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Amor podrido por Alice_alii

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Notas del capitulo:

HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

He regresado, como lo prometi el OVA 2 de mi psicopata ASESINO ojala les guste, no es tan horroroso como los otros pero cuando lean enteran.

Este es el primer fic que dedico, y es para una chica muy especial para mi, aunque ya lo leeyo antes de ser publico xD pero espero y se de una vuelta a leerlo.

En fin, ya se esta acerco la hora de comenzar la segunda temporada ¿quien esta esperando? que levante la mano y deje un review OwO/

Por cierto, he cambiado, ya no tengo pagina es muy dificil ademas de que me pide dinero umu asi no se puede y es muy rara hooo~ xc pero tengo un grupo cerrado, se llama: Alice Alii autora de Amor Yaoi. Si mal no recuerdo te puedes unir nada mas que yo tendre que aceptarte. Tambien hice una mini historieta de este mismo fic llamado: Kawaii psycho. Una mini historieta al estilo chibi uwu Espero y se den la vuelta n.n nos vemos~ 

 

Has sentido el amor como todo un ser humano, la vida te da retos para descifrar cuál es tu valor y así, colocarte entre lo bueno y lo malo.

 

- No creo en dios, Aoi.- dijo el hombre con rubios cabellos y sonrisa pintada en sus delineados labios.

- ¿Entonces satanás es tu pastor?- decía gustoso el pelinegro, no podía controlar su emoción al tenerle tan cerca. Uruha en cambio, estaba paciente en una esquina de ese diminuto cuarto; “sala de interrogatorio” no hay mejor nombre abreviado para este cuarto.

 De brazos cruzados, Uruha, mira atento a su compañero de trabajo que se inclinaba en la mesa sin miedo alguno pues no existía razón alguna para preocuparse. La bestia estaba amarrada con cadenas de titanio, correa en el cuello, bozal para que el perro no ladre y dos federales detrás de el con rifles para matarle por si se ponía bravo.

- ¡Hahahha no!  Ninguno de los dos, que la gente crea lo que quiera, al final solo es la nada. Cuando duermes es como morir, no hay nada. Simplemente la religión quiere hacernos ver que si eres malo pagaras consecuencias severas y como resultado tendrás controlando de tu mano a la población, a todo el mundo.  

- ¿Entonces eres ateo? –volvió a interrogar. Odiaba la manera juguetona que tenía el perro al hablar. El moreno mirándolo molesto se regresó a su asiento. Por más que se acercaba para intimidarlo y conseguir así algo de información no funcionaba al contrario, le causaba un goce visual al psicópata. La sonrisa de su preso le cabreaba, tanto que sería capaz de golpearle pero debía tranquilizarse si quería seguir en el caso.

- Llámame cómo quieras, yo sé, que es lo que me impulsa.

- Te impulsa el sadismo, ¿cierto? –se alejó, apuntándole acusadoramente esta vez con una carpeta que tomo de la mesa.

- Si quieres que te diga que yo mate a toda esa gente,  solo pregúntamelo.- tan tranquilo como siempre y ese “carisma” lo identificaba.

- Entonces dime: ¿mataste a todos ellos? –abre y avienta de golpe la carpeta con fotografías de varias personas torturadas, mutiladas, desnudas, algunas ni siquiera tenían la suficiente piel para ser cubiertos, solo sangre adornaba sus débiles cuerpos.  

En la mesa se encontraban esparcidas cientos de fotos con las obras del asesino que tenían justo ahí enfrente, sentado, amarrado a la silla, viéndolos con gracia ¿Quién no se cabrearía ante la actitud de ese hombre?

Los presentes miraban las imágenes a color, los cuerpos mutilados y ensangrentados no era de sorprender, más bien la locura del hombre es lo que sorprendía. Cualquier hombre en esta tierra puede ser un asesino, pero no todos tienen el mismo grado de locura. Desgarramientos, mutilaciones, apuñalas, torsiones, rompimiento de huesos, quemazones entre otros métodos de tortura. Los cadáveres ni siquiera podían ser llamados cuerpos; pedazos de carne y huesos quedaban esparcidos por todas partes, ninguna clase de consideración a las personas “castigadas”.  Cualquiera se desmayaría o por lo menos vomitaría ante desagradables cuerpos putrefactos en las fotos. Este trabajo era para valientes, de corazón duro y estómagos fuertes.

