Desde hace varios meses que me he mudado a Beacon Hills, no he hecho contacto con nadie, es un pueblo grande, o una ciudad pequeña. Pero es muy silencioso y tranquilo, eso es lo que me gusta del bosque. Yo pertenezco al verde oscuro y al silencio de vez en cuando interrumpido por el canto de algún pájaro. Así es como me gusta. Estando de vacaciones lo único que podía hacer era mudarme a un lugar así, y además van a ser largas. A veces suelo ver muchas personas, pero sólo es en el centro, por donde yo vivo, es casi la orilla de Beacon, casi el final ya que incluso el boscaje se abre ante el edificio donde vivo para extenderse casi de manera infinita. Todo es muy pacifico. Está bien. Me gusta el confort de mi sala silencioso, y a veces por completo oscura. Con mis ojos entreabiertos mirando la luna a través de la ventana, y la boca entre abierta observando mi aliento salir cuando llega a hacer demasiado frío. Todas las personas temen que sus peores temores les observen desde la oscuridad. Pero yo no. Yo no tengo temores que vigilen. Desde hace varios meses que me he mudado a Beacon Hills y… Me gusta estar de regreso.
Cada mañana es la misma rutina de siempre. Abro los ojos y el sol pálido me alumbra el rostro. Mi mano camina a través de mis sabanas, en busca de algo, o de alguien, se extiende por m muslo y luego de nuevo a un espacio vacío a mi derecha. Nada. Nunca hay nada. Sin embargo, así es. Hago lo mismo cada mañana como ya había dicho. Me coloco mi ropa deportiva, casi toda es gris, mis tenis igual, sólo que si las lavara más seguido serían más blancos que grises. Y me voy a correr. Por el mismo sendero de diario. Hace mucho que no escucho música a cualquier momento así que sólo puedo oír el ritmo de mi corazón y mis pies y el de respiración. El aire de Beacon Hills me trae tantos recuerdos, son tan buenos que… Puedo abrir los brazos y pensar que estoy volando, en el cielo y que todo está bien. Cierro los ojos. El aire pasa mi ropa con tanta, elegancia y se agita n movimientos simétricos. Levanto ahora la mirada al cielo, observo las ramas de los árboles extenderse como neuronas contrastando con el grisáceo cielo de este día y… Siento el impacto en mi pecho, luego en mi espalda. Al principio mi cabeza daba vueltas, no puedo ver con claridad, pero escucho una voz llamándome "desconocido". Es un chico moreno claro de cabello largo.
—¿Estás bien? —Me pregunta aquel muchacho.
—Supongo que sí —digo intentando levantarme.
—Creo que ambos estábamos distraídos y corríamos muy rápido, pero tú has sido torpe al momento de caer.
Pongo cara molesta.
—Está bien —repongo, ya he logrado ponerme de pie.
—Mi nombre es Scott McCall. —Me estira una mano. Con aparente cordialidad.
—Me llamo Derek, Derek Hale. —Le aprieto la mano con fuerza.
—Vaya que eres fuerte. —Hace una mueca y yo estrujo de modo más enérgico su mano—. Me tengo que ir deberas, deberas.
No estoy nervioso a pesar de ser la primera vez que conozco a alguien en este pueblo. Lo suelto y empiezo a irme, sin embargo, puedo sentir la mirada de Scott en la nuca.
AHORA SUELO ENCONTRAR en el bosque a muy temprana hora de la mañana a ese mismo muchacho todos los martes y los jueves, a veces los domingos también. Ambos corremos una jornada más larga de lo que él está acostumbrado. Pero no le parece incómodo aguantar demasiado, dice que, que mi conversación es tediosa. Quizá por la manera en la hablo.
—¿Te he contado de mi mejor amigo? —dice mientras corremos.
—No —contesto sin dejar de ver el camino.
—Es un chico muy gracioso, largas pestañas, ojos grandes, cabello corto. Se hace llamar "Stiles" porque su nombre de verdad no le gusta. Siempre ha estado enamorado de Lydia, antes apenas ella le da el "hola" aunque ahora ya se hablan más, aun así ella tiene novio.
—¿Hace cuánto se conocen?
—Es mi mejor amigo desde hace diez años, casi once.
—Yo no he tenido un amigo por tanto tiempo, nunca he tenido uno de hecho —explico en tono neutral, pues mi situación respecto a los amigos no me resulta mala. De hecho, me puedo considerar antisocial. Scott hace una mueca.
