Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Navidad en Piscis por kotokochan

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer:

Los personajes aquí utilizados pertenecen a Shiori Teshirogi.

La navidad llegó al santuario, todos estaban entusiasmados por pasar una navidad juntos y hacer el respectivo brindis a media noche. Al hacer un recorrido por el santuario, podía verse como estaba decorado cada templo con adornos navideños, llenando de vida dicho lugar.

 

Los doce caballeros dorados fueron elegidos para preparar la fiesta en uno de los salones del santuario y Albafica quedo a cargo de ellos, para asegurarse que todo saliera a la perfección.

 

Shion y Dohko junto a Albafica se encargaron del árbol y los respectivos ornamentos para decorarlo.  Albafica llevo algunas pascuas en maseta para darle vida al salón, pues al ser el experto en jardinería le fue encomendada la tarea y la estrella en la punta del árbol fue colocada por él.

 

Sisifo, El Cid, Regulus y Aldebaran se encargaron de preparar la  comida para todos los invitados, Aldebaran se ofreció para preparar el plato fuerte que sería pavo horneado con una receta milenaria, que algún familiar le habría dejado como herencia, El Cid se encargó de los aperitivos junto a Sisifo, y Regulus se encargó de hornear algunos panecillo y pastelitos como postre.

 

Kardia, Degel y Manigoldo se encargaron de seleccionar el mejor vino para el brindis. Cuando Kardia escogía un vino, Manigoldo le ponía peros con tal que escogiesen el que él ya había elegido.  Al final Degel término eligiendo por ambos.

 

Asmita, Deuteros y Aspros fueron los encargados de decorar el salón y colocar la mesa. Aspros y Deuteros discutían, a pesar que eran gemelos les costaba llegar a un acuerdo por los adornos que colgarían, Asmita llevó sus inciensos para aromatizar el lugar, y trataba de calmar a los gemelos para llegar a hacer un buen trabajo, incluso Albafica tuvo que intervenir.

 

Las horas se pasaron volando, a Albafica le tocó ir de un lado para otro, supervisando, hasta que al fin todo estuvo listo, y los doce caballeros estuvieron satisfechos del trabajo en equipo que hicieron.

 

Albafica decidió sentarse unos minutos cerca de la ventana, respirando aliviado por al fin poder descansar, sostuvo su rostro con una mano, mirando a la ventana pensativo, como si estuviese esperando a alguien.

—Lo prometiste... ¿Vendrás? —Pensó.

Shion notó a Albafica pensativo, observando con un tanto de melancolía el paisaje que se distinguía por la ventana por lo que decidió acercarse y entablar conversación con Albafica.

— ¿Piensas en él, verdad? —Comentó, colocando una mano en el hombro del de cabellera celeste, sorprendiéndole.

— ¡Ah, eres tu Shion! Sólo veía el paisaje, muy lindo, ¿cierto? Y me cansó un poco estar de aquí para allá. —Dijo un tanto nervioso, pues a pesar que Shion lo sabía, no quería sonar tan obvio, además que se sentía un poco apenado en cuanto a expresar sus sentimientos se trataba.

—A mí no me engañas, estás pensando en Minos. —Sonrió juguetón causando en Albafica un leve sonrojo.

—No hables tan fuerte, recuerda que sólo tú lo sabes, y no quiero que los demás lo sepan  o...

—Descuida, ya sabes que no le diré a nadie.  Él seguro te buscará.

—Tengo miedo de ser sólo su diversión. —Confesó cabizbajo.

—No lo creo, si fueses sólo su diversión ahora mismo te tendría como “una marioneta” y esclavizado en su mundo, y si no te quisiera, no se tomaría la molestia de venir a buscarte hasta el santuario, corriendo el riesgo de ser descubierto, ya sabes, si saben que Minos viene, pensarían que Hades planea atacar de nuevo.

—Tienes razón. Gracias Shion. —Esbozó una leve sonrisa amable al susodicho.

—No tienes por qué agradecer, Albafica, ¡Animo!

 

El caballero se quedó allí, observando por la ventana como llegaba el atardecer, no podía evitarlo, pensaba en Minos, deseaba que estuviese allí mismo junto a él.

 

Cuando la noche cayó y la luna llena empezaba a brillar en todo su esplendor y ya todo estaba listo, empezaron a llegar los aprendices, llegó Sasha y el Patriarca Sage y el salón empezaba a llenarse de bullicio y tomar vida.

