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El secreto de mi corazón por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

Me apetecía hacer un Kagehina, así que aquí estoy ^^

Lamentablemente es un one-shot, pero es mejor que nada. 

(el personaje adicional es inventado, no matadme por favor)

Maldita sea. 


- ¡Otra vez! -grité a Yachi, quien dio un respingo. 


Hinata estaba a mi izquierda, mirándome con expectación. No me gustaba que me miraba de esa manera. Me hacía sentir como que esperaba grandes cosas de mí y ni siquiera era capaz de colocarla como él quería. 


- ¡Va!


Lanzó el balón al aire y yo me preparé para colocarla, mirando como Hinata echaba a correr, pendiente de mí. Todo recaía en mí. Tenía que hacerlo lo mejor posible.


El balón llegó a mis manos y se la pasé a Hinata a toda velocidad, esperando que estuviera ahí y pudiera golpearla bien, pero fallé. El balón iba demasiado rápido y no logró darle. Grité de pura rabia y cuando Hinata se acercó a mí lo espanté con una mirada. 


- ¡Kageyama! Es suficiente por hoy -me dijo el entrenador.


Quise protestar, pero ya estaba sacándome fuera de la pista de volleyball. 


- Estás demasiado irritado para entrenar. Vete a casa. Tranquilízate.


Sentí mucha rabia y humillación al verme sacado de esa manera de la pista. No conseguía tranquilizarme y en los vesstuarios no pude contenerme más y le pegué un puñetazo a una de las taquillas. ¿Por qué era incapaz? ¿Por qué solamente con Hinata? Con Tanaka había ido bien, incluso Asahi estaba bien. ¿Por qué con ese pequeñajo era tan diferente? 


- ¡Kageyama! ¿Qué has hecho?


Fulminé con la vista a la pequeña figura de Hinata, quien parecía haber contemplado todo: desde mi arranque de ira hasta mi golpe a la taquilla. Me dolía la mano pero me lo merecía. No estaba a su altura.


Hinata corrió hacia mí y me cogió de la mano con la misma familiaridad de siempre. Era un descarado. Mientras la revisaba, buscando daños internos, yo lo miraba a él. 


Hinata. Un pequeñajo con gran rapidez y gran capacidad de salto. La mayor parte del tiempo se comportaba como un niño pequeño y a menudo lo confundían con un niño. Su pelo anaranjado siempre estaba desordenado y normalmente era alegre. Teníamos la misma pasión. Incluso, a veces, él daba miedo cuando jugaba de lo serio que se ponía. 


- Ya está. Te dolerá durante unos días, pero creo que estarás bien. 


- Gracias -retiré la mano violentamente y recogí mis cosas.


Hinata hizo un mohín de disgusto pero volvió a la pista a jugar. Por supuesto que sí. Él no había sido lanzado fuera, echado a patadas por el entrenador. Maldita sea.


Fuera había una chica, pequeña, rubia y suave. Parecía estar esperando a alguien. ¿Sería la hermana de alguno de los miembros del equipo? Si lo era, no le veía el parecido y no hacía más que moverse en la ventana, espiando a los jugadores.


- Si quieres entrar, puedes. No creo que molestes -le dije.


La chica en cuestión dio un salto muy gracioso y se giró a mirarme. Tenía el pelo largo y esponjoso, mejillas sonrosadas y sus ojos se posaban nerviosos en mi figura. 


Suspiré. Hinata me había dicho que asustaba a las chicas y... bueno, que asustaba a cualquiera que intentara acercarse a mí, pero no lo hacía aposta. Era mi cara. ¿Qué se supone que haga? Ah... Hinata me dijo que probara a sonreír y quizás diera menos miedo.


- ¿Buscas a alguien? -dije intentando una sonrisa y haciendo que ella se sonrojara más. Se acabó. No volveré a sonreír si no es por el volleyball.


- Yo... Yo...


La pobre chica no sabía ni donde meterse y volví a suspirar. Hoy no estaba teniendo un buen día que se diga.


- Siento haberte molestado -me giré para irme, pero su voz trémula me detuvo.


- Espera... yo... yo... -se iba poniendo cada vez más roja.


- ¡Kageyama! ¡Vamos juntos! -Hinata apareció en ese momento, sorprendiéndome. No esperaba que fuera a abandonar las pistas por mí. Después de todo, no hay nada más importante que el juego para él.


