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Drops of madness por Laia16

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Notas del capitulo:

Este fic está completamente dedicado a Elizabeth, una muy buena amiga mía.
Decidí hacerlo con esta pareja por qué es una de las favoritas de Eli.

Mi primer fic completamente basado en esta pareja.

Era el 25 de diciembre, ya hacía siete años de mi relación con Hiroki Kamijou, un profesor de la universidad Mitsuhashi. Había tenido que trabajar toda la tarde la cual fue bastante ajetreada, mayoritariamente se trataban de hombres bebidos o personas que se habían peleados en medio de la celebración navideña, para mi no era ninguna novedad, normalmente me tocaban esos turnos complejos los cuales muy pocos querían realizar, el año pasado por ejemplo me tocó trabajar la noche de Navidad, no fue nada divertido y si bastante pesado.

Tomé mi smartphone y envié un mensaje de texto a mi pareja, seguramente y para variar, saldría más tarde de lo acordado. Después me dirigí a la sala de emergencias, ese día era un lugar terrible, aunque ya llevaba dos años de doctor titulado, seguía siendo complejo decidir la prioridad de los pacientes.

Me acerqué a uno de los pacientes, se trataba de un niño pequeño, se había cortado levemente la mano con el plástico de un juguete que le habían regalado ese día, por suerte el corte era limpio y no era demasiado profundo, solo superficial, bastaría con un pequeño vendaje. De repente las puertas de urgencias fueron bruscamente abiertas por el conductor de una ambulancia, otros facultativos acompañaban al nuevo paciente.

Se trataba de un varón, de unos treinta y pocos años con perdida masiva de sangre y traumatismo craneoencefálico, el paciente no se movía por lo que supuse que su columna también debía estar dañada, la camilla estaba completamente roja. Era todo un caos, solo escuchaba los gritos de mis compañeros ir y venir, deseaba poder ayudar pero aún no estaba preparado ni capacitado para participar en una complicada cirugía.

Tsumori, mi compañero en este trabajo se me acercó, su rostro era todo un misterio, supuse que estaría preocupado por el hombre que acababa de llamar. Sentí su brazo rodear mi hombro con demasiada fuerza, pero no me importó.

- Nowaki, necesitamos hablar... - me dijo con un tono que no me agradó.

- Ahora no, Tsumori, tengo trabajo – intenté excusarme alejándome un poco.

Miré mi celular y mi pareja no había respondido a mi mensaje, ni siquiera había sido leído, decidí llamarlo directamente y avisarle que me demoraría un poco más en salir. Extrañamente su móvil se encontraba fuera de cobertura o apagado, intenté llamarle otras dos veces pero siempre obtuve el mismo resultado, decidí pensar que ya había salido y estaría en dirección al restaurante donde habíamos acordado ir.

Cuando me giré, mi compañero seguía ahí parado, ya comenzaba a cansarme, no entendía por qué no empezaba a atender los pacientes que habían en la sala de emergencias. Lo ignoré y precedí con ese niño que me había llamado la atención. Hice pasar a ese niño que iba acompañado con sus padres en una pequeña habitación para poder atenderlo con más tranquilidad.

Confirmé mis sospechas, era solo una pequeña herida, en un par de semanas ya solo quedaría una leve marca de color rosa pálido.

- Eres un niño muy fuerte – le dije a modo de alago, era extraño ver tan tranquilo y sin llorar a un niño de solo cinco años.

Terminé de limpiar y envolver ese corte y le di un caramelo de fresa que tenía en mi bolsillo a modo de premio. Después acompañé al niño a la puerta de la habitación, sus padres me dieron las gracias pero yo respondí que ese era mi deber y me alegraba que no fuese nada grave. Tsumori entró en esa habitación cerrando la puerta tras de sí.

- Debemos hablar – me insistió y noté que su voz era de preocupación.

- Ya te dije que estoy ocupado – le respondí lo mismo que antes.

- Se trata de Hiroki – escupió al fin, escuchar el nombre de mi pareja hizo que prestara atención.

- ¿Que ocurre? - sabía que Tsumori tenía una relación amor-odio con mi pareja y le gustaba molestarlo, no me extrañaba que de nuevo fuese otra tontería.

El hombre no sabia como explicarse y eso me molestó, odiaba cuando se quedaba en silencio, me ponía nervioso.

- Toma asiento – me pidió cambiando su tono preocupado a uno serio.

Obedecí, solo quería terminar cuanto antes y atender otros pacientes, me senté en una silla y esperé la explicación de mi compañero.

- Ha tenido un accidente, su taxi chocó con otro auto, fue un choque frontal, no sé los detalles y tampoco conocemos la gravedad del accidente, necesitamos varias pruebas, el TAC, pero fue rescatado a tiempo, por desgracia iba sentado en al asiento del copiloto, varios cristales se incrustaron en su rostro y brazos – hizo una pausa para tomar una fuerte bocanada de aire – tampoco puedo asegurarte que no sea grave...

En ese momento sentí un abrupto mareo, parecido a cuando bajas de una montaña rusa, después comencé a sentir frío, no podía creer lo que me decía, quizás fuese una broma o una inocentada.

- Ahora mismo lo están tratando, deja que yo me encargue del resto de los pacientes – propuso cambiando nuevamente su tono de voz por la preocupación.

Cubrí mi rostro pero no lloré, Tsumori había dicho que seguía vivo y eso me bastaba no necesitaba nada más. Mi compañero me dio un par de palmadas en el hombro para hacerme reaccionar y al mismo tiempo reconfortarme.

- De acuerdo, de momento no puedo ayudarlo, seguiré atendiendo otros pacientes – dije fingiendo tranquilidad.

De nuevo, Tsumori me detuvo, sabía que no estaba en condiciones para atender a esas personas que esperaban recibir ayuda. No soportaba quedarme de brazos cruzados y esperar solamente, quería ser de utilidad, si no podía ayudar a mi pareja al menos ayudaría a esa gente.

- No, no me hagas obligarte ni denunciarte, en esas condiciones no podrás concentrarte, necesitas relajarte y calmarte un poco... - Tsumori me retenía desde el brazo.

Bajé mi mirada al suelo, tenía razón, pero era peor estar comiéndome la cabeza, necesitaba hacer algo y distraerme un poco, necesitaba seguir trabajando. Puse mi mano encima de la Tsumori para que notase que ya no estaba tan nervioso.

- Por favor, será peor para mi quedarme quieto... - pedí con serenidad pero también con seriedad.

Mi compañero se giró y me dio la espalda, sabía lo que ese gesto significaba, me permitía seguir trabajando.

- De acuerdo, pero cuando llegues a tu limite no dudes en descansar... - fue la única condición que me pudo.

Los dos salimos de esa sala y rápido nos dimos cuenta que el numero de personas en la sala de emergencias había aumentado. Tsumori comenzó con los casos más graves relegando en mi los casos más sencillos, agradecí ese silencioso gesto de amistad.

Esa noche me encargué de un ojo hinchado, un brazo roto, un moratón en la cabeza de un joven de quince años, un dolor de cabeza de una anciana y finalmente una dislocación de hombro, después tomé un descanso, mientras Tsumori ahora se encargaba también de mis pacientes. Ya hacía dos horas que no tenía noticias de mi pareja, supuse que seguía en cirugía y esta debió complicarse.
Me tomé un frío té de la maquina de refrescos, los ojos comenzaban a pesarme pero mientras permaneciera en el hospital permanecería también cerca de mi pareja.

