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Síndrome por Anashi

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Notas del fanfic:

- Es un amor unilateral de Gray por Natsu y tampoco se da a entender al 100% debido a las dificultades de Gray. 


- En la historia varias veces se menciona la palabra 'plafón'. Un plafón es, para quien no lo sepa un SAAC (Sistema Alternativo Aumentativo de comunicación) y sirve para las personas que tienen problemas de comunicación mediante la oralidad, utilizando símbolos que les falicita expresar lo que quieren decir. Gray lo usa para expresar cómo se siente en ese momento, si se siente feliz, triste, etc. Es decir, su plafón es sólo para emociones. 


Aquí un ejemplo 


http://img.uptodown.net/screen/windows/desc/plaphoons-554-1.jpg

Notas del capitulo:

Hola! Vengo con un one shot! :3 


Llevaba bastante tiempo en mi cabeza, debido a lo que estoy estudiando y finalmente no pude resistirme a escribirlo. Sé que es bastante diferente a lo que yo suelo publicar, pero espero que al menos os entretezca :) 

Desde que mi hermano nació, me di cuenta que era diferente a los otros niños. Según mis padres, lo único que pasaba era que era muy listo y especial, pero siempre me di cuenta que no era así.

 

El echo de que no se relacionara con los demás, que se quedara totalmente abstracto en su mundo, sin querer saber nada de nadie. El echo de que sonriera a cualquier parte, pero que nunca nos sonriera a nosotros era demasiado extraño.

 

Cuando mi hermano creció y fue a la guardería, fue mucho peor. Comenzó a gritar y a gritar, tumbándose en el suelo, no queriendo ir donde estaban esas personas desconocidas.

 

Entonces mi madre intentó cogerle en brazos, pero fue mucho peor, porque mi hermano le golpeó de manera fuerte y luego se fue a un rincón, sin querer acercarse a nadie. Mi madre quiso llevárselo, pero los profesores dijeron que cuidarían de ese niño 'con problemas de conducta'. Al parecer, estuvo en esa posición el resto del día y no habló con nadie. Tampoco lo hizo el día siguiente o el mes siguiente. Siempre iba a la misma esquina y se quedaba allí.

 

Las profesoras de la guardería no veían normal el comportamiento de Gray, así que le recomendaron a mis padres llevarle al médico. Mamá y papá llegaron muy deprimidos aquel día, aunque no me comentaron que tenía, sólo me dijeron que mi hermano era un niño mucho más especial que los demás y que le tenía que tratar con mucho cariño. No tenía muchos problemas en eso, era mi hermano pequeño así que le trataba con cariño. Aunque Gray no era muy cariñoso con nadie.

 

Cuando tenía diez años y Gray tenía que comenzar primaria, nos comentaron que si teníamos algún familiar o a alguien cercano que quisiera entrar en la escuela, que lo comentáramos, ya que así entraría seguro en la escuela. Yo pedí un papel para Gray, porque quería que fuera a la misma escuela que yo, porque yo había sido muy feliz y quería que Gray fuera igual de feliz.

 

Pero mamá me comentó que Gray no iba a poder ir a la misma escuela que yo, si no que iría a una escuela con más niños especiales como él. En ese momento, le pregunté a mamá que porqué Gray era especial y yo no. Ella simplemente me comentó que el ser especial a veces no era del todo bueno y que a veces era mejor ser normal como yo.

 

Cuando Gray cumplió los siete años, fuimos al zoológico. Mis padres le dijeron muchas veces que iríamos ese día a ver a los animales, así que Gray no se sintió mal por cambiar su rutina al avisarle tantas veces. Íbamos en el coche, pero de pronto sonrió a la nada. Yo me quedé mirándole curioso.

 

— ¿Por qué sonríes? — Le pregunté. Él al principio no contestó, pero luego después de un rato lo hizo.

 

— He visto tres perritos blanquitos. Eso significa que va a ser un muy buen día. — Me explicó, sin dejar de mirar por la ventana. Yo alcé la ceja.

 

— ¿Y por qué? — Volví a preguntarle.

 

— Porque el blanco es un buen color. El rojo, en cambio, no tendría que existir, no me gusta. —

 

— ¿Tienes algún motivo para odiar al rojo? —

 

Él se encogió de hombros.

