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¿El hueso de la risa? por BlackRose

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Notas del capitulo: Muchas gracias a todos aquellos que dejan reviews y a los que leen el fic. ^^ Quiero preguntarles que quieren que ponga en el siguiente capi. Opciones: 1º) Infancia de Isis (hay una sorpresa al que la adivine, un caramelo imaginario). 2º) Declaración de Draco a Harry durmiendo, infundiendole valor. (Con inicio de escena peligrosa) Ponerlos en ese orden o en el inverso, ustedes deciden.

Con la mano aún en la frente del rubio Isis sonrió, el rubio le recordaba a ella de joven antes de que... Recordó algunos instantes de su pasado que debían quedar allí, para siempre. Sus ojos verdes de pronto, perdieron el brillo, su cuerpo se tensó totalmente y el ceño se le frunció hasta el limite. Sintío la fría mano del rubio acariciar su mano libre, Draco la miraba con preocupación.

- Isis -su voz sonó débil, apenas audible quebrada-. Sabes muy bien que no debes volver a pensar en aquel hombre -pasó la mano delicadamente por el rostro de la chica-. Te hace daño después de tanto tiempo, ¿no? -se le veía preocupado de verdad por ella.

- Tienes... razón... -la voz le sonó quebrada, como si estuviera a punto de llorar. Los ojos verdes de la chica volvieron a brillar- Es verdad, debo tranquilizarme. Muy bien, soy la mejor medimaga del mundo entero. Jo, jo, jo,... -rió con fuerza, tan fuerte que parecía haberse vuelto loca. Miró a Draco con una sonrisa infantil-. ¡Qué comience el espectáculo! ¡Je, je, je!

Draco sonrío complacido por el cambio de actitud de la chica. Sabía perfectamente que estaba fingiendo toda esa felicidad y esa alegría, la había visto llorar sola tantas veces, en aquel mismo cuarto, por culpa de aquella persona, que había acabado aprendiendo a animarla y a consolarla, aunque fuera provocándose el uno al otro. Apreciaba demasiado a esa chica como para permitirle caer en el abismo. No la dejaría sola.

Una joven, nuevamente animada, Isis siguió quitándole ropa a Harry, el jersey, la camisa de manga corta roja que llevaba bajo el jersey, realmente ese chico debió de haber pasado mucho calor, el día de hoy había sido sofocante. Y entonces se dispuso a quitarle los pantalones.

- ¡Espera un momento! -dijo el rubio rojo como un tomate maduro-. ¿Es realmente necesario quitarle toda la ropa? ¿No deberías comprobar antes si está bien por la zona superior y si encontramos algo allí lo volvemos a vestir? ¿No opina igual, maestra? -ella sonrió irónicamente.

- ¿Sabes?, es curioso pero, siempre que no quieres hacer algo me llamas "maestra" y curiosamente funciona -el rubio abrió los ojos ilusionado- Sé perfectamente que soy la encargada de tu seguridad y de tus estudios de medicina. Pero no te legaré mis poderes -Draco tenía los ojos brillantes- Pero, esta vez no será así.

La doctora se volvió, ignorando totalmente la mirada de total incredulidad que le dedicaba su joven alumno, quitándole los pantalones al moreno. Ella lo miró con interés. Y comenzó a reir.

- ¿Qué te pasa? -pero la joven seguía riendo.

El chico, extrañado, se acercó a su profesora para ver de cerca fuera lo que fuera que la hacía reir así. Al acercarse vió que Harry estaba totalmente desnudo. Enrojeció hasta el límite al ver el cuerpo de el chico desnudo. Isis volvió a empezar a reir, más fuerte esta vez.

- ¿¡De que te ries tan a gusto!? -preguntó el joven rubio furioso. Los ojos de ésta ya lagrimeaban.

- Es... Es que... tú... no entiendo... ¿Cómo puedes ser tan inocente? Has picado como un niño pequeño. Habrás crecido en altura y en otras cosas, pero sigues siendo un crio pequeño e inocente. ¡¡Ja, ja, ja!! Por dios, hacía años que no reía así.

Por un momento el rubio pensó en enfadarse con la joven, pero optó por dejar las cosas así. Era cierto que ella no reía así en años, pero aún así era una falta de respeto. La chica se giró hacía Harry con una gran sonrisa en los labios y le hizo un señal a Draco para que se acercara.

Pensó en negarse, pero en fin, si ella quería que la ayudase, la debía ayudar si no quería meterse en problemas con su padre. Se acercó y miró atentamente cada uno de los movimientos de la joven. El rostro amable y juvenil desapareció, sus ojos verdes se volvieron rojos, pusó una mano sobre el rostro de Harry y la otra sobre el estómago.

