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Killing Love. por NezzyOrihara

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Notas del fanfic:

Vale a ver. La historia la hice escuchando una canción que me tortura cada que la escucho, así que ha quedado... Triste. Es decir que es bastante angst. Kookie es el de arriba en esta situación y Tae el de abajo, lo siento pero siempre les he visto de esta forma a pesar de sus edades. 

Como sea, hice la portada en base a una imagen que encontré en google, sin autor, así que luego de buscar encontré lo que parecía la original, así que le daré créditos a quien hizo la imagen, yo solo puse el título.

http://oi60.tinypic.com/11t0jg7.jpg autor original de la imagen: YuukieKookie

No tengo más que decir, disfrútenlo, por favor.

Hubiese dado su vida por Jungkook. Y allí, estaba toda la prueba que el azabache necesitaba para saber que era verdad. Taehyung realmente estaba dispuesto a liquidar de sí mismo lo que fuera por él, pero al inicio, nunca le creyó.

Jungkook simplemente había intentado matar todo ese amor desde el primer momento.

 

 

Todo empezó aquel lunes gris. Llovía y hacía frío. El invierno pintaba fatal y Jungkook realmente hubiese preferido quedarse en casa en lugar de tener que ir a trabajar. Pero su universidad no se pagaba sola, más aún, directamente si no trabajaba, no comía. Así que llegó a la cafetería de su tío empapado y tiritando, con mala cara y de mal humor.

Lo peor era saber que tendría que colocar una bonita sonrisa falsa para los clientes del día o alguien podría quejarse y ese sería su fin. Ya tenía dos strikes por mal comportamiento. El primero sucedió cuando un cliente intentó quejarse sobre el precio del cappuccino. Jungkook intentó explicar porqué el precio, pero no parecían hacerle caso.

Y el azabache odiaba que no se le oyera. Así que elevó la voz y puso un agradable insulto en sus labios para el cliente.

Fue regañado y el cliente no volvió nunca más.

El segundo strike sucedió con otro cliente. Jungkook había estado observando las actitudes babosas del sujeto para con una chica de su edad que a Jungkook gustaba mucho y ese comportamiento le estaba disgustando. La gota que rebosó el vaso fue cuando el ya mencionado cliente dirigió su mano a la cola de la chica y no solo tocó, sino que brindó un generoso apretón al lugar. La chica se quejó, por supuesto, pero la reacción máxima la tuvo Jungkook con su puñetazo en la cara del hombre sumados a los insultos que le dio.

De no ser porque era menor de edad en ese momento, probablemente el hombre hubiese ido con las autoridades para presentar denuncia. Así que Jungkook nuevamente fue regañado y esta vez, el cliente tampoco volvió más. Así como la chica, quien jamás volvió a ver a la cara del azabache, como si solo verle le produjera temor.

Entonces aquel día era un día cualquiera. O debió serlo. Hasta que aquella mata de pelos casi naranjas ingresó a la tienda con una sonrisa radiante de oreja a oreja y con los pies mojados. Poseía ojos oscuros y era alto, aunque no demasiado. Su piel nívea contrastaba a la perfección con el par de ojeras profunda que poseía debajo de sus brillantes ojos. Su nariz, pequeña y delicada, era bonita. Sus labios, generosos, pero con la perfecta forma. Así y todo, al azabache le costaba pensar que alguien pudiese estar tan feliz a tan tempranas horas de la mañana de un lunes.

El desconocido le pidió un chocolate caliente y dos bollos de crema. Y sonreía amplio para él en todo momento. Jungkook le dio su pedido con cara aburrida, recordando poner su sonrisa fingida tras darle el cambio.

Y la mata de cabellos naranjas desapareció, para volver al día siguiente y al siguiente, y al siguiente…

Así supo que su nombre era Taehyung.

Y Taehyung significó para Jungkook su tercer strike.

Porque esa fue la primera vez que le hizo llorar.

No podía soportar que fuese la única persona radiante los lunes. Así que simplemente le preguntó porqué estaba tan feliz siempre. Y Taehyung se quedó en la barra, charlando con el muchacho de la cafetería durante horas por primera vez. Era de naturaleza confiada, inocente y tonta, eso le pareció al azabache, quien a pesar de atender a todos los clientes que entraban y salían, nunca dejó de escuchar lo que el otro decía.

El chico le explicaba que durante las mañanas, era el único momento del día en el que tenía paz, el único momento del día en el cual podía ser verdaderamente él y ser feliz. No importa cuánto preguntó Jungkook, Taehyung jamás le dijo el porqué; solo le contaba sobre sus actividades, que estudiaba geología y que le encantaba cantar.

Pero Jungkook perdió la paciencia cuando escuchó que sus noches eran frías y que siempre se sentía solo, con miedo… Perdió la paciencia porque percibía que él tenía ganas de contarle porqué le pasaba eso, porqué se sentía tan mal, pero no podía. Así que el azabache se limitó a decirle que ya que era hombre, debía defenderse de lo que sea que le estuviese haciendo daño y que debía dejar de lamentarse tanto de la vida que le había tocado.

Fueron palabras completamente normales, pero le hicieron llorar.

Así que el azabache fue despedido ese día, luego de calmar al lloroso muchacho invitándole con una dona cubierta de chocolate y rellena con jalea. Esa fue la última vez que Jungkook vio a Taehyung durante un tiempo.