- ¿No ibas a seguir practicando?


- No puedo si no estás ahí. Además, el entrenador me dijo que te vigilara por lo de la mano -bajé la cabeza de golpe y suspiré. Últimamente suspiraba mucho. 


- De acuerdo. Ah, espera -volví a mirar a la chica, quien ahora me miraba la mano herida-. ¿Quieres que te acompañemos a alguna parte? ¿Estás perdida?


- No, no... estoy bien -movió las manos y dios dos pasos atrás. La había asustado. Definitivamente.


Ella se marchó y nosotros nos fuimos en silencio. Bueno, en silencio... duró solo dos segundos hasta que el estúpido de Hinata comenzó a decir que había asustado a la pobre chica con mi cara.


- Es mi cara, Hinata. Yo no me meto con tu cara de niño de tres años.


- ¡Idiota!


Comenzamos a discutir y a insultarnos y una cosa llevó a la otra. Acabamos hablando de Volleyball, como siempre. De pases, jugadores, del instituto, de la liga profesional... hasta que tomamos direcciones distintas.


Al día siguiente, en el instituto estaba muy cansado y me dolía mucho la mano como para poder escribir, así que pasé una mañana realmente aburrida. Hinata trataba de animarme, pero no se le daba bien. A veces, podía llegar a ser un auténtico cazurro.


- Luego, la pelota llegó y yo... -me distraje con un pelo rubio pasando fuera de clase, en la hora de la comida.


- Ahora vuelvo.


Me levanté y me marché, persiguiendo a la chica de pelo rubio de ayer, cuyo nombre no conocía. 


Le toqué el hombro y al girarse, se puso completamente roja. Era como si no supiera donde meterse.


- ¿Eres la chica de ayer? ¿Encontraste lo que buscabas?


- Eh... sí -sus amigas comenzaron a darle codazos pero mi atención estaba puesta en ella.


- Ah... toma -me dio una compresa de hielo-.Pensé que la mano te dolería hoy.


- Gracias.


Estaba sorprendido de que se hubiera dado cuenta y se puso todavía más roja cuando me la puse en la mano. Lo cierto es que me aliviaba mucho más de lo que había pensado. 


- ¿Puedo hablar contigo a solas?


- Eh... está bien.


La seguí mientras sus amigas se reían y gritaban a nuestro alrededor. ¿Qué demonios les pasa a las chicas últimamente? Menudo escándalo y menudo ruido. 


Quizá poniéndome tres compresas heladas más, podría jugar luego. Practicar y darle a Hinata los pases que necesitaba. 


Apreté la mano.


Quizá hoy sería el día en el que Hinata y yo lográramos compenetrarnos por completo. Estaba seguro de que cuando lo lograra, no dejaríamos de anotar puntos.


- ¿A que estás pensando en jugar?


- ¿Cómo lo has sabido?


- Se te ilumina la cara cuando piensas en volleyball. Me llamo Yumi, Hirokawa Yumi. 


- Encantado de conocerte,Hirokawa. ¿De qué querías hablar? 


- De ti... -se puso nerviosa-. La verdad es que... te he observado durante un tiempo y... ¡Me gustas! -gritó.


Me quedé en blanco. Era la primera vez que alguien me confesaba algo así. Era la primera vez que alguien se tomaba la molestia de mirar mi cara y no huía. Bueno, aparte de Hinata. A él nunca le ha importado que tuviera una cara que diera miedo.


- ¿Era a mí a quien esperabas ayer?


- Sí... yo... quiero salir contigo. 


Inmediatamente, pensé en Hinata y en su cara de felicidad en las prácticas.


- Tengo prácticas de volleyball todos los días y competiciones.


- No me importa. Me gusta verte jugar yme gusta el volleyball -sonreí ante eso.


¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué no salir con ella? Nunca antes había tenido una novia y encima a ella le gustaba el volleyball. 


- Muy bien. Salgamos. Nos vemos después del entrenamiento.


Le coloqué un mechón de pelo rubio detrás de la oreja y me fui de allí, no obstante, al girar la esquina, me choqué contra alguien y lo tiré al suelo.


- Lo siento -pero solo era Hinata-. Ah... eres tú, Hinata.


Me miró y vi que estaba llorando. Me quedé helado. Nunca antes había visto llorar a Hinata y era la cosa más desgarradora que había visto jamás. ¿Qué había pasado?


