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Broken por MemeDrogasLocas

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Notas del fanfic:

Hecho de golpe para el día uno del evento del mes Akashi <3

Espero les guste, perdón por los errores de ortografía o lo que sea, esto lo hice en no se cuanto poco tiempo, entré en la zona y no bromas xD

Notas del capitulo:

SJDHFKHFDSJKFHSDJFHSDJKFSD

NO SÉ

ESPERO LES GUSTE

BYE <3 

Pocos han sido mis temores en esta vida, igual que mis preocupaciones, así como mis intereses. No soy el tipo de persona que piensa mucho en el mañana, ni siquiera me preocupa que haga más tarde. Sin embargo, cuando me enamoré de Aka-chin las cosas cambiaron, empecé a sentirme extraño, todo el tiempo preocupado, todo el tiempo en las nubes. Al inicio las sensaciones eran agobiantes, era muy nuevo para mí todo lo que ocurría… sentir un interés tan profundo por alguien más, divisar el futuro, soñar, hacerme ideales, todo eso era abominable, completamente ajeno a mí. ¿Cómo fue que mi único gusto e interés, el cual burdamente solo consistía en comer, había sido desplazado a ser algo que apenas sobrevivía de segundo plano? Antes de darme cuenta él estaba primero que nada en mi cabeza, en mi corazón, en mi alma.


Aka-chin siempre me atrajo, quiera o no admitirlo. Más allá de su físico, que de por sí es atrayente, todo su ser me parecía algo “digno de ser apreciado”. Yo, más allá de amarle o quererle, le respetaba profundamente, sentía una especie de envidiosa repulsión por él. ¿Cómo podía siempre dar su todo? ¿Cómo era capaz de ser tan perfecto, de actuar sin miedo, sin inhibición, sin falla? Muchos atribuyen estos caracteres a su padre, otros a su educación, otros a sus prestigios y situación económica… y yo, yo creo que todo lo ha logrado Aka-chin por su propia fuerza y convicción. No obstante, es extraño, él no hace esto por sí mismo, tampoco por otros, es como si solo lo hiciera porque, maquinalmente, debe hacerlo, como si fuese un propósito que debe cumplir pese a no interesarse un comino en dicho propósito.


Así pues, Aka-chin se pronuncia absoluto y le creo. Basta con ver esos ojos brillantes, fulminantes en determinación pero a su vez fríos, indiferentes, serenos. Esa mirada es digna de toda su personalidad, es digna de toda su persona. ¿Los ojos son ventanas al alma? Que cosa más estúpida, los ojos son la máscara del alma, son una puerta infranqueable que engaña a todos, son un accesorio que se usa para expresar o bien para ocultar, ¿no podemos todos hacer gestos con los ojos pese a sentir lo opuesto? Por ejemplo, Aka-chin se enoja pero sus ojos reflejan una indiferencia mortal y serena, sin ninguna especie de emoción recalcitrante que le haga perder el control. Y cuando pierde el control, entonces esos mismos ojos que ocultaban toda su furia, expresan una amenaza clara, capaz de hacerme temblar como niño pequeño.


No sé cómo pasé de sentir respeto a amistad, o si pasé de simple interés a obsesión, ni siquiera estoy seguro de si pasé de amistad a temor, nada es muy seguro en mi mente, menos en mi corazón, o lo que podría llamar mis emociones, hablar de corazones me resulta estúpido y problemático, los corazones son órganos de apariencia repulsiva que palpitan en nuestro pecho y nos hacen ver cuando nuestros sentimientos se desbocan… o eso quiero pensar. Mi corazón se vuelve loco cuando Aka-chin da órdenes, siento un palpitar anormal que bien podría ser tomado como arritmia.


Y una vez que Aka-chin se ganó mi temor y mi respeto (pues debo admitir que llegué a temerle, le temía como las personas suelen temer a las deidades), también se ganó mi admiración y mi afecto. Era casi repulsivo como él, poco a poco y sin quererlo, se volvía dueño de todo mi ser, todo yo le pertenecía a é. Mi amor, mi odio, mi temor, mi tristeza, mi ansiedad, mi respeto, mi repudio, mi desinterés y bien mi interés… todo ya era de él. Pero, supongo que nunca lo notó, nunca vio más allá de mí, o bien fingió no darse cuenta.


