una muy agradable, por cierto. – Jinki frunce el ceño y lo mira acusadoramente, sin creerle del todo.

- Si estás aquí por tu sobrino, déjame decirte que la salida no es hasta las 5.

- Lo sé. Sólo vine a dejarle ropa de cambio, al parecer aún no controla muy bien su esfínter. ¿Y tú qué haces aquí? – Jonghyun se sienta a su lado, muy dispuesto a tener una conversación que Jinki no le permite iniciar.  El castaño se pone de pie y sacude su ropa.

- Puedes entregar la ropa en la recepción – Jonghyun lo mira desde el suelo haciendo un puchero, pero Jinki lo ignora. No es nada personal, pero no es muy bueno socializando y luego de la experiencia compartida hubiera preferido no encontrarse nunca más con él.

- ¿Si quiera vas a decirme tu nombre?

- No necesi–

- ¡Jinki! – Da un respingo al oír su nombre, no planeaba decírselo a Jonghyun. Kibum tiene buenos pulmones y, al parecer, una capacidad increíble para aparecer en los peores momentos también. Jinki se voltea a verlo.

- ¿Qué Kibum? – Usa su nombre real porque sabe que el chico rubio prefiere ser llamado Key. De alguna manera tenía que vengarse por delatar ese pedazo vital de información al loco tras él.

- JongDae necesita un cambio de ropa, te está esperando en el vestidor.

- De acuerdo – Jinki camina hacia la puerta, pero Kibum sigue en la entrada mirándolo con expresión interrogante –  ¿Ahora qué?

- ¿Quién es ese? – Kibum eleva ambas cejas y apunta a quien Jinki puede adivinar como Jonghyun.

- No sé – Hace a un lado a Kibum y entra, escucha los pasos de Jonghyun tras él pero no se detiene, no debería poder ir más lejos con Kibum allí.

- Espera Jinki, yo tengo la ropa de JongDae, él es mi sobrino.

La sonrisa de triunfo de Jonghyun cuando Jinki voltea sólo es superada por la expresión acusadora de Kibum. Jinki sabe que más tarde será extorsionado por su rubio amigo.

 

 

JongDae es un chico obediente y con Jonghyun allí es sencillo cambiar su ropa. Por lo menos ahora Jinki sabe que el platinado no mentía al decir que era su sobrino. Pero sigue sin entender cuál es su afán con él. Sigue allí incluso luego de que su sobrino vuelve a dormirse, de hecho sigue a Jinki nuevamente al jardín y se sienta junto a él.

Jinki da un largo suspiro y trata de enfocarse en el cielo otra vez. El otro no dice nada aún y tal vez si lo ignora lo suficiente, se irá sin decir nada más. A veces eso funciona.

Pasa media hora y ambos siguen allí, entonces Jinki se da por vencido y se voltea a verlo. Jonghyun está mirando el cielo, parece ignorar deliberadamente su mirada acusadora.

- No le contaste al consejo sobre mí – Suelta el más bajo al azar, sin despegar la vista de las nubes; su cabello platinado resalta mucho más bajo la luz del sol, nota Jinki.

- No volviste – Jinki decide seguirle el juego y vuelve sus propios ojos al cielo una vez más.

- Quise hacerlo

- ¿Por qué?

- Estoy interesado en ti

- ¿Eso qué quiere decir?

Sólo el silencio interrumpe su juego de preguntas y respuestas. Jinki se voltea para finalmente hacer contacto visual con Jonghyun. No sabe si confiar en él, pero al ver sus ojos se despejan las dudas, de verdad parece sincero. Vuelve al frente aunque su pregunta sigue sin respuesta, pero no quiere forzar al otro, no sabe si quiere saber tampoco.

- Quizás fue de la manera incorrecta, pero realmente solo quería ayudarte… ¿Está bien si lo hago de otra forma, Jinki?

Siente la mirada del platinado quemando su rostro, ¿está bien creerle?¿De qué manera podría ayudarte, de todas maneras? Vuelve a sentirse inseguro, pero observa al otro de reojo sin querer revelar su interés. Aunque al parecer ese gesto responde a la pregunta de Jonghyun.

No es lo que Jinki espera.

La suave voz cantando tan linda canción, no es la ‘ayuda’ que Jinki espera.

