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Cuando te des cuenta de tu error... por chibibeast

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Notas del fanfic:

Fanfic perteneciente a la serie "Amigo secreto" / "Intercambio de regalo" por parte del grupo de Facebook THE GAZETTE [AMOR YAOI] Mi amigo (no) secreto es... -redoble de tambores- YORU13 -aplausos y ovaciones- Hizo un pedido de ~romance, humor y violencia~ Al principio iba a ser fantasía, pero quise tocar el tema navideño, así que cambié de opinión... ¿cliché? ¿trillado? No sé ni cómo llamar este intento de fanfic :v

Hay algo con lo que no cumplí... LO SIENTO, PERDONAME TcT

 

Notas del capitulo:

Hola~

Mi creatividad se fue al Polor Sur y mi humor se fue de colado. Ni ayudar a Santa Claus quisieron (?)

Mi espíritu navideño se derritió junto a la arena y la ladera del volcán que hizo erupción en mi país a finales de noviembre y principios de diciembre :v al final le captarán (nada que ver con sexo xD).

Abajo explicaré cierto... Nah, les diré mi excusa porqué no he actualizado Uñ.ñ Al inicio Reita y Kai tienen 17 años (si me han leído han de saber de mi obsesión por Kai <3) y Aoi tiene 18. A mediados Reita y Kai tienen 22 y Aoi tiene 24. A finales Reita y Kai tienen 25 y Aoi tiene 27 años. Ay, que horror xD

 

Dolía. 

Dolía tanto.

Cada impacto, lo desgarraba más. No entendía el "Por qué", ignoraba que la respuesta estaba frente a sí.

Los golpes iban y venían, cada uno más fuerte que el anterior, cada golpe era un nuevo moretón en cualquiera de sus extremidades... Y una nueva herida a su corazón.  

No recordaba cómo fue que llegaron a tal punto, tal vez fue el simple hecho de cruzarse en su camino o la mirada aireada que el otro le dedicó. Ya no importaba, no en ese momento. Su instinto dictaba que continuara lanzando golpes, patadas, que derribara a su contrincante; gritaba incoherencias, insultos, imprimiría cuánta fuerza para lastimar cualquier parte del cuerpo de su oponente.  

Recibía de igual manera aquellas patadas, puñetazos, jalones de camisa y cabellos.  

Uno de los chicos cayó al suelo, el otro aprovechó el desconcierto y se sentó en el abdomen del contrario, agarró el cuello del camisa con una mano, impidiendo así que se moviera; mientras el chico en el suelo se removía tratando de quitar al otro de encima. Ambos empezaron a rodar por el suelo, ensuciando sus ropas con la tierra del patio. Un duro choque de una cabeza rubia contra el suelo, desorientó al chico; su vista era borrosa, a penas diferenciaba una mata de cabellos negros sobre sí y el ruido emitido por personas cercanas lo aturdía cada vez más.  

Su quijada crujió cuando unos nudillos impactaron, cubrió su rostro en un vano intento por evitar los repetidos golpes que eran repartidos; de su rostro pasaron a su abdomen y viceversa, donde él trataba de cubrir, el otro propinaba en el área desprotegida. Sintió el peso quitarse de encima, suspiró pensando que todo había acabado... para su desgracia, no era así.  

Un fuerte jalón del pecho de su camisa le hizo ponerse en pie con dificultad, apenas podía sostenerse pero eso parecía importarle poco al pelinegro; el rubio, más confundido y desesperado que antes, se asió de la camisa de su agresor para no caer de nuevo. Parpadeó un par de veces tratando de enfocar la cara de aquel que lo hería no sólo físicamente, sino emocionalmente; una mueca que no supo descifrar fue lo que encontró, su corazón se estrujó y su espalda estrelló en una pared rugosa, centenares de grumos de cemento se enterraron en su piel a través de la tela. Ahogó un grito, ya no tenía fuerzas para nada.  

Se apoyó en la pared, casi resbalando por ésta. Con su cabeza agachada y aún con su borrosa vista pudo percatarse de unas manchas rojas que caían al suelo y manchaban su ropa, llevó dos dedos a su nariz comprobando que de allí emergía sangre, también de su boca y estaba seguro que no era lo único que sangraba.

Quiso llamar un nombre, el nombre perteneciente al pelinegro. Quiso pedirle que se detuviera. A pesar de no saber el "por qué" de tal violencia hacia su persona, si dejaba de agredirlo, no le reclamaría, no pediría explicación, no volvería a cruzarse en el camino si así él lo quisiera. Sólo quería dejar de luchar, ir a la enfermería a que curaran sus heridas y luego descansar en casa.  

