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Soothing anesthesia por MemeDrogasLocas

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Notas del fanfic:

Meh, espero que no esté tan qlio xD <3

Los personajes no me pertenecen son de Fujimaki 

Notas del capitulo:

Mi primer TakaMibu c: Mibuchi es uke es tan slkdfdkfjskdlfsd(?) culpo a sus seiyuus por darme ideas coshinotas <3

escribí esto por ocio y de golpe, lo revisé algunas veces, espero que nada se me haya ido xD

disfruten <3 

 



Me enamoré de un bartender llamado Reo Mibuchi, todo pasó hace unos meses.


Mi vida no estaba en las mejores condiciones. Shin-chan, mi verdadero amor y el chico por el cual había dado todo, al final se había ido con Akashi Seijuuro, su “crush” de toda la vida.


Lejos de enojarme me sentí patético, patético porque yo sabía que Shin-chan jamás olvidaría a su primer amor y aun así desperdicié mi tiempo y me herí intentando que él me amara.


Así que, con el corazón destrozado y el ánimo por los suelos, le pedí a Miyagi que me llevara a tomar para así ahogar mis penas en alcohol.


Miyagi me llevó a un bar que estaba en el centro, no era muy lujoso pero tampoco pueril, era un lugar medianamente agradable, ideal para soltar tus penas o divertirte toda la noche.


La atmosfera del bar era agradable, la música era buena y había tanta gente que fácil podría divertirme con alguien, si es que me emborrachaba lo suficiente.


Siendo sincero quería emborracharme y revolcarme con el primero que me ofreciese el culo. No tenía ganas de sentimientos, quería olvidar un rato todo mi tiempo desperdiciado en ese amor unilateral. Por suerte vi muchos chicos guapos que seguro me ayudarían a pasarla muy bien.


O ese era mi plan hasta que conocí a la joya del lugar.



Miyagi y Takao tomaron asiento en la barra. Esa noche el lugar estaba lleno. Gente fumaba, otros jugaban billar y otros simplemente veían deportes en las televisiones del lugar. Había mucho ruido, todos mantenían conversaciones de todo tipo y la música de fondo daba el gran toque final. Takao se animó al percibir ese olor a humo de cigarro mesclado con la esencia del alcohol de calidad, aquel era un muy buen lugar para sacar toda su pena.


De pronto el bartender se acercó para darles la bienvenida. Takao comprendió que Miyagi y ese sujeto se conocían, los dos se habían sonreído como si fueran viejos amigos, o por lo menos muy buenos conocidos.


—Mi amigo está un poco deprimido, seguro que uno de tus tragos lo alegra —dijo Miyagi.


—¿Oh? ¿Qué te deprime dulzura? Tan joven y guapo, es imposible quejarse así de la vida —comentó el bartender con una voz suave, melosa, con un toque maternal, similar al que usaría una excéntrica hermana mayor.


Takao alzó su mirada para encarar correctamente al sujeto, y se topó con un adonis.


—¿Cómo te llamas, dulzura? —inquirió Reo.


—Me llamo Takao Kazunari, cuida de mí por favor —respondió Takao, aun sin ganas de sonreír, pero con interés en la persona que tenía justo al frente—. ¿Puedo saber cómo te llamas o cómo debo llamarte?


—Llámame como quieras dulzura, pero si quieres saberlo, mi nombre es Reo Mibuchi, y, el gusto es mío.


Takao observó a Reo y quedó prendido por su aspecto. Reo no era guapo, era guapísimo. Su piel era bonita, su cara era hermosa y su físico era increíble. Reo tenía el cabello negro, largo, aunque sujetaba la mayoría de su pelo con una pequeña coleta, seguramente por cuestiones de higiene. Sus ojos eran verdes, de un color jade acuoso muy intenso y brillante, y esos hermosos ojos eran coronados por unas pestañas divinas. Sus labios eran una delicia a la vista, tenían unas curvas voluptuosas muy apetitosas, eran labios carnosos, sensuales. Además tenía un hermoso cuello largo, sin marcas, seguro sería maravilloso dejarle un chupetón o dos, o eso pensó Takao.


