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Heat por MemeDrogasLocas

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Notas del fanfic:

Ninguno de estos personajes me pertenece, todos son del anime K y de su creador.

Aclaración: Este One-shot se situa en la epoca en la cual Saruhiko y Misaki vivían juntos, pasó un poco antes de Homra. 

Notas del capitulo:

Este es el primer SaruMi que escribo, aunque los shipeo desde hace mucho, mucho tiempo. Espero de todo corazón que no haya quedado Ooc <3 xD yo juro que así son mis babys -dejenla ser- 

Disfruten la lectura. 

Era viernes por la noche. Las calles estaban atiborradas de personas. Algunos idiotas hacían misiones para así tener más puntos en el famoso sitio de “Jungle”, y otros simplemente disfrutaban el viernes en sí. Algunos estaban en los clubes y otros festejaban por las calles, el caso es que había escándalo por doquier y el ruido era insoportable, sin mencionar el horroroso clima, hacía tanto calor que era insufrible. Aquella era la peor noche para salir.

Misaki y Fushimi se quedaron en el condominio que ambos compartían. No tenían nada previsto para ese viernes, y aún faltaba mucho para que sus grandes planes estuvieran listos, en pocas palabras, esa noche no tenían nada por hacer. Ninguno estaba en ánimo sociable.

Saruhiko estaba en lo suyo y Yata…

Misaki se retorcía en su cama, una cobija simple cubría su cuerpo que estaba hecho un ovillo. ¿Qué le pasaba a este enérgico adolecente? Lo que le sucede a todo adolecente cuando las hormonas se alborotan, en pocas palabras, estaba caliente y con una media erección punzando entre sus piernas, no obstante, no podía tratarla. Su compañero de piso, Fushimi Saruhiko, estaba en la parte superior, como de costumbre  haciendo cosas tecnológicas que Yata no comprendía y aunque llevaba audífonos aquel espacio tenía dimensiones poco favorecedoras en el sentido de que, si Yata deseaba masturbarse Saruhiko se enteraría. Había gran posibilidad de que un meteorito callera y destruyera todo y aun así Saruhiko no quitaría la vista de la pantalla, pero también había una gran posibilidad de que Saruhiko lo viera todo, y eso sería humillante, Misaki no quería darle más razones a su compañero para burlarse… aunque eso no era algo de lo cual avergonzarse, era algo natural que exigía su cuerpo. Y aun así Misaki prefería aguantar que arriesgarse, moriría de vergüenza si era visto.

—O-Oye… Saruhiko —Yata titubeó, no sabía que decir sin que sonara sospechoso.

—¿Hm? ¿Qué quieres? Estoy ocupado…—renegó el de lentes.

“Demonios, ¿qué se supone que le diga? ‘¿Vete del apartamento porque quiero masturbarme en paz?’ No, ni muerto”

—Eh… nada, olvídalo.

—Misaki, en serio, si quieres masturbarte solo hazlo, somos hombres, no me importa —soltó Saruhiko con un bufido—. Solo no me interrumpas mientras trabajo.

—¡N-No seas imbécil! —Gritó Misaki, su cara estaba roja como tomate—… ¡No hay forma de que yo haga eso estando tú aquí! Y, ¿Cómo demonios sabes que necesito…?

—Es obvio, llevas una media hora retorciéndote, aprietas las piernas, tu cara está un poco roja, te cubres con una cobija aunque está haciendo calor y, justo ahora, hiciste un pobre intento de sacarme para suplir tus necesidades —Saruhiko hablaba con tal metódica indiferencia que Yata simplemente no sabía cómo demonios tomar todo eso, era un poco aterrador que Saruhiko fuese tan perceptivo a veces.

—Entonces si sabes lo que me pasa, ¿por qué no te vas unos diez minutos? No tardaré… solo lárgate —ladró Misaki, un poco más enojado.