Uruha no aguanto dos segundos más y salió huyendo del cubículo, si se quedaba un segundo más colapsaría por horribles escenas. Admitía estar presente en ese tiempo pero en aquellos días, muchas veces se paralizaba logrando solo progresar un poco de su inteligencia. Aoi, dio un vistazo hacia la puerta de salida. Su compañero débil le trae problemas a su trabajo, trayendo como consecuencias la posibilidad de despedirlo o mínimo cambiarlo de sección.  Suspiro al imaginar el desagrado del joven novato por su punto de vista pero había que ser sinceros, sino superaba ese trauma jamás progresaría en criminología. Cuando regreso su vista al frente la diminuta sonrisa de Reita le ocasiono unos escalofríos terribles acompañado de un enojo inexplicable.

- Sí.- sonrió más al ver sus trabajos tan bellos.- Y déjame decirte que aunque me hayas retenido,  millones de hombres y mujeres seguirán mi legado de paz. –menciono sin quitar su vista de sus bellas obras de arte.

- ¿Que tratas de decir? –de pronto la molestia se convirtió en curiosidad.

- Te contara una historia, completamente verídica. Habla sobre el amor y la tracción.- le mira suavemente pero esos ojos tan rojos no podían decir otra cosa más que sangre y fuego, así les llamaba el agente a esos ojos tan penetrantes que podrían romperte en dos si los mirabas más de un segundo. Un miedo recorría toda la espina dorsal del pelinegro, independientemente de mirar sus ojos, esas palabras tan llenas de confianza daban más que decir y sacar conclusiones que ni uno mismo hubiera imaginado.

- ¿Que tratas de decir? – volvió a interrogar alzando esta vez su voz, tanta fue su ira que con su mano quito de la mesa las fotografías regándose por todo el cubito, quedo inclinado mirando molesto a su custodiado. Este, quien con correa amarrada al respaldo de la silla a muy duras se acercó para quedar cara a cara con el oficial. Se podía observar el enrojecimiento en su piel, como su cuerpo se contraria al ahorcarse a sí mismo sin embargo esa deformada sonrisa te decía el alto grado de enfermo mental en que se encontraba.

- Escucha mi historia y saca tus propias conclusiones.- aquella mirada tan psicópata, te describía la locura que emanaba de ese cuerpo, de ese hombre, es ¿qué se trataba acaso del mismo diablo en vida? No, esas cosas no existe, hay que ser realista, solo es una mente corrompida con delirios extremos.   

-¡Reita sabes que odios tus jueguitos! –le grito, sus rostros no se apartaban para nada y de repente una risa estruendosa en todo el cubito paralizo a los presentes. Reita no paraba de reír sin quitar de su vista los ojos negros del oficial, estaba extasiado al ver la desesperación del joven quien moría por saber cuánto más daño ha hecho el. Y a penas empezamos, aunque lo hayan atrapado el legado de justicia seguiría presente. Aunque lo ejecutaran públicamente el seguiría aterrando las almas malignas que hay en el mundo, porque él es Reita, el verdugo de Japón…

 

 

Cuatro meses atrás

 

 

-  venga mama, que estoy cansada.- decía la joven pelinegra, no pasaba de tener altura mayor a los 1.60, y su delgadez no era tan notoria gracias a las ropas tan anchas que dejaban pensar si era gorda o delgada. Tras encerrarse en su cuarto, se recostó en la cama. Quería descansar, dejar aunque sea unos minutos en blanco su mente. En verdad le dolía recordarle y tenerle todo el día dándole vueltas aun después de lo ocurrido.

Muchas veces se enamoró, una experiencia muy cálida y romántica, sin embargo, la magia del momento de pronto desaparecía y era ahí cuando se daba cuenta que ya no necesitaba más de ese amor, había que pasar página del libro. Entre saltos y saltos, sin querer se dio cuenta de que el verdadero amor le había tocado a su agradable corazón. Pero ¿Qué ocurría? ¿Por qué no era feliz? O claro, estaba más que entendible, la traición…

Joven, esta palabra la describía a la perfección o tal vez una niña pero el deseo de sentirse grande y olvidar las penas como todo un adulto le gustaba. Desesperada corrió a su guarda ropas, lo necesitaba más que nunca; cajón entre cajón encontró su droga: una cajetilla de cigarros. Un cigarro a la boca bastaba. Cada bocanada de humo dejaba escapar cada dolor de su roto corazón, pero por más que tratase este nunca sanaba. Ahora ¿Qué seguía? ¿Un vistazo al espejo? No había dudas. Camino hacia él; al verse, su figura deformaba le decía lo tan desagradable que era. No había comido desde hace mucho tiempo, a lo mucho golosinas era lo que entraba dentro de su diminuto estómago, aun así no se consideraba “comida”. Una última exhalada, cerrando los ojos, disfrutando su última exhalación y cuando volvió a mirar, en el reflejo del espejo se encontraba otra persona, en una esquina de su fúnebre cuarto, tan sonriente y tan vivaz. Giro para verle pero cuando lo hiso ya era presa del lobo. Un abrazo por su cintura y un pedazo de tela en su boca apretando fuertemente para que no se escucharan sus gritos.