 

La música sonaba fuerte, Manigoldo y Kardia ya estaban entrando en ambiente pues habían tomado un poco antes de tiempo, al igual que Regulus, ya que ellos le insistieron en que probara el whisky que llevaron, y Regulus como todo niño inocente y curioso, no dudo en tomarlo. Los tres empezaban a bailar en medio del salón dando todo un gran espectáculo, que fue aplaudido por todos, o quizá la mayoría. La comida abundaba, todo apuntaba a que sería una noche buena única.

 

Los demás caballeros dorados, estaban conversando, otros probando la comida, otro en el karaoke, todos muy entretenidos, excepto Albafica que tenía un poco de pesar en su corazón, no sacaba de ningún momento de su mente a Minos, según recordaba en la última conversación que tuvieron es que estaría presente en esa fiesta, claro, tomando su precaución para que nadie sospechase que un espectro estaba en el santuario.

Shion notó lo que pasaba, por lo que decidió ir a animarlo junto con Dohko, era lo menos que podía hacer en esos momentos.

Para Albafica pasaron lentas las horas, tenía ganas de ir a su templo y estar en la tranquilidad de este.

 Por fortuna pronto se acercaban la hora más Albafica seguía pensando en Minos, no se apareció en todas esas horas, ¿Que estaría haciendo? ¿Dónde estaba?

11:59 de la noche, a sólo un minuto de media noche y las palabras de Sasha antes del brindis se hicieron escuchar.

—Tengo el gusto de alzar mi copa y brindar junto a ustedes por una navidad más, no saben qué alegría me da verlos a todos aquí reunidos, gracias caballeros por decorar este lugar y encargarse de los demás preparativos. —Dirigió una mirada amable a sus doce caballeros dorados.

 

—Así que... Por favor alcen su copa y brindemos, por esta navidad y que vengan muchas más, juntos. —Alzo su copa, seguido de las copas de los demás caballeros que se alzaban y chocaban una contra otra copa brindando, mientras las doce campanadas anunciaban que la media noche llegó, las luces pirotécnicas se hicieron ver, decorando de colores el cielo y todos dándose el abrazo fraternal navideño algunos haciendo intercambio de regalos.

 

En otra parte, para ser más precisos el inframundo, uno de los jueces no hallaba las horas por escaparse del deber, y largarse de una vez por todas hacia el santuario para ver a alguien en especial.

—Albafica, no desesperes pronto estaré contigo.  —Sonrió, mirando de reojo a Lune, quien ya se había quedado dormido sobre unos papeles.  Minos sabía bien que en el mundo humano sería la navidad, así que decidió perdonar que su ayudante se haya dormido, aprovechando a salir sin que nadie le dijera nada, dirigiéndose al santuario.

Luego del brindis correspondiente, en el santuario todos estaban enfiestados aún, algunos ya pasados de copas, Albafica no gustaba mucho de las fiestas por lo que tomo la decisión de abandonar el lugar y se lo hizo saber a Shion.

 

—Creo que volveré a mi habitación, no me estoy sintiendo muy bien. —Dijo Albafica.

 Shion suspiró, dedicándole una tierna mirada a Albafica y comprendiendo porque la actitud de este, le encamino hasta la puerta de salida del salón, no sin antes decirle:

—Tranquilo Albafica por alguna razón no vino. A lo mejor mañana viene a verte.

—Eso espero… —Susurró tomando el camino rumbo a su templo, afuera la luna llena estaba en todo su esplendor, iluminando el camino del caballero de Piscis, pasó a observar su jardín, como si con el pensamiento le orase a las rosas del lugar, hizo una reverencia con la cabeza y al no más entrar a su sala privada quito su armadura, reemplazándola por algo más cómodo y se dejó caer en la cama.

 

—Minos dijiste que vendrías y no lo hiciste, eres mentiroso. —Exclamó a la nada, acomodando su cabeza sobres sus manos, mirando hacia el techo, conteniendo lágrimas.  Sus pensamiento se situaban en cómo fue que inició su relación, todo se dio en un momento de placer,  Albafica se había enamorado de Minos, aunque el susodicho afirmaba que sentía lo mismo por él, a veces no lo parecía ya que las veces que se veían terminaban en sexo, y eso es lo que le hacía creer que su relación estaba basada solo en ello y nada más.

12:40 am... Albafica intentaba dormir cerrando sus ojos, aun así no podía, se sentó en la cama pensando, sintiendo deseos de llorar, más no lo hizo, respiro profundo, tratando de calmar sus ansias.  De pronto escuchó los pasos de alguien, asomarse hacia su sala privada.  Se levantó rápidamente con la esperanza que fuese Minos quien estuviera allí.  Al acercarse a la puerta, notó la figura de una persona con traje rojo y un gorro.