- Hinata... ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? 


- Aléjate... estúpido Kageyama -me dio un empujón y salió corriendo.


Menuda cosa más rara.


Durante la semana, salí con Hirokawa y Hinata me ignoró. Literalmente, hizo como si no existiera. No me dirigía la palabra, no reconocía mi existencia y mucho menos trataba de jugar conmigo. Había mejorado en los pases pero le dijo al entrenador que no quería practicar conmigo. 


Eso me cabreó tanto que Hirokawa se alarmó y creyó que iba a golpear algo otra vez. Estaba mucho más enfadado que cuando le di un puñetazo a la taquilla y Hinata vino a curarme. ¿Se habría hecho daño al chocarse conmigo?


La semana siguiente parecía que iba a ser igual. Cuanto mejor me llevaba con Hirokawa, mucho más distante estaba Hinata, hasta tal punto que ni me saludaba por las mañanas, cosa que siempre había hecho, no importaba lo enfadado que estuviera.


A la hora de la comida, como siempre, fui a buscar a Hirokawa y me encontré conque Hinata estaba también hablando con una chica bastante guapa. Eso fue la gota que colmó el vaso.


- ¡Kageyama! -la voz feliz de Hirokawa sonó cerca pero le mandé una mirada aterradora.


- Ahora no.


Cogí a Hinata del brazo y lo arrastré en contra de su voluntad hasta la azotea del instituto, donde lo solté con brusquedad.


- Habla. ¿Qué es lo que te pasa conmigo?


- Nada. Me voy a hablar con Tomo. Estábamos hablando de algo importante.


- Y una mierda que vas a irte. No. ¿Por qué demonios me estás evitando? ¿Qué te he hecho?


Hinata pareció no solo enfadado. Estaba furioso. Tanto que me dio un puñetazo con todas sus fuerzas. 


- ¡Te lo mereces! ¡Estúpido! -estaba llorando de nuevo.


Se me partía el corazón al verlo así. Era demasiado horrible. Quería reconfortarlo de alguna manera pero no sabía qué hacer.


Intentó huir de nuevo, pero no lo permití. No quería dejarlo ir así. No de esa manera. No sabía expresarme muy bien y Hinata era mi mejor amigo. El que mejor me entendía. EL que sabía como me sentía sin necesidad de palabras y me animaba,


- Hinata... 


- ¡Suéltame! ¡Tú! ¡Inmundo! 


Él seguía luchando contra mí inútilmente. Es decir, era mucho más alto y fuerte que él, así que no iba a escapar tan fácilmente. No podía.


- Hinata, no llores más. No me gusta que llores -le dije con brusquedad.


Estaba sintiendo algo raro en el estómago y me notaba nervioso. Era incluso más brusco que normalmente y Hinata lo notó. Era el que más horas pasaba conmigo al día.


- Déjame ir, Kageyama. Ya tienes una bonita novia para hacerlo todo. Déjame ir porque te vas a olvidar de mí de todas formas.


- ¿Era eso? Hinata, ¿era eso? -se tapó la boca y negó con la cabeza.


- ¿Cómo se te ocurre? Si eres la persona que mejor me entiende en este mundo -lo solté irritado.


Se había enfadado por una tontería. Era evidente que ninguna novia que yo tuviera podría sustituirlo a él ya que, por mucho que Hirokawa supiera sobre volleyball, no conocía de los sentimientos y emociones que experimentaba al jugar. Ella no era como Hinata.


Hinata estaba ahora callado, mirándome con odio. ¿Por qué seguiría mirándome así? Lo único que había dicho era la verdad. ¿Por qué me seguía odiando así?


- Hinata...


No tuve tiempo de decir más porque él avanzó a mí, tiró de la ropa de mi uniforme, haciendo que me agachara y me dio un suave beso en los labios. Mi corazón palpitó con fuerza y me dejé llevar durante un breve instante. 


Me soltó tan rápido como me había besado y se frotó los ojos con una sonrisa triste.


- Ahí lo tienes. Me gustas, Kageyama. Siento haberte besado y siento tener estos sentimientos por ti. A partir de ahora, me olvidaré de esto. No te preocupes por mí y sé feliz.


Me quedé allí hasta que la campana sonó y me fui a clase aunque no estuve ni presente. Le daba vueltas una y otra vez a lo que Hinata había dicho y a sus sentimientos.


