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¿El hueso de la risa? por BlackRose

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Notas del capitulo: Quiere agradecerle a maryme, a Nerea, a Saiyuri y a tantas otras personas por su apoyo y sus ánimos. Hago especial agradecimiento a Jill Osiris, gracias, tu review me dio el último empujoncito para publicar esto. Muchas gracias a todos ^^ Espero que les guste. Dejen reviews.

Callejón Diagon. 16:50

En un lugar abarrotado de magos y brujas, cuyas túnicas siseaban sonoramente sobre el ensordecedor ruido proviniente de vendedores, que deseosos de ganarse el sueldo no dudaban en llamar a gritos a los jóvenes para venderles a los incautos, filtros de amor por pociones de odio, que no tenían mucha salida.

Harry, Ron y Hermione iban los tres juntos, salteando los obstáculos humanos, hasta lograr alcanzar su objetivo, la libreria. Una vez allí de sus mochilas sacaron unas listas que anunciaban los libros que necesitarían durante ese curso. Tomaron aquellos que necesitaban y se acercaron al mostrador de la trastienda, donde Harry tropezó hiriéndose.

- Vaya, vaya -una familiar y siseante voz atronó desde el umbral de la puerta de entrada-. Pero si es el joven Harry Potter, caido en desgracia, menudo salvador del mundo mágico nos ha tocado si le consigue vencer una simple escalera -el sarcasmo y la ironía siempre tan presentes en su voz ahora más fuerte y varonil por el cambio de voz.

- Dejale en paz Malfoy -intervinieron Ron y Hermione a la vez.

- Callate, maldito conejo pelirrojo, y su novia -haciendo que Hermione enrajezca- Vete preparando que con un Weasley tendrás muchos hijos.

Ron se pone rojo de la furia, el pelo se confunde con su cara cuando está así, y Hermione le toma la mano para tranquilizarlo. Mientras Harry que observaba la escena impasible, de pronto, se echa a reir escandalosamente. Sus amigos se giran a verle, sorprendidos, y el ofensor se sonroja totalmente.

- ¿De que diablos te estás riendo Potter? -dijo el rubio furioso, pero Harry seguía riéndose sin tan siquiera parar a respirar.

El joven moreno estaba empezando a cambiar de color, se estaba poniendo morado por la falta de oxígeno. Sus amigos estaban realmente preocupados y Ron no podía parar quieto donde estaba, era una situación preocupante. Le lanzaron un hechizo para que se desmayará, al menos dormido no reiría tanto.

- ¿Y ahora qué hacemos? El medimago está muy lejos y no creo que Harry aguante mucho más, ese hechizo dura poco tiempo -dijo Ron al fin, presa de la desesperación, Hermione lo miró, igualmente preocupada.

- Lo llevaré yo -dijo el rubio adelantándose a sus compañeros- El pequeño Weasley está demasiado histérico y la sangre sucia demasiado preocupada por su amigo, no podeis apareceros bien.

Los dos amigos lo miraron con desconfianza, pero ambos sabían que Draco tenía razón. Debían dejar que se lo llevara. Asintieron ambos levemente y dejaron que Draco tomara en brazos el cuerpo de Harry, desmayado. Y desaparecieron ambos dejando trs de sí un fuerte chasquido.

- ¿Crees que cuidará bien de él Herm? -preguntó Ron viendo fijamente a su novia, que afirmó con un leve asentimiento, lo miró sonriendo.

- Estoy segura, ahora pagemos los libros, sino Harry no tendrá libros para volver a la escuela este año, ya lo veremos allí y nos lo contará todo.

- Tienes razón. Ahora es lo único que podemos hacer por él.

************************************

La casa de los Malfoy, una vez, hace mucho tiempo sirvió de palacio a un rey y a su familia, pero al morir él, la familia se arruinó. No podían mantener aquel lugar, así que no les quedo otra más que venderlo. Era una especie de mansión tallada en piedra blanca, similar al mármol, era un blanco inmaculado, al atardecer el sol contra las piedras, era un espectáculo maravilloso. Era un edificio lleno de torres y pasadizos secretos, ni siquiera los actuales dueños de la casa los conocían todos.

Había un río que serpenteando, bordeaba el palacio por el norte. La entrada principal estaba al sur, pero para llegar se debía cruzar un jardín rebosante de flores aromáticas. Al este se hallaba el invernadero, lleno de plantas de todos tipos; curativas, venenosas, narcóticas,... Al oeste se situaba la mayor atracción un laberinto, lleno de estatuas de marmolina y una gran fuente en el centro. Visto desde las torres el laberinto era un retrato de la madre de Draco. Realmente Lucius hacía las cosas a lo grande.

Las habitaciones estaban en los pisos más altos, pero por debajo de ese mundo de luz y objetos brillantes y relucientes, en los sotanos habían mazmorras oscuras, laboratorios tétricos y hasta habían varias salas de torturas, para los dueños, estas salas no tenían la menor importáncia, llevaban allí desde que se construyó el palacio, pero de eso ya hacía varios siglos.

Draco se apareció en el salón, un lugar bastante sobrio, decorado en diferentes tonos de blanco y, un sofá y dos butacas estilo Luis XV, todas de terciopelo rojo, aquel salón era su lugar favorito debía de estar allí, era su obligación estar en casa a esas horas. Al mirar por todas partes de la sala se enfurecío y, con Harry en sus brazos, comenzó a llamar a gritos a alguien, estaba totalmente fuera de sí.