- Calla preciosa.- susurro sin apartarle la mirada de sus ojos. Aquella chica asustada temblaba de pies a cabeza, no obstante, al ver esos ojos tan hermosos no se resistió a llevar su mano para acariciar su pómulo. El tan tranquilo se dejó, no existía amenaza de dañarla. Acariciando la mejilla, el desconocido la soltó y ella en vez de huir siguió admirando tan bella mirada.

- ¿Quién eres? –pronunciaron los labios de la chica.

- Yo soy la justicia.

- No te entiendo.-negó suavemente sin apartar su vista del hombre que llamaba su atención al cien.

- Dime tu dolor y yo lo curare.- pronuncio el rubio. Ella quedo desconcertada por la frase, ¿Qué significado tenia?

Él se alejó, regresando al lugar por donde entro. Ventana tan abierta con una rama del árbol de afuera entrando a su morada.  -“Mama, tenía razón con que cortaran ese árbol”- pensó la niña a ver por donde había salido el hombre que la ataco, pero a ¿qué se refería con dolor?, el ¿la curaría? A ¿que venía todo eso? Solo eran preguntas al aire.

 

 

**----**

 

 

- ahh.- entre gemidos forzosos, trataba de disfrutar mi nuevo amor. Que estupideces, estoy con él y ni siquiera dejo de pensar en el otro. Es que tanto dolor me hiso y no comprendo cómo llegue a esto. ¿De verdad amo al hombre con el que compartía un momento íntimo?

Se quitó de encima y rápidamente me levante para huir. No tenía miedo, ni pánico porque lo había hecho con él, solo estaba confundida además debía regresar a casa. El ni siquiera pregunto a donde iba, solo se cambiaba al igual que yo Entre el silencio nos cambiábamos en la habitación, cómplice de nuestro secreto.

Salimos del hotel sin palabra alguna en la boca, ni una mínima acción romántica nacía de los dos. Decidí romper toda esta tensión con un choque en nuestros labios, si ya no nos hablaríamos sería mejor cortarla aquí, así cada uno tomo su camino y ahora me concentraría en volver a  casa.

Tan rápido llegue, me sumergí en mi mundo, mi habitación, mi único refugio de todos mis problemas. Esta era mi historia tan gay.- hahahaha.- reí, era ridículo, solo yo, solo yo y mi risa tan triste. Abrazo mis piernas, recargada en la puerta pensando y recordando todo mi dolor.

- Para que sufrir.- pronuncie, mas nadie respondió, solo era yo y mi mundo. Tome mi bolso y saque la nueva cajetilla de cigarros que compre…

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- ¡diez putos cigarros en solo unos minutos! - Pobre joven, morirás de cáncer.-me reí de mi misma, es que era tan patética; hoy de nuevo la tristeza, la desesperación y el dolor mi invaden, no era más que un engaño, una mentira, ¡tú falso amor! Todo se trata de ti, es que tú eres el causante de todo mi dolor, no puedo ser feliz porque tú siempre estás en mis pensamientos, incluso cuando intentó olvidarte de nuevo tu rostro aparecen en mi cabeza. Pero al recordar los bellos momentos entre lágrimas agrias regresa mi dilema. No puedo creer que me hiciste aquello, me mentiste.- ¡me engañaste hijo de perra! - con furia cogí el celular y lo avente lejos, importaba poco si se rompía, pero al caer un sonido singular me hiso correr a gatas a él. Esperanzada lo prendí y espere tu mensaje pero solo era aquella chica con la que tenía comunicación, éramos algo lejanas pero era alguien con la que podía desahogarme.

 

 

**---**

 

 

De nuevo tan pérdida en mis pensamientos, siendo incapaz de salir del pozo donde me metí. ¡Es que acaso soy masoquista! Nunca olvidare lo que vive aquel día. Yo no era más que una mentira, sin duda alguna ese día estaba todo en mi contra. Recuerdo cada momento, cada detalle, como si fuese ayer pero sucedió solo hace unos meses, - hehehe - rio nerviosamente, aun la herida latiente me ahogaba en angustias descaradas. Recuerdo a esa tipa, como la abrazabas y como la besabas con pasión.

 

 

Día jueves por la noche estaba muy animada, regreso mi computadora después de un jodido virus; lo primero que quise hacer era prenderla para platicar contigo. Deseaba comenzar una conversación, me imaginaba tantas posibilidades, sin embargo, todos esos ánimos desaparecieron al ver tan desagradable bienvenida. Fotos etiquetadas por una chica, tú y ella tan abrazados. Ahí me di cuenta de lo tanto que decías quererme. Una gran puñalada a mi corazón, y cada vez aparecían más al ver las siguientes fotos. ¿Cuántas tomaron? ¿Cuánto quieres hacerme sufrir? Toda esa noche cante en silencio, la fuerte música hacia el intento por despejar mi mente, pero ¿Quién podría con esas imágenes grabadas en tu mente?

