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Por esos ojos grises por Sleepless Beauty

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Notas del capitulo:

Hello~ sólo quiero decir que estaré actualizando los lunes y que tal vez la historia se vaya poniendo un poco dura y eso... pos nada, ojalá y les guste... 

Rebotaba los dedos sobre la mesa mientras miraba aburrido a su alrededor, parejas conversando alegremente y compartiendo una bebida, amigos riendo juntos disfrutando una comida, compañeros de trabajo discutiendo un proyecto mientras miraban la pantalla de una laptop, y varios otros que no le llamaban la atención. Una camarera se acercó y le preguntó si deseaba otro café y él se lo negó con una sonrisa totalmente falsa. La joven se alejó rápidamente y él suspiró ¿Cuánto más tendría que esperar a ese cliente? Intentando entretenerse jugaba con el pedazo de venda que sobresalía de su muñeca y recordó cómo se había hecho esa herida. Miles lo vio cuando se le había caído un vaso y lo arrojó sobre los pedazos rotos que se le clavaron en el brazo, había sangrado mucho por lo que luego Miles lo ayudó a cerrar el corte. Cosas como esa eran las que lo hacían amar cada vez más a quien lo había acogido, no importaba cuánto daño le causara, siempre atendía sus heridas y cuidaba de él. Edward le había fallado un par de veces al no poder cumplir al cien por ciento sus trabajos, sin embargo, Miles no lo echaba ni le alejaba, lo golpeaba y se desquitaba con él pero luego lo ayudaba a sanar y le hacía el amor con pasión, a veces con bastante brusquedad pero aun así para Edward era perfecto y lo volvía loco, quería más de Miles, deseaba estar siempre con él.

Suspiró una vez más y salió de sus pensamientos gracias al chirrido de la silla de metal abriéndose. Levanto la vista con desinterés y levantó la ceja derecha, a lo que el desconocido respondió tosiendo. Reconociendo la respuesta clave, sonrió seductoramente y se levantó dejando el dinero del café sobre la mesa para salir con su acompañante.

Llegaron a un deportivo negro de último modelo con lunas polarizadas que se encontraba en un estacionamiento de un centro comercial, el extraño abrió la puerta del conductor, pero antes de que pudiera entrar, Edward se acercó a él colocando sus brazos alrededor del cuello del hombre quién sonrió de manera pervertida, deslizando sus manos hasta coger el trasero del muchacho con muy poca delicadeza a lo que Edward intentó sonreír, acercando su rostro al del desconocido, quien muy pronto se lanzó a los labios del muchacho y una vez su lengua estuvo dentro de su boca, el chico no tardó en pasarle una droga que mantuvo todo el tiempo bajo su lengua, el sujeto pensando que era algún tipo de afrodisiaco incluido con el “servicio” se lo trago sin dudar. No se esperaba caer inconsciente en ese mismo instante. Edward limpió su boca con asco y sacó la billetera del bolsillo de su víctima, removiendo el dinero que encontró allí, para su suerte, era un botín digno de sonreír. Regresó el objeto al sacó del hombre y lo arrastró hasta el armario de servicio que se encontraba en el parking, dejándolo ahí para llevarse el auto al que le cambió la placa amarrando la antigua a la parte inferior de otro auto que se encontraba por allí.

Condujo con tranquilidad hasta la playa, donde no había absolutamente nadie ya que era la mitad del invierno. Salió del auto sin sacar la llave, y se dirigió al borde entre la carretera y la arena donde se detuvo a mirar las olas, pronto una camioneta pasó y se detuvo delante del auto que había conseguido, un hombre con traje salió del vehículo y se metió al deportivo mientras que el conductor abría la ventana y arrojaba una maleta en dirección al único presente en la zona. Ambos vehículos desaparecieron de su vista en un instante. Él tomó la maleta y se dispuso a caminar tranquilamente el trayecto de vuelta a casa.