Saruhiko sonrió, ¡mierda! Como detestaba Misaki esa sonrisa torcida, esos ojos que gritaban por todos lados la respuesta “porque me encanta joderte aunque seas mi mejor amigo”. Yata no sabía que carajos hacer en una situación como esa. Y no tenía fuerza para levantarse y sacarlo a golpes, sus piernas temblaban y también sería humillante levantarse, si lo hacía Fushimi vería el aprieto que palpitaba tan insistentemente en su entrepierna.

—¿Qué? ¿Te avergüenza hacerlo aquí? No creo que ese sea el caso, cuando crees que estoy dormido igual lo haces, eres jodidamente ruidoso, ¿lo sabías? Enano precoz.

—¡C-Cállate mono asexual! ¿Qué tú nunca tienes necesidades?

—Claro, pero soy prudente y lo hago cuando estoy solo, no soy idiota.

Yata por unos segundos se imaginó a Fushimi tocándose, se preguntó cómo y dónde lo hacía, pero al percatarse de las mierdas que estaba pensando, se abofeteó mentalmente. ¿Qué coños estaba pensando? Ni él mismo lo sabía, ya no podía pensar con claridad, como si toda su sangre se hubiera ido a su otra cabeza. Estaba caliente, muy caliente, y lo único que importaba era hacerse cargo de eso, aunque primero debía deshacerse del idiota de Fushimi.

—¿A quién llamas idiota? —vociferó Misaki encabronado, no muy convincente, pero encambronado.

Saruhiko suspiró, apagó la pantalla y se levantó, fue donde Yata y le quitó la cobija, todo fue tan rápido que Misaki apenas tuvo tiempo de voltearse para que Saruhiko no lo viera.

—Mira, solo hazlo, estás interrumpiéndome con estas idioteces. Ya te he visto y escuchado hacerlo, así que adelante, déjate de estupideces y acaba con tu problema de una vez —sentenció Saruhiko con su típico tono que denotaba superioridad, con su cara de mono sabiondo idiota y con su pose de “obedéceme”. Era tan jodidamente fastidioso cuando se comportaba de esa forma, aunque en su estilo era indiferente, a veces parecía que le importaba demasiado molestar.

—No, ¡lárgate! ¡No lo haré si estás aquí! —la voz de Misaki flaqueó. Maldita pubertad y malditas las hormonas, pensó Yata—… Solo vete, ya es demasiado molesto que estemos teniendo esta conversación.

—Estás loco si crees que voy a salir, hay demasiada gente afuera y tengo cosas que hacer, hazlo de una maldita vez.

Saruhiko sujetó a Yata de la camisa y lo obligó a voltearse, luego se posicionó sobre él y usando su peso le aprisionó de la cintura para abajo.

—O lo haces de una vez y me dejas seguir con mi trabajo o lo haré yo mismo. Escucharte removiéndote en la cama y quejándote es una molestia.

“¿Q-Qué le pasa a este tipo? ¿Cómo puede decir algo así, como si se tratara de algo simple? Bueno… es algo simple, yo le estoy dando demasiadas vueltas al asunto… No espera, ¿Qué acaba de decir? ¡Ni de puto chiste! A este cabrón le falta un tornillo”

—¡Vete a la mierda, Saruhiko! —gritó Misaki encolerizado, su rostro no podía estar más rojo y se le aglomeraban las palabras pero igual intentó sonar serio y molesto—. No vas a hacerme nada, solo lárgate unos minutos y ya, ¿qué te cuesta? Ve a comprar leche o jugo de uva, o lo que te dé la gana, pero desaparece y déjame masturbarme en paz de una buena vez —eso último lo gritó sin pensar, por inconveniente que fuese la verdad ya no tenía cabeza para formalidades.

—Intentar razonar con alguien tan torpe es contra producente, la poca sangre de tu cerebro seguro ya está en otro lugar —masculló Saruhiko con su usual desprecio superior—. Deja de gritar ya o todos se van a enterar de que el enano que vive aquí ni siquiera es capaz de suplir sus necesidades naturales sin hacer un alboroto.