Y del físico, ¿qué decir? Bueno, era alto, delgado, esbelto sin ser raquítico. Constitución media, firme, caderas entalladas, hombros un poco anchos y sexys. Y todo envuelto en un traje de bartender negro muy sensual.


—Este pobre chico trae el corazón destrozado así que, haz tu magia Reo —pidió Miyagi.


Takao volvió a la realidad, estaba demasiado embobado.


—No suelo hacer mi magia por cualquiera —comentó con una sonrisa coqueta—, pero ya que Miya-chan me lo pide y que Kazu-chan parece necesitarlo, daré lo mejor de mí —y tras un guiño atrevido y una sonrisa encantadora Reo se marchó en busca de los elementos necesarios para preparar sus famosas bebidas.


—Tranquilo, una de sus bebidas y te sentirás como nuevo —dijo Miyagi, mientras se ponía cómodo y se preparaba para la jornada de tragos.


—Miyagi, ¿Cómo le conoces?


—Es una larga historia —respondió el mayor con una sonrisa nostálgica—, tarde o temprano todos terminamos aquí, él es especial, un repara corazones y a la vez el peor de todos. Ten cuidado, contados son los que no caen con los encantos de Reo a la primera.


—Lo tomaré en cuanta —contestó Takao, ni siquiera había volteado a ver  a Miyagi, su famosa vista de halcón estaba al cien por ciento centrada en Reo Mibuchi y sus encantos. No hubo lugar en el cual Takao no realizara una escrupulosa evaluación. ¡Daría todo por tener un revolcón con ese exquisito adonis!


Reo mientras tanto preparaba las bebidas como todo un experto. Agitaba el licor, jugaba con las botellas y hacía todo tipo de acrobacias con los recipientes mientras preparaba los tragos, verle prepararlos era un espectáculo que muchos disfrutaban, era un atractivo más para ese lugar. 


La bebida estuvo lista pronto. Tenía colores llamativos y un fuerte pero dulce olor.


—Que lo disfruten y espero que te ayude dulzura —dijo Reo con especial dulzura observando a Takao fijamente. El halcón despechado casi podría jugar que en los ojos de ese exquisito hombre había una clara invitación que prometía toda una fiesta llena de placer. Sin embargo, de la nada, la imagen de Shintaro se hizo presente en su cabeza y todo su buen humor se había ido al piso otra vez. Agradeció el trago y lo bebió rápidamente. Sabía delicioso, era de los mejores tragos que había bebido en su vida, aunque no habían sido muchos, esa era la primera vez que tomaba más que cervezas o vodka o cubas.


—¿Te gustaría hablar? —preguntó Reo.


—No lo sé… yo…


—No te preocupes, mi relevo va a llegar pronto. Mis tragos no son toda la magia, solo una pequeña parte. Créeme dulzura, soy muy bueno escuchando —la voz de Reo era tan dulce, tan melosa, tan suave. Hechizante, casi mágica. Takao pensó en sus dos opciones. La primera, decirle que no, emborracharse e irse a casa, porque luego de ver a Reo cualquier chico se le haría burdo o simplón y si iba a tener sexo lo tendría con el mejor. La opción dos era decirle que sí y ver como terminarían las cosas, nada sería seguro, todo podía pasar y quizá eso era lo que necesitaba. Así que Takao volteó a ver a su amigo Miyagi, este estaba bebiendo tranquilo, pero al entender lo que los ojos de su amigo decían le dedicó una sonrisa que denotaba un “está bien, dile que sí”.


—Está bien, cura este corazón destrozado.