A la mañana siguiente, desperté con mala pinta, despeinada, sin dormir bien y mis ojos rojos. Un poco de tiempo y maquillaje limpiaría todo. Verme unos segundos en el espejo y después sonreír. No había que ser débil, soy fuerte, soy fuerte, me repetía a mí misma aunque fuera mentira.

La única pregunta que quiero hacerte es: ¿por qué?

Decidí meter el delineador en mi mochila algo me dijo que me haría falta, de camino a la escuela lagrimas brotaban solas, sin permiso alguno ¿no lo entiendo? ¡Ustedes no se mandan solas hijas de puta! Me borre inmediatamente las lágrimas, claro, teniendo cuidado a no echar a perder mi tiempo en maquillaje.

No quería que me vieras débil e indefensa ante ti cuando llegase a la escuela, al salón donde te veía cada día…

 

 

- ¡Mierda! –Grite al sentir la calidez de las lágrimas en mi piel.- ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! –pataleaba en mi cama intentando calmarme.

- ¡Shizuka! - un llamado de mi madre a la puerta. Me acomode de tal manera que ella no pudiera ver mi cara y por si acaso, abrazaba a una almohada simulando que me estaba quedando dormida.

- ¿Qué ocurre mama? –imite una voz adormilada.

- vaya, te iba a preguntar si querías ir al cine con tu familia.

- no mama, estoy cansada. Quiero descansar, ve tú y papa, yo me quedo en casa.

- ¿segura?

- sí, ya déjame dormir.

- está bien, cerrare las puertas para que te sientas segura.

- vale.

- adiós.

- adiós mama.

Escuchaba los pasos, la puerta de la casa cerrarse y por último el carro irse. Las puertas estaban cerradas, por lo que no existía necesidad de levantarme. Lejos de mentir que estoy bien, el sueño me gano. No me di ni cuenta de que tome una siesta solo hasta que sentía un calor en mi frente, mejilla y cabellos. Desperté de golpe espantada, abriendo mis parpados y mirando confundida mí alrededor. De nuevo mi boca fue callada. Esa enorme mano detenía la posibilidad de pedir ayuda. Tras ver la cara del tipo que entro en mi casa, me tranquilice. Se trataba de él.

- ¿a qué se debe tu visita? –le pregunte curiosa cuando quito su mano.

- recuerdas que te ayudaría a curar el dolor.- tan confiado de sus palabras. Mirada brillosa y sonrisa emocionada, ¿Qué me ocultabas?

- ¿Qué dolor?

- ¿Heee? ¿No me digas que ya lo olvidaste? –un chillido detrás de él y mi curiosidad me dijo que viera. Me senté en mi cama obteniendo un panorama de lo que sucedía.

- ¡Tu! –Apunte a uno de los bultos negros.- n-no... Ustedes ¿Por qué los trajiste? –le grite al tipo rubio de ojos penetrantes.

- Cariño, no hay mejor forma de salvar a un corazón dolido que dándole en charola de plata su trauma.

- No, yo no… ¡tú eres Reita! – grite espantada, arrinconándome yo misma en mi cama, quería alejarme de ese hombre peligroso, que tal si luego me mataba a mí. Temblaba de miedo en solo pensar lo que me hará. He leído sobre él, dicen que le hace cosas horribles a sus víctimas no quiero ser una de ellas, no quiero.

- Sí, eres muy inteligente.- gatea por la cama acercándose a mí con cautela.

- ¡No, no matare!

- ¿Por qué no? Te hicieron daño esas dos personas, deben pagar. O acaso no te gustaría olvidar el daño.

- Pues…si.- relaje mi cuerpo, incluso me acerco un poco.

- ¡Entonces! No existe mejor manera. Solo quémalos, desgárralos, ahórcalos, ¡haz lo que quieras con ellos, son un regalo! Son tuyos, puedes hacer lo que quieras a los causantes de tus desvelos, de tu amor podrido.

- Pero… me meterán a la cárcel por esto, ¡es una locura!

- Yo me encargare de que no vayas. Nunca me han atrapado y crees ¿qué te dejare sola?- me abrazo suavemente, recargando de su cabeza en mi hombro.- Disminuye el dolor poco a poco. La tortura les dará su castigo, se buena niña.

- Yo…- me hicieron daño, ellos son los causantes de que no pueda vivir en paz, hacerle caso a Reita me traería graves consecuencias pero si con eso desaparece el dolor, tal vez no importe. - Tienes razón, ellos me hicieron mucho daño. Deben pagar.