- ¡¡¡Isis!!! ¡Maldita seas como no me contestes! ¡Sé que estás ahí!

- No hace falta que grites me vas a dejar sorda... ¡Oh, por Merlín!

Una joven de unos diecinueve años, bastante alta. Tenía la piel morena, de unos ojos entre rojo y verde increíblemente brillantes. Llevaba ropas ceremoniales egipcias. Los cabellos negros largísimos anudados en una cola de caballo, una tiara de oro puro con un enorme rubí adordaba su frente, dándole así un aire casi místico. Al ver al joven en los brazos de su amo fue corriendo a su encuentro.

- ¿¡Qué le has hecho al pobre chico!? -dijo corriendo hacia su jefe.

- ¿Acaso no eres médico? Averigualo tú y después ya te disculparás por tu comportamiento -dijo Draco depositando al joven moreno en el sofá del salón de la lujosa casa.

- A ver dime. Ya que tú no le has hecho daño, aunque sigo sin creerte -el rubio la miró furioso- ¿Qué o quién le ha hecho daño? -Draco rió despectivamente mirando a Harry, inconsciente, ajeno a lo que le rodeaba en esos instantes.

- El muy estúpido se cayó él solito -la morena lo miró incrédula- Y de pronto, comenzó a reirse hasta que se desmayó.

- Bueno, al menos ya tengo por donde empezar a indagar. ¿Dónde se golpeó? -el rubio la miró intentando recordar la situación. Bajó los brazos en señal de frustación.

- No lo recuerdo. Se cayó, me burle de él, pero no me fije en donde se golpeó -la chica lo miró enfadada.

- ¡Muy bien! ¡Perfecto! -dijo alzando la voz a lo más posible- ¿¿¡¡Cómo diablos pretendes que cure a alguien si no sé donde se golpeó!!?? ¡No soy dios! No puedo adivinar donde está por inspiración divina. -Draco la miraba totalmente calmado. Estaba ya más que acostumbrado a los ataques de ira de su queridísima doctora.

- No obstante, eres la mejor medimaga de todo el mundo mágico -la chica enrojecío- Ya se te ocurrirá algo, confío plenamente en ti -dijo con una gran sonrisa, Isis alzó una ceja.

- Si me estás haciendo la pelota es que el chaval ahí tumbado te gusta -el rubio giró la cara para que Isis no viera su sonrojo, pero no pudo evitarlo y la morena sonrió satisfecha- Además, aunque no hubieses dicho eso lo habría ayudado igual -se acerca lentamente a la butaca- Es muy guapo -acerca sus labios a los de Harry, lentamente, muy lentamente,...

- ¡Basta! ¡No hagas eso! -grita un Draco Malfoy totalmente enrojecido y ¿celoso?

La morena se apartó lentamente del joven, realmente no había tenido ninguna intención de besarlo, aunque fuese tan guapo, fue sólo para comprobar si al joven, rubio sin alma, le gustaba aquel joven dormido. Sonrió satisfecha ante su descubrimiento y tomó en brazos al chico inconsciente.

- ¿¡Qué haces ahora!? No pienso dejarte sola con él -decía el rubio enfurecido.

Ella sonrió, y sus labios se curvaron en una mueca que casi rozaba el sadismo, sabiendo lo que le deparaba al rubio. Acomodó a Harry entre sus brazos y lentamente comenzó a caminar sabiendo que su jefe la seguía de cerca, para vigilarla.

Subieron las escaleras, puede que con la complexión física que tenía no pareciera gran cosa, pero era mucho más fuerte de lo que parecía, tanto física como mentalmente. Se paró de pronto frente a una puerta, el rubio chocó con su espalda, era obvio que el rubio jamás había entrado en sus aposentos, con su gran cama con dosel. Aunque tenía un laboratorio propio, habían ingredientes y elementos que jamás salían de su habitación, lo que le daba un aspecto bastante lúgubre, miró las semillas de acónito que Draco siempre miró con interés.

"Demasiado peligroso para un niño". Miró de reojo al chico moreno y luego al rubio, se le veía realmente preocupado por el joven. Entró y le dejó pasar tras ella. Colocó a Harry en una de las camas, ésta parecía más bien un altar de sacrificios, en comparación con la de la doctora.

- Muy bien, empezemos.

- ¿A qué? -preguntó el rubio intrigado.

- Es que, mi pequeño "dragón", si no se sabe donde se hizo daño, hay que combrobarlo físicamente. ¿No crees que es lógico? -preguntó con una sonrisa de suficiencia marcada en el rostro.

- ¿A qué te refie... ? ¿¡Eh!? -saltó sobresaltado al ver a su mentora ir quitándole el abrigo al moreno. En ese momento entendió lo que Isis quiso decir hace un momento, enrojeció hasta las orejas- ¿Seguro que no hay otra manera?

- Siempre la hay, pero esta es la más fácil, además ya sabes que el jovencito no es mi tipo.

- No es eso lo que me preocupa -estaba muy rojo. Isis rió y le puso la mano en la frente.

- Parece que tienes fiebre.


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