Hace poco hablé de como los ojos ayudan a expresar… bueno, mis ojos siempre han sabido expresar mi inconformidad más que mis sentimientos positivos, en mis ojos cosas cómo: no me importa, no me interesa, me da flojera, te aplastaré, te destruiré, deja de fastidiar; son el tipo de cosas que, claras como el agua, me permiten mantener mi vida como es. Aun así, a él no le importa, él sabe que todo eso es solo una parte de mí y sabe que si se lo propone con seriedad podrá franquear todas las barreras, vencer todo obstáculo y sin necesidad de mucha agitación... vencerme, destrozarme, doblegarme a su voluntad.


Y eso, me cautiva, me cautiva profundamente que exista alguien como Aka-chin, es lo que muchos podrían llamar “una existencia irrepetible, única y especial que solo se manifiesta cada cierto tiempo”.


Consumió mi existencia. ¿Es esto a lo que uno llama estar enamorado?


Llegué a la resolución de que lo amaba y de que sin él mi vida no volvería a tener el mismo sentido. Él era algo importante, era alguien indispensable, era... era algo que tenía que pertenecerme así como yo habría de pertenecerle a él. Dicha idea me consumió.


Y como dije cuando empecé esto, todo cambió cuando me enamoré de él. Toda mi vida, toda mi forma de actuar, así como todo mi pensamiento.


Pero acepté todo, me hice a la simple idea de que nada había de malo con lo que me estaba pasando, incluso le vi muchos pros y beneficios. El mundo, como dicen, se tiñó de rosa y me sentía como un ser nuevo, con propósitos, lleno de amor incondicional. Y entonces adoré a Aka-chin, adoré todo de él. Sus ojos, su cabello, su sonrisa, su voz, su cuerpo, su manera de ser, sus órdenes, todo… todo.


Así estuve algún tiempo, ni siquiera me tomé la molestia de comunicarle mis sentimientos a Aka-chin, di por hecho que él sabía lo que yo sentía por él, ya que Aka-chin siempre sabe todo. Él no dijo nada en contra, ni me rechazó, así que todo estuvo bien. Pasamos buenos días, y todo siguió como siempre, ¿Qué habría de cambiar? Nada, nada habría de cambiar, lo único que había transformado su manera natural de ser era mi forma de ver a una persona, solo eso. ¿En que afectaría nuestras vidas que ahora viese con infinito amor a Aka-chin? Nada, simplemente nada.


Al tiempo me volví celoso, terriblemente celoso.


Busqué un poco en internet al respecto, estaba preocupado de haber enfermado, pues me sentía enfermo. Me sentía enfermo cada vez que Aka-chin sonría con ternura a otras personas, me sentía enfermo cuando la gente lo trataba con tanta confianza, y me sentía casi a punto de vomitar cuando alguien posaba aunque fuera un dedo sobre él. Me sentía mórbido, la ira se mesclaba con mi nausea, al grado en que me era muy difícil controlarme. Colérico apretaba los puños, ejercía presión en mi mandíbula hasta el punto en que los dientes me dolían y rechinaban. Y, ¿qué encontré al respecto? La palabra llamada: celos. Eso era todo, mi gran padecimiento era tener celos descontrolados, eso me hizo sentir un poco apenado así que por un tiempo me di calma a mí mismo y empecé a relajarme. Ya que, sin importar que, Aka-chin me querría a mí más que al resto, me amaría, me elegiría siempre por encima de otros, ¿no?


De pronto empecé a elegirlo como compañero en trabajos, él lo tomó como que yo buscaba sacar mejores notas así que, de muy buena gana y con gran amor, empezó a darme pequeñas lecciones privadas que, aunque no quería para nada, acepté puesto que con esas lecciones sin importancia era capaz de monopolizar un poco más a Aka-chin.