Con esfuerzo bloqueó una patada dirigida a un costado, reprimió un quejido.  

El pelinegro no tenía compasión. El rubio esquivó lo que parecía ser una bofetada, pero un ardor incesante que iniciaba a lo largo del pómulo izquierdo y terminaba casi a la mitad de la piel de su nariz le advirtió que el pelinegro usó algún objeto corto-punzante. Ya no temía por su integridad física, temía por su vida. 

Cerró los párpados fuertemente y se encogió abrazando su dolorido torso, rogando internamente que los vítores de los estudiantes, dándole ánimos al peligro para continuar, cesaran y que alguna autoridad escolar apareciera y pusiera fin a la violencia.  

–Detente... Por favor.– inaudible suplica, creyó nadie escuchó porque sus labios hinchados no modularon bien y su voz rota no articuló correctamente.  

De repente, los gritos combinados con insultos dirigidos a su persona, dejaron de oírse poco a poco. El semi círculo hecho por estudiantes curiosos y bulliciosos, abrió paso a un grupo de maestros que, prácticamente, los amenazaron para que se largaran a sus casas; el timbre de salida había sonado hace mucho y era prohibido quedarse dentro de la escuela después del toque.  

Lágrimas de alivio se agolparon en sus ojos, sus claros cabellos ocultaban su demacrado rostro, suspiros cortados salían de su boca, reprimió cualquier ruido y con cuidado apartó el líquido que descendía lento. Estaba cansado, adolorido, su cabeza daba vueltas, los cortes y moretones escocían. Escuchó a uno de los maestros nombrarlo y decir que lo siguiera a la oficina del director.

Con gran dificultad se despegó de la pared, inhaló hondo y emitió un quejido audible, el aire le escaseaba, algo tibio le mojaba la espalda, al parecer los maestros no habían notado su deplorable estado o sencillamente hicieron la vista gorda debido a que fue atrapado en una riña. Les seguía el paso torpemente, ellos no le tomaron importancia; no al menos hasta que llegando a las gradas que los llevarían al segundo piso, que era donde estaba la oficina, el rubio cayó estrepitosamente.  

No soportó más, nada iba bien. La oscuridad se apoderó de su visión y la inconsciencia de su mente. Lo último que escuchó fue el llamado angustioso de su mejor amigo que pasaba justo por allí... Su mejor amigo, hermano menor del pelinegro que marcó más que su historial académico.    

 

  *    

 

A las horas de haberse desvanecido, el rubio despertó. Desubicado trató de girar el cuello para ver algo que no fuese el techo, no le sorprendiósaberse en un hospital. Todo su ser reclamaba no hiciera ningún movimiento, cerró los párpados un momento, suspiró cansado.

Poco después su madre y un médico ingresaron a la habitación, el médico realizó revisiones de rutina y pronunció:  

– No tienes heridas graves, sólo un brazo roto, tuvimos que dar tres puntadas en la parte trasera de tu cabeza. No te preocupes, quedará una cicatriz fina ni se notará gracias a esa melena que tienes.– el hombre de bata y su madre rieron, el rubio hizo el amago pero un ardor en el lado izquierdo de su cara se lo impidió.  

Rozó el parche que cubría esa zona con los dedos, los retiró inmediatamente, ya que lo sintió extraño y le ardió.  

– Respecto a eso– volvió a hablar el que lo atendió– no podría decir lo mismo. Hay posibilidad de que sea una cicatriz visible, el corte es alargado pero usando cierto ungüento desaparecerá de a poco.– unas palabras más y el señor lo dejó solo con su madre.  

La mujer pidió hablar sobre lo sucedido en el instituto, lastimosamente ni él comprendía la razón del ataque, solamente se defendió... Aunque al final no sirvió de mucho. Su madre estaba alegre de que nada peor le hubiese sucedido, lo abrazó y depositó un beso cariñoso en su frente y comentó que su amigo esperaba afuera.  

– Akira...– susurró un pelinegro de su misma edad al adentrarse a la habitación.  

– Yutaka– lo nombró – Pasa hombre, no te quedes como estatua en medio del camino, mira que si alguien abre la puerta besarías el piso y regarías tus dientes.– Akira rió, la incomodidad de sus lastimaduras presente pero él las ignoró, no deseaba preocupar a su amigo; imaginaba que debía sentirse culpable.– Pensándolo bien, podría poner tus dientes bajo mi almohada y el Hada de los dientes me dejaría mucho dinero; ¿Me los regalas?– preguntó con genuina emoción ante su idea.   Yutaka posó ambas manos tapando su boca como temiendo que lo dicho se hiciese realidad, se acercó a la camilla y se sentó en una silla.  