—Puedo presentarte a Stiles un día para que se vuelvan amigos.
Un amigo...
DURANTE LOS ANTERIORES de vez en cuando Scott me ha contado anécdotas sobre Stiles. Como una donde Stiles tomó un clip y una cuerda, dobló el clip para que formara una "S", así entonces lo amarró a una sirga y lo hizo collar, después hizo otro y se lo entregó a Scott, un collar de "S" de Scott y de Stiles, símbolos de mejores amigos por siempre... Sí, como en Bob Esponja. A mí me parece que Stiles, es un poco idiota, y a veces me dan menos ganas de conocerlo.
El día de ayer he pasado mucho tiempo haciendo ejercicio y reacomodando el menaje de mi loft, haciendo unas mejoras y modificaciones, me cansé mucho, además de que fue mañana de correr con Scott. Y hoy me he despertado tarde, las tres y media para ser precisos.
Scott me da la invitación de ir a una fiesta en la casa de Lydia, por el final del semestre. Tenemos que cooperar con al menos 5 dólares, cada uno. Me levanto y rápidamente me doy una ducha corta, pero lo suficiente para quedar limpio. Me pongo un pantalón café, una camisa blanca de cuello redondo y mangas largas y una chaqueta de mezclilla azul, no es mi estilo de siempre, pero, en esta clase de ocasiones me visto de manera diferente a la acostumbrada.
Conduzco hasta la dirección de la casa de Lydia. Esa chica, es de la que Stiles está enamorado. Es la primera vez que la voy a ver en persona. Llego en pocos minutos. Me estaciono enfrente y toco el timbre de la casa.
—Hola amm ¿Quién eres? —pregunta ella con una curiosa actitud y con la palma de la mano mirando el cielo a la altura de su mentón.
—Ah... Soy Derek Hale, me invitó Scott pero al parecer no ha llegado.
—Al parecer no ha llegado nadie en realidad. Pero pasa.
Entro a la casa de Lydia, y me siento en un sillón.
—¿Trajiste tu dinero?
—Sí —respondo buscando en mis bolsillos. ¿Eran cinco o diez dólares lo que se tenían que cooperar? No recuerdo.
—Bien dámelo —dice impaciente la chica pelirroja.
—Toma, diez dólares.
—¡Oh! Eso es grandioso. Ahora tenemos cincuenta dólares. Bueno aprovechando que no ha llegado nadie... Vamos a comprar las cosas necesarias de una vez.
Ambos salimos de su casa y entramos en mi auto. Condujo hasta el centro comercial.
Volvemos a la casa de la chica, hay personas en la puerta ahora. Uno de ellos rubio, el otro de color y una chica.
—Al parecer no los conoces, ellos son Erika, Boyd e Isaac en ese orden. —Los presenta Lydia. Erika, la chica, es rubia y alta, quizá por los tacones un pco exagerados que usa, pero, en sí, es una mujer bastante sensual, y con curvas bien definidas, con una mirada sagaz. Y los labios pintados de rojo intenso, si pudiera vestirse de una manera más adecuada, no luciría como una mujerzuela.
—Hola —digo forzando demasiado una sonrisa que no sale del todo—. Soy Derek. Scott me invitó pero veo que sigue sin llegar.
—Scott llegará más tarde con Allison —habla un chico que no conozco, es casi diez centímetros más bajo que yo.
—¡Hola Jackson! —saludó jubilosa Lydia.
Jackson, él, es rubio, metro setenta, de cabello corto, y linda sonrisa. Pero con mirada que me recuerda a la de un reptil. Sí, porque es fría, y el parece que puede ser petulante en cualquier momento. Sin embargo, viste con gusto.
—Bueno. ¿Dónde está el alcohol? —preguntó ansioso Isaac. Éste es de cabello rubio igual, pero de cabello ondulado. Además, es más alto que yo.
—Sácalo de mi auto —aviso.
Isaac y Boyd sacan las compras de mi Camaro, todos entramos a casa de Lydia.
Más tarde llega Scott y Allison quienes ayudan a servir el vodka en los vasos rojos, llenados con cualquier jugo y hielos. Como ya dije el propósito de la fiesta era embriagarse.
—Oigan si van a fumar háganlo afuera no quiero que apesten mi sala —avisa Lydia con un cigarrillo en la boca sin prender.
Yo siempre había imaginado estas fiestas llenas de adolescentes hormonados, y dopados en exceso pero al parecer esta fiesta no es así, es más bien como una fiesta privada.