Pocas veces me intereso en mis clientes a nivel personal. Soy famoso porque dicen que curo corazones rotos, pero no soy tan fabuloso. Solo unas sonrisas, palabras amables y unas buenas bebidas hacen todo el truco. Sin embargo, a veces llegan clientes especiales. No sé cómo explicarlo, solo sé que ellos son diferente al resto, tiene ese algo que me hace actuar más coqueto de lo usual. ¿Es cruel decir que a esos fabulosos clientes especiales los engatuso para luego tener el mejor sexo de la noche y luego dejarles ir una vez que están satisfechos? No creo, usualmente quien se acuesta conmigo termina encontrando a su verdadero amor, o le cambia la suerte, o por lo menos es capaz de superar su ruptura. No sé si soy mágico, no sé si el sexo conmigo provoca una liberación de endorfinas desenfrenada. Lo único que sé es que me divierto.


Esta noche entró un hermoso chico con una cara lamentable. A su lado estaba Miyagi, un chico que en su momento también fue de esos clientes especiales. Me dio gusto verle de nuevo así que de inmediato me acerqué con ambos. El chico tenía una cara mucho más lamentable cuando se le miraba de cerca, se notaba que tenía el corazón hecho polvo, y las palabras de Miyagi no hicieron más que confirmármelo. Ese chico recibiría todo mi servicio VIP, eso ya lo había decidido. Y al ver cómo me devoraba con la mirada supe que había química, nos gustamos, aunque fuera solo físicamente.


Se llamaba Takao. Saboreé su nombre, me relamí los labios, ese era el nombre de mi cliente especial.


Lo que más me gustó de Takao fueron sus ojos. Él era guapo, seguro que cuando andaba animado su sonrisa era preciosa, pero sus ojos eran lo mejor, eran tan intensos, eran los ojos que solo le pertenecerían a un hombre apasionado, pertenecían a alguien que lo daba todo, que jamás se rendía… definitivamente él era mi tipo.


Cuando mi relevo llegó conduje a Kazu-chan a mi cuarto privado, en realidad era como una oficina, mi oficina, yo era dueño del lugar pero eso era un secreto que nadie sabía. Takao observó el cuarto con interés, centró su atención en el gran diván que relucía con su precioso tapiz aterciopelado negro. Le dije que podía tomar asiento, yo mientras tanto me quité mi uniforme de bartender y quedé solo con mi camisa blanca y mis pantalones negros ajustados.


—¿Quién te rompió el corazón? —pregunté mientras me acomodaba en mi silla, crucé mi pierna con alta coquetería, me gustaba poner siempre una pose interesante.


—Shintaro Midorima, le conozco desde hace algunos años. Hice de todo para intentar ganarme su amor pero él jamás olvidó a su primer amor, justo ahora ambos están juntos, por eso ya me rendí —dijo suspirando, se veía tan lindo con sus ojos perdidos y su rostro serio. Yo le haría sentir mejor.


—El amor no correspondido no es el más agradable, pero, no debes mortificarte por ello, yo estoy aquí para escucharte, Kazu-chan.


—Reo, eres tan amable, de no ser por ti quien sabe en qué condiciones estaría justo ahora. Te doy pena, ¿cierto? Soy patético —agachó un poco la cabeza su sonrisa era irónica, parecía repudiarse más a sí mismo que al hombre culpable de su fatídico estado.


—Me gusta reparar aquello que ha sido roto. Soy amado por todos y a la vez por nadie y todo ese amor que me dan puedo dárselo a quien lo necesita. Kazu-chan, si tú lo deseas, puedo hacerte olvidar.


—¿Puedes? ¿En verdad?... —más que esperanza su mirada pareció encenderse, él era alguien que necesitaba amar y ser amado.


—Conocerás el paraíso, Kazu-chan.