- ¡Exacto! –exclamo contento separándose de mí. Sus ojos vivos brillaban de tal manera que  me daban valor.- Eres muy joven para tanto dolor, así que cierra las heridas de tu corazón. – asentí decidida, no había marcha atrás. Tal vez, él tenga razón, un asesinato desaparecerá el sufrimiento. No más daño, ya no volveré a verle, ni a él ¡ni a la estúpida zorra!

Baje de la cama, observe a mi alrededor, todo mi desastre fue limpiado y una manta negra adornaba el suelo. Sonreí, lo había preparado todo para mí, que gesto tan lindo. Me agache, analizando cada artilugio, eran muchos utensilios, con ¿cuál empezaría?

Decidí por un serrucho, lo cogí entre mis manos y camine hasta ellos. Ambos estaban en ovillos, amarrados con cinta gris y un trapo en medio de su boca los callaba, suavemente se oía sus gritos de angustia. Los dos estaban muy unidos, ¡ni cerca de la muerte se van alejar! Mordí mi labio inferior molesta. Tome de los cabellos a la tipa furiosa, esto me lo pagaría.

- ¡primero comenzare contigo, por quitarme lo que más quería! – sus manos y pies estaban amarrados con cinta adhesiva. Sus gritos no se escuchaban gracias al trapo blanco en su boca. La lleve hasta el centro tumbándola sin nada de delicadeza. Me senté en sus piernas para verle a la cara.- ¿asustada? –Pregunte irónicamente observando esas lágrimas gruesas.- pero que zorra eres, en verdad. – le di un puñetazo a su hermosa cara. Tire el arma y luego volví a darle otro golpee, otro y otro,  hasta que me canse. Corrí a tomar el martillo del suelo. - ¡Argg! –Grite atinando a su preciosa cara.- ¡Hahahah como te quedo! ¡Te queda  a la perfección! ¡Arggg! – volví a tomar fuerzas propinándole otro martillazo a su cara. Bastaba y era suficiente para deformarla. - ¡Adiós zorrita! – hice un además de despida con mi mano.

- ¡QQhee thee ocure! ¡esstash locaaaa! – gire mi cabeza para verle.

- ¡No estoy loca! ¡Tú tienes toda la puta culpa! –grite, sacando todo el dolor de mi corazón.

- ¡Esh miz shicaa!

- ¡TU CHICA! ¡NO JODAS! ¡Y DONDE QUEDO YO! ¡SOY LA VILLANA DEL CUENTO!

- ¡Tuu…! –no le di tiempo de hablar, corrí a él dándole un martillazo en media cara, justo como lo hice con ella.

- ¡TU YA NO TIENES NINGUN DERECHO PARA HABLARME! ¡ESO DEBIO SER ANTES!  Cuando estaba cuerda haaa~.- comencé a llorar. Tire el martillo, su sonido hueco y después yo también me tumbe de rodillas al piso. – ¡haaa~! –lloraba a gritos, el dolor salía, sentía incluso como las heridas se sanaban. Todo lo que nunca salió por fin lo hacía, se sentía tan bien.

- Fue la mejor decisión.

- Nfff.- moquee. Levante mi cabeza, viendo de reojo a Reita. No aparte la mirada ni un segundo. Metías tu mano derecha en el estómago de la zorra y sacabas su intestinos; uno por uno los ibas rompiendo en dos con tu manos.- Pero que maestría. Nff eres bueno.

- Gracias.- sonreíste cálidamente. Mis mejillas se sonrojaron y mi corazón latió fuerte.- Déjame intentar.- dije. Pase mi mano por mis ojos, tenía la vista muy borrosa. Me acerque, viendo atenta a los movimientos de tus manos expertas, apartaste de ellas y no dude ni dos veces en meter las mías.- ah~ es cálido.- sonreí, ahora entiendo su locura, más bien la compartías conmigo.

- Lo que hiciste estuvo bien, te sentirás triste pero créeme que cuando digo que los dolores desaparecen, lo hacen. Verdad que ya no existen heridas.- pone su dedo índice en mí pecho, mi corazón curado.

-  No.- negué.

- Es normal sentirse culpable por lo que hiciste pero cuando te acostumbras lo encuentras divertido.

- Creo que ya lo experimento.- apretaba el órgano de la zorra, no tengo idea de cuál sea pero es tan blando y flexible.

- Se mi sucesora.

- ¿Qué?

- Continúa mi legado de justicia entre las sombras.

- ¡Seria fantástico ayudarte! Pero ¿Cómo hare eso? –solté el órgano, poco me importaba.