Ahora tenía sentido la cantidad de veces que él me había tocado y se había puesto rojo. Su preocupación. El querer venir conmigo cada día. Las prácticas. Todo. Estaba en shock.


Cuando fui a practicar, me sorprendí al ver que Hinata no había ido y no planeaba ir. Como él no estaba, me fue incluso peor. Era como si me faltara algo.


Necesitaba verlo. ¿Para decirle qué? ¿Que volviera a practicar? ¿Que me gustaba tenerlo de amigo? ¿A una persona que me quería? No. No era capaz. Ni siquiera yo tenía tan poco corazón como para mantenerlo así conmigo. Pero por alguna razón, necesitaba verlo. Necesitaba verlo.


Al día siguiente, él vino y me habló, pero manteniendo las distancias. No lo aguantaba. Ni tampoco aguanté que se pusiera a hablar alegremente con otras chicas. Quería decirles a ellas que Hinata solo me quería a mí y que se apartaran de él. Caí entonces en cuenta. ¿Cómo había sido tan estúpido? Mi necesidad de verlo no era porque quería practicar con él. Mi necesidad de verlo era por mí mismo. Por mis sentimientos. 


Llamé a Hirokawa y rompí con ella. Le dije que me gustaba otra persona y ella no pareció sorprenderse. 


- Lo sabía y aun así fui tan egoista como para quererte para mí. Fui feliz en este tiempo, Kageyama.


Me sentó mal hacerla llorar, pero no quería que Hinata comenzara a salir con nadie que no fuera yo. Tampoco quería que besara a nadie que no fuera yo. Quería sentir otra vez mi corazón palpitar por algo que no era el volleyball.


Logré alcanzarlo al terminar las clases y me lo llevé de nuevo a la terraza. Allí, cuando lo solté, volví a mirarlo y me descubrí a mí mismo queriendo tocar su cara y besarlo. Queriendo volver a sentir algo más.


Lo hice. Lo besé. Al principio se resistió, pero luego se dejó hacer. Fui inmensamente feliz hasta que saboreé sus lágrimas en mi boca y lo solté.


- ¿Soy algún tipo de broma para ti? ¿Por qué me haces esto? Me duele, Kageyama. Por favor. No vuelvas a besarme si no sientes nada por mí.


Sonreí y volví a besarlo hasta que me apartó.


- ¿No me has oído?


- Claro que lo he hecho. Por eso te he besado -al decir eso, enrojecí como un tomate. Dios. Me tapé la cara. Estaba horrible normalmente, cuanto más cuando me sonrojaba.


- No estás hablando en serio -Hinata había dejado de llorar y me miraba fijamente.


- Yo siempre estoy serio, estúpido.


- ¿Y tu novia?


- Rompimos.


Él dio un gran salto y me abrazó, haciendo que ambos cayéramos al suelo, pero no me importó.


- ¿ES EN SERIO?


- Sí.


Me dio un beso tentativo que yo profundicé y cuando nos separamos, Hinata estaba rojo y sonreía como siempre lo hizo cuando jugaba al volleyball.


Ahora que lo pensaba mejor, esa sonrisa no era por el volleyball. Esa sonrisa era por mí. Eso me hizo sentirme hasta mejor.


- Kageyama, te quiero.


- Y yo a ti.


Adoré la expresión de felicidad que puso y me hubiera encantado estar mucho más así con él, pero teníamos prácticas.


Fue la mejor práctica que habíamos hecho nunca. Por fin, después de tanto tiempo, pude colocar el balón al gusto de Hinata y él pudo golpearla con fuerza.


Nos miramos sonriendo y él saltó y me abrazó. Le di un leve beso en la frente porque los demás estaban mirando.


- Si estuviéramos solos ahora mismo, creéme, no hubiera sido un beso en la frente lo que te hubiera dado.


Cuando Hinata se separó de mí estaba tan rojo que pensaba que estallaría, pero igualmente, me dedicó una sonrisa de oreja a oreja. Podría quedarme mirando esa sonrisa para siempre. Porque esa sonrisa, junto con el volleyball, era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Notas finales:

¿Os gustó? ^^ Espero que sí, pero no quiero quejas aunque no sea muy bueno porque ha sido espontáneo

No os olvidéis de dejar reviews ^^


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