Se voltea a mirar al platinado; ha sido totalmente sorprendido por el gesto, aquella melodía elaborada por Jonghyun remueve algo en su interior que le hace querer acurrucarse y simplemente… relajarse. Aquellas palabras expresadas de manera tan bella y conmovedora con esa preciosa voz, definidamente eran lo último que podría haber esperado del otro.

- ¿Eso sirvió? ¿Te hace sentirte mejor? – Jonghyun lo mira ilusionado, Jinki no puede despegar su mirada de sus ojos brillantes, son como un imán hecho de estrellas.

- No… – No se da cuenta de que ha estado conteniendo la respiración hasta que su respuesta sale como un suspiro ahogado. Vuelve a respirar y lo intenta otra vez. – No, pero tampoco me hace sentir peor.

No es mucho, pero ¿cómo podría explicar lo que le hizo sentir aquella canción en palabras?, ¿cómo abrir una parte tan oculta de sí mismo con un simple desconocido?

A Jonghyun le basta esa repuesta embustera y sonríe satisfecho. Jinki sigue sintiendo como todo su ser se estremece con los vestigios de aquella canción.

No dicen mucho más después de aquello, pero algo ha cambiado. Se siente como si hubieran derribado una pared entre ellos y ambos estuvieran expuestos ante el otro.

Permanecen así por varios minutos más, hasta que Jinki tiene que volver al trabajo y Jonghyun tiene que irse.

-  ¿Puedo venir mañana? – Jonghyun se rasca la parte posterior de la nuca y evita mirarlo a los ojos, A Jinki comienza a agradarle esta faceta tímida suya, se ve nervioso.

- No – El platinado se desinfla por la negativa, sus hombros caen y Jinki se siente un poco culpable – no tengo turno, pero pasado mañana puede venir… si quieres.

Eso hace que Jonghyun recupere la sonrisa instantáneamente y asiente repetidas veces, Jinki no puede evitar reír un poco por su entusiasmo.

 

 

 

La próxima vez que se encuentran es nuevamente en la guardería durante el descanso de Jinki. Jonghyun va directo al jardín y se encuentra al chico de ojos rasgados con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en las rodillas acurrucado sobre sí mismo. Solo basta un vistazo para que Jonghyun note que hay algo diferente en él, de todas maneras se acerca y se sienta a su lado. Jinki nota su presencia y una leve sonrisa se forma en sus labios, pero no llega a sus ojos y Jonghyun siente la preocupación formándose en su estómago.

- ¿Estás bien? – Jonghyun se fija en los círculos oscuros que rodean los ojos del otro. Siente algo apretar su pecho.

- Sí. No pude dormir mucho anoche, eso es todo – Jinki mantiene su sonrisa, es como un hábito mantenerla pegada en sus labios en los días especialmente duros como ese. Pero a Jonghyun no le gusta verla porque parece no encajar bien en su rostro ahora mismo – No creí que vendrías – Jinki no se mueve ni un centímetro y aunque sus ojo están fijos en Jonghyun parece como si estuviera mirando algo más allá de él.

- Dije que lo haría

- Lo sé – Jinki suspira cansado.

Jonghyun podría iniciar una conversación, preguntar por su sobrino, intentar averiguar más sobre Jinki, pero guardar silencio parece ser lo correcto en ese momento y así lo hace. Se miran el uno al otro, Jonghyun aprovecha que el mayor está perdido en sus pensamientos para observarlo detenidamente. Se fija en el cabello castaño que cubre su frene, está revuelto como si se hubiera pasado los últimos minutos tirando de él. Sus orejas puntiagudas y su nariz un poco torcida se ajustan bien en su cara delgada y sus labios abultados prometen esbozar las mejores sonrisas. Por último vuelve a sus ojos rasgados, las puertas del alma, lucen apagados, como si el propio Jinki estuviera ahogándose allí dentro.

Jonghyun libera su propio suspiro mientras se deja atrapar por esa mirada sin vida; realmente se siente atraído hacia Jinki, tiene tanta curiosidad por descubrir qué hay oculto tras esas sonrisas vacías que no le importa parecer extraño. No le importó la primera vez que se encontraron en el cuartel y no le importa ahora. Se ha impuesto un nuevo objetivo y es descubrir qué clase de persona es este Jinki de ojos cansados y sonrisas gastadas.