La chica cerró los ojos y las palmas de sus manos se llenaron de una luz verdosa, con los ojos aún cerrados empezó a murmurar en un idioma antiguo. Las luces empezaron a danzar solas por el cuerpo del moreno. Isis apartó las manos lentamente y abrió los ojos lentamente.

- Draco, observa bien esas luces, ¿las ves verdad? -el rubio asintió y la doctora sonrió- Te he enseñado bien. Tienes que procurar que sean siempre verdes. Cuando se vuelvan rojas debes de tocarlas ligeramente con la varita. ¿De acuerdo?

Draco asintió, sin apartar la vista de las luces verdes ni por un instante. Ella fue a las mazmorras rápidamente, tomó las plantas que necesitaba y subió corriendo. Cuando volvió el chico aún seguía ahí, no se había movido ni un ápice. Sonrió orgullosa de él.

- Amas a este chico, ¿verdad? -el rubio asintió levemente.

Sacó las hierbas, en bolsas separadas. Pusó las hojas y las raices que había traido en un tarro en la medida indicada. Cogió la damiana, la hierba mora y la manzanila para suavizar el olor del lúpulo. Curioso, tres afrodisíacos para aplacar a un único anafradisíaco.

Colocó todas las plantas juntas en el recipiente ceremonial. Lo quemó con incienso. Y mientras que pasaba el incensario, esparciendo el humo por todas partes, recitaba una oración en la misma lengua que antes. El humo aromático cubrió la habitación, terminó de recitar el conjuro y el humo se volvió verde.

- Esto facilitará la recuperación del chico y le ayudará a descansar. Por cierto, ¿cómo se llama el chico?

- Es Harry Potter -la chica abrió los ojos, sorprendida.

- Aumentaré las medidas de seguridad -extendió los brazos y hizo que los chicos y el incienso desaparecieran a la vista.

- Gracias

- Mandaré que te traigan algo de comer y lo dejen en mi habitación- dijo a Draco- Estaré en la biblioteca.

- De acuerdo, espero que encuentres una cura pronto, ¿qué le pasa?

- Ves la marca roja que tiene en el lateral izquierdo.

- Sí.

- Se ha roto el hueso de la risa.

- Pero hace siglos que nadie se ha curado de eso.

- Yo le curaré, confía en mi.

Se fue y cerró la puerta, fue directamente a la biblioteca. Un lugar maravilloso, ocupaba una altura de trescientos veinte metros de altura, con estanterias repletas de libros que llegaban hasta el techo. Un humano no podía buscar nada allí, tampoco habían ordenadores.

Los guías encargados de la búsqueda de libros eran una especie de llamas de fuego azul, que no quemaban. En aquel lugar habían miles de llamas eternas todas hechas por dos personas, con una magia realmente avanzada. Esas personas eran el señor y la señora Malfoy.

- Es realmente el mejor sistema de búsqueda. ¡Mako! -dijo la chica haciendo que una de las llamas se acercará rápidamente a ella.

- ¿Qué deseará leer hoy señorita?

- El libro de siempre y tambien busca todo lo que puedas del hueso de la risa.

- Es más práctico el "sistema llamas", ¿verdad? -Isis se volteó a ver a quien fuera que hablase.

- ¡Lucius! La verdad es que debo admitir que sí te jugabas la vida para coger un libro arriba. ¡Por cierto! Manda llevar comida a mi cuarto para tu hijo, no te preocupes, yo dormiré aquí. Además, tienes que llamar a Severus -mientras cogía uno de los libros y lo ponía sobre la mesa. Lucius se acercó.

- Veo que sigues guardando ese libro -sonrió burlón-. ¿Sigues enamorada de él? -ella lo miró furiosa.

- Si te lo dijera correrías a decirselo, ¿verdad? -el rubio asintió con la cabeza-. Pues entonces, adivinalo tú mismo. Es mejor que te vayas, estaré demasiado ocupada como para escuchar más interrogatorios. Y tú ya sabes lo que ocurre cuando me enfado, ¿verdad? -lo dijo de una forma tan fría y seria que hizo que el mismo Lucius se estremeciera de puro miedo.

- Lo sé, descuida, no quiero dejar viuda a mi mujer aún -la chica sonrió amablemente. Resultaba tan encantadora como peligrosa-. Das auténtico pavor cuando miras así, ojalá fueras hija mía -y se marchó por la puerta riendo.

- ¡Llamarás a Sev! ¡Oh no!

- Sí, descuida. Mañana te lo traigo aunque sea arrastrando.


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