—Cállate, ¿de quién mierdas es la culpa?

Saruhiko ya no quiso discutirlo, cada vez Misaki gritaba más y más alto, eso sería una molestia tarde o temprano, aunque no le importaba en lo más mínimo lo que otros pensaran, eso quería decir que le molestaba, por él mismo más que nada, que Misaki armara un maldito alboroto por algo tan simple como una masturbación, más que por los demás, el asunto era personal. Todo ese asunto era algo natural y algo necesario para esa edad, ¿qué más le daba hacerlo y ya? Mientras no ensuciara y no hiciera ruido no había problema, aunque entendía que su compañero no captaba la simpleza del asunto y le daba demasiada importancia. Vamos, los dos eran hombres, los dos necesitaban hacerlo de vez en cuando, no había nada anormal o vergonzoso en eso.

Saruhiko agarró el cable de los audífonos de Misaki y con él amarró sus manos para inmovilizar sus brazos, luego agarró una playera limpia y la metió en la boca del ruidoso enano. Yata pataleaba, muy pobremente pero lo hacía. Su voz aún se escuchaba, un sonido gutural guiado por palabras  nada inteligibles, eso era mejor que los otros gritos de mocoso, o eso pensó Saruhiko.

—Misaki, solo relájate, acabará rápido y así dejaras de hacer ruido —espetó Fushimi con fastidio.

Mientras una mano sujetaba las muñecas de Yata la otra ya le desabrochaba el pantalón, el sonido de la cremallera bajando alteró aún más a Yata, quien histérico intentaba liberarse, por supuesto sus esfuerzos eran totalmente inútiles.

Fushimi deslizó sus dedos sobre la tela de la ropa interior de Misaki, él estaba usando un bóxer negro que le quedaba algo apretado, su media erección parecía que se sofocaba bajo la tela. Acarició un poco más y notó las reacciones físicas correctas que esperaba, era natural que su respuesta fuese pronta a los estímulos por ligeros que estos fuesen, Misaki era un adolecente saludable en muchos aspectos.

Yata intentaba efusivamente decir algo, Saruhiko se hartó de escuchar su voz a medias.

—Maldición, ¿qué quieres? —chasqueó la lengua y le quitó la camisa de la boca.

—No podía respirar, ¿qué mierda pretendes? D-Deja de tocarme en lugares raros, mono estúpido, se siente asqueroso.

—¿Oh? ¿Asqueroso, dices? Tu pequeño amigo parece contento con el servicio.

La mano de Saruhiko abordó la erección de Misaki y la acarició sin ninguna especie de cuidado, incluso la victima ahogó un quejido de dolor, estaba siendo demasiado rudo. Sin embargo, a medida que las sacudidas aumentaban su velocidad, el placer empezaba a brotar desde el fondo. Fushimi no estaba haciendo nada fuera de lo ordinario pero se sentía bien, posiblemente a esa edad todo se sentiría bien.

Saruhiko, lejos de lucir excitado o satisfecho, lucía más bien interesado, interesado como un científico que observa las reacciones de un cierto experimento. Misaki en aquellos momentos se había convertido en un experimento, Saruhiko estaba interesado en sus reacciones, aunque el cuerpo humano le importaba menos que un pepino y que no tenía intensos deseos por él, y que tampoco tenía un vínculo romántico/sexual con Misaki, no eximía que estuviera, aunque fuese poco, interesado en esa nueva faceta de Yata. Lo conocía feliz, enojado, triste, frustrado, encabronado, e incluso sensible, con Misaki todo era siempre muy extremo, o tenía cero puntos y era desagradable o tenía cien puntos y era realmente único. Mientras Fushimi lo observaba en su nueva etapa de humillación sexual se encontró con que no sabía si Yata estaba en cero puntos o en cien.