- ¿Alguna vez te has sentido perdido entre tantos recuerdos? – Jinki parece reaccionar con la pregunta. Levanta la cabeza y un atisbo de algo que Jonghyun no puede identificar se asoma en sus ojos. Ha dado en el blanco.

- Siempre – Responde Jinki, demasiado cansado para hacerse el indiferente ahora, su rostro revela toda la angustia que se esfuerza por contener.

Ese descubrimiento devastador deja a Jonghyun sin más que decir. Por su parte, Jinki no intenta sonreír más, ahora cierra los ojos y aprieta los dientes conteniendo la pena. Jonghyun lo ve luchando consigo mismo y otra punzada de dolor atraviesa su pecho.

El más bajo siempre ha sido mejor expresándose con la música, las acciones no se le dan muy bien, suele ser muy impulsivo y atolondrado cuando quiere hacer algo y no quiere arruinar las cosas con el mayor. Quiere consolar a Jinki con tantas ganas, pero no conoce otra manera, sólo espera que Jinki pueda entender.

La balada llega como un susurro, Jonghyun cierra sus propios ojos para buscar las palabras correctas, el tono correcto, quiere mostrarle el camino de salida al Jinki que se encuentra perdido.

La voz de Jonghyun es calmante y tranquilizadora, igual que su propietario. Jinki sonríe mientras escucha atentamente, a Jonghyun esta sonrisa le parece un poco más real que la anterior.

 

 

 

 

La siguiente vez su encuentro resulta más fácil. Jinki luce mucho mejor y sus sonrisas son reales. A Jonghyun le resulta fácil iniciar una conversación casual; el descanso de Jinki pasa rápido y tiene que volver a cuidar de los pequeños recién despiertos. Jonghyun decide quedarse un rato más y el mayor no se queja puesto que es el día libre de Key y aunque Ji Eun es buena entreteniendo a los pequeños no lo es tanto con la disciplina. Aunque Jonghyun no es mucho mejor, pone una cara seria que funciona solo porque los niños son tímidos con los extraños, consigue imponer un poco de orden que no dura demasiado porque Jinki descubre que el menor tiene una debilidad por las niñas y sus pucheros.

Esa tarde Jinki ríe mucho más que de costumbre. Son sonrisas honestas y divertidas que son poco comunes ver en él. Jonghyun se encandila un poco más y decide que, en definitiva, los labios de Jinki fueron hechos para esbozar las mejores sonrisas.

El platinado se va cuando su hermana llega por JongDae, SoDam lo invita a cenar y, aunque le cuesta trabajo despedirse de Jinki, acepta; debe ayudar a planear la fiesta de cumpleaños de su pequeño sobrino. Jinki se queda viendo a los tres marcharse, viendo la espalda de Jonghyun hacerse más pequeña a la distancia se pone a pensar en lo extrañamente a gusto que se siente con él.

Desde entonces sus visitas son cada vez más frecuentes. Después de un largo interrogatorio por parte de Kibum, el rubio acepta la presencia de Jonghyun y Ji Eun parece contenta también, Jonghyun y ella tienen una gran afinidad y congenian muy rápido. Ji Eun es la clase de chicas que le agrada a todo el mundo así que Jinki no le da mucha importancia, pero con el transcurso de los días siente una pisca de celos hacerse cada vez más grande cuando ambos están juntos y con eso Jinki se da cuenta de que también ha empezado a interesarse en Jonghyun.

 

 

Luego de tantos encuentros ya ha descubierto que cuando el mayor no está de turno en la guardería está cumpliendo con su deber de Receptor. Jinki nunca lo dice con palabras, pero las sospechas de Jonghyun son confirmadas cuando ve las oscuras ojeras que podría jurar no estaban allí la última vez que se encontraron. Aunque no es muy común ver al Receptor decaído, Jonghyun lo ha visto una vez en su peor momento. Los días posteriores a su ausencia en la guardería no faltan sonrisas que, en realidad, no se pueden tachar como falsas; pero incluso si sus sonrisas son verdaderas hay dolor en sus ojos.

Jonghyun se encuentra otra vez con el Jinki perdido entre recuerdos, pero nota de inmediato que esta vez es peor. El mayor está sentado en donde se encontraron la primera vez, pero tiene la cabeza oculta entre sus rodillas y rodea su cuerpo con sus propias manos. No hace demasiado frío, pero está temblando.