Algunos parecían resentir esta conducta en mí, otros decían que simplemente me estaba poniendo más afectuoso con Aka-chin y que todo estaba bien. Sin embargo, ninguno estaba cerca de la realidad… yo ya estaba perdido, ya estaba obsesionándome por él, y puede que si en ese momento alguien me hubiese detenido… las cosas serían muy diferentes.


Todo parecía ir bien, los días eran soleados, claros y llenos de optimismo. Me sentía dichoso de vivir y de existir, además de que esas sensaciones nocivas poco a poco me parecían más y más fáciles de ignorar. Aunque seguían teniendo celos y buscaba acaparar a Aka-chin, la realidad es que no había nadie que me hiciera sentir auténticamente amenazado. ¿Mido-chin? ¿Kuro-chin? ¿Kise-chin? ¿Mine-chin? No, ninguno me preocupaba, y ninguna chica le llegaba a los talones a Aka-chin así que tenían cero expectativas al asunto.


Pero entonces… una existencia molesta e innecesaria apareció. Su nombre: Furihata Kouki.


Ah, recuerdo cuando esa repulsiva cucaracha apreció en nuestras vidas, todo sucedió en una fiesta. La fiesta la ofrecía Kuro-chin que había invitado a varios amigos, entre ellos un chico llamado Kagami que a su vez invitó a otros a la fiesta, entre ellos, el susodicho.


Cual mojigata, como una mosca muerta, ese idiota se acercó a Aka-chin; pasó tan rápido que no pude intervenir. Aka-chin y yo habíamos permanecido sentados en la sala, hablábamos amenamente mientras los otros bailaban o hacían algún juego torpe, entonces fui por algo de comer mí y algo de tomar para Aka-chin. Y para cuando volví… él estaba ahí.


Furihata es un tipo que yo dirá es feo, aunque otros solo lo catalogarían como “común”. No tenía ninguna especie de encanto, ni siquiera era alguien vistoso. Era un tipo algo nervioso, podría decirse que era el más normal de todos nosotros, aunque de vez en cuando temblaba estando junto a Aka-chin… patético, pensé.


Furihata no me presentó ninguna especie de inseguridad, ¿Cómo ponerme celoso de alguien así? Tan corriente, tan normal, tan poca cosa. Ahora sé que debí haberlos interrumpido al instante, debí ir por Aka-chin con cualquier pretexto y alejarle de ese parasito asqueroso. Pero no lo hice, estaba muy confiado en que su charla no duraría mucho. Me equivoqué.


De pronto Aka-chin… Aka-chin había cambiado. No era mi Aka-chin, era un extraño, ¿Quién era él? ¿Dónde estaba el Aka-chin original, el que me amaba?


Entendí que todo era culpa de él… sí, era culpa de ese maldito enano, ¿quién más sino?


Un odio sin nombre se apoderó de mí, el pensar que esa cucaracha asquerosa me había robado al perfecto amor de mi vida, a mi musa, al dueño de mi vida, era más de lo que cualquiera podría soportar, y cual muñeco de cuerda, sentí como el hilo de mi cordura se tensaba a tal grado que, sin remedio, reventó. Perdí la cabeza.


Me volví loco, o tal vez… ¿tal vez me volví demasiado cuerdo? El ruido en mi cabeza se había disipado, ya no sentía inquietud, no sentía ninguna especie de malestar, no como antes. Toda mi angustia se había ido. Ahora veía todo tan claramente, tan claramente que me parecía casi milagroso, como si una deidad me hubiese iluminado y estuviera simplemente sonriéndome. Ese hilo que se había roto me había dado el paso a la claridad mental, era agradable. Mi mente, como si fuese diferente, ahora maquinaba con pacifica frialdad. Me asusté por este cambio en un inicio… sin embargo, al tiempo me acostumbre, y apenas me decidí, puse manos a la obra.


Aka-chin sería mío, mío y de nadie más.



—¿Dónde estoy? —Preguntaba Aka-chin todos los días—. Por favor… déjenme ir.


Sí, secuestré a Aka-chin y fue delicioso violarlo día y noche durante una larga semana. Recuerdo todo. Simplemente Aka-chin bajó la guardia y… nunca supo que lo volteó. Después de eso simplemente conseguí un lugar donde esconderlo, borré mis huellas y me encargué de cegarlo. No, no le saqué los ojos, ese era un placer que dejaría para más tarde.