Un doctor salió de la sala de operaciones, su uniforme junto a sus guantes y mascarilla estaban manchados de sangre, algunas manchas parecían más secas que otras debido al tiempo que había permanecido en esa sala. Se acercó a mi, todos en el hospital sabían que Hiroki era “un buen amigo mío”.

- Lo siento... - fueron sus primeras palabras que me dedicó.

- ¿Lo siento? - repetí yo sin comprender el significado de las mismas.

El hombre se quitó la manchada mascarilla y entonces me explicó como había ido exactamente la operación.

- Está en coma, perdió mucha sangre y su pronostico es aún reservado dentro de la gravedad, ya sabes lo que eso significa, no esperes milagros... - me dijo con franca sinceridad.

Quería gritar, quería llorar, quería correr y ver a mi pareja, pero en lugar de eso solo me quedé quieto, estático cual estatua de sal. Entendía y comprendía la seriedad del estado de Hiroki, lo sabía, desde el primer momento supe que él no iba a quedar bien, pero intenté no pensar en esa posibilidad para no caer en la desesperación, ahora ya tenía una confirmación, la verdad se mostraba dura, cruel y fría ante mis ojos.

- Lo siento... - repitió ese doctor antes de pasar por mi lado y continuar su camino.

Camine hasta la sala de operaciones y pude ver como mi pareja era llevado en una camilla supuse que iban a trasladarlo en una habitación de cuidados intensivos. Yo seguí a esos doctores y acompañé a mi pareja. Cuando llegaron a la habitación movieron el cuerpo de Hiroki hasta una cama y lo dejaron descansar, entubado y conectado a varias maquinas de asistencia.

Hiroki parecía estar durmiendo, pero resaltaban esas pequeñas marcas en su rostro, su parpado estaba cortado e hinchado, su rostro magullado, su cabello castaño despeinado caía lacio sobre sus ojos. Le acaricié el cabello, fue entonces cuando me permití unos breves segundos para desahogarme y lloré, lloré todo lo que me estuve conteniendo, era doloroso imaginarme a Hiroki en ese estado. Ese era mi peor regalo de Navidad. Si ese fuese un día normal, mi pareja estaría hablando sin parar, los dos estaríamos en un hermoso restaurante disfrutando de una cena especial, pero en lugar de eso veía a mi pareja tan lejos de mi pero tan cerca de la muerte.

Alejé mi mano de su cabello, mis lagrimas seguían cayendo, pero ahora tenía otro deber, tenía que comunicarme con sus padres. Camine hasta la puerta de la habitación y después me giré por última vez con la absurda esperanza de verlo despertar, no fue así, decidí salir. Camine por los silenciosos pasillos en completa soledad. Entré en recepción y aunque no estaba autorizado para efectuar ninguna llamada desde allí, necesitaba hacer esa llamada yo mismo, no podía relegar esa tarea al recepcionista.

Tomé el teléfono entre mis dedos y marqué el número de la casa de sus padres, esperé un segundo, dos segundos y finalmente a los cuatro segundos una mujer atendió la llamada, imagine que era su madre.

- Soy Kusama Nowaki – me presenté pues ahora recordaba que era la primera vez que hablaba con algún familiar de Hiroki – Un compañero de piso de su hijo...

- ¿Ocurre algo? Supongo que no le estará causando problemas – preguntó preocupada la mujer.

- Su hijo tuvo un accidente con un auto, no tengo más detalles pero sería bueno si pudiera venir – le expliqué lo más resumido posible.

Escuche un jadeo ahogado, comprendía esa reacción, yo mismo había pasado por ello, pero era peor para esa mujer pues era su hijo el que estaba y corría peligro.

- ¿Puedo...venir ahora? - preguntó la mujer acallando su llanto con una mano.

Su angustia se contagió y yo volvía casi a llorar, pero me contuve, necesitaba poder hablar con tranquilidad y serenidad ese era el sentimiento que debía transmitir.

- Hiroki ahora...está descansado, mejor venga mañana por la mañana – le respondí con profesionalidad.

- De acuerdo, mañana por la mañana – repitió la angustiada y preocupada madre para no olvidarse.
Terminé la llamada y devolví el teléfono al recepcionista. Tenía que ir a buscar ropa para Hiroki y también para mi. Vi salir a mi amigo de la sala de emergencias, parecía muy cansado.

- Regresaré a casa... - me dijo bostezando.

- Yo también... - respondí.

- ¿Estás bien? - preguntó Tsumori.

No supe que responder, no estaba bien y mentir a su compañero no le agradaba, prefirió ser sincero y decir la verdad.

- No, no lo estoy – confesé con sinceridad.

Tsumori me abrazó con fuerza, yo simplemente me dejé, le devolví ese abrazo y susurre.

- Gracias...

Mi compañero sólo me sonrió con amabilidad dándome unas pequeñas palmadas en la espalda. Después me despedí, cuando salí del hospital miré mi reloj, marcaban las seis y media, tenía tiempo para ir a buscar algo de ropa y regresar.

Tomé el metro que a esa hora apenas había bullicio, me senté en un asiento disponible al lado de la ventana, pocas horas atrás había sido Navidad, mi menté voló lejos, me imaginaba que todo lo sucedido había sido mentira, deseaba creer que al llegar a casa, mi pareja estaría durmiendo o me esperaría despierto sólo para regañarme, quizás discutiríamos un rato pero luego haríamos las paces, ese era mi día a día.

Cuando el metro frenó en mi parada ni siquiera me di cuenta, demasiado inmerso en mis propios pensamientos me encontraba, me percaté demasiado tarde, justo cuando las puertas se cerraron. Debería bajar en la próxima parada y regresar atrás a pie. Salí del metro con la cabeza baja, el viento matinal golpeaba mi rostro con furia, caminé lo más pegado que pude de los tejados o toldos intentando cobijarme de ese clima.

Al llegar a casa me encontraba totalmente reventado, cansado por todo lo que había sucedido, decidí tomar un baño, me dirigí al baño y abrí el grifo de la tina, mientras se llenaba me fui desnudando. Comprobé la temperatura y lentamente me sumergí en ella. Eché mi cabeza hacia atrás intentando relajarme un poco, si debía cuidar a Hiroki de ahora en adelante debía estar tranquilo, no quería fallar a mi pareja, debía ser fuerte para los dos.

Sin darme cuenta susurre el nombre de “Hiroki”, necesitaba abrazarlo, quería transmitirle mis sentimientos, hacerle saber que no estaba ni estaría solo, pero ya no sabía como hacerle llegar mi fuerza y mi apoyo. Pasados unos minutos comencé a tallar mi cuerpo con una esponja, la frotaba con suavidad imaginando que eran los finos y elegantes dedos de mi pareja, de repente mi cuerpo comenzó a reaccionar, mas especifico, mi miembro se despertó y tuve que llevar mi mano hasta esa parte, lo sujeté y froté contra la palma de mi mano.