-  ¿Jinki? – La voz de Jonghyun deja entrever su preocupación.

El mayor no responde así que se agacha a su lado, ansioso, toca su hombro y sólo entonces Jinki levanta la cabeza como si no lo hubiera escuchado llamando su nombre. Jonghyun ve sus ojos, pero Jinki está en un lugar totalmente diferente a él, y por mucho que intente sabe que no podrá alcanzarlo.

- Jinki… ¿Estás bien? – Parece una pregunta tonta, pero se ha quedado sin habla.

- No... – A Jinki le habría gustado agregar una sonrisa al final, pero sus labios tiemblan. Se siente tan patético, muerde su labio inferior mientras contiene las lágrimas.

La idea de Jinki lastimado enciende un interruptor dentro de Jonghyun. Siente una punzada atravesar su pecho y no puede evitar envolver al mayor entre sus brazos con ademan protector. Lo abraza, lo abraza fuerte pero con delicadeza, como si Jinki pudiera romperse en cualquier instante. Jinki se deja abrazar y para su sorpresa el mayor comienza a llorar.

Jinki finalmente se permite confiar en él, se permite mostrar ese lado patético suyo, aquel que ocultaba del mundo junto con el peso de su deber; porque la barrera que se ha esforzado por mantener entre Jonghyun y él no estaba destinada a alejarlo sino a protegerlo, y Jonghyun jamás representó un peligro real.

Mientras deja que sus lágrimas empapen el suéter del más bajo, Jinki evoca todos lo trocitos de recuerdos agradables que puede, intentado salir del abismo de dolor en el que quiere sumergirlo aquel último recuerdo que recibió el día anterior.

- ¿Qué puedo hacer? – Jonghyun suena afligido, como si el mismo estuviera herido. Sabe que esta vez una canción no será suficiente para que Jinki encuentre la salida de aquel poso de desesperación.

- Nada. Voy a estar bien – Jinki hace un poco de espacio entre ellos sólo para ocultar su rostro en el pecho de Jonghyun mientras se permite contarle cosas que nunca pensó decirle a alguien que no fuera un Receptor –  Ya me ha pasado antes, cuando los recuerdos son demasiado parecidos a los míos me es difícil almacenarlos en un lugar alejado. Tratan de colarse en mi propia memoria y aunque sé que no son míos… se sienten como tal…Son tan vívidos…. pero voy a controlarlo pronto… esto no debería ser tan difícil. Sólo dame un minuto...

- ¿No puedes dármelo a mí? Si te lastima tanto tienes que deshacerte de el – las palabra escapan por si solas, Jonghyun lo estrecha un poco más. No soporta verlo tan destrozado.

- No lo sé, Jonghyun. No se supone que ceda recuerdos. Sólo lo hecho con los otros Receptores cuando ha sido demasiado para mí, pero no tienes que preocuparte. Voy a estar bien.

Jonghyun quiere gritarle a Jinki. ¡¿Cómo no preocuparme cuando estás así?! Pero sabe que no ayudaría en nada así que simplemente utiliza una de sus manos para acariciar el cabello de Jinki intentando calmarlo. El mayor sigue temblando entre sus brazos y cada sollozo suyo forja una pequeña grieta en el corazón de Jonghyun.

Jonghyun solo lo ha imaginado hasta entonces el tormento de ser un Receptor, pero presenciarlo es mucho peor de lo que imaginaba y no quiere ni pensar como sería vivirlo. Si Jinki como Receptor tiene que lidiar con toda esa cantidad de recuerdos dolorosos lo único que Jonghyun puede hacer es intentar equilibrar la balanza.

Como un acto desesperado, comienza a contarle todas aquellas experiencias agradables que ha experimentado en su vida. Jonghyun cree que escuchar las historias de alguien puede ser una fuente de fortaleza también.

Al principio el Receptor no parece estar escuchando, pero luego de unas cuantas anécdotas Jonghyun nota que deja de temblar y sigue adelante más confiado. No mucho más tarde después las lágrimas se detienen, pero Jinki no deshace el abrazo y Jonghyun tampoco. A Jinki le resulta inexplicablemente calmante la cercanía del menor y permanece así hasta que sus piernas y brazos se duermen.