Una vez llegó a la siempre oscura residencia, se quitó el abrigo y los guantes y los colocó en el perchero, pronto Miles bajó las escaleras acompañado de una mujer con un vestido muy ajustado y mucho maquillaje, la tomaba por la cintura y ella le besaba el cuello, pasaron por el lado de Edward sin siquiera mirarlo y se dirigieron a la puerta, se detuvieron allí y cuando Miles abrió la puerta la mujer se acercó a él para besarlo en los labios pero él la empujó salvajemente fuera de la casa como si fuera basura, ella abrió la boca para quejarse pero la puerta ya estaba siendo estrellada en su cara. El pelinegro miró por fin al joven castaño que intentaba no verse dolido. El de ojos grises sonrió y lo tomó del rostro con una mano y con la otra de los cabellos de su nuca para jalarlos y hacer que levantara la vista, inmediatamente lo besó y Edward no tardó en responderle con desesperación, tenía que de alguna manera sacarse el sabor de ese asqueroso hombre de antes y sentir el calor de su amado Miles, quien también lo besaba con hambre pero el joven podía sentir emanar de él un perfume vulgar que seguro era de aquella mujer con la que estuvo antes, eso lo apagaba un poco pero no iba a detenerse por nada, Miles era Miles, y aceptaba lo que fuera que viniera de él.

-          Veo que hiciste bien el trabajo – sonrió Miles levantando la camiseta del muchacho para quitársela – ¿Quieres que te de tu paga?

 

-          Por favor – respondió excitado tomando el cinturón de su amado intentando quitarlo de una vez – Miles…

 

-          ¿Qué deseas? – preguntó besando y mordiendo con malicia el cuello de Edward  mientras jugaba con uno de sus pezones – Dime…

 

-          ¡Miles! – exclamó cuando sintió la mano de su amante meterse dentro de su pantalón y debajo de su ropa interior – ¡Por favor!

 

-          ¿Pero qué es lo que quieres? – continuó besando su pecho hasta llegar a su estómago y bajando sus pantalones, jugando con su miembro sin quitarle los boxers

 

-          Por… por favor – su cara estaba totalmente roja e inmersa en el placer – Hazme tuyo, Miles, te necesito…

 

-          Está bien – volvió a besarlo en los labios con una sonrisa maliciosa – No te haré esperar más

 

Se estiró en el sofá, estaba completamente desnudo pero cubierto con una manta, contemplaba a Miles vestirse sin preocupación alguna, aun podía sentir sus manos por todo su cuerpo y su rastro aún estaba dentro de él, se acomodó para dormir un poco pero el ya arreglado pelinegro lo tiró al suelo pateando el sofá para que cayera hacía atrás. Edward se sostuvo la cabeza que se golpeó contra el brazo del sillón y observó a Miles quien con su fría mirada le recordó que aún tenía tareas por hacer. El castaño se levantó del suelo y apresuradamente corrió al baño para ponerse decente. Él sabía que Miles era así de cambiante, un segundo podía ser realmente cuidadoso y cariñoso y al siguiente frio y cruel, pero eso no lo hacía dejar de amarlo cada día más, ni paraba su deseo por ese hombre que tanto daño le hacía, para él el dolor sólo era físico y se iba rápido por lo que no importaba recibir un par de cientos de golpes mientras pueda seguir a su lado.

Bajó las escaleras ya recompuesto, pero ya no había nadie. La alegría en su rostro desapareció y volvió a su semblante calmado y despreocupado. Se colocó el abrigo y los guantes nuevamente antes de coger una caja de cigarros y meterla en un bolso deportivo, era hora de salir de la casa.

Llegó a un gimnasio y se paró en frente a esperar un taxi, pasaron varios hasta que por fin uno se detuvo sin que el hiciera una seña o algo. Abrió la puerta y entró, el conductor levantó el gorro y abrió un poco el espejo derecho, ya que esa no era la clave que debía recibir pensó que se había equivocado por lo que pidió que lo dejara a la vuelta de la esquina para poder regresar a donde lo habían recogido excusándose con que había olvidado algo, sin embargo, el conductor detuvo el coche y sacó una placa de policía. Edward se mantuvo quieto, si se alteraba sólo lo dejaría en evidencia.

-          ¿De qué se trata esto? – preguntó fingiendo estar preocupado – ¿He hecho algo oficial?