- Sé que como yo,  y tú.- me apunto.- existen más personas, búscalas. Crea un grupo a mi favor, sean mis seguidores y entre ustedes busquen a los causantes de su dolor; deja que ellos experimenten matar a sus demonios*, después vayan a por más*. Vean, observen, escuchen, asechen y entonces comiencen a cazar para el bien de la humanidad.

- Entiendo. Eso hare. – asentí animada, es una grandiosa idea. Crear un grupo de personas cansados del dolor, hacer justicia justo como él lo hacía, no es una mala idea, al contrario ¡es fascinante!

- Buena niña.- me sonrió de nuevo para después pararse.- levántate y ve a darte un baño, tus padres regresaran y yo debo limpiar.

- ¡Puedo ayudarte! – obedecí con levantarme. Estaba emocionada por comenzar esto del grupo.

- Me ayudaras con no dejar residuos de sangre en tu cuerpo.- me mire, a pesar de que solo fueron unos golpees, se apreciaban salpicaduras en mi ropa. Ya no respondí, solo me dirigí a mi baño a tomar una ducha.

 

Salí sin prisas, debía ser cuidadosa. Mi ropa ensangrentada la metí en una bolsa de plástico, ya luego buscaría como deshacerme de ella. Abrí la puerta esperanzada con conocer un poco más de los secretos del verdugo, pero no había nada, ni sangre, ni cadáveres, absolutamente nada. Mire por todos lados buscando algo, lo que sea. Efectivamente, lo halle. Pegado a mi computador una nota escrita con sangre:

“Empieza el legado”

 

No lo dude dos veces, debía empezar. Las puertas del vehículo de mi padre me anunciaba su llegada, los ignoro más me importaba hacer esto que ir a saludarlos.

-¡ya llegamos! –grito mi madre desde abajo.

-¡Si, mama!

-¡descansaste bien!

-¡un rato, recordé que tengo tarea, no me interrumpan!

-¡de acuerdo!

Mientras ellos convivían en familia yo me dedicaba a crear la página secreta, movía mis dedos por el teclado buscando palabras indicadas para atraerlos. Soy su sucesora, yo lo ayudare, hare que todos aquellos que hacen daño paguen caro. Después de minutos  de inteligencia conseguí lo prometido. Acabando la página deje a un lado la computadora, de nuevo el sueño volvía a ganarme. No lo apague ya le quedaba poco pila así que lo dejaría que se apagara sola. Me acomode de tal manera que mi cuerpo descansara, pronto, caí entre sueños. Ya me imagino como serán las cosas, tendré muchos amigos con quien compartir mi pequeño secreto, mi amor podrido y su venganza. Ahhh~ soy tan feliz, por fin vuelvo a sentir felicidad.

-

Viendo desde lejos, sentado en la copa del árbol de tu casa veo la pantalla de tu computadora. Tan rápido se llena de seguidores, uno tras otro, como en fila vienen llegando. - Hehehe.- me rio observando desde afuera. La brisa es tan refrescante que cala mis huesos, los cadáveres descuartizados los tire a la basura, donde me asegure que cayeran en los desperdicios que queman esos barrenderos.  Esto fue fácil, mi legado de justicia se cumplirá y el gobierno de aquí se dará cuenta de que si no hay justicia, la justicia será el pueblo…

 

 

Regresando a la actualidad.

 

 

- ¡HIJO DE PERRA! –Grito furioso Aoi. La mesa termino patas arriba y Reita no daba señas de tener miedo. Al contrario se reía a carcajadas gustoso.- ¡ES QUE CREES QUE TODOS PIENSAN COMO TU!  -Lo tomo del cuello de su ropa anaranjada.

- ¡Hahaha por supuesto! ¡Guaf! –ladro, imitando a un perro enojado, provocando un espalmo en el pelinegro.- ¡Hahahahah! –se reía tras el bozal. Le encanto la acción asustadiza del agente policiaco.

- ¡Eres un..! –levanto el puño para golpearle, los guardias no hacían intentos por detenerle pero la voz de su compañero le hiso detener, más bien, que Uruha se lanzara a abrazarle para detener su agresividad.- ¡Suéltame Uruha!

- ¡Tranquilo Aoi, nos van a correr del caso si te sigues poniendo así!

- ¡Pero es que el me cabrea!

-¡Guaf! ¡Guaf! ¡Guaf! –continua ladrando alegremente el psicópata desde su asiento.

- ¡Y tú para que le haces caso, si bien sabes que te provoca! ¡Que todo lo hace a juego!

- ¡es que el…! ¡Míralo!

 - ¡Guaf! ¡Guaf! ¡Hahahahah! –reía a carcajadas sin parar.

- ¡Te voy a dar una razón para que te rías, perro estúpido! –forcejeaba el pelinegro, anhelaba tanto romperle su madre.