 

 

Lo sucedido aquel día nunca más fue mencionado por ninguno, sin necesidad de acordarlo en palabras decidieron guardarlo en secreto. Pero aquella no fue la única vez en que Jinki se perdió en recuerdo ajenos, hubo unas cuantas más – no tan malas como la primera – y Jonghyun siempre estuvo allí para guiarlo de vuelta a su realidad.

Jinki sentía consuelo cuando escuchaba a Jonghyun cantar, cuando se dejaba rodear por sus brazos y cuando el más bajo acariciaba su nuca con delicadeza mientras repetía “todo estará bien” como una especie de mantra de sanación.

Jonghyun se sentía dichoso de poder ser quien le proporcionara a Jinki algo de consuelo. Era un poco egoísta de su parte, pero quería ser el único que sostuviera al mayor mientras lloraba, el único que limpiara los restos de lágrimas de sus ojos. Quería ser el único que reparara cada herida que los recuerdos ajenos habían hecho en el alma del Receptor.

Sin embargo, a pesar de que llevaban más de seis meses viéndose, sólo el jardín de la guardería había sido testigo de sus encuentros.  Jinki nunca aceptaba sus proposiones para salir a algún otro lugar, se negaba como si Jonghyun lo estuviera invitando a pasar la noche en su departamento o algo por el estilo. Había llegado a sentirse como el paño de lágrimas del mayor, pero esto no era tan malo como el hecho de no ser capaz de verlo nunca así que se aguantaba. Además le encantaba sacarle sonrisas a Jinki cada vez que jugueteaba con él y los niños.

 

- ¿No te agrado lo suficiente? – Están sentados donde siempre, Jonghyun observa a Jinki mientras este juega con un diente de león en sus manos.

- ¿Qué? – Jinki aparta la vista la hierba para enfocarse en el menor, cree haber escuchado mal.

- Nunca quieres salir conmigo, si soy molesto solo dilo y no vendré más. – Jonghyun refunfuña, su ceño está fruncido y prefiere mirar a cualquier lugar excepto los ojos de Jinki.

- ¿De qué está hablando? – Jinki sigue mirándolo, le parece adorable la manera en que Jonghyun puede parecer un niño de 5 años cuando algo le molesta – Si me molestaras lo habría dicho hace tiempo y créeme que Kibum no te habría dejado ni asomarte por aquí.

Jinki vuelve a jugar con el diente de león entre sus manos, recuerda la manera protectora en que Kibum cuida de él. El chico de ojos felinos no sabe sobre su deber como receptor, pero es demasiado perceptivo y en seguida notó que algo anda mal con él cuando se conocieron.

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Solo llevaban dos semanas de conocerse y Kibum le dio ese discurso que lo dejo sin habla. A pesar de que el menor confundió su tristeza con alguna pena de amor, el solo hecho de saber que se preocupaba por el de esa manera le dio ánimos.

Key es la única persona que Jinki no logró apartar de su vida, no importó lo mucho que intentó alejarse, el chico rubio de mirada decidida  se mantuvo firme y le dejó muy en claro que jamás lograría apartarlo de su vida. Además, no intentaba meterse en sus asuntos así que Jinki no tuvo que hacer más esfuerzos por alejarlo.

- Cierto – Confirma Jonghyun sonriendo un poco – ¿Entonces por qué…?

- Bueno… – Jinki intenta buscar las palabras, esta es la parte difícil de mantener distancia con todo el mundo, las preguntas que no podía darse el lujo de responder – no soy tan interesante en realidad… será aburrido ir conmigo a cualquier lugar.

- ¿Estás bromeando? – Jonghyun no acepta su explicación, lo mira como si le hubiera dicho la peor mentira del mundo –  Si creyera que eres aburrido no vendría aquí a diario, Jinki.

Jinki sabe que las palabras de Jonghyun son ciertas, el menor le había dicho que estaba interesado en él, y lo ayudó en mucho en momentos difíciles pero Jinki no puede permitir que se vuelvan más cercanos. Su relación está bien de la manera actual, no se puede permitir llevarla más lejos y no sabe, ni quiere, decírselo a Jonghyun. Guarda silencio, esperando que el otro entienda.

- ¿Vas a decirme la verdadera razón?