Saruhiko no parecía molesto al sostener una erección masculina entre sus dedos, la tocaba como si fuera un juguete pegajoso, esto último si le desagradó un poco pero como a veces en la experimentación se sufre daños colaterales y él no iba a detenerse. Observó que las tetillas de Yata estaban duras, se veían dos puntitos irguiéndose bajo la tela. ¿Cómo reaccionaría con un poco más de estímulo? ¿Lloraría? ¿Gritaría? ¿Qué pasaría?, se preguntaba Saruhiko. Así que quitado de la pena alzó la camisa de Yata y observó sus dos pequeños pezones, no tenían nada que ver con el busto de una mujer, eran como dos gomitas duritas, tenía un color rosado, aquello era nuevo, Fushimi sabía muchas cosas de Misaki pero entre ellas no figuraba de qué color tenía las tetillas. Era un dato inútil pero un dato a fin de cuentas.

Así pues fue por la tetilla izquierda, la tocó con la punta de su dedo índice, la presionó hasta hundirla y luego la movió con suavidad haciendo movimientos circulares, para su sorpresa esta se endureció más. Fushimi alzó la mirada, se encontró con que Yata había cerrado los ojos, se mordía ligeramente el labio y su rostro, más honesto que él mismo o sus palabras estaba por completo crispado en éxtasis, por lo visto esa era la primera vez que alguien jugaba con sus botones. “Los hombres también sienten fuertes estímulos cuando en el estado de excitación son acariciados en el pecho, eso no lo sabía”, pensó Saruhiko para sí mismo. Continuó pues, luego probó con usar la boca, así que deslizó la cálida lengua sobre el botoncito endurecido.

—¡Saruhiko! —gritó Misaki molesto—. ¡¿Qué coños estás haciéndome?! No soy tu puto juguete, no hagas cosas extrañas, imbécil.

—Usualmente eres irritantemente honesto, ¿hay alguna razón para que hoy estés intentando mentir deliberadamente? —inquirió Saruhiko sin ninguna especie de emoción, parecía un doctor que intenta formar su diagnóstico en base al testimonio del paciente, aunque en su voz había un deje de malicia.

—Mierda... —masculló Yata, estaba agitado, su pecho subía y bajaba a un ritmo más acelerado, no errático pero casi, y su pulso seguramente estaba también agitado—. Mono de mierda… en serio, detente.

—¿Se siente bien?

“¿Cómo putas es capaz de hacerme esto con esa cara? Me mira como si yo fuera un maldito programa o algo, sí, me mira como un juguete, ¿qué pretende ese cabrón? No lo entiendo, es mi mejor amigo y es genial, es inteligente y sorprendente pero a veces no lo entiendo en lo absoluto. Basta, me siento extraño… Se supone que debería sentir asco y repulsión”, caviló Misaki con fastidio, trataba de distraerse, y aun si no quería aceptarlo Saruhiko tenía razón, su cuerpo lo estaba delatando y de la manera más descarada, ¿por qué no sentía asco de que un hombre le tocara? No era homosexual, aunque fuera tímido con las chicas estas le gustaban y aun así, ahí estaba él, erecto, a merced de alguien tan raro como Fushimi.

—Bueno, me aburrí —soltó Saruhiko—, termina de una vez.

Su mano volvió a la erección de Yata, sus labios se posaron sobre la endurecida tetilla la cual mordió con fuerza. Yata empezó a jadear; cuando los caninos de Fushimi se habían clavado en su piel había sentido un estímulo indescriptible que había bajado por toda su espalda y había terminado por azotar en sus genitales que estaban siendo atendidos toscamente por la mano de su mejor amigo. El dolor de su pecho se mescló con libidinoso placer, cada vez que esos labios halaban y la mano apretaba, las sensaciones se mesclaban. Había estado soportando por mucho rato y su cuerpo estaba sensible, se correría pronto, eso era seguro. 