– Idiota, ni en éste tipo de situación dejas de ser tú.  

– Ya sabes cómo soy, convierto todo en un chiste.– mostró esa sonrisa tonta que hacía lucir aniñadas sus facciones de adolescente de 17 años.  

– Tonto, esto no es de risa.  

– Lo sé. ¿Pero que más puedo hacer, si no es reír de las desgracias de la vida?   – No lo sé.– encoje los hombros– Tal vez levantar tu plano trasero, ejercitar esos espaguetis que tienes por brazos, estudiar, operar tu naricita...– enumeraba  conteniendo la risa al ver las muecas que hacía Akira– Pensándolo bien, mejor no, te ves muy adorable.– dio un toquecito con el dedo índice en la punta de la nariz de su amigo y guiñó un ojo.  

Akira formó un puchero y cruzó los brazos apartando la cara en un gesto de finjido enfado. Yutaka sonrió, le divertía molestar al rubio, así como Akira lo molestaba a él.  

– No te metas con mi trasero, espera a que sea un adulto y verás... ¡Será mi mayor atributo! ¡Mi trasero será mi parte más sexy!– lo dijo tan convencido, alzó el pulgar en afirmación y sus ojos brillaban.  

Yutaka no se contuvo más y una risa estruendosa escapó de su garganta, echó la cabeza hacia atrás. Akira rió a la par que su amigo, lo que dijo no fue un chiste, iba en serio pero al ver a Yutaka reír lo contagió. De a poco fueron menguando sus risas hasta conectar sus miradas, la sonrisa de Yutaka pasó a ser una mueca triste al recordar el lugar en el que encontraban y percatarse del estado de su amigo.  

– Lo siento.– no era su responsabilidad, fue culpa de su hermano mayor pero el rubio era su mejor amigo, él era parte de eso.  

Guardaron silencio durante unos minutos.  

– No tienes por qué disculparte, tú no hiciste nada, siquiera andabas cerca.– dio suaves palmadas en el hombro contrario.– Quisiera que nuestro último día juntos no fuese de ésta manera.  

– No sólo arruinó nuestro día, lo peor es que lastimó aquí.– posó una mano en el pecho de Akira, refiriéndose a su corazón.  

– Sanará, estoy seguro. Ahora, olvidemos lo anterior y cuéntame... ¿Qué te dijo Takashima, eh pillín?– elevó ambas cejas, como si fuese algo pervertido.  

Al día siguiente fue la última vez que ambos amigos se vieron, ya que la madre de Akira consiguió un nuevo puesto de trabajo en Tokio; iniciaría el nuevo semestre es colar en otra cuidad. Se despidieron con un gran abrazo y una enorme sonrisa. Sin darse cuenta que a lo lejos un chico,dos años mayor que ellos, los observaba; especificando, centraba su mirada en el chico que arrastraba sus maletas en dirección al tren.        

 

 

**********          

 

 

En el pasillo de un supermercado ubicado a seis cuadras de su casa, se encuentra un rubio platinado que sostenía un frasco de Nutella en una de sus manos y una mueca boba en el rostro. Su mente viajó al pasado y le trajo el momento que menos le gusta recordar. Agita la cabeza, espabilando; pone el frasco dentro de la canasta que cuelga en la unión de su brazo y antebrazo. Con la mirada baja empieza a caminar, la voz de alguien gritando su nombre lo hace detener.  

– ¡Akira!– voltea hacia donde proviene la voz– ¡No puedo creerlo! ¡En verdad eres tú! No has cambiado en nada, bueno, aparte del color de tu cabello.– más que sorprendido, asombrado y hasta cierto punto asustado, reconoce al sujeto que le habla. Esa figura estilizada, las iris negras y profundas, ese cabello negro lasio y esos labios carnosos, casi siendo una exageración, jamás los olvidaría... Menos olvidaría al hombre poseedor de tal aspecto atractivo.  

– Yuu.– dice en tono bajo. Escalofrío le recorre la columna, sus manos y labio inferior tiemblan imperceptiblemente, sus latidos se aceleran. No sabe cómo reaccionar cuando observa al hombre dar un paso hacia adelante, acercándose a él.   

Aún con la mano dentro de la canasta, vuelve a tomar el frasco de Nutella y en un impulso por evitar el acercamiento... Lanza el objeto hacia Yuu, dando directo en el estante al lado de éste haciendo que el botecito rebotase, diera en la frente del pelinegro y todas las bolsas de comida chatarra le cayeran encima debido al movimiento brusco. Si esto hubiese pasado en otras circunstancias, reiría como foca retrasada haciendo escalándolo por tan mala suerte y agradecería su pésima puntería, pero no, este es un reencuentro que espero nunca sucediera... O al menos eso es lo que él dice.  