 

— Cuando veo cosas rojas, significa que es un día de mala suerte. —

 

Finalmente fuimos al zoo y Gray se quedó muy sorprendido con algunos animales. Personalmente yo quería ir a ver algún espectáculo de delfines o algo así, pero había mucha gente y papá comentó que era mejor no ir a zonas de mucha gente para no asustar a Gray. Yo tampoco insistí mucho, después de todo era su cumpleaños.

 

De pronto Gray se quedó embobado mirando a los pingüinos y a la zona helada. Se quedó mirándolo por lo menos durante media hora. Mamá consiguió convencerle de irse de esa zona, aunque a cambio le compró un pingüino de peluche y un libro sobre el hielo y los pingüinos.

 

En el camino de vuelta en el coche, Gray estuvo todo el rato abrazando al pingüino. Aquello me sorprendió mucho, Gray no solía abrazar a nadie ni dar muestras de cariño, pero por algún motivo sí había abrazado a ese peluche. Realmente no podía comprenderle a veces.

 

 

Al día siguiente, todo regresó a la normalidad. Estábamos cenando carne con tomate, excepto Gray, a quien no le gustaba comer tomate porque era rojo. Así que él estaba cenando la carne sola. Papá y mamá estaban hablando sobre volver a ir al zoo cuando hiciera mejor tiempo, ya que el cumple de Gray era en diciembre. Gray y yo nos limitábamos a comer.

 

— Lyon-nii, ¿sabes que el 25 de abril se celebra el Día Mundial del Pingüino? — Me preguntó mientras seguía mirando fijamente el plato de su comida, sin mirarme. Papá y mamá se sorprendieron de que Gray comenzara a hablar en la cena, aunque fuera en un tono parecido a un robot. Y sobre todo que comenzara a hablar conmigo. Creo que nunca lo había hecho antes.

 

— No... No lo sabía. — Comenté. Él sonrió levemente, aunque creo que no se dio cuenta. Aunque seguía sin mirarme, a pesar de mis intentos para que lo hiciera, ya que me era incómodo hablar con alguien sin mirarle.

 

— ¿Y sabes que la mayoría de los pingüinos se pueden mover a una velocidad total de hasta 6 a 12 km/hr bajo el agua, sin embargo el pingüino más rápido puede alcanzar notables velocidades de 36 Km/hr? ¿Y que los pingüinos emperadores también se conocen por zambullirse a una profundidad de 565 metros durante 22 minutos? — Me extrañé en ese momento, de que un niño con apenas siete años pudiera expresarse tan bien.

 

— No sabía eso tampoco. — Entonces, Gray estuvo toda la cena hablándome sobre los pingüinos.

 

La verdad es que me daba un poco igual, pero él parecía muy feliz de hablarme de eso, a pesar de que ningún momento me miró a la cara.

 

Cuando tenía quince años y Gray tenía once, me pidieron por favor que me quedara en casa aquel día, ya que mis padres querían salir a cenar, a tener solamente una noche para ellos solos. Lo entendía perfectamente, así que acepté.

 

Tampoco era tan difícil cuidar de Gray, le dejé puesta la tele en 'Los pingüinos de Madagascar' y se le veía realmente contento, aunque no lo expresara con su rostro, comenzaba a entender como iba su cerebro extraño.

 

Estuve haciendo deberes hasta las nueve de la noche en la mesa del comedor, observando que Gray no hiciera ninguna tontería, ya que la última tontería había acabado en el hospital con una cicatriz encima de su ceja.

 

— Lyon-nii, ¿Cuándo vamos a cenar? — Me preguntó, sin dejar de ver la televisión.

 

— Dentro de un rato. — Comenté, sin darle mucha importancia.

 

— Pero en casa siempre cenamos a las nueve. —

 

— No pasa nada por cenar un poco más tarde. — Le debatí. Él entonces apagó la tele.

 

— Entonces no quiero cenar, me iré a dormir. — Eso hizo que me enfadara, ya que mis padres habían confiado en mi para cuidar de Gray.

 

— ¡Madre mía Gray! ¡Escúchame por una vez en tu vida! —

 

— Yo no soy tu madre, Lyon-nii. Y siempre te escucho, no tengo problemas en el oído. — Me respondió en un monótono tono de voz. Era cierto, Gray tampoco entendía ese tipo de expresiones.

 

Él entonces se levantó, con intención de irse a su habitación pero le cogí del brazo, impidiéndoselo. Él empezó a temblar hasta que finalmente me golpeó en el rostro y salió corriendo a la habitación. Cuando me levanté del suelo, mi nariz estaba sangrando. Era cierto, olvidé momentáneamente que Gray odiaba que le tocaran. Tanto que ni siquiera dejaba que papá o mamá le abrazaran.