La propuesta indecorosa había sido lanzada, él no había dicho nada y a la vez lo había hecho todo. Su sugerencia inocente, su oferta dulce, pero entre líneas se veía algo más. Entendí lo que él estaba proponiendo. La chispa dentro de mí se encendió al instante, quería hacer cosas pervertidas con Reo, con ese enigmático sujeto que conocía apenas hace unos minutos. Algo seguro estaba mal conmigo, posiblemente no debería, y tal vez si lo pensaba más entendía lo descabellado de la situación. Sin embargo poco me importó, la química entre nosotros había sido inmediata, mi ansiedad carnívora y mi deseo implacable. No solo quería revolcarme con Reo o hacer un polvo rápido, quería tener tanto sexo como fuese posible con él.


Se levantó de su asiento, caminó hacia mí. Su esencia era intensa, el perfume que expedía su piel era dulce, tan dulce. Su mirada llena de ternura me conmovió, de pronto me sentí muy, muy amado, aunque no nos conocíamos él me hacía sentir especial, único, como si él solo tuviera ojos para mí y yo solo para él. Su sonrisa amorosa me tentó, la impaciencia me caló con un cosquilleo extraño.


Él se sentó en mi regazo. Yo le abracé; tocarle era agradable, su cuerpo era sorpresivamente suave, muy confortable. Los dos nos miramos fijamente durante unos minutos, no decíamos nada de nada, las miradas eran suficientes para decirnos todo, para conocernos, para entenderlo. Quedé prendado por completo de esa mirada melosa, ¡cuántas veces había deseado que Shin-chan me viese con la mitad de ternura! Todo lo que había querido me estaba siendo entregado, mi corazón suspiró con gran alivio.


De pronto me besó, yo le correspondí el beso. Nuestros labios se tocaban con suavidad, pero de pronto él halaba de los míos o yo rozaba los suyos con suavidad. De beso en beso fuimos aumentando la intensidad. Él suspiraba, adorable, encantador. Seguimos, él abrió su boca y me invitó a entrar. Deslicé mi lengua, exploré la cavidad y luego jugué con su lengua. Cerramos el beso, lo hicimos más intenso, yo solo quería devorarlo. Desde que vi sus belfos tuve el deseo de probarlos, eran voluptuosos, sensuales, suaves, deliciosos. Podría besarlo por siempre, sin embargo él pareció impacientarse, quería ir más lejos.


Reo deslizó su mano hasta mi entrepierna, su mano se acercaba y se alejaba, provocándome, excitándome. Tal estaba urgido, tal vez era demasiado sexy, no sé ni me importaba, solo quería que él siguiera haciendo eso, que me llevara al delirio del placer.


Yo también lo toqué. La tela es molesta, muy molesta, pero eso no me impide darme una buena idea de lo que me espera bajo la tela negra. Solo tocarle me enciende, me vuelve loco. Los dos seguimos devorándonos a besos, antes de darme cuenta Reo ya se había colado bajo mis pantalones y sin piedad acariciaba mi endurecido miembro. Él también se puso duro tras las caricias persistentes.


—Kazu-chan, ¿te gustaría una felación? Yo lo haré por ti —me dijo lleno de ternura, sus ojos eran tan hermosos. Acarició mi mejilla, y me besó. Yo ansioso me quité los pantalones y esperé ansioso. Él bajó al suelo y se hincó hasta quedar justo frente a mi falo erecto. Sus labios se acercaron a la punta, la besó y la lamió. De inmediato sentí el dulce cosquilleo de la delectación. Sonreí. Él tomó mi miembro y lo masturbó mientras sus labios y lengua se encargaban de toda la extensión, lo mejor era cuando chupaba la punta, su lengua era habilidosa, seguro tenía mucha experiencia, su técnica era buenísima. Acarició mis testículos y abordó todo el falo de golpe. Mis uñas se enterraron en el asiento, mi cuerpo se tensó, si me descuidaba me correría enseguida.


—Reo… se siente bien —suspiré gustoso. Deslicé mis dedos entre las hebras de su delicioso, lacio y sedosos cabello, y sujetándole con cuidado le marqué el ritmo ideal. Reo parecía excitarse con el simple hecho de darme una mamada, gemía de cuando en cuando, aunque tal vez solo intentaba respirar, no me fijé como debería. Él siguió, le advertí que estaba por venirme pero no me hizo caso. Exploté en su boca y él bebió todo. Cuando se apartó de mi miembro él un sonreía, parecía tranquilo como lo que acaba de hacer.