Sin esperar, retrocede unos pasos, una mueca de terror se pinta en su cara; su subconsciente le juega una mala pasada al hacerlo creer que Yuu está ahí para terminar lo que no pudo en preparatoria.   

El pelinegro, desconcertado por la reacción de Akira, quita las bolsas de encima suyo y soba su frente, seguro se formará un chichón. Al levantar la mirada, lo primero que ve es una botella de detergente que se dirige hacia él, logra esquivarla pero un bote de sopa instantánea da contra su nariz; ve al frente y el rubio platinado ya no está. Lo busca alrededor, sólo hay personas que lo miran de forma rara y otras lo ven aguantando la risa; no es común ver ese tipo de escenas: un adulto lanzando envases a otro en pleno supermercado como si estuvieran solos.

Mientras, Akira a paso veloz se pierde entre los estantes volteando en todas direcciones por si Yuu aparece otra vez. Nunca esperó reencontrarse con aquél que fue su "amor de adolescencia"... ¿A quién quiere engañar? Todos estos años deseó verlo, pero Yuu apareció en un pésimo momento, acababa de recordar uno de los peores días de su vida y justo el protagonista aparece ante a él.   

El temblor de su cuerpo no es de miedo, sino de emoción. El haberle lanzado algo fue como una manera de "retribuirle" un poco del dolor físico causado. No entiende por qué huye, la verdad es que no entiende muchas cosas y actúa sin pensar. Escucha correr a Yuu detrás suyo gritando su nombre,  tal vez si lo deja hablar lo dejé en paz, frena dispuesto a lo que sea que quiera aquel. De un instante a otro, yace boca abajo en el piso y lo que cargaba en la canasta regado a su alrededor, el cuerpo de alguien más no le permite levantarse.  

– Lo siento, no pensé que te detendrías de la nada.– el que lo perseguía habla a sus espaldas, muy cerca de su nuca. Un ligero sonrojo tiñe sus pómulos.  

– Está bien, sólo... quítate de encima.– con la voz ahogada debido al peso del contrario. Yuu hace caso, pero sin querer su "zona sur" roza el trasero de Akira, quien de la sorpresa y los nervios se levanta antes de que Yuu pueda hacer algo, causando que éste caiga sentado al piso.  

Ignorando su sonrojo, que la persona que lo lastimó hace años está atrás de él y los mirones de los demás clientes, recoge los productos que salieron despedidos de la canasta.

Concentrado en cualquier cosa, excepto lo que acaba de ocurrir, no nota que un par de manos extra lo ayuda a guardar todo hasta que finalizan y una de esas manos se posa en su cabeza; dicha extremidad revuelve sus cabellos platinados, luego desciende a su mejilla y con el pulgar acaricia la piel levemente teñida.  

– En verdad, no has cambiado. Sigues siendo el mismo tonto, exagerado, loco y torpe Akira.– el mencionada aparte su mirada de aquella oscura que pareciera hipnotizarlo aún después de tantos años.  

– ¿Ah?– ciñe el entrecejo y su piel recupera el color normal– Disculpe usted, señor facciones maduras, hombre pelo en pecho, quijada cuadrada, barba cerrada y abdomen de acero.– el tono irónico denota cuánto le desagradan sus palabras al rubio platinado.  

– Lo sé,  soy todo un semental.– copia las poses de algún modelo carente de creatividad a la hora de un photoshoot.   

Akira resopla, Yuu tampoco ha cambiado un mínimo; sin embargo no reprime la risa cuando una anciana que pasa a su lado mira a su acompañante como si fuese un loco y masculla: "Estos jóvenes de hoy, no tienen ni recato ni modales. Poniéndose a hacer payasadas e indecerncias en un lugar público." y demás murmullos que no alcanza a oír.   

Ahora, Yuu es quien luce avergonzado y Akira se percibe distendido.  

– Me alegra que el que una anciana me humille te haga reír.   

– No sabes cuánto.– aclara la garganta, parando de reír.– Bueno, paremonos ya ,¿no? Creo que le ahorramos trabajo a los de limpieza estando aquí tirados.– se pone en pie sin percances.   

A diferencia de Yuu, quien tiene difultad para ponerse en pie; un letrero amarillo cerca de él anuncia que esa parte del piso fue encerado, por ayudar a su antiguo amigo no se percató de eso. Cada intento es fallido, las suelas de sus zapatos resbalan haciéndolo estampar su trasero y haciendo reír cada vez más a Akira; esta escena le divierte más de lo que aparenta.  