—Jo jo jo... Feliz navidad, vine a darte tu noche buena. —Escuchó las palabras provenir de aquella persona que veía en penumbras.

— ¿Minos...?—Mencionó con un poco de desconfianza, al reconocer su voz una emoción incontenible le invadió.

—Sí, pero esta vez soy tu Santa Claus. —Dio unos pasos más para acortar distancia.

—Pensé que no vendrías. —Reclamó el caballero de Piscis.

—Perdona el retraso, mi rosa, te compensaré, y como sé que te has portado bien...—Colocó en sus cabellos una rosa roja sin veneno y deslizó esa mano hasta su mejilla, dando una suave caricia, causando el sonrojo del caballero al sentirle.

 

—Te daré un regalo. —Sonrió un poco lascivo, le tomó por la cintura empujándole sutilmente, haciéndolo caminar hacia la sala privada.  Albafica sabía cuál era dicho regalo, por lo que antes que sucediera algo más tenía tantas cosas que hablar con respecto a su relación, sin embargo no tuvo tiempo de decir una palabra más, pues unos labios cálidos y ansiosos por devorar sus suaves labios le hicieron callar e inevitablemente dejarse llevar, para dicha de Minos.

 

Albafica correspondía los besos del de cabellera plateada, aferrándose a él, denotando cuanto lo extrañaba, cuanta falta le hacía, pues no podían verse a diario, puesto que uno estaba en el santuario y otro en la primera prisión del inframundo.

 

Continuaron el beso, Minos empezó a juguetear con su lengua, rozando la contraria, profundizando el beso hasta separarse para recobrar un poco el aliento. Minos gustaba de dar suaves mordiscos a esos labios tan apetecibles para él, haciendo jadear levemente a Albafica por la sensación que le causaba, y Albafica entrecerraba sus ojos, halando suavemente las hebras plateadas de Minos para acercarlo a su rostro y no deje de besarlo.

 

— ¡Vaya! Se nota que me extrañaste mucho, como veras, estuve buscando este traje para darte una buena sorpresa, mi querida marioneta. —Susurró a su oído sensualmente con un acento divertido al mencionarle “marioneta”.

 

—Minos… n-no me llames de ese modo. —Expresó a tiempo que se abrazaba más a Minos, gesto que acepto el juez, y en un movimiento tiro suavemente a Albafica a la cama, este quedó con las hebras de su cabellera un poco desordenadas en la almohada.  Minos se colocó en medio de sus piernas, mientras Albafica con sus dos manos colocadas a los lados de su rostrolo atrajo hacia sí, Minos se apoyó con sus brazos a los lados, depositaba besos cortos sobre sus labios mientras  se veían en silencio y se besaron con mucha pasión y deseo, para luego dejar besos en sus mejillas, dio una lenta lamida y mordió con delicadeza el lóbulo de su oreja, aprovechando a decirle un “te amo” que le hizo suspirar.

 

Bajo llenando de besos su cuello, no tardó en quitarle la camiseta que Albafica andaba puesta para poder besar mejor su pecho, se entretuvo lamiendo sus apetecibles pezones, escuchando a Albafica gemir bajito, pero eso no le era suficiente, quería hacerlo gritar de placer.

 

—Tienes una bella mirada. —Dijo Minos sonriendo, sin despegar su mirada del hermoso caballero, empezó a deshacerse de aquel traje de Santa Claus, pues el calor había aumentado en su cuerpo tanto como la excitación que empezaba a inundar su ser.

Sin pedir permiso, coló  una mano dentro del pantalón que Albafica aún conservaba, para buscar su miembro y toquetearlo un poco.

Albafica comenzó a jadear, Minos ya sabía que esas caricias eran placenteras para él.

 

— ¿Quieres que me detenga? —Preguntó, apretando un poco su miembro, Albafica estaba completamente sonrojado y apenas pudo articular un "Sigue..." junto a un suave suspiro.

 

Minos disfrutaba tener dominado al caballero, sin perder más tiempo quitó la últimas prendas de este, que estorbaban para ese momento, dándose cuenta que los estímulos anteriores ya habían hecho su trabajo en el contrario, dejó un rastro de besos desde su pecho hasta su abdomen, para hacer un hincapié en cierta parte despierta de Albafica, lo tomo con una mano y dio un recorrido con su lengua para luego dar un par de succiones, y escuchar que los gemidos del caballero eran cada vez más audibles.