La temperatura en mi cuerpo subió, movía mis caderas contra mi propia mano, ese era mi único consuelo, mi mano derecha rozaba mis pezones, no entendía a mi cuerpo, cómo podía estar excitado después de todo lo que había ocurrido esa noche, pero lo cierto era que había estado quince días sin tocar ni tener contacto intimo con mi pareja. Mis dedos se enrollaban en mi miembro, subían y bajaban con frenesí y descontrol.

Llegué al orgasmo manchando mis dedos, de mis labios solo salían jadeos, por un breve momento mi mente se quedó completamente en blanco. Volví a lavar mi cuerpo con abundante champú, después me froté el cabello con suavizante, cuando sentí mi cuerpo limpio salí de la bañera. Tomé una toalla y sequé mi cuerpo con fuerza.

Caminé por el salón solo con la toalla anudada en mi cadera, miré la hora en el reloj de pared, marcaba las ocho menos cuarto, me dolía la cabeza y necesitaba dormir aunque fuera solo unos minutos, necesitaba estar descansado y en buena forma para atender a Hiroki y al resto de pacientes, me recosté en el sofá y cubrí mis ojos con mi antebrazo, los primeros rayos de sol comenzaban a filtrarse por las blancas cortinas. Poco a poco fui quedándome dormido.

***

Desperté dos horas más tarde, no recordaba que había soñado pero me sorprendí al despertar con una pequeña sonrisa en el rostro, aún sentía mi cuerpo cansado y pesado, incluso desperezarme me era doloroso, estaba demasiado tenso y me deprimía pensar que esa condición me acompañaría el resto del día. Me levanté y camine hasta mi habitación, allí me quité la toalla y la dejé a un lado de mi cama, tomé una gruesa playera con capucha de color negro y un pantalón del mismo color, después me dirigí a la habitación de mi pareja, debía cogerle ropa cómoda, normalmente Hiroki llevaba traje o al menos camisa y corbata, pero esa ropa no le ayudaría en el hospital.

Puse su ropa en una bolsa deportiva, también puse en la bolsa un libro del autor Usami Akihiko, era absurdo pues mientras estuviera en coma no podría leerlo, aún así decidí llevarlo por sí acaso, además, una idea cruzó por mi cabeza, se me ocurrió leerle cada día un párrafo de ese libro, quizás al escuchar mi voz junto al libro que le gustaba a largo plazo podría reaccionar. Sí, aún tenía esperanzas de que mi pareja pronto se despertaría.

Me puse un abrigo azul oscuro y me colgué la bolsa en mi hombro, salí de casa y el frío viento matinal golpeó mis mejillas con dureza, aceleré el paso con el deseo de llegar pronto al metro, ahí estaría cobijado. Antes de llegar alguien toco el claxon de un auto, me giré y se trataba de mi “senpai”.

- Sube, te llevaré... - me propuso con seriedad.

Miré el reloj de mi muñeca, me ahorraría cerca de un cuarto de hora, no podía rechazar el ofrecimiento y al final acepté. Subí al plateado auto al lado del copiloto, me até el cinturón de seguridad y entonces Tsumori volvió a poner en marcha el auto.

- ¿Sabes? Estuve pensando...si Hiroki no despierta, ¿quien se encargaría de desconectarlo o dejarlo vivo permanente con asistencia?

Esa abrupta y repentina pregunta me sobresaltó, no sabia como ni qué responder, era un supuesto que no quería ni imaginar ni pensar, prefería cobijarme bajo la ilusión de que si iba a despertar. Pero siendo realista, esa posibilidad existía y quizás debía enfrentarse a esa cruel realidad, en cualquier caso sabía que quien tenía que tomar esa decisión eran sus padres.

- Creo que serían sus padres los que decidirían eso a menos que ellos no quieran o no puedan hacerlo – le respondía intentando controlar el miedo en mi voz.

- ¿Te molesta hablar de este tema? - me preguntó mi compañero sin dejar de conducir.

- No, de hecho, hablar de esto me ayuda a enfrentarme a la realidad, no puedo simplemente cobijarme bajo falsas expectativas – le respondí fijando mi mirada al exterior.

Mi compañero no me preguntó nada más ni insistió en el tema, para mi en verdad era mejor así, me gustaba ese silencio. Tsumori aparcó el auto en el parking del hospital. Baje del coche cargando mi bolsa deportiva, Tsumori me seguía a unos pasos atrás, cuando llegué a recepción me dieron la lista de los pacientes que debía atender esa mañana. Después me dirigí a los vestuarios, abrí la bolsa y de ella saqué el libro de mi pareja, luego guardé todo lo demás en la taquilla.

- ¿Que piensas hacer con ese libro? - me preguntó mi amigo cambiando su ropa de calle por la misma bata que yo.

- Mi intención es leerle un párrafo cada día a Hiroki, aunque no pueda moverse quizás pueda escucharme... - le expliqué dirigiéndome a la puerta del cambiador.

Tsumori no me dijo nada más, decidí primero visitar a mi pareja, necesitaba saber cual era su estado aunque no tenía muchas esperanzas. En el pasillo, sentada en una silla se encontraba una mujer bastante madura pero finamente vestida, portaba un traje color café y una camisa blanca, de inmediato y aún sin conocerla supe que se trataba de la madre de mi pareja.

La mujer me miró, sus ojos estaban empapados con lagrimas, en su mano apretaba un pañuelo de ropa. Me senté a su lado y entonces me presenté.

- Me llamo Kusama Nowaki... - dije pausada y calmadamente mientras mis manos se posaban encima de las suyas y rodeaban sus dedos.

- Mi hijo...¿como está? ¿puedo verlo? Nadie me dice nada, solo me dijeron esperase aquí sentada...- dijo la mujer apretando sus ojos para contener las lagrimas.

Sabía que debía ser sincero y decirle la verdadera situación de Hiroki, pero en ese estado esa mujer no sería capaz ni de asumirlo ni de aceptarlo, primero debía intentar calmarla.

- Ayer por la noche, Hir...Kamijou tuvo un accidente mientras iba de copiloto en un taxi, aún no sabemos como podrá progresar – le dije despacio sin soltar sus manos – No es buena idea que lo vea en estos momentos...

Ella captó enseguida lo que significaban esas palabras, pero cuando levantó su mirada hacia a mi supe que no se iría hasta ver a su hijo.

- Necesito y quiero ver a mi hijo, por favor – me pidió sin apartar su mirada de la mía.

Me levanté y ella hizo lo mismo, los dos caminamos en silencio hasta la sección de cuidados intensivos, seguimos caminando por ese pasillo hasta llegar a la habitación de Hiroki. Abrí la puerta y la tomé de la mano para guiarle dentro de esa habitación. La mujer se acercó a la cama donde descansaba su hijo y vi como tuvo que acallar un grito con sus manos.

- ¿Despertará? - me preguntó la mujer cuando calmó su llanto.

- No lo sé, aún es temprano para hacer pronósticos a corto plazo – le respondí con sinceridad.

La madre de mi pareja se limpió las lagrimas secas con el pañuelo y después me miró, esa mirada me destrozaba el corazón, esa madre me estaba confiando la vida de su hijo a mi.

- Hiroki es muy importante para nosotros, es un niño muy alocado pero en verdad se preocupa mucho por sus amigos, por eso...cuide de mi hijo – me pidió caminando hasta mi.