-¡YA BASTA! –gritaron en el cubito. Todos se callaron incluso el asesino. Aoi detuvo su forcejeo hasta se soltó del agarre porque también Uruha palideció por la llegada del hombre. Aquella persona con voz bien conocida lo tenía a la mira, sabía que venía el regaño por su actitud agresiva e infantil.- ¡Parecen animales! –grito de nuevo.

- Lo siento jefe.- se disculpó el pelinegro haciendo una reverencia ante al señor canoso.

- ¡Aquí más bien el que necesita bozal eres tu Shiroyama!

- ¡Pero jefe! –levanto la cabeza el moreno para defenderse del insulto recibido.

- ¡Cállate! ¡Ya me tienes harto con tus escenitas! –mordió su labio al igual que apretó sus puños gracias a la ira contenía que sentía en esos momentos. Es incapaz de contestarle, tragarse su orgullo o perder el empleo ¡jamás! Invirtió mucho de su vida por este trabajo y no pensaba salirse tan rápido de él. - ¡Al menos dime que sacaste algo para no sacarte del caso!

- Si.- tomo seriedad. Es momento de poner manos a la obra si querían acabar con la masacre en Japón.

- Y ¿qué es? ¡Habla, te escucho!

- El acusado, admite matar a todas esas víctimas y además…

- Y además ¿qué?

- Hiso un legado.

- ¿Disculpa? ¿Me estás diciendo que este asesino tiene seguidores?

- Sí, señor.

-No estoy para juegos, Shiroyama. Bien te advertí, que cuando trajiste a Reita a estas instalaciones….

- ¡Es cierta la información! - intervino Uruha. El jefe con humos subidos, miraba retadoramente al novato. Nunca hay que interrumpir a ese hombre, su palabra, es su palabra contra la de nadie. -Mientras miraba el interrogatorio desde mi computadora*, investigue. – Se apresuró a hablar si es que no quería ser sancionado por su jefe.- No se necesitó de mucho para encontrar esa dichosa página.- el viejo suspiro, bajando de apoco sus humos.

- ¿Cuantos usuarios hay? No deben pasar de 10 personas.

- Son casi 2000 gente, señor.

- ¿Qué? ¿Estas mintiendo? ¡Este loco no puede tener tantos seguidores! –apunto al perro sarnoso, quien victorioso sonrió ante la cantidad de discípulos.

- Efectivamente, no hay mentiras y lo peor de todo, es que hay fotos y videos sobre…. –se detuvo, inclusive tembló, los presentes lo notaron ¿Qué más había en esa dichosas red?

- ¿Sobre qué? ¿Qué ocurre? ¡Dímelo!

- Son…- mordió sus labios buscando valor para continuar. La interrogante por conocer lo que ocultaba causaba curiosidad extrema a los espectadores.- Son, jóvenes, encapuchados…- suspiro.- matando a gente a base de torturas donde al final dibujan con sangre un corazón. –al principio se detenía a cada palabra pero después soltó todo de golpe. Debían conocer a detalle la verdad oculta.

- ¡Hahahahahha! ¡Se los dije! ¡Se los dije! ¡Mi legado de justicia no terminara! ¡hahaha! –reía estruendosamente Reita, los espectadores aterrados miraban a la bestia. Todos los de ahí conocían ese sello. Desde que atraparon a Reita ultimados secuestros y muertes han ocurrido en el país, lo único que saben, es que un corazón diseñado en el cuerpo de las victimas era el sello del asesino, ahora bien de los asesinos.

La bestia atada fue obligada a levantarse de su asiento. Golpes constantes a sus hombros con la punta del rifle, Reita, se dejaba guiar.  Ya era hora de regresar a su celda, a su querida celda. La última, la más alejada de todas las posibles salidas, justo el centro de la cárcel. Cuarto pequeño y blanco. Encerrado en cuatro paredes, tres de cemento y una de vidrio polarizado. Techo y suelo hecho también de cemento y como último nada, muy apenas un colchón en el suelo y su inodoro. Todos lo conocen y toda persona le tiene miedo, saben que con cualquier cosa les puede matar, por eso ninguna cosa debe pasar porque con eso te puedo torturar, hasta con sus propias manos te puede romper los huesos con un solo movimiento.

A un lado de su celda altamente protegida, se encuentran los demás reos, pero ellos solo con barrotes de metal son encerrados. Se siente importante el asesino, ¡es importarte! La idea de estar así le encanta porque sabe que le tienen miedo y no hay cosa que más le agrade que ser temido. Ama ser el temor, la pesadilla de la gente. - ¡PORQUE SOY EL VERDUGO! ¿DE QUE SIRVE SER EL VERDUGO, SINO PUESDES ASUSTAR? ¡UNO DEBE CAUSAR TEMOR DESDE QUE ES VISTO! - grito a todo pulmón en medio de su celda.- ¡HAHAHAAHA! –reía descontrolado el psicópata.