 

Detuvo aquella acción, se acostó a un lado de Albafica, recorriendo su cuerpo desnudo con la rosa que minutos antes colocó en su cabello, una y otra vez lentamente, tomando su tiempo en acariciar cada parte con la suavidad de esos pétalos rozando su piel le causaron un escalofrío a Piscis, y que sin querer le hiciera jadear.

Depósito besos en su hombro y dejó a un lado la rosa, tomó la mano del contrario guiándole a su entrepierna, causando sorpresa cuando Albafica notó que Minos estaba en iguales condiciones, comenzó a mover su mano temblorosa sobre su miembro, a pesar que  no era la primera vez que lo hacían, siempre le causaba nervios.

 

Minos se separó para con cuidado tomar la cabeza de Albafica guiándola hasta su entrepierna, y el caballero lo sabía, debía dedicarle un poco de atención a la erección de su amado Minos, cosa que le hizo sonrojarse a más no poder.

Comenzó lamiendo toda su extensión, de arriba abajo dejándolo húmedecido con su saliva, haciendo a Minos jadear y suspirar por cada sensación que le provocaba esa lengua suave.

 

—Me gusta como lo haces, hermosa marioneta —Dijo pausadamente y con un tono provocativo, acariciando con suavidad sus cabellos.

—No... Me llames así... —Replicó, si bien estaba excitado en esos momentos, pero no podía dejar que Minos le dijese de ese modo, por venganza introdujo el miembro del contrario a su boca tan sólo para darle una mordida. El juez del inframundo río entre dientes, soltó un jadeo por la acción de Piscis.

—Solo concéntrate en sentir placer —Dijo, tomando su rostro para que levantara la mirada, y robarle un beso, volviéndole a acostar en la cama al caballero, colocándose encima de este, tomando sus piernas y colocándolas alrededor de su cintura y acalló de nuevo sus reclamos besándole con ferocidad.  Situó en su entrada su miembro palpitante y ansioso por estar dentro, y mientras le seguía besando comenzó a entrar con cuidado, conteniendo su brusquedad, pues no quería lastimar al caballero de Piscis.

 

Albafica se mordió el labio inferior, y sus manos se aferraban a las sabanas de su lecho, le causaba un poco de dolor el sentir al invasor conocido, adentrarse en su interior un dolor que a los pocos minutos desapareció, y Minos pudo comenzar a moverse con lentitud, tomando su tiempo en disfrutar aquel lugar, aquella estrechez que rodeaba a su miembro y haciendo gemir a su compañero.

Estuvo un rato así, con aquel vaivén lento pero placentero para Albafica cada que rozaba cierto punto sensible en su interior, y poco a poco comenzaba a estocarle con más velocidad y pasión y tratando de hacerlo profundo, mirando atento los gestos de su rostro que reflejaban el más puro éxtasis, y escuchando complacido cada gemido que escapaba de la boca del caballero, bajó de nuevo para dar unos cuantos besos a sus labios, siendo correspondidos.

 

Albafica por su parte, respiraba agitadamente debido a la excitación que se apoderó de su ser y sentía su corazón latir a más no poder, y aunque quisiera hablar para expresar los sentimientos que en ese momento su mente le dictaba que dijese, no podía más que soltar gemidos, que eran como música para los oídos de Minos y muy excitante saber que complacía perfectamente al caballero de Piscis.  Tomo entre sus brazos a Albafica, haciendo que este quedara a horcajadas de él, y aumento el ritmo de sus estocadas que causaba sensaciones exquisitas a Albafica, que por inercia también comenzó a moverse, se abrazó a Minos y entregándose por completo a él, olvidándose de todo, concentrándose en esa magnífica sensación que deseaba no acabará, esa emoción de saber que se entregaba a quien amaba.

Minos jadeaba, acariciando la espalda de Albafica y sus hermosos cabellos, dando besos en su hombro y cuello, mordiéndolos con suavidad.

—M-Minos, ah te... Amo —Logró articular entre gemidos.

—También mh... te amo ah. —Contestó Minos, tomo el miembro de Albafica, acariciándolo con su mano la cual movía de arriba abajo con la experiencia que le caracterizaba de saber cómo hacer enloquecerle por tanto gozo a su “marioneta” , al compás de sus estocadas.