 

 

El azabache era ese tipo de personas que experimentan mucho con el amor intentando encontrar a alguien compatible, pero que difícilmente encuentran a alguien que realmente lo valga. Así que luego de la décima novia, se rindió y comenzó a buscar por otra parte. Últimamente estaba muy de moda, el mirar a todos por igual como objetos para dejar salir toda la frustración sexual.

Así y todo, cualquier hombre le resultaba poco atractivo. El solo pensamiento de verse a sí mismo con un hombre le desagradaba por más que jamás hubiese sido alguien que viese mal a los homosexuales.

Cualquier hombre le hubiese pasado desapercibido… Excepto Taehyung.

Se volvieron a ver bajo la lluvia, esta vez, el de cabellos naranjas lucía diferente: fumaba y lucía algo errático, estaba borracho y lo que era peor: decía una sarta de idioteces mal pronunciadas que espantaban a la gente. Por esos motivos, Jungkook se apiadó de él y tomó las riendas de la vida del chico, obligándole a seguirle a su humilde apartamento que era pagado ahora por su reducido sueldo de cajero en una tienda de mangas.

Fue la primera vez que el azabache confesaba a alguien el porqué era tan callado y reservado, porqué todo lo feliz le disgustaba.

Luego de que Taehyung durmiese toda la tarde y despertase con dolor de cabeza, se sentó con las piernas cruzadas sobre los pies de la cama de Jungkook y escuchó atentamente a las confesiones del azabache, gustoso de servir de ayuda.

—Estoy solo —inició, evitando toda clase de contacto visual—. Mis padres fallecieron cuando tenía doce años y me dejaron al cuidado de mi única abuela viva, la cual también falleció dos años más tarde, de cáncer.
»Acabé en un mal orfanato, con niños que me golpeaban mientras dormía, que robaban mi comida en los almuerzos y cenas… Niños mayores que yo que me daban miedo y siempre intentaban aprovecharse de mí. Así fue como comencé a odiar las injusticias, a la gente idiota y mi paciencia se iba cada vez con más facilidad. Realmente todo me daba igual —se puso de pie y comenzó a inspeccionar sus propios adornos, intentando mantener sus ojos fuera del rostro de Taehyung.
»La gente me molesta —admitió, pasando su lengua por su labio inferior—. Fue así desde que mi actual «familia» me adoptó. Fui abusado por años completos, obligado a trabajar y llevarle dinero al odioso tipo que se hacía llamar mi padre. Me libré de todo esto hace apenas un año y comencé a trabajar en la cafetería del hermano de ese padre adoptivo imbécil. Mi tío no es como él, es amable y bueno; pero mis actitudes no son las mejores. Así que insulté a un cliente, golpeé a otro y… finalmente hice llorar a un tercero. Fui despedido y aquí me tienes.

Esa fue la primera vez que sintió el par de cálidos brazos tomándole con dulzura de la cintura. Ese tan especial abrazo desde atrás al cual pronto se haría adicto. Taehyung se había puesto de pie y apestando a cigarrillo y alcohol le abrazó con fuerza, respirando con tranquilidad sobre su cuello, solo haciéndole entender que estaba allí.

Jungkook y Taehyung se volvieron a ver muy seguido desde allí, como amigos nada más. Aunque pronto llegaron a un punto de la relación en el cual no se sabía qué eran, puesto a que sencillamente podían estar hablando, jugando videojuegos y haciendo planes; como podían estar sentados en el viejo sofá del apartamento de Jungkook, abrazados, mirando una película y dándose besos ocasionales.

Taehyung hacía feliz a Jungkook, pero él no quería felicidad.

Porque acostumbrarse a ser feliz significa tener que saber que en algún momento clave en el futuro, todo se acabaría y todo volvería a estar sumido en oscuridad y tristeza. Todo volvería a ser negro como antes y el azabache sería dejado solo nuevamente, para continuar con su vida y juntar los pedazos de su ya de por sí roto corazón.

Así que comenzó a tratarle mal, procurando alejarle de él mientras todavía tenía oportunidad. Quería matar todo rastro de amor que hubiese en el cuerpo del mayor para no tener que sufrir. Sin embargo, no podía matar nada.

 

 

El día clave de su relación comenzó otro lunes en el cual llovía. Era medianoche para cuando el timbre sonó. Y un adormilado Jungkook abrió la puerta listo para insultar a Taehyung sabiendo de sobra que se trataba de él —era el único capaz de tener el suficiente descaro como para aparecer a tales horas—; cuando notó lo obvio: Taehyung estaba herido. Pretendía esconder bajo una amplia capucha su frente manchada de sangre, el golpe casi morado que tenía en un ojo y el labio partido e hinchado. Pretendía esconder de la vista de todos el tajo de su brazo izquierdo, los moretones de su torso y los rasguños de sus piernas, con ropa.

Jungkook experimentó la primera puntada de dolor de su corazón desde que lo había conocido: querer a alguien implica sufrir por él. Y ahí estaba él, sufriendo por Taehyung, quien tan pronto puso un pie dentro del lugar, se largó a llorar.

Cayó de rodillas y tapó sus ojos con sus manos también lastimadas, envueltas en vendas mal puestas. Su cuerpo comenzó a temblar y el sonido de los sollozos lo inundó todo.