—Ah…Saruhiko, sueltamente, en serio.

—Solo córrete y ya.

Las piernas de Yata se abrieron un poco, la sensación en su pene se volvió más intensa y sus caderas se agitaron, el placer aumentó, poco a poco, subió como una pequeña escala, de forma ascendente se acercaba al clímax a una velocidad espantosamente rápida que jamás había alcanzado por sí solo, definitivamente que alguien te lo hiciera marcaba la diferencia.

Su mente se puso en blanco, ya no quería ni podía pensar más. Cerró los ojos de nuevo y se dejó llevar, estaba gozando, se sentía bien y entre más pronto acabara mejor. Pequeños suspiros de satisfacción escapaban de sus labios.

Saruhiko sintió cierta satisfacción depravada, sin importar como se viera estaba obligando a Yata a sentir placer.  Su yo sádico parecía satisfecho en más de un sentido, sus necesidades incisivas se mesclaron con su libido, pronto se encontró a sí mismo excitado, su miembro se había levantado y gritaba bajo sus pantalones. Su respiración estaba solo ligeramente agitada, pero su rostro seguía impasible observando las reacciones de Yata, apreciando y estudiando todos los detalles de un cuerpo consumido por placer sexual, un tema, que como ya se había dicho, no era del interés cotidiano de Fushimi, pero, si se lo estaban poniendo en frente, ¿Cómo ignorarlo entonces? ¿Cómo hacerse el omiso en una situación que posiblemente no volvería a repetirse?

Su mano aceleró la velocidad con la que agitaba la húmeda virilidad de Yata.

Misaki soltó un pequeño quejido y arqueando levemente su espalda, tensando sus músculos y alzando levemente su cadera, dejó que el semen fluyera. Se había corrido en la mano de su mejor amigo y eso era lo peor.

—Al menos ya termino… —se quejó jadeando mientras intentaba moverse, sin embargo, Fushimi no le dejó ir—. Oye, Saruhiko, ¿qué te pasa? Quítate.

—¿Piensas que ya terminó? Falto yo, Misaki.

—¿De que estas…? ¡Ni de puto chiste!

Fushimi se desabrochó el pantalón y sacó su miembro fuera de su ropa interior, Misaki casi se desmaya al ver el pene erecto de Saruhiko, era verdad que eran amigos íntimos pero aquello estaba a otro nivel que superaba en toda escala posible los niveles de tolerancia y comprensión del pobre chico. Incluso se sintió algo asustado, si bien era fuerte y valiente para algunas cosas, era un inepto en otras, las chicas y los temas sexuales eran algunas de esas cosas. ¿Qué iba a hacerle Fushimi? ¿Iba a tener sexo con él?  “No, no, no… yo quiero hacerlo con una chica, no con él”, pensó Yata alterado intentando huir.

—Deja de comportar como un idiota —escupió Fushimi—, no vamos a tener sexo, ¿Quién dice que quiero acostarme con un enano? No soy homosexual ¿sabes?

—Entonces, ¿por qué estas duro? ¿Acaso te excité?

—Eres la cosa más fea que he visto en mi vida, no hay forma de que tú me la pongas así. Simplemente soy hombre y yo también tenía ganas desde hace rato, pero al contrario de ti se regular mis necesidades primitivas y mis reacciones. No te hagas ilusiones.

Era demasiado difícil creer en esas palabras solo porque sí, la erección de Fushimi era algo contradictoria.

Saruhiko empezó a masturbarse observando a Misaki, por razones que el propio Yata no entendía su miembro volvió a levantarse. Fushimi juntó su erección con la de su compañero, el calor de otro falo era agradable y estimulante, según observaba el de lentes, atender ese tipo de situaciones físicas no iba mal de vez en cuando.