Jinki no responde, pero piensa en ello. Piensa en todas las personas a las que dejó atrás a lo largo de su vida. Sus padres, su familia, sus antiguos amigos. Recuerda las miradas de lástima que recibía constantemente, las disculpas innecesarias. Recuerda la culpa. Como se sentía ser quien impedía la felicidad de los que lo rodeaban. Y recuerda la mirada de quienes más amaba el día en que se mudó lejos, la preocupación mezclada con alivio. Pero esos son pensamientos privados que Jonghyun no tiene porqué saber.

Jonghyun no insiste más, el silencio es respuesta suficiente, a pesar de eso comienza una plática ligera. Aparentemente el platinado no necesita a nadie más para mantener una conversación, su energía es interminable. Pero es una de las razonas por las que tanto le agrada, Jinki no siente la obligación de llenar los silencios porque incluso respirar junto al menor le resulta cómodo.

 

 

 

Intenta parecer indiferente, pero no está seguro de estarlo logrando. Una parte de él anhelaba que esto pasara, pero la otra solo quiere retroceder el tiempo para impedirlo. Jonghyun lo mira atento, pero Jinki sigue sin responder. Su mente está ocupada tratando de recordar el momento exacto en el que dejó que Jonghyun se volviera parte importante de su vida, tratando de saber en qué momento la distancia entre ambos se hizo tan pequeña.

- Me gustas mucho, Jinki… ¿Quieres ser mi novio?

Jonghyun busca sus ojos, pero Jinki no puede mirar nada más que sus propios pies mientras se prepara para lo que tiene que decir a continuación. Su garganta se seca, tenía todo un discurso preparado, solo por si acaso, pero nada está saliendo de su boca.

- No – Parece como si se lo negara a sí mismo. Moja sus labios resecos, y lo intenta otra vez – No puedo.

- Jinki…

- Tú fuiste el único que forzó su entrada en mi vida así que no esperes que te corresponda. Tú no me gustas, si no fueras tan impulsivo quizás lo habrías notado. – La mentira quema en su lengua, porque por su puesto Jonghyun se ha ganado un gran trozo de su corazón. Pero eso es algo que el otro no puede saber, ese es un secreto que Jinki está dispuesto a llevarse hasta la tumba por el bien del menor.

- Entiendo, lo siento… - Jinki no quiere verlo a la cara, no después de decir tales mentiras, no cuando sabe que ha hecho una grieta en el corazón del menor. Además, su voz suena lo suficientemente rota como para darle una pista de como luce su expresión, pero no puede evitarlo y de todas maneras levanta su rostro para verlo.

Sus ojos se encuentran y Jinki puede ver las lágrimas contenidas, la decepción y la pena del más bajo reflejada en ellos. Si Jinki fuera alguien normal, se disculparía ahora mismo por el dolor causado y se lanzaría a sus brazos diciendo lo mucho que también le gusta; pero Jinki no es cualquier persona, es un Receptor y hay cosas que puede permitirse y otras que no. Así que cierra los ojos un par de segundos y aprieta los dientes para evitar que se le caigan las lágrimas. Creyó haberlo aceptado hace mucho tiempo, pero la verdad es que todavía no deja de odiar el hecho de ser un Receptor.

Cuando abre los ojos Jonghyun ya no lo mira más, en ese momento el platinado se da la vuelta y se pone en marcha. Esta vez Jinki no puede controlar su impulso y va tras él. Sujeta la maga de su suéter y lo detiene sin poder verlo a los ojos.

- Seguimos siendo amigos, ¿verdad? No dejarás de venir, ¿cierto? – Ya no importa que su voz suene suplicante, no le importa rogar un poco si puede mantenerlo a su lado por más tiempo.

- Acabo de ser rechazado Jinki, ¿no  crees que es un poco egoísta de tu parte pedirme eso? – Jinki permite levantar la vista solo un poco, ve los labios de Jonghyun curvados en una triste sonrisa y no se atreve a buscar sus ojos. Suelta al más bajo y da un paso atrás.

- Lo siento… yo, sólo… lo siento. – Es lo único cierto que le ha dicho hasta ahora. Siente haberle permitido acercarse, siente guardar secretos, siente lastimarlo, siente haberse enamorado de él y lo peor, siente no poder decirle todo eso. Pero ya no importa si es verdad o mentira, Jonghyun se va sin decir nada más.

