-¡Papá, papá!- Llego gritando y corriendo emocionada cuando la fui a recogerla a la escuela, sonreía de una forma radiante y no pude evitar contagiarme de esa felicidad, sonreí también y extendí mis brazos para atraparla en un cariñoso abrazo. Le bese la cabeza y ella me acaricio la mejilla.
-Hola corazón, ¿Qué tal la escuela? ¿Te divertiste?- Pregunte mientras la bajaba al suelo y le tomaba de su pequeña manito.
-Estuvo bien.- Me respondió con su infantil y aguda vocecita.- La maestra hoy falto y la remplazó otro maestro muy simpático, como no sabía que es lo que la maestra nos enseña normalmente nos hizo juegos y nos regalaba premios, mira,- Me hablaba sobre lo que fue su día mientras caminábamos a casa.- yo me gane estas estrellitas y un listón por las preguntas que respondí bien.
-Wow, son muchas estrellas. Ven acá.- Volví a tomarla en mis brazos mientras ella reía y sostenía sus estrellitas con fuerza para que no cayeran.- Eres muy inteligente pequeña, por supuesto que te merecías ese listón y tus estrellas, estoy orgulloso de ti.- Volví a besarle la cabeza, esta pequeña niña era demasiado inteligente para su edad, pronto se aprendería a cuidar por sí misma y ya luego… después se iría, no siempre la podre tener a mi lado.
Pero bueno, para eso ya falta mucho tiempo, aun es mi niñita, la pequeña criaturita que aprendí a amar con todo mi corazón y alma, a la que me prometí proteger hasta el final de los tiempos, a la que no dejaría que algo malo le pasara, a la que hace ya bastante tiempo ni soportaba pero que ahora me arrepiento de no haberla amado antes, solo ella hace que mi corazón este completo y que cada día me den más ganas de vivir.
-Papá.
-¿Si Zoe?
-Quiero ir al parque.
-Claro cariño, después de todo te lo mereces, ¿no?- Volví a bajarla para que caminara a mi lado, ya rato caminando llegamos a una placita con toboganes, juegos de madera, columpios, sube y bajas y pasto.
Yo le saque la mochila que llevaba para que jugara más libremente con los demás niños que se encontraban ocupando en ese momento, cada vez que la veía sonreír, cada vez que la escuchaba reír o hablar un calor me llenaba el pecho, algo cálido se centraba en mí, algo que pase mucho tiempo buscando y que por fin lo encontré con la pequeña rubia que se columpiaba en este momento.
Luego de un rato columpiándose, ella fue directo al tobogán y desde lo más alto de este me miro y me saludo sonriendo, esta pequeña no para de sonreír, le devolví el saludo agitando mi mano como ella lo había hecho y una mujer se me acerco.
-¿Es tu hija?- Me pregunto.
-Sí, asi es.- Le respondí.
-Vaya, es igual a ti.- Me sonrió.
-Gracias, pero ella, bueno no es…
-Ah, es adoptada.- Me interrumpió sorprendida.
-Sí, exacto.- Respondí un poco más cortante.
-Ah, okey, pero aun asi es muy linda.
-Sí, lo es, es una niña maravillosa.
-Yo también tengo un hijo.- Me dijo de repente.
-¿A si? Bien.- Respondí buscando con la mirada a Zoe, se perdió de mi vista.
-Sabes, puedes llevar a tu hija a mi departamento, para que los niños se diviertan, si te interesa.- Mire rápidamente a la mujer, esta me sonreía coqueta y se tocaba el pelo, claro como no verlo antes, ya sé a dónde quieres ir tipa, para que los “niños” se diviertan, obvio.
- Sabes, en realidad tengo que…- Diablos, no tenía una excusa para eso pero no fue necesaria tampoco, cuando iba a seguir respondiendo escuche un llanto y vi a Zoe corriendo hacia mi secándose las lágrimas.
-Zoe, querida ¿Estás bien? ¿Qué te paso?- Me apresure a preguntarle.
-E-estaba jugando c-con un niño y-y cuando corrí me t-tropecé y me caí.- Me decía agitada sin parar de llorar.
-Ya nena tranquila, vamos a casa.- La tome en mis brazos y me puse su mochilita en un hombro mientras comenzaba a caminar.
-Oye y ¿no iras entonces?- Volvió a preguntarme la mujer.
-A pues, aamm, no sé, ¡Otro día talvez!- Le grite cuando ya iba más lejos. Estúpida tipa distractora.
Ya más lejos senté a Zoe en una banca, ya había parado de llorar pero tenía todavía marcas de lágrimas en sus mejillas y sorbía por la nariz.
-Papá.
-¿Si Zoe?
-¿Quién era ella?- Me pregunto mientras le levantaba su calza y revisaba su rodilla lastimada.
-No lo sé.- Le respondí mientras le limpiaba su herida con agua de una botella que traía conmigo y un pañuelo.
-¿Entonces por qué le hablabas? Siempre me dices que no hay que hablar con extraños.
-Si lo sé, pero yo soy adulto y no es lo mismo.
-¿Por qué?
-Porque hay gente mala que cree que es más fácil acercarse a los niños pues son más vulnerables y fáciles de engañar, se supone, también hay adultos que caen en eso.
-¿A si?
-Si Zoe, pero ¿Qué es lo que tú debes hacer cuando un extraño se te acerca?
-Debo alejarme e ir lo más rápido que puedo hasta ti.
-Muy bien, ¿Y qué pasa si yo no estoy cerca?
-Debo caminar hacia ti rápido y llamarte lo más fuerte que pueda.
-Bien, ¿Y si estamos con alguien que conoces y yo no estoy cerca?
-Me voy directo con esa persona, como la tía Natasha o el tío Tony.
-Perfecto, asi me gusta hija.- La abrace y la tome en brazos, de camino a casa compramos unos helados, Zoe tenía toda la boca y manos pegajosas asi que al llegar a casa deje su mochila en la mesa del comedor y fuimos al baño para que se tomara una ducha, prepare su baño y cuando ella se metió a la tina salí dejando la puerta abierta para poder observarla, revise su mochila y deje uno de sus cuadernos y su estuche fuera para después completar la tarea que traía.
Luego de un rato fui al baño para ayudar a Zoe, le coloque el shampoo en el cabello haciendo gran cantidad de espuma y empecé a lavarla, le hacía unos peinados que a ella le causaban mucha gracias, era muy entretenido.
Al terminar de enjuagarse la tape con una toalla, la seque y la vestí con el pijama, seque su cabello y la peine, luego la ayude con la tarea que tenía y al terminarla fui a acostarla.
-Papá.- Me dijo cuándo la arrope.
-¿Si?
-¿Puedes contarme la historia de cómo me adoptaste? Me encanta escucharla.
-Nena te la he contado muchas veces, te la debes saber de memoria y además tu sabes que paso, estabas allí también.- Le sonreí.
-Por favor, es que me encanta cuando me la cuentas.- No podía ante ella, siempre lograba una forma de vencerme.
-Está bien, te la contare, ponte cómoda y empezamos.
Zoe siempre se entusiasma con esa historia, le encanta escucharla a pesar de haberla vivido, jamás se cansa de que se la cuente, lo he hecho una y otra vez desde esa noche en la que no pudo dormir y se la conté para que se cansara.
-Muy bien, ¿Estas lista?- Ella asintió.- Bueno, comenzó ese día, ¿Te acuerdas de ese día?, bueno ese día…