– Pareces un chihuahua en "modo vibrador".– Dice cuando Yuu pudo mantenerse, estirando los brazos al frente y temblando visiblemente por el esfuerzo, sus rodillas juntas y la mueca desesperada que grita: "Auxiliame, desgraciado. Me romperé más que el culo y tú allí, riéndote de mí."  

– No me acercaré. Quiero conservar mi culo intacto, gracias.– lleva las manos a su casi trasero, como protegiéndolo. Solamente esa parte es la que no cumplió el objetivo de desarrollarse como su punto sensual... Qué decepción.  

– ¡Akira! En serio, si doy un paso azotaré como res y la próxima que me veas estaré colgando en la sección de carnes.  

– ¿Quién compraría tu carne? Aunque viéndote bien, tienes mucha.– le apunta al torso.  

– ¿Me estás diciendo gordo?– mirada fulminante.  

– No. Te digo pachoncito.– una risotada se oye. Akira disfruta éste instante. Es como una mini venganza regalada por el karma, dicho sea éste obra de maneras inesperadas.  

– Definitivamente no haz cambiado una pizca.– una sonrisa de medio lado hace los latidos de Akira sean rápidos y los nervios se alteren.  

– Sí, bueno, como sea. A ver, te ayudaré para que no sigas haciendo el ridículo.   

Luego de que el mayor de los dos se encontrara "a salvo", van caminando por un pasillo vacío de personas, lo que Yuu aprovecha rodeando la cintura de Akira con sus brazos, mientras éste no se decide si elegir un cepillo para lavar inodoros o un mango de escoba para magullar al pelinegro y éste lo suelte.  

– Yuu, déjame. No sé qué tramas pero no es divertido.  

– Te soltaré una vez me hallas escuchado. Quiero pedirte perdón, Akira. Yo...– lo interrumpen.  

– Este no es el momento ni el lugar adecuado.– deshace el agarre y toma el cepillo, ya no por precaución, sino porque sí lo necesita.  

– De acuerdo. Cuando salgamos de aquí, me gustaría que me acompañaras a un lugar y me cedieras al menos una hora para hablar contigo.  

Akira no contesta,  simplemente continúa eligiendo productos hasta llegar a caja y pagar.      

 

*      

 

 

Ahora, ambos, sentados en la banca de un parque cercano, bajo un árbol frondoso con hojas de un verde brillante que se mueven al son del viento al igual que sus cabellos, la brisa fresca es agradable; hay tantas personas como dedos hay en dos manos.  

– Cuando te des cuenta de tu error, él ya te habrá olvidado.– con esas palabras Yuu inicia la conversación. Akira voltea, confuso.– Fue lo que Yutaka me dijo después de haber discutido fuertemente, a los minutos de haber regresado de visitarte en el hospital.– pasa la mirada a los ojos de su acompañante, el pecho le oprime al detallar la cicatriz levemente visible en su rostro– ¿Es cierto? ¿Me has olvidado, Akira? ¿Tus sentimientos ya no me pertenecen?   

Estático, párpados abiertos al máximo y conteniendo la respiración, es así como Akira observa a Yuu.   

– Yo...No...– respira hondo– Te quise mucho, Yuu. Fuiste el primer chico del que me enamoré, al principio fue confuso pero no hice ningún lío, lo acepté; siempre estuve consciente de que no sería correspondido, a diferencia de Yutaka, que juraba que nosotros seríamos pareja, que yo también te gustaba. A veces sus palabras me emocionaban, se veía tan seguro que hacía crecer mi ilusión de estar contigo; él decía que te comportabas distinto estando conmigo, que me mirabas de la misma manera en que yo te miraba, eso no lo creí pero se trataba de Yutaka y él casi siempre tenía razón. Sin embargo, aquel día quebrantaste todo, no supe la razón hasta que Yutaka me la dijo y eso me destrozó más que cualquiera de los golpes que me diste. ¿No pudiste simplemente decirme que te daba asco que otro hombre estuviese enamorado de ti y que no querías mi presencia cerca de ti y tu hermano? Lo hubiese comprendido, ¿Tan necesario era lastimarte sin siquiera intercambiar diálogo?   

– Yutaka, ese maldito siempre tiene razón,  creo que es brujo o algo así. Lo que te dijo mi hermano es verdad, sí me gustabas pero no lo acepté. El día anterior Yutaka me contó sobre tu enamoramiento, pensamientos positivos y negativos se combinaron en mi mente, no sabía cómo sentirme; lo dejé hablando sólo y me encerré en mi habitación a pensar mejor. Fui a la escuela enojado conmigo porque no me decidía a decirte o no, un chico me dijo que te habían visto besarte con otro chico pero le dijiste que yo era quien te gustaba; luego empezaron las burlas y eso me enojó, me enfureció. Me puse a pensar que si me declaraba eso era lo que me esperaría, me señalarían, mis padres se avergonzarían de que a su hijo mayor no le gustasen las chicas. Cuando te vi tranquilamente por el patio algo dentro de mí se descontroló, todo fue una mezcolanza; no tengo idea de cómo explicarlo, sólo hice lo que hice. Me importaba lo que pensaran de mí, lo primordial eran mi orgullo e imagen; me causadas demasiada confusión, aún así debí sobreponer mis sentimientos.  