—Vamos a hacer un brindis porque aprobamos el semestre —propone Scott. Todos levantan sus vasos y los chocan, yo... Sólo bebo del mío.
Me doy cuenta que falta alguien, de seguro es Stiles, la persona faltante.
Meto el humo de cigarro en mi organismo. Fumo cinco cigarros pues los demás también quieren. Voy a la cocina y tomo otros vasos de alcohol y jugó. No muy pronto surten efecto en mi cuerpo, la música se oye más fuerte y con eco. Me tiro en un sillón a reír y caigo en la cuenta de que el único que ríe soy yo. Los demás platican entre ellos.
—¡Vamos a seguirla en mi casa! —grita Scott.
—¡Sí! —Vuelven a gritar todos.
Entramos en la casa de Scott, ahí hay más gente esperándonos.
—Mira este es Danny —dice Scott.
—Hola.
—Su novio. —Me presenta a un tipo.
—Este es gemelo del novio de Danny y su novia.
—Mucho gusto.
—Y este es mi mejor amigo, Stiles. —Me presenta a un chico pálido, escuálido, de cabello largo, peinado hacia arriba y largas pestañas que brillan de tan curvadas que están.
Empieza a llegar más y más gente, en total ya somos treinta. La música electrónica suena a todo volumen, hay chicos atropellando personas con tráileres en Grand Thef Auto, otros comen lo que encuentran en la nevera de Scott, platican, bailan y yo... Estoy sentado en un sillón conversando con una desconocida que me está tirando la onda. Isaac y Boyd llegan de comprar más botellas de alcohol con el dinero de los nuevos contribuyentes.
—Vamos Derek da una vuelta sexy para mí —dice aquella chica.
—De acuerdo. —Me paro del sillón, me coloco frente a la chica, y doy una vuelta levantando mi camisa para que vea mi trasero, pues creo que eso es lo que se tiene que hacer. Cuando giro la vista a un lado de la casa de Scott, veo a Stiles, en el fondo de la cocina observando interesado lo que estoy haciendo. Yo sonrío, no sé por qué.
—¿Te gustó? —pregunto a la chica.
—Me encantó.
Stiles se acerca a mí.
—Toma —dice dándome un caballito de tequila.
—Tú también toma uno —propongo—. Y uno a mi amiga.
—De acuerdo. —Él acepta y los tres tomamos dos tragos seguidos.
El ambiente empieza a aumentar, cada vez que puedo tomo otro trago y otro. Y noto que Stiles no ha tomado nada desde que me sirvió a mí. Él está atendiendo a todos y al mismo tiempo los cuida de que no hagan ningún destrozo en el hogar del McCall.
Me levanto a bailar y oigo en medio de todas las voces la de Scott gritando: ¿Quién quiere más alcohol?
Me acerco rápidamente con mi vaso rojo, él me sirve Ron hasta la mitad de mi vaso, y yo sólo le pongo un poco de refresco.
—¡Ya se acabó chicos! —avisa Scott.
De pronto llega Danny aventando aromatizador de manzana y canela y limpiador de muebles, ambos en aerosol. El muy idiota echa en mi cara y la mitad de eso cae en mi vaso. Pero no voy a desperdiciar los últimos doscientos cincuenta mililitros de alcohol que quedan en la fiesta así que tomo de mi vaso hasta que se termina.
Algunos lloran, otros se retuercen en el suelo tratando de levantarse, hay una chica tomado leche, una chica guapa pero torpe porque al tomar casi todo el líquido se vierte por sus pechos. Me quedo hipnotizado viendo aquella escena. Entre luces parpadeantes me acerco a ella y… Stiles me empuja para atrás agarrándome por los hombros.
—¿Qué haces? —Me regaña de modo amable.
Yo me dejo caer al suelo, me río.
—Jesucristo ¡Scott ayúdame! —grita él.
Llega Scott agarrándome por los pies y Stiles por los brazos. Me llevan con dificultad a la habitación del primero.
—Cuídalo aquí, y yo iré a ver a los otros —ordena Scott en el marco de la puerta, con prisa de irse.
—Esto ya se salió de control. —Sobre todo el sonido altísimo de la música de pronto se escuchan vidrios rompiéndose.
—Cuídalo. —Vuelve a decir Scott cerrando la puerta alterado.
Me levanto del suelo y camino a la cama, me acuesto. Stiles se sienta en la orilla junto a mí.
