26 – Interrupción
Aquel contacto suave y húmedo los llenó a ambos de una paz preciosa y luminosa. Sin decir nada, Dohko le sonrió un poco. En días siguientes sonreiría más, y buscaría sus labios cada vez que se encontraran a solas.
Esos momentos fueron una absoluta felicidad para ambos, una entrega inocente y cálida, un secreto inconfesable y peligroso que los hacía sonreír y bailar.
Para Hakurei no pasó desapercibido el cambio en su hijo, espió sus salidas para ver si encontraba a la muchacha responsable y se extrañó de no descubrir a ninguna. Poco después los interrumpiría en la recamara, besándose.
27 – Sobrenatural
Una angustia sobrenatural se apoderó de Hakurei ante aquella escena. Shion saltó de inmediato, asustado, trató –entre balbuceos– de explicar lo inexplicable y la angustia del anciano se convirtió en furia.
Gritó llamando a sus hombres de confianza y éstos arrastraron a Dohko fuera de la habitación, Shion estaba atónito, ¿qué planeaban hacer con él?, ¿qué estaba sucediendo? Trató de detenerlos, pero su propio padre lo arrastró al miserable cuarto del esclavo y lo encerró allí. Shion alcanzó a escuchar los gritos de Dohko cuando el látigo cayó sobre su espalda y los emuló desde su encierro, fuera de sí.
28 – Pelea
– ¿Dónde está Dohko?
Fue lo primero que preguntó cuando su padre lo dejó salir.
–Voy a vender a ese esclavo.
Shion sintió la furia corriéndole por todo el cuerpo, pero se obligó a hablar con calma.
–No, no lo harás. Dohko es mío, mío no tuyo. Jamás te perdonaré si tratas de venderlo, jamás volveré a dirigirte la palabra.
Hakurei se sintió vivamente impresionado, nunca había visto a su hijo así, jamás se le había enfrentado. Era su primogénito, lo único que le quedaba de su primer esposa…
–No puede quedarse aquí.
–Yo me haré cargo de eso, de todo.
29 – Brisa
Dohko se retorcía de dolor mientras Shion limpiaba las heridas en su espalda. Estaba tan sensible que la más fina brisa le lastimaba y el trapo que retiraba la sangre vieja era bastante más rudo. Se encontraba asustado, asombrado y agradecido de que fuera Shion quien le cuidara, había tenido miedo de no volver a verlo.
–Te quiero.
Se lo dijo por desesperación, por dolor y porque era verdad. Shion no detuvo su tarea y tardó un rato muy largo en responderle.
–Yo también, Dohko. No sabes cuánto te quiero.
Precisamente por eso y por su promesa, tendría que hacerlo…
30 – Independencia
Dohko se recuperó, Shion lo subió a un caballo y lo condujo hasta el pueblo vecino. Allí le tendió un rollo de papeles y una bolsa con monedas.
–Ve a la cuidad, allí podrás encontrar trabajo; son cartas de recomendación y el oficio de emancipación. Esconde el dinero. Y no vuelvas.
Dohko presentía aquello, pero no podía creerlo.
–Shion…
Este lo abrazó con fuerza, acariciándole levemente las heridas de la espalda.
–Quiere matarte… yo te quiero vivo, aunque estés lejos…
Ambos lloraron su impotencia.
–Volveré, cuando seamos mayores, te lo juro.
Se despidieron con un último beso y aquella promesa.
FIN