11 – Tiempo
Dohko acabó con sus actividades antes del mediodía. Había cocinado, lavado y limpiado todo aquello que Shion pudiera necesitar y ahora no estaba seguro de qué hacer con su tiempo libre. Aún quedaban las órdenes que el capataz y la cocinera le habían dado, no quería enemistarse con ellos, pero su amo le había prevenido de obedecer a alguien que no fuera él, así que lo esperó en la recamara.
Shion lo sintió observarle y en un capricho le ordenó:
–Ven aquí, léeme esto.
Debía leerlo él, pues era su tarea, pero le pesaba. Sin embargo Dohko no sabía leer.
12 – Desencanto
Para Shion fue un desencanto que Dohko no pudiera obedecerlo en todo. Sin embargo sabía que era culpa suya, pues había ordenado algo que no era posible.
–Tendremos que enseñarte a leer –fue su infantil conclusión.
El esclavo estaba sorprendido, feliz y agradecido; le dirigió otra de esas brillantes sonrisas que tanto le llamaban la atención a su amo.
–El tutor viene por las tardes, tomarás la lección conmigo, veremos si podemos meter algo útil en esa cabeza de esclavo.
El comentario había sido rudo, pero su tono había estado lleno de chanza; Dohko asintió, era listo, aprendería muy rápido.
13 – Insulto
El maestro no quiso enseñarle. Se había sentido ofendido ante la idea de que un esclavo recibiera sus lecciones, ¡era un insulto!, ¡un desperdicio! Hakurei había tenido que intervenir para calmarlo.
Dohko estaba triste, humillado. Shion en cambio estaba furioso. Algún día él sería el amo de aquella tierra, y entonces haría apalear a ese viejo tonto. Recibir su negativa lo afianzó más en su propósito.
–Si él no quiere enseñarte lo haré yo mismo. Tú eres mío y aprenderás lo que yo quiera. Esos…
Y soltó una retahíla de insultos contra todos los que lo contrariaban. Dohko le sonrió.
14 – Libro
Establecieron una rutina entre ellos. Dohko trabajaba desde la madrugada, ayudaba a Shion a bañarse y a vestirse; luego comía, unas horas ayudaba en la cocina –no quería hacerse enemigos– mientras su amo tomaba la lección y por las noches aprendía las letras.
Ya sabía contar y su dominio del idioma era bueno, en unas semanas aprendió el alfabeto completo; luego de un par de meses leyó su primer libro, un cuento infantil que Shion le había prestado. Era su objeto más preciado, pues su madre solía leérselo cuando era niño. Ahora la voz profunda de Dohko lo haría dormir.
15 – Postre
Pasaron varios meses cuando un día, de pronto, Shion decidió romper la rutina.
–Ve a la cocina y llena esta canasta de pan, carne seca y manzanas. Este odre llénalo del vino del barril más viejo, el que es dulce.
Dohko dudó un instante, la cocinera iba a ponerse como loca si hacía caso, dudaba que le dejara sacar nada.
–¡Vamos, date prisa!
Reclamó Shion y Dohko, muy sorprendido, tuvo que obedecer. Contra sus expectativas, la vieja mujer no se negó, llenó la canasta con todo lo indicado e incluso le puso un trozo de panal de abeja como postre.