 

-          Hemos recibido información de que se hará una entrega de drogas por parte de un muchacho con tu descripción en esa esquina – contestó volviendo a encender el auto – serás llevado a la estación para ser interrogado

 

-          Pero yo no sé de qué está hablando – trató de verse asustado, era bastante convincente – Yo sólo quería ir a casa después de hacer un poco de ejercicio

 

-          Eso veremos una vez estemos en la estación – contestó sin dejar de mirar el camino, miró por el espejo para ver al joven intranquilo, pero no parecía verse culpable

 

Una vez en la sala de interrogatorios, el oficial no quería creer que realmente hubieran encontrado las drogas en el bolso del chico. Para el oficial Alfred, ese joven parecía inocente e incapaz de hacer algo como eso, sin embargo, las pruebas decían lo contario.

-          ¿Con qué sólo querías ir a casa? – preguntó poniendo la caja de cigarros sobre la mesa – ¿Puedes decirme qué es esto?

 

-          ¿Una caja de cigarros? – cuestionó – Puede que no fume, pero sé qué es eso ¿Qué tiene que ver conmigo?

 

-          Estaba entre tus cosas – respondió sentándose – Además contiene un buen monto de cocaína ¿Cómo es que llegó allí?

 

-          ¡Eso quisiera saber yo! – exclamó sorprendido – ¡Le acabo de decir que no fumo! Es imposible que eso sea mío 

 

-          Bueno en ese caso tomaré uno de sus cabellos para comprobar lo que usted dice – sostuvo a Edward por un hombro y arrancó un pelo tratando de ser delicado – esto nos dirá si usted realmente no fuma, mientras tanto permanecerá en una celda aquí, espero le guste su alojamiento

 

-          ¡Pero eso no es mío! – se quejó cuando otros dos policías lo esposaban – ¡Alguien debió meterlo ahí! ¡Escúcheme por favor!

 

El oficial Alfred Rene, recién transferido a la ciudad Sunset, era un policía con experiencia a sus treinta y cinco años, había llegado a esa nueva zona con un solo objetivo, eliminar el peligro de Ciudad Sunset, cuyo radio de criminalidad sólo iba en aumento desde la aparición del crimen organizado bajo la autoría de Miles Kill, muy mentado pero poco reconocido, nadie lograba dar ni con su paradero ni con su descripción, era simplemente un nombre que se murmuraba a gritos. El oficial revisaba el registro del sospechoso y terminaba de corroborar las pruebas cuando un compañero se le acercó.

-          Es increíble lo que hace la juventud de ahora por un poco de dinero – comentó viendo lo concentrado que estaba Alfred 

 

-          Pero este chico no parece culpable – respondió cerrando el expediente – Sin embargo, sí que tengo varias dudas sobre él en sí

 

-          ¿A qué te refieres? – preguntó su compañero sorprendido – ¿Acaso sufre de alguna enfermedad mental o algo?

 

-          Nada de eso – negó con la cabeza – Es sólo que en el registro figura como desaparecido desde hace cinco años, nadie ha sabido nada de él desde que sus padres fallecieron en un accidente y él se escapó para no ir a un orfanato

 

-          ¡Oh sí que recuerdo a ese chico! – anunció el policía mayor abriendo los ojos para ver la foto en el expediente – Después de que llamamos a toda su familia y ellos se negaron a recibirlo, él se cerró y no quiso hablar con nosotros por lo que un par de agentes se burlaron de él diciéndole cosas espantosas sobre el orfelinato, el pobre nos miró con miedo y salió del lugar, lo buscamos por un par de semanas pero no logramos encontrarlo en ningún lugar

 

-          No puedo creer que arruinaran la vida de ese pobre chico – contestó molesto – Si no hubieran dicho esas cosas tal vez no estaría aquí

 

-          Para la fecha en que llegó tenía quince años, de cualquier manera no hubiera tenido muchas opciones de ser adoptado a esa edad – dijo el viejo despreocupadamente

 

-          Pero hubiera tenido un lugar donde quedarse – se levantó – Pero volviendo al caso, siendo prácticamente un sin identidad, no comprendo cómo es posible que haya logrado matricularse en un gimnasio

 

-          Eso sólo lo hace más sospechoso – comentó

 

-          Creo que debo volver a hablar con él – cogió las pruebas y se dirigió a las celdas

 

-          Oh cierto, tenía que decirte algo – recordó deteniéndolo – Es sobre su llamada

 

-          ¿A quién llamó? – preguntó interesado – ¿Dijo algo importante?

