Capítulo I
Cuidado con el Lobo Feroz
-Cuidado con el Lobo Feroz- Fue la advertencia que su madre le hizo cuando con cierto miedo lo dejo partir hacia la casa de su querida tía Ann, que necesitaba su ayuda. Entendía el miedo de su madre, pues su padre, Vincent Phantomhive, el querido cazador de la aldea en donde vivían, murió en aquellos bosques, devorado por los lobos
-Si mama tendré cuidado- le aseguro para tratar de borrar esa expresión de preocupación que su madre tenía. Su madre Rachel Durless, era cariñosa aunque muy sobreprotectora, era muy conocida en la aldea por ser una mujer de familia acaudalada, lo había dejado todo por el cazador Vincent Phantomhive. Rachel Durless era muy hermosa, su cabello rubio resaltaba sus ojos azul zafiro, ojos que su hijo, Ciel Phantomhive había heredado, aunque Ciel seguía siendo el vivo retrato de su padre por esa razón a Rachel le preocupaba dejar a su hijo de solo 15 años, viajar solo por el bosque
-Toma- le dio una cesta llena de comida y una capa rojo sangre, muy llamativa para su gusto, Rachel le puso la capa de manera dulce a su pequeño hijo, le dio un casto beso y con lágrimas en los ojos lo dejo ir
Ciel solo suspiraba, realmente no quería dejar a su madre en ese estado pero su tía lo necesitaba. Hace solo unos días, su prima Elizabeth había mandado una carta pidiéndole a su tía Rachel ayuda pues ella se encargaba de cuidar a su tía Ann que por un horrible accidente había perdido la vista, Elizabeth la cuidaba y las necesidades las pagaba con un trabajo que podía realizar desde esa casa pero hace poco lo había perdido.
Por suerte había conseguido un empleo, en una casa, como sirvienta pero… no podía dejar sola a su tía Ann por eso le pidió a su tía Rachel que por solo dos días a la semana Ciel cuidara a su tía. SI bien al principio Rachel se negó, porque nunca dejaría a Ciel viajar solo por el bosque, al final no tuvo corazón para dejar a Elizabeth sola en esa situación
A Ciel no le importaba caminar varios kilómetros para ir a cuidar a su querida tía Ann, quien lo quería como si fuera su propio hijo, y así sumido en sus pensamientos fue avanzando por el bosque
El atardecer pronto dio paso al anochecer, Ciel chasqueo la lengua al verse atrapado en el obscuro bosque, la luna le daba algo de luz pero no la suficiente como para poder atravesar si problemas el bosque. Podría perderse y eso era un riesgo que no quería correr
Molesto se sentó bajo un árbol, abrigándose con aquella capa roja que le quedaba enorme, tenía que estar en la casa de su tía antes de que amaneciera pero ¿Qué se le podía hacer? Ahora tenía que esperar el amanecer en la intemperie
Cerro los ojos para dormir un rato pero un sonido lo alerto, el sonido de un aullido…
Y cuando abrió los ojos se paralizo
Está rodeado de ojos brillantes que conocía muy bien, su padre le había dicho que si algún día encontraba pares de esos ojos se diera por muerto…
Literalmente había caído en la boca del lobo…
Un extraño sentimiento lo paralizo, era el miedo y la valentía mezclados en su interior. Su mano busco entre la canasta algo, sabía que su madre por seguridad la había metido. La encontró, una pistola que sabía utilizar a la perfección la tomo tratando de no hacer movimientos bruscos, a sus espaldas escucha ladridos y gruñidos, Ciel toma un respiro, se aferra a la canasta para después iniciar una carrera seguido de lobos
Eran unos cuatro, no lo sabía muy bien pero en ese momento tampoco se iba a detener para contarlos, dio un tiro a ciegas escuchando el chillido de un lobo, lo celebro y en so termino en el suelo, estaba tan obscuro que había tropezado con una rama, maldijo su torpeza
Al tratar de levantarse se paralizo, su cuerpo empezó a temblar pues un lobo de apariencia feroz estaba a unos centímetros de él, en sus ojos solo veía ese deseo salvaje de alimento y él era ese alimento, ese trozo de carne, de reojo miro a sus espaldas encontrándose con más lobos
