Seth aún se encontraba en el hospital, luego de haber sufrido la lesión en su rodilla en medio del show que la WWE ofrecía en Londres. En esos instantes, y con su dolor a flor de piel, trataba de calmar a su madre quien se había enterado de la noticia por las redes sociales. La voz de la mujer a través del teléfono se escuchaba desesperada y angustiada. Él le prometió que todo estaría bien y que parte de su rehabilitación lo haría en Iowa, su ciudad natal.
Una vez terminado la llamada, Seth no pudo dejar de pensar en todas las emociones que lo embargaban. La adrenalina del partido fue disminuyendo con el correr de las horas y la realidad de lo sucedido se hacía cada vez más presente en el cuarto. Oprimiéndolo.
¿Que había hecho de mal? Eran los mismos movimientos de siempre...
Los mismos trucos combinados que realizaba una y otra vez.
Ya había recibido la visita del doctor para verificar como se sentía y también la de Triple H. Su jefe fue sincero y conversó sobre su actual condición. El hombre le había comunicado que su reinado como Campeón de peso pesado quedaba suspendido, ya que el show debía continuar y el cinturón seria para su amigo Roman. Él estaría sin poder competir y el samoano deseaba tener su oportunidad. No podía culparlo.
Aun así, Roman lo visito más tarde y charlaron sobre el tema. Al finalizar, ambos llegaron a un buen acuerdo y Seth juro que volvería más fuerte que nunca por el título.
Trató de dormir un poco, pero el sueño no parecía querer llegar. Quería cerrar sus ojos y al abrirlos, encontrarse relajado en su cuarto de hotel.
Su mente giraba y se estancaba en los mismos pensamientos que lo atormentaban.
Se sentía tan fuera de sí mismo que no se percató de otra presencia en la habitación, hasta que escuchó la voz de su novio.
- ¿No puedes dormir, precioso?
- Dean...- susurró sorprendido. Su mirada se centró en el hombre de apariencia rebelde y peligrosa. ¡Dean estaba aquí! Había echo un viaje largo en avión por él.
¡Oh, por Dios! estaba más sensible de lo habitual, porque las lágrimas corrían por su cara y no podía detenerlas.
Dean se acercó, rodeándolo en un fuerte abrazo. Seth ocultó su rostro en el cuello de su novio, buscando esa seguridad que solo él podía darle.
Necesitaba esto. Realmente lo necesitaba.
- ¿Por qué? M-mi carrera... mis sueños...
- Shhh, amor. Está bien... todo va a estar bien.
Dean ahueco con sus manos las mejillas de Seth, centrándose en sus hermosos ojos marrones.
- Esto no es el final, te lo prometo.
- ¿Sí?
- Sí- Dean se inclinó más cerca y lo beso. Un beso rápido, pero contundente.
- Te amo.
- Lo sé, niño bonito.
Seth sonrió y unió sus frentes. Su recuperación sería larga e intensa, pero él era Seth Rollins y nunca caería.
Nunca se rendiría.