- Kamijou está en buenas manos, si algo cambia en su estado usted será la primera en saberlo – respondí con amabilidad.

Los dos caminamos fuera de la habitación, su madre me hizo una reverencia japonesa y se retiró, yo me quedé allí, después decidí volver a entrar, en mi mano cargaba con el libro y quería leerle al menos una página a mi pareja. En la habitación me senté en una silla a su lado, con mi mano libre acariciaba y sujetaba la suya.

- Hiro-san, me gustaría leerte un libro – le hablé como si realmente pudiera escucharme o estuviera despierto.

El libro se llamaba “Noche de estrellas” y estaba escrito por su autor favorito, Usami Akihiko. Comencé a leer la primera página con un tono suave y sin dejar de acariciar su mano.

- “¿Recuerdas aquella noche cuando me confesaste tu amor? ¿Recuerdas cómo me sorprendí al escuchar esas palabras? La noche estaba llena de estrellas, ellas fueron nuestro único testigo, esa noche me hiciste el hombre más feliz y dichoso de la tierra, con solo dos palabras espantaste mis miedos y mis temores...” - intentaba que mi voz no se quebrara pero no era nada fácil.

Alguien llamó a la puerta y segundos después la abrió, era Tsumori, parecía enojado y no comprendía por qué.

- Tus pacientes te están esperando desde hace veinticinco minutos, comprendo que Hiroki sea importante para ti pero también lo tienen que ser el resto de pacientes – me regañó mi compañero.

Había olvidado por completo a mis pacientes y ni siquiera tenía la lista de ellos conmigo, recordé que la había dejado en el asiento cuando hablé con la madre de mi pareja, esa era la primera vez que me ocurría un despiste así. Me sentía avergonzado por mi comportamiento.

- Lo siento... - era todo lo que podía decir – Estoy un poco despistado.

Tsumori me miró y relajó un poco el rostro, yo cerré el libro y me acerqué a el. Los dos salimos de la habitación y yo me dirigí al pasillo donde me había encontrado con la madre de Hiroki, allí estaba mi portafolios con la lista de mis pacientes en la silla contigua a la que había ocupado momentos antes. Caminé de nuevo hasta la sección de pediatría donde yo me encargaba de la mayoría de los niños aunque Tsumori también me ayudaba en algunas ocasiones.

- Mitsuhi Takamoto – llamé al primer niño de mi lista.

Un padre cargaba a su hijo, parecía muy pálido y le hice entrar a mi consulta. Senté al niño en una camilla y le hice una inspección general, utilicé mi estetoscopio para auscultar su corazón, su respiración era correcta, entonces le hice abrir la boca y noté que estaba bastante roja, comprendí que tenía una infección leve en el cuello, le receté un medicamento bastante flojo y que ayudaría a limpiar esa pequeña infección. Su padre volvió a cargar al pequeño y salió de la consulta.

- Rei Matsumoto – llamé a mi segunda niña en la lista.

La niña entró bastante contenta animada caminando mientras sujetaba la mano de su madre, repetí las mismas acciones que antes, senté a la niña encima la camilla y le hice una revisión general, su madre me comentó los síntomas que aquejaban a la pequeña y supuse que debía de tratarse de un resfriado, le receté un antibiótico y las acompañé hasta la puerta de la consulta.

Seguí atendiendo a niños y más niños, casi no parecía tener fin, Misha, Asuka, Tomoe, Haru y un largo etcétera. Terminadas todas mis consultas me senté en la silla y suspiré con fuerza desahogando la tensión de esa mañana. Por fin podía relajarme un poco, pero mi trabajo aún no había concluido, debía transcribir los historiales médicos de los niños que había atendido aquella mañana en el historial y memoria de la computadora así quedaría archivado todo el historial junto a los medicamentos que había recetado para cada paciente.

Una enfermera llamó a la puerta de mi consulta, entró un poco sonrojada, lentamente se acercó a la mesa de mi consulta.

- Doctor Kusama, esta noche iremos a tomar algo con algunas amigas y el doctor Tsumori, ¿podría acompañarnos? - me preguntó con el rostro totalmente rojo.

- Lo siento, estoy un poco cansado – le respondí intentando no sonar demasiado borde – Pero quizás la próxima vez me una a vosotros...

Pensé que con eso la chica se daría por vencida pero vi que su intención no era esa, cerró sus manos en puños en cada lado de su cuerpo.

- ¿Está soltero? Una..una amiga mía quiere tener una cita con usted... - parecía que la chica estaba acongojada quizás su amiga le había presionado para que me preguntase eso.

- No, en estos momentos estoy en una relación... - fui sincero pues mi intención no era causar falsas esperanzas a nadie.

La muchacha se disculpó “por haberme molestado” hizo una reverencia y se retiró totalmente sonrojada y avergonzada. Cerré los ojos un momento mientras me frotaba la sien con la mano, me dolía la cabeza y tenía ganas de terminar por fin mi jornada laboral, pero aún me faltaban varias horas antes de poder ver de nuevo a Hiroki. Me hundí en mi sillón.

Tsumorí llamó a la puerta y segundos después entró, parecía bastante divertido pero yo no comprendía la razón de esa sonrisa.

- ¿Has rechazado a una nueva enfermera? - preguntó burlón, no me gustaba que se burlase de sus compañeras de trabajo.

- No la he rechazado, solamente le dije la verdad, además, no fue ella la que se confesó, vino de parte de una amiga – le expliqué con desgana.

- Bueno, mientras tu desperdicias a estas chicas los demás aprovechamos tus migajas – me replicó con una ancha sonrisa.

No estaba de humor, pero parecía que Tsumori estaba contento esa mañana, seguramente se debía a que había sido invitado a salir por esa enfermera. Cerré el portátil y rodeé la mesa.

- Voy a tomar un café...- le dije a mi compañero mientras me dirigía a la puerta.

- Te acompaño...

Los dos caminamos por los pasillos del hospital, por extraño que pareciese no había casi nadie excepto los que estaban ingresados o internos. Llegué a las maquinas expendedoras y decidí invitar a Tsumori.

- ¿Deseas tomar un café o prefieres una Coca-Cola? - le pregunté con una pequeña sonrisa.

- Prefiero una Coca-Cola...- respondió mi compañero.

Introduje un par de monedas y la maquina expendedora dejó caer una lata de Cola, yo escogí una lata de café, los dos tomamos asiento en una mesa del bar del hospital.

- ¿No tienes más pacientes? - preguntó mi amigo.

- Creo que no, pero aún estaré por aquí unas horas más...- respondí abriendo la lata y dando un pequeño sorbo.

Ambos nos quedamos en silencio, me daba cuenta que durante las últimas horas había pasado mucho tiempo con Tsumori, también me daba cuenta que me agradaba compartir mi tiempo con él. De inmediato supe que esos pensamientos no estaban bien, no era correcto pensar así, mi pareja estaba en este hospital, en coma y no era justo pensar así, solo había sido un descuido de mi mente.

- Debo regresar... - dije de repente mientras me levantaba de la silla.

- Pero dijiste que no tenías más pacientes además tampoco te terminaste tu café – protestó mi compañero sorprendido por mi abrupto comportamiento.