Una vez secuestrado Aka-chin, me encargué de hacerme tiempo. Le dije a mis amigos que Aka-chin había salido de viaje inesperadamente con su padre y que tal era la urgencia y seriedad del asunto que no había podido avisar a nadie y que yo sabía simplemente porque me lo había topado, mera coincidencia. Tuve enorme paciencia, ¿no es digno de admirar que yo aguanté meses esperando a las vacaciones para crearme esta dulce y favorecedora oportunidad? Fueron meses duros de desquiciados celos, odio y otras horribles emociones.


Con eso nadie sospecharía por lo menos durante unos meses, quizá dos y medio cuando mucho, tiempo suficiente en lo que arreglaba todo lo demás.


Del padre de Aka-chin fue muy fácil encargarme. ¿No es algo curioso que la familia Akashi sea tan fría y distante que cuando su presencia falta nadie se atreve a meterse? Diría que es casi inconveniente. Oh, aún recuerdo la cara del señor Akashi cuando simplemente dejó de respirar.


Con cada horrible acción un pedazo de mi alma se quebraba en pedazos, estaba convirtiéndome en algo horrible, inhumano, pero por Aka-chin… ser un demonio era poca cosa, por él yo sería lo que fuera. Por él sería un verdugo, un ángel, un demonio, un juez… lo que él necesitara. Mi ángel dulce y tierno necesitaba a su demonio, es más, yo purificaría a mi dulce pelirrojo que ese idiota Furihata había rebajado…


Pasaron semanas. Nunca dije nada. Amarré a mi Aka-chin, lo encadené y día tras día lo torturé. De alguna forma gozaba al hacerlo sufrir, quería hacerlo pagar por sus errores, solo de esa forma podríamos avanzar. Además, unas enormes ganas de reír se apoderaban de mí al verlo llorar, tan hermoso y tan patético, tan fuerte pero tan frágil. El ver como día con día su cordura vacilaba o sus emociones cambiaban se volvió mi más tierna y enferma fascinación. A veces estaba tan excitado que no podía contenerme y le hacía el amor a la fuerza una y otra y otra vez.


Gravé todo. Se lo envié a Furihata.


Furihata vio toda la cinta, su cara de terror era infinita, creo que vomitó del terror. Al final del video dejé un mensaje que decía “si acabas con tu vida y dejas una nota que diga que tú mataste a Akashi, entonces será libre. ¿Le amas, no? Pruébalo” Y si dices algo, él morirá.


Por supuesto que coloqué cámaras y micrófonos en su casa, tenía que asegurarme de que no fuese a llamar a la policía o algo así, no cabe el imbécil que intenta hacerse el héroe y llama a la policía con la esperanza de lograr algo.


Él lo estuvo pensando, ¡ja! ¿No era esa la prueba de todo lo que yo decía? Él no lo amaba, si a mí me hubiese llegado esa cinta hubiese acabado con mi vida de inmediato, todo por Aka-chin.


Fui y lo maté.


Luego comprendí que solo quedaba algo que hacer para estar por siempre junto a Aka-chin.



—Aka-chin, te amo.


La venda cayó, sus ojos me miraron en sorpresa, él quedó en shock, empezó a llorar.


—¿Viniste a rescatarme…?


—No Aka-chin, siempre fui yo.


—¿Por qué…? ¿Por qué…?


—Porque te amo.


Lancé un cerillo, la gasolina se encendió, la habitación pronto sería consumida por el fuego, probablemente moriríamos primero por asfixia.


Lo besé, él no hizo nada. Mi lindo Aka-chin estaba roto ahora, justo como yo.



Sus ojos fue lo último que vio en el mundo, y Akashi los de él. Ninguno supo si lo que se reflejaba en las pupilas del otro era el infierno o el paraíso. 

Notas finales:

8)<3 Nos vemos! skfdfksdjfkjdskfjsdkfsd

Ya sé, re fomeeeeee pero dskfjsdkjfhsd yolo las prisas xD

<3 nos leemos bebes ;DDDD


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