Y mientras Jinki lo ve alejarse parece como si el más bajo se hubiera llevado con él todo pequeño rastro de su felicidad. El sombrío mundo gris de Jinki ha perdido el rayo de luz más poderoso y cuando lo asimila ya no puede contener más sus lágrimas, caen una tras otra como un flujo interminable.

Cubre su boca con ambas manos bloqueando las palabras que quiere decir pero jamás dirá. «Lo siento. No te vayas. También me gustas mucho.» Por primera vez Jinki experimenta el sufrimiento que tantas veces presenció en recuerdos ajenos, por primera vez Jinki sabe de primera mano cómo se siente tener el corazón roto.

 

 

Jonghyun lleva sin aparecer dos semanas, a estas alturas Jinki ya se ha convencido de que no va a volver y ese descubrimiento demoledor le ha hecho sentir como si se estuviera resbalando por un precipicio y todavía estuviera en caída libre. Ya no queda nada de la pequeña esperanza infantil que aguardaba por su regreso. Lo único que puede hacer es buscar fuerzas en donde no tiene y prepararse mentalmente para seguir viviendo su vida, aunque será mucho más difícil sin la fortaleza que le da Jonghyun no hay otra opción.

Key se asoma por la ventana y lo ve sentado donde siempre, encuentra que es el momento perfecto para molestarlo un poco. Sale al jardín y se pone en cuclillas junto a él mientras Jinki se limita a mirarlo.

- ¿Qué le pasa a nuestro Jinki? ¿Está enfermo? ¿Le duele algo? – Kibum utiliza el mismo aegyo que usa con los niños enfadados y Jinki frunce el ceño ante esto.

- No me trates como a uno de los niños, Kibum – El rubio se ríe a carcajadas y cruzándose de brazos mira a Jinki con lo que parece una mirada maternal.

- ¿Esta vez es por Jonghyun? – Jinki sabe exactamente a lo que se refiere. “¿Esta vez estás triste por Jonghyun?”, esa era la frase completa. – No sé qué pasó entre ustedes, pero no es excusa para desaparecer así sin más.

- Es mi culpa – Responde Jinki, Kibum lo mira interesado, queriendo sonsacarle la verdad con la mirada. Y funciona – Lo rechacé.

- ¿Por qué? – El rubio lo mira escandalizado y Jinki quiere decirle algo como: “¿No es obvio? No me gustaba”, pero al menos por una vez quiere ser honesto con sus sentimientos por Jonghyun, aun si no puede decir toda la verdad.

- Tenía que hacerlo.

- Jinki… – Kibum lo mira con reprobación y luego lanza un suspiro intentado reunir una paciencia que ya 15 pequeños desobedientes se han encargado de agotar. Jinki se pone de pie, está seguro de que Kibum está listo para decir algo que no le gustara escuchar – Voy a ahorrarme el sermón porque doy por hecho que ya sabes lo que pienso. Pero déjame decirte esto: desde mi punto de vista tú eres el único que te impide ser feliz.

Jinki no dice nada antes de irse, si Kibum supiera… si supiera que hay cientos de memoria ajenas intentando arruinar cada pequeño momento de felicidad, no habría sido capaz de decir algo como eso. No habría clavado esa espina en su corazón. Pero no es su culpa, Jinki se ha encargado bien de guardar su papel como Receptor en secreto, si quería mantener a Kibum en su vida no podía dejar que se enterara y debía mantener las sonrisas al máximo para él. Ya había aprendido la lección.

Kibum se queda afuera. Ji Eun está ordenando el desorden que los niños dejaron en el salón contiguo. Jinki entra a la habitación en donde los pequeños duermen, al verlos recuerda que no ha robado ningún recuerdo desde que conoció a Jonghyun, pero el ya no está allí y Jinki no tiene de donde más sacar fuerzas.

De entre todos se acerca a JongDae, ignorando el sentimiento de culpa que siempre se hace presente en una parte de su mente, sujeta sus pequeñas manos y cierra los ojos.

Allí mismo, Jinki vuelve a ser un ladrón de recuerdos, pero esta vez busca por un rayito de felicidad en específico. Unos segundos más tarde está siendo alzado en el aire entre los brazos de un sonriente Jonghyun.

 

Notas finales:

Necesitaba publicar algo nuevo, espero les gustara o mínimo las entretuviera por un rato.

Se aceptan todo tipo de correcciones y sugerencias. :)


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