- Voy a leerle otra página a Hiroki – me excuse con mi amigo.

Mientras caminaba por los pasillos del hospital me regañaba mentalmente, yo amaba a Hiroki y Tsumori era amigo mío, seguramente era por culpa del estrés de las últimas horas. Llegué a la habitación de mi pareja con el corazón y respiración agitada debido al paso acelerado. Entré en la habitación y me acerqué en la cama de mi castaño, con el transcurrir de las horas me daba cuenta del nulo avance de mi pareja, estaba casi seguro que no despertaría, aún no estaba dispuesto a rendirme.
Tomé el libro que reposaba en mi silla y lo abrí por la segunda página.

- “Hinata se entregó en cuerpo y alma a las pasiones de su amante Yoshiro, lo abrazaba y besaba...”

No era buena idea seguir leyendo esa página, no entendía el argumento pero comprendía que narraba la historia de tres personajes entrelazados entre sí. Volví abrir el libro pero intenté saltarme esa página.

- “Hinata se sentía confundido, su amor vivía lejos por culpa del trabajo pero si amaba a su pareja ¿Por qué entregaba su cuerpo a su amante? ¿Era realmente solo sexo?...”

Usami Akihiko realmente me confundía con el argumento de sus libros, no entendía donde quería llegar ni siquiera como era posible que hubiesen permitido publicar semejante libro tan confuso. Quizás sea mejor olvidar ese libro. Me levanté y me acerqué a mi pareja, sin dudarlo lo besé, lo amaba y le juré con ese beso mantenerme siempre fiel a su lado. Al separar mis labios susurre el nombre de mi pareja.

- Hiro-san, estoy y estaré siempre contigo... - creo que esas palabras resumían mis sentimientos en ese momento.

Acaricié su mano, deseaba tanto que mi pareja correspondiera también a mis caricias, seguramente Hiroki debía sentirse tan solo como yo, pero él debía luchar, sobrevivir y despertar, su batalla era más dura y compleja que la mía, sin darme cuenta volvía a llorar de nuevo.

- Hiroki, eres el hombre más fuerte que conozco...despertarás – le susurré limpiando mis lagrimas.

Solté su mano, toda esa situación me estaba superando. Camine de nuevo hasta la puerta pero ya no me giré a ver a Hiroki pues sabía que no había despertado. Al salir de la habitación había tomado una decisión, pediría la baja, no me veía capaz de continuar atendiendo a más personas en ese estado.

Camine hasta la recepción y pedí que me pusieran en contacto con el director del hospital, el chico me pasó el teléfono para hablar, desde esa linea se podían efectuar llamadas internas. Le pedí al director si podía atenderme unos breves minutos, para mi desgracia “estaba demasiado ocupado” pero que buscaría un hueco por la tarde, acordé ir a su despacho al finalizar mi turno. Le devolví el teléfono al muchacho de recepción.

Una enfermera se acercó a mi y me comentó que había llegado en estado muy grave y necesitaban mi ayuda, me asusté pues aún era un “aprendiz” o un “novato”, de todas formas no podía negarme, ese era mi deber y haría todo lo posible por ayudar a ese niño.

- Sus padres tuvieron un accidente de auto, su madre está bien excepto por algunos rasguños, su padre murió pero el niño no llevaba el cinturón de seguridad puesto, iba sentado en la parte trasera y golpeó su rostro fuertemente contra el cristal delantero...- me explicaba la muchacha acelerando el paso por los pasillos.

- ¿Es posible realizarle un TAC? ¿tenéis ya las radiografías? - le pregunté mientras le seguía, corriendo hasta la sala de operaciones - ¿Cual es su estado en estos momentos?.

- Sus constantes vitales son débiles pero el doctor Tomoe ya lo está esperando... - me indicó la chica abriendo la puerta en la sala de cirugía.

Sabia lo que tenía que hacer, me lavé las manos hasta los codos, un compañero me ayudó a ponerme los guantes, quizás no estuviera a cargo de esa operación pero de todas formas estaría cerca del niño como apoyo y soporte del doctor Tomoe, debía estar todo esterilizado.

- Doctor Kusama, ¿Tiene miedo? - me preguntó el doctor Tomoe a través de su mascarilla.

Esa era mi primera operación, naturalmente tenía miedo, incluso los dedos me temblaban, pero debía aguantar.

- No – respondí mintiendo e intentando ocultar mis miedos.

La operación se demoró varias horas, durante ese tiempo se me hizo eterno, pero también me di cuenta que poco a poco iba perdiendo mi miedo inicial. Al terminar la compleja operación, fui a ver al director del hospital.

Cuando llegué a su despacho toqué dos veces la puerta y esperé recibir su permiso para entrar. El director era una persona seria pero relativamente joven, el me hizo tomar asiento y yo acepté.

- ¿Qué te trae por aquí? - preguntó el director de manera informal.

- Necesito que me autorice para tomarme unos días de descanso – en verdad no sabía como enfrentar el tema.

- ¿Días de descanso? ¿Ocurre algo? Si se debe a alguna desavenencia con algún compañero puedes decirlo y puedo cambiar tu horario...- me preguntó el director.

- Un amigo tuvo un accidente y deseo estar a su lado... - intentaba evitar nombrar a Hiroki ni reconocer que era mi pareja.

- ¿Un amigo? Debe de ser muy importante para anteponerlo a tu trabajo – me respondió esas palabras con doble intención.

- ¿Puedo tomarme solo una semana de descanso, por favor? - evadí su pregunta y fui directo al grano.

- Puedes hacerlo, pero debes tener en cuenta que el hospital no costeara tus “vacaciones”...

Eso ya lo sabía, pero de todas formas estaba decidido a conseguir esa baja laboral que tanto necesitaba, deseaba poder pasar todo el día sin presiones al lado de mi pareja. Terminamos esa reunión acordando volver a vernos dentro de una semana.

Cuando salí de su despacho suspiré aliviado, podía regresar a casa y despreocuparme al menos durante la próxima semana. Camine por los pasillos del hospital, ahora me sentía más tranquilo y relajado, podría visitar a Hiroki sin sentir tanta presión por culpa de mi trabajo. Al llegar al vestuario me saqué mi bata blanca y la colgué en un perchero dentro del casillero, luego saque la bolsa deportiva que había traído esa mañana y de ella tome la ropa de mi pareja.

Salí del vestuario llevando en mis manos la ropa de Hiroki. Encontré una enfermera en los pasillos y le pedí que me acompañase un momento. Los dos entramos en la habitación de mi pareja.

- Necesito que me ayudes, este paciente necesita un cambio de ropa – le pedí intentando sonar serio – Yo me encargo del lado derecho

- De acuerdo, yo me encargo del otro lado... - me respondió con una tierna sonrisa.

Le desabroché la pijama del hospital, mientras yo me encargaba del lado derecho la otra muchacha se encargaba del lado izquierdo intentando mover lo menos posible ese delicado cuerpo. Después de cambiar a Hiroki decidí recompensar a la joven aunque fuese con una bebida ya que gracias a su amabilidad había podido cambiarle las ropas a mi pareja.

- ¿Quieres tomar algo? - le pregunté al salir de la habitación.