 

Cuando llegaron mis padres, se quedaron sorprendidos de la situación. Mi nariz estaba hinchada y Gray estaba durmiendo en el suelo de su habitación. Tuve que explicarles todo lo que había pasado y no se les veía muy contentos.

 

Fue ese día cuando me di cuenta de lo difícil que era cuidar de alguien tan extraño como Gray.

 

 

Cuando cumplí los dieciséis, fue cuando tuve mi primera novia. Presentarle a Gray fue difícil, básicamente porque mi hermano no dijo nada, aunque por suerte ya la había advertido diciéndole que Gray era bastante extraño para ser un adolescente de su edad. Papá y mamá ni siquiera le dejaban salir fuera de casa solo, pero no es como si a él le importara.

 

A los diecisiete Sherry y yo cortamos. Llegaba bastante desanimado aquellos días a casa. Un día, cuando llegué a casa, Gray me dio un dibujo que había hecho para mí en su escuela. Era un pingüino dándome ánimos. Aunque él personalmente no me dijo nada. Entonces, mi madre me explicó que al parecer había un nuevo profesor en su escuela y estaba ayudando mucho a Gray. Él le había convencido de hacerme esa postal.

 

— ¡Ey! ¡Gracias, Gray! — Le agradecí, con una pequeña sonrisa, yendo al sofá con él, donde estaba viendo los dibujos. Él se encogió y se tapó más con la manta, haciéndose una bolita para que no le tocara, así que simplemente me senté en la plaza libre que había dejado. Él siguió mirando la televisión fijamente, sin hacerme ningún caso.

 

— Natsu-sensei me dijo que si estabas triste tenía que animarte. — Me comentó. Yo sonreí levemente.

 

— Eso está bien. —

 

— Sé que está bien porque Natsu-sensei lo dijo. —

 

Entonces, a partir de ahí, el nuevo tema de obsesión de mi hermano fue ese tal Natsu. La gente que sufre lo mismo que él, suele tener temas determinados para hablar, donde se hace realmente experto. Era por eso que sabía tanto sobre animales, la Antártida y pingüinos. Ahora parecía que su nuevo tema de interés era Natsu.

 

 

Pasaron dos años más donde Gray siguió igual que siempre. A pesar de tener quince años, desde mi punto de vista, sólo era un niño malcriado que le hacía la vida imposible a papá y mamá.

 

Seguía teniendo esas manías extrañas, y básicamente seguía pareciendo un niño, aunque la verdad es que, tenía que admitir, que desde que había estado en clase con ese tal Natsu, había mejorado mucho. Incluso había empezado a entender las emociones aunque tenía que usar un plafón para decir como se sentía, y aún había emociones que no sabía entender.

 

Pero todo eso cambió un día, cuando de pronto Gray llegó de la escuela y se encerró en su habitación, incluso puso una silla para que nadie pasara. Nadie entendía nada, y creía que era sólo un berrinche típico suyo. Pero cuando vi a papá y a mamá preocupados, me harté y fui a su habitación.

 

— ¡Gray, abre tu puerta! —

 

— ... —

 

— ¡Gray! ¡No voy a permitir que sigas haciendo el estúpido! — Le grité, pero seguía sin hacerme ningún caso. Al final decidí entrar por la fuerza, tirando la silla y abriendo la puerta.

 

Lo que vi allí me dejó sin aliento.

 

Al parecer, este no era uno de sus berrinches extraños. Me lo encontré tumbado en el suelo, manchado con su propio vomito. Me preocupé mucho en ese momento, acercándome corriendo.

 

— ¡Gray, ¿Estás bien!? — Le pregunté preocupado. Él no me contestó, pero lo que más me preocupó es que estaba derramando lágrimas, no sabía si por el esfuerzo de vomitar o por otra cosa. — ¿Gray...? — Susurré preocupado, pero una vez más, Gray no contestó. Estaba un poco atemorizado. De pronto entraron mis padres y lo vieron, asustándose. Mi madre fue la primera en hablar.

 

— Gray, cariño... No sé que ha pasado, pero vamos a tener que tocarte, ¿vale? Tenemos que lavarte y lavar tu cuarto... Pero no pasará nada, ¿vale? — Le dijo intentando calmarle. Entre papá y yo lo levantamos, llevándole al baño. Luego mi madre se dirigió a mi. — Lyon, limpia su habitación por favor. — Me ordenó.