Ese era su fin, tomo su pistola pero ¿A que le dispararía? Si mataba a uno los otros se le echarían encima, suspiro resignándose a su final, solo rogaba para que fuera rápido y no muy doloroso
Un aullido resonó en el bosque, los lobos agacharon las orejas, como intimidados por tal aullido, Ciel solo veía confundido la escena, los lobos agacharon las orejar y como cachorros huyeron del lugar
Ciel temblaba de pies a cabeza, no podía entender que había pasado, alzo su mirada para ver a la razón por la que los lobos huyeron cual cachorros. Lo que vio lo dejo aún más atónito
Una peculiar persona estaba parada a su lado, un hombre de aparentes 25 años lo veía con curiosidad, su piel era pálida, sus ojos eran de un atrayente carmesí, su cabello era negro y enmarcaba su perfecto rostro y lo que resaltaba en su cabeza eran unas orejas que se movían libremente, el extraño sujeto sonrió dejando ver unos colmillos
-¿Q-Q-Q-quien e-e-eres t-t-u?- logro preguntar de manera entrecortada, el sujeto no pareció entender, ladeo la cabeza para acercarse al muchachito que seguía en el suelo, su mirada carmesí de inmediato se desvió a la cesta que no dudo en tomar para revisarla, saco una manzana que analizo como si aquel objeto fuera de otro mundo, la olfateo gesto muy extraño para Ciel y sin pensarlo la mordió
-Dulce- exclamo sonriendo, Ciel quedó atrapado en aquella aterciopelada voz, el sujeto siguió mordiendo la manzana hasta acabársela, volvió a revisar la cesta para ver si había otra
-D-Deja eso- exclamo molesto y algo asustado, trato de ponerse de pie pero fallo en el intento
-Merezco una manzana, te salve la vida- no podía negar aquello, el pelinegro volvió a tomar una manzana devorándola en menos de un minuto- me llamo Sebastián… Michaelis
-¿Sebastián Michaelis?- pregunto aturdido, sebastiano bajo la cesta para acercarse a Ciel que instintivamente retrocedió
-¿Cómo te llamas tu extraña criaturita?- se puso en cuatro encima de Ciel que de inmediato se sonrojo, el tipo era apuesto… muy apuesto
-Soy Ciel- respondió algo intimidado, trato de quitarse de encima a ese… hombre lobo- Déjame ir- le ordeno, forcejeando un poco
-Pero que maleducada criaturita- Sebastián empezó a lamer la mejilla de Ciel- eres dulce Shieru
-¿Shieru?- eso si le molesto, recordando que tenía una pistola en su mano la apunto en dirección de ese extraño sujeto
-Pero que carácter- Sebastián se alejó del niño que de inmediato se incorporó para levantarse, pero en cuanto se puso de pie termino nuevamente en el suelo, por un fuerte mareo que termino por hacerle perder la conciencia-¿Shieru?- Sebastián miraba con confusión el cuerpo del niño en el suelo, lo movió pero este no respondía- Murió… bueno comida fácil- lo tomo entre sus brazos dispuesto a saborear aquella carne que a su gusto era muy dulce pero al ver el dulce rostro del niño empezó a dudar- ¿Debería comérmelo?- se preguntó admirando aquel fino y delicado rostro blanco y suave como la más fina porcelana, sus cabellos eran de tono azulado- Seria un verdadero desperdicio- termino por tomarlo en brazos acurrucándolo en sus brazos, tomo la cesta y empezó a caminar, recordaba que cerca de ese lugar había una cabaña en donde habitaba una amable rubia de ojos verdes, ella de seguro ayudaría al pequeño ´Shieru’
Llego al lugar, dejo a Ciel con delicadeza cerca de un árbol aun no amanecía pero tampoco faltaba mucho para que lo hiciera, se acomodó a su lado para brindarle calor, sus ojos no podían despegarse del jovencito que era demasiado lindo para Sebastián
Cuando el amanecer llego, Sebastián se dispuso a irse, a ocultarse en aquel bosque que lo acogió durante toda su vida, por alguna razón no quería dejar aquella criaturita, de nombre Ciel solo en ese lugar pero estaba confiado que las personas que vivían por ahí lo ayudarían, se acercó para darle un beso suave en los labios, Ciel se removió un poco pero no abrió los ojos…
Sebastián se internó en el bosque prometiéndose que volvería a ver a Ciel