16 – Enfermedad
Shion lo condujo a los establos y le preguntó si sabía montar un caballo, como respondió que sí subieron a un par de animales de poca estampa y salieron al paso, Dohko cargando los víveres.
El joven heredero lo guió hasta el pueblo cercano, y hasta la iglesia, la rodearon por un costado y ataron los caballos a la cerca del cementerio. El esclavo no decía nada, comprendía por fin la actitud de la cocinera.
Shion lo guió hasta una lápida donde Dohko pudo leer el nombre de una mujer.
–Murió de una enfermedad, hace unos años. Le habrías gustado.
17 – Quizás
Oraron frente a la tumba y luego Shion dejó sobre ella un poco de la comida que habían llevado y derramó un poco de vino.
–¿Tu madre también murió?
Preguntó entonces, un poco contrariado, pero no, la madre de Dohko estaba viva, seguía en la casa de sus viejos amos, el muchacho la extrañaba mas sabía que estaría bien, jamás la habían maltratado.
–Quizá podría llevarte a verla…
Ofreció Shion, invadido por la piedad, una vez más Dohko le dedicó una de esas sonrisas cálidas que le estrujaban el corazón; lo haría, pensó, sólo para verle aquella expresión de nuevo.
18 – Ridículo
Shion tenía que cumplir su promesa, sin embargo sabía que no era apropiado presentarse en casa de alguien que no conocía para reunir a un par de esclavos. Probablemente su padre podría ayudarle, pero dudaba de que apoyara su propósito.
Tendría que desarrollar un plan por su cuenta, mas todo lo que se le ocurría le parecía ridículo: presentarse como un cobrador o un vecino, esperar fuera de la hacienda a que la mujer saliera…
Pensando y pensando, finalmente se decidió por una idea, quizá no funcionara, pero su inventiva no daba para más. Se lamentó por ser tan joven.
19 – Lluvia
Volvieron a tomar los caballos el siguiente domingo, anduvieron por la campiña hasta el viejo hogar de Dohko y esperaron. Tuvieron suerte y comenzó a llover, entonces Shion dirigió los caballos a la puerta principal y con sus maneras más frías y educadas pidió posada en lo que pasaba la lluvia.
El anfitrión lo recibió con algo de molestia, sin embargo Shion supo mostrarse encantador y agradecido y mantuvieron una larga charla. Mientras tanto el esclavo había sido enviado a la cocina, donde pudo encontrarse con su madre. Hubo lágrimas y abrazos, Dohko le aseguró muchas veces que era feliz.
20 – Héroe
Una vez que la lluvia amainó tuvieron que retirarse. Pero Dohko ya había conseguido información sobre las idas y vueltas próximas de su madre y prometió buscarla.
Sentía una sensación cálida de confianza y valor, nunca nadie había hecho algo tan importante por él. De pronto veía a Shion con ojos diferentes, no sólo como el amo amable sino como un auténtico héroe, como una luz cálida en su vida, una esperanza.
Guiado por aquella emoción acercó su montura a la ajena y le cogió la mano. Shion se tensó un momento, luego le regresó el contacto discretamente, con alegría.