Así que Jungkook dejó de lado sus intentos de alejar a Taehyung de él y lo abrazó, lo tomó con cariño y lo acunó en su pecho, acariciando su cabello tan pronto se deshizo de la capucha que lo cubría. Estuvieron en el piso de aquella sala durante más de media hora, en la cual el de cabellos anaranjados lloraba amargamente, gimiendo y gritando cosas que no se comprendían del todo; mientras que Jungkook largaba sus propias lágrimas de impotencia.

Luego, Jungkook despojó a Taehyung de sus prendas sucias él mismo, limpió cada herida pulcramente, la curó con cuidado y mientras que se encargaba de vestirlo como si fuese un pequeño niño, el mayor estuvo listo para contar qué había pasado.

—Me golpeó mucho. Me dijo que no servía para nada, me acusó de estarle engañando y me ordenó que escogiera entre ti y él —tragó el nudo que se le había formado en la garganta y prosiguió a hacerse entender mejor.
»Había estado saliendo con esta persona desde que abandoné mi casa a los quince. Él me daba dinero para todo lo que yo deseaba, me daba de comer, me pagaba mis estudios… Lo único que yo tenía que darle a cambio era placer y fidelidad. A las siete de la tarde tenía que estar en su puerta, de otra forma me golpeaba. Me ataba, me azotaba y me humillaba… Era así como él sentía placer y yo debía… Debía fingir que me encantaba lo que me hacía, llegué a pasar noches enteras esposado en un sótano helado usando nada más que mi ropa interior.

Jungkook mordió su labio inferior, lleno de rabia. Lo supo desde hace un tiempo, que su amigo especial estaba metido en algo raro. Por eso fumaba y bebía tanto, quería simplemente olvidarlo todo y ser como era realmente: feliz, amable y despreocupado. Todo para Jungkook, quien siempre le pedía que sonriera más para él.

Sin embargo, el maknae nunca preguntó nada, no quería saber si el otro no quería contarle. No quería obligarle a hacer nada y por supuesto, estaba muy ocupado intentando alejarlo de él. Ahora entendía porqué sus insultos no funcionaban, porqué los engaños tampoco lo hacían… Taehyung estaba simplemente acostumbrado a ello.

—Sin embargo te conocí, Kookie. Y prefiero mil veces a que me hagas llorar tú, a que me grites tú, que me insultes tú… A que me insulte él. Porque él no me importa, pero tú en cambio… No creo haber querido tanto a alguien antes.

El menor terminó de acomodarle la camiseta cuando el otro dijo aquello y no pudo evitar suspirar pesadamente.

—Porque sé que tienes tanto miedo como yo de querer a alguien solo para perderle luego en manos de esta patética vida. Quieres matar al amor porque el amor es tu pesadilla viviente. No crees ser merecedor de algo tan bonito porque jamás se te fue entregado propiamente. Y así y todo, yo estoy dispuesto a pasar por mil torturas con total de hacerte entender que al final del día hay alguien que te ama incondicionalmente, que para cuando te sientas perdido, habrá alguien que te diga que puedes salir adelante porque eres fuerte.

Sus ojos conectaron como tantas veces lo habían hecho antes y Taehyung pegó su frente a la de Jungkook.

—Así que puedes golpearme, puedes insultarme, puedes mentirme, puedes lastimarme, puedes engañarme todo lo que desees. Yo no me iré. Sería capaz de dar mi vida por la tuya si hace falta.

—Yo hiero a todo lo que se me acerca, Tae. Lastimo todo lo que entra en contacto conmigo porque no quiero que me quieran, soy malo.

—No eres malo, solo te han hecho pensar que lo eres. Te lastimaron, te gritaron y te repitieron hasta el cansancio que no vales la pena para nadie, que eres descartable, que no tienes ninguna clase de valor… Pero no es así. Yo sé cuánto vales, sé cuán hermosa es esa sonrisa tonta que pones cuando algo te sale como deseas. Sé cuán curioso se frunce tu ceño cuando algo te fastidia, sé la forma de pasar la lengua sobre tu labio inferior cuando haces algún esfuerzo… Sé de lo bondadoso que eres con los que tienen menos que tú, que amas a los animales y que disfrutas tan solo durmiendo hasta más tarde los lunes en las mañanas.

Taehyung sonrió dulcemente y finalmente dijo:

—Sé que quieres alejar a quien te ama, pero también sé que no vas a poder. Porque aunque yo supiera que me iban a dañar hasta no más poder, dije que te elegía a ti. Que te elegiría a ti mil veces más si hacía falta.

—Quiero matar a esa persona… —aseguró Jungkook, animándose a pasar su dedo índice izquierdo sobre la herida del labio de Taehyung—. Quiero protegerte de todo y todos, pero ayer mismo te engañé. Estuve con alguien más, prometí que iba a convencerte de irte, de dejarme…

Y el hecho de que Jungkook hubiese estado con alguien más realmente dolía. Dolía más que cualquiera de aquellas heridas que tenía en el cuerpo en aquel momento, pero así y todo, Taehyung no hubiese dejado a Jungkook. Taehyung jamás hubiese dejado a Jungkook.