- ¡Ca-Cállate! –grito también el oficial que protegía la celda. Apuntando débilmente al preso con su rifle, la risa inigualada le provocaba un tremendo susto.

- ¡SI, TEMEME, TEMEME MAS! – se acerca hasta el vidrio golpeando una y otra vez la pared polarizada.

- ¡Ah-Ah! ¡Para! ¡Deja de hacer eso! –Gritaba asustado el oficial.- ¡Basta! –pero por más que gritaba, Reita, no paraba. El guardia ya no aguanto la presión y corrió hasta el pequeño tablero electrónico que pusieron enfrente de la puerta del psicópata. Apretó el botón rojo de emergencia. Una alarma sonó e inmediatamente llego un pelotón de cinco personas con un botiquín. El mismo guardia, metió la llave consiguiendo así que la puerta se abriera. Reita se lanzó para atacarles pero el pelotón hiso lo suficiente para acorralarlo en la cama. Dos hombres cogían a Reita por cada lado, el tercero le electrocutaba con la pistola eléctrica. El cuarto estiraba el brazo de asesino y el quinto preparo e introdujo una aguja. Un sedante fue suficiente para calmar a la bestia.

-ha... ha… haaha…- una risa muy enfermiza pero muy suave, luego esta cayo. Un silencio muy tranquilizante para los huéspedes de la cárcel.

 

-

 

-Reita, tonto. Si querías que te hicieran daño lo hubieras pedido en vez de armar tremendo escandalo.- musito molesto Ruki, que descansaba nada cómodo en su cama.

 Su libro, su única ayuda para no aburrirse en su celda. Era igual a la de los demás presos, no era tan temido como su pareja, incluso podía salir libre condicionalmente. Bueno eso le dijo Aoi.  – Ahh~.- suspiro, dejando el libro que leía en su regazo.- Cuanto desearía estar en la misma celda con Reita. Deberían ser considerados y dejarnos mínimo una vez a la semana para hacer travesuras hehehe.- saco una sonrisa traviesa por su risa.

Se acomodó en su cama esperando encontrar una buena postura sin sentir los horribles alambres que conformaban el colchón ¡su relleno algodonoso era invisible! ¡No había nada cómodo en ella! Después de varios intentos encontró el mejor lugar.

Cerro sus ojos y lamio su labio inferior lentamente, dejando a su imaginación volar. Unos roces a su entrepierna fueron suficientes para despertar a su pequeño amiguito. Cada vez más grande, más caliente y más necesitado… - ¡HAY ESTUPIDO! –lanzo el libro, estampándose en los barrotes de su propia cárcel.  

Odiaba su lugar, el tipo de la celda de enfrente era un loco por el sexo, un violador por si mal no recuerda. Ese hijo de perra le había lanzado semen a su estadía, nunca podía hacer algo “rico” sin tener a ese idiota lanzándole semen cada vez que se excitaba.- ¡Odio la pinta de vieja que tengo! -exclamo molesto. Sacando ahora su manta. Se cubrió con la sabana rasposa y le dio la espalda al hombre que brincaba de alegría por su acción. Ruki ya ansiaba con que le cambiara. Los operadores de ahí, le prometieron que le cambiarían de celda si solo se portaba bien ¡Y ya se estaba convirtiendo en un santo por culpa de ese violador!

Notas finales:

deja que ellos experimente matar a sus demonios*

se refiere a queel inviduo que sufre mate a la persona que le cause daño, por ejemplo: ella, shizuka se sentia dolida por lo que le hiso su novio el era su demonio, su causante de daño, entonces ella mato a su novio, a su demonio.

y despues vayan por mas* 

aqui ya se refiere aquellos demonios que ronda por la calle,ya serian como violadores, rateros, asesinos, que esten en la calle, por ejemplo: el violador del anterior ova, el era un demonio suelto sin que nadie pudiera denunciarlo o matarlo porque no dejaba victimas vivas, por lo que reita lo vigilo a escondidas e hiso la justicia cuando comprovo que el si era un demonio, asi ellos, sus discipulos deben buscar a los demonios sueltos y hacer justicia

miraba el interrogatorio desde mi computadora*

generalmente en las salas de interrogatorio colocan camaras para grabar al preso que tienen, con la finalidad de que queden grabadas las afirmaciones y/o confeciones de lo que hicieron (que efectivamente mataron o robado, de lo que hayan sido acusado. 

Creo que eso es topo por aclarar, sino se entendio algo decirmelo en los reviews. Nos vemos hermosas~ 


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