Dos semanas. Ya habían pasado dos semanas y nada parecía cambiar o avanzar. Gray seguía en aquel mismo estado y Natsu seguía... Cuidando de él por culpabilidad.
Aunque cuidar de él se había vuelto prácticamente un eufemismo, ya que Natsu apenas hacía otra cosa que no fuera estar con él. Se había vuelto hasta posesivo con el chico, casi ni dejando que la otra gente se acercara al mago de hielo, lo que les dificultaba el echo de ayudar a restaurar su alma.
La situación era cada vez más tensa, llegando a pensar en el echo que Gray podría llegar a morir. Si lo que Happy había dicho era verdad... Gray podría llegar realmente a morir...
Y lo peor era que... Gray no estaba haciendo nada por impedirlo. Gray quería realmente morir.
O al menos, era fue a la conclusión que llegaron todos.
Pero, ¿Qué era lo que hacía que Gray tuviera esos pensamientos?
Probablemente... El mismo posesivo dragon slayer de fuego que ahora estaba encima de él todo el tiempo.
Todos en el gremio sabían que había algo extraño en esa relación. Sí, podían ser rivales y supuestamente enemigos. Pero siempre se estaban cuidando la espalda. Eran como un par de hermanos.
Pero hacía un año y medio más o menos, su relación cambió. De pronto estaban más tiempo juntos, y Gray casi nunca iniciaba una pelea. Casi siempre era Natsu. Y, aunque a veces Gray parecía mucho más feliz que antes, había en ocasiones que un aura de tristeza y casi de depresión le acompañaba.
Todo el mundo estaba preocupado por él y sus cambios de humor. De la tristeza que siempre parecía ocupar su corazón, sin embargo... Natsu parecía justo lo contrario. No parecía preocuparse por él para nada, al menos en el gremio. Porque luego Lucy, Erza y más gente les había visto juntos. Muy juntos. Incluso la gente empezaba a sospechar que esos dos tenían algo más entre ellos.
Y ahora pasaba esto. Venían de una misión ellos dos solos y de pronto Natsu traía a un Gray medio muerto, cansado de vivir. Y a un Natsu con un aura de culpabilidad y posesividad en el mago. Esto estaba empezando a pasarse de la raya. Era una relación que no era nada sana, e iba a hacer que las cosas acabaran realmente mal.
Aquel día, Polyuska llegó a la enfermería para analizar al chico de pelo negro. De nuevo suspiró pesadamente, nada estaba dando ningún resultado y esto le estaba cansando, ya que iba a ser la primera vez que no podía salvar a un paciente. Wendy también intentó ayudar con su magia, sin obtener ningún resultado.
— Está claro que si el niño no quiere poner de su parte morirá. — Dijo sin ningún tipo de reparo, asustando a los presentes.
— ¡No me toques los cojones, algo tiene que haber! — Gritó el dragon slayer de fuego.
— ¿Si? Pues dime que puede haber. Ni si quiera sé porque fue tan torpe de dejarse atrapar. — Natsu gruñó fuertemente y fue Happy quien habló esta vez.
— Pasaron... Algunas cosas... Y bueno, el tipo lo aprovechó...— Polyuska volvió a suspirar.
— Mira Salamander, si la cagaste y ahora has creado esto, lo mejor es que lo aceptes. Este crío va a morir por tu culpa. — Fue en ese momento cuando Natsu se enfadó de manera completa y cogió al chico sin movimiento, subiéndolo a su espalda, dispuesto a llevarselo.
— ¿¡Qué estás haciendo, Natsu!? ¡Tranquílizate! — Le ordenó el maestro, pero el dragon slayer salió del gremio, ignorando los gritos de los demás, ignorando la lluvia que estaba cayendo fuera del gremio. Makarov cerró sus ojos intentando pensar. — Has sido demasiado dura, Polyuska. — Polyuska le miró de manera seria.
— Tenía que hacerlo si queremos tener alguna posibilidad de salvar al chico. Está realmente grave, su respiración es mucho más lenta ahora que el primer día. Incluso su corazón va más lento. Y está claro que todos sabemos que la razón por la cual el chico no responde es porque está dolido con Salamander. Y la razón por la cual Salamander está así es porque sabe que ha sido completamente su culpa. —
Todos en el gremio se quedaron en silencio, esperando que algo bueno pasara.
Natsu Dragneel salió corriendo del gremio mientras tapaba al mago de hielo con una chaqueta, esperando que la lluvia no le alcanzara para que no estuviera peor. Llegó hasta su casa cansado, entristecido. Abrió la puerta con dificultad al llevar al mago.
— Maldita sea, Gray. — Se quejó. — ¿Qué tengo que hacer para que me perdones? ¿Ponerme de rodillas? ¿Llorar por ti? — Le preguntó, colocándole en el sofá. — Estoy cansado de esto, estás preocupando a todo el mundo. — Se quejó, antes de agacharse y mirar a los vacíos ojos del chico. — Estás... Preocupándome... Mucho. — Entonces, Gray movió sus labios con intención de decir algo.
— Ly...On...— Dijo en apenas un susurro. Natsu abrió sus ojos sorprendidos. ¿Por qué Gray decía el nombre de su hermano? ¿Quizás quería verle, o algo así?
— ¿Quieres ver a Lyon? — Cuestionó. Gray asintió de manera leve. Entonces Natsu volvió a subir al mago en su espalda. — Tsk, espero que esta no sea tu manera de despedirte. — Susurró entristecido y algo enfadado, antes de volver a taparle con la chaqueta para que no se mojara.
El camino de ida a Lamia Scale fue algo pesado con la lluvia. Además, Natsu sentía una respiración demasiado pesada en Gray que le hacía preocuparse. Finalmente los dos magos llegaron y rápidamente les abrieron la puerta. Natsu ni siquiera preguntó, si no que entró rápidamente en el gremio.
— ¡Lyon, necesito ayuda con tu hermano! — Gritó. Lyon se acercó con la mirada confundida.
— ¿De qué hermano estás hablando? — Preguntó aún con la mirada confundida. Natsu frunció el ceño.
— ¿De quién crees que estoy hablando? ¡De Gray, obviamente! —
Entonces Lyon dio una respuesta que Natsu nunca esperó.
— ¿Quién es Gray? —
Y entonces, Natsu sintió que todo lo que había avanzado no había servido para nada.