—Nosotros no somos pareja, Kookie. Nosotros tenemos algo muy poco convencional. O teníamos, hasta este momento, porque justo ahora, yo solo deseo que dejes de lado ese temor que posees, quiero que voltees a verme solo a mí, quiero que me ames, que me mimes, que me cuides… Quiero verte celoso, quiero verte a mi lado siempre. Yo solo quiero que dejes de intentar matar el amor que tengo por ti, porque es prácticamente inmortal.

Suspiró y miró fijo a aquel par de bonitos ojos. Jungkook era hermoso: su cabello despeinado caía sobre su frente perlada por el sudor, sus ojos estaban brillando de miedo y al mismo tiempo de expectativa, sus labios entreabiertos y sus grandes manos juntas, jugueteando la una con la otra probablemente debido a los nervios.

—No me alejes, Jungkook. No quiero alejarme.

Era la primera persona que le decía aquello. Puede que el mayor fuese un masoquista completo, pero era un masoquista que solamente quería que él le correspondiese de la misma forma, que le amase tanto como él. Solo quería que todo mejorara para ambos.

—No quiero verte sufrir nunca más —admitió el azabache, sintiendo cómo de repente sus ojos se llenaban de lágrimas, recordando cómo había llegado el rubio hasta él—. No quiero esas heridas, no quiero ese llanto, me duele verte así.

—Estas heridas se van a ir y si dejas de intentar apartarme de ti, todo mi dolor desaparecerá y será remplazado por sonrisas sinceras. Tu propio dolor desaparecerá bajo mi tacto, bajo mi cariño. Haré que te sientas bien por primera vez en tu vida, Kookie, no permitiré que nada te dañe jamás.

—Tae…

—Te amo.

Y esas dos palabras desencadenaron una horda de sentimientos alocados en su interior. Así que Jungkook simplemente no pudo resistirse más, tomó aquella cadera ajena y atrajo el cuerpo delgado de Taehyung hacia el suyo, para tomar con fiereza su boca, sin hacer caso al gemido de dolor que el otro soltó cuando el menor le tocó la herida.

Borraría el dolor con besos. Borraría el tormento con caricias. Borraría sus errores con palabras y gestos dulces. Borraría el tiempo perdido estando con él todo el tiempo.

Sintió las manos vendadas del muchacho yéndose a su cabello y enredando sus dedos entre las suaves hebras oscuras con cariño, para entregarse al beso por completo. Nunca habían llevado su relación a un punto más avanzado de los besos, pero en aquel momento Jungkook quería tenerlo todo de él, quería desaparecer la presencia del idiota que estuvo antes que él con cariño y pasión.

Sintió sus celos brotar desde lo más profundo de su interior. Imaginó todo lo que el otro pudo hacer con él y lo odió por completo. Gruñó y levantó al mayor en el aire sin problemas, consiguiendo que este enredara sus piernas alrededor de su cintura.

Llegó a su habitación con facilidad. De cualquier manera el apartamento no era tan amplio y depositó el cuerpo ajetreado del muchacho sobre el colchón con cuidado. Le descalzó y volvió a desvestir con cariño, con paciencia, dejando besos dulces en sus pectorales, en sus abdominales, en la línea de su pelvis… Acarició sus piernas y besó sus manos, sus oídos, sus labios… Quería llenarlo de ternura.

—Bebé… —gruñó finalmente, mirando a los ojos al otro—. Desvísteme.

Taehyung se puso de rodillas sobre la cama y comenzó a quitar la camiseta de Jungkook con cuidado, para dejar luego besos en sus clavículas, bajando sugestivamente su mano al vientre del muchacho y masajeando sobre su pijama el miembro del muchacho, que estaba semidespierto.

Tiró la camiseta a alguna parte y mordió suavemente el hombro izquierdo del menor, ahora dando suaves masajes en el área abdominal. Finalmente, luego de que sintiera cómo el otro comenzaba a jadear, le quitó los pantalones que fueron a parar junto a la camiseta y le pidió que se recostara sobre su espalda en el colchón. Jungkook le hizo caso y él se sentó a horcajadas sobre él, rozando su desnudez contra la ropa interior del chico.

—Lamento no darte una vista más agradable —dijo, con una sonrisa apenada—, pero prometo que a cambio voy a hacerte feliz cada día de tu vida.

—No hay vista más hermosa que tu bonita cara. No importa el estado en el que esté, aunque solo quiero partirle la cara a ese pedazo de imbécil que te hizo esto.

—Eso ya pasó, lo importante es que finalmente...

—Lo he aceptado, sí.

Se sonrieron mutuamente y entonces Taehyung bajó hasta que su cara quedó frente al abdomen de su pareja. En aquella ocasión, sin quitar la ropa interior, el muchacho comenzó a lamer suavemente la zona, pasando su lengua con cuidado y alternando la velocidad, pasando de suave y tortuoso, a desesperantemente rápido en segundos. Luego, con la punta de sus índices, comenzó a bajar la ropa interior, de la cual despojó al otro solo cuando supo que estaba completamente excitado. Bajó una de sus manos hasta su propio miembro, para comenzar a bombearlo, mientras que su otra mano se cerraba en torno al falo de Jungkook. La punta de su lengua, juguetona, se detuvo en la punta de la cabeza y comenzó a realizar movimientos circulares suaves.