– Yuu...  

– Siquiera tiene sentido que venga pedir perdón. Fue casualidad toparnos en el supermercado...  

Yuu continúa hablando, pura palabrería, oraciones inconclusas e incluso fuera de contexto; pareciera que quisiese arrancarse el cabello por cómo lo tira, de repente Akira se ve siendo sacudido descuidadamente; Yuu lo agarra de la hombros y se agita junto con él. Ambos con ojos cerrados, Akira por querer hacer que el pelinegro pare y Yuu por sacudirlos, sus cabezas chocan; así el rubio es liberado con un chichón en su frente y viendo estrellitas, pero libre.  

– Oh Dios. No lo había visto.– Akira ríe, nuevamente. Hacia tiempo que no reía tanto en menos de dos horas.  

– ¿Qué te causa gracia? Me duele.– se soba arriba de las cejas.  

– Nada. Apartemos el hecho de a casi me abres la cabeza con un bloque de cemento.– inhala– ¿Eso es lo que tienes que decir en tu defensa?  

– Sé que fue erróneo, no tengo manera de volver en el tiempo y evitarlo. Estoy arrepentido, por eso te seguí, quiero tu perdón y... si me lo permites, quiero permanecer a junto a ti.  

– Te perdoné hace años, sin que tú lo pidieras. Respecto a las respuestas de tus preguntas: Han pasado 5 años, puede que halla superado el dolor que me causaste, sin embargo te toca descubrir si el amor que sentí aún te pertenece o no.  

– ¿Me permitirás cortejarte?  

– Posiblemente.– guiña un ojo, emprende marcha dejando a un esperanzado Yuu todavía sentado y con un par de chichones, como si le fuesen a salir cuernos.          

 

 

*****          

 

 

 

La puerta de entrada de una casa de dos pisos es abierta por un castaño claro de rostro cansado, después de media jornada de trabajo revisando papales encerrado en una oficina, nadie regresaría a casa con una sonrisa... A menos que la pintaran. Agradecía a lo que pudiese agradecer porque sólo halla sido media jornada y que se debiera a las prontas fechas de celebración.  

Atraviesa la sala de estar, se adentra a la cocina donde sabe encontrará su novio y cuñado-mejor amigo; lo que no sabía era sobre lo que están platicando.  

– Buenas, ya estoy en casa.  

– Guarda silencio, Akira. ¿Qué no ves que Yuu y yo estamos platicando sobre sus bolas?– Yutaka, hermano menor de Yuu y mejor amigo de Akira, mira al mencionado molesto por la interrupción.  

– ¿Eh?  

– Las bolas de Yuu están aguadas, magulladas y deformes, no lo veas así. Ya no lo hagas sentir mal.– abraza la cabeza del pelinegro contra su pecho y un puchero se forma en sus labios.– No me imagino lo que debes sufrir cada que Akira ve tus bolas.  

– No, Akira no es lo que...– Cuando quiso aclarar las tonterías de su hermano, su novio había desaparecido... Dejavú.–  No eres pervertido porque Kou no está aquí.– vira los ojos.   Yutaka sonríe encantadoramentre inocente.  

– Debo irme. Ya definí tus bolas, cuidalas, no vaya a ser aparezcan amoratadas.– dice malintencionado– Despideme de Aki.– corre por su vida  estampando la puerta al huir.      

 

 

*      

 

El castaño, prácticamente, corre a su habitación y cierra la puerta con seguro.  

– Paciencia para la idiotez del prójimo.– realiza una serie de inhalación y exhalación para despejar su mente y no malinterpretar lo dicho de las bolas de su novio.   

Obviamente, hacían referencia a las bolas de arroz que quizá hubieron hecho antes de su llegada. Yuu no es muy diestro en la cocina, aunque le gana por mucho a Akira, el arroz es lo que mejor prepara pero al darle forma... Pues, les da forma indefinida.   