 

-          No, de hecho, no dijo nada, no quiso hacer ninguna llamada – respondió posicionándose para dormir – Dijo que no tenía a nadie a quien llamar

 

-          Mmm… gracias – de nuevo tomó su rumbo pensativo

 

Una vez más se encontraban los dos solos en la sala de interrogatorios, ninguno decía palabra alguna y Edward miraba la mesa mordiendo la uña de su pulgar mientras que el oficial Alfred lo observaba fijamente, si realmente era un vagabundo, estaba demasiado limpio para serlo, además de que las ropas que habían encontrado en su maleta no estaban sucias, ni sudadas, ningún rastro de que hubiera hecho ejercicio. Sin embargo, no habían logrado encontrar sus huellas en el paquete de cigarros ni en las bolsitas con cocaína que estaban dentro y no había mentido cuando dijo que no fumaba, podía ser tan inocente como culpable. Muy aparte de todas las pruebas y evidencias que el oficial podía ver, él estaba desarrollando su propio juicio analizando al muchacho. Parecía inquieto, sí, pero del tipo de tener miedo por ir a la cárcel por algo que no hizo más que del tipo de arrepentirse de estar metiendo la pata, cuando lo miraba a los ojos no lograba evitar ver desesperación aparte de un toque de inocencia intrínseca que emanaba a pesar de tener veinte años, quería creerle, esperaba que fuera verdad lo que decía.

-          Dime, chico – los ojos de Edward se levantaron y lo miraron con miedo - ¿Cómo lograste entrar al gimnasio sin estar inscrito? ¿Y qué hacías ahí?

 

-          Me colé – contestó con la voz temblorosa – Necesitaba bañarme, cada tanto lo hago, no tengo muchas opciones viviendo en la calle

 

-          ¿Entonces dejaste tu bolso afuera mientras te aseabas? – Ed asintió – Puede que te hayan sembrado las drogas

 

-          No lo sé, sólo sé que no son mías – anunció – No tengo cómo pagarlas

 

-          Pero podrían ser tu manera de salir de las calles – lo presionó haciendo que lo mirara dolido – No te lo tomes a mal, es mi trabajo descubrir la verdad

 

-          Pues la verdad es que yo ya me resigne a mi vida – contestó con los ojos llorosos – Moriré en las calles algún día, de hambre, de sed, de frío, yo no sé, pero es allí donde acabaran mis días, ya no puedo hacer nada

 

-          Eres joven, hay muchas cosas que puedes hacer – intentó animarlo pero él sólo empezó  a  llorar aún más

 

-          No puedo, soy tonto, me cuesta aprender; soy débil, no puedo hacer trabajo pesado; soy torpe, nada de trabajos manuales – hablaba entre sollozos – Usted sólo continué con su investigación y decida si me tirará de nuevo a la calle o si me encerrara en una celda, que sepa que ninguno es mejor

 

Después de eso se rehusó a responder más preguntas y el interrogatorio se dio por terminado. El oficial Alfred fue obligado a continuar con su investigación con lo poco que tenía, y decidió concluir con que la droga había sido plantada y debían buscar al verdadero culpable. Una vez liberado el joven se encontró con él y le ofreció darle alojamiento por un par de días si él quería pero Edward le respondió diciendo que no necesitaba su lástima, prefería seguir viviendo en la inmundicia. El oficial lo vio marcharse y se dio cuenta de que no podría sacarse a ese chico de la cabeza. Por otro lado, Ed regresó a casa no sólo para ser castigado por no cumplir un trabajo, sino también por casi ser atrapado, cuando Miles se le acercó furioso a propiciarle un golpe en el rostro, él no hizo más que sonreír y pedirle disculpas una y otra vez.

Notas finales:

Y eso es todo por esta semana :3 Ojalá y les haya gustado/entretenido/distraido~ 

Espero amor (o odio por qué no?) y opiniones :* 

Besos~ 

 


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