Albafica se dejó caer, llevando sus piernas a los hombros del de cabellera plateada, para que pudiera estocarle mejor y a la vez no dejará su faena de darle atención a su erección con su mano.  Minos le penetraba profundamente, disfrutándolo, jadeo cerrando sus ojos cuando notó como Albafica empezaba a tensarse, causando mucho deleite a su miembro, al estar dentro.

Albafica no pudo más, dejó escapar un grito de placer, sintiendo con fruición el orgasmo venidero que le hizo terminar en medio de ambos, dejando su semilla en la mano de su amante.

Minos le miro aún con lujuria y una sonrisa dibujada en sus labios, le embistió unas cuantas veces más, hasta que sintió que no pudo más, llegando al orgasmo, terminando dentro de Albafica.  Ambos trataban de regularizar su respiración tan agitada, Minos salió despacio de su interior, acostándose a un lado de Piscis, acariciando sus cabellos.

—Siempre es tan placentero hacerlo contigo. —Tomo del mentón al de cabellera celeste, empezándolo a besar lentamente, sin prisas, con amor, Albafica le correspondió, al separarse este recostó su cabeza en el pecho de Minos, y quedándose dormido casi al instante.

Minos se quedó acariciando ese cabello celeste tan suave y sedoso, con ese aroma a rosas que tanto le enloquecía.

 

La mañana del día de Navidad llegó, el sol iluminaba intensamente.  Albafica abrió despacio sus parpados y sus ojos captando la luz, levantó su cabeza dándose cuenta que Minos amaneció a su lado, podía sentir la calidez de su cuerpo, y Minos lo tenía abrazado, se veía tan lindo durmiendo, Albafica volvió a recostarse, lleno de emoción, cuantas veces había soñado con despertar y encontrarse así con Minos.

— ¿Ya despertaste, mi rosa? —Mencionó Minos aun adormilado.

—Minos… ¿Estabas despierto? —Dijo con sorpresa.

—Sí, es solo que te vi dormido y quise disfrutar más este momento.  Sabes, quizás Lune este como loco preguntando por mí, pero no importa, quiero pasar este día contigo.

—Hablas en serio… Pensé que te irías, como siempre lo habías hecho.

—No, tú sabes bien que no podía dejar a un lado mis obligaciones, pero con un día que las deje a un lado no es nada, son más importantes los días que pase junto a ti.

 —Minos, algunas veces había pensado que solo estabas conmigo por sexo.  Varias veces he tenido miedo al pensar que solo soy tu diversión. —Confesó el caballero, escondiendo su rostro con su flequillo.

— ¿Qué dices? Por supuesto que no, nunca pienses eso, he de confesar que al principio tal vez eso pensaba, pero poco a poco quede prendado de ti, y por eso es que corro el riesgo de venir hasta tus aposentos por estar contigo. En el inframundo, soy conocido como el espectro más cruel de todos, pero créeme, le diste un nuevo sentido a mi vida, hermoso.

—L-lo siento, por no creer en tus palabras, pero es que… es que  —Dijo en susurro, dejando escapar unas lágrimas, que fueron secadas por Minos.

— No llores, por cierto, anoche te dije que te daría un regalo, precisamente no era la "noche buena" que te di. —Mencionó divertido, causando un sonrojo a Albafica.  Minos uso sus hilos de marioneta para jalar su traje de Santa Claus que vistió y sacó de uno de los bolsillos un anillo de oro, con una piedra color azul, como el color de los dos hermosos ojos que poseía el que recibiría el regalo.

—Toma este anillo es algo preciado para mí, lo conservaba desde cuando fui humano, y si algo sabia es que se lo daría a alguien que fuese muy importante para mí y esa persona eres tú. —Tomó delicadamente la mano de Albafica, colocándoselo en el dedo medio derecho. —Si esto no demuestra que eres más que una marioneta para mí, no sé qué lo hará. —Albafica esbozó una sonrisa, miro por unos segundos el anillo y abrazó a Minos agradeciéndole.

—Feliz navidad, Albafica.

—Feliz navidad, Minos.

Esa navidad fue de las más  especiales que haya vivido el caballero de Piscis, estar todo el día al lado del ser que ama.

Albafica le obsequió una rosa a Minos, de esas rosas que habitaban en una parte de su jardín, que poseían una baja toxicidad.  Vieron el atardecer junto en un lugar apartado del santuario, donde nadie les interrumpiera, brindaron por su amor bajo  la luz de la luna.

Sin duda esa no sería la única navidad recordable que pasarían juntos.

Notas finales:

Espero hayan disfrutado este fanfic, y gracias por leer :)

¡Felices fiestas!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).