Regresaron de la última presentación promocional en un show de música. Su canción ‘Hurt locker’ dejó una cálida sensación en sus fans y también en ellas mismas. Viajaron directamente del escenario al departamento donde convivían, puesto que el calor comenzaba a ser cada vez más intenso.
Celebrarían sin duda alguna, mientras se arreglaban con ropa mucho más cómoda y de entre casa, en especial dos de ellas que aún portaban sus vestuarios.
– ¡Cómo te gritaron, Minha! –Celebró la líder orgullosa de ella– Tal parece que tu color de cabello rojizo atrajo muchos más fans esta vez. –Continuó Hyuna los halagos recibiendo sonrisas de agradecimiento por parte de la mencionada. Segundo más tarde, la misma se retiró hacia la cocina para ayudar al resto de sus compañeras.
En la sala sólo quedaban cuatro personas, y para seguir animando a los miembros, Hyuna continuó sus tiernos comentarios.
– ¡Nuestra nueva musa, Sojin! Vaya que los gritos se intensificaron cuando tu parte apareció. –La blonda joven rió mirando a su líder totalmente animada. Era el segundo comeback desde que se había unido al grupo junto a Keumjo y se sentía agradable recibir constantemente apoyo por parte del resto– Tu cabellera rubia te hace mucho más hermosa. Sin duda la musa más linda.
Sojin volvió a agradecer esta vez soltando una leve risa. Sin embargo, un par de ojos las miraban con escepticismo. Hyuna dirigió su vista hacia quien todavía no había abierto la boca y trató de quitar esa mirada felina de ella con otro comentario halagador.
– Y nuestra linda Kyungri, bella también…
Fue tarde.
Kyungri ya estaba de brazos cruzados observando fijamente a Sojin que no para de sonreír tiernamente. Sungah tomó del brazo a su líder y la, prácticamente, arrastró hacia la cocina.
Todas eran conocedoras de lo qué significaba ese tipo de mirada en Kyungri, lo sabían, y era mejor no molestara hasta que se le pasara. Porque lo que más cambiaba su humor, eran los celos.
Sungah le hizo señas a la rubia para que abandonara la sala también, pero la joven se negó agitando su corta cabellera sobre sus hombros.
Kyungri era muy vanidosa, era evidente que amaba ser elogiada y sentirse bella frente a los demás luciendo impecable, arreglada, maquillada y muy femenina. Y aunque eso quizá molestara a la mayoría de personas, a Sojin le provocaba diversión cuando su unnie exteriorizaba sus celos. En este caso, por ella.
– Sabes que Hyuna se vuelve tierna cuando salimos lindas en las presentaciones, le encanta halagarnos.
– Yo siempre estoy linda –se jactó la mayor por su apariencia.
– No hay duda de ello –respondió la rubia.
Sabía que la puesta firme de Kyungri no era más que una armadura, como la de un coco, donde, si atravesabas esa dura corteza, terminabas encontrándote con el blando, jugoso y dulce interior. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de esto, inclusive, lo había hecho desde antes de unirse a 9Muses.
– Sin embargo, he llamado la atención desde Nasty Nasty y he ganado muchos fans con Drama. –Dijo Sojin. Si quería romper la dura postura de su compañera, debía ganarle en su propio juego.
– ¡Ha! –Emitió la morena bamboleando un mechón de cabello con el dorso de su mano–. Kevin y yo siempre fuimos la adorable couple del grupo. A ti te veían como la nueva. Desde All the kpop les gustamos mucho más a todos.
– Eso es verdad –le dio la razón Sojin–, pero por más que ustedes fueran la pareja favorita, conmigo lo encontraban compatible. Kevin oppa y yo hacíamos linda pareja en frente y fuera de las cámaras.
La rubia rió al ver la expresión de su compañera. No buscaba enfadarla, tampoco crear problemas con ella, sino que verla hundida en celos le encantaba. Era hermosa, y combinada con su seriedad, la volvía sin duda una mujer irresistible para ella.
– Ha –volvió a bisbisear Kyungri apartando la vista de su menor.
– Sabes… –expresó Sojin quebrando su posición de pie. Ese día comenzaba su camino por romper el porte rígido -en personalidad- hacia ella.
– Hm –murmuró la morena regresando su mirada a la rubia quien poco a poco fue acercándosele.
Odiaba admitirlo, odiaba creer que dentro del grupo habría otra chica quizá tan femenina como ella, y tan querida por las miembros. Odiaba no ser ella la única. No obstante ese odio, a veces, se disipaba cuando Sojin le sonreía, comentaba llena de frescura juvenil o le gesticulaba lindas muecas de lejos.
Sin aceptarlo, repudiaba aquello con seriedad.
– Quizá tú seas la gatita mimada del grupo –espetó Sojin frenándose muy cerca de ella. Esto hizo que Kyungri presionara con fuerza sus brazos sobre su pecho elevándolos un poco más y parpadeara repetidamente–, con tu mirada felina, tan melindrosa como un lindo minino –continuó hablando la rubia jugueteando con su cabello y observando a su unnie con una sonrisa pícara–. Pero ¿sabes qué? Yo sería la cachorra nueva del grupo, una pequeña canina, pero no por eso débil. –Llevó una de sus manos al mentón de la morena y acarició el filo de su mandíbula tan suave, perfecto, tan deseable. El rojo de sus labios contrastaba con su piel, deseando poder tocarlos. Más no era el momento– ¿Quién dijo que los perros y los gatos no pueden llevarse bien? Unnie.
Sojin volvió a sonreírle y se acercó hasta su lateral, donde rozó la oreja de su compañera con sus finos labios. Allí, sintió cómo Kyungri pasó saliva por su garganta asustada, tal vez. Escuchar ese sonido terminó por completar sus sospechas. La rubia descansó una de sus manos en la cintura contraria sintiendo su cálida piel debajo y susurró con malicia:
– Kyungri… ¡guau!
Imitó el ladrido de un cachorro en su oído y abandonó por completo la zona local de su mayor. Posteriormente, la dejó solitaria en la sala del departamento.
Kyungri continuó con su postura. No obstante, retiró su mirada gatuna y formó una línea a penas curveada con sus labios, una mínima sonrisa. De una u otra forma, indirectamente había sido halagada por su compañera, había sido elogiada tanto en palabras como en gestos. El contacto de su piel con la tibia mano de Sojin fue el detonante para aceptar que podría compartir su lugar predilecto.
Después de todo, eran compañeras.
No por nada era apodada ‘Black Hole’.
Y la blonda siempre encontraba la forma de formarle una sonrisa en su rostro.
– Malvada niña.
F I N ~.