Los gemidos del menor iniciaron de un momento para otro, mientras que pensaba en lo bueno que se sentía todo aquello que el otro le hacía.

—Tae…

—Lo sé, Kookie. Ya voy.

Adivinó lo que el otro quería, así que fue a por ello. Dejando de masturbarse, tomó los testículos del chico y los masajeó suavemente, dando suaves apretones cada tanto, para abrir su boca y tomar toda la cabeza del pene con ella y comenzar a chupar con lentitud. De repente, su boca abarcó mucho más y Jungkook dejó escapar un gemido largo con cada mamada nueva. La velocidad comenzó a aumentar más y más, cuando el azabache enredó su mano en los cabellos ajenos y le empujó la cabeza, rogando que no se detuviese de aquella manera.

Los segundos pasaron y repentinamente, una sensación de placer infinito comenzó a invadir el cuerpo del menor, sintió que se estaba por venir.

—Tae, cariño…

Pero él no se despegó de su miembro ni por un momento, aumentando más la velocidad. Dos, tres más y… Se corrió en su boca. Derramó todo con un largo gemido que se hizo escuchar a pesar de la lluvia que golpeaba furiosa en la ventana.

Taehyung se bebió la mayor parte, hasta que un poco comenzó a salirse de su boca y a deslizarse por su mentón. Sabía un poco amargo, pero de todas formas no interesaba mucho en aquel momento. Se limpió el rastro con el dorso de su mano y luego lo lamió de allí frente al rostro sonrojado de Jungkook, quien jamás había visto una vista más hermosa y al mismo tiempo más sexy antes.

—Quiero hacerte sentir igual de bien —juró, tomando a Taehyung de las caderas con suavidad, para besarlo con delicadeza—. Así que ahora por favor, recuéstate tú.

Su voz estaba ronca por el deseo y eso de cierta manera encantaba a Taehyung, quien obedeció de inmediato. Así fue como también comenzó a masajear al muchacho, mientras que se masturbaba para conseguir ponerse duro otra vez, aunque no hacía mucha falta ya que solo los dulces gemidos de su pareja llegando a sus oídos bastaban para encenderle por completo. La polla de Taehyung era grande y suave, así que a Jungkook no se le hizo difícil hacer lo que hacía. Nunca había estado con un hombre, pero imaginó que a Taehyung le gustaría que lo besara en la punta… Imaginó que a Taehyung le encantaría que le masajeara los testículos mientras que lamía lento la punta.

Supo que a Taehyung definitivamente le encantaba cuando tomaba toda su longitud con su boca y chupaba, lento, luego rápido… Dos veces lento y una rápida, dos rápida y una lenta… Y los dientes raspando suavemente en la cabeza, mientras que su lengua jugaba con su hendidura.

Aquellos gemidos tiernos que salían de la garganta del mayor le estaban poniendo jodidamente cachondo, era verdad. Así que dejó de hacer lo que hacía para luego concentrarse en su bonito culo.

Quiso prepararle, pero Taehyung le frenó.

—No necesito que me prepares, Kookie. Yo ya… Ya estoy acostumbrado a eso.

Mordió su labio inferior con furia. Maldición, era cierto. Taehyung vivió años y años como mascota de un puto degenerado que hacía con él lo que se le antojaba.

—Voy a hacerlo correctamente porque a cambio de esa peste, yo te voy a cuidar mucho de ahora en adelante.

Así que lamió él mismo tres de sus dedos y suavemente introdujo el primero, causando un jadeo en el otro. Comenzó a girar el dedo suavemente, para luego moverlo lento dentro del interior del mayor.  Cuando metió el segundo, se puso encima de Taehyung, sosteniendo su peso con la mano libre y comenzó a besarle con ansias, murmurando una cascada de «te amo» dulces, que solo pretendían ser cálidos. El tercer dedo se coló en el interior y consideró que Taehyung no era tan estrecho. Era prueba de que su virginidad había sido tomada hace mucho.

—Si alguien más vuelve a intentar hacer esta clase de cosas contigo… —sus celos iban aumentando en la escala, poniéndole molesto y grosero—. Definitivamente voy a matarle lentamente para que jamás se atrevan a tocarte otra vez.

El otro gimió como respuesta, realmente feliz de que el otro fuese posesivo con él.

—Eres mío, Tae. Siempre vas a ser mío.

—Lo soy.

—Y yo soy tuyo.

—Lo sé.

Le besó y en cuestión de segundos quitó sus dedos y se hundió en su interior, golpeando con su próstata de casualidad, arrancando un gemido intenso de la boca del otro, que se ahogó en sus labios, amortiguados por el beso fuerte que le estaban dando.

La cama se movió, chirrió ante la segunda embestida, dura, necesitada y poderosa. Nuevamente contra aquella zona tan sensible.

Abrió un poco más las piernas de su pareja para estar más cómodo y le pidió que se aferrara a su espalda. Y Taehyung así lo hizo. Pronto sintió cómo le arañaban y debió admitir que se sentía jodidamente bien.

Succionaba la piel del cuello de Taehyung, marcándole con amor, intentando borrar los raspones feos que le cubrían la piel, acarició cada feo moretón y le lamió una zona sensible del cuello cada vez que volvía hacia arriba para apoderarse de su boca.

Para ser la primera vez de Jungkook con un chico, lo estaba haciendo verdaderamente bien.

