Era 7 de diciembre por la tarde y como cada año el oji-lavanda Marik Ishtar se encontraba adornando la parte de afuera de su casa con velitas para celebrar el día del niño perdido que era una celebración muy común en donde él vivía, alrededor de las 7 de la noche todos los de su cuadra y él comenzaron a encender las velitas en la espera de los niños que pasearían sus carritos de cartón por las calles, el moreno mayor veía a su hikari recargado en el marco de la puerta con una sonrisa mientras éste sonreía enormemente de emoción al ver como todo comenzaba a iluminarse.
—Hikari, no estás un poco grande para seguirte emocionando con esto –Dijo burlescamente el moreno mayor mirando al oji-lavanda.
—No molestes Malik, no tiene nada de malo que me sigan gustando este tipo de eventos, además yo siempre conservaré al niño que hay dentro de mí –Decía mirando con desdén al mayor.
—De acuerdo, lo entiendo, entonces sé que querrás esto –Dijo entrando a la casa, el oji-lavanda miro como desaparecía algo extrañado.
A los minutos el pelicenizo mayor salió de la casa con un carrito de cartón entre sus manos.
—Oye hikari, ¿crees que esto sirva? –Dijo para llamar la atención del menor.
—¡Malik! –Exclamó emocionado -¿Quién lo hizo? –Preguntó extrañado.
—Bueno, es obvio que yo –Dijo un poco apenado –Es para ti –Dijo poniendo el carrito en el suelo dándole el cordel en la mano del menor mirando hacia otro lado.
—¡Eres el mejor! –Grito emocionado abalanzándose sobre de éste dándole un fuerte abrazo que casi los tira a ambos a la acera.
—Lo sé –Mencionó orgulloso –Bueno que esperas, vamos a pasear –Dijo dando un par de pasos frente al pelicenizo menor para que comenzara a pasear su carrito, éste lo miro ilusionado y caminó hasta su lado comenzando a jalar el carrito hecho por el mayor por la banqueta.
—Aún no puedo creer que lo hayas hecho por mí –Dijo mientras recorrían las calles iluminadas tenuemente por las velas.
—Bueno, recordé lo mucho que te gusta esta fecha –Dijo caminando al lado del menor con los brazos tras la nuca –Aunque aún sigo pensando que es algo infantil –Dijo burlescamente para hacer enojar al oji-lavanda.
—En verdad que eres un yami –Dijo mirándolo indignado –Necesitas un poco más de luz –Dijo comenzando a avanzar dejando atrás al moreno mayor, este llegó corriendo tras el menor abrazándolo dulcemente por la cintura.
—La única luz que necesito eres tú –Dijo susurrándole suavemente al oído, el menor sintió temblar su corazón de alegría al escuchar las palabras de su oscuridad.
—Y tú eres la única oscuridad que necesito –Dijo volteándose un poco para unir sus labios en un dulce beso.
Ambos siguieron recorriendo las calles de los alrededores mientras iban tomados de la mano y el menor continuaba paseando su carrito, Malik iba disfrutando de la compañía de su hikari y de la sonrisa de éste al hacer algo que tanto le gustaba y lo mejor era que era feliz porque estaba junto a su yami.