Se separó de mí, se quitó los pantalones y se recargó en su escritorio. Su trasero estaba bien elevado y sus piernas abiertas, aquello era una invitación clara.


—Kazu-chan, ¿me harás sentir bien también? —preguntó con su expresión llena de deseo y necesidad. Sin pensarlo dos veces me levanté de mi asiento y fui donde él. Observé su cuerpo con detenimiento, aprecié sus largas y bien esculpidas piernas, eran lo más erótico que había visto en mucho tiempo.


—¿En verdad está bien? ¿Puedo…?


—Sí~ Kazu-chan, no me hagas esperar, soy un hombre poco paciente —respondió con su voz cada vez más lujuriosa, su sonrisa era exquisita, era la sonrisa de un sinvergüenza consiente de sus encantos, que a su vez rogaba por el afecto que ya tenía asegurado.


Así, quitado de la pena, puse mis manos en su trasero, apretujé sus nalgas a mi gusto, luego le pegué una fuerte nalgada a lo que Reo gimió en respuesta. Repetí la acción unas veces más, incitado por esos deliciosos gritos de doloroso goce.


—K-Kazu-chan… eres bueno… ¡m-más fuerte! —suplicó—. Apresúrate.


Hice que él lamiera mis dedos, su cara lasciva era perfecta, lucía como un perrito que suplicaba la atención de su amo. Una vez que mis dedos estuvieron húmedos hice que él abriera un poco más las piernas, y cuando divisé la entrada inserté dos dedos sin pensar. Él suspiró, sus caderas se movían al compás de mis dedos, su rostro comenzaba a crisparse de placer.


Me desesperé, mientras mis dedos seguían en su interior mi otra mano masturbaba mi pene, lo estaba endureciendo otra vez, estaba listo, aguantaba para unas dos rondas más, estaba en el mejor de los ánimos sexuales. Shin-chan se había ido de mi mente, me sentía libre y ligero, lo único que me devoraba sin piedad era el calor sensual furioso y violento.


Ya sin preocuparme por los detalles menores saqué mis dedos, extendí su desembocadura y coloqué mi miembro en la posición indicada, poco a poco empujé para que entrara, el sexo con hombres era un poco más complicado que con mujeres, ahí entrar era más fácil. Lentamente fue entrando toda la extensión, tenía algo de prisa pero a su vez gozaba el momento, el calor de sus paredes me recibió y con tremenda hambre parecía engullirme invitándome así a entrar cada vez con mayor facilidad. Pensé que Reo iba a gritar de dolor ya que lo había preparado muy poco, pero no fue así. Su cara estaba aún más crispada de placer, lucía sumergido en un éxtasis total, y su cuerpo solo se calentaba más y más. Una vez que estuve por completo dentro él soltó una brusca exhalación, estaba temblando como si le costara contenerse; con un poco de trabajo se alzó un poco y volteó a verme, ahí estaban de nuevo esos adorables ojos coquetos.


—No tienes que retenerte… Así que…



Llevaban una hora teniendo sexo. Takao no paraba, no quería parar. Descubrir el cuerpo de Reo tomaba su tiempo, estaba lleno de sorpresas y minado por puntos sensibles. Los dos estaban absolutamente enajenados en el total placer, en la concupiscencia guiada por la hambruna y la necesidad mutua de sentir al otro. Reo estaba algo consternado, podría decirse que estaba confundido y sorprendido pues nunca había experimentado tanto goce, nunca se había sentido esas ganas de gritar y gemir sin control, usualmente él llevaba las riendas, pero ahora estaba a la merced de Takao y eso le encantaba.