—Di mi nombre. Grítalo para mí, Tae.

—Jun… ah… Jungkook… ¡Jungkook!

—Eso, que se enteren todos, que eres mío. Que eres tan mío que nadie jamás volverá a voltear a verte. Que esa cara dulce me pertenece y que esa boca linda es mía. Que este cuerpo está siendo tomado por mí y que nadie más lo volverá a hacer.

—Jungkook… —jadeaba, continuaba jadeando Taehyung—. Um… Sí. Así, más fuerte.

Y le complació. Fuerte, más fuerte. Cada embestida era más poderosa y la cama continuaba moviéndose, haciendo débiles quejidos con cada embestida que el menor daba. Y de repente, el menor tomó el miembro ajeno y comenzó a bombearlo fuerte, ya que sentía el segundo orgasmo azotándole el cuerpo y quería que el otro se corriera para él al mismo tiempo que él dejaba salir todo en su interior.

—Kookie voy a…

—Hazlo —ronroneó en su oreja—. Córrete para mí, bebé. Córrete para Kookie.

Taehyung gimió duro y Jungkook cerró sus ojos con fuerza, sintiendo que el orgasmo estaba invadiéndole el cuerpo otra vez. Se estaba sacudiendo y todo le daba vueltas, era la cosa más perfecta del mundo. Y a su pareja le pasaba más o menos lo mismo, solo que la gloria del primer orgasmo era realmente muy distinta a la del segundo. Y Taehyung se dejó ir en la mano de Jungkook al tiempo que el otro soltaba su semilla dentro de él. Ambos gimieron fuerte cuando esto sucedió y luego finalmente, mientras que sus cuerpos todavía estaban temblorosos, se acostaron lado a lado, recuperando el aire perdido, entrelazando sus manos y mirando al techo.

A Jungkook antes le desagradaba la idea de estar con un hombre. Cualquier hombre le hubiese pasado desapercibido… Excepto Taehyung.

 

Pero el temor más grande de Jungkook se llegó a hacer realidad. Eso creyó ciegamente.

Habían ido de vacaciones a Japón luego de haber tenido que ahorrar durante dos años enteros para poder pagar todo lo necesario. Habían conseguido una casita tradicional que Taehyung había adorado desde la primera vez que vio por internet. Pagaban muy poco por día y ya el segundo día habían recorrido tanto que estaban realmente muy cansados para cuando se fueron a dormir. Y debido a esto, nunca llegaron a enterarse de que había alerta de temblor.

Y de que la estructura de su adorable casita tradicional difícilmente podría resistir a esto. Así que cuando Taehyung despertó a la mitad de la noche, con la sensación de haber sentido que todo se movía, se quedó observando todo a su alrededor, con cuidado, mientras que oía la tranquila respiración de su pareja, en el futón de al lado. Pero entonces, sintió el amenazante sonido de las tablas del techo crujiendo y cómo el piso temblaba.

Supo de sobra lo que iba a pasar allí. La construcción de madera no soportaría el temblor y se vendría abajo. Sintió miedo, un miedo muy grande por los dos. Temió seriamente sobre lo que le podría pasar a Jungkook.

Y entonces, sucedió. El techo comenzó a desplomarse y el primer reflejo de Taehyung no fue correr, sino proteger al dormido cuerpo de su acompañante con su propio cuerpo, así que en cuestión de segundos salió de su futón y acabó encima del azabache, protegiéndole. Y el primer golpe cayó en su espalda, luego, en su cabeza. Y a pesar de todo, no se quejó, no gritó ni una sola vez.

Jungkook igual despertó ya que una de sus piernas fue aplastada por un pesado pedazo de madera, se quejó de dolor y todavía algo dormido miró primero a sus costados, hasta que algo húmedo cayó en su mejilla.

—¿Qué…?

Miró hacia arriba y vio los ojos bonitos de Taehyung brillando como siempre, pero esta vez de tristeza. A su alrededor, todo estaba hecho añicos y podía sentir el bullicio de la gente del exterior, preguntando si había alguien allí, otros pidiendo ayuda por celular…

Pero de todo lo que pasaba, Jungkook solo pudo fijarse en que estaba inmovilizado y en que Taehyung, su adorable Taehyung, sangraba de la cabeza y esa sangre estaba goteando sobre él.

—Ta.., Tae. ¡Tae! —chilló, asustado—. ¡Tu cabeza!

—Shh… No grites, bebé.

—Tae… No, no. Estás sangrando —se removió, queriendo soltarse y ayudarle de alguna forma, como fuera—. Mierda, mierda. ¡No puedo moverme!

Otra gota de sangre resbaló y cayó sobre él, mientras que Taehyung gemía adolorido.

—Tengo que aguantar un poco más… —se decía a sí mismo el muchacho, sabiendo de sobra que la herida probablemente era grave y que además su columna ardía como los mil demonios—. No puedo rendirme ahora…

—Tae… No digas eso. Joder, no ¡Esto está mal! —comenzó a gritar por ayuda—. ¡Por favor pidan ayuda! ¡Estamos atrapados aquí!

Y miró a Taehyung. Y se aterró más, sus ojos se estaban cerrando. El peso que estaba soportando sobre él para que nada aplastase a Jungkook era increíble.