3 años siendo pareja, le ha visto los testículos a Yuu cantidad de veces de lo que su suegra pudo haberle visto en la tierna infancia. No son deformes ni nada, los atributos de Yuu son proporcionales.   Se deshace de la vestimenta formal cambiándolas por prendas cómodas de andar por casa. La cama, oh la bendita cama, lo llama; el reloj en el buró anuncia media tarde, una siesta no vendría mal, eso hará que deje de pensar en su pareja desnudo.  

Todavía no puede creer que Yuu lo halla enamorado otra vez... No, nunca dejó de hacerlo; se obligó a guardarlo en lo profundo de su ser. Cada acción, gratos momentos y dulces frases lograron desenterrar y reafirmar el amor, el cual va expresamente dirigido a Yuu. Lo ama, jamás lo negó y le hacen feliz los pequeños gestos que tiene para con él.          

 

 

*****          

 

 

24 de Diciembre, para algunos una fecha especial, para otros un día cualquiera. Cada quien le da un significado a esta fecha; generalmente, significa: Consumismo. La gente gasta el dinero que no posee en trasto inútiles e innecesarios, la hipocresía aumenta, llaman personas que jamás habías reparado existían o que son familia.   

La puta nieve desciende peor que lluvia colmando las calles de un aburrido tono blanco, excepto por la pipí de un perro o degenerado, impide abrir la puerta y hace que tu novio quiera dárselas de machito empujando con todas sus fuerzas logrando abrir, pero hace el ridículo al rodar hacia afuera por imprimir demás de la necesaria. Y para empeorar, al anciano del novio se le traba la columna, no puede pararse y una barredora encargada de limpiar la calle lanza, por casualidad,  un montón de nieve enterrándolo bajo la misma.  

Vaya, sólo es el princio del fin.  

Durante el día,  el mayor de la pareja tiene igual cantidad de percances como cuántas veces un bebé necesita cambio de pañal. Centro Comercial...El menor, debido al azoramiento, actúa desconociendo al idiota hace a un niño llorar por derramar su helado y la madre le da una regañisa que ni la propia le dio; en una tienda de ropa a Yuu se le ocurre probarse una camisa tres tallas inferior a la real, resultado: la depedienta con un párpado inflamado, una camisa rota y una ancianita tirada en el piso, la razón: los botones de la camisa no aguantaron ser forzados a cerrar. En una tienda electrónica, toma un celular pegado a una base mediante una cadena plástica, normal, hasta que la alarma incluida suena tachando al peli negro de "ladrón", por suerte un dependiente lo observó y salva de represalias. Akira no interfiere, suficiente tiene con saber que ese tipo es su novio. Donde no puede alegar negativamente es en una tienda deportiva, probándose  un buzo para usar en el gimnasio, a Yuu le entran ganas de meterle mano e ingresa al vestidor cuando el castaño ha terminado de medirse la prenda pero está en ropa interior, el mayor aprovecha; sin embargo su momento aventurero acaba cuando un cliente arma escándalo al abrir la puerta sin seguro; si no fuese porque el dueño de la tienda es amigo, el par hubiese sido vetado de por vida.  

Noche Buena, noche de paz y alegría... O es lo que recita la molesta cancioncita entonada por voces agudas.

Fiesta, hay una maldita fiesta en su casa... en su propiedad. No tenía conocimiento de tal evento, al volver a casa sus amigos habían arrinconado los sofás y lo que sea estorbara en la "pista de baile" improvisada en el centro de la sala de estar, botellas de diferentes licores, vinos, champaña y no identificados se ubicacan en una mesa grande posicionada en la esquina.

  Lo bueno de esto es que sólo hay diez personas, lo malo es que sólo conoce cinco... Sin contarse. Un incansable Kouyou toma vino como si de agua tratase, Yutaka aleja las botellas del "bebedor social" que tiene por pareja; Takanori baila animadamente con su reciente conquista: Chisa, un chico de facciones lindas; Yuu se auto-impuso la misión de hacer bailar a Akira, pues le desea buena suerte porque él no baila ni drogado... O tal vez sí, el punto es que lucido no se mueve. Los "sobrantes", como los llama el castaño, no tiene ni zorra idea quiénes son ni le interesa, supone que llegaron con Chisa, mientras no quiebren ni roben nada pueden permanecer ahí.        

 

*      

 

'Qué delicia', piensa Akira. El rechinido de la cama, el sonido producido por el choque de sus cuerpos sudorosos y el miembro duro que ingresa y retira de su interior lo tienen perdido en la bruma del éxtasis. Caricias repartidas en torso, muslos y glúteos, besos y mordidas que continúan el recorrido de aquellas suaves manos. Las sábanas apretujadas entre sus dedos, ya que no encuentra en qué descargar tal placer, las piernas enrolladas en la cintura del cuerpo que lo embiste descaradamente; pasión, lujuria y lasciva reflejan sus iris, sus cuerpos unidos lo vuelven realidad.  

