Capítulo 12
Los dos hombres salieron del alegre bar y caminaron hacia la fría calle. Sasuke estaba de mal humor. Casi después de salir, el azabache ya estaba lanzándole acusaciones a Naruto. —Te dejaste llevar fácilmente por las cosas, ¿cierto?
Naruto respondió calmadamente, —Mira, solo estaba apaciguando al ganado. No tienes que ponerte celoso.
Después de terminar con su ronda por todas las mesas, Naruto había examinado la habitación. Las conversaciones se quedaron bastante animadas. Parecía que los anfitriones estaban dispuestos a no ser derrotados por el rubio. Éste había interferido en su campo de juego.
—No compares a las mujeres con las vacas.
—Pero para ti, eso es lo que son, ¿cierto?
—De ninguna manera. Les tengo bastante respeto a las mujeres.
—No te preocupes… no recuerdo a ninguna. No hay necesidad de ponerse celoso. ¿Estabas irritado?— Naruto preguntó esto con una sonrisa.
Sasuke no se estaba divirtiendo al ver que el rubio tan claramente podía leerlo. —Me alegra que te interese trabajar aquí. Deberías obtener tu licencia. Compraré un auto para ti.
Mientras Sasuke observaba a los autos pasar por la calle al lado de ellos, se preguntaba qué clase de auto luciría bien con Naruto. En el siguiente momento, sintió una presencia extraña detrás de ellos. Empujó inmediatamente a Naruto. Utilizó toda su fuerza para hacerlo y el rubio voló a un lado antes de caer al suelo.
Como si todo pasara en cámara lenta, Sasuke observó el rostro de Naruto llenarse de sorpresa y luego sintió algo que golpeaba su espalda. Era justo como la conmoción que sintió cuando su primer amante le había disparado. El mundo pareció detenerse. Sin embargo, el cuerpo de Sasuke continuó moviéndose, cayendo lentamente al suelo. Extrañamente, no sentía dolor, pero podía sentir los extremos de sus huesos moliéndose unos contra otros. Estaba completamente roto por dentro.
Sasuke vio a un fantasma en el camino. Era un hombre mayor en silla de ruedas.
Su fallecido amante, viéndolo mientras éste moría, riéndose de él.
Sasuke susurró. —Perdóname. No te amo más. Quiero a ese hombre lobo salvaje que se encuentra allá.
El hombre se levantó de la silla de ruedas y extendió su mano, como si invitara a Sasuke a que lo acompañara. Detrás de él, Sasuke podía ver otras dos figuras, las de sus padres, quienes lucían como en el retrato. Lo estaban llamando.
—Madre… no puedo ir. Padre… soy un hombre. No puedo morir sin dar pelea. Debo salvar a mi solitario hombre lobo.
El cuerpo de Sasuke finalmente cayó al suelo con un horrible sonido y el tiempo regresó a la normalidad.
—¡Sasuke!— Naruto gritó.
Un auto, su motor aún encendido, se encontraba sobre el fémur derecho de Sasuke. Sus pulmones habían sido aplastados y no podía hablar.
Naruto se puso de pie y salió corriendo hacia donde Sasuke yacía. Levantó el auto con facilidad y lo alejó de él.
—¡Bastardo! ¡¿Qué has hecho?!— Naruto rompió el vidrio del auto con su mano desnuda.
Mientras lo hacía, un hombre salió con una expresión asustada en su rostro. —Lo llevaremos al hospital en mi auto. Eso será más rápido que esperar por una ambulancia. El hospital está cerca—. El hombre señaló el hospital que se encontraba a menos de 30 metros.
La voz del hombre le resultaba familiar. Era Utakata.
—Urgh…— Cuando Sasuke intentó hablar, su boca estaba llena de sangre. Que desperdicio, pensó. Un vaso de sangre era tan caro. La sangre provista por esas sanas y jóvenes mujeres de la isla del sur. Sasuke quería decir esto, pero no podía. Trató de tragar, pero su garganta no se movía. La preciada sangre vital se acumuló en su boca y cayó al suelo, gota por gota.
—¡Hijo de Puta! Si Sasuke muere, ¡te destrozaré aquí mismo!— Naruto colocó la cabeza del azabache en su muslo y observó a Utakata con ojos rojos brillantes.
—Cálmese. Lo llevaremos al hospital. Haremos que lo vean los mejores doctores y recibirá el mejor cuidado.
—Si piensas que podrás huir, olvídalo. Conozco tu cara. ¡Te seguiré hasta lo más profundo del infierno!
—No huiré. Necesitamos llevarlo a un hospital. ¡Apresúrate!
Utakata se introdujo en el auto y le indicó a Naruto que levantará a Sasuke y lo colocara en el asiento trasero con delicadeza.
¡No, Naruto! Ese es Utakata. Ese es el hombre que quiere alejarte de mí. ¡No te metas a su auto! Sasuke intentó advertir a Naruto, pero las palabras no salían de su boca.
—Urgh… ahhh… guh…
Sasuke trató de hablar urgentemente, sin embargo lo único que consiguió fue que la sangre tiñera el frente de su camisa de seda blanca.
El traje de Naruto también estaba cubierto de sangre. —Sasuke, no trates de hablar. Estás perdiendo mucha sangre—. Naruto presionó su pañuelo contra su boca.
—Serán capaces de ayudarle en el hospital. Está perdiendo mucha sangre. Le darán una transfusión… donaré sangre también. ¿Cuál es tu tipo de sangre?— Utakata, inteligentemente cambio la conversación para hablar acerca de la sangre, fingiendo preocupación por la situación de Sasuke.
Naruto no tenía idea de su tipo de sangre. En esta situación sería capaz de someterse a cualquier examen de su sangre, sin preguntar nada. Sin duda alguna, Utakata planeaba robar una muestra de la sangre del joven. Llevaría una muestra a algún laboratorio médico o alguna compañía farmacéutica y trataría de venderla. Era la clase de persona que haría algo como eso.
Sasuke estaba seguro que lo que pensaba del hombre era lo correcto.
—Aquí está el hospital. Iré a llamar a una enfermera—. Utakata se estacionó en el hospital.
Sasuke empapó uno de sus dedos en su sangre y escribió sobre los pantalones de Naruto, —UTAKATA. HUYE—. Solo escribir eso ya era bastante difícil.
—¿Ah?
Naruto mantuvo su racionalidad. Sin hacer un sonido, observó como el susodicho salía del auto y corría hacia el hospital.
—Con que ese es Utakata.
—NO HOSPITAL—. Eso fue todo lo que Sasuke fue capaz de escribir antes de que su fuerza se evaporara.
Si el azabache fuera examinado en un hospital, todos sus secretos serían descubiertos. ¿Qué pensarían los doctores acerca de que la temperatura corporal de un joven indicara que tenía hipotermia y con tan poca sangre estaba corriendo por sus venas? Peor aún más, Sasuke no sería capaz de escapar a los rayos solares. Se convertiría en cenizas justo en frente de los ojos de los empleados. Sin importar qué, no quería morir dentro de un hospital. Ya había decidido que moriría en la tumba de Naruto.
Naruto dijo: —No hospital… claro. En la confusión, había olvidado por completo que eres diferente a los demás. De acuerdo, te moveré en estos momentos. ¿Está bien?
Con un débil movimiento de cabeza, Sasuke asintió.
Continuará.