- Estoy en mi turno, pero esta noche iré con el grupo del doctor Tsumori a beber algo, si quieres puedes acompañarnos... - me propuso con amabilidad.

Fue sencillo evadir a Tsumori pues nos teníamos mutua confianza pero no sabía como desechar la invitación de esa enfermera, me sabía mal ser tan brusco o borde, así qué decidí aceptar.

- De acuerdo, yo recién terminé mi turno pero esta noche estoy libre... - le respondí con cordialidad.

- Quedamos en la puerta del hospital a las nueve en punto ¡Ciao! - la chica siguió caminando por los pasillos del hospital.

Yo decidí dar una vuelta y quizás regresar a casa, la idea de poder descansar un poco era tentadora. Al salir del hospital el clima no era del todo frío, era veintisiete de diciembre y el sol calentaba levemente, caminé por las calles, en esas fechas estaban llenas de parejas y familias, yo tenía lo primero pero no lo segundo, además, desde hacía dos días mi pareja estaba en coma, ni siquiera podía disfrutar de esos días tan especiales.

Decidí ir a casa, pero esta vez no cogería el metro, podía ir a pie. Tomé la dirección más corta, aún así no podía evitar encontrar bullicio en cualquier parte, me sentía bastante celoso, era triste tener que caminar solo por la calle. Cuando llegué a casa solo quería encerrarme en ella y no volver a salir hasta que Hiroki estuviera bien, pero eso era un sueño tonto y absurdo, no podía encerrarme ahí y olvidar la realidad.

Me quité el abrigo y me dirigí a mi habitación, lo mejor sería desahogar mis penas con la almohada. Estaba tan cansado que fue imposible no dormirme.

Desperté totalmente confundido, no sabía que hora era pero suponía que debía ser bastante tarde, el cielo estaba completamente oscuro, miré el reloj de mi móvil y me percaté que eran las ocho y media, seguramente llegaría tarde a esa quedada con mis compañeros de trabajo, no quería dar esa imagen pero ya no lo podía evitar.

Me levanté de la cama con un fuerte mareo, no me encontraba de humor pero faltar a mi palabra no iba con mi carácter. Camine despacio hasta el baño, cuando llegue abrí el grifo y mojé mis manos, luego mojé mi rostro, debía de cambiarme de ropa y eso me tomaría otros diez minutos. Tomé la toalla y me sequé el rostro, luego regrese a la habitación, miré de nuevo mi celular, tenía una llamada perdida del hospital y supuse se trataba de Tsumori.

Le regresé la llamada y como esperaba quien contestó fue mi amigo.

- ¿Donde estás? Te he llamado hace horas y justo ahora me regresas la llamada – algo no cuadraba, Tsumori parecía preocupado.

- Estoy en casa, ¿Ocurre algo? - pregunté contagiado por su preocupación.

- Casi perdemos a Hiroki – me respondió con total sinceridad – Pero de momento conseguimos estabilizarlo de nuevo.

No supe como reaccionar, mi primer impulso fue colgar el teléfono y correr hasta el hospital, pero Tsumori también me dijo que Hiroki de momento volvía a estar fuera de peligro.

- ¿Como esta ahora Hiroki? - pregunté preocupado por mi pareja.

- Está como antes, lo siento, sigo en mi turno, salgo en unos minutos...

Escuché como Tsumori colgaba la llamada, no sabía si era buena idea ir a esa quedada, después de lo que había ocurrido a mi pareja pensaba que era demasiado frívolo asistir a esa reunión con mis compañeros. De todas formas, me cambié de ropa y salí de casa.

Miré mi reloj y marcaban las nueve en punto, me demoraría otra media hora llegar al hospital, además me había olvidado avisar a Tsumori que llegaría tarde a la reunión. Aceleré el paso, tomar el metro me retrasaría aún más. Intenté tomar algún atajo.

Finalmente llegué veinte minutos tarde, pero en la puerta del hospital solo estaba mi amigo Tsumori, su rostro estaba totalmente sonrojado y supuse se debía al frío clima nocturno. Me sentí un poco culpable, él me había estado esperando fuera del hospital.

- Llegas tarde... - fue todo lo que me dijo al verme.

- Lo siento, me quedé dormido y apenas desperté hace unos minutos – respondí un tanto avergonzado.

- ¿Deseas verlo? - me preguntó cruzando sus brazos encima de su pecho.

No sabía que responder, Hiroki era lo más importante para mi, al menos quería confirmar lo que había dicho Tsumori, quería comprobar que estaba bien.

- Si, lo siento, solo serán unos minutos... - le respondí al fin.

Entré corriendo dentro del hospital, me dirigí de inmediato a cuidados intensivos y llegué hasta la habitación de mi pareja, ente y me acerqué a su cama. Hiroki seguía en coma, todo lo que pude hacer fue tomar su mano entre las mías.

- Hiro-san, ¿en verdad deseas morir?

Sabia de sobras que no iba a responder, pero el miedo de perderle me hizo hacer esa estúpida y boba pregunta.

- Sigo aquí, junto a ti...

Le besé la mejilla, su piel estaba pálida pero seguía igual de suave, amaba a ese hombre y deseaba con todas mis fuerzas que se recuperase pronto. Solté su mano y me alejé de su cama. Salí de su habitación con un sentimiento agridulce. Al salir del hospital, Tsumori ya no estaba allí, supuse que había regresado a su casa o quizás había ido a esa reunión, pero de repente vi su auto detenerse frente a mi.

- He cancela nuestra asistencia a esa reunión, sube, te llevo a casa – se ofreció mi amigo.

Sin dudarlo un segundo subí a su coche. El lo puso en marcha y puso rumbo a mi domicilio. Por el camino los dos mantuvimos una amena charla.

- ¿Sabes? Me preocupas, últimamente no te concentras en tu trabajo, tampoco me parece justo que pidas la baja laboral, eres un buen doctor y tus pacientes te necesitan tanto como Hiroki – Tsumori parecía hablar molesto y disgustado.

- Lo sé – no quería comenzar a discutir con mi amigo – Pero es lo mejor, además solo es una semana...

- Pero en el hospital te necesitamos, nos falta personal y tu estás muy cualificado – insistió mi compañero.

No quise responder, preferí mantener silencio. Tsumori también guardó silencio y cuando llegamos él bajó del auto.
- Nowaki...

Cuando dijo mi nombre sabía lo que significaba, no quería dejarme solo, pero dejarlo entrar en casa era en cierta forma traicionar a mi pareja, Hiroki nunca lo hubiera permitido.

- Estaré bien... - le respondí con una pequeña sonrisa.

Pero Tsumori no se iba, al contrario, se acercó a mi y esperó a que abriese la puerta. Lo hice, abrí la puerta y lo dejé pasar. Dentro del apartamento, mi compañero se quitó los zapatos y el abrigo, yo hice lo mismo, los dos nos dirigimos al salón-comedor, lo invité a tomar un café y él aceptó.

- Supongo que no pensarás dormir aquí, ¿Cierto? - le pregunté con un toque de sarcasmo.

- ¿Y si digo que si? - preguntó mi amigo dando un sorbo al café.

Yo palidecí y callé, no podía responder a esa pregunta, quizás había sido mala idea permitirle entrar. Tomé asiento con una taza de café en mis manos.