Sus ojos se llenaron de lágrimas ante la posibilidad de que todo acabase allí para Taehyung. Quien jamás había dejado de hacerle sentir amado, quien nunca permitió que nada lo dañase. Porque él una vez dijo que daría su vida para mantenerlo a salvo si hacía falta. Y allí estaba toda la prueba que Jungkook necesitaba. Taehyung realmente estaba dispuesto a liquidar de sí mismo lo que fuera por él, pero al inicio, nunca le creyó.

Jungkook simplemente había intentado matar todo ese amor desde el primer momento.

Y ahora, todo lo que estaba haciendo era arrepentirse una y otra vez, llorando, rogándole que no cerrara sus ojos, repitiéndole que si se marchaba, le odiaría por el resto de su vida, que no podía vivir sin él y que le amaba.

—Bebé… Por favor no llores más.

—Eres un idiota. ¡Debiste haber salido de aquí en lugar de protegerme! ¡Esto no tendría que estarte pasando! —sorbió sus lágrimas y mordió su labio inferior, mientras que ahora las gotas de sangre le manchaban la mejilla más y más seguido. La herida probablemente estaba sangrando más—. No, no, no… ¡Taehyung! Te detesto. Te odio.

—Bebé, te lo ruego. Deja de decir esas cosas.

—Idiota, idiota, idiota… —no podía parar de insultarle—. ¿Por qué lo hiciste?

—Te amo, no importa qué deba hacer para protegerte, lo haré.

Su voz sonaba ya apagada y sin fuerzas, se estaba rindiendo. ¿Era posible? No quería creerlo.

—Estás cerrando tus ojos, no lo hagas. Taehyung, por favor…

—Shh… Cálmate, la ayuda llegará pronto y te sacarán de aquí. Tú definitivamente vas a estar bien.

—No, sin ti yo…

—Prométeme que lo estarás.

—Yo no puedo prometer algo que no sé si…

—Jungkookie…

Demonios. Se mordió el labio inferior y asintió con la cabeza.

—Estaré bien.

—Gracias, te amo.

Y tras eso, sus ojos se fueron cerrando y fue perdiendo fuerzas en sus brazos. Se escucharon las sirenas y Jungkook explotó en llanto cuando el cuerpo herido de su pareja cayó sobre él, inconsciente. Aquella sensación… Dios, era lo peor que le había pasado.

Quiso abrazarlo, quiso tenerlo con él, no dejar que se lo arrancaran, pero no pudo. Ya que cuando los escombros fueron quitados, les apartaron. Jungkook fue atendido por un par de enfermeras y Taehyung, en cambio, fue colocado en una camilla. Los médicos iban y venían, controlado si tenía algún hueso fracturado, dándole oxígeno y haciéndole RCP.

Nada funcionaba.

Jungkook lloraba amargamente, mientras que se dejaba revisar, con los ojos fijos en lo que le hacían a su pareja.

—No te mueras… —rogó, por lo bajo—. Tae por favor… No me dejes solo, no quiero estar solo, te extraño, te amo, te necesito… —sollozó fuerte y sus ojos cayeron sobre su regazo, mientras que moría de ganas de correr hasta el cuerpo del chico y abrazarlo, cuidarlo como le gustaba hacer. Pero solo estorbaría, así que no valdría la pena.

Cuando amas a alguien, está claro que vas a sufrir de alguna manera u otra. Y Jungkook finalmente, luego de tanto tiempo sin sufrir demasiado, estaba sintiendo el peor pánico de toda su vida. La persona más importante para él estaba muriéndose frente a sus ojos y eso le estaba torturando. Solo quería que él despertara y le sonriera. Pero no lo hacía.

Y aquel dolor… Era insoportable.

Él había intentado matar aquel amor durante tanto tiempo y ahora… Ahora solo quería hacerlo revivir.

 

 

Despertó con dolor de cabeza y miró a su costado, al lado derecho de la cama… Vacío. Se acurrucó  y tembló, para dejar salir un largo suspiro de tristeza. Todo estaba tan silencioso… Era lúgubre, no le gustaba.

Levantó y se calzó unas zapatillas. Se puso un viejo suéter que no le pertenecía en un inicio, pero que ahora había heredado junto con otro montón de ropa que le gustaba de Taehyung. Las usaba a menudo, para sentir o mejor dicho recordar su aroma corporal. Le extrañaba tanto… Era cierto que le hacía falta.

El apartamento estaba tan vacío y tranquilo. Todavía recordaba cómo las risas melodiosas de su pareja le asaltaban los oídos en las mañanas, cómo un dulce beso le despertaba de sus sueños. Y ahora hace ya unos meses que no lo sentía.

Desayunó en silencio sin prender ni un solo aparato electrónico y salió tras arreglarse un poco y tomar dinero. Fue a una floristería y compró el lirio más bonito que encontró. Los lirios son una bonita flor, pero que deja un sentimiento amargo en la boca cuando sabes su significado.

Fue al cementerio y se paró frente a una fría tumba, colocando el lirio en un florero de vidrio. Iba a menudo y solo se paraba allí, contándole cosas de su vida, cómo iba todo y recordando sonreír, ya que recordaba que eso le gustaba cuando todavía vivía.