Mezcla de murmullos, ruegos, gemidos y gruñido inundan la habitación.   

Akira percibe su interior ceñido al pene de Yuu, aprieta su esfínter al tiempo que Yuu da una certera estocada a su próstata; intercambian posiciones, ahora Akira rebota arriba de la pelvis de Yuu, auto-penetrándose. Impulsa sus piernas aumentando la velocidad de los rebotes, su cara y cuello sonrosados muestran cuánto disfruta. A casi poco de culminar, que cada fibra de su ser advirtiera el clímax... la tenue risa de cierto ente hijo de  su mami, lo distrae de su cometido y espanta, lo que pudo ser, un excelente orgasmo.  

– ¡¿Qué demonios crees que haces?!– grita histérico por el escape de aquello que anheló las últimas dos semanas y que no pudo obtener antes por culpa del trabajo, y, ahora, por culpa del malnacido de su novio.– Pon el perro celular en donde estaba... ¡Estamos teniendo sexo! ¡Maldición!  

Sí, es lo que creen. Yuu contesta mensajes de texto y respuestas a post* mandados a su Twitter, mientras su miembro viril es envuelto por las estrechas paredes del interior de Akira.  

– Mira, un reno tocando la guitarra vistiendo traje rockero.– enseña una imagen de PostCard digital animada.  

Un tic perceptible hace presencia en la ceja derecha del castaño, le permite y deja pasar muchas  pendejadas a Yuu; sin embargo, éste es el colmo de los colmos. La abstinencia se apoderó de su vida durante días, cuando por fin está teniendo tal magnifica sesión de sexo bien merecida, el desgraciado aquel lo ignora y presta atención a la mierda que le enviaron... El reno ni siquiera luce bonito.

  Teniendo cuidado, saca el pene ajeno, baja de la cama; sin pronunciar palabras ni mirar jala al mayor hacia la puerta, la cual cierra casi aplastando la nariz de un confundido y desnudo pelinegro a medio pasillo. – ¡Akira, no puedes sacarme así!– da topes a la madera marrón.  

– Ya lo hice.– Canturrea desde la habitación.– Tú me cagaste el sexo, te jodes durmiendo en pelotas, utilizando la alfombra como cama.– risa desquiciada; aunque ya no tiene ganas, saber que Yuu amanecerá con el culo congelado lo reconforta de alguna manera.

– Hace frío.      

 

*      

 

Mañana del 25 de Diciembre, la puta nieve no ha parado de descender, a este  paso tendrán que utilizar zancos para poder alcanzar el buzón o una pala para encontrarlo.  

Bostezando, el castaño ingresa a la cocina, que está asquerosamente sucia; ni ácido podría arrancar las manchas del piso y paredes, no iría a sala ni loco... Debe verse arrasado por tsunami.  

Sirve un tasa de té, preparado la tarde anterior, recién calentado. Yuu entra a la cocina, luego de algunos minutos.

Akira estalla a carcajadas, no puede creer la imagen que presenta su amado y tarado novio. Yuu viste un traje de baño, o lo que asimila, color rojo; del top sobresalen par de pelotas de tenis que simulan busto y el bikini no tapa más allá de la zona púbica, el trasero no lo observa, sino se ahogaría.  

– Vaya, alguien tuvo exceso de diversión anoche.– sonríe sarcásticamente.  

– Calla, no tengo humor.  

– Disculpe, usted, dama de hermosa delantera.– se retira de la cocina riendo, gozando.   Yuu sirve, igual, un tasa de té, da un trago...  

– Sabe a sufrimiento, miseria y... le falta azúcar.– Sólo debe estirar su mano para agarrar el frasco del azúcar, sin embargo...– Sufrimiento y miseria saben mejor amargo.  

 

Notas finales:

A pasado un buen reato desde la última vez que publiqué/actualicé Un.n
Quiero aclarar que no he abandonado ningún fic. Un Frágil corazón tendrá su actu el 26, quería actualizar hoy (24/12)... Como un "regalo" pero no fue posible terminar el cap, ocurrieron unos inconvenientes y mi animo decayó.
También, Eres como una tormenta, tengo un bloqueo para ese fic... Mi imaginación ha ido a pique ;n;
*Post= publicaciones en los muros.
*Chisa: integrante de DIV... Seh, se los llevó a todos. Supongo que reconocisteis la pareja ggg
YORU!!!! ¿Te gustó? Dime que no quedó tan feo como yo lo veía ;<; 
Lectores, diganme que no quedó horrible TnT 
¡FELIZ NAVIDAD! Les desea Chibi Grinch :D (?)

 


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