- Te diré... Me preocupas y no finjo ni miento, solo quiero asegurarme que estas bien...- me dijo dando otro sorbo a esa caliente bebida.

- Yo puedo asegurarte que estaré bien, pero no puedes dormir aquí – insistí preocupado pues no quería que Tsumori pasase toda la noche aquí.

- ¿Piensas que Hiroki no lo aprobaría, cierto? Es por eso qué no quieres que me quede aquí, pero yo no pienso irme, no lo hago por Hiroki lo hago por ti, eres tu el que me preocupa...- respondió como si fuese lo más lógico.

Yo solamente me bebí mi café en silencio, desde el primer momento sabía que sería imposible sacar a mi compañero de casa, pero no iba a permitir que durmiese en la cama de Hiroki, esa habitación era sagrada y solo pertenecía a mi pareja.

- De acuerdo, pero deberás dormir en el sofá – quizás estaba siendo demasiado cruel, pero no podía darle otro lugar para dormir.

Tsumori aceptó con una sonrisa, de repente se levantó y comenzó a quitarse la ropa, recordé entonces que mi compañero no tenía pijama. Debería encender la calefacción, la puse bastante alta pues esa era una noche bastante fría.

Yo también me fui a cambiarme a mi habitación, me puse una pijama y volví a salir, Tsumori ya se había recostado en el sofá portando solamente la ropa interior. Él me miró y sonrió, yo alejé mi mirada de él.

- ¿No estás cansado? Yo ya no puedo más, hice dos turnos seguidos... - me dijo bostezando con fuerza pero cubriendo su boca con su mano.

- Yo también estoy cansado, si me disculpas, me retiro a dormir, buenas noches – respondí apagando la luz del salón.

Me retiré a mi habitación, apagué la luz y me recosté en la cama, a los pocos minutos, mi cuerpo comenzó a relajarse y finalmente me dormí.

Desperté horas después, por un momento pensé que me encontraría a mi amigo a mi lado, pero no fue así, por lo visto, se había comportado bien. Me levanté de la cama y salí de mi habitación, camine despacio y sin hacer ruido hasta el salón, ahí estaba Tsumori, durmiendo cual ángel. Me acerqué a él y me dediqué a observarlo durante varios minutos.

Mi amiga despertó una hora después, yo ya había preparado el desayuno y el té para los dos. Se acercó a mi y me susurró.

- Huele muy bien... ¡Gracias por preparar el desayuno!

- Gracias a ti por preocuparte por mi – le respondí mientras me giraba y lo encaraba de frente.

Mi mente volvió a jugarme una mala pasada ya que imaginé por un momento que Tsumori iba a besarme, pero otra vez, solo fue una falsa alarma, cogió un plato y lo llevo hasta la mesa. No entendía a mi propia mente, no podía comprender por qué de repente pensaba esas cosas de mi compañero.

Yo tomé asiento en la mesa frente a mi amigo, tome una de las tostadas y le di un mordisco en total silencio.

- Se me acaba de ocurrir, pensé en venir un rato por la tarde o por la noche y quedarme contigo, sé que puede parecerte molesto y repentino, pero solo es temporal, quiero verte bien de nuevo y estando solo no te ayudará en nada – hizo una pausa mordiendo su tostada – tampoco ayudará a tu re-incorporación en el hospital, te comerás el coco pensando en Kamijou y eso no es bueno...

Mis ojos se abrieron como platos, su preocupación me alegraba, pero por desgracia no podía aceptar su ofrecimiento.

- Prefiero superarlo solo, además, es un problema que debo asumir y aceptar por mi mismo – le repliqué bebiendo un poco de jugo de naranja.

- Bueno, ya lo decidí y sabes que no será fácil hacerme cambiar de opinión – soltó una pequeña carcajada mientras daba otro mordisco a su tostada.

Al terminar nuestro desayuno nos levantamos, mi amigo se ofreció para lavar los platos sucios y yo acepté. Caminé hasta el sofá y tomé asiento en el. Encendí el televisor e intenté distraer mi mente, por momentos veía a Tsumori como mi pareja o al menos como un amigo muy cercano y eso me molestaba, no estaba bien pensar así, debía eliminar esa estúpida idea de mi cabeza.

- Voy a vestirme, hoy tengo el primer turno por la mañana pero por la tarde estoy libre – me dijo mientras tomaba la ropa que estaba esparcida por todo el comedor.

Yo no le respondí, algo no iba bien conmigo, no me gustaba tener esa clase de pensamientos de Tsumori, era mi amigo y compañero de trabajo pero nada más, no deseaba ni quería un acercamiento de ese tipo, entonces...¿Porqué de repente tenía esa clase de ideas o pensamientos? No lograba dar con una razón lógica o convincente.

- Me voy, vendré esta tarde – me informó Tsumori antes de abrir la puerta y salir del departamento.

Apagué el televisor y me di cuenta que no sabía que hacer, no estaba acostumbrado a no tener que trabajar, normalmente tenía turnos bastante largos, pero era temprano y no tenía nada que hacer. Decidí tomar un baño, me dirigí al baño y llené la tina con agua bastante caliente. Me quité la pijama junto con la ropa interior.

Despacio entre en la tina y me sumergí en el agua. Con lentitud me fui relajando completamente, eché mi cabello hacia atrás, cerré los ojos un momento y segundos después los abrí. Sentir el agua caliente en mi piel relajaba mis músculos.

Tomé la esponja y la empapé con abundante jabón luego comencé a pasarla por todo mi cuerpo, después enjaboné mi cabello y finalmente me retiré todo el jabón junto con el champú del cabello. Terminé de bañarme y salí de la tina tomando una toalla secando todo mi cuerpo.

Me dirigí a mi habitación y me puse lo primero que encontré, no me gustaba arreglarme demasiado. Cuando terminé de vestirme caminé hasta el salón y tomé el celular, marcaba las once de la mañana, me aburría y no sabía que podía hacer para distraerme un rato.

Mi primera opción era ver a Hiroki pero siempre que lo visitaba terminaba deprimido y con sentimientos de impotencia, además, recordé que la universidad donde trabajaba mi pareja aún no sabían nada, decidí presentarme en persona y comunicarles lo sucedido yo mismo.

Tomé mi celular y lo guardé en mi bolsillo, no necesitaba nada más que eso y las llaves. Salí de casa y puse rumbo a la universidad de Mitsuhashi. Pase por el parque donde paseaba habitualmente con mi pareja, los árboles estaban sin hojas y con alguna rama rota, aunque normalmente por primavera todo ese pequeño bosque se llenaba de verde y flores.

Salí de ese parque que quedaba justo al frente de la universidad, algunos chicos salían de la universidad así que supuse las clases ya habían terminado, entré en ella y le pregunté a un estudiante bastante joven donde estaba la sala de profesorado, me indicó el tercer piso. Subí las escaleras y por fin llegué a la puerta indicada por el joven de antes. Llamé dos veces y escuché una voz familiar que me autorizaba a entrar.

Entré en la sala y lo que vi me dejó desconcertado, un joven de cabello rubio ceniza y con mirada áspera, tenía la camisa totalmente abierta y desabrochada, sus labios estaban hinchados, las piernas abiertas colgaban de la mesa donde estaba sentado, al adulto lo conocía muy bien, en el pasado había intentado besar y cortejar a mi pareja, lo odiaba y por un momento, solo por unos pocos segundos pensé en intentar arrebatarle ese chico.