La habitación parecía estar en llamas, hacía muchísimo calor, parecía que ambos se derretirían como paletas. Fushimi intentaba aparentar tranquilidad y control, pero la realidad era otra, aun si era inteligente y tenía manejo de sí mismo, la realidad en ese momento era  que estaba perdiendo toda noción de sí mismo o su apariencia, la necesidad de placer sus deseos era lo único que le importaba, estaba perdiendo todo estribo y era consciente de ello, después de todo y a fin de cuentas él seguía siendo un adolecente.

—Saruhiko, no creas que esto se va a repetir —exclamó Misaki desesperado.

—Eres molesto cuando dices cosas estúpidas, esto no va a repetirse —renegó Saruhiko con la mirada un poco perdida.

—Tampoco vamos a ser amigos con beneficio.

—El único beneficio que me presentas es el de tu energía inagotable, enano —respondió de nuevo Fushimi, aunque sin mucho caso, estaba centrado en su tarea que consistía en tocar los dos miembros húmedos y erectos.

Luego de algunos suspiros y jadeos los dos llegaron al clímax.

Saruhiko se alejó de él, se acomodó la ropa y el cabello de nuevo, respiró hasta estar normal de nuevo.

—Bueno, ahora necesito aire, hace demasiado calor aquí, que molesto —chasqueó la lengua con irritación—. Saldré un rato.

—Oye, Saruhiko, desátame primero, amarraste esto con mucha fuerza.

Saruhiko sonrió y se puso de pie.

—Ah, lo siento, no puedo oírte —fue lo único que respondió.

—¡SARUHIKO HIJO DE PUTA VUELVE AQUÍ Y DESATAME! —gritó Misaki con todas sus fuerzas, sin embargo, para cuando se dio cuenta Fushimi ya se había ido.

—¿Qué le pasa a ese cabrón? —murmuró para sí mismo, su rostro aun quemaba. Con cuidado movió sus brazos hasta tenerlos al frente, tendría que desatarse con los dientes—. En verdad a veces no lo entiendo… como sea, al menos ya terminó.

Misaki no comprendía a Saruhiko y aun así en esos raros momentos había sentido un enorme deseo de posesividad en Fushimi, además de una oscuridad extraña, como algo podrido que se albergaba en lo profundo de su mente y de su alma. Saruhiko era alguien que había sufrido demasiado, era incomprensible y a veces demasiado infantil… pero no era alguien a quien uno debiera subestimar. Aun así, Yata lo apreciaba más que a nadie, porque él era honesto, él lo lastimaba con la verdad y le echaba en cara cuando se había equivocado, él era una autentica persona en el mundo a la que deseaba proteger.

Fushimi por su parte sabía que se había excedido, algo dentro de él le decía que volviera con Yata para hacer aún más cosas. ¿Cómo sería un mundo donde Misaki solo le viera a él, solo le sonriera a él y solo gritara por él? Si esa persona fuera solo suya, ¿sería divertido? ¿Sería aburrido? ¿Bueno o malo? Algo era aseguro, no volvería a ponerle un dedo encima en mucho tiempo, no quería prendarse de él, no quería ver de nuevo esa cara de placer, ni escuchar su voz en ese estado, porque todo eso había rozado ligeramente algo que muy en el fondo de él pensó que había estado dormido durante mucho tiempo y lo mejor no era repetirlo. Aun así, a fin de cuentas, Fushimi estaba un poco feliz, solo un poco, porque él, de momento, era el único y más cercano compañero de Yata

“Odio esto…”, pensó Fushimi y sin más que hacer se fue a la tienda más cercana donde compró jugo de uvas y algo de helado. También le compró a Misaki, sabía que pese a todo él estaba esperándolo allá, en ese lugar que de momento podían llamar su hogar.

 

                            

 

 

 

Notas finales:

Los shipeo tan hardo(?) Ok ya 7_7 no más no son canon porque la vida no me quiere(?) x'D Bueno no

Espero que les haya gustado y gracias por leer *u* nos veemos 


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