—¿Tú eres Derek?
—Soy Derek Hale, ese soy yo... creo...
—Scott siempre quiso que te conociera por alguna razón... ¿Quieres taparte?
—Sí —digo como niño chiquito, él se ríe un poco.
Me tapa hasta el cuello, mis manos buscan algo entre las sabanas, o a alguien, cada día está vacío, pero no hoy. Tomo una de sus manos y la asgo con fuerza. El agarre de su mano es débil, pero no se resiste.
—Oye tú...
Le pongo un dedo en la boca y después acaricio sus labios con ése mismo. Mi mano va cruzando su rostro hasta llegar a la nuca. Las manos que se sujetaban esta vez las entrelazamos.
Acerco su rostro al mío, le doy un beso, lo abrazo. El contacto es… Realmente electrizante, como la tierra seca reencontrándose con el desierto. No opone resistencia.
Se oye un ruido, Stiles se separa de mí y se sienta de nuevo a mi lado.
—¿Todo bien? —Oigo a Scotty preguntar.
—Sí, él está bien. ¿Qué fue lo que pasó?
—Un idiota lanzó a otro idiota por una de mis ventanas. —Siento que alguien embarra un limón partido en mis labios, de seguro es Scott, yo le doy un manotazo en la mano.
—Diablos y ¿está bien?
—Sí, ahora mismo esos dos están riendo. Bueno sigue cuidándolo. Ahora vuelvo.
—Cuando quieras —dice Stiles y puedo percibir sus nervios al hablar. Scotty vuelve a salir del cuarto.
—Stiles. —Lo llamo con mi voz de ebrio.
—Derek eso no debió pasar y... —Yo me levanto y lo beso de nuevo inesperadamente.
Él mueve sus labios lo cual me dice que quiere más. Tomo sus manos con las mías por un momento, luego las llevo a su espalda, lo empujo a mi cuerpo acostándonos los dos en la cama.
—Sabes a limón —dice él entre besos, al ver que yo no respondo lo vuelve a repetir—. Sabes a limón. —Se separa de mi viéndome a la cara.
—Cállate y sigue besándome —ordeno, lo tomo de la nuca para que me bese.
La puerta se abre de repente y Stiles se levanta de golpe pero Scott alcanzo a verlo.
—¿Qué pasa aquí? —interroga Scotty. ¿Desde cuándo le digo Scotty?
—Nada —dice Stiles con muchos más nervios que antes.
—Yo te vi, no te pases es mi amigo... Bueno siempre supe que ustedes iban a tener algo en común —hablo entre burlón, y divertido.
—Scott te juro que no pasó nada, él me dijo que me acercara para decirme algo eso es todo.
—Sí ajá. Los dejo, no quiero seguir interrumpiendo. —Scott cierra la puerta no sin antes apagar la luz.
—Stiles. —Le llamo de nuevo.
—Ya no podemos seguir haciendo esto.
—Pero yo quiero. —Vuelvo a hablar en tono infantil, y pataleo en la cama.
—Ay de acuerdo pero sólo un poco y ya.
Me besa el puente de la nariz, luego el cachete y da un beso casto en mis labios. Pero yo quiero más obviamente, de nuevo lo cojo de la nuca y lo beso intensamente, él corresponde torpe, pero al ritmo, trato de meter mi lengua, pero no me deja. Lo subo encima de mí, apartamos las cobijas. Entrelaza mis manos con las suyas y lo volteo de lugar, él abajo y yo arriba, Se separa de mí y toca mi abdomen.
—Antes yo tenía un abdomen más mejor —digo con un dedo arriba.
—Más mejor. —Se ríe—. Tienes un abdomen grandioso.
—Antes era mejor —hablo, lamentándome.
—Exageras, para mí está bien. —Me da un beso en cuello.
Una vez de pie lo vuelvo a besar intensamente, nos acostamos en la cama de nuevo. Ya estoy duro, el empieza a tocar por encima del pantalón en medio de besos. Intento meter la mano dentro de sus vaqueros pero no puedo, él me detiene.
—Aún no, espera...
Siento que él frota su pierna mucho con mi miembro, yo empiezo a mover las caderas hacia arriba y debajo de modo fogoso. Se sienta encima de mí y comienza a frotarse, mientras gime mi nombre con la cabeza hacia atrás.
Alguien abre la puerta.
—Oh ¡Dios nos ampare! Stiles va por las grandes ligas —gritó Isaac con una chica detrás de él.
Continuará...