- Lamento molestar – dije a modo de saludo.

- ¿Ocurre algo? - preguntó directo ese hombre haciendo bajar al joven de la mesa.

- Se trata del profesor Kamijou – le respondí con seriedad - ¿Podemos hablar a solas? Por favor...

No me sentía cómodo hablar de Hiroki en medio de esa tensión sexual, deseaba que ese niño se fuera y poder hablar con ese hombre con tranquilidad. El chico me lanzó una mirada de advertencia y se retiró.

- ¿Puedes decirme que ocurre? - insistió ese profesor.

- Tuvo un accidente, actualmente está ingresado en el hospital donde trabajo... - dije finalmente fijando mi mirada en ese hombre.

Vi la sorpresa en esos ojos, también su reacción me indicaba sorpresa, su cuerpo estaba tenso.

- Está en coma, no sabemos si podremos sacarlo de ese estado o si mejorará, a corto plazo es imposible asegurar o afirmar nada – continué hablando pero ese hombre seguía sorprendido.

- ¡¿Está en coma?! ¡¿Cuando?! ¡¿Como?! - gritó después de salir de esa sorpresa inicial.

- Desde hace unos días, de momento solo lo saben sus padres y ahora usted, nadie más – hice una pausa – Fue en un accidente de coche, iba en taxi, el auto donde iba tuvo un accidente con otro coche...

Miyagi, el profesor y compañero de Hiroki no sabía si llorar o gritar o ambas cosas, ese joven tutor recién titulado le caía bien, era el único compañero que aguantaba sus pesadas bromas y sus pataletas, habían compartido noches de bebidas, ahora ese joven se encontraba en medio de un sueño perpetuo.
Yo no sabía que mas decir, pensé que lo mejor era retirarme y dejar a ese hombre asumir esa noticia.

- Por favor...Cuídalo, no solo es importante para mi, es importante también para sus alumnos, se preocupa por ellos y ellos lo saben, cuida de Hiroki – me pidió con voz quebrada antes de que me fuera.

Yo no respondí, no hacía falta que me pidiese eso, yo era el que mas amaba a ese castaño, pedirme eso estaba fuera de lugar, iba a cuidar y amar a Hiroki hasta el final. Le di la espalda y me retiré de la sala del profesorado. Camine hasta el baño de la universidad y limpié mi rostro con abundante agua, ese hombre no me agradaba, de hecho lo odiaba.

Después de salir del baño camine hasta fuera de la universidad. Cogí el celular de mi bolsillo, marcaba las doce y media de la mañana, era temprano y tenía tiempo para ir a dar una vuelta, aún así preferí dirigirme al hospital, necesitaba ver a Hiroki, sabía que su estado no había cambiado pero era mi pareja, la persona que amaba, por eso deseaba estar a su lado.

Al disponer de tiempo decidí tomar el metro en lugar de ir a pie, camine sin prisa hasta la estación del subterráneo, pero recordé que no tenía la tarjeta conmigo ni tampoco dinero, por lo tanto debía ir a pie hasta el hospital. Cambié de dirección y me dirigí al hospital por el camino más largo, ese era un día templado, no hacia ni demasiado frío ni demasiado calor.

Llegué al hospital, Tsumori estaba en la puerta apoyando su espalda en ella, tenía una lata en su mano y una pose bastante relajada, no sé por qué pero me alegró verlo. Me acerque a mi compañero y lo saludé.

- Hola, supongo que estas en tu hora de descanso – le dije con una sonrisa.

- ¿Tu qué crees? No pensarás que sencillamente me he escaqueado para no tener que atender a mis pacientes... - me respondió con humor.

Tsumori me miro sorprendido, me daba cuenta que algo no iba bien en mi, lo sabía y me daba cuenta de ello, últimamente me estaba entusiasmando demasiado con mi compañero.

- Lo siento, voy a ver a Hiroki... - le dije entrando en el hospital.

Ya conocía ese lugar, mis pies me dirigían solos, llegué a su habitación pero no estaba solo, en ella había un hombre, era la copia exacta de mi pareja pero con veinte años más. Supe sin conocerlo que debía de tratarse de su padre.

- Lo siento, no quería molestar – dije a modo de disculpa.

- Tranquilo, iba a retirarme, solo quería saber como estaba mi hijo...mi esposa está destrozada y no se atreve a venir – me comentó ese hombre poniéndose de pie.

Era la primera vez que conocía al padre de mi pareja, tiempo atrás me moría de ganas por conocer a los padres de mi pareja, pero nunca hubiera querido conocerlos en esa situación, con Hiroki en ese estado. Me acerqué a ese hombre y de todos modos me presenté.

- Soy Kusama Nowaki, trabajo en este hospital y también soy amigo de su hijo – esa fue mi breve presentación.

- Encantado, gracias de antemano por cuidar a mi hijo...Debo irme – Ese hombre me dio un apretón de manos y un abrazo.

Me percaté que no le había preguntado su nombre, quizás tuviera otra oportunidad mas adelante cuando ese hombre volviese a ver a su hijo. Ahora por fin podía estar a solas con mi pareja, Hiroki seguía igual, con sus ojos completamente cerrados.

- Lo siento...lo siento mucho...- sin saber por qué me disculpé.

En verdad si sabía la razón de esa disculpa pero estaba demasiado aterrado para aceptarlo, me asustaba la idea de que poco a poco comenzaba a sentir algo por mi compañero Tsumori, quizás fuera dependencia o quizás fuese el miedo de sentirme solo. Debía mantener firme, no podía ser tan cobarde para abandonar mis sentimientos cuando Hiroki más me necesitaba.

- Hiro-san, te quiero, no te fallaré – le susurré acariciando su suave cabello – Seré fuerte para ti y para mi, para y por los dos.

Besé sus labios, seguían siendo igual de cálidos que antes, había tomado una decisión, no le fallaría, él era la persona que más amaba, que más había amado y que posiblemente amaría. Esa era una promesa que le hacía ahora, el miedo y la soledad no me harían cambiar de opinión ni tampoco cambiarían mis sentimientos.

Tomé su mano con fuerza y la acaricié, estaba seguro que Hiroki podía oírme, le susurré otras pocas palabras cargadas de amor pero también de desesperación. Necesitaba transmitirle todos mis temores pero también toda la fuerza de mis sentimientos.

Cuando solté su mano volví a sentir ese sentimiento de soledad y vacío, pero la promesa realizada a mi pareja me hacía mantenerme fuerte y firme. Salí de su habitación, deseaba tanto y con tanta fuerza que Hiroki pudiera despertar pronto.

Recordé de repente a aquel muchacho que había ayudado en esa operación, ese niño había sufrido al igual que Hiroki un accidente automovilístico, quería saber su evolución y si había conseguido recuperarse. Caminé hasta la sección de pediatría.

Notas finales:

¿Que les pareció?

Es un capítulo bastante largo (19 páginas) y planeo hacer los siguientes igual de largos.

Por favor, dejen sus comentarios.

Gracias por leer y nos vemos pronto (?) :D


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