 

Yo asentí, no era divertido limpiar su vomito pero supongo que como hermano mayor me tocaba. La verdad casi nunca podía entrar en su habitación, y ahora que la miraba, era bastante sencilla, aunque tenía miles de pingüinos y dibujos de estos, al igual que de ese chico de cabello de rosa, Natsu.

 

Aquella noche, mis padres acostaron a Gray, pensando que algo malo le había caído en su estómago, pero al día siguiente nos enteramos de lo que había sucedido. El profesor favorito de Gray, Natsu, había sufrido un accidente de tráfico, muriendo en el acto. Eso había hecho esa reacción en Gray.

 

Pasaron los días, las semanas e incluso un mes y todo había cambiado. Todo lo que Gray había avanzado lo había perdido, volviendo a ser ese chico que no tenía ninguna comunicación, pasando horas e incluso días sin dirigirnos la palabra.

 

Ya llegaba la época de Navidad y todo estaba nevado. Pero ni siquiera la nieve conseguía animar a Gray. Incluso yo, que nunca había soportado su comportamiento estaba algo entristecido al verle así.

 

De pronto un día picaron a casa. Una chica rubia se presentó, y comentó que era Lucy Heartfilia, la mujer de Natsu. Ella venía a ver a Gray. Gray se acercó con su mirada sin vida, produciéndome un escalofrío.

 

— No te acerques mucho a él, no le gusta el contacto físico y es capaz de golpearte. — Le comenté, aún la reprimenda de mi madre, pero no quería que la chica acabara con un moratón en alguna parte. Ella se rió animada.

 

— Tranquilo. Conozco bien a estos chicos, Natsu daba todo su empeño en hacerlos feliz. — Dijo con su voz algo agrietada. Luego miró a Gray y le enseñó un pequeño plafón que traía con ella. — ¿Cómo te sientes, pequeño? — Le preguntó con voz cariñosa. Gray señaló la cara triste del plafón. — ¿Echas de menos a Natsu? — Preguntó con su voz demasiado rota. Gray al principio no contestó, pero luego asintió de manera lenta. — Estoy segura que allá donde esté, estará cuidando de ti, Gray...— Le susurró, acercando levemente su mano a la mano del otro, mostrándole como si fuera un signo de afecto entre ellos. — Por eso, quiero darte esto. — Dijo, antes de entregarle un pequeño gatito azul. — Su nombre es Happy, vivía con Natsu pero no puede venir a mi piso, no admiten animales... He pensado que sería perfecto que tú cuidaras de él, seguro que a Natsu le encantaría. — Le explicó con lágrimas cayendo de sus ojos.

 

— Happy...— Susurró mi hermano, antes de abrazar al pequeño gato con fuerza. Entonces me sorprendí cuando vi que caían lágrimas de sus ojos, pero creo que ni él mismo se había dado cuenta de ello.

 

— ¿Cómo estás ahora, Gray? — Le preguntó. Gray señaló la sonrisa en el plafón. Yo sonreí, mi hermano podía ser tan simple a veces y a la vez tan complicado que creo que eso era lo que le hacía especial.

 

Desde que mi hermano nació, me di cuenta que era diferente a los otros niños. Según mis padres, lo único que pasaba era que era muy listo y especial, pero siempre me di cuenta que no era así.

 

Mi hermano era especial porque él sufría el síndrome de Asperger... Pero al fin de cuentas era mi hermano y siempre lo sería. Y ahora que Natsu no estaba con él para hacerle feliz, yo le haría feliz, en la medida de lo posible.

Notas finales:

Espero que os haya gustado :), los síndrome de Asperger siempre tienen problemas para expresar sus emociones, pero bueno, al menos Gray con su plafón puede expresar lo que siente más o menos. Para ellos es demasiado difícil saber qué están enamorados, y más en un grado tan alto como el de Gray (ya que depende del grado, pueden hacer una vida más o menos normal, pero en el caso de Gray su grado es muy elevado, no pudiendo ir ni a una escuela 'normal' por así decirlo).


Espero que os haya gustado a pesar de ser bastante diferente. Con mis estudios la verdad es que estas enfermedades están a la orden del día y simplemente me gustaría, a través de la lectura, que entendieráis mejor este pequeño mundo de enfermedades y discapacidad dentro de lo que cabe... :) 


Un saludo, felices fiestas y feliz año nuevo! :D


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