Shizuo caminaba por las calles de Ikebukuro. Fue extraño, un repentino sueño lo atacó sin previo aviso al grado en el que le costaba mantener los ojos abiertos, sus pasos se hicieron más lentos y sus piernas poco a poco dejaban de sostenerse firmes, tuvo que recargarse en una pared y apoyarse para continuar.
Entró en un callejón, se dejó caer de rodillas y de esa forma alcanzó unas bolsas (quizá de basura) donde se acomodó boca abajo y se entregó a ese sueño que lo devoraba.
Una sombra se asomó un poco para espiarlo, ya lo estaba siguiendo desde antes, sigilosamente vigilaba cada movimiento que hacía. Al ver que tras unos instantes no se movía más, se acercó con confianza y se acuclilló a su lado, con su dedo lo picó un poco en su costado.
-Shizu-chan~
No recibió respuesta. Lo sacudió, nada sucedía. Se puso de pie y lo pateo haciendo que el cuerpo del rubio se girara, ahora estaba con el rostro hacia arriba.
Izaya rió victorioso. Sacó de algún bolsillo un pequeño frasquito que comenzó a girar en su mano. Envenenarlo era realmente fácil. Aunque claro, había sido sorprendente el que fuera capaz de salir de ese viejo puesto de comida callejero y caminara tanto, la sustancia que Izaya había agregado por varios métodos a su comida habría tirado a un caballo de inmediato.
-Shizu-chan, nunca actúas como espero, eres una bestia.
Izaya picó un poco la mejilla de Shizuo, lo observaba con esa sonrisa sínica que lo caracteriza. Suspiró y se sentó con las piernas cruzadas.
-Ahora que estás quietecito te contaré una historia, Shizu-chan. Es una historia que a nadie le importará jamás.
"Había una vez un muchacho de cabello negro que asistía a la escuela media Raira, ignorando el como era su uniforme usaba siempre uno de color negro con una camisa roja, él disfrutaba haciendo sus cosas.
"Un día su amigo, el idiota enamorado, le presentó a otro tipo, estaba peleando, más bien apaleando a otros tipos con una fuerza desmesurada, impresionante. No podría describir correctamente la sensación que semejante escena me provocó, es decir, al muchacho de negro, fue como si algo impresionante que rebozaba de adrenalina recorriera sus venas, hizo temblar todo su cuerpo. No era normal, no era humano. Fue algo que iba más allá de lo mundano. Realmente admirable. Quería ver más, quería sabes hasta dónde llegaba ese chico, qué tanto desfasaría de lo común. Se volvió su nuevo pasatiempo.
"El tiempo transcurría y la necesidad de tener más de ese rubio monstruoso aumentaba en el protagonista de esta historia, de ninguna más. Ante tales sensaciones sin dar demasiado rodeo concluyó que lo que sentía era amor. Fue desagradable de aceptar pero no había forma de negarlo, su corazón palpitaba con tal desenfreno cada que lo veía, quería ser lo único en la mente del otro, este muchacho egoístamente siempre provocaba a la bestia para adueñarse de todo su tiempo y pensamiento. Sonreía al saber que sin importar cuanto corriera, que tanto se alejara ni de que forma el tipo rubio siempre estaría detrás de él, sin falta, gritando su nombre.
"Realmente adictivo. Se dejó llevar poco a poco, ¿Lo recuerdas?. Oh claro, no podrías, esto es sólo una historia, bueno pues se dejó llevar por esos sentimientos que cada vez eran más difíciles de soportar, el incontrolable palpitar de su corazón comenzaba a volverse una molestia y el anhelar la presencia del otro era incómoda, por eso se dejó llevar, si no podía hacer nada contra esas necesidades sólo se entregaría a ellas. Comenzó a tocarlo más. A rozar su mano en cada ocasión que podía, a recargarse en su espalda, abrazarlo sorpresivamente, a juntar sus frentes... claro que el otro tipo, bestia como era no notó nada en especial.
"Un día simplemente se atrevió a besarlo. La expresión del monstruo fue digna de un retrato aún ahora pienso que debería haber una foto. Fue un beso rápido, si lo prolongaba corría el riesgo de ser asesinado por estar tan cerca, así que entregó todos sus sentimientos y disfrutó cada segundo. Pero no fue como esperaba. No hizo que su corazón latiera aún más, al contrario, fue como si ahogara ese palpitar que lo acosaba. Tal vez su rostro hubiera estado colorado cuando acercó sus rostros, pero no cuando los alejó.
"Algo pasó en ese instante en el que cumplió su más grande deseo, como si el lograrlo le quitara la magia, ya no había más. ¿A dónde se había ido toda esa necesidad? No lo sabía, no lo supo jamás. Sólo era seguro que ya no estaba, se había desvanecido en el aire, en ese contacto. Los sentimientos que quedaron eran diferentes, las cosas que quería cambiaron. Ahora sólo quería matarlo.
"La sensación de vacío que dejó el haber perdido esos sentimientos nunca lo abandonó, los extrañaba, y a cada momento se repetía que la mejor decisión habría sido nunca entregarse a lo que tanto anhelaba, no haberlo cumplido y vivir con sólo el deseo.
"Yo aprendí bien de esa historia, Shizu-chan. Ahora, en este instante que estás sin posibilidades de defenderte frente a mi quisiera asesinarte, enterrarte mi navaja en el pecho no serviría de mucho, pero tal vez sacarte los ojos sería una buena tortura. Porque claro, yo no puse veneno en tu comida, fue sólo un somnífero, no me atrevería a hacer algo tan débil y fácil, es mi responsabilidad ver como escapa la vida de tus ojos a causa de mi mano firme frente a ti. Pero... si después de que lo haga en realidad no es lo que me deja la satisfacción que deseaba, como aquel beso, y me deja incompleto, más de lo que ya estoy... No, todo está bien como está ahora. Persiguiéndonos por Ikebukuro, tu gritando mi nombre y yo mofándome de ti. Si. Ignoro que desencadenará en mi tu muerte, yo pienso en tranquilidad y felicidad absoluta, pero no todo es como planeo cuando se trata de ti, definitivamente nunca nada sale como espero si tú estás involucrado. Así que sólo dejaré que llegue en su momento, pero mientras pueda evitarlo, no te asesinaré ¿Qué puedo hacer para molestarte entonces, Shizu-chan?
Shizuo se despertó atolondrado, se incorporó lentamente hasta terminar sentado y movió su cabeza pues había terminado algo torcido del cuello. Un friecito que se coló en su pecho lo hizo darse cuenta de que toda la ropa de su torso estaba abierta y tenía marcas ¿Qué era eso? ¿Líneas? ¿Letras? Se levantó y se acercó a una ventana que estaba bloqueada por dentro pero hacia el callejón dejaba el vidrio y con la luz que había servía perfecto de espejo, notó entonces que todo, desde sus hombros hasta el límite de sus pantalones estaba lleno de rayones, palabras y frases, todo se veía al revés pero pudo descifrar perfectamente un "Izaya estuvo aquí 3" justo en su pectoral izquierdo. Una vena sobresalió a la perfección de su frente y sin aguantarse nada gritó a todo pulmón:
-¡I-ZA-YA- KUUUUUUUUN!
Mientras el dueño de aquel nombre lo miraba divertido desde el techo del edificio.