No entendía como, pero Takao era especial, mucho más especial de lo que había considerado en un inicio. Por primera vez estaba cerca de un autentico orgasmo. Takao estaba en las mismas, jamás había disfrutado tanto, tal vez la sensación de inhibición ayudaba a la experiencia, tal vez solo era mucha fogosidad lo que se había acumulado durante tanto tiempo y ahora que liberaba todo de golpe ese era el resultado.


El interior de Reo estaba lleno de semen, Takao se había corrido dos veces en su interior, sin embargo no le molestaba. Mibuchi por su parte tampoco podía parar, ya había manchado su escritorio varias veces. Entre más rudo, tosco y animal fuese Kazunari con él, mayor era el placer que sentía, casi rozaba en lo masoquista.


Takao tomó el muslo de Reo y le obligó a recargar la rodilla en el escritorio, Reo apenas podía sostenerse con la punta de su otro pie, por suerte el agarre de Takao era fuerte y gracias a eso no se caería. Las embestidas se volvieron más fuertes, cada vez imprimía más y más fuerza, el sonido de pieles chocando sin cuidado era tan excitante como los sonidos húmedos de sus pieles calientes y sus fluidos combinándose. Y no satisfecho con esto Takao tomó a Reo, hizo que se alzara y que se recargara en su pecho, ahora estaban los dos de pie. Con su mano derecha Kazunari detenía el muslo de Reo, y con la otra había comenzado a explorar su cuerpo. Primero pellizcó con fuerza su tetilla hasta ponerla dura, luego empezó a masturbarlo. Reo gimió, parecía más un sollozo suplicante y desenfrenado. Los dos estaban en la cuerda floja de la cordura y la locura.


—Reo… Reo… —jadeaba Kazunari—… Esto es lo mejor.


—¡K-Kazu-chan! ¡Más fuerte! ¡Más! —clamaba Mibuchi sin pudor alguno, su entrega al placer era total.


—¿Aquí… aquí está tu punto dulce, cierto? —preguntó para luego golpear con fuerza esa zona sensible en la próstata.


Un fuerte grito escapó de la boca de Reo.


—¡S-Sí! ¡E-Eres tan bueno…! Kazu… ya no puedo más.


—Voy a correrme de nuevo dentro de ti —avisó Takao con una sonrisa sucia.


—No me importa… solo hazlo…


Unas estocadas más y llegando en lo más profundo Takao, una vez más, dejó ir su semilla caliente. Los dos soltaron un fuerte alarido de éxtasis, el orgasmo los golpeó sin piedad y estremeciéndose acabaron casi al mismo tiempo, Mibuchi terminó en la mano de Takao.


Se besaron, turbados y rendidos a sus deseos carnales, con el pulso acelerado.


Reo tenía los ojos más bellos del mundo, o eso pensó Takao mientras con adoración seguía besando a ese hermoso hombre. Todo el dolor que, según pensó, sería inolvidable e incurable, por lo menos en aquellos instantes, desapareció.


—Sal conmigo… —pidió Takao, aunque estaba listo para ser rechazado.


—Déjame pensarlo, Kazu-chan —respondió Reo, en su voz no había evasión o rechazo, más bien confusión, de verdad estaba pensándolo.


Un mes más tarde, Takao y Reo empezaron a salir. Takao estaba sorprendido al ver que Miyagi tenía razón, Reo era casi mágico, porque en solo una noche le había hecho olvidar a Midorima de por vida. Reo por otra parte dejó de acostarse con todos sus clientes, puesto que en Takao había encontrado lo que sin descanso había buscado, alguien que necesitara su amor y a cambio se lo devolviera con creces.


Los dos son felices juntos.


Quién sabe si para siempre, para siempre es demasiado tiempo.


¿Quién lo diría? Las cosas pueden cambiar con solo una mirada, un trago extravagante y algo de coquetería.


Fin. 


 
Notas finales:

v: <3 Gracias por leer sfkjdshfjksdfhjdsfds

bye 


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