—Compré un perrito hace poco —contó, sonriendo débilmente—. Todavía no tiene nombre, pero ya se me ocurrirá algo dentro de poco. Es que me he sentido muy solo y todo es tan triste… Creo que el perrito podrá llenar un poco este vacío que siento. Extraño todo, el reír juntos, el besarnos, el caminar de la mano para ir solo de compras… Y no puedo dejar de pensar en qué hubiese pasado si yo fuese más rápido y hubiese despertado a tiempo. Esto duele mucho. Duele de verdad.

Todavía se culpaba a sí mismo por no haber hecho nada.

Cuando salió de allí, lloraba. Y aunque la gente le mirara raro, no le importaba. Fue al apartamento y se quedó tendido en el sofá sin hacer nada por el resto de la tarde. Ir al cementerio le jodía todo, se sentía débil, torpe y como que nada tenía sentido. Contándole sus preocupaciones a una fría lápida, a un nombre escrito en mármol… Era cruel.

El perrito que compró correteaba por ahí, jugando con todo, hasta que encontró un cómodo puesto en una esquina de la sala, sobre un cojín que Jungkook puso especialmente para él en aquel lugar.

Con el paso del tiempo, se comenzó a sentir algo adormilado y debido a esto, terminó durmiendo abrazando aquel viejo suéter con aroma conocido, soñando con cosas lindas.

Cuando volvió a abrir los ojos, solo lo hizo porque sintió un poco de peso sobre él. Bostezó y sus ojos poco a poco se acostumbraron a la luz de la habitación. Y allí estaba él, sonriente, con ropa algo ajustada que demostraba claramente que recién había llegado. También lo delataban las maletas tiradas sobre un sofá.

—Tae… ¡Tae!

—Bebé, te enfermarás si duermes así en el sofá. ¿Quieres que te traiga una manta?

Ni siquiera respondió a aquello, simplemente se enderezó y se abrazó con fuerza a aquel torso tan conocido. Inspiró una y otra vez el aroma de su cuerpo, su perfume y sonrió. Comenzaba a olvidar lo que se sentía olerle, era exquisito. Y su cuerpo, suave, perfecto. ¡Lo había extrañado como jamás había extrañado a nadie! Y finalmente, luego de esos eternos meses, lo volvía a ver. Tan reluciente como siempre, aunque un poco ojeroso.

—¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste? Te hubiese ido a recoger al aeropuerto.

—Bah, bah. Llamé a tu celular, pero no atendiste, así que vine directo hacia acá.

Acarició el rostro ajeno con cariño, para observarlo bien, memorizándose otra vez su imagen, la única con la cual había podido sobrevivir aquellos meses alejados de Jungkook. Estados Unidos estaba demasiado lejos y no podía abrazarlo cuando se le antojaba, pero un intercambio es una oportunidad única y él no podía desperdiciarla.

El menor se apoderó de los labios ajenos con amor y pasión, acariciándole, sintiéndolo.

—Cariño, te extrañé muchísimo —juró Jungkook, para obligarle a sentarse entre sus piernas luego, no quería soltarlo ahora que lo volvía a tener—. He estado yendo a ver la tumba de mamá últimamente, le he llevado flores y le he contado sobre mi vida. ¡Hasta compré un cachorro para no caer en depresión!

—Y yo pensaba que el que lloraba era yo —Taehyung hizo un adorable puchero y apretó cálidamente las manos que le acariciaban con cuidado—. Vi el cachorro, jugué unos minutos con él mientras te veía dormir y luchaba por no tirarme encima de ti. Por cierto, ya tiene nombre. Se llama TaeKookie.

—¿TaeKookie? —rió el menor, feliz.

—Tiene nuestros apodos combinados, es original.

—Y tierno. Sí, me gusta.

—Sí, lo sabía. Soy increíblemente bueno en esto de poner nombres.

Se quitó la campera y el suéter que traía y Jungkook se sintió realmente muy bien cuando notó que debajo de todo eso, Taehyung llevaba puesta una remera que le pertenecía. No había sido el único usando ropa ajena, su dulce pareja también lo había hecho.

Y mucho.

—Kookie…

—Dime, amor.

—¿Crees que algún día tengamos un bebé?

—Lógicamente.  Tendremos la familia más hermosa de todas.

Y Jungkook recordó que para esa noche, debía preparar algo hermoso para los dos. Ya que después de todo, había planeado hacer algo desde que el otro se marchó a estudiar al exterior. El mismo día que volviera, le propondría casarse con él. El anillo, de hecho, estaba guardado en su mesa de luz, esperando pacientemente.

Sonrió ante lo que se vendría.

Taehyung y él iban a ser muy felices juntos, aunque tuviesen que sufrir algunas veces. Se casarían en un futuro cercano y formarían una bonita familia juntos.

Lo más importante de todo era que Jungkook ya no querría matar aquel amor nunca más. Porque después de todo, algo tan hermoso, tan especial y único… Debería ser protegido bajo toda regla por ambos.

Y de hecho, así sería. Siempre.

Notas finales:

Me costó hacerlo, terminé con las emociones encontradas y apenas dormí ya que me puse a escribirlo a las dos de la mañana y lo terminé a las seis .-. Así que... me iré a dormir ahora xD

Espero que les guste, en verdad me lo tomé en serio cuando lo hice. 

